Detección de enzimas
extracelulares en cepas cubanas del complejo Metarhizium anisopliae con acción entomopatogénica contra Cylas formicarius Fabricius (Coleoptera:
Brentidae)
Detection of
extracellular enzymes in Cuban strains of Metarhizium anisopliae complex with entomopathogenic action against Cylas formicarius Fabricius (Coleoptera:
Brentidae)
Yohana Gato-Cárdenas1, María
E. Márquez-Gutiérrez2, Yamilé Baró-Robaina1 y Jaime de
Jesús Calle-Osorno3
1Instituto de
Investigaciones de Sanidad Vegetal (INISAV). Calle 110 # 514 e/ 5ta
B y 5ta F, Playa, La Habana, Cuba. Correo electrónico: ygato@inisav.cu, ygatocardenas86@gmail.com, ybaro@inisav.cu
2Universidad de la
Habana. Calle M # 255e/ 19 y 21, Vedado, La Habana, Cuba. Correo electrónico: maria.elena@rect.uh.cu
3Instituto de Biología, Facultad de Ciencias Exactas
y Naturales, Universidad de Antioquia. Calle 67 No. 53-108. Medellín, Colombia.
Correo electrónico: jaime.calle@udea.edu.co
RESUMEN
El
presente trabajo informa la detección, por métodos bioquímicos, de enzimas
extracelulares relacionadas con la actividad biológica de nueve cepas del
complejo Metarhizium anisopliae (Metsch.)
Sorokin. Se determinó, a diferentes concentraciones,
la capacidad patogénica contra el insecto Cylas
formicarius Fabricius, y se calculó el tiempo y la concentración letal. Se
analizó tanto la presencia de enzimas extracelulares en las cepas fúngicas como
su relación con el efecto entomopatogénico y virulencia contra C. formicarius. Todas las cepas del
complejo M. anisopliae estudiadas resultaron
patogénicas exhibiendo un índice de actividad enzimática superior a 1. La cepa
LBM-30 fue la más eficiente al detectarse la presencia de enzimas proteasa,
quitinasa, caseínasa, amilasa y lipasa. Esto corrobora la relación de la
actividad enzimática con la virulencia observada.
Palabras clave: actividad patogénica, actividad enzimática,
control biológico, coleóptero, hongos
entomopatógenos, virulencia
ABSTRACT
This study
reports the detection, by biochemical methods, of extracellular enzymes related
to the biological activity of nine strains of the complex Metarhizium anisopliae (Metsch.) Sorokin. We determined the pathogenic capacity against the
insect Cylas formicarius Fabricius at
different concentrations, calculated the lethal time and concentration, and
analyzed both the presence of extracellular enzymes in the fungal strains as
well as their relation to the entomopathogenic effect and virulence against C. formicarius. All strains of the M. anisopliae complex studied were
pathogenic with an enzymatic activity index greater than 1. The LBM-30 strain
was the most effective with presence of protease, chitinase, caseinase, amylase
and lipase enzymes. This result corroborates the relationship between of the enzymatic
activity with the observed virulence.
Key words: pathogenic activity,
enzymatic activity, biocontrol, coleopteran,
entomopathogenic
fungi, virulence
INTRODUCCIÓN
Las especies del género Metarhizium Sorokin (Hypocreales: Clavicipitaceae)
son consideradas agentes de control biológico efectivas, dada su acción ante
una amplia gama de organismos diana y el bajo impacto sobre el ambiente y la fauna benéfica (Reddy et
al. 2014). Se utilizan a nivel mundial para la prevención
y el manejo de diversas plagas, fundamentalmente artrópodos de interés agrícola
(Bischoff et al. 2009, Perinotto et al. 2014, Souza et al.
2014).
Los hongos
entomopatógenos pertenecientes al género Metarhizium
destacan por su modo de acción al invadir los patógenos y actuar por
contacto. El desarrollo de la micosis incluye diferentes pasos, cada uno con
una importancia particular, que provocan la muerte del hospedante y la posterior
diseminación en el hábitat (Roberts y St. Leger 2004).
