10.17533/udea.efyd.v35n2a03
URL DOI: http://doi.org/10.17533/udea.efyd.v35n2a03
Artículos de investigación
ANALYSIS IN BRAZIL AND SPAIN INTO THE PHYSICAL EDUCATION CONTEXT
O ESPORTE DE AVENTURA É UMA PRÁTICA ECOLÓGICA?
2Doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por
la Universidad de Granada (Granada - España). Profesor Titular de la
Universidad de Granada, Profesor Universidad de Murcia (Murcia - España).
abaenextrem@ugr.es
3Licenciado em Educação Física Licenciatura Plena pela Escola Superior de Educação Física e Fisioterapia de Goiás. Professor efetivo de educação física na Rede Municipal de Educação da cidade de Goiânia, Escola Municipal Maria Genoveva. (Goiás – Brasil). Professor Assistente da Universidade Federal de Goiás (Goiás – Brasil). nichscene@yahoo.com
Inácio, H. L. D, Baena-Extremera, A., Sousa, M. F. (2016). ¿Es el deporte de aventura una práctica ecológica? Análisis en Brasil y España en el contexto de la educación física. Educación Física y Deporte, 35 (2), 313-333, Jul.-Dic. http://doi.org/10.17533/udea.efyd.v35n3a03 |
La Educación Física y el Medio Ambiente son áreas que se han relacionado
desde hace décadas, pero, a pesar de ello y de sus influencias, aún
existen muchas prácticas deportivas realizadas en el medio natural que no
son ecológicas, especialmente porque no son democráticas. El objetivo del
presente trabajo es analizar el concepto de deporte y de las prácticas
ecológicas en España y Brasil, y encontrar modos de conseguir que una
práctica deportiva llegue a ser ecológica. Se discute que el deporte, al
igual que la aventura, son prácticas que se alejan de los principios de la
ecología, y cómo la concepción Prácticas corporales de aventura en la
naturaleza (PCANs), es una expresión cuyo significado se acerca más a
estos principios.
PALABRAS CLAVE: Deportes, Educación y Entrenamiento
Físico, Medio Ambiente, Ecología
The main objective of this study is to analyze the concepts of sports
and ecological practices in Brazil and Spain, in order to find methods to
make sports practice become an ecological practice. Physical Education and
the environment are areas that have been linked for decades. Despite this
and its influence, there are currently many sport activities performed in
the environment that are not ecological. Sport is discussed as a practice
that departs from the principles of ecology and how the term ‘Body
Practices Adventure in Nature’ (BPAN) is one of the terms that is closest
to these ecologic principles.
KEYWORDS: Sports, Physical Education and Training,
Environment, Ecology
O objetivo do presente trabalho é analisar o conceito de desporto e das
práticas ecológicas em Espanha e Brasil, e encontrar formas de conseguir
que uma prática esportiva chegue a ser ecológica. A Educação Física e o
Meio ambiente são áreas que se relacionaram desde faz décadas; mas apesar
disso, e de suas influências, ainda existem muitas práticas esportivas
realizadas no médio natural que não são ecológicas. Discute-se o desporto
como uma prática que se afasta dos princípios da ecologia, e como a
concepção “Práticas Corporais” de Aventura na Natureza (PCANs), é um dos
termos que mais se acerca a estes princípios.
PALAVRAS-CHAVES: Esporte, Educação e Treinamento Físico,
Meio Ambiente, Ecologia.
La Educación Física (EF) y el Medio Ambiente (MA) son áreas que han venido relacionándose desde hace décadas. Cuando se ha producido una relación negativa entre ambas, se habla de cierto impacto de la EF en el MA; y cuando se produce una relación positiva, en cambio, se habla de un intercambio responsable, sostenible. Siguiendo a Lagardera (2002, p.77), observamos que cuando aplicamos la sostenibilidad a la EF, ésta se convierte o deviene en una educación integral para responder al carácter sistémico y unitario de la persona.
Por otro lado, es interesante estudiar las posibilidades individuales y grupales que existen para acceder a las prácticas y a los deportes de aventura, porque se observa una tendencia creciente en la privatización, mercantilización y comercialización de diversas manifestaciones relacionadas con la cultura corporal, en la cual se involucran también las prácticas corporales de aventura o los deportes de aventura.
