Desde el punto de vista epistemológico, el positivismo ha dominado la producción de conocimientos en las ciencias del deporte, hecho que “justifica” el relativo desinterés de la educación física y de la psicología del deporte estudios investigativos que generen inteligibilidad sobre procesos complejos del orden de la subjetividad humana (Rojas Vidaurreta y Costa, 2018). La propuesta que aquí presentamos tiene la intención de producir conocimientos con base en una perspectiva epistemológica alternativa, que se contrapone a las concepciones puramente biologicistas en diálogo con las ciencias naturales, así como también a las estructuralistas, en relación con las ciencias sociales, en la producción de conocimientos. En efecto, la teoría de la subjetividad y la epistemología cualitativa de González Rey (1997, 2015, 2017a, 2019) permiten construir una aproximación teórica, epistemológica y metodológica diferente en el campo del deporte de alto rendimiento cubano.
Es difícil delimitar el lugar exacto que ocupan pensamiento, intención y sentimiento en la ejecución eficiente de la acción deportiva. En ocasiones parecería que la plena satisfacción con el rendimiento, identificable con el éxito en la competencia deportiva, es únicamente posible con la implementación “correcta, precisa y controlada” de lo entrenado por parte de sus protagonistas. En otras palabras, se trataría de conseguir organizar conscientemente un conjunto de acciones mediante las cuales la emoción se ajuste al proceder. Esta aspiración de control de la ejecución pasa a ser inoperante cuando se entiende que las intenciones no guían a lo que el deportista siente en sus vivencias cotidianas relativas a la acción en la que se desempeña. En la complejidad de la experiencia deportiva, el carácter generador de la subjetividad como sistema se expresa en el desarrollo de sus propias producciones subjetivas. En esta instancia, la consistencia de la experiencia dependerá de los recursos subjetivos que puedan ser movilizados durante su propio curso (González Rey, 2017a). En consecuencia, en la organización subjetiva de la experiencia deportiva se van configurando también procesos y momentos que son independientes de la intención.
Pensando desde lo que como área específica de actuación la psicología del deporte en Cuba ha ido construyendo, el deporte de alto rendimiento supone la automatización ya lograda de hábitos motores adecuados que facilitan la complejización paulatina de las acciones deportivas en el orden técnico-táctico. En este proceso, el desarrollo integral del deportista implicaría no solo potencializar una capacidad de análisis de las situaciones de juego, sino desenvolver las formas más efectivas y adecuadas de ajuste a las variaciones constantes de la situación deportiva de que se trate. Para esto es necesario dominar las diferentes responsabilidades tácticas individuales, en cuanto a las funciones y habilidades personalizadas en la ejecución deportiva de que se trate.
En enfoques mayormente cognitivistas, el pensamiento en la acción, denominado razonamiento táctico en el espacio del deporte, es un componente esencial de la ejecución táctica, de acuerdo con varios autores, entre ellos Gréhaigne y Godbout (1995), Iglesias Gallego (2005), Lorains, Bal y MacMahon (2013) Franchini et al. (2016), entre varios. Con base en la opinión de estos autores, se deduce que la formación táctica del deportista no se limita al aprendizaje del modo de razonar tácticamente, sino que es un proceso más amplio y unitario, destinado a desarrollar todos los factores de la actividad que participan en la acción táctica (Vidaurreta, 2005, 2012; Saínz y Suárez, 2003; García Ucha, 2010; Méndez, 1998).
Para Friedrich Mahlo (1974), autor tradicional en el espacio de la educación táctica, no debe reducirse el análisis psicológico de la actividad en particular, o sea, el deporte del que se trate, al estudio de las funciones psíquicas determinadas que participan en esta. Afirma que existe una “interacción complicada” entre las funciones psíquicas y las formas de lo real, siendo esta, en su opinión, un factor determinante para el estudio de sus particularidades, lo que implica el reconocimiento ontológico de una condición diferente de las experiencias humanas. Esto significa que dichas experiencias no son consideradas como “reflejo” o como apropiación de lo externo, sino como producciones, en las que existe una presencia de lo “real”, pero no en su condición única determinante, sino como proceso complejo articulado a partir del carácter activo de las producciones humanas, que al mismo tiempo se configuran en el propio curso de las experiencias deportivas organizadas en acciones tácticas.
Otra cuestión también importante surge cuando Mahlo (1974) considera la existencia de diferentes formas en las que “lo real” existe. Postula una diferenciación ontológica en la que también aparece la singularidad de las producciones humanas. Sin embargo, cae en la trampa de pensar que la actividad o las formas de lo real son determinantes sobre las producciones subjetivas.
Asumir la complejidad de las producciones subjetivas organizadas en las diferentes experiencias deportivas supone abrazar el desafío de desarrollar prácticas que permitan el estudio singular de los procesos humanos, en los cuales la organización de dichas experiencias sea analizada de acuerdo con su condición cualitativa específica. Así lo aclara González Rey:
Lo subjetivo especifica un tipo de proceso que emerge como cualidad de la cultura, siendo parte de ella, y al mismo tiempo siendo producido en los espacios sociales diferentes en los cuales las diferentes culturas se desarrollan de forma simultánea, dentro de un mismo tiempo histórico. (p. 15).
Reconocer la representación compleja de lo psicológico, en el plano ontológico/teórico, y las formas de construcción del objeto, llevó a González Rey (2019) a aproximaciones epistemológicas y metodológicas que, según el desarrollo de un sistema de categorías específico, intentan acompañar la complejidad de lo real. La pretensión es comprender lo humano a partir de procesos de sentidos, teniendo como base una representación diferente de la psiquis, comprometida con su naturaleza histórico-cultural y representada en su especificidad cualitativa como subjetividad, lo que al mismo tiempo se traduce en el principal desafío para la producción de conocimientos en el deporte.
La subjetividad puede ser definida como sistema configuracional, que se organiza en configuraciones subjetivas diversas en diferentes momentos y contextos de experiencia (González Rey y Mitjáns, 2017a, 2017b), lo cual representa una cualidad específica de los procesos humanos (González Rey, 2015). Las configuraciones subjetivas son momentos de autoorganización en el flujo constante de sentidos subjetivos que definen el curso de la experiencia de vida. Así, los sentidos subjetivos, como unidades simbólico-emocionales de la experiencia, permiten pensar la singularidad del deportista que emerge en el curso de su acción, y es parte activa de ese proceso (González Rey, 2017). Este tipo de análisis intenta dar visibilidad a cualquier estudio que procure aproximarse a la subjetividad humana. La propuesta de la subjetividad aproximaría al campo de la psicología la representación de un macroconcepto que se presenta de múltiples formas, dinámicas y de autoorganización, y que pone la definición de la psique en un nivel histórico-cultural, lo que hace que aparezca como momentos de subjetividad social y subjetividad individual.
