Héctor Alberto Altamirano Martínez1
1 Profesor de Historia. Culminando Maestría en Ciencias Humanas, Opción Estudios Latinoamericanos, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República, Uruguay. Correo electrónico: haaltamirano@gmail.com.
Una primera versión de este trabajo fue presentado en el Simposio Utopías: Pasado y presente. A 500 años de utopía de Tomás Moro, Organizado por el Instituto de Historia de las Ideas, Facultad de Derecho, UdelaR, 26, 27 y 28 de octubre de 2016. En la Mesa: Vigencia del pensamiento utópico en las transformaciones sociales, culturales, políticas y jurídicas.
El trabajo que se presentará toma la idea hecha pública por Tomás Moro hace 500 años: un país ideal, en donde los seres humanos viven en un clima social de armonía. Dicha idea tiene una gran potencia para el pensamiento y la acción de sujetos y colectivos que pretenden cambiar la realidad existente.
Sobre la temática de la utopía existe una extensa bibliografía en nuestra América. Este trabajo se detendrá en parte de la obra de tres autores considerados referentes en la temática: Roig, Hinkelammert y Cerutti Guldberg. Acercarnos a parte de la obra de estos autores nos permitirá reflexionar sobre la importancia de la utopía para pensar y comenzar a explorar otras posibilidades de construir nuevas realidades para que puedan desarrollarse todos los seres humanos.
Finalmente se propondrá pensar a la democracia como camino para la
liberación de los seres humanos. De esta manera se propone pensar-actuar
en dirección de proyectos liberadores (y por tanto utópicos), en donde los
seres humanos se transformen en sujetos de los cambios.
Palabras clave: utopía; liberación; nuestra América;
democracia.
El tema que abordaremos en este texto, consideramos es central en el momento actual. El avance de las derechas y de proyectos conservadores parece vincularse con los avances del capital. Vivimos en un tiempo de profundización de las injusticias, en donde millones de seres humanos mueren por causas evitables (hambre, enfermedades curables, tráfico de personas, etcétera). El informe de la organización no gubernamental OXFAM alerta sobre la realidad que venimos describiendo y ejemplifica cómo se concentra la riqueza en pocos individuos.
El trabajo desarrollado por esta organización es relevante para nuestro trabajo por mostrar claramente que millones de seres humanos pasan hambre o tienen sus derechos básicos vulnerados, mientras pocas personas concentran cuantiosas riquezas. El Informe explicita lo siguiente: el 1% de la población más rica del planeta, acumula más riquezas que el 99% restante,
Es innegable que los grandes beneficiarios de la economía mundial son quienes más tienen. Nuestro sistema económico está cada vez más distorsionado y orientado a favorecerles. Lejos de alcanzar a los sectores menos favorecidos, los más ricos están absorbiendo el crecimiento de los ingresos y la riqueza mundial a un ritmo alarmante (Informe Oxfam, 2016, p. 3).
La antropóloga Rita Segato (2016), tomando este informe plantea que en este tiempo se debería hablar de dos categorías que permitirían superar la idea de desigualdad (pues lo que sucede hoy es más profundo y grave podríamos decir): “señorío” y “dueñidad”. Esta última categoría en:
Latinoamérica se manifiesta bajo la forma de una administración mafializada y gansteril de los negocios, la política y la justicia, pero esto de ninguna forma debe considerarse desvinculado de un orden global y geopolítico sobreimpuesto a nuestros asuntos internos. El crimen y la acumulación del capital por medios ilegales dejó de ser excepcional para transformarse en estructural y estructurante de la política y de la economía. [Un ejemplo de esto] es el barrido de los pueblos de los territorios de ocupación tradicional o ancestral” (2016, p. 98-99).
Lo sostenido por el Informe Oxfam lo podemos trasladar (con matices) al Uruguay1 . Según las estimaciones realizadas por la Red Economistas de Izquierda del Uruguay, entre los años 2003-2010, los terratenientes (propietarios de más de 200 hectáreas) se hicieron de una riqueza equivalente a 30.790 millones de dólares (REDIU, 2010, p. 32). Según estos datos “los dueños de la tierra (…) han multiplicado por diez su riqueza real” (REDIU, 2010, p. 31). Si bien el país mencionado muestra indicadores que han mejorado (acceso a la salud, vivienda, educación), la desigualdad no ha disminuido, sino por el contrario la riqueza se ha concentrado en pocas familias (siguiendo una tendencia mundial).
Un aspecto a tener presente es cómo se obtienen –en muchas ocasiones– esta concentración de la riqueza. Según el Informe Oxfam “la evasión y elusión fiscal de quienes son dueños del capital, y los incentivos fiscales que se le aplica han contribuido a incrementar aún más sus beneficios” (2016, p. 3).
En ese sentido, no parece nada menor la publicación de lo dado a conocer como los Panamá Papers, allí se explica que empresas y/o sociedades anónimas son creadas para evadir y “blanquear” dinero proveniente de negocios ilegales, coimas o sobreprecios. Esta investigación periodística plantea que uno los implicados en Argentina es Mauricio Macri. En Uruguay aparecen, entro otros, nombre como Pedro Bordaberry (político y empresario ganadero), Edgardo Novick (empresario y con una reciente aparición en la vida política partidaria), Francisco Gallinal (político y empresario ganadero), Miguel Brechner (empresario y principal referente de uno de los Planes más importantes de los gobiernos del Frente Amplio)2 , Juan P. Damiani (empresario y escribano público, ex presidente de un club deportivo), Eugenio Figueredo (empresario vinculado al fútbol con puestos en organismos internacionales en la Federación Internacional de Fútbol Asociado). También aparecen estudios jurídicos muy renombrados, como Posadas, Posadas y Vecino (un ex ministro de Economía del Partido Nacional).