Este proceso, a veces típico de las sociedades occidentales modernas, al mismo tiempo amplía y limita el acceso a la población. Amplía el acceso cuando estos tipos de prácticas son ofrecidas como un servicio turístico, de ocio y/o de espectáculo por los mass media. En cambio, limita el acceso cuando estas prácticas no son valoradas por lo que son en sí mismas, sino por lo que aparentan ser.
Una buena parte de estas prácticas o deportes, se originaron gracias a la creación de determinados juguetes para los jóvenes, y al uso de técnicas destinadas a otras funciones y/u objetivos, diferentes a los determinados en su fin. Por ejemplo, el cross rider, que consiste en una bajada en ríos con uso de una cámara de neumático revestida con tejidos coloridos que esconden su forma y color originales. Se sabe que en todo el mundo, niños y niñas aun juegan con estas cámaras en ríos y mares, pero cada vez menos, en cuanto la oferta no gratuita del servicio eco turístico cross rider es cada vez más ampliada.
De esta forma, el cambio de dichos juguetes a materiales propios para un deporte de aventura ha seguido, según Mascarenhas (2003), una dinámica perversa, debido fundamentalmente a la sumisión del ocio a la lógica abrumadora del mercado.
Otra de las características más significativas de este proceso de cambio social, cultural y económico es que algunos deportes, creados a partir de ciertos juguetes o de cualquier otro origen, son presentados como prácticas ambientalmente correctas, ecológicas, constituidas y constituyentes de acciones conservacionistas. O sea, estos deportes de aventura tienen una cara verde como su principal portada, pero no es más que una estrategia del mercado para conseguir una mayor difusión, considerando a ésta como una mercancía (Coriolano, 2002, p.36).
Sobre todo esto, nos parece claro la inexistencia de políticas públicas
en Brasil que confronten este cuadro, y si las hay, son incipientes, lo
que posibilita la ampliación del contexto hegemónico de mercantilización
de la vida en todos sus aspectos, incluyendo las actividades de ocio.
Así, existe la necesidad de que los investigadores se involucren en este
tema, aportando otras visiones del mismo, quizás más críticas, por lo que
es importante confrontar los principios del deporte con los principios
ecológicos.
Esta nueva y necesaria perspectiva de investigación, busca objetivar y analizar el tema, y para dar inicio se requiere un punto de partida que haga visible los desarrollos al respecto en Brasil y en España, con el intento de comparar, pero también de observar, lo que ocurre en ambos contextos, y así poder complementar, con base en el conocimiento, las propuestas para generar alternativas.
En España, la reflexión en torno a este tema es más antigua que en Brasil. Una rápida mirada por las publicaciones de este país ayuda a hacerse una idea al respecto; es el caso, por ejemplo, de Barbero (1989), Funollet (1989) y Alonso (1991), entre otros. Además, se destaca una historia llena de propuestas de conexión entre la EF y la relación con la naturaleza, como las escuelas al aire libre o la Institución Libre de Enseñanza, donde se realizaban campamentos, marchas, excursiones y colonias, hasta llegar al escultismo y a las actividades extraescolares del Franquismo (Santos, 2002).
Se puede decir que los estudios se centran más en los aspectos
relacionados con el turismo de aventura, pero también sobre la inserción
de las prácticas en la naturaleza, en el currículum escolar y/o en
cuestiones de los aprendizajes de técnicas fundamentales de los contenidos
del medio natural, respetando el binomio EF y MA.
Sobre la relación de la EF con el MA, Inácio (1997) y Bruhns (1997),
publicaron posiblemente los primeros artículos sobre el debate EF y MA en
el ámbito académico brasileño. En esta línea, y a finales de los años
1990, el debate sobre las PCANs ya daba sus primeros pasos.
Particularmente, el trabajo de Inácio (1997) apuntó de manera introductoria cuatro dimensiones que deberían estar presentes, para que un deporte pudiera ser considerado como ecológico: a) la popularidad, b) la no presencia de la competencia, c) la posibilidad de ser practicado en cualquier espacio y, d) una adquisición mínima de la técnica del deporte.
