Práctica
pedagógica y escuela en el contexto del Covid-19: ausencias, rostros y
perplejidades
Érica Areiza Pérez[1]
Presentación
En el tiempo
del obligado aislamiento, la escritura emerge como una forma de conjurar la
distancia y propiciar la proximidad necesaria para encarar los temblores de los
días que corren. Cuando esa enunciación surge de la reflexividad de maestros y
maestras y, de manera especial, de la práctica pedagógica, se asiste a la
posibilidad de reconocer una memoria diversa de experiencias y acentos que revelan
las formas en las que el saber, la vida y los ámbitos comunitarios se
entretejen en procesos formativos y culturales en los que transitan
preocupaciones pero, sobre todo, una decidida voluntad de transformación y de
expectativas frente a los nuevos giros que puede cobrar el mundo cuando todo
parece trastabillar en el terreno de lo incierto. En esta multivocidad
confluyen las textualidades de maestros asesores, maestros en formación,
maestros egresados y maestros cooperadores, en todo caso, una composición plural
que convida a la escucha atenta y a un diálogo abierto en el que siempre tendrá
cabida una nueva palabra.
En este
sentido, estos relatos ponen en escena preguntas y construcciones presentes en
las trayectorias vitales y académicas que se han configurado en los espacios de
formación y en las apuestas pedagógicas e investigativas llevadas a cabo en
ámbitos escolares y en otros escenarios que diversifican los ámbitos de
actuación. De este modo, la práctica se despliega en un quehacer situado que
pone en permanente movimiento singularidades, vínculos intersubjetivos,
relaciones con los territorios, narraciones cuyas tramas revelan los modos en
los que acontece la formación, modos que transitan entre convicciones, puntos
de vista emergentes, lecturas múltiples, rostros y paisajes que se entrecruzan
para desatar nuevos significados.
No son ajenas
estas experiencias a las crisis actuales -entre ellas la generada por la
pandemia- y a los desafíos que traen consigo en la apuesta de repensar el
tiempo histórico que vivimos, las realidades sociales y políticas del país que
habitamos, los procesos de formación en lenguaje y en literatura y los retos que
trazan cuando estos se sitúan en los niveles de la Educación Básica, Media y Superior
o en otros contextos. Vale la pena enunciar brevemente la orientación de cada
uno de los textos contenidos en esta edición, con el ánimo de sugerir algunas
rutas de sentido.
En sintonía
con las problemáticas que sacuden el devenir del mundo en la actualidad, en su
texto La formación de maestros y maestras en un mundo quebrantado: un
acontecimiento político urgente, Erica Areiza Pérez presenta una reflexión
que vuelve sobre problemáticas asociadas a políticas totalitarias, al
neoliberalismo, a distintas manifestaciones de violencia y a los protocolos que
achican las libertades; a propósito de las regulaciones emitidas en el marco de
la emergencia sanitaria que se afronta en esta época. Se pone el acento en la
importancia de una postura política que interpele estas realidades y le apueste
a la construcción de vínculos y gestos entre los sujetos, los saberes y las
comunidades que confluyen en los distintos ámbitos pedagógicos y culturales.
Como
consecuencia de la emergencia, las estructuras físicas de las escuelas se han
cerrado, el retorno a la presencialidad se diluye en la incertidumbre y la virtualidad
se convierte en uno de los escenarios alternativos. La pregunta por esos
espacios discontinuos se despliega en Un profesor sin aula convierte la
escuela en acontecimiento. Una reflexión sobre la enseñanza, un texto en
el que Paula Martínez Cano plantea que la enseñanza constituye una aventura
llena de pruebas y dificultades que llevan a una permanente invención, a un
riesgo y a una valiosa oportunidad para repensar la formación. La escuela sigue
existiendo porque se trata de un acontecimiento en el que tienen lugar
experiencias, saberes, relaciones y gestos. En esta concepción cobra vida el
lugar de un profesor como artesano que, junto con sus estudiantes, convoca la
alegría, la actitud amorosa, el cuidado, la emancipación y la posibilidad de
nuevos comienzos.