La actividad entomopatogénica
requiere de la acción de enzimas hidrolíticas; entre las más estudiadas se encuentran:
proteasas, quitinasas y lipasas, que degradan los componentes cuticulares y
proporcionan nutrientes para una mayor proliferación del hongo dentro del
insecto. En la determinación de la virulencia de los aislados, Carrillo-Rayas y
Blanco-Labra (2009) demostraron la
importancia de las enzimas que son secretadas durante el proceso de infección
fúngica. Además estos autores describieron
las interacciones que tienen lugar entre el hongo y el insecto hospedante.
El presente trabajo tuvo como objetivo detectar,
por métodos bioquímicos, la presencia de enzimas extracelulares relacionadas
con la actividad patogénica de nueve cepas cubanas del complejo M. anisopliae.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se emplearon como materiales biológicos cepas nativas del complejo M. anisopliae
obtenidas de
diferentes hospedante, las cuales pertenecen a la colección de cultivos del Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal (INISAV), La
Habana, Cuba
(tabla 1).
Se
hicieron cultivos monoconidiales a las cepas en estudio y posteriormente se conservaron
en tubos de ensayo con Medio Completo y se mantuvieron a 4 °C (10 réplicas por cepa)
hasta la ejecución de los ensayos (Gato et al. 2016).
Virulencia de las cepas del complejo M. anisopliae sobre C.
formicarius.
De
cada cepa evaluada se realizó una suspensión a una concentración de 1x106,
5x106, 1x107, 5x107, 1x108 conidios/ml,
ajustada por conteo en cámara de Neubauer a partir de cultivos de primer pase.
Se evaluó la virulencia de las cepas según Márquez et al. (2010). Se
determinaron los tiempos
(TL50y TL90) y las concentraciones letales (CL50
y CL90) (Barriga et al. 2002, Suárez-Gómez 2009).
Los tiempos letales (TL50y TL90)
se calcularon para cada concentración evaluada a partir de las ecuaciones de
regresión que expresan la relación entre el porcentaje de mortalidad acumulada
y el tiempo. Se empleó en los análisis el paquete estadístico StatSoft (versión 6.0).
Las
concentraciones letales (CL50 y CL90) se calcularon a
partir de las ecuaciones de regresión que expresan la relación entre el probit
de la mortalidad y el logaritmo de la concentración. La evaluación se realizó a
los siete días de realizado el ensayo. Se
empleó en los análisis el paquete estadístico StatSoft (versión 6.0).
Determinación de enzimas extracelulares.
La actividad enzimática se expresó como la relación entre el
diámetro de la colonia y el diámetro del halo causado por la degradación del
sustrato. La actividad enzimática se confirmó a partir de valores de índice
enzimático mayores a 1 (St. Leger et al. 1997). La determinación de la
actividad proteasa, amilasa, caseinasa, lipasa y quitinasa se realizó según el
protocolo propuesto por Sanivada y Challa (2014).
Determinación de la
actividad proteasa: Se empleó 1% de extracto de gelatina en un medio mínimo (0,003%
NaCl, 0,03% MgSO4 y 0,015% de K2HPO4) con 2%
de agar. Las placas se inocularon con discos de 4 mm de diámetro con micelio de
las cepas evaluadas y se incubaron a 26 ˚C durante 10 días. Luego del período
de incubación se adicionó reactivo Frazier (compuesto por 15% HgCL2 en
2 N HCl). Se observó la completa degradación de la gelatina como una zona clara
alrededor de la colonia.
Determinación de la
actividad amilasa: Se
empleó 1% de almidón soluble en medio mínimo y 2% de agar. Las placas se
inocularon con discos de 4 mm de diámetro con micelio de las cepas evaluadas y
se incubaron a 26 ˚C durante 10 días. Para determinar la degradación del
almidón se utilizó el reactivo Lugol. La presencia de actividad amilasa se
observó como un halo amarillo alrededor de la colonia embebida en una solución
azul.