Tal trabajo despertó la atención de académicos y estudiosos del tema,
pero se observa con claridad que poco, o nada, cambió en la sociedad de
manera en general, pues a la época, el deporte de aventura mantiene las
mismas características.
Pasadas ahora casi dos décadas, parece necesario llevar a cabo una
revisión con muchos más elementos a tener en cuenta, así que se buscará
explorar las cuestiones apuntadas a la época, sumando las aportaciones
españolas a las que ahora tenemos acceso, y responder de nuevo, de manera
más amplia, a la cuestión de si el deporte de aventura, también llamado
ecológico, corresponde a una práctica ecológica o no. Es importante
destacar que Acuña (1996) ya apuntó la misma pregunta en España: ¿puede el
deporte ser ecológico?, puesto que también le preocupaba que, detrás de un
título verde, las prácticas en la naturaleza o el deporte pudieran
convertirse en formas ingenuas de explotación y de destrucción
medioambiental.
Para comprender el contexto de este trabajo, se requiere la definición
de algunos conceptos como Deporte y Práctica Ecológica, aunque será
posible presentar una revisión amplia sobre los conceptos, en función del
límite de espacio, así que elegimos presentar nuestra comprensión e
interpretación sobre ellos. Es interesante observar cómo en ambos
países se usan expresiones tales como actividades físicas en la
naturaleza, ocio de aventura, deporte de aventura, actividades físicas en
el medio natural, deportes o actividades de riesgo, entre otros,
utilizándose, casi siempre, muchas de ellas como sinónimos.
Sobre esto, se destaca que, en Brasil, no sólo en el debate de este tema, sino en el campo de la EF, los términos EF, Actividad Física, Ejercicio, y hace poco Prácticas Corporales, son objeto de disputas conceptuales y epistemológicas.
La propuesta de reflexión aquí presentada pasa, sin duda, por la
elección de una de estas expresiones, lo que plantea una cierta visión del
mundo, de la escuela y de la EF. Todo esto, por supuesto, hace que este
artículo presente una perspectiva más parcial y proponga un debate más
restrictivo entre distintas visiones.
Siguiendo a Lazzarotti et al. (2010), el término Prácticas Corporales
viene siendo utilizado en la literatura científica brasileña desde 1995,
pero en especial desde inicios del siglo XXI, cuando su uso se amplió;
según estos autores, la principal razón para su diseminación es una
tentativa de alejamiento de términos como actividad física y ejercicio
físico, entre otros, porque estos últimos se reflejan hegemónicamente en
estudios e ideas originadas en las ciencias más duras, en especial las
ciencias biomédicas. Por contra, en las investigaciones de las ciencias
más blandas, como las Ciencias Humanas y Sociales, se observan “algunas
indicaciones de otra perspectiva ontológica y su desdoblamiento en una
comprensión de cuerpo que se opone al biologicismo” (Lazzarotti et al.,
2010, p.24)1.
Es necesario tener en cuenta que, sobre los conceptos de deporte,
deportes de aventura, actividad física, y otros, puede existir una
confusión semántica que ha dado lugar a errores; entre estos se encuentra
la creencia de que los deportes de aventura y el ocio de aventura son
prácticas similares, o que actividad y práctica deportiva son sinónimas.
Así pues, vamos a tratar de aclararlos.
En verdad, poco habría que añadir a todo lo que ya se ha escrito con el
fin de caracterizar el fenómeno de los deportes. La visión se puede tener
desde las perspectivas más románticas acerca de las posibles funciones
sociales, a la crítica feroz de su uso como un instrumento de control
social y de maniobra, hasta su consideración como contenido expresivo y
casi único de la EF. O al revés, a través de su negación, donde el deporte
se ha analizado, escudriñado y reflejado sobre diferentes perspectivas
filosóficas, ideológicas, académicas.
Elegimos de manera consciente y deliberada una cierta perspectiva sobre
el fenómeno, lo que indica un planteamiento académico, político,
ideológico, de quienes lo conceptualizan; en nuestro caso, preferimos
actuar en esta dirección.