La comprensión de la subjetividad, en nuestra opinión, en tanto sistema autogenerativo, sería posible solo a partir de la constante emergencia de configuraciones subjetivas, en la que las producciones pueden modificar la constitución subjetiva de los diferentes escenarios en los que, al mismo tiempo, la subjetividad se va constituyendo (González Rey, 2014b). Entender la subjetividad como ontología1 de la condición humana supone asumir la cualidad específica de los procesos presentes en todas las actividades humanas, desde las prácticas corporales hasta las más diversas formas de procesos sociales y, en consecuencia, comprender al deportista como productor constante de procesos diferenciados de subjetivación frente a sus realidades.
Desde nuestro punto de vista, las categorías de sentido subjetivo y configuración subjetiva2 son dos grandes avances que trae consigo incorporar a la psicología del deporte, la teoría de la subjetividad de González Rey (2017a), en una perspectiva cultural-histórica. Ambos, sentidos subjetivos y configuraciones subjetivas, implican el carácter generador de las emociones, en la plasticidad que poseen para evocar los procesos simbólicos y ser evocados por ellos.
Así, desde este referencial, la relación que se logra construir entre experiencia, acción y subjetividad supera el presupuesto fenomenológico de considerar posible el acceso pleno a la experiencia, que supondría captar los fenómenos de la forma en que son vividos. De la misma forma, se diferencia de la reducción hermenéutica que considera el lenguaje y el discurso como formas acabadas, completas, de los procesos psíquicos humanos. En consecuencia, con base en la teoría de la subjetividad, asumir la acción táctica como acción deportiva también configurada subjetivamente, permite pensar la experiencia humana en términos configuracionales, o sea, reconociendo el valor que tiene la condición actual en que esas configuraciones se organizan, lo que reviste una relevancia motivacional específica en la que los motivos de la acción humana son también aceptados como producciones subjetivas.
Luego, en nuestro criterio, las producciones que se organizan en configuraciones subjetivas de la acción tienen un valor regulador que no prevalece en organizaciones de producciones subjetivas cualitativamente diferentes. Esta idea nos lleva a pensar que las producciones subjetivas son singulares en la medida en que se van organizando en la acción humana y, al mismo tiempo, en la medida en que esa organización va siendo congruente, es susceptible de ser construida como modelo teórico. Esta condición permite considerar la pesquisa como recurso básico de producción teórica sobre la subjetividad humana.
Las diferentes operaciones y procesos que emergen en el curso de cualquier ejecución humana son subjetivamente configuradas en el proceso continuo de la acción. El lado cualitativo de la experiencia humana es inherente a cualquier realidad humana. Subjetividad no es una reacción de nuestra mente a un mundo y realidades dados; es parte de la compleja realidad vivida por los seres humanos, no como seres reactivos sino como creativos (González Rey, 2014a, p. 15)3.
A partir de esto, es posible entender que la singularidad, en consecuencia, representa un momento permanente de apertura y de confrontación en el desarrollo de cualquier teoría. Precisamente, la epistemología cualitativa (González Rey, 2017a, 2017b) implica que el proceso de producción de conocimientos avanza a través de las relaciones de comunicación, dialógicas, establecidas entre el investigador y los participantes de la investigación. Es un proceso interactivo en el que la comunicación se convierte en el modo sobre el que se desarrollan los diferentes momentos de la metodología, tanto orientada al estudio de un individuo -como el estudio de caso que desarrollamos aquí- como al análisis de procesos sociales más amplios. La calidad de la expresión de los participantes se convierte en un aspecto esencial en el valor de la información producida durante el estudio, y esto marca una aproximación diferente a la forma en que tradicionalmente conducimos las investigaciones en el espacio de la psicología del deporte cubana.
En este orden de ideas, la teoría de la subjetividad se convierte en una perspectiva que abre nuevos caminos alternativos para la praxis de la psicología del deporte. Podrían ser analizados sus aportes de la siguiente forma:
La teoría de la subjetividad aboga por una concepción más integradora del atleta como ser humano y el reconocimiento de que fenómenos psicológicos vinculados con la práctica (en amplio sentido, incluyendo la preparación táctica del deportista) de alto rendimiento como complejos, difíciles de reducir a simples variables de lo externo o interno. El reconocimiento de la subjetividad como sistema que se configura en la experiencia del atleta o deportista recalca la importancia de comprender cómo esas variables se organizan subjetivamente en cada historia de vida.
Es necesario que la psicología del deporte incluya nuevos conceptos a su campo, desde la teoría de la subjetividad, por ejemplo, sentidos subjetivos, el lugar de la singularidad y el carácter históricamente situado y producido de la experiencia deportiva. Con esto se espera comprender el papel de las producciones subjetivas en el desempeño y el rendimiento del atleta. Todo esto teniendo en cuenta que el rendimiento del deportista no se reduce solo a instrucciones y modelamientos pedagógicos, sino que se traduce en un espacio donde el sujeto y la subjetividad tienen un papel destacado en la configuración subjetiva de la acción.
Igualmente, se hace ineludible, para el campo de la psicología deportiva, superar el reduccionismo materialista en la explicación de la conciencia que llevó a una dicotomía no dialéctica entre lo externo y lo interno, reduccionismo que acogió la psicología del deporte cubana en su versión más conductista. Para ello es necesario incluir en los análisis al sujeto y a la subjetividad, para, de esa manera, introducir una mirada dialéctica, dinámica y procesual de la relación compleja entre sociedad, psicología y acción en el deportista.
En consecuencia, desde la teoría de la subjetividad, asumir la acción deportiva como configurada subjetivamente abre caminos comprensivos y explicativos para pensar la experiencia humana y, en este caso, con foco en el deportista, en términos configuracionales, es decir, reconociendo el valor que tiene la condición actual en que esas configuraciones se organizan, que reviste una relevancia motivacional específica en la que los motivos de la acción humana son también aceptados como producciones subjetivas.
De esa manera, tener en cuenta la complejidad de las producciones subjetivas organizadas en las diferentes experiencias deportivas supone abrazar el desafío de desarrollar prácticas que permitan el estudio singular de los procesos humanos, donde la organización de dichas experiencias sea analizada de acuerdo con su condición cualitativa específica.