Este proceso de concentración de la riqueza trae como consecuencias múltiples problemáticas sociales. En el documento de la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T.) denominado “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo. Transformar el Empleo para erradicar la pobreza” (2016)3 , se plantea la problemática que trae aparejada, dicha concentración:
(…) en Asia, América Latina y los Estados Árabes el reciente deterioro de las perspectivas económicas ha empezado a revelar la fragilidad de los avances sociales y en materia de empleos alcanzados en los últimos años. En varios de estos países, la desigualdad de ingresos ha empezado a incrementarse, después de varias décadas a la baja, por lo que es posible se reviertan algunos de los logros alcanzados hasta la fecha en materia de reducción de la pobreza. Asimismo, las últimas tendencias apuntan a un mayor incremento en los niveles de pobreza relativa en Europa y en otros países desarrollados (Informe, O.I.T., 2016, p. 3).
Otra de las problemáticas vinculadas de manera indisociable a la concentración de la riqueza y el modelo dominante de producción, se refieren a las problemáticas ambientales. El monocultivo, los emprendimientos extractivos como la minería a cielo abierto o explotaciones de petróleo, el uso indiscriminado de fertilizantes y pesticidas, llevan a un deterioro del ambiente que se está volviendo incuestionable. Dichos cambios,
golpean duramente a América Latina, tal como lo evidencia el número de eventos extremos (sequías o inundaciones), la reducción de glaciares andinos, o las afectaciones a los ciclos de lluvias. Los informes del Panel Intergubernamental en Cambio Climático dejan en claro que sigue avanzando el aumento de la temperatura promedio del planeta, y con ello acarreando efectos como aumento de eventos extremos (sequías o inundaciones), y con ello acarreando severos impactos sobre la biodiversidad (Gudynas, 2015, p. 13).
Para terminar esta primera parte de nuestro trabajo, quisiéramos presentar una de las consecuencias de la concentración de la riqueza más problemática: la segregación territorial que separa a los sectores pudientes de aquellos que son excluidos por la lógica del sistema. La socióloga argentina Maristella Svampa (2008) analiza la vida en los barrios privados y lo que implica para la sociedad este tipo de comportamientos sociales (por un lado, la vida de los “ganadores” y por otro los “perdedores”).
Lo observado y analizado en su estudio es una fractura social, en donde los que acumulan la riqueza intentan huir del contacto y de los circuitos en los que habitan o circulan los perdedores. Se evidencia la desconfianza y el miedo hacia los sectores subordinados. Se hace innegable la ruptura de los lazos sociales o de comunidad y por tanto se constata la pérdida de elementos que podrían llegar a componer un valor distinto a los valores hegemónicos en una sociedad hiperconsumista e hiperindividualista. El siguiente fragmento de una entrevista a una residente de un barrio privado lo ejemplifica claramente:
-Escucháme, en miles de lugares la gente que entra y sale es muy fácil que se lleven cosas. Si no te conocen te revisan, te deberían revisar, sí, sí. No es un tema del servicio doméstico, a todo el mundo, al plomero, el electricista, a todo el mundo, porque pensá que acá hay mitad de las casas de gente que no vive, hay caseros, también los revisan, revisan a todo el mundo, no es al servicio doméstico es a todo el mundo. Sale el tipo de la construcción… ¡porque la verdad que te pueden llevar cualquier cosa! (Svampa, 2008, p. 218-219).
El mayor peligro existente (para la desintegración social) en este tipo de modelos de barrios es la naturalización de las diferencias sociales y la justificación de las mismas. O peor aun, el negar la existencia de otros seres humanos: el otro es siempre de un estrato social inferior; el otro no es un ser humano. Como respondió otra habitante de uno de estos countries, su hija desconocía lo que pasaba fuera de su residencia y por eso hacía la siguiente clasificación de los seres humanos: hombre, mujer o mucama (Svampa, 2008, p. 221). La realidad de esta población se acota a su barrio y a los centros comerciales que concurren o a los lugares donde van a vacacionar.
En Uruguay recientemente se comenzó a estudiar esta problemática. Así algunos trabajos dan cuenta de esta difícil situación que atraviesa dicho país, respecto a la segregación territorial y la conformación de barrios privados a partir del incentivo y la promoción por parte del Estado4 .
Por último, quisiéramos hacer referencia a otra problemática asociada a la concentración de la riqueza y a la dinámica del sistema en su conjunto: la inseguridad. Dicha problemática es tomada por diferentes Estados como una justificación para llevar adelante un control de poblaciones enteras. Pilar Calveiro (2012) analiza de forma minuciosa estas situaciones y plantea: Estados Unidos y sus aliados en Europa, tomaron y toman los ataques terroristas para imponer sus visiones respecto al comercio y la política internacional a nivel global.
Esta concepción y modo político de actuar se traslada (no de forma mecánica) y/o profundiza a nivel de nuestra región. Siguiendo esta lógica entonces podemos analizar cómo se desarrolla una “guerra contra el crimen organizado” (especialmente el narcotráfico) (Calveiro, 2012), que lleva a percibir a toda la población como sospechosa o como posible actor de crímenes (especialmente en los lugares donde se encuentra la población más pauperizada o en zonas estratégicas donde se puede acceder a tierras productivas o pasaje de mercadería). De esta forma se construyen discursos paralizantes y constructores –propagadores del miedo en la sociedad–.
Aparejado a este accionar del Estado, las propuestas de los sectores conservadores ganan espacio político y comienzan a reclamarse por parte de la población, constituyéndose en un consenso hegemónico conservador (Paternain, 2012).
A grandes rasgos esta es la situación en la que debemos partir para pensar la utopía en nuestra América. No es sencillo plantearse esta tarea hoy, especialmente cuando en la región comienzan a soplar fuertes vientos restauradores: Bolsonaro en Brasil, Piñera en Chile, Benítez en Paraguay, Duque en Colombia; Moreno en Ecuador, Venezuela amenazada –una y otra vez– de una posible invasión extranjera dirigida por Estados unidos, etcétera5 .
En este apartado presentaremos brevemente algunos de los aportes realizados por pensadores latinoamericanos sobre la temática de la utopía. Consideramos puede ser un aporte en la construcción de salidas al avance del proyecto del capital que veíamos en el apartado anterior6 .
Los autores seleccionados para adentrarnos en este terreno son Arturo Andrés Roig (1922-2012), Horacio Cerutti Guldberg (1950) y Franz Hinkelammert (1931). Los dos primeros autores son oriundos de Mendoza (Argentina), Roig fue maestro y tutor de la tesis de licenciatura de Cerutti Guldberg a comienzos de la década del setenta. Ambos pensadores forman parte de lo que se ha denominado la filosofía latinoamericana de la liberación7 . Franz Hinkelammert8 es un economista y teólogo de origen alemán que desde mediados de los años sesenta vive, trabaja y estudia las diversas problemáticas de Latinoamérica.
