Rico, C. (2020) La contabilidad en Colombia
de la segunda mitad del siglo XIX:
representaciones desde la literatura de los
cuadros de costumbres. Contaduría Universidad
de Antioquia, 76, 115-134.
Doi: https://doi.org/10.17533/udea.rc.n76a05
La contabilidad en Colombia de
la segunda mitad del siglo XIX:
representaciones desde la literatura de
los cuadros de costumbres
Carlos Orlando Rico Bonilla
carlosricob@usantotomas.edu.co
Universidad Santo Tomás
Orcid: 0000-0002-0060-0431
La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX: representaciones desde la
literatura de los cuadros de costumbres
Resumen: Este estudio es una investigación histórica sobre las representaciones de la contabilidad
en Colombia, durante la segunda mitad del siglo XIX, a partir de un análisis documental e
interpretativo, que tiene por fuentes primarias textos literarios de la época, especialmente, los
cuadros de costumbres y la correspondencia del comerciante Ricardo Silva Frade. Al respecto, se
encuentran dos perspectivas: la contabilidad como una herramienta útil para la administración
racional de los negocios en el marco de un contexto político y económico de incertidumbre y transición
a instituciones y valores éticos de corte capitalista y, además, como un elemento probatorio de la
legalidad y la honradez del comerciante en el desarrollo de las actividades mercantiles, de cara a la
administración estatal, los clientes, los prestamistas y los acreedores.
Palabras clave: Colombia, Contabilidad, Historia de la contabilidad, Cuadros de costumbres,
Ricardo Silva Frade.
Accounting in Colombia in the second half of the XIX century: representations of custom
frameworks from the literature
Abstract: This study is a historical research on the representations of accounting in Colombia during
the second half of the XIX Century, from a documentary and interpretive analysis using literary
texts of the period as primary sources, especially custom frameworks and the correspondence of the
merchant Ricardo Silva Frade. In this respect, two perspectives are found: accounting as a useful
tool for the rational management of the businesses in the framework of a political and economic
context of uncertainty and transition towards institutions and ethical values of capitalist type; and as
a probative element of the legality and honesty of the merchant in the development of the mercantile
activities, in front of state administration, customers, lenders and creditors.
Keywords: Colombia, Accounting, Accounting history, Custom frameworks, Ricardo Silva Frade.
A contabilidade na Colômbia da segunda metade do século XIX: Representações desde a
literatura dos quadros de costumes
Resumo: Este estudo é uma pesquisa histórica sobre as representações da contabilidade na Colômbia,
durante a segunda metade do século XIX, a partir de uma análise documental e interpretativa, que
tem por fontes primárias textos literarios da época, especialmente, os quadros de costumes e a
correspondência do comerciante Ricardo Silva Frade. Respeito deste assunto, encontram-se duas
perspetivas: a contabilidade como uma ferrramenta útil para a administração racional dos negócios
no marco de um contexto político e económico de incerteza e transição a instituições e valores éticos
de tipo capitalista e, além disso, como um elemento probatório da legalidade e a honradez do
comerciante no desenvolvimento das atividades mercantis, de fronte para a administração estatal,
os clientes, os prestamistas e aos credores.
Palavras- chave: Colômbia, Contabilidade, História da Contabilidade, Quadros de Costumes,
Ricardo Silva Frade
La comptabilité en Colombie pendant la seconde moitié du XIX siècle : des représentations des
tableaux de costumes à partir de la littérature
Résumé: cette étude est une recherche historique sur les représentations de la comptabilité en
Colombie pendant la seconde moitié du XIX siècle, à partir d’une analyse documentaire ainsi qu’
interprétative, qui a pour sources primaires des textes littéraires de l’époque, en particulier les
tableaux de coutumes et les courriers dappartenant au commerçant Ricardo Silva Frade. À ce
rapport, deux perspectives ont été proposées : d’une part, la comptabilité en tant qu’outils utils pour
l’administration rationale des affaires dans un contexte politique et économique d’incertitude et de
transition vers des institutions et des valeurs étiques d’une touche capitaliste. D’autre part, en tant
qu’élément probatoire de la légalité et de l’honnêteté du commercant dans le développement des
activitiés commerciales face à l’administration de l’État, aux clients, aux créanciers et aux garants.
Mots-clés: Colombie, comptabilité, histoire de la comptabilité, tableux de coutumes, Ricardo Silva Frade
Cont. udea (enero-junio), pp. 115-134. © Universidad de Antioquia-2020.
La contabilidad en Colombia de la segunda mitad
del siglo XIX: representaciones desde la literatura
de los cuadros de costumbres
Carlos Orlando Rico Bonilla
https://doi.org/10.17533/udea.rc.n76a05
Primera versión recibida en enero de 2020 – Versión aceptada en marzo de 2020
I. Introducción
La presente investigación histórica tiene por objeto el estudio de las
representaciones de la contabilidad en Colombia, durante la segunda
mitad del siglo XIX. Esto primordialmente bajo dos perspectivas: primero,
como una herramienta de gestión racional de los negocios en un contexto de
incertidumbre en el cual el país hacía un lento tránsito a instituciones y valores
éticos capitalistas y, segundo, como un soporte probatorio de la legalidad y la
honradez del comerciante en el desarrollo de sus actividades mercantiles.
En este sentido, el concepto de representación hace referencia a
construcciones psicológicas y sociológicas con las que se interpreta y comprende
la interacción de las personas y las comunidades con su entorno cultural
particular. Se busca estudiar y reflexionar sobre el pasado, en este caso,
sobre las diversas imágenes de diferentes realidades históricas respecto de las
prácticas e ideas contables (Machado, 2006, 2011).