El carácter singular y el dialógico, propio de la teoría de la subjetividad, como aspectos esenciales permiten profundizar en estudios de caso como espacios producidos a partir de una completa inmersión en el trabajo de campo. Así, la práctica psicológica profesional de asistencia al entrenamiento deportivo sufriría un proceso de transformación a partir de la incorporación de nuevas “facetas” que podrían integrarse armoniosamente con lo que ya caracteriza este tipo de actividad.
El reconocimiento de la singularidad implica la importancia de reconocer el estudio de casos específicos, las historias de vida con sus diversas situaciones y, sobre todo, la forma en que se organiza en el deportista o atleta, produciendo en algunas ocasiones inhibiciones, obstáculos, o potencializando la motivación y el rendimiento de los deportistas.
De la misma forma, la propuesta constructiva interpretativa de la epistemología cualitativa es una “herramienta” metodológica que facilita recursos para ganar en inteligibilidad en el curso del propio proceso de construcción, a partir del tránsito de la integración de indicadores en construcciones hipotéticas, a la elaboración de producciones teóricas que intentan explicar las realidades humanas estudiadas. Por lo tanto, y de forma categórica, la investigación en psicología del deporte se puede transformar en un proceso de producción teórica. Se trata de un proceso que epistemológicamente consigue romper con la dualidad cuanti-cuali que parece complejizar las aproximaciones a las producciones desde la psicología del deporte, cuando en definitiva instrumentaliza las propuestas, sin debates teóricos ni ontológicos presentes.
La propuesta que se desarrolla construye un estudio de caso de un judoca cubano de alto rendimiento, que compite en la modalidad paralímpica. El judo paralímpico cubano reúne deportistas con discapacidad visual, clasificados en las categorías B1, B2 y B3. El caso de C., de 36 años de edad, permite explicitar la construcción e interpretación de conocimientos, como vía posible para, desde la práctica sistemática de la psicología del deporte aplicada al entrenamiento deportivo, entender las experiencias deportivas como pueden ser las de fracaso en competencia, en su dimensión singular y compleja. De forma más específica, se propone entender las acciones tácticas como procesos en los que la subjetividad también está presente, y donde la condición de emergencia y de procesualidad marca cualquier aproximación investigativa que se proponga analizarlas.
La larga experiencia deportiva de C. en el nivel de alto rendimiento, la secuencia de grandes resultados deportivos a escala mundial y la condición de no conseguir victorias en combates de menor nivel fueron algunas de las razones de escoger analizar situaciones de fracaso con este deportista.
La tendencia en las aproximaciones a la condición considerada de fracaso (no consecución de las metas previstas) intenta delimitar un conjunto de causas universales que determinan comportamientos deportivos de fracaso, con la finalidad de ser “detectados y eliminados” (Conroy, 2001; Stoeber y Crombie, 2010; Beckmann y Elbe, 2015; por solo mencionar algunos). En contraste con este reduccionismo, se propone, a partir de las reflexiones conjuntas con C., pensar la experiencia deportiva como espacio educativo que se configura subjetivamente en el propio curso de la acción, donde la complejidad de la condición humana toma forma en producciones subjetivas singulares de sus protagonistas.
La psicología del deporte cubana, como espacio de producción de saberes con un objeto de conocimientos delimitado y específico -el deportista en acción-, ha generado prácticas sobre lo que justamente identifica como esencial en su construcción como rama aplicada del saber. Estas prácticas en ocasiones han “viciado” aproximaciones teóricas y enfoques metodológicos que por “coherentes y eficientes” han pasado a ser pensados como tradicionales y fundacionales de esta área, como sucede, por ejemplo, con los estudios de estados de ánimo a través de Profile of Mood States (POMS) o Tapping Test (Martínez, 2007; García Ucha, 2010), o de motivación del deportista con escalas autovalorativas (González Carballido, 2001) y con los perfiles personológicos (Cañizares, 2008), entre otros.
Estas elaboraciones, más que llegar a ser organizadas en producciones teóricas específicas, acaban nutriendo modelos de pensamiento en los se pretende que el foco pase a ser la medición que permite prever el resultado deportivo. Consecuentemente, acaba ocupando un segundo plano la complejidad que caracteriza la vida deportiva, en la que inevitablemente el protagonista debe ser el propio deportista en acción.
En estudios sobre la “subjetividad”4 del deportista, Petitmengin (2006) afirma que nuestra experiencia más íntima e inmediata, vivir aquí y ahora, es también la más externa a nosotros, y a la que es más difícil acceder. Cuando se pregunta a algún profesional del deporte cuál es el instrumento menos confiable en el estudio de la condición humana, la respuesta generalmente compartida sería “uno mismo”, porque las impresiones individuales siempre tendrían que ser enmarcadas en conceptos teóricos existentes y predictores, y sustentadas por mediciones objetivas, dadas, precisas, o sea, a “third person” data, recolectada por un observador o experimentador externo.
De modo diferente, se propone aquí asumir el proceso de investigación como elaboración, configurado subjetivamente, lo que supone reconocer que las ideas y los conceptos siempre representan una producción sobre los hechos, lo que impide que las informaciones derivadas del proceso tengan un significado en sí mismas. Es por esto por lo que los instrumentos que se utilizan no son fuentes de conclusiones, sino momentos que auspician procesos de interpretación, que a partir de conjeturas e hipótesis permiten avanzar sobre el problema estudiado dentro del universo de informaciones encontradas en la relación dialógica con los participantes.
Producir conocimientos desde esta propuesta supone siempre la condición de autor del investigador que al mismo tiempo “usa la teoría” y “hace la teoría”. La construcción teórica que guía una investigación, y que va ganando forma en su curso, termina siendo el resultado principal de la investigación: un modelo teórico. Se trata de un esfuerzo teórico por significar configuraciones subjetivas, sin pretender agotar la complejidad de esas configuraciones estudiadas (González Rey, 2014a, 2017a; González Rey y Mitjáns, 2017b).
Cuando una persona intenta describir la forma en que él o ella ejecuta sus procesos cognitivos, suele comenzar por describir su representación del proceso, lo que cree que está haciendo o lo que imagina que está haciendo. Es usualmente frecuente emitir juicios, evaluaciones o comentarios sobre la realización del proceso (como “fue difícil” o “fue bien”), o conocimientos teóricos o explicaciones sobre el proceso en cuestión. Todos estos datos pueden tener algún valor; sin embargo, no nos dan información relevante sobre cómo la persona realmente ejecuta los procesos. Un esfuerzo especial es necesario para ganar acceso a su propia experiencia, que subyace a sus representaciones, creencias, juicios y comentarios (Petitmengin, 2006, p. 235)5.