Los tres autores son referentes del pensamiento crítico latinoamericano actual. En su extensa obra han brindado elementos para contribuir (no para decir qué hacer) a posibles salidas de esas problemáticas. Uno de los elementos elaborados y pensados por estos autores refiere a la categoría utopía.
La cuestión de la utopía en el pensamiento nuestroamericano no es un tema menor, ni un tema más, es un tema destacado en la historia de este pensamiento. Al respecto, refiriéndose a los avances en la problematización del campo en la filosofía de la liberación latinoamericana, Cerutti Guldberg identifica los siguientes temas/problemas:
(…) las dificultades de contenido. Aquí se distinguen diversos aspectos. a) nociones básicas que se proponen: 1. la noción de “imperialismo” sin discriminar niveles. Se asimila con la noción de un mismo y único “proyecto” de dominación “nordatlántico”. 2. Sentido de nacionalismo. 3) “Tercer Mundo”, “tercermundismo”. 4) “Populismo”. 5) “Pueblo”. 6) “Ciencia y técnica”. 7) “Cultura y civilización”. 8) “Política”. b) Aportes metodológicos: el método “ontológico”. Críticas posibles. c) Encuadre del pensar: ¿se trata de una ontología? ¿Cómo se da la toma de conciencia de la realidad latinoamericana? d) El problema del punto de partida del filosofar: ¿es el Facttum, para internarse en él? e) El problema de la utopía. f) Tareas por cumplir: la programática de esta filosofía en relación con la filosofía misma y su redefinición y con los intelectuales (2006, p. 102-103) 9.
Como decíamos antes, uno de los temas en los cuales es preciso profundizar para elaborar posibles salidas a la situación actual, es el tema de la utopía porque:
La utopía es un desafío y una movilización, ya que entendida con fuertes matices marcusianos no anhela la irrealidad, sino que pretende la realización de un modo que es ya posible, materialmente posible, pero que se ve obstaculizado en su concreción por la acción bloqueante de las sociedades establecidas (Cerutti, 2006, p. 208).
En esta cita podemos ver que hay una tensión utópica entre una realidad insoportable y otra deseable (Cerutti, 2007, p. 89). De esta manera se aproxima a una búsqueda incesante de mejorar la sociedad, de cambiar el lugar donde vivimos, en lo cotidiano –podríamos decir micro– y en los procesos más generales de la sociedad –lo macrosocial–10 ¿Nuestro accionar diario tiene entonces esta tensión?, ¿seremos conscientes de esta tensión particularísima?, ¿cómo dominar esta tensión y no desesperar por esa sociedad que soñamos y anhelamos?
En diversas obras, Cerutti propone estudiar y cartografiar las acciones y propuestas realizadas en otros tiempos en nuestra América, las cuales jugarían el rol de destellos en los cuales hoy es posible tener como referencias. No para volver el tiempo atrás e intentar repetir lo mismo, sino para saber que no se comienza de cero y de ese modo tener presente que en otros tiempos y espacios se vivieron situaciones de injusticia y pese a ello (o por ello) los seres humanos siempre buscaron las formas de cambiar las opresiones ejercidas históricamente en esta parte del mundo11 .
En palabras de Cerutti “la utopía sirve como un articulador, puente o bisagra posibilitante” (2015, p. 63), de allí la potencia que permite este concepto, para los sujetos que pretenden los cambios de una realidad como la actual.
Por su parte, Franz Hinkelammert analiza y estudia las injusticias que suceden en nuestra región, también analiza e intenta captar la lógica del sistema imperante, pretende comprender aquello que mueve al sistema y tiene en cuenta las posibles salidas. Por eso en una de sus obras podemos leer lo siguiente:
la utopía se refiere a algo que no es de este mundo (no lugar) y no menos cierto es que, de modo particular en el siglo XX, el llamado a la realización de determinadas utopías derivó en proyectos totalitarios e incluso catastróficos para la humanidad. ¿Es esto evitable? ¿Soñar un mundo sin seres humanos humillados, explotados, sojuzgados, conduce necesariamente al establecimiento del infierno en la tierra (…)? (Hinkelammert, 2009, p. 289-290).
Este breve fragmento lo visualizamos como clave porque se dirige directamente a las críticas que se han hecho y se continúan haciendo a las propuestas de cambio social, proyectos poscapitalistas en donde se coloque al ser humano y a la naturaleza como centro de todas las acciones. En cierta manera las críticas hacen referencia al proyecto soviético posterior a la Revolución Rusa de 191712 . De allí se vincula este régimen al totalitarismo y de esa manera se anula toda posibilidad de un proyecto que intente terminar con las injusticias del sistema dominante, catalogándolo de utópico y totalitario.
El autor también plantea que “la utopía es (…) una fuente de ideas acerca del sentido de la vida, una referencia para el juicio, una reflexión sobre el destino, una imaginación de los horizontes, un referente ético irrenunciable” (Hinkelammert y Mora, 2009, p. 394). El referente ético que sería la utopía, tiene a sí mismo aspectos trascendentales y esto se evidenciaría en la búsqueda de la “nueva tierra” paulina, el “reino de la libertad” de Marx, el ser humano liberado de la teología de la liberación (Hinkelammert y Mora, 2009, p. 395).
Lo planteado por este autor, acerca de la referencia a la utopía nos hace pensar en una guía que permitiría dar un sentido a las acciones de los seres humanos y a los colectivos conformados por estos.
Cerutti Guldberg distingue cuatro aspectos de la utopía: horizonte utópico, género utópico, ejercicio utópico y razonamiento hipotético (2015, p. 61).
El género utópico es importante para pensar en otras sociedades, pensar otras realidades, en donde los seres humanos puedan vivir dignamente, donde puedan desarrollarse como personas sin tener que hacer cualquier acción que les permita sobrevivir. En este juego de vincular el presente con el futuro es que se desarrolla un pensar explorador de nuevas realidades sociales. La necesidad de construir una nueva sociedad surge de un presente cargado de situaciones dolorosas para la mayoría de la población a nivel local, regional y mundial.