En esta investigación se ha tratado de extender el enfoque, examinando
como fuentes primarias textos literarios y correspondencia privada de la época,
aunque estas no son las bases convencionales de los estudios de historia de la
contabilidad, en los que prevalece la observación de los libros de cuentas, la
legislación comercial y los actos administrativos gubernamentales. Además,
considerando que:
Las preguntas a la historia de Colombia no son preguntas que formula un historiador
profesional, sino preguntas que plantea el análisis de la literatura, que no se reduce
a la literatura como expresión estética, sino como vasta expresión de las maneras de
pensar y actuar de los estratos sociales que la han cultivado. (Gutiérrez, 2000, p.10)
118Rico, C. La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX...
Rico, C.
En términos metodológicos, se establece como enfoque general de análisis
un enfoque documental e interpretativo; esto es, un ejercicio de identificación
y examen de fuentes primarias que son contextualizadas en el entorno político
y económico respectivo, para deducir de allí indicios y conceptos sobre los
cuales estructurar un relato histórico de las representaciones contables
correspondientes (Hernández, 2013; Rico, 2018).
Por tanto, el documento se estructura de la siguiente manera: además
de esta introducción, en la segunda sección se describen los aspectos
metodológicos. En la tercera se reseñan algunos aspectos contables derivados
del entorno del país en el periodo indagado. En la cuarta y quinta parte se
indican y describen elementos de caracterización de las perspectivas de
representación. Finalmente, en el sexto apartado, se formulan las conclusiones.
II. Aspectos metodológicos
Es relevante mencionar que, dada la naturaleza histórica del presente
estudio, este se ha planteado con un carácter cualitativo, sustentado en un
enfoque interpretativo que para su desarrollo se centró en la técnica de la
revisión bibliográfica y el respectivo análisis de contenidos. Por esta razón,
igualmente, se sigue una serie de fases que se describen a continuación:
En primer lugar, se buscó identificar varias fuentes primarias potenciales,
consultado en los catálogos de dos bibliotecas públicas que conservan una gran
cantidad de patrimonio documental nacional: la Biblioteca Luis Ángel Arango y
la Biblioteca Nacional de Colombia, a partir de las palabras claves: contabilidad,
teneduría de libros, cuentas, literatura y siglo XIX, y teniendo como referencia,
además, algunos estudios sobre la historia literaria colombiana, por ejemplo,
Gómez (1946), Williams (1991) y Beckman (2009).
También se exploró en un conjunto de investigaciones previas, como las
de Mattessich (2000), Grajales (2007), Czarniawska (2008) y Pérez (2008),
que han indagado y ejemplificado de qué manera en la disciplina contable se
ha analizado y problematizado la singular manifestación de la contabilidad, su
significado y la observación de sus prácticas en diferentes narraciones literarias,
ambientadas en diversos lugares y tiempos.
En segundo lugar, en el marco de una no muy numerosa cantidad de textos
literarios se reconoció en los cuadros y escenas de costumbres, un área en la que
era posible encontrar y evidenciar algunas descripciones y referencias a las
prácticas e ideas contables de la época. Además, esta literatura en prosa que
pretendía retratar y resaltar tradiciones y valores populares, tenía por autores a
personalidades del mundo de la élite de los negocios y la política decimonónica,
que claramente tenían cierta educación en estas cuestiones, y también en
aspectos de derecho y economía política (Gordillo, 2003).
119Contaduría U niversidad de Antioquia – No. 76. Medellín, enero-junio 2020
Este es el caso del ilustre comerciante bogotano Ricardo Silva Frade (1836-
1887), quien, junto con su hijo, el célebre poeta José Asunción Silva (1865-1896)
ha sido objeto de bastantes estudios en los que se mencionan reiteradamente
algunos detalles del manejo contable que daban a sus actividades mercantiles,
particularmente a su casa comercial “R. Silva e Hijo” (cuya publicidad se puede
apreciar en el anexo 1), y a las finanzas de su familia (Pérez, 2008; Santos, 1992;
Vallejo, 1995; Rico, 2018).
Con esta información, en tercer lugar, se procedió a examinar los textos
seleccionados en el marco de los parámetros históricos correspondientes al
entorno político, económico y contable de la segunda mitad del siglo XIX, que
se delimita en el siguiente apartado, para establecer algunas de las temáticas
contables más recurrentes y la manera en la que se describían y comentaban
en los pasajes literarios. Todo esto para, finalmente, definir, estructurar y
caracterizar las representaciones que se argumentan posteriormente.
III. El contexto político-económico y contable de Colombia en la
segunda mitad del siglo XIX
En la dimensión política, el periodo de la historia nacional examinado se
caracterizó, principalmente, por el cambio de un esquema administrativo
federal apoyado en ideologías de tendencias liberales y utilitaristas (1850–1885)
que estaban impulsadas, entre otras razones, por un ideal de ruptura con las
instituciones y las relaciones de producción y subordinación heredadas de
la colonia española, hacia una propuesta doctrinal que instituyó un enfoque
organicista y centralista del Estado, apoyado en directrices conservadoras y
católicas (1886–1930).
La carta constitucional de 1863 fue la expresión de la primera opción, que
contemplaba un Estado más secular, promotor del libre cambio, una mayor
oferta educativa pública y una más profunda descentralización de la función
y misionalidad gubernamental, así como de la recaudación de los tributos
y de otras rentas públicas. Le sucedió en 1886 el proyecto proteccionista de
la Regeneración, que devolvió a la iglesia católica el liderazgo en los temas de
enseñanza e instrucción y centralizó el poder político en el gobierno capitalino
y la figura del presidente de la república.
Las tensiones entre una y otra tendencia política, que en últimas eran el
resultado de los conflictos por el poder entre los estamentos dominantes de
la sociedad colombiana, contribuyeron a aumentar las guerras civiles y el
ambiente subyacente de desequilibrio que rigió en la mencionada centuria
(Colmenares, 1968). Además, esto influyó en una perspectiva de menor
crecimiento económico, especialmente desde la década de 1880, en un país
de vocación agrícola que difícilmente pudo conectarse con los mercados
internacionales y, por ende, generar flujos de capital y crédito constantes que
120Rico, C. La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX...