Tenemos concordancia con lo que plantea Stigger (2002), quien entiende
el deporte como un fenómeno social, determinado en gran medida por las
estructuras sociales, reproductor del valor y de los significados de estas
estructuras, con vínculos estrechos con las características y elementos
que constituyen el orden económico-social capitalista. Nuestro punto de
vista es convergente con este autor, por lo que pensamos que el deporte no
puede ser reformado, o recibir una transformación diferente lejos de sus
características originales.
Pabellón (citado por Stigger, 2002), a su vez, se manifiesta en
desacuerdo con esta caracterización, la cual, según especificó, paraliza
las posibilidades de comprender el fenómeno de los deportes, ya que éste
se manifiesta en formas cada vez más variadas hoy en día, con
particularidades, valores y metas totalmente diferentes entre ellas.
Para nosotros, la problemática posiblemente surge cuando se contrapone
el desarrollo y la práctica deportiva al desarrollo turístico, de ocio, en
un espacio natural o de riqueza medioambiental, con la conservación de sus
valores ecológicos (Lagardera, 2002). Reafirmamos nuestro entendimiento
del deporte como un fenómeno moderno, con características muy similares al
orden capitalista socioeconómico y marcado por una racionalidad técnica
que establece los modos y las formas. Es desde este entendimiento que se
propone responder a la pregunta central de este trabajo, presentada en el
inicio.
Luque, Baena & Granero (2011) manifiestan que es apreciable cómo la
sociedad actual se encuentra irremediablemente preocupada por el entorno y
por los temas ecológicos, por conocer y respetar el medio ambiente. Sin
embargo, Rodríguez, Boyes & Stanisstreet (2010) afirman que existe una
gran separación entre el conocimiento ambiental de las personas y su
comportamiento proambiental. De ahí que una acción humana, o una práctica
en particular desarrollada en un entorno natural, debe tener ciertos
elementos o principios en su desarrollo para que podamos darle el status
de ecológica.
A pesar de las disputas sobre el concepto de ecología o medio ambiente,
aquí, el término ecología se refiere a un conjunto de conocimientos,
prácticas, actitudes y comportamientos que reflejan el interés particular
"en cuanto al destino de la humanidad y del planeta" (Lago, 1991, p.24).
La preocupación que Lago presenta tiene relación con el logro y el
mantenimiento de la vida, con dignidad para todos los seres humanos en el
planeta tierra, así como con la preservación del planeta en sí y sus
constituyentes. En este sentido, cuando se habla de la relación entre el
deporte y la ecología, estamos tratando de entender si y cómo la práctica
deportiva puede ayudar a superar este reto, indicando las rutas y los
valores para el mismo.
Estamos de acuerdo con Lago (1991, p.25), quien afirma que debe ser
construida en la humanidad una “conciencia ecológica o ambiental”, de
donde se deriva que una práctica ecológica debe estar basada en esta misma
conciencia, lo que es muy importante si observamos que el planeta tierra
tiene su destino, en buena medida, en las manos de la humanidad. Acuña
(1996, p.302), a su vez, apunta a algunos elementos que encasillan la idea
de una conciencia ecológica, o, como el autor prefiere, una “mentalidad
ecológica”, y afirma que una práctica ecológica debe ser una cara
dialéctica de la conciencia sobre la interdependencia, el dinamismo, la
diversidad, la familiarización con la naturaleza, la intuición y
experiencia concreta, la descentralización estructural, la humildad
(Acuña, 1996).
Se observa aquí que estos elementos de una conciencia ecológica también
presentan estrecha relación con otros principios, por ejemplo, el
democrático, pero principalmente los elementos diversidad y
descentralización estructural, especialmente, porque podemos entender que
las prácticas deportivas en la naturaleza pueden constituir encuentros de
interlocución dialógica entre los sujetos, incluyendo la propia naturaleza
como sujeto.
Las aportaciones hasta aquí expuestas nos plantean, aún con más
intensidad, la pregunta central del texto: ¿puede un deporte ser
ecológico? Vamos a enfrentarnos al reto, y a ver si nos resta alguna
posibilidad, o esperanza, de apuntar el deporte como una práctica
ecológica.