Muchas veces se critica a los defensores de la categoría utopía y se los agravia afirmando que sus planteos forman parte de un delirio, de un sueño irrealizable. Esos ataques no solo provienen de las posiciones vigilantes del orden establecido por el capital y los proyectos conservadores, sino desde posiciones ortodoxas del marxismo:
para las distintitas ortodoxias marxistas ser utópico era (y en la medida que esas ortodoxias marxistas sobreviven, es) un calificativo insultante. Se da por sentado que utópico es aquél que persigue quimeras, carece de realismo, ignora las leyes del desarrollo social y vive en un mundo de ilusiones (Petruccelli, 2016, p. 29).
Así, se puede discutir a lo utópico desde posiciones hegemónicas que defienden la sociedad actual y por ello desechan la fuerza de lo utópico, pues podrían perder sus privilegios. Pero también se constata una crítica a lo utópico por considerar que no establece un método o un camino científico establecido previamente y por ello se la tilda de ilusión. Y esto llevaría a no cambiar nada de la sociedad.
Las acusaciones y agravios derivadas de estos dos sectores pueden responderse con lo planteado por Roig en un breve texto donde afirma: siempre hay tiempo para comenzar (aún en la circunstancia más adversa). En definitiva, el espíritu de la utopía es el de tener presente que en todo tiempo y lugar hay espacio para un comienzo (o recomienzo). Esto está vinculado a construir otros caminos –alternativos– al establecido por las leyes del mercado del sistema-mundo que producen el señorío y la dueñidad que Segato señala para nuestro presente.
Roig se hace algunas preguntas que creemos tienen una validez y vigencia enormes:
¿Vamos a dejar llevarnos por aquel desencanto y vamos a resignarnos a vivir en los resquicios que dejaría eso que llaman “globalización”? ¿Nos plegaremos al discurso resignado, conformista y, en muchos casos, oportunista y hasta cínico de aquellos que han bajado los brazos porque en este mundo “fragmentado” vivir el desencanto es saludable? ¿Conviene que nuestras voces sean débiles y apagadas para evitar que una razón acusada de avasalladora nos vuelva a engañar con sus sueños? ¿Daremos oídos a todas esas ideologías que nos vienen anunciando muertes, en un fin de milenio apocalíptico en el que a los seres humanos no les habría quedado otra cosa que esperar el milagro definitivo de las leyes de mercado? (Roig, 2002, p. 259-260).
En definitiva, lo utópico funciona como un impulso de los sueños de construir otra realidad. Otras realidades se han vuelto proyectos concretos en algunos casos y en otros son propuestas que se van haciendo en el diario vivir. Pero para que estos proyectos se pongan en marcha deben ser sostenidos por sujetos. Otro mundo y otra sociedad “requiere de imaginación, fantasías, ideales, voluntades, teorías, prácticas, simbolismos, sentimientos, invención y un larguísimo etcétera, que debería ir complementándose en generosa cooperación” (Cerutti Guldberg, 2015, p. 97). Y cada una de estas actividades necesita de sujetos creadores, ello les permitirá sobrevivir.
En trabajos anteriores hemos incursionado en la importancia de la temática del sujeto y especialmente de los sujetos populares (Altamirano, 2012 y 2016). Nos parece primordial pensar y ocuparnos de este tema pues sin sujetos no pueden concebirse proyectos utópicos, y por tanto no hay posibilidades de utopías.
En nuestras sociedades contemporáneas, el tiempo es percibido por los individuos con inmediatez y precipitación, pero no es precisamente el tiempo lo inmediato, sino lo que sucede día a día; la vida aparentemente se aceleró. Este fenómeno –conjeturamos– está relacionado con las tecnologías manejadas a diario (las redes sociales son el ejemplo más evidente de este hecho y la rapidez con la que circula mucha información). Gran parte de la población está pendiente del celular y de cada “mensaje” recibido; la publicidad invita a disfrutar de la vida y para eso hay que acceder a comprar todo lo que nos venden hoy (desde los automóviles hasta aparatos para remodelar nuestro cuerpo).
Así como la subjetividad da las sociedades contemporáneas está permeada por esta lógica de las redes sociales, podemos realizar una afirmación hipotética: la sociedad está hegemonizada por una forma de comprender los fenómenos sociales desde concepciones y categorías instauradas por la modernidad eurocéntrica. (Bautista, 2014).
Con las categorías y específicamente con el marco categorial moderno se analizan los acontecimientos desde posiciones dominantes y se considera como racional y superior este tipo de análisis13 , descartándose explicaciones con otras lógicas. Un ejemplo de ello es lo referido al estudio de los problemas como algo ajeno al investigador por lo tanto aquél no debe pensar en resolver las problemáticas en cuestión. Lo hegemónico permite a los investigadores presentarse como “neutrales” y de esta forma por ejemplo estudian los fenómenos sociales sin comprometerse con los cambios o trabajar en posibles soluciones14 .
Por lo antes expresado podemos afirmar que se hace difícil constituirse en sujetos. Implica una tarea diaria y fatigosa para todos los seres humanos. Al decir de Sartre (1946) el ser humano siempre está por realizarse, por constituirse en sujeto diríamos nosotros.
Hinkelammert plantea que el ser humano es un sujeto necesitado. Y agrega lo siguiente: “hablamos de necesidades corporales, puntualizando que la corporalidad a la que nos referimos no es únicamente la de nuestro cuerpo físico, sino también, la de nuestro cuerpo social, cultural y espiritual” (Hinkelammert y Mora, 2009, p. 39).
Como puede deducirse no es tarea sencilla la de conformarse en sujeto. ¿Cuántos seres humanos no logran satisfacer sus necesidades corporales básicas como la alimentación, la salud y una vivienda digna?, ¿cuántos no logran acercarse a la cultura de la humanidad pues muchas veces no tienen más posibilidades que vivir pensando en cómo sobrevivir?