Rico, C.
se lograran direccionar a inversiones productivas e infraestructura privada y
pública de soporte (Kalmanovitz y López, 2010).
Al iniciar la segunda mitad del siglo XIX, la eliminación del estanco del
tabaco, establecido desde la colonia española, permitió el florecimiento de
una considerable cantidad de rentables negocios privados vinculados a la
producción, la comercialización y la exportación de este bien de consumo, por
ejemplo, la empresa de Montoya, Sáenz & Compañía (Colmenares, 1968; Molina,
2003). De manera que el grupo de los comerciantes, que venía en ascenso
desde la independencia del país, se benefició de este proceso no solo por los
réditos de las breves bonanzas de las décadas de 1850 y 1870, sino además,
porque para ejercer un adecuado control de los recursos fue necesario aplicar
herramientas de gestión como la contabilidad por partida doble (Palacio, 1979;
Rico, 2015). Ricardo Silva Frade (1879) sobre las prácticas contables de aquel
entonces, comenta:
Puedo asegurarle que con tal cual honrosa excepción, como la Casa de Montoya,
Sáenz & Compañía, iniciadora de todo progreso comercial en el país, y que tenía
escritorio y contabilidad en debida forma, los demás comerciantes se limitaban a
llevar un simple libro de Cargo y Data, incompleto y deficiente, o se ajustaban a esta
sencilla regla: “lo que tengo ahí está, y lo que falta me lo he comido”, sobrando de
consiguiente, los libros con puntas de cobre, los enredos escritos en ellos, y el trabajo
de llevarlos para llegar en definitiva, a aquel mismo resultado práctico. (1879, pp.755-
756)
Este evento germinal, aún poco estudiado en la historia de la contabilidad
colombiana, coincidió con dos cambios fundamentales en la exigua regulación
contable local: en el escenario público, la materialización de la reforma de las
finanzas gubernamentales de 1846, que estableció en la práctica a la partida
doble como el parámetro base en la elaboración de las cuentas públicas y, en
el escenario privado, la expedición del Código de Comercio de 1853, que
entre otras cosas reforzó la obligación de llevar contabilidad por parte de los
comerciantes (Rico, 2015; Sierra, 2001).
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX hubo otros dos aspectos
que implicaron modificaciones sustanciales en la regulación, las ideas y las
prácticas contables en Colombia. Primero, la definición legal y el desarrollo
de las pioneras sociedades anónimas por medio de las cuales se fomentaron
y constituyeron empresas bancarias, de seguros, ferrerías y ferrocarriles
(Ariza, 2001; Means, 2010; Rico, 2012); esto significó un complemento en la
determinación del patrimonio, los inventarios y la tesorería, que eran el eje
de la teneduría de libros, con un enfoque administrativo dirigido también a
establecer rentabilidades, costos de operación y financiación y reconocimiento
de los activos fijos en estas industrias (Rico, 2016), pero además en otras, por
ejemplo, las muy prometedoras de la quina y el café (Ocampo, 1984; Palacio,
121Contaduría U niversidad de Antioquia – No. 76. Medellín, enero-junio 2020
1979), que a pesar de su relevancia tampoco han sido analizadas desde la óptica
histórico-contable.
En segundo lugar, una constante inestabilidad de la estructura monetaria
del país, la cual se agravó con la emisión (legal y clandestina) de papel moneda
por parte del Banco Nacional en 1886 y tocó fondo con la hiperinflación que
durante la Guerra Civil de los Mil Días azotó al país entre 1899 y 1902. Desde
la colonia, las autoridades gubernamentales habían tenido enormes dificultades
para regular la circulación de una importante cantidad de monedas con
diferentes denominaciones y calidades, elaboradas en bronce, níquel o plata.
Sobre este último metal, muy escaso en el país, se realizaban la gran mayoría
de las transacciones ordinarias en el mercado interno, mientras en un proceso
desbalanceado, las importaciones y exportaciones se adelantaban sobre el
patrón oro (Ocampo, 1994). Como en 1886 le comentaba José Asunción Silva
a su padre, sobre la marcha del negocio familiar mientras él se encontraba de
viaje de negocios por Europa:
La mala situación del papel moneda se marca de día en día. Hoy vale con el 1 y medio
al 2 por moneda de 0.500. Hay ya 5% de diferencia entre esta y la de 0.835. Esta baja de
la moneda nueva estando nosotros comprometidos en todas nuestras obligaciones por
0.835 me hará hacer toda especie de esfuerzo para realizar, sobre todo la mercancía
vieja que nos representa un aumento en la deuda, al cual es preferible la disminución
de la ganancia, para hacernos a nuestro dinero antes de que la depreciación de las
nuevas emisiones se haga más sensible. (1996, p. 11)
Particularmente, esta situación que dificultaba el progreso y la solvencia
de las actividades mercantiles y tenía un impacto sobre la toma de decisiones
en la gestión y la financiación de los negocios, incidió en la manera en que
se percibía, entendía y representaba a la contabilidad, tema de los siguientes
apartados.
IV. Saber intrincado pero útil para el comercio
La mencionada inestabilidad monetaria tuvo dos implicaciones relevantes
sobre los aspectos contables: se hizo complejo el manejo de la unidad de
cuenta, es decir, la moneda de referencia legal en la contabilidad oficial y
mercantil que sirve para regular y fijar los precios (Quijano, 1908) y, también,
se deterioró la cantidad y calidad de los medios de pago en la economía, un
aspecto central en el rol que tiene la contabilidad como un instrumento
de medición y conciliación de los flujos monetarios (dinero) y los reales
(mercancías) (González, 2010).