Con una orientación fenomenológica, Petitmengin y otros varios autores contemporáneos del campo de la psicología del deporte (Mouchet, 2008; Schwitzgebel, 2004; Light, Harvey y Mouchet, 2012; Christensen, 2011; Vermersch, 2008, entre otros) vienen desarrollando aproximaciones específicas a las ejecuciones deportivas, desde lo que consideran “acceso a la experiencia subjetiva”, lo cual para los que desde la teoría de la subjetividad desenvuelve caminos de investigación, es epistemológicamente imposible. Sin embargo, de estas posturas ontológicamente diferentes se logra rescatar la reafirmación de una demanda aún presente en el campo de la psicología del deporte en Cuba (Rojas Vidaurreta, 2019): el psicólogo del deporte no debe temer a las situaciones a las que no logre dar respuesta inmediata o representarse en su pensamiento, y más bien debe, en nuestra opinión, aventurarse por caminos por los que avance hacia la comprensión de producciones subjetivas que son, sin duda, más complejas de lo que en inicio podrían parecer. Las teorías no deben ser usadas como escudos ante la diversidad inherente a la condición humana, sino como recursos de interpretación en la medida en que se constituyan en vías flexibles de aproximación a las experiencias singulares de nuestros deportistas.
Una creciente proporción de psicólogos investigadores, que también asesoran la preparación deportiva, ha llegado a la conclusión de que es esencial el desarrollo de métodos rigurosos que permitan el estudio “preciso” de las experiencias subjetivas (Vermersch, 2008; Maruel, 2009). En este sentido se desarrollan entrenamientos para investigadores en “métodos” y procederes que garantizarían esta intención. Se comparte la importancia de una formación científica consagrada en nuestros investigadores. Sin embargo, el estudio de la subjetividad humana implica más que esto: exige creatividad, osadía y compromiso con el otro, con el deportista, que en el diálogo que sostenemos con él nos permite formar parte de su vida. González Rey (2019) declara enfáticamente que el planteamiento de la epistemología cualitativa tiene el objetivo de romper con una forma de producción de conocimientos en la cual el estudio de la subjetividad sería completamente imposible.
La epistemología cualitativa y el método constructivo-interpretativo (González Rey, 2019; Rojas y Vidaurreta, 2018, 2020) se separan de la fijación epistemológica en la respuesta, lo que da paso al estudio de la expresión de los participantes como proceso complejo de construcción que no se agota en el momento actual. A partir de esto resulta imposible usar la expresión singular de las personas como patrón de comparación o como unidad para ser correlacionada con otras de naturaleza similar definidas a nivel instrumental. En general, es posible identificar estudios en deportes que analizan y promueven la expresión de los deportistas; sin embargo, la diferencia estaría en asumir que lo expresado no es el fin sino la vía para la exploración del “todo” que está produciendo esa expresión.
Un recurso esencial para desarrollar la investigación a partir de esta perspectiva es la elaboración de indicadores por parte del investigador en el proceso de pesquisa. Estos indicadores adquieren un carácter hipotético, permanente, sobre significados posibles para ser construidos en el propio curso de la investigación (González Rey, 2013, 2017a, 2017b). Alcanzan la condición de construcciones teóricas cuando se pueden integrar entre sí, lo que constituye un modelo teórico que no es más que un recurso explicativo sobre una realidad dada.
La construcción de indicadores se traduce en el primer momento de valor heurístico en la apertura de caminos hipotéticos sobre los cuales la construcción teórica debe avanzar. A diferencia de la investigación hipotético-deductiva, en este tipo de investigación, las hipótesis no representan elaboraciones a priori cuyo fin único sea el de ser comprobadas. Por el contrario, los caminos por los que el modelo teórico va ganando capacidad explicativa, dado el carácter vivo de este proceso, precisan del investigador estar todo el tiempo posicionándose y acompañando alternativas diferentes frente a las múltiples informaciones que recibe (Rojas Vidaurreta, 2019; Rojas y Vidaurreta, 2018, 2020).
Las dinámicas conversacionales son promovidas como instrumento del diálogo, donde el otro tiene un espacio de expresión. Esa presencia de los participantes en el diálogo permite comprenderlo como configuración subjetiva de un espacio constantemente compartido y en movimiento (González Rey y Mitjáns, 2017a). Este tipo de espacio dialógico permitió incitar a C. a la reflexión, a poner en el foco de sus elaboraciones determinadas experiencias en competencia, referidas a dos momentos de no consecución del resultado esperado, lo cual me permitió como investigadora ir construyendo lo que pretendí conocer.
Estos sistemas conversacionales condujeron a la producción de un tejido de información que implicó a nuestro participante, promoviendo la naturalidad y la autenticidad de su expresión. Desde el inicio se pretendió que C. se sintiera protagonista del proceso mediante la conversación reflexiva e interactiva sostenida, lo que generó zonas de intercambio nuevas entre deportista y psicólogas. Las dinámicas grupales en las que C. participó, todas desarrolladas en el Centro de Alto Rendimiento Cerro Pelado, en La Habana6, Cuba, facilitaron la interacción y la construcción de saberes colectivos, y en ellas se promovieron la imaginación y la producción de nuevos sentidos subjetivos, a partir de la posibilidad de confrontarse y de expresar sus contradicciones y tensiones actuales en un espacio dialógico.
En consecuencia, teniendo en cuenta lo dicho hasta aquí, es posible entender que el proceso de construcción del escenario social de esta investigación no funciona desde una aproximación instrumental, sino desde una organización configuracional emergente de las relaciones dialógicas establecidas con C. y con los demás deportistas paralímpicos cubanos. Esto significa que la creación de este escenario social se trata, en esencia, de un proceso dialógico, de un “sistema vivo de relaciones” (González Rey y Mitjáns, 2017a, p. 38)7, en el que comprender el momento empírico como teórico y dialógico al mismo tiempo implica su definición como sistema de relaciones dentro de las cuales se desarrolla el proceso de pesquisa.
El estudio de caso que presentamos aquí, como propuesta para analizar la acción táctica desde la teoría de la subjetividad, la epistemología cualitativa y el método constructivo-interpretativo (González Rey, 2019), explicita momentos de diálogo que en el caso de C resultaron relevantes.