En un proyecto utópico es indispensable constituirse en sujeto, no así para el sistema dominante hoy “porque vivimos en una sociedad que lo niega y lo invierte, transformándolo en un simple individuo de preferencias (homo economicus)” (Hinkelammert y Mora, 2009, p. 42). El ser humano vale por lo que tiene y lo que puede consumir, ese es en definitiva el orden perfecto para los promotores del sistema imperante. En esta realidad el tiempo (o la “falta” de él) pasa a ser un elemento importante en la subjetividad contemporánea.
Como contraposición, cualquier proyecto utópico debe tener un
sujeto empírico como condición de posibilidad del sujeto trascendental y por lo tanto de las posibilidades y límites en lo que se refiere a la pretensión de validez universal de conocimientos, acciones y valoraciones del pretendido punto de vista universal, invirtiendo de esta manera a Kant. Implica también desplazar al “mítico” espíritu absoluto hegeliano ontológico-metafísico, por el sujeto empírico-histórico en clave de “nosotros” (Acosta, 2015 (a), p. 120).
En otra parte de la obra el mismo autor plantea lo siguiente:
La “sujetividad” dice acerca de la historicidad del sujeto empírico, de su capacidad de irrumpir en la historia y decodificar las totalidades opresivas, llámense estas “espíritu absoluto”, “estructuras”, “Estado totalitario”, “mercado total” o “ética del poder” y por lo tanto de su radical e irrenunciable historicidad, que hace posible siempre un “nuevo comienzo” [al decir de Roig] es un “recomienzo” que es de otra manera “auroral”, y se asienta en el conocimiento y discernimiento de alcances y límites de anteriores comienzos y recomienzos (Acosta, 2008, p. 91).
Los seres humanos se constituyen en sujetos en procesos históricos extensos. Lleva mucho tiempo y pueden llegar a ser largos procesos. También deberíamos tener presente que el acontecer histórico es dinámico y no hay nada asegurado. Un ejemplo de esto es la libertad hoy practicada, en cuanto a algunos derechos que fueron durante más de una década negados por un régimen terrorista el cual no dudó en torturar, asesinar y desaparecer a aquellos considerados peligrosos para su proyecto social15 . Tampoco nada asegura que como sociedad podamos ejercer todos estos derechos: de allí la constante y permanente tarea de todos los seres humanos por mantenerlos. Por otro lado, deberíamos tener presente: todos los sistemas sociales son finitos y se terminan, la historia no concluye y el futuro es una construcción de todos los días.
En este apartado propondremos algunas pinceladas de lo que nos parece podrían ser aportes a un proyecto utópico. En este sentido creemos fundamental el planteamiento de Svampa. Para esta pensadora hay una dificultad central a la hora de pensar y proponer proyectos alternativos: los sectores populares tienen tan naturalizado el modo de vida propuesto por el sistema dominante que ni siquiera se imaginan otro. Además, en el siglo XXI buena parte de la población ha tenido acceso al consumo de bienes que hasta hace dos décadas era impensable. El consumo se lo relaciona constantemente a la calidad de vida (Svampa, 2012, p. 54). El capitalismo ha logrado la forma de “controlar” o “dirigir” el deseo de la gente (en esta dinámica son claves los medios de comunicación), que aspira a hacer como el dominador o el ganador (Svampa, 2008)16 . En este punto la autora plantea que para pensar un proyecto distinto al actual se debería elaborar:
un horizonte de deseabilidad (…) sobre la base de determinadas preguntas fundamentales (…): ¿qué necesidades deben ser satisfechas para que podamos llevar una vida digna y razonablemente sostenible, pensando también en las generaciones futuras? ¿De qué modo satisfacerlas sin dañarse a sí mismo ni dañar al ecosistema? ¿Cómo descolonizar el deseo social, traducidos en nuevos modelos de esclavización y de agresión, tanto contra sí mismo como contra el ambiente? ¿Cómo construir una sensibilidad descolonizada, que se convierta en factor político de cambio? (Svampa, 2012, p. 55).
En una de sus últimas obras, Cerutti se pregunta: “¿tenemos derecho a desear?” y continua “¿El deseo anda por todas partes? ¿Andamos deseando todo el tiempo? ¿Corremos el riesgo de confundir, de facto, lo que deseamos con lo que es?” (Cerutti, 2015, p. 31-32). El cuestionarse e indagar este tema –nos parece– tiene un potencial para proponer alternativas al sistema dominante.
A la pregunta ¿tenemos derecho a desear?, Cerutti responde en forma afirmativa: “No solamente derecho, sino necesidad vital de hacerlo” (2015, p. 36). Y ese deseo debería apuntar y dirigirse a otra sociedad distinta de la actual. Es indispensable anhelar una sociedad que permita a todos vivir dignamente, en donde podamos desarrollar nuestras capacidades y participar libremente en todas las actividades y tareas, donde podamos aportar a la mejoría de nuestra comunidad y así romper la filosofía imperante basada en la idea del “¡Sálvese quien pueda!”.
Quizás convendría reflexionar y tener presente que esta filosofía preponderante es el sostén ideológico17 de las sociedades contemporáneas, en donde nadie (o muy pocos) se interesan por lo que sucede con millones de personas y no importa si mueren, sobreviven o son “sobrantes” que ni siquiera encuentran comida, agua potable y o pueden consumir algo de todo lo “ofrecido” en las publicidades. Es la sociedad de la indiferencia, encarnada incluso en los sectores explotados y asfixiados por la dinámica sistémica18 , la sociedad que reafirma las injusticias sociales y niega la vida de las mayorías.
Entonces podemos afirmar que un primer paso para un proyecto utópico (en este caso el de las democracias funcionales a la liberación humana) es el de desear llegar a vivir en otra sociedad, distinta a la actual. Y para ello hay que proponer y alentarse a hacerlo, no paralizarse por las críticas habituales sustentadas en la siguiente idea dominante que define como imposible el cambio. ¿Quién dice que es imposible y cómo decreta la imposibilidad? (Cerutti, 2015).
Otro elemento a tomar y tener presente a la hora de elaborar propuestas alternativas es el que propone Hinkelammert y Mora (2009). Allí los autores establecen un punto medular: el centro de toda actividad debe ser el ser humano, esa debería ser una condición de principio de todo proyecto social-económico-político alternativo al actual.