Respecto del primer asunto, es necesario tener en cuenta que los
comerciantes colombianos, especialmente los dedicados a las exportaciones,
llevaban sus libros considerando una paridad entre el oro y la plata, pero en
1871 cuando los precios internacionales de esta se desplomaron en medio de
122Rico, C. La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX...
Rico, C.
las crisis financieras en Europa Occidental y Estados Unidos, este supuesto ya
no fue sostenible. Además, había que conciliar los valores registrados con el
volátil y manipulado papel moneda (Ocampo, 1984; 1994; Rico, 2012).
En estos reprocesos de conversión de los datos, la elaboración de la
contabilidad se hizo muy compleja y costosa con relación a los beneficios de
información que reportaba para los propietarios de los negocios. En el estilo
literario de Silva Frade, en su cuadro de costumbres Ponga usted tienda:
Mi libro diario me dice a cada paso de dónde proceden las fuertes sumas que debo, y
me manifiesta que he dado al fiado las mercancías, y que éstas no me han sido pagadas;
cosas que yo también sé hace mucho tiempo, y las páginas de mi “Mayor” guardan con
religioso respeto los nombres de mis deudores, como guardan las losas de las tumbas
los restos de los que fueron. (1883, p. 45)
Esto reforzaba la representación de la contabilidad como un saber intrincado,
de difícil acceso y tedioso de aprender, que nada más era dominado por unos
pocos ilustrados, que habían logrado entender confusas teorías extranjeras
(Rico, 2018). La resistencia hacia el uso del método de la partida doble fue una
constante a lo largo de aquella época, como lo ejemplifica la siguiente escena,
entre un aprendiz de negocios y su tío mentor, en la novela de costumbres Entre
Primos de Manuel Marroquín (1897):
Pablo, aunque espeluznado al ver tantos delitos de lesa contabilidad y de leso
sentido común, no se atrevió a los principios a hacer otra cosa que escribir y callar. Días
andando, se aventuró a hacerle a su tío algunas observaciones.
En cierta ocasión en que, por haberse embrollado desacostumbradamente una
cuenta que era urgentísimo aclarar, se patentizó la perversidad del sistema adoptado
por D. Leonardo, le dijo su sobrino:
-Si a usted no le pareciera mal, tal vez se podrían llevar estas cuentas de modo que
en el momento que se ofreciera saber el estado de alguna…
- Hola! interrumpió el tío; ya me quieres venir con las modas y con esas sus partidas
dobles. Esos son enredos que han inventado ahora para confundir a la gente.
- No, tío: no es eso precisamente, ni yo sería capaz de…
-Nada. Dejémonos de embolismos. Que caja a caja, y que caja a varios, y que varios a
caja, y que varios a varios… ¿Quién diantre va a saber quiénes son esos varios?
-Si usted consintiera en que hiciéramos un ensayo...
-Nada, nada. Y luego aquello de las obligaciones por pagar y las obligaciones por
cobrar, como si todas las obligaciones no fueran para cobrarlas y para pagarlas. Y el
saldo, y el balance, y el demonio que te lleve si me vuelves con esos embelecos. (pp.
54-55)
123Contaduría U niversidad de Antioquia – No. 76. Medellín, enero-junio 2020
Por esta razón, igualmente, se observaba una creciente preocupación por
lograr una mayor educación en temas contables, resaltando aspectos morales
y técnicos asociados al mundo de los negocios. En este sentido, el principal
objetivo de los libros de texto y los profesores de contabilidad de aquel
entonces era simplificar y hacer más ameno el proceso de instrucción asociado
(Rico, 2018). En concepto del referido comerciante Ricardo Silva Frade:
No hace muchos años que el estudio de la Teneduría de libros por el sistema de la
partida doble era para la mayor parte de los comerciantes una verdadera empresa de
romanos, y para los jóvenes un trabajo difícil y complicado por la oscuridad y palabrería
inútil de rus reglas. La enseñanza de los grandes misterios de aquel arte pertenecía
exclusivamente a dos o tres profesores teóricos que habían leído a Laporte o Blondel,
y que se esforzaban inútilmente en hacer comprender a sus discípulos el sistema de los
Médicis, sencillo en su origen y que, convertido luego en una algarabía tan detestable
como estéril en sus resultados prácticos, inspiraba una aversión invencible a muchos de
los ricos negociantes de aquella época. (1879, pp.755-756)
Respecto del segundo asunto, la escasez de numerario impactó negativamente
los medios de pago, lo que también implicó un ajuste del entorno económico a
un menor número de transacciones comerciales, la mayoría de las cuales se
concentraba en la adquisición y el intercambio de bienes de consumo básicos
(Ocampo, 1994). Esto limitó la expansión de los mercados de productos
industriales y los de prestación de servicios profesionales, incluyendo el contable.
No se trata de que no hubiera personas que ofertaran y obtuvieran
beneficios de las actividades contables; de hecho, fue en este periodo, por
ejemplo, que se hizo visible la figura del revisor fiscal en los bancos y los
ferrocarriles (Rico, 2012, 2016). También, en el Directorio General de Bogotá de
Cupertino Salgado (1893) se halla que treinta hombres se identificaban como
contabilistas dedicados a asesorías y a la prestación de servicios asociados.