Determinación de la actividad
caseinasa: Se
empleó 1% de leche descremada en medio mínimo y 2% de agar. Las placas se
inocularon con discos de 4 mm de diámetro con micelio de las cepas evaluadas y
se incubaron a 26 ˚C durante 10 días. La producción de caseinasa se constató
con la aparición de un halo transparente alrededor de la zona más próxima a la
colonia, mientras el resto se observó de color blanco.
Determinación de la
actividad lipasa: Se
empleó 1% de Tween 80 en medio mínimo más 2% de agar. Las placas se inocularon
con discos de 4 mm de diámetro con micelio de las cepas evaluadas y se
incubaron a 26 ˚C durante 10 días. La producción de lipasas por las cepas se
observó como un precipitado visible alrededor de las colonias debido a la
completa degradación de los ácidos grasos.
Determinación de la
actividad quitinasa: Se empleó el medio quitina coloidal (Lang et
al. 2002). Las
placas se inocularon con discos de 4 mm de diámetro con micelio de las cepas
evaluadas y se incubaron a 26 ˚C durante 10 días. La prueba se consideró
positiva al observar crecimiento o un halo claro alrededor del crecimiento de
las cepas después del período de incubación.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Virulencia de las cepas del complejo
M. anisopliae sobre C. formicarius.
Las
cepas evaluadas a la concentración de 1x106 conidios/ml presentaron,
de forma general, un bajo porcentaje de mortalidad acumulada en el control de C. formicarius, en contraste con las
concentraciones de 107 y 108 conidios/ml, a los 14 días
post-inoculación. Al evaluar la concentración de 5x106 conidios/ml
se alcanzaron valores de mortalidad entre 58,0 y 97,6% en ese período de
tiempo. Las cepas evaluadas a 1x107 y 5x107 conidios/ml
presentaron porcentajes de mortalidad acumulada en el rango de 63,3-90% y
64-100% respectivamente a los 7 días post-inoculación. Los valores más elevados
de mortalidad se registraron con la concentración de 1x108
conidios/ml en el rango de 90-100% a los 7 días de realizado el ensayo.
La cepa LBM-30 tuvo el
valor más elevado de mortalidad en todas las concentraciones utilizadas, con
96,6% de mortalidad acumulada a los 7 días, a una concentración de 5x107
conidios/ml, lo cual fue similar a lo obtenido con la cepa control LBMa-11
(figura 1A). El valor más bajo de mortalidad acumulada se registró para LBM-12
con 63,3% a la concentración de 5x107 conidios/ml (figura 1B). Los
resultados están en concordancia con lo alcanzado por Reddy et al. (2014),
quienes al utilizar Metarhizium brunneum Petch
para el control de C. formicarius obtuvieron un 100% de mortalidad acumulada a los 5
días. Estos resultados también son similares a lo alcanzado por Cito et al.
(2014) quienes obtuvieron en sus experimentos valores de mortalidad superiores
al 90% sobre adultos del coleóptero Rhynchophorus
ferrugineus Olivier (Coleoptera: Dryophthoridae) al ser inoculados con
aislados de M. anisopliae y M.
pingshaense Chen y Guo.
La virulencia de las cepas
fúngicas en el presente estudio fue determinada con base en los TL y CL. La
comparación de TL50 y TL90 a las diferentes
concentraciones ensayadas (tabla 2) confirman la variabilidad de la actividad
patogénica de las cepas del complejo M.
anisopliae estudiadas.
Las cepas evaluadas
presentaron rangos de TL50 entre 1,5 y 7,94 días y TL90 entre
4,01 y 16,0 días. Estos resultados son similares a los alcanzados por Cito et
al. (2014) quienes obtuvieron, para M.
pingshaense, TL50 de 7 días y TL90 de 13 días contra R. ferrugineus. Estos mismos autores,
con un aislado de M. anisopliae contra
R. ferrugineus, alcanzaron TL50
de 6 días y TL90 de 21 días; este último valor fue inferior a lo
reportado en el presente estudio.