Vamos a seguir el mismo camino esbozado en el ensayo de Inácio (1997), y
comenzamos por la dimensión de la popularidad o, como preferimos
manifestar aquí, el acceso.
¿Es correcto definir una actividad como ecológica si se encuentra
limitada a los pequeños segmentos de la sociedad que sólo pueden pagarlas?
(Inácio, 1997, p.134). A través de esta pregunta, Inácio planteó la
cuestión sobre la práctica ecológica, cualquiera que sea, señalando que
esta debería posibilitar su acceso a cualquier persona que lo desee. Pero
no sólo las limitaciones económicas resultan importantes, sino también las
sociales, culturales, arquitectónicas, entre otras, que impiden, o al
menos limitan, significativamente el acceso a los deportes de aventura.
No obstante, hay que tener en cuenta, como afirma Lagardera (2002), que
el lado opuesto también es contraproducente, pues la masificación de
deportistas o turistas en estos lugares no respeta ni ayuda a conservar el
medio en el que se desarrolla. De hecho, Luque et al. (2011) apuntan a los
problemas medioambientales producidos por esta causa y lo que se requiere
para poder hacer del deporte una práctica ecológica. Se observa que tales
restricciones se expanden al mismo ritmo que más y más personas conocen y
acceden a las PCANs, siendo ésta una interesante dinámica dialéctica.
También se destaca aquí que los hábitos actuales, y en particular los de
la niñez, han suprimido del alumno experimentaciones más significativas y
más amplias, reduciendo las posibilidades de experiencias corporales que
más adelante van a permitir la búsqueda de prácticas alternativas (Santos,
2002; Parra, 2007). De otro lado, se puede pensar, siguiendo el sentido
común que se crea y se recrea sobre estas prácticas, que sólo jóvenes
cualificados y fuertes pueden practicarlas, y aquellas personas que por
una u otra razón no se perciban con tales características, se excluyan a
sí mismas (Baena et al., 2012).
Otra característica muy importante de estas prácticas es el fetiche
presente en el equipo apropiado, las ropas obligatorias, o el calzado
adecuado, entre otros. Este fetichismo añade un valor incalculable, que lo
convierte en un obstáculo para la gran mayoría de la población, ya que
parece que todos tenemos que ir a la última moda, sobre todo cuando no se
dispone de ellos, y se piensa que sin ellos no podrían practicarse estos
deportes, o no por lo menos de una forma segura. A este proceso le podemos
llamar colonización de las prácticas por el mercado. No obstante, hay que
reconocer que la tecnología, el conocimiento o el desarrollo científico
que hay tras estos materiales para las PCANs, no suponen una restricción
directa a las mismas.
También se observa la restricción de acceso por el uso de un lenguaje
propio en la práctica de los deportes de aventura, que incluye jergas
específicas y expresiones casi siempre en lengua inglesa, hasta
comportamientos y actitudes muy específicos. Esta característica de cada
PCAN, con términos desconocidos para la mayoría de las personas, es parte
de un fenómeno identificado como una especie de tribalismo (Maffesoli,
2002), lo cual excluye por el sentimiento de vergüenza que viene
acompañado de la ignorancia y el desconocimiento de las conductas y
actitudes que reflejan cada tribu (Inácio, 2005). A este respecto, se
puede decir que casi todos los días, nuevas tribus crean su propia lengua,
su vestimenta, su estilo único, creando al mismo tiempo nuevas
posibilidades de inclusión por la ampliación de las opciones, así como se
amplían los estilos y formas de vida desconocidos a la mayoría de la
gente.
La discusión sobre el acceso nos lleva a la segunda dimensión: la
posibilidad de practicar en cualquier espacio. Siguiendo a Giddens (1993)
y Luque et al. (2011), la realización de las prácticas de aventura ha
llevado a originar sus propios entornos de práctica, lugares dónde
realizar tales prácticas: pistas de esquí, escuelas de escalada, canales
artificiales de aguas bravas, circuitos de orientación, entre otros. En el
estudio de Silva & Damiani (2005), un grupo de estudiantes fue llevado
a realizar rappel en un lugar no conocido por ellos. La expectativa de los
mismos era llegar a una cascada o a una pared de roca; cuando llegaron al
lugar elegido se quedaron desconcertados, porque el lugar era un pequeño
barranco, junto a un camino rural. El estado de desilusión que siguió
refleja bien lo que queremos discutir: la idea falsa de que sólo unos
pocos lugares son apropiados para las PCANs, y que estos lugares se
presentan como escenarios que tienen la naturaleza como telón de fondo.