Además, en una particular descripción sobre la cotidianidad del comercio de la
Provincia de Vélez, fruto de su peregrinación por el norte de la Nueva Granada,
el político y educador liberal Manuel Ancízar (1853) señalaba:
Desde las tres en adelante comienza el movimiento de retirada de los expendedores
y el arreglo de sus cuentas por préstamos recíprocos que se han hecho, el cual suele
parar en desarreglo de palabras y obras, según la complicación de las cuentas o la
cantidad de chicha que los contabilistas llevan dentro. (p. 91)
El asunto era que, dada la estrechez de la economía y, en general, su
dependencia de las bonanzas de los productos agrícolas y mineros de exportación
en los mercados internacionales, la mayoría de los comerciantes y otros
empresarios no tenían los incentivos para contratar trabajos especializados como
la teneduría de libros o la revisión de esta (Cubides, 1991); era preferible que un
socio propietario o mayordomo llevara las cuentas y otros, si era posible, las
examinaran y fenecieran, bajo la figura de una comisión inspectora.
124Rico, C. La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX...
Rico, C.
No obstante estos elementos restrictivos derivados del precario
contexto político y económico, que limitaban el desarrollo de las prácticas
de contabilidad en el país, la representación de esta para varios agentes
económicos era el de una herramienta útil que soportaba la racionalidad en
la toma de decisiones administrativas; un símbolo de los nuevos tiempos en
la transformación ambivalente de una mentalidad anclada en los principios
coloniales que hacía un tránsito lento a una guiada por valores capitalistas.
En paralelo con la literatura, como lo reflejan los cuentos y poemas de los
Silva y sus contemporáneos, se da la transición del costumbrismo (Ricardo) al
modernismo (José Asunción) (Beckman, 2009; Gordillo, 2003; Santos, 1992). En
otras palabras:
El comercio facilitó el ascenso social y fomentó un cambio de mentalidad que
Ricardo Silva ilustró con intención humorística en un artículo de costumbres, Estilo del
siglo, de 1860, en el que presenta una carta de amor llena de vocablos, giros y una
lista de regalos y cartas tomados del lenguaje de la contabilidad. Pero este cambio de
mentalidad y la forma de ascenso social aristocratizante se enmarcaron en el ideal de
la sociedad colonial. Esta superposición o, coexistencia de lo simultáneo con lo no
simultáneo, como dice Ernst Bloch, propio de toda transición (Gutiérrez, 2000, p.12)
El mencionado cuadro se reproduce en el anexo 2; en él se puede apreciar
la versatilidad del lenguaje contable y comercial y su aplicación simbólica en el
marco de esta tendencia de transición. En otro interesante ejemplo, se advierte
este cambio institucional y cultural en los objetos y las condiciones materiales
de la sociedad, especialmente en los altos estamentos de esta, como se lee en
el cuadro de Las llavecitas:
Sirva hoy de tema esta nueva arandela de la vida llamada las llavecitas, parte
indispensable de los chismes de la actual casa de familia; diabólica invención
compañera del crochet, de la frivolité, de los polvos de arroz a la violeta, de los
monogramas, de los albums de estampillas, de las alzaderas, del polissoir, del cache-
nez, de los aquariums y de los demás elementos de felicidad, característicos del hogar
moderno (…). (Silva, 1883, p. 145)
A lo largo de los diferentes cuadros de costumbres colombianos se
encuentran una y otra vez reflexiones similares en las que se contrastaba la idea
del progreso moderno con el olvido de las tradiciones previas (Gordillo, 2003),
en el marco ideológico de vocablos contables y económicos. Por ejemplo:
El trabajo es la fuente de riqueza; trabajemos, pues, para ser ricos, porque el dinero
trae consigo los placeres y las comodidades, así como la virtud nos da el respeto y las
consideraciones (…). (Silva, 1883, p. 40)
(…) vino el progreso moderno que todo lo ha invadido llevándose de paso los rasgos
característicos de nuestras sencillas costumbres; dejándonos en cambio sin fisonomía
propia, y haciendo de nuestro modo de ser una especie de colcha de retazos de
diferentes nacionalidades, como las de muestras de zaraza que cubren las camas de
125Contaduría U niversidad de Antioquia – No. 76. Medellín, enero-junio 2020
algunos pobres. En efecto, desde lo pequeño has lo grande, todo ha sido removido por
la moda, y la muerte se ha encargado de destruir lo demás. (Silva, 1883, pp. 147-148)
Esta importante dinámica de cambio también aplicaba a temas relacionados
con la normatividad y la moral de los negocios y la contabilidad, en la
representación que a continuación se describe.
V. Prueba de legalidad y honradez
En el ya citado libro de Cuadros de costumbres (1883), Ricardo Silva Frade
formulaba un texto en un tono muy satírico, sobre esta “penosa enfermedad
social, incurable” (p. 115) denominada las juntas, es un hecho significativo que
la básica unión de individuos en procura de diferentes objetivos, políticos,
económicos, sociales, comunitarios, se tornará en los nuevos escenarios
capitalistas en una curiosa pérdida de tiempo. Con detalle y en un lenguaje
cargado de términos económicos afirmaba:
Junta, según el diccionario de nuestra lengua, es una reunión de personas para tratar
un negocio. Esto será en España. Entre nosotros, es una reunión de personas que no
se reúnen. (…) Tienen además las juntas otra ventaja de inestimable precio: el don de
la inoportunidad que las caracteriza. Toda junta o tentativa de junta por suscripción
para algo, y por nombramiento de una o de varias comisiones, y toda comisión de estas,
termina sus trabajos antes de empezarlos. (p. 116)
El concepto de la junta se refiere a una manera moderna de gobierno de
las organizaciones, novedosa en referencia a las tradicionales figuras de los
mayordomos o los albaceas, que habitualmente llevaban sus cuentas por el
esquema del cargo y data. Estas juntas, en su lugar, eran gestionadas por tres
instancias administrativas: el presidente, el secretario y el contador o tesorero.