Durante el bioensayo con
la cepa LBM-267, la cual presentó un TL50 de 3,83 días a la
concentración de 1x107 conidios/ml, la mortalidad comenzó a
registrarse a partir del segundo día, mientras que para las cepas LBM-12 (TL50
de 7,68 días) y LBM-146(TL50 de 5,78 días), la mortalidad comenzó a
registrarse entre el cuarto y quinto día, respectivamente. El progreso de la
infección de LBM-30 y LBM-267 en C.
formicarius fue gradual y la esporulación del hongo se expresó de manera
marcada a partir de los 7 días. Los valores de TL50 para estas dos
cepas fueron menores que los obtenidos con LBMa-11, lo cual indica que podrían
considerarse nuevas cepas promisorias en el control de C. formicarius.
Un factor clave a
considerar es la expresión de la patogenicidad de una cepa en función del hospedante.
El efecto control de los hongos entomopatógenos no está necesariamente limitado
a una especie, género o grupo hospedante de procedencia (Zimmermann 2007). Esto
explica el hecho de que las cepas LBM-5 y LBM-267, aisladas de un hemíptero y
LBM-30 proveniente de muestras de suelo, mostraron altos valores de mortalidad
por micosis de C. formicarius, aunque
este último pertenece a otro orden taxonómico.
Las
CL en cada cepa estuvieron entre el orden de 106 y 107
conidios/ml (tabla 3) y los valores más bajos se obtuvieron con la cepa LBM-30.
El
resultado obtenido con la cepa LBM-30 sugiere que la rápida mortalidad obtenida
puede relacionarse con altos niveles de producción de enzimas vinculadas con la
virulencia, que forman parte del mecanismo de acción. Por tanto, hay
correspondencia con lo informado por Dong et al. (2009), Schrank y Vainstein
(2010), Niassy et al. (2013), y Cito et al. (2014), quienes plantearon que
factores como la producción de proteasas, esterasas, quitinasas, lipasas y
toxinas, son los que determinan la patogenicidad de un hongo entomopatógeno.
Determinación
de enzimas extracelulares
En la tabla 4 se muestra el índice de la actividad enzimática de las cepas del complejo de especies de
M. anisopliae empleadas en este
estudio.
Todas las cepas evaluadas produjeron enzimas proteolíticas como proteasas
y caseinasas. La producción de proteasas en todas las cepas se evidenció como una
zona clara alrededor de la colonia (figura.
2A) y se obtuvieron valores de índice enzimático entre 1,26 y 2,09. La
producción de caseinasa se evidenció con la aparición de un halo transparente
alrededor de la zona más próxima a la colonia, mientras el resto se observó de
color blanco (figura 2C). En este caso se obtuvieron valores de índice
enzimático entre 1,1 y 1,49. C A B
Las
enzimas proteolíticas, son secretadas para la degradación de la cutícula,
proporcionando nutrientes para el crecimiento del hongo (Franco-Chávez et al.
2011). Las proteasas son sintetizadas por los hongos entomopatógenos en el
primer paso de la infección del organismo diana (Carrillo-Rayas y Blanco-Labra
2009).
Únicamente en las cepas LBM-5, LBM-10, LBM-30 y LBM-267 se
detectó actividad amilasa, lo cual se constató mediante un halo de hidrólisis
de color amarillo alrededor de la colonia (figura 2B). Al respecto, Carrillo-Rayas
y Blanco-Labra (2009) expusieron que algunos autores encontraron una relación
entre la producción de amilasa y la virulencia, donde niveles elevados de esta
enzima se asocian con una hipervirulencia en M. anisopliae mientras los aislados con deficiencia en la
producción de amilasa, no presentan virulencia.
En
el presente estudio las cepas que no tuvieron actividad amilasa también manifestaron
virulencia frente a C. formicarius.
Esto puede deberse a la presencia de otras enzimas hidrolíticas involucradas en
la penetración de la cutícula como son las proteasas, quitinasas y lipasas, las
cuales también forman parte de los factores determinantes de la virulencia de
los hongos entomopatógenos (Yang et al. 2007, Carrillo- Rayas y Blanco-Labra
2009, Franco-Chávez et al. 2011).