Los nuevos
sentidos que se configuran alrededor de la escuela constituyen también un foco
importante en la reflexión que Claudia Osorio comparte en el artículo Espacio
y existencia... Un desafío en la formación. El texto sitúa la incertidumbre
a la que se asiste en la época actual para subrayar interrogantes de gran
envergadura al momento de indagar por aquello que hace a un maestro. En este
tejido, el espacio se entiende en clave pedagógica y enfatiza en su carácter
vinculante. De ahí que, a través de varias composiciones epistolares, se relacionen
las voces de una asesora, una maestra en formación y una estudiante de
secundaria. En sus cartas se enuncia la invitación a repensar las prácticas y a
dar un giro en la mirada para encarar las cotidianidades que se derrumban y las
certezas que tambalean.
Esa inquietud
por los espacios en este tiempo de crisis encuentra también interlocución en Un
actor sin escenario: ¿qué le pasa a una escuela que resiste desde el
desencuentro?, un texto en el que David Zuluaga Alzate
se distancia de la escuela anclada en prácticas prescriptivas para reclamar una
en la que la identidad y el cuerpo se integren en una performatividad que
promueva la pregunta por el ser, por sus angustias, por aquello que mueve sus
deseos. A partir de la experiencia de sus prácticas y del trabajo desarrollado
con estudiantes de secundaria, reitera la convicción de que, no obstante la ausencia
física del aula, el maestro sigue actuando en un escenario poblado de esperanzas,
palabras compartidas, ficciones y espíritus creadores.
Esas formas
de actuación ineludibles en el ámbito educativo se convierten en centro de
atención del texto La escuela ante la finitud: narración y subjetividad
política en contextos urbanos afectados por la violencia que comparten Laura
Zuleta Londoño, Mateo Cardona Sánchez, Valentina Muñoz Acevedo y Valentina
Tamayo Céspedes. Su propuesta parte de la necesidad de interpelar las
realidades históricas de violencia y desigualdad social que han afectado algunos
contextos educativos de sectores de la ciudad de Medellín; realidades que se
han tornado más complejas ante el confinamiento obligatorio actual, pues las condiciones
precarias y la marginación se han agudizado. Ante este panorama, se enfatiza en
la necesidad de subjetividades políticas que confronten estas circunstancias,
reconozcan la fragilidad y lleven a posicionar la formación en lenguaje y en
literatura como ese escenario desde el que pueden generarse quiebres,
realidades más amorosas y un nuevo ethos colectivo.
A propósito del
confinamiento y del sentido del lenguaje y la literatura en estas
circunstancias, Gloria María Zapata Marín, Lina María García Gómez, Michael
Mejía Buitrago y Natalia Taborda Cardona comparten su texto La escuela en
ausencia: escrituras reflexivas en torno a la práctica pedagógica y la
enseñanza de la lengua y la literatura durante el confinamiento obligatorio en
Colombia. A la luz de las experiencias vividas en la práctica pedagógica,
ponen en común las preocupaciones y los horizontes de comprensión derivados de
este tiempo atípico. En sus abordajes llaman la atención sobre la importancia
de atender a lo que está pasando y de asumir que el trascurrir de los días no
es igual. En esos desacomodos se nombran las nostalgias, las tensiones con la
virtualidad, el reclamo de una didáctica en sintonía con los nuevos desafíos;
al tiempo que se destaca el lugar de la literatura como pasión, como río, como
ventana, como experiencia de escritura que acompaña las soledades y el
ejercicio de encarar las fracturas, el incierto regreso a la escolaridad
habitual.
En Enseñar
literatura: una reflexión de la práctica pedagógica sobre el sentido, a
propósito de la literatura griega y la coyuntura actual, José David Yepes
Ramírez bebe de las fuentes de la literatura y la mitología para actualizar
tradiciones y otorgarles nuevos sentidos en atención a las singularidades del
presente. Junto con Pandora, Teseo, Orfeo, Eurídice, entre otros, va tejiendo
una trama que devela destinos trágicos, pero también, los hilos y destellos
que, en medio de todos los males, podrían anunciar un nuevo porvenir, uno donde
volver la mirada no represente un peligro sino una esperanza. Situado en estas
herencias de la cultura griega, el autor enfatiza en la necesidad de que la enseñanza
de la literatura retorne a estas fuentes clásicas para ensanchar los sentidos
sobre las propias tragedias y mantener la persistencia que caracteriza a
Penélope en la Odisea de Homero.