Por el contrario, sostenemos que cualquier espacio puede ser un lugar de
prácticas ecológicas.
Inácio (2007, p.41), parafraseando a Santos (2002), nos dice que el
espacio es más que eso, es un “espacio-sujeto, lo cual a lo mismo que
necesita de las relaciones sociales para tener forma, de alguna manera
conforma tales relaciones a través de sus atributos y características
propias”. Es decir, la constitución del espacio se da en su relación con
las sociedades, con las formas socialmente asignadas de utilizarlo. Así,
cuanto más se presenta un escenario hipotético de la naturaleza virgen
para las prácticas corporales ecológicas, más gente asume que sólo en
estos espacios puede darse la aventura. No obstante, hay que tener en
cuenta la cantidad de personas que un espacio puede acoger en un tiempo
determinado, sin verse afectado medioambientalmente (Luque et al., 2011),
pero esto no es condición sine qua non para la definición del status
ecológico de una u otra práctica.
Importa decir que no negamos la expansión de las experiencias ecológicas
y estéticas de las PCANs cuando se realizan en lugares aún conservados,
con la exuberante naturaleza, lejos de las zonas urbanas. De hecho,
estamos de acuerdo con Bruhns (1999) cuando manifiesta que el simple hecho
de estar en lugares distintos de nuestra vida cotidiana ya son
significativos para que, en algún nivel interior, haya una experiencia
transformadora. Pero los principios que caracterizan a una acción
particular como ecológica, deben ser aplicados a cualquier situación y en
cualquier espacio.
Lo que se infiere aquí es que un alejamiento de los espacios cotidianos
y urbanos interfiere positivamente en la experiencia, en la ampliación de
las percepciones, en las emociones y en las posibilidades de
transformación para los practicantes. Sin embargo, debemos reafirmar que
no hay espacios exactamente exclusivos para la práctica ecológica; en
cualquier entorno pueden darse tales prácticas. Esta comprensión puede
democratizar el acceso y permitir que dichas prácticas estén más
relacionadas con las metas educativas, sociales, ambientales, entre otras,
ya que no existe una necesidad de este desplazamiento hasta la “naturaleza
intocada" (Diegues, 2001).
Si las dos primeras dimensiones se refieren a poder, o no, realizar las
PCANs, la tercera dimensión se refiere a cuando uno está desarrollando
tales prácticas. Esta tercera dimensión apunta a que en las prácticas
ecológicas la competencia debe ser minimizada al máximo.
Al analizar el proceso de deportivización de las PCANs, nos preguntamos
por qué ese tipo de prácticas corporales, aún cuando procedan de los
juegos infantiles (como el aqua rider) y/o de actividades científicas o
bélicas (como el rappel), terminan siendo transmutadas en deportes, con
una lógica deportiva que presenta todas sus características. Posibles
respuestas a esta pregunta pasan por: a) la triste subsunción de todo lo
que hacemos a la lógica del mercado, y b) la tecnificación de la práctica,
como se hablará luego.
La primera respuesta, expresión de varios análisis que se han
desarrollado sobre la transformación de los materiales y de las
actividades humanas en mercancías (Marx, 1989; Mascarenhas, 2003), nos
ayudan a afirmar que el deporte, plagado de la competencia, es un producto
mucho más atractivo que los simples juguetes o las relevantes actividades
académicas. Es así, con esta tendencia, que las PCANs van siendo
también subsumidas por dinámicas competitivas que imperan en su
constitución.
Para nosotros, las PCANs deben estar revestidas de alegría, de emociones
y del brincar, o sea, deben ser más lúdicas que competitivas para frenar
la dinámica mercadológica que sigue la competencia.