Hoy, como ya se ha explicitado anteriormente, lo central y más importante es el cuidado de la propiedad privada y el cuidado de los contratos. Estos son los pilares del sistema. A un lado quedan los seres humanos y la naturaleza.
En contraposición a estos pilares del actual sistema nos encontramos con que “el problema de la reproducción de la vida (…) es el problema fundamental de la praxis humana y el punto de partida de una Economía para la Vida (…) nuestro punto de partida debe ser el sujeto de necesidades o el sujeto necesitado” (Hinkelammert y Mora, 2009, p. 41).
Entonces podemos decir, para que existan las democracias funcionales a la liberación humana, se debe invertir lo dominante hoy: que lo central sea el ser humano y no la propiedad privada y los contratos. De esta manera se estaría rompiendo la lógica de las democracias hegemónicas actuales19 .
Por este motivo se necesita desmontar esa fundamentación, ese corpus de ideas que sostiene teóricamente al sistema dominante. Bautista (2014) plantea que es imprescindible esta tarea de desmontaje. Esto se realizará con reflexiones y trabajos epistemológicos, los cuales cuestionarán los contenidos de los conceptos y las categorías tradicionales y así se construirán contenidos nuevos “para que el acto de conocer, de otro modo, sea posible” (Bautista, 2014, p. 112).
Es necesario tener presente que algunas posiciones de pensadores, partidos y de movimientos sociales que se autodenominan como opositores al sistema dominante han sido presas del mismo horizonte de cognoscibilidad de la modernidad.
estando en contra de la dominación, cuando asumimos o partimos de la fundamentación y la justificación racional de la modernidad y la posmodernidad que, en términos de ciencia y de filosofía, ha desarrollado, entramos automáticamente en autocontradicción, al ponernos teóricamente desde su punto de vista, es decir, al hacer uso de sus conceptos y categorías, sin desfondar previamente el contenido presupuesto en ellos (Bautista, 2014, p. 111).
Nos gustaría hacer una alto en este momento y reflexionar sobre esta propuesta que deberían tener todo proyecto utópico. Las reflexiones epistemológicas por sí mismas ¿permitirán el desmontaje necesario para pasar a otro estadio de la realidad que vivimos? ¿sin esa reflexión epistemológica se logrará desarrollar un nuevo proyecto de sociedad? ¿esta tarea se realizará en las universidades?
Las preguntas realizadas recién, podrán ser respondidas –quizás–, cuando sean los movimientos sociales críticos los que desmonten dichos aspectos del marco categorial moderno. Pensadores considerados claves para la vida de los que impulsan los cambios (como Marx, Gramsci, Luxemburgo) no tuvieron una relación continua y sistemática con ninguna universidad. Sin embargo, contribuyeron a dejar semillas teóricas para pensar nuevas realidades, porque trabajaron de manera continua con los sujetos populares de su tiempo.
En esta línea, afirma Roig que la “moral de la emergencia” sería la crítica surgida en las acciones de los movimientos pues:
No se trata de una doctrina surgida al margen de los movimientos sociales, sino que ha sido fruto de ellos y quiénes la han expresado en sus escritos se han caracterizado, no por ser profesores universitarios o filósofos profesionales, sino antes que nada hombres de acción y, necesariamente, de palabra (Roig, 2002, p. 107).
Este mismo razonamiento debería ser desarrollado para desmantelar las categorías modernas y cambiar los fundamentos de dichas categorías; de alguna manera ponerlas patas arriba. Así se trabajará en la construcción de una sociedad otra –distinta a la actual–. Y quizás –seguramente– este desmonte no provenga de las universidades o de profesionales universitarios. O quizá provenga de éstos, pero en conjunto con los sujetos populares críticos y a los hombres de acción y palabra.
Todo esto irá construyendo estas denominadas democracias funcionales para la liberación humana. En dichas democracias se superará la
visión dominante de la democracia [que] la reduce a una forma de gobierno que descansa en el cumplimiento inexcusable de ciertas condiciones formales y procedimentales, por lo que su referencia es de carácter institucional jurídico-político, en la que la perspectiva instituyente se enmarca dentro de las reglas y lógicas de lo instituido (Acosta, 2008, p. 134).
Las democracias de este proyecto utópico deberán tener al ser humano en el centro de todo lo que suceda o se piense en la sociedad. Es decir, el ser humano dejará de ser mano de obra, fuerza de trabajo o solamente mercancía (Acosta, 2008, p. 134). Esto implicará una tarea constante. Y no hay nada asegurado de antemano, entonces los seres humanos deberán comprometerse para obtener su liberación, que desde esta perspectiva implica hacerse con otros y nunca de manera individual; para ello es importante tener presente que:
Los hombres [los seres humanos diríamos nosotros] no nacen libres e iguales como sostendrá el pensamiento iusnaturalista del siglo XVII, sino que nacen con el igual deseo de libertad pero no iguales en lo que al disfrute de la libertad se refiere. Quienes la disfrutan, luchan por profundizarlas, ampliarlas y asegurarlas. En nombre de su libertad ejercen la opresión sobre terceros cuyo ejercicio de una mayor libertad podría significar para ellos pérdidas significativas en el ejercicio de la misma, en una relación social en la cual la mayor libertad de unos implica la menor libertad de otros, por lo tanto una relación social fundada en la desigualdad. Por su parte, quienes padecen la opresión, no quieren oprimir20 pero tampoco quieren ser oprimidos, por lo que procuran eliminar o reducir la opresión que padecen a los mínimos posibles, a los efectos de poder satisfacer su deseo de libertad en el disfrute de su ejercicio que implica igualmente profundización, ampliación y aseguramiento (Acosta, 2015 (b), p. 73-74).
También es primordial tener presente que es una tarea inmensa la del ser humano que quiera y busque la liberación. El sistema capitalista actual se mueve desde diversos ángulos y se difunde de un lado a otro sin pausa. Hay tres elementos a tener en cuenta –por lo menos– para pensar en un cambio social radical como el proyecto utópico de las democracias impulsadas en nuestro trabajo: las finanzas, el aparato estatal y las mercancías. Y esto implica la participación de “todas y todos (…) en el ejercicio de la responsabilidad pública, mediante muy diversas y variadas formas de participación en las decisiones y su ejecución” (Cerutti Guldberg, 2015, p. 143).