Sobre los dineros controlados por estos últimos, que son los encargados de la
contabilidad, se advertía que:
Son “tesoros de paciencia” para las víctimas que las manejan, y estas hacen, en lo
general, de sus propios recursos, los gastos de instalación, como de libros, papel,
esquelas, avisos, repartidores, &c., lo cual tienen, entre otras, la grandísima ventaja
de que el tesorero es irresponsable por dichos desembolsos. Tampoco hay necesidad
de comprobar dichas cuentas, porque el bolsillo del tesorero las reconoce y acepta de
antemano sin aquella formalidad. (p. 116)
A pesar del aire jocoso de la narración se aprecia la relevancia atribuida a
las cuentas y el control de un tercero diferente al gestor de la organización.
Es por esto que en la segunda mitad del siglo XIX, una buena contabilidad
se tenía como un medio para valorar de manera rigurosa el patrimonio de
los negocios y las familias, ya que no era costumbre hacer una diferenciación
contundente entre estas dos instancias (Ariza, 2001; Cubides, 1991;). Además,
era un insumo para establecer las perspectivas de diferentes riesgos y la
necesidad de diversificarlos, por lo que, dado el contexto, era común que los
126Rico, C. La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX...
Rico, C.
comerciantes participaran de diferentes actividades, o especulaciones como solía
denominársele, a medida que tenían la oportunidad de crecer en inversiones de
corto plazo (Mejía, 2011; Molina, 1998; Ocampo, 1984; Pérez, 2008).
No llevar al día las cuentas era un parámetro que podía incidir de forma
contundente en la quiebra de un negocio o, más ampliamente, en la extinción
de una red familiar. Con una deficiente teneduría de libros, un comerciante
era más vulnerable a sufrir pérdidas a raíz de la toma de decisiones financieras
equivocadas. En este sentido, algunas investigaciones sobre historia empresarial
del siglo XIX asocian la solvencia, el crecimiento y el éxito de las actividades
mercantiles con el fino cuidado en el diligenciamiento y el análisis minucioso
de los libros (Barragán, León y Torres, 2011; Molina, 1998; Pérez, 2008). El
desorden y la confusión contable eran una “fuente inagotable de pleitos y de
molestias al tratarse de una liquidación o de un arreglo cualquiera (…)” (Silva,
1879, pp.755-756).
Por tanto, en el periodo señalado, se reforzó la representación de la
contabilidad, y particularmente de los libros como una prueba escrita; en otras
palabras, un elemento documental con sustancia jurídica a partir del cual, en
parte, se podría evidenciar la legalidad de las actuaciones del comerciante en el
desarrollo de sus negocios y actividades, tanto en su favor como en su contra
(Concha, 1893). De igual modo, su honradez a la hora de responder antes los
diferentes terceros que habían depositado su confianza en él, a través de un
fiado, una comisión, una cuenta en consignación o un crédito. En términos del
mencionado Código de Comercio Neogranadino de 1853:
Los libros de comercio que tengan todas las formalidades que van prescritas, y
no presenten vicio alguno legal, serán admitidos como medios de prueba en las
contestaciones judiciales que ocurran entre asuntos mercantiles entre comerciantes.
(…) También harán prueba los libros de comercio en favor de sus dueños cuando su
adversario no presente asientos en contrario, hechos en libros arreglados a derecho, u
otra prueba plena y concluyente. Finalmente, cuando resulte prueba contradictoria de
los libros de las pares que litigan, y unos y otros se hallen con todas las formalidades
necesarias, sin vicio alguno, el Tribunal prescindirá de este medio de prueba, y
procederá por los méritos de las demás probanzas que se presenten. (Artículo 43)
Esta dimensión simbólica de la teneduría de libros y las cuentas se hacía
más pronunciada y notable en escenarios donde la honradez y la buena fe de
los comerciantes quedaban en entredicho; por ejemplo, los juicios de cuentas,
las sucesiones y los concursos de acreedores, reuniones que, a pesar de estar
reguladas por la ley, no gozaban de buena imagen en la cultura popular,
como dice el verso: “Es por esto señor don Amadeo, que, ni en las juntas de
acreedores creo” (Silva, 1883, p. 127).
Es sobre esta base que se fortaleció la interrelación entre las prácticas y
las doctrinas de la contabilidad y el derecho, entendiendo a las primeras como
127Contaduría U niversidad de Antioquia – No. 76. Medellín, enero-junio 2020
un instrumento soporte de las últimas, en la que se acumulaban los vínculos
contractuales con la administración estatal, los clientes, los prestamistas y
los acreedores, a partir de las cuentas por cobrar y pagar, que usualmente se
consignaban y controlaban en libros auxiliares. Como lo indicaba aún mucho
tiempo después la doctrina jurídica colombiana:
Es principio inconcuso que en los libros de comercio sólo se abren cuentas a
las personas con quien se tienen negocios a crédito o en cuenta corriente. Por
consiguiente, toda cuenta personal abierta en los libros de un comerciante expresa una
relación jurídica entre este y la persona a quien está abierta, y de ella ha de resultar
cuál de los dos es acreedor y cuál deudor, y por qué causa. (Corte Suprema de Justicia,
1930, citado en González, 1958, pp. 23-24)
Estas líneas son muy cercanas a las escuelas de la personificación y el
contismo, de origen continental europeo, que hacían énfasis en los aspectos
formales y procedimentales de la práctica contable dejando de lado los asuntos
materiales y sustanciales (Tua, 1988), y que fueron las doctrinas dominantes en
el pensamiento contable y la enseñanza de la contabilidad en la Colombia del
siglo XIX e, incluso, buena parte del XX (Cubides, 1991; Rico, 2018).
No obstante, el empleo de documentos contables como una prueba no fue
un tema sencillo de implementar, en primer lugar, porque la legislación era
bastante exigente en que se garantizara su calidad formal a fin de constituirse
en un documento válido judicialmente. Los libros debían estar encuadernados,
foliados y rubricados por un funcionario público para constituirse en una
evidencia sólida en un proceso jurídico en el que se juzgara la buena fe de los
actos de comercio y siempre que no se llegase a afectar el secreto mercantil
al que tenían derecho los comerciantes, que eran el foco de la regulación
empresarial de la época (Concha, 1893; Machado, 2006; Sierra, 2001).