Se analizan dos momentos significativos en la vida deportiva de C. Primero las Paralimpíadas de Londres 2012 y luego los Juegos Parapanamericanos de Toronto 2015. La selección de estas dos etapas se hará explícita en la construcción del caso. Se considera pertinente remitir nuestros diálogos a momentos deportivos específicos. De ahí la denominación de los apartados con los nombres de las competencias analizadas. Se pretendía promover reflexiones sobre situaciones específicas que “obligaran” a C. a posicionarse y reflexionar acerca de sus decisiones en el desarrollo de sus acciones en momentos específicos que no se organizaron de la forma que esperaba.
Así, retomamos también la idea de Mahlo (1974) de la importancia de investigar la acción táctica en sus formas específicas y sus particularidades, para conseguir analizar estas experiencias deportivas de una forma integral, teniendo en cuenta sus aspectos cualitativos y su valor educativo. Resultará evidente para el lector nuestra intención de conducir el diálogo hacia la vivencia de la acción deportiva, retomando aspectos de las ejecuciones tácticas específicas de C. en estas dos situaciones competitivas. De este modo, los fragmentos de diálogos relatados aquí siempre girarán en torno a aspectos relevantes de las diferentes situaciones tácticas vividas, porque era justamente ese nuestro interés. Intentamos articular aportes teóricos y metodológicos de nuestro referencial con las demandas del asesoramiento psicológico a modalidades deportivas como el judo, donde la toma de decisiones y el análisis táctico eficiente tienen los primeros planos de significación.
La necesidad de una preparación deportiva organizada para la participación de la delegación cubana paralímpica en Londres 2012 fue la justificativa para introducir el asesoramiento psicológico en el trabajo profesional desempeñado en cada deporte practicado por personas que viven con una discapacidad física. Una de las autoras tuvo la oportunidad de integrar el trabajo psicológico, por primera vez, a cada una de las fases preparatorias desarrolladas.
Pensando propiamente en la ejecución en Londres 2012, con un resultado de bronce para C. no esperado, y rememorando su recibimiento de la medalla visiblemente abatido, C. dijo:
c.: Yo iba preparado para otra cosa; la preparación que hice fue buena, me sentía bien. El día de la competencia me sentía bien, pero en el combate del pase a la final ahí se me fue (…)8 después salí a buscar el bronce con todo y lo logré.
c.: Lo que más me acuerdo es que de repente estaba cansado, la sensación del cuerpo pesándome, estaba lento, me movía lento.
psicóloga: ¿Con qué frecuencia hiciste circuito en la preparación de Londres? [Circuito es el término con el que se denomina el entrenamiento continuo de pesas]
C., con 36 años y con una discapacidad física, congénita-hereditaria, consistente en una disminución de la visión, tiene más de 20 años de vida deportiva, en los cuales ha conseguido resultados internacionales de renombre, a nivel paralímpico y mundial, además de ser campeón nacional desde los 18 años. En las caracterizaciones deportivas aparecía generalmente calificado como deportista “problemático” por la inaccesibilidad que siempre marcó sus interacciones con el personal médico que lo atendía.
El proceso de interpretación, siguiendo el método constructivo-interpretativo (González Rey, 2019), comenzó con la elaboración de indicadores que apuntaron a senderos hipotéticos más complejos, que se desarrollarán aquí.
De este primer diálogo con C. es posible pensar que existe una relevancia emocional específica imbricada en la vivencia deportiva, que implica que la situación de competencia y su resultado final se configuren en una red afectiva relevante para C. Aparentemente no se vive el resultado deportivo solo como resultado final, sino como proceso, donde el autoconocimiento desempeña un rol importante. Los argumentos de C. giran en torno a cuestiones específicas de su ejecución deportiva, tales como “cuerpo pesado, movimientos lentos”. La evaluación de la disposición en la ejecución se configura en la experiencia deportiva también. No se trata de una predisposición, y sí de una organización subjetiva compleja que toma forma en sus acciones.
La identificación indirecta de “cuerpo pesado” con tristeza refuerza este indicador de la relevancia emocional de la situación de combate para C. Aunque argumenta el exceso de entrenamiento de pesas como uno de los posibles factores que llevó a que se sintiera lento durante el combate, no consigue identificar cuál fue la frecuencia de ese tipo de ejercicio. Si se une esta falta de precisión en un aspecto relevante del proceso del entrenamiento con la asociación que hace entre la vivencia física de este combate y un estado emocional negativo de tristeza, es posible afirmar otro indicador más específico, que se deriva del anterior, referido a que el peso de la condición de derrota distorsiona la organización subjetiva de esta experiencia de competencia, en la que se configuran también expectativas de rendimiento en relación con un resultado final objetivo.
c.: [Expresión de extrañamiento, como de sorpresa ante la pregunta] ¿De qué quieres que te hable, de aspectos técnicos?
c.: Yo soy zurdo para el judo, así que hice lo que hago siempre. Primero moverlo mucho a ver cómo iba siendo, y después tratar de entrarle por algún lugar. Eso fue lo que siempre me enseñó mi papá. Es el ABC para cualquier combate, sea con quien sea.
c.: (.)(.) No me acuerdo. A ver. [Se pone de pie, simula la posición de los brazos y algunos movimientos de piernas, intentando recordar] (.)(.) Ahora me parece que sí, que era zurdo también.
psicóloga: ¿Crees que haber pensado sobre esto en el combate hubiera tenido alguna relevancia particular?
c.: Yo no lo pensé así como ahora, que me paré a pensarlo, pero yo lo sabía, mi cuerpo lo sintió y se organizó para hacer judo con un contrario zurdo igual que yo (…) (.)(.) Fíjate que con la técnica que me ganó me entró por el lado que menos me estaba defendiendo. Y de eso si me di cuenta ahora.
En la acción deportiva se configuran producciones provenientes de diferentes espacios específicos de la vida de sus protagonistas, como la familia, los amigos, las relaciones personales, etc. La posibilidad de ser organizada subjetivamente supone que toda producción subjetiva que la dinamiza tiene la condición de emergente en el sentido en que toma forma, se singulariza, en el curso de la acción. Sin embargo, esta emergencia no implica necesariamente descubrimiento o novedad.