La
utilización de la quitinasa se manifestó con una abundante producción de
conidios en el medio de cultivo empleado, lo cual fue más destacado en las
cepas LBM-41 y LBM-42 (figura 2D). Las quitinasas actúan sinérgicamente con las
proteasas, para hidrolizar la cutícula del insecto (Franco-Chávez et al. 2011),
además de estar implicadas en muchas etapas como la germinación, el crecimiento
hifal, la morfogénesis, la nutrición y la defensa contra competidores (Seidl 2008,
Hartl et al. 2012).
En
el caso de LBM-12 y LBM-30 fueron las únicas que mostraron actividad lipasa con
valores de 1,13 y 1,19, respectivamente (figura 2E). Carrillo-Rayas y
Blanco-Labra (2009) indicaron que solo a través de la acción combinada de las
tres principales enzimas hidrolíticas (proteasa, quitinasa y lipasa) se puede
llevar a cabo la desintegración completa de la cutícula. Además, Beys da Silva
et al. (2010) relacionaron la degradación de los lípidos de la capa externa
como una etapa de crecimiento previo a la penetración del hongo. Se ha sugerido
la posterior síntesis de enzimas hidrolíticas (proteasas, quitinasas, lipasas,
entre otras) que degradan la cutícula y proporcionan nutrientes para el
desarrollo del hongo dentro del insecto (Franco-Chávez et al. 2011).
En los experimentos
realizados todas las cepas evaluadas fueron patogénicas a C. formicarius. La cepa LBM-30 fue la más virulenta, y además resultó
positiva para la presencia de las enzimas amilasa, proteasa, caseinasa, quitinasa
y lipasa. En este sentido Yang et al. (2007) informaron que la actividad
entomopatogénica de los hongos depende de su arsenal enzimático, ya que para la
penetración de la cutícula del insecto plaga, se requiere de la acción de
enzimas hidrolíticas. Entre las más estudiadas se encuentran: proteasas, quitinasas,
lipasas, quitobiosas y lipooxigenasas, que van degradando los componentes
cuticulares importantes y proporcionan nutrientes para una mayor proliferación
del hongo dentro del insecto.
En
estos ensayos se constataron diferencias en el control de C. formicarius por nueve cepas distintas pertenecientes al complejo
M. anisopliae, lo cual se manifestó
en los valores de concentraciones y tiempos letales. Perinotto et al. (2014) indicaron que la variación en la
virulencia se atribuye a varios factores, como el origen geográfico del
aislado, el sustrato del cual el hongo fue aislado, la variabilidad genética,
los subcultivos en medio artificial, la susceptibilidad de hospedantes, así
como las diferencias en la secreción de proteasas, lipasas y quitinasas.
En
este estudio se demostró la variabilidad de cepas cubanas del complejo M. anisopliae con acción de control contra
C. formicarius. Se evidenció la
relación entre la patogenicidad y virulencia de las cepas con la producción de
enzimas hidrolíticas. Se resalta la importancia de realizar estudios de
determinación de las enzimas involucradas en el modo de acción de hongos
entomopatógenos, lo cual influye en la selección de cepas promisorias para el
control biológico, y constituye un aspecto básico para la obtención de
bioproductos efectivos en la protección fitosanitaria de los cultivos.
En
conclusión, las cepas del complejo M. anisopliae evaluadas, provenientes de diferentes hospedantes,
fueron patogénicas contra C. formicarius en condiciones de laboratorio. Se
recomienda evaluar la actividad patogénica in
vitro de todas las cepas frente a otras plagas de importancia agrícola
pertenecientes a otros órdenes insectiles. Además, se evidenció la variabilidad de la actividad patogénica de las cepas del
complejo M. anisopliae y la alta
virulencia de la cepa promisoria
LBM-30 contra adultos de C.
formicarius. Se recomienda evaluar la
virulencia in vivo de esta cepa frente a C. formicarius. La presencia de enzimas
amilasa, proteasa, caseinasa, quitinasa y lipasa está relacionada con la acción
entomopatogénica y la virulencia en cepas cubanas del complejo M. anisopliae.
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