Comprendemos que la ludicidad y la competencia no son mutuamente
excluyentes, pero en el proceso competitivo es cada vez menos posible la
acción lúdica. Incluso, se reafirma que, sea en la competencia o en la
ludicidad, las actividades humanas están marcadas por la historia y por la
Cultura, y por lo tanto pueden ser alteradas, pueden ser cambiadas.
La cuarta dimensión es la técnica, que se destaca por su injerencia
irrefutable en la forma y en la dinámica por la cual se practica el
deporte por sí mismo. Comprender el fenómeno de los deportes requiere
analizar su relación con la técnica.
De acuerdo con Inácio et al., la técnica moderna parece “así como otra
omnipresencia, como una dimensión más visible de nuestro moderno sistema
científico; y, por esto, también a nosotros nos parece restringida a un
papel imperativo de protagonismo del creciente proceso de dominación y
extracción de la naturaleza” (2005, p.72). Estos autores entienden, y
estamos de acuerdo con ellos, que la técnica se ha extendido como un
elemento presente en todas las acciones y, muy significativamente,
determina cómo se hacen las cosas, llevándonos a aceptar, pero con cierta
reticencia, la tesis de que la técnica en las PCANs es algo natural.
Santos (2002), discutiendo el tema, va más allá y sugiere que la técnica
es una herramienta que sirve para mediar la relación entre el hombre y la
naturaleza, al sufrir procesos de sistematización, cientificación y, en
última instancia, va a subvertir las relaciones sociales de los hombres
con el medio ambiente. De esta manera, la técnica obtiene un estatus de
identidad propia, de ser, por sí misma, independientemente de la acción
humana, como si no hubiera sido, o pudiera ser, una creación humana. Las
PCAN son entendidas como prácticas absolutamente tecnificadas y hay una
aceptación conformista e ingenua de que es imprescindible saber o conocer
tales técnicas para poder llevarlas a cabo.
Otro dato que refuerza lo que se indica aquí, es que estas prácticas son
comúnmente llamadas de deportes de aventura. Entonces, si es deporte,
tiene características determinantes, como el rendimiento deseado o
requerido. En el deporte, sólo una técnica predeterminada es aceptada y,
por tanto, sólo es posible para unos pocos.
La reflexión presentada a lo largo de este texto requiere que sea tomada
nuevamente de forma resumida, para que las conclusiones se planteen de
forma adecuada.
Empezamos por el concepto de deporte: desde la perspectiva nombrada,
para nosotros, el deporte es una actividad moderna, basada en principios
de competición, jerarquía, reglas y patrones, fuertemente relacionada con
los principios que regulan las sociedades capitalistas. Desde esta
perspectiva, otras prácticas humanas como los juegos, la recreación, el
ocio, el turismo, cuyos objetivos sí se acercan mucho más a la alegría, a
la diversión, a la convivencia con otras personas y al pasatiempo, no se
podrían encuadrar como deportes.
Sabemos que muchas de estas actividades fueron origen de algunos
deportes, como también no ignoramos que muchos deportes son transformados
para que puedan practicarse en el tiempo libre. Pero si un deporte pasa
por transformaciones para convertirse en una práctica de ocio, pierde
parte de sus características esenciales, dejando así de ser deporte en
formato puro.
Para nosotros, está claro que los principios del deporte, tales como
especialización, racionalización, burocracia, cuantificación y búsqueda de
marcas o récords no se pueden armonizar, casi en ningún caso, con los
principios ecológicos nombrados, tales como interdependencia, dinamismo,
diversidad, familiarización con la naturaleza, intuición y experiencia
concreta, descentralización estructural y humildad. Las tesis de la
Escuela de Frankfurt sobre la tecnificación y la racionalización de las
acciones humanas nos ayudan a observar cómo, y por qué, el deporte es tan
aceptado en la sociedad, teniendo en cuenta que el comportamiento
ecológico es aún difícil de presenciar para la mayoría de las personas.
Finalmente, por lo expuesto, se puede decir que las prácticas deportivas
se alejan de los principios de la práctica ecológica, tal como apuntamos
más arriba y mantenemos nuestra tesis por la cual el deporte no puede
convertirse en una práctica ecológica, salvo que sufra modificaciones en
su estructura y en las personas que lo practican.