La ejecución deportiva en el alto rendimiento involucra un nivel de aprendizaje que garantice procesar únicamente lo relevante, centralizando recursos derivados de la automatización de patrones motrices imprescindibles en la ejecución correcta de los movimientos. Así, como C. reflexiona, su condición deportiva le permite “sentir” que el contrario es zurdo, y no “parar a pensar” cuál es su lado más fuerte. Luego, podemos construir una hipótesis de análisis que avanza a partir de los indicadores anteriores, referida a que en la configuración subjetiva de la acción de C. en este combate se organizaron producciones que tienen que ver con su historia deportiva, con sus expectativas de rendimiento, con su nivel de preparación táctica, con la rigurosidad de entrenamientos y preparaciones en general, etc., que emergen y se organizan en la condición actual de la acción; es decir, no son elementos estáticos, sino que van adquiriendo relevancia en la propia dinámica de la acción. Complementariamente se puede afirmar que la configuración subjetiva de la acción táctica resulta en extremo dinámica y plurideterminada. La novedad y el descubrimiento estarían entonces en la organización singular de esos aprendizajes en la ejecución específica en la acción.
c.: Mi vida es dura, tengo muchas cosas encima de mí (.) A veces no me puedo dar el lujo de estar triste. Hay que seguir y seguir. Hay varias cosas que me hacen sentir tristeza (.) Cosas de mi familia, que a veces no puedo resolver, de amistades (.) lo normal.
c.: Ese combate por el pase al oro yo lo había imaginado muchas veces, estaba listo, al menos creía que estaba listo.
c.: Las dos cosas (…) (.)Y en verdad son cosas diferentes, puedes tener un buen combate y no ganar o ganar y ser de chiripa [Término popular cubano que significa ganar de casualidad, sin que esfuerzos conscientes mediaran el resultado].
c.: ¡Seguro!!! ¡Siempre, eso siempre!!!! [Exaltado]. Así aprendí que se hace judo, o te matas ahí en el tatami o no eres un judoca de verdad.
Es importante retomar una de las afirmaciones hechas al inicio del artículo: la intención no guía a lo que se siente. C. vivenció el combate como un fracaso, aunque al mismo tiempo sintiera que hizo todo lo que el momento exigía de él para ganar. De este modo, en la acción también se configuran y toman forma contradicciones e incertidumbres que complejizan su organización subjetiva y que la dinamizan. Lo esperado sería que si C. siente que “hizo todo lo que pudo” la experiencia fuera vivida desde la satisfacción y la tranquilidad que se derivan del cumplimiento del máximo esfuerzo propuesto. Sin embargo, esta valoración racional no prevalece. El rendimiento deportivo, el resultado final, para C., en esta ocasión predominó subjetivamente en la configuración de esa experiencia deportiva, con una relevancia emocional negativa sobre la condición de haber rendido al máximo.
psicóloga: ¿Recuerdas algún combate en tu historia deportiva, que hayas perdido, pero que no te dejara con una sensación de peso?
c.: (.)(.) No sé (…) Cuando era chamaco [Término popular cubano que se refiere a la etapa de la niñez hasta adolescencia temprana], que ya solo competir para mí era una cosa del otro mundo. Boberías que uno vive.
Y quizás sí que sea la edad, como C. afirma, o más específicamente, la organización singular que su experiencia de vida alcanza en su configuración actual de la acción de combatir en situación de competencia.
Lo que se ha vivido, las alegrías y las tristezas, lo conseguido y lo anhelado, etc., también toman forma en nuestra acción cotidiana. Reaparece la relevancia de las expectativas de rendimiento para C. en lo implícito de sus análisis. En la infancia, como etapa de inocencia y de descubrimiento, la participación en competencias de por sí ya era suficiente para promover una condición afectiva de disfrute y realización para C., cuestión que a medida que la experiencia de vida se va complejizando en la adultez, pasa a estar matizada por diversos aspectos que acaban “desnaturalizando” esa alegría única de la infancia. La subjetividad, como es abordada aquí, acaba siendo un sistema motivacional que forma parte permanente de la experiencia humana en desarrollo. No hay como desvincular lo que C. es hoy de lo que fue y será, porque el escenario actual de sus acciones no es más que la configuración subjetiva de sus experiencias que emerge en la procesualidad de lo que vive.
Los momentos incluidos aquí correspondieron a una etapa complicada en la vida deportiva de C. debido a la relativa ausencia de resultados de nivel en los últimos cuatro años, luego del bronce de Londres, como cabría esperar de una primera figura como él. Los Juegos de Río 2016 debían haber sido sus quintos juegos paralímpicos, situación en extremo especial, debido a que no es común que un deportista pueda mantenerse en el alto rendimiento por tanto tiempo como C. consigue hasta hoy. Sin embargo, no clasificó en los Juegos Parapanamericanos de 2015, quedando fuera del podio.
Profundizando en reflexiones sobre la preparación previa al parapanamericano comentó:
Hay veces que tienes tanto en la cabeza que no puedes concentrarte, es como que no paras de pensar y eso, aunque uno sea fuerte y logre seguir adelante, sigue ahí y ahí en la cabeza, entonces te (…) [hace mal]. Te cansas y eso sale en la competencia (.) (.) Ese fue un momento en que yo quería hacerlo bien pero la situación era difícil (…) Fue todo, se me unió todo.
En aquellos momentos, las conversaciones con C. se caracterizaban por una dureza emocional significativa. La situación difícil que estaba viviendo por cuestiones personales lo llevó a admitir pedir ayuda, y comenzó así a encontrar momentos, calificados de “paz” por C., en nuestras conversaciones. Esas fueron las bases de la relación que establecimos que permitieron que C., siendo una persona muy desconfiada, por momentos paranoica, agresiva, muy inteligente, sagaz e irónico, se involucrara en la relación profesional de la forma más sincera, respetuosa y leal que consiguió.
Retomando el análisis del combate determinante de esta competencia, C. comenta:
c.: Ya había peleado con él, y vi que él sabía por dónde yo le entraría (.) Como que había visto ya mis combates, o algo (.) Que estaba estudiado.
c.: Al contrario, fue un desafío mayor. Pensé, ah ¡¿porque tú te crees que me conoces?!! Tú vas a ver. Y me fajé [combatí] duro.
c.: Para que tú veas, ese combate no me dejó triste, porque me fajé. Ya yo estoy viejo. Hacer el peso también ya me cuesta trabajo, no es lo mismo bajar con 20 años que con 30. Pero de todas formas no dejé que me tirara fácil (.)(.) Casi que me caí yo, él no me tiró.
El combate de la discusión del bronce, a pesar de no terminar en victoria, para C. fue un combate rememorado como satisfactorio. ¿A qué pudo deberse esto? Las expectativas de C. para esa competencia en general eran de salir a hacer lo mejor posible, no de ganar. Luego, complementando lo dicho antes, las intenciones no solo no determinan lo que se siente, sino que se configuran en la complejidad que toda la situación implica, lo que significa elementos que están más allá de la intención, como la dificultad objetiva de hacer el peso, que se convierte en una gran limitación física para un judoca “longevo”, acostumbrado a competir hasta entonces en una división de peso con una masa muscular específica que lógicamente repercute en la fuerza y en la intensidad de sus movimientos.