Además, el escaso conocimiento de la contabilidad por parte de los jueces,
los abogados y el público en general, limitaba su aplicación. Era preferible
profundizar en el debate de los principios jurídicos abstractos, que en la
revisión al detalle de los libros, la correspondencia y las cuentas. Esto sin contar
con la evaluación y la posición doctrinal que adoptara cada una de las partes en
conflicto en el alcance probatorio de esta documentación (Concha, 1893). Así
lo advertía en una reflexión, en 1870, el reconocido abogado Juan Crisóstomo
Campuzano (1870), en el marco de un juicio de cuentas asociado a un pleito
familiar por la distribución de unas herencias:
Es muy sabido que en este país son recientes las ideas sobre la verdadera naturaleza
de la contabilidad; y que, por lo mismo, los hombres que nacieron aquí a fines del siglo
pasado, no solo ignoraban el sistema moderno de la partida doble, sino que carecían de
todo método para llevar una cuenta de alguna extensión con la ordenada claridad del
caso. Este era un mal de la época, y en consecuencia no debe extrañarse que cuanto les
sobrara en buena fe les faltara en orden y precisión. (p. 25)
128Rico, C. La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX...
Rico, C.
En algunas ocasiones, con el objeto de validar la calidad formal y material
de la contabilidad, de manera que se lograra constituir en una prueba legal y
una muestra de honradez, los comerciantes recurrían a personas con alguna
experticia en temas contables para que estas revisaran y dictaminaran sobre
su veracidad. En la correspondencia de José Asunción Silva del año 1891, por
ejemplo, se halló la siguiente solicitud al Banco de Bogotá:
Muy respetuosamente suplico a ustedes que se sirvan nombrar a una persona de
la entera y absoluta confianza del Banco de Bogotá con el objeto de que previo un
examen minucioso de la contabilidad, el archivo y la correspondencia de la casa R.
Silva e Hijo, (…) rinda a ustedes un informe acerca de la situación y el manejo de esos
negocios (…) y rectifique la parte numérica de las operaciones descritas. (1996, p. 50)
En una comunicación posterior se comentaba que la institución financiera
delegó un tenedor de libros, que conceptuó, luego de una detallada revisión,
que el manejo de la casa comercial y, particularmente, de los libros y las cuentas
no fue inhábil, y por el contrario se mostraba diligente (Silva, 1996). A pesar
de esto, los resultados eran negativos dadas las ya referidas condiciones del
entorno y la deuda insostenible que, incluso algunos años antes de la muerte de
Ricardo Silva Frade en 1887, limitaban la continuidad del negocio y vaticinaban
su disolución definitiva; evento que ocurrió poco tiempo después, en 1892, no
sin cuestionarse la buena fe de la administración ejecutada por el poeta (Santos,
1992; Vallejo, 1995).
En todo caso, a pesar de lo limitado que pudo haber sido el mercado
de servicios contables de aquel entonces, lo descrito anteriormente es
una muestra relevante del desarrollo de la confianza que la sociedad, y
específicamente la legislación colombiana va a ir construyendo alrededor
de la figura del contabilista, o en nuestros términos de hoy día, del contador
público, y que se materializará posteriormente con la regulación de la profesión
en la segunda mitad del siglo XX, fortaleciendo las representaciones de la
contabilidad descritas en esta investigación.
VI. Conclusiones
En la segunda mitad del siglo XIX se identifican algunos aspectos
socioeconómicos y políticos muy importantes para la caracterización de las
prácticas y las ideas contables de esta época, como lo son el desarrollo de la
industria privada del tabaco, que junto con el oro y el café fueron los principales
productos de exportación del país en la citada centuria. De igual manera, los
cambios en la regulación sobre el comercio, la contabilidad gubernamental y
la constitución de sociedades anónimas; además, la difícil situación monetaria,
de crédito y medios de pago, que afectó temas como la unidad de cuenta y la
mínima expansión de los mercados de servicios, entre ellos, el contable.
129Contaduría U niversidad de Antioquia – No. 76. Medellín, enero-junio 2020
En este contexto de transición de mentalidades y principios coloniales a
valores capitalistas, a partir de las fuentes primarias consultadas, se evidenció
y profundizó en dos líneas de representación de la contabilidad: primero
como una herramienta útil para la toma de decisiones, especialmente de
tipo comercial, en el marco de una notable necesidad por diversificar riesgos
de corto plazo, en múltiples actividades de especulación, con fuentes de
financiación muy limitadas, que fácilmente terminaban en negocios con deudas
deterioradas o en procesos de quiebra.
En segundo término, como una manera no solo de calcular el patrimonio,
sino en complemento, un reflejo de las relaciones contractuales y jurídicas
de las organizaciones económicas con terceros, que se podía constituir en un
elemento probatorio de la legalidad de los actos de comercio y en evidencia
de la honradez y buena fe de sus ejecutantes; tema que, si bien no fue de
fácil aplicación, por limitaciones formales y de desconocimiento de la técnica
contable, ayudó a fortalecer las bases jurídicas de la confianza social en el
trabajo del futuro profesional contador público.
En este sentido es de resaltar, finalmente, la importancia de más
investigaciones en historia de la contabilidad en Colombia, en las que se pueda
explicar y comprender con detalle las prácticas contables que se adelantaron
en el siglo XIX, en las unidades de producción de los mencionados bienes de
exportación y otros como la quina, el banano y las esmeraldas y, claro, en el
comercio de importación dominado por los textiles y los mercados locales de
bienes primarios como la sal, la carne, la caña de azúcar y el maíz.