La idea a dejar clara –por honestidad intelectual, para ser concientes de este hecho e intentar defenderse de la crítica y no se diga: la propuesta es un sueño irrealizable e imposible– es que no es una tarea sencilla. Implica trabajo, imaginación, estudio, discusión, práctica, períodos de prueba, marchas, contramarchas y primordialmente deseo de cambiar la situación actual. Y como afirma Acosta, los que disfrutan de la libertad (y nosotros agregamos, de todos sus privilegios) no querrán perder ni un centímetro de ella y se opondrán a cada movimiento que vaya en una dirección contraria a la suya (como se oponen hoy cuando las organizaciones populares reivindican o exigen derechos para ejercer o la ampliación de los mismos)21 .
En el final hacemos nuestras (no en su totalidad, pero sí de manera sustancial) las palabras de Cerutti Guldberg:
Construir [un nuevo] mundo es la tarea. Todo lo demás es pérdida de tiempo, justamente cuando ya no queda tiempo para nada, no sólo para perder (…). La invitación es a atrevernos a cuestionarlo todo. El mundo otro no surgirá como un milagro. Hay que hacerlo, construirlo. Podremos lograrlo construyendo una sociedad, un mundo, trans-capitalista, más allá de este sistema y quitándonos sus reglas de encima” (Cerutti Guldberg, 2015, p. 180).
Planteamos un matiz con lo anterior pues consideramos peligroso o contraproducente para un proyecto de cambio radical de nuestras sociedades, si se plantea que debe ser ahora y que ya no hay tiempo para perder. Puede ser útil como impulso de acción o puede convertirse en un freno luego de pasar un tiempo y no percibir resultados claros de cambio. Quizás sea lo primero y esto sea un impulso para los deseantes de vivir en un mundo mejor, quizás sea un llamado a la acción. Pero indefectiblemente hay que ser pacientes a la hora de trabajar en esta dirección22 .
Todo lo expresado en este trabajo, es parte de una elaboración que intenta reflexionar sobre una utopía que daría prioridad a la vida humana y a la naturaleza. Como se afirmó esta tarea no podrá realizarse en un lugar cerrado y alejado de la práctica social llevada adelante por los movimientos populares críticos.
Sin embargo, queremos reafirmar, tampoco serán dichos movimientos los que puedan proponer por sí solos un nuevo proyecto, porque una nueva sociedad requiere de herramientas teóricas potentes; de esa manera podremos imaginar esa nueva realidad y no sucumbir al activismo. Éste puede llevar a una revuelta o un estallido popular, pero podría dejar solamente esa experiencia vivida. Si bien es importante y es una acumulación histórica para el cambio social (momento quizá imprescindible donde los sectores oprimidos logran participar activamente) nos parece importante pensar/imaginar la superación de esa instancia. Este parecería ser hoy el desafío.
Como planteamos en el primer apartado del trabajo, los proyectos conservadores han vuelto con fuerza a nuestra región. También las resistencias a estos procesos se están viendo en estos momentos23 . De esta contraposición de poderes es que sobrevendrá una nueva realidad, la cual esperamos se aproxime a la utopía propuesta en este trabajo. Para eso parece clave la hiperpotentia, es decir “el poder del pueblo, la soberanía y autoridad del pueblo que emerge en los momentos creadores de la historia” (Dussel, 206, p. 238).
Quizá para poder superar estas situaciones de flujo y reflujo tan comunes en las instancias de estallido social (pensemos en lo sucedido en Argentina en diciembre del 2001, en lo que sucede en Chile o sucedió recientemente en Ecuador) y para que lo nuevo tenga posibilidades de concretarse, “Es necesario inventar una nueva articulación entre la representación abierta, revocable, fiscalizada por una democracia real y la participación directa, permanente de los ciudadanos como ejercicio del poder del pueblo” (Dussel, 2016, p. 240).
Pero especialmente, parece necesario e imprescindible superar el proyecto del capital, poder crear un nuevo modelo social y económico diferente al actualmente dominante. De allí la importancia de intentar construir un nuevo horizonte de posibilidades para todos los seres humanos.
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1 Siguiendo
Melazzi (2013), podemos observar que no es tan sencillo obtener estos
datos fehacientemente. El autor plantea que no hay interés en estudiar a
fondo esta temática por protección de los sectores dominantes.
2Plan CEIBAL (Conectividad Educativa de
Informática Básica para el Aprendizaje en Línea).
3 Hoy ya es evidente el deterioro en el que
han caído millones de personas en Argentina y Brasil.
4 “El Estado abdica de su capacidad de
regular y tomar acciones que vayan a contrapelo del fenómeno, como podría
ser habilitar la libre circulación y no dejar que se desarrollen nuevas
urbanizaciones cerradas, pero sobre todo de ser el garante de derechos e
interlocutor con la población y no un agente del capital. Eso de evidencia
en la percepción que tienen de la intervención social desde los
emprendimientos privados (incluyendo los B[arrios] P[rivados]) sobre el
tejido social. Esto nos habla de la presencia de una perspectiva cercana a
lo que definimos como “paradigma benevolente” (Pérez, 2013 en Ceroni, da
Fonseca, Falero Pérez, Rodríguez, 2014, p. 200). Para profundizarse puede
consultarse la Tesis de Marcelo Pérez: Barrios privados y sectores
populares en el Cono Sur: algunas formas de dominación territorial.
Análisis a partir del estudio de dos casos en las Regiones Metropolitanas
de Montevideo y Santiago de Chile, Universidad de la República de Uruguay,
Facultad de Ciencias Sociales, Maestría Bimodal de Estudios Contemporáneos
de América Latina.
5Mientras escribíamos este texto la
región del Sur de América está convulsionada por los acontecimientos y
estallidos sociales que se dieron en Ecuador y Chile. Es imposible
detenernos en estos acontecimientos ahora, pero sin dudas que en otra
oportunidad lo haremos, porque al parecer se acercan cambios regionales.
6 Queremos dejar explícitamente señalado
que es imposible en este trabajo abordar la temática en profundidad, pues
esta categoría es central para estos pensadores.