Esta nueva información reafirmó la línea de análisis que veníamos construyendo con los indicadores elaborados. Es posible complejizar la afirmación de que en la organización de la vivencia deportiva predomina el resultado por encima del desempeño. Esto permite hipotetizar que dicha organización singular de la acción de C. adquiere un matiz específico a partir de la configuración de diversas dimensiones de la propia organización en la acción. Es decir, el análisis reflexivo que se configura en disposición para el combate, en esta ocasión, estuvo organizado en relación con metas reales, y esta organización, unida a las características del desarrollo de ese combate en específico, permitieron que C. sintiera que se empleó al máximo posible, lo que convierte a esta configuración singular en un sinónimo de victoria en los marcos de sus metas reales.
La vivencia afectiva de “deber cumplido” se organiza de tal forma que incluso lo que fue un movimiento exitoso de ataque de su contrario, para C. se configura subjetivamente como un fallo personal en el combate: “casi que me caí yo, él no me tiró”, porque en definitiva y esta es una hipótesis más general, la consistencia subjetiva de una situación de victoria radica en su condición de integralidad, de control total, de poder de decisión, “él no me ganó, yo perdí”. Esta hipótesis es congruente con el análisis que promueve asumir la consecución del máximo rendimiento posible de acuerdo con metas reales.
Eso de retirarse ganando, no necesariamente tiene que ser así. Yo creo que la gente que se retira ganando, es porque no le dio una oportunidad a los años que venían. Que se cansó y quizás antes de tiempo. Yo me retiraré cuando sienta que no puedo más, y eso aún hoy no es. Yo creo que puedo competir un poco más, siento que puedo dar más (.) Si no puedo, me retiro y ya. Y para el que lo haga de otra manera mira [Bate sus manos como señal de celebración], palmas.
(…) No, no me da igual, yo lo hice bien [Se refiere a resultados anteriores en Juegos Paralímpicos] y me gustaría hacerlo bien una vez más. En el otro ciclo olímpico ya son 38 años. Me voy a dar otra oportunidad.
No caben dudas de que el deporte es para él un espacio importante de realización personal. Un espacio de constancia total, y de entrega que no ha abandonado desde que comenzó en el judo a los 11 años de edad bajo la instrucción de su padre, figura central en la emocionalidad implícita en ser judoca. Un espacio de imposición a las adversidades, donde la comprobación de que él es un campeón, de alguna forma, es lo que da consistencia a su vida.
Son mis quintos juegos olímpicos, eso es un logro ya. Yo no debería estar aquí ya [Se refiere a su edad]. Entreno de verdad, con todo y hago las pesas completas como un anormal ahí porque sé qué es lo que me hace falta. De los cinco [Se refiere a los judocas principales del equipo], yo soy el que más en serio se toma esto aquí, porque cuando vengo a hacer judo, es judo, no mujeres, ni alcohol, ni nada de eso.
La singularidad de estas experiencias de competencia para C. se organiza en la relevancia que como espacio de realización personal tiene la práctica sistemática de judo en el alto rendimiento:
Judo es lo que he hecho toda mi vida, esto es durísimo, pero cuando me alejo al final estoy pensando en esto.
Es posible afirmar aquí, como hipótesis de trabajo, también nutrida de los indicadores anteriores y avanzando a partir de las hipótesis ya construidas, que en su configuración subjetiva del deporte se organizan sentidos subjetivos relacionados con aspiraciones de éxito, con reconocimiento social, con valores familiares organizados alrededor de la figura paterna, que van tomando forma en la emergencia de producciones subjetivas en el curso de la acción deportiva y que le permiten ser C. en el deporte. Esa implicación lo lleva a procurar alternativas para primero garantizar la permanencia en la práctica, y en segundo lugar, lograr la consecución del éxito, como es intentar en el próximo ciclo olímpico, en una división de peso superior, que por más alta parecería no implicar un desgaste tan grande de su organismo, cuestión que C. supone, pues nunca ha competido en una división diferente a la suya.
Repercute más en su posicionamiento la relevancia emocional que continuar siendo judoca de alto rendimiento tiene para él, que el posible raciocinio que podría derivarse de su condición actual. No se trata de que él no pueda tener más resultados de nivel, sino de que, biológicamente, no es sencilla la adaptación de un organismo entrenado por 20 años a competir en un peso específico, a cambiar a otro diferente, en el que deben reajustarse la mayoría de las capacidades motoras, la fuerza, la resistencia, la velocidad, etc., y no solo reajustarse sino refinarse al nivel exigido en el alto rendimiento. No podemos dejar de reconocer que se requiere valentía y decisión para aceptar someterse a la preparación deportiva para el otro ciclo olímpico.
A partir de este análisis, se puede afirmar que para C. fracasar se convierte en un término complejo, que lo ubica ante el desafío del reconocimiento de la derrota, lo cual es una verdadera fuente de tensiones para él. Su historia deportiva está marcada por triunfos.
No había vivenciado situaciones de fracaso relevantes como las vividas en el último ciclo, que lo pusieran ante la “obligación” de desarrollar recursos subjetivos para el manejo de lo que siente (para poder permanecer en el judo). La secuencia de derrotas ha comenzado cuando su vida empieza a verse asediada por la condición de retiro. Inevitablemente su historia deportiva se entrelaza con su historia personal, que a partir de la figura paterna, estuvo marcada por la crítica y por la exigencia, sobre todo respecto a asumir la práctica consagrada de judo como proyecto de vida. Esos sentidos subjetivos son dominantes en la configuración subjetiva del deporte de C., y en consecuencia, están organizados en la expresión eficiente de la acción en la vida deportiva y familiar, fundamentalmente. Estas afirmaciones pueden ser favorecidas por profundizaciones posteriores; sin embargo, parecía pertinente incluirlas aquí.
Lo que racionalmente podría derivarse de algunos de estos análisis en ocasiones poco importa con relación a cómo se organiza subjetivamente una determinada experiencia. El protagonista de cada experiencia es en definitiva el que diferencia los “debe ser” y los “podría ser”, y solo intentando interpretar las organizaciones singulares en que las experiencias son vividas sería posible comenzar a entender las acciones deportivas como procesos configurados subjetivamente. La noción de configuración permite articular las dimensiones más técnicas y específicas de las ejecuciones deportivas, con las organizaciones más complejas de los procesos humanos en el deporte.