Los vuelos de
la literatura y las experiencias de práctica continúan desplegándose por las
distintas regiones donde la formación de maestros hace presencia. De ello da
cuenta el texto Sentidos de la práctica pedagógica en la Seccional Suroeste:
una experiencia posible entre la literatura infantil y la formación de maestros
de la Licenciatura en Humanidades, Lengua Castellana, escrito por Gabriel
Mejía Ángel y Andrés Restrepo Acevedo. Ellos comparten las experiencias
derivadas de un ciclo de práctica que se desarrolló en el municipio de Jardín
Antioquia y tuvo como eje central una investigación sobre el campo de la
literatura infantil y juvenil y la formación de lectores. Junto con los
estudiantes de una de las instituciones de este territorio llevaron a cabo
procesos de creación donde el libro álbum, la experiencia de la lectura y la recepción
estética trazaron caminos de aprendizaje y de imaginación reflejados en las imágenes
y trazos literarios que se convierten en memoria perdurable para las nuevas
generaciones de niños, niñas y jóvenes.
A esas
configuraciones que tienen lugar en el acompañamiento a los procesos académicos
asociados a la práctica viene también el texto La formación en la práctica
pedagógica. Acercamientos desde la lectura y la escritura como espacios de
investigación de los sujetos de Juan camilo Méndez Rendón. Allí se reseñan las
apuestas investigativas que se focalizan en cada una de las cinco cohortes de
prácticas profesionales que el profesor asesora. Estas se articulan con los
abordajes del Centro de Lecturas, Escrituras y Oralidades (CLEO) de la
Universidad de Antioquia. En su reflexión enfatiza en la importancia de decir,
pensar y acompañar la práctica, al tiempo que resalta la necesidad de asumir la
investigación desde una perspectiva crítica que favorezca la apropiación, el
trabajo colegiado, la inmersión en prácticas sociales y discursivas y los
procesos de permanencia en la Educación Superior.
Tampoco es ajeno
a los procesos de acompañamiento a las prácticas el artículo Los lugares del
Asesor de Práctica: reflexiones desde la Región Oriente que presentan Gloria
Zapata Marín y Xiomara Meneses Zúñiga. Desde su trayectoria como asesoras
construyen una reflexión que problematiza los sentidos atribuidos a este rol en
los documentos de política pública y resaltan el sentido de la experiencia como
una fuente de comprensión ineludible cuando de nombrar y de dar significado a
este oficio se trata. Las autoras parten de la convicción de que el lugar del
asesor es una construcción que se mueve entre tensiones, angustias, decepciones,
situaciones que no están prescritas, orientaciones que reclaman saberes,
vínculos, puentes que precisan gestión, apropiación, trabajo colegiado,
interacción con los territorios. Se trata de un devenir permanente en el que
también se implica la propia subjetividad con sus complejidades, convicciones,
esperanzas e incertidumbres.
Este variado
menú de escrituras finaliza con la reflexión que Ana María Saldarriaga Zea y
Wilson Pérez Uribe desarrollan en el artículo Resemantizar
el mundo: dos experiencias como maestros egresados del Alma Máter. Su
aporte desentraña las sensaciones que vivieron en el tiempo posterior a la
graduación, pues encaraban el tiempo en que era preciso tomar decisiones sobre
la vinculación laboral, en todo caso, pensar el oficio de maestros en otros
ámbitos distintos a los habituales. Así lo asumieron cuando decidieron
vincularse, respectivamente, a un Instituto de Enseñanza del español como
Lengua Extranjera y a una Institución Educativa de un municipio de Antioquia. En
ambos escenarios han desplegado el potencial del que se dispone cuando se
fundan casas de palabras, universos poéticos y ficcionales, espacios de
aprendizaje íntimos y públicos, prácticas para el cuidado que se sustentan en
una perspectiva ética. Desde estas experiencias se asumen como egresados que,
desde su rol, representan para la Universidad la posibilidad de la conservación
de un legado y la oportunidad de un comienzo siempre abierto a nuevas
semánticas.
Luego de estas
breves reseñas sobre los artículos que hacen parte de esta publicación queda
abierta la invitación a la interlocución que propicia la lectura. Estas
reflexiones traslucen la hondura y la honestidad del sentir y el pensar de maestros
y maestras que, atentos a las disonancias y a los signos de los tiempos, así
como a las implicaciones que ello trae aparejado para el campo de educación y
para las prácticas pedagógicas, han decidido habitar el acontecimiento de la
escritura y convocar, con ello, la participación en un nosotros expandido
y diverso.
[1]
Profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia.
Coordinadora de prácticas pedagógicas de la Licenciatura en Literatura y Lengua
Castellana. Correo electrónico: erica.areiza@udea.edu.co