7 Según Cerutti Guldberg (2015, p. 82-83),
dentro de este grupo de pensadores existieron varias corrientes y por
tanto es contraproducente para entender lo que sucedió en aquellos años
setenta hablar de una filosofía de la liberación, por este motivo el autor
afirma que existieron y existen Filosofías para la liberación (2011, p.
79-104).
8 Pensador nacido en Alemania (1931-),
desde los años sesenta del siglo XX vive en América Latina. En principio
vivió en el Chile, en el momento en que el gobierno estaba dirigido por
Salvador Allende. Con el golpe fue expulsado y desde entonces vive en
Costa Rica en donde desarrolla su trabajo. Tiene una extensa bibliografía.
9 El destaque es nuestro.
10 Lo “micro” siempre está emparentado,
relacionado, vinculado con lo macro. Cuando decimos macro pensamos en las
políticas impulsadas por las Instituciones Financieras Internacionales
(IFI), organizaciones multilaterales como la OCDE, la OMC, etcétera.
Existen posiciones políticas que plantean que lo fundamental es realizar
prácticas en lo micro y que solamente desde ellas se cambiará la sociedad.
De alguna manera reniegan o descartan el juego político que –diríamos-
parece trascender lo concreto. ¿Es posible abandonar los temas que parecen
trascender lo concreto?, ¿las políticas generales no estructuran nuestras
vidas cotidianas?
11 Son innumerables los ejemplos que
podríamos tomar: quilombos construidos por los esclavos que escapaban de
sus amos en la época colonial portuguesa; la revolución haitiana –primera
del ciclo revolucionario que llevara al quiebre con las potencias
europeas-; la revolución boliviana de 1952, etcétera.
12 Para hondar en la crítica de este
sistema, ver: El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en
el siglo XX. Fondo de Cultura Económica, México.
13 “Para el moderno, pero especialmente para el
eurocéntrico, no existe otra posibilidad que seguir el curso o proyecto de
la modernidad a la hora de plantearse la posibilidad de superar los
problemas del presente (Bautista, 2014, p. 242).
14 Cuestionándose el papel de los
investigadores Ceroni, Fonseca, Falero, Pérez y Rodríguez se preguntan:
“¿Qué hacer frente a la realidad: sólo dar cuenta de ese fenómeno?, ¿con
quiénes deben generarse alianzas para la producción de otro conocimiento y
para el desarrollo de un plan de acción?, ¿qué lugar tendrían los sectores
populares en una estrategia de acción para modificar esta realidad?”
(2014, p. 202).
15 Estamos haciendo referencia a la última
dictadura que vivió Uruguay (1973-1984). Sin embargo, desde al menos el
año 1968 se vivía en el país una situación de restricciones en cuanto a
los derechos políticos y el derecho especialmente a la protesta.
16Bautista lo plantea de la siguiente
manera: “Se podría decir que contra los procesos de emancipación en los
cuales el dominado aspira a tener o ser algún día como el dominador, la
modernidad no tiene mucho problema, porque esas formas de relación que ha
producido seguirían en última instancia intactas. Esto es lo que ha pasado
con los hijos de la clase obrera en el siglo XX: muchos de ellos aspiraban
a ser clase media o burguesía, es decir, aspiraban a tener la forma de
vida de quienes habían sido los dominadores o explotadores de sus padres.
Y, hay que decirlo, muchos obreros lucharon toda su vida para que sus
hijos tuvieran una forma de vida burguesa, o sea, moderna. En este caso,
la modernidad produjo con éxito la idea de lo que significa dejar de ser
pobre; la imagen la dio y la sigue dando la burguesía ahora transnacional.
El consumo moderno está produciendo con éxito los nuevos individuos
burgueses” (2014, p. 73).
17“La teoría no nace de la cabeza de los
seres humanos. Nace ligada a la práctica, del quehacer del trabajo, de la
experiencia y de las herramientas científicas que el hombre socialmente ha
ido hallando; del desarrollo de la lucha de clases. Y por eso tenemos que
tener presente que en esta sociedad capitalista, en todos los terrenos,
domina una concepción del mundo, que apunta a la justificación de un modo
de producción que explota al hombre por el hombre, y fomenta el
individualismo, que se convierte en un arma muy poderosa. Estas ideas
dominantes impregnan a toda la sociedad”
18 Por un tema de espacio no podemos
extendernos en este aspecto, pero queremos dejar constancia que esta
sociedad se comenzó a imponer a encarcelamiento, tortura y desaparición de
seres humanos que pretendían un mundo mejor para todos, en los años 60 y
70 en toda la región del cono sur.
19 Lo que sustenta y fundamenta esos
pilares es el pensamiento jusnaturalista del siglo XVII, encabezado por
John Locke.
20 En este punto mantenemos una diferencia
con el autor, pues no necesariamente los oprimidos no son opresores.
Muchas veces el opresor está dentro del oprimido y repite esta lógica con
quien puede.
21No siempre los sectores populares
trabajan hacia la liberación. En muchas ocasiones los sectores populares
no trabajan objetivamente para su liberación sino que trabajan y refirmar
el orden social establecido. De esa forma podemos presumir que no alcanza
con ser de un sector popular para afirmar que cualquier movimiento tienda
a la liberación. “Que sean sector popular no implica que su comportamiento
sea de un sujeto colectivo [popular]” (Gallardo, 2011, p. 78).
22El cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa
cantaba lo siguiente: No hay cosa más sin apuro/ Que un pueblo haciendo la
historia/ No lo seduce la gloria/ Ni se imagina el futuro/ Marcha con paso
seguro/ Calculando cada paso/ Y lo que parece atraso/ Suele transformarse
pronto/ En cosas que para el tonto/ Son causa de su fracaso (Diez décimas
de Saludo al Público Argentino).
23 Mientras escribimos estas líneas, en
Ecuador se está desarrollando una ola de protestas frente a los acuerdos
firmados por el FMI y el gobierno que toma como ajuste a los sectores
populares. Una semana después de este levantamiento, el estallido se está
desarrollando en Chile. Intensos días de movilización y una feroz
represión por parte del gobierno de Sebastián Piñera. No podemos en este
momento desarrollar estos elementos pero sin dudas volveremos a
reflexionar sobre esta problemática.