observación, la inmersión y la investigación, como ejercicios a partir de los cuales el futuro docente se
apropia y comprende el sentido formativo de los escenarios propios del desempeño profesional. Se
entiende por práctica educativa el proceso de formación, conceptualización, investigación e
intervención adelantadas en múltiples contextos socioculturales y con diversos grupos poblaciones
(MEN, 2017, p.7).
Las concepciones que se desprenden de estas consideraciones siguen en la línea dicotomizadora en la que
teoría y práctica son dos cosas distintas.
2.2 Aspectos académicos administrativos de la Práctica Pedagógica: la armonización curricular
De acuerdo con el Comité General de Prácticas Pedagógicas de la Facultad de Educación (2017),
La práctica Pedagógica se ha asumido en el trayecto de formación de licenciados y pedagogos de la
Facultad de Educación como un espacio formativo que aporta a la configuración de la subjetividad del
maestro, en la medida en que este espacio le permite apropiarse de los saberes que le son estructurales
al ejercicio educativo y pedagógico, cargado de sentidos desde lo pedagógico, lo curricular, lo
didáctico y lo investigativo. Debido a esto, la Facultad de Educación comprende la Práctica
Pedagógica como:
Conjunto de relaciones teóricas y prácticas articuladas a las dimensiones pedagógica, educativa,
didáctica, investigativa y disciplinar en contextos diversos. Esta relación, dinámica y compleja, estará
cruzada por referentes éticos, ontológicos, históricos, culturales y políticos, que permitirá desde una
actitud crítica y reflexiva consolidar la identidad de maestro. (Acuerdo del Consejo de Facultad 284
del 18 de septiembre de 2012, Artículo 4).
Esta perspectiva sobre la Práctica Pedagógica pretende superar la mirada disyuntiva entre teoría–
práctica, en procura de una permanente actitud reflexiva sobre el sujeto maestro como sujeto de
experiencia ética, estética y política, como sujeto de saber, capaz de asumirse con un discurso propio,
construido a partir de procesos metódicos que contribuyen a la comprensión y transformación de los
contextos educativos y sociales. Debido a esto, uno de los propósitos centrales de la práctica
pedagógica es la comprensión de la función intelectual, social y cultural del maestro en formación y su
papel como transmisor y trasformador de cultura.
En este orden, y a tenor de las disposiciones respecto a los contenidos y la organización curricular de la
Práctica Pedagógica, contempladas en el Artículo 2, así como de los criterios que orientaron el proceso de
armonización curricular, soportada en el Acuerdo de Facultad 372 del 31 de octubre de 2016, y cuyo
horizonte formativo parte de la pregunta “¿Cómo formar pedagogos y maestros que, mediante la
apropiación, generación y difusión del saber pedagógico, didáctico y curricular, aporten creativamente a la
solución de problemas educativos al servicio de la sociedad y los territorios?”. El desarrollo curricular, que