En la misma dirección, distinguimos las actividades físicas de las
prácticas corporales. Las primeras tienen su concepto originado en bases
muy próximas de las bases deportivas. De manera general están relacionadas
con el performance, con patrones de belleza, salud y estética, que ignoran
las numerosas diferencias entre culturas, pueblos y personas. Esto supone
que tengan, además, un carácter más fisiológico o biológico, originado en
las ciencias más duras.
A su vez, el concepto de prácticas corporales es presentado como
alternativa a las actividades físicas, debido a que los elementos
socioculturales y psicoemocionales se deben tener cuenta cuando se analiza
una u otra práctica, pues ambos hacen que cada práctica corporal sea
única, inimitable y no regulable. Por estas características se puede decir
que ellas se acercan a los principios de una práctica ecológica, tal como
se había especificado antes.
Por los motivos expuestos, entendemos que las prácticas en la
naturaleza, como contenido del tiempo libre o como propuestas pedagógicas
desde la escuela, sea por la Educación Física u otra asignatura, no deben
ser llamadas deportes. Esto ya causa una confusión de significados común
entre los expertos del área de Educación Física, siendo mayor entre
aquellas personas que no se relacionan profesionalmente con este ámbito.
Sin embargo, por los valores y por el significativo papel que el deporte
cumple en las sociedades modernas, no es tan fácil afirmar, sencillamente,
que no tiene ninguna relación con una mentalidad ecológica, o que jamás
podrá convertirse en una práctica democrática. El análisis que
desarrollamos aquí, lo hacemos sobre los conceptos más generales de
deporte y de prácticas ecológicas/democráticas. Así que, sostenidos por la
dialéctica, no podemos dejar de apuntar que las prácticas deportivas,
desde otra perspectiva que no sea la hegemónica, sí pueden dar a sus
practicantes posibilidades de un comportamiento alternativo. Pero ¿cómo? y
¿por qué lo deberíamos hacer?
Quizás sería adecuado reseñar, desde la perspectiva de la Educación
Física, que el deporte presenta ciertos valores intrínsecos que afectan a
las personas que los practican. En cambio, la población tiende a denunciar
exclusivamente la valencia negativa de estos valores presentes en el
deporte, !sí que los hay!. El deporte, como han expuesto Elías &
Dunning (1995), es un lugar de dispersión de las malas energías, de
catarsis del día a día, de extrapolar hacia fuera, justo en el juego o en
la afición, todo lo que no nos satisface. De esta manera, el deporte
cumple un papel de control social.
Además, por sus características muy propias, el deporte genera
adversarios, que acaban por convertirse en enemigos; genera soberbia, que
se pone por encima de la humildad; amplía la especialización y la
racionalización, que se sobreponen a la intuición y a la experiencia, y
cuantifica en vez de cualificar.
Es muy importante que tengamos claro los papeles y funciones sociales del
deporte, y que los discutamos con nuestro alumnado. Que les demos la
oportunidad de comprender cómo se forman conceptos y que puedan ellos
mismos, con conocimiento, decidir qué clase de “prácticas corporales” les
interesa desarrollar.
Finalmente, se debe crear conciencia respecto a la fuerza de las
palabras, pues al hablar de deporte, seguro que las personas tienen ya
formada una cierta comprensión al respecto, generalmente la hegemónica, la
del sentido común. Pero, si presentamos otras posibilidades de
expresiones, otras interpretaciones de aquello que ya está puesto, creamos
la oportunidad de cambiarlas.
Si hubiera cambios importantes en los rumbos de la humanidad, de las sociedades, tal vez no fuera más necesario discutir sobre este o aquel término o concepto. Apuntamos que cuestionar el uso indiscriminado del término deporte para los miles de prácticas corporales, o expresiones de una multitud de culturas, puede ser uno de los primeros pasos de tales transformaciones.
1
Traducción libre del original en Portugués. Desde ahora en adelante,
todas las citaciones de autores brasileños serán presentadas traducidas
libremente por los autores de este texto.