De la mano de esta perspectiva, a pesar de que el grado de elaboración de
las cuentas y la teneduría de libros sea en muchos casos reducido, o, en otras
palabras, que las fuentes primarias no sean numerosas o significativas, es
relevante profundizar en el desenvolvimiento de las prácticas, el pensamiento, la
regulación y la profesión contable con énfasis en las distintas áreas geopolíticas
del país. Con este objetivo, se podrían buscar apoyos y vínculos con la historia
económica y empresarial, y también con otras como la social y la cultural.
VII. Referencias bibiográfica
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132Rico, C. La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX...
Rico, C.
Anexo 1. Publicidad del negocio de Ricardo Silva Frade y su hijo,
el poeta José Asunción Silva.
Fuente: (Pombo, 1888, s.p). Documento de acceso público.
133Contaduría U niversidad de Antioquia – No. 76. Medellín, enero-junio 2020
Anexo 2. Cuadro de costumbres de Ricardo Silva
ESTILO DEL SIGLO
FANTASIA EN ESTILO COMERCIAL, DEDICADA A
JOAQUIN SUAREZ FORTOUL
SEÑORITA SARA AZA — Presente.
Bogotá, enero 25 de 1860.
ESTIMADA SEÑORITA - sin ninguna de usted a que contestar, tiene esta
mi única por objeto, avisarle que, desde esta fecha en adelante quedan
disueltas las relaciones que me han ligado a usted en un año, tres meses,
cinco días, contados desde aquél en que tuve conocimiento de usted hasta
hoy. El notable cambio que en usted noto hace algún tiempo, o mejor dicho,
la paralización completa del interés que usted antes me manifestaba, me
habían hecho comprender ya, que usted no quería tener cuentas de ninguna
especie conmigo, a pesar de la obligación que contrajo de no faltar nunca a
los compromisos que estipulamos cuando yo abrí el inmenso libro de mi alma
ante los ojos de usted; así es que si yo había guardado silencio en este
negocio, era únicamente porque había resuelto darme un plazo para estudiar
bien a fondo esta cuestión. Al efecto, abrí desde entonces un diario en el cual
he venido cargando todas las malas partidas de usted, hasta ayer, fecha en
que, gracias a la franqueza de usted, no me quedó duda sobre la exactitud
de mis observaciones.
Graves son, señorita, los daños y perjuicios que usted me ha causado, ya por
el engaño de que me ha hecho víctima, como por su demora en manifestarme
los sentimientos que realmente abrigaba, y que de algún tiempo a esta parte
ha tomado usted como guía de sus acciones para conmigo.
No ignora usted que, si yo hubiera dirigido mis propuestas a otra parte,
habrían sido aceptadas y que tal vez hubiera podido colocarme con algunas
ventajas; cosa que hoy, por mi desgracia, se hace imposible, pues aun
cuando los hombres como yo, son artículos escasos en el mercado amoroso,
y la abundancia de mujeres se hace sentir, es seguro que ya ninguna querrá,
admitirme, ni aun de contado o a la vista, por tener el carácter de endosado.
Sin embargo, como yo debo a usted la pequeña utilidad de no volver a
experimentar la crisis que hoy sufro, no hago a usted reclamaciones de
ninguna clase.
134Rico, C. La contabilidad en Colombia de la segunda mitad del siglo XIX...
Rico, C.
Mi corazón se encuentra completamente averiado con este fracaso; yo
me estoy muerganizando a la carrera, y no tengo probabilidad de ser
indemnizado; pero acepto está perdida, y poniendo al cielo por testigo, se la
ofrezco a Dios en descuento de mis culpas y pecados.
Adjunto a usted la facturita y cuenta de los chismes que como comprobantes de su afecto
me dio; siendo de cargo de usted revisarla y avisarme si estamos o no de conformidad,
pues quiero arreglar cualquier saldo que resulte para dejar así canceladas nuestras
cuentas.
LA SEÑORITA SARA AZA
Su cuenta corriente con
MÁRTIR PLAZA DE MERCADO
1859. Debe. Haber.
Enero 21—Un pañuelito imitación de olán, bordado, que me dio en el teatro.
Cosas.................................………………………………………………...... „ „ 1---
Febrero 4—Un ramo de flores artificiales; 5 flores y dos botones, en todo,
cosas..................................………………………………………………...... „ „ 7---
Agosto 20—Un bouquet atado con un lazo de cinta,
cosas..................................………………………………………………...... „ „ 2---
Agosto 23—Un guante faltándole 2 dedos, o sean dedos
cosas..................................………………………………………………...... „ „ 3---
Septiembre 14—Una rosca de pelo engomado, roscas ………………………...... „ „ 1---
Id. 20—Un anillo triple dorado con esta
inscripción “Souvenir” ......………………………………………………...... „ „ 1---
Noviembre 1°—Una bufanda, fantasía a cuadros,
hoy día de mi santo...........………………………………………………...... „ „ 1---
1860.
Enero 25—Existencia de cartas, según inventario de hoy ……………………… „ „ 43---
Id. 25—Igual número de cosas que le remito y por saldo………………. 59... „ „---
S: E ú O.—Total cosas id…………………………………....................... 59... 59---
Ahora sólo me falta suplicar a usted, señorita, que se sirva disimular
las molestias que la he causado. ¡¡Quiera el cielo que el bajel a cuyo bordo
se ha embarcado usted, no vaya a naufragar antes de arribar al puerto de la
felicidad!!...Siempre sería bueno que usted se asegurara antes. En fin, como
no me es dado aconsejarla, corto aquí está mi carta, repitiéndome de usted,
muy atento seguro servidor, Q. B. S. M.
Mártir Plaza de Mercado y Plata.
22 de diciembre de 1860.
Fuente: (Silva, 1883, pp. 35-37). Documento de acceso público.
Nota: Las letras cursivas son propias del original.