En modo alguno se pretende negar las valoraciones que como proceso pedagógico se derivan del estudio de situaciones de combate específicas como las que hemos intentado abordar aquí, sino que proponemos también someter a análisis las producciones subjetivas que se configuran en estas acciones y que no pueden ser reducidas a aspectos técnicos de rendimiento deportivo.
De forma explícita, la intención ha sido construir un estudio de caso a partir de un enfoque constructivo-interpretativo, desde la teoría de la subjetividad y la epistemología cualitativa de González Rey (2019), que permitiera entender que las producciones subjetivas representan sistemas de configuraciones subjetivas en la acción, cuya condición presente impide que sean organizadas a priori y que establezcan relaciones de determinación en el propio curso de la acción.
Ante un ejemplo como el de C., se muestra inoperante un modo de accionar que no justifique el espacio de la singularidad y de la producción individual de realidades de vida. Las elaboraciones que nuclean este modelo teórico en desarrollo, explicitado en el juego de hipótesis e indicadores que en diálogo con C. fueron construidas, tienen en sí un valor generalizador debido a que son condiciones posibles de construir a partir del trabajo de asesoramiento psicológico realizado con C., que tiene la posibilidad de explicitarse en los espacios singulares de su vida, sin determinar cómo se explicitan.
La generalización, como puede derivarse de nuestro análisis, es asumida como proceso esencialmente teórico, donde el nivel de generalidad de las elaboraciones producidas se expresa por su capacidad explicativa sobre una diversidad de fenómenos que a la vez mantienen su condición singular dentro del proceso de su construcción teórica. O sea, la generalización se centra en la capacidad explicativa de la teoría, lo que permite que exista como momento de desarrollo de esta, y no como regularidad definida con potencialidades de aplicación en poblaciones similares.
La lógica de construcción e interpretación a partir de indicadores e hipótesis esencialmente persigue otorgar inteligibilidad al fenómeno deportivo mediante el hecho de ganar en recursos que permiten abordar las experiencias deportivas en diálogo con sus protagonistas. De esta forma, se legitima la singularidad, la forma única en que vivenciamos nuestras prácticas, como nivel de producción de conocimientos. La condición de ser una persona que vive con una discapacidad visual no apareció vinculada con la organización subjetiva de la experiencia en competencia de C. en estos momentos analizados. Esta cuestión refuerza la idea central de lo que hemos intentado construir aquí: no existe determinación posible en las experiencias humanas, o sea, ni una condición “a priori”, como podría ser pensada la vivencia de la discapacidad, determina una forma específica de vivir el deporte, como C. nos permite pensar.
En la psicología del deporte cubana, la procura de la inmediatez del dato en la orientación psicológica a entrenadores deportivos ha situado los enfoques que valoran la singularidad psicológica del deportista, fuera del foco de atención de la práctica profesional habitual. En la opinión de las autoras, es tarea de la psicología del deporte aproximarse a esta singularidad, posición que trasciende la idea de individualidad. El mundo deportivo no es apenas construido de forma diferente por cada uno de sus practicantes, sino que esta construcción no es estática, va emergiendo, produciéndose y recolocándose en el curso de la acción. Esta viene a ser una consideración indispensable para la investigación y la práctica en esta área de trabajo.
Asesorar psicológicamente la preparación deportiva de un deporte en específico como el judo puede conjugarse con posibles desdoblamientos psicoterapéuticos de un proceso de pesquisa constructivo-interpretativo como el que se desarrolló aquí. La consideración de la actividad deportiva como configuración subjetiva de la acción permitió construir una aproximación singular a la experiencia deportiva de un judoca de larga vida deportiva. Dos momentos de “derrotas” fueron vividos por el protagonista de la investigación de formas completamente diferentes, lo que nos permite afirmar que la experiencia deportiva se configura en el curso de la acción, que es en definitiva donde adquiere su significación. Aquí, las verbalizaciones de la acción vivida no tuvieron relevancia en sí mismas, sino en la organización subjetiva que las articula y las produce. Las dinámicas conversacionales, como instrumentos utilizados, fueron solo momentos constituidos en una relación primariamente humana. Así, la investigación tiene la posibilidad también de favorecer procesos singulares de desarrollo subjetivo. En definitiva, cuando damos espacio a pensar en las experiencias deportivas como configuraciones subjetivas organizadas en la acción, estamos abrazando la complejidad humana en su dinamismo inherente.
Al Prof. Dr. Fernando Luis González Rey, por la orientación y la confianza en los jóvenes profesionales, por el cariño y el impulso para avanzar en los caminos de la subjetividad y por la voluntad de cada día ser más coherentes y osados en nuestras aproximaciones a la complejidad de las experiencias humanas.
A la selección de judo paralímpico cubano, judocas y entrenadores, que al hacernos parte de sus historias, nos permitieron aprender sobre la fortaleza humana y la valentía ante los obstáculos.
2. Cañizares, M. (2008). La psicología en la actividad física: su aplicación en el deporte, la educación física, la rehabilitación y la recreación. La Habana: Editorial Deportes.
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38. Vidaurreta, L. (2005). Comportamiento táctico del baloncesto femenino cubano de alto rendimiento (1974-2000). Gestión por la rapidez mental (tesis doctoral). La Habana: Editorial Ciencia y Técnica-Inder.
L. Vidaurreta 2005Comportamiento táctico del baloncesto femenino cubano de alto rendimiento (1974-2000). Gestión por la rapidez mentaltesis doctoralLa HabanaEditorial Ciencia y Técnica-Inder
[1] Vale aclarar que no se entiende aquí a la ontología como esencia universal del ser, como fue definida por la metafísica, sino que se centra en la necesidad de especificar el carácter cualitativo de la psique humana, para evitar que su definición se diluya en otros que, aunque participan de su génesis y desarrollo, no la definen de forma directa e inmediata (González Rey, 2006).
[2]Las categorías referidas son desarrolladas en varios textos recientes como Subjetividade: Teoria, epistemologia e método, de González Rey y Mitjáns (2017a).
[3]Cita original: González Rey, F. (2014a). Ideias e modelos teóricos na pesquisa constructivo- interpretativa. “As diferentes operações e processos que emergem no curso de qualquer execução humana são subjetivamente configuradas no processo continuo da ação. O lado qualitativo da experiência humana é inerente a qualquer realidade humana. Subjetividade não é uma reação de nossa mente a um mundo e realidade dados; é parte da complexa realidade vivida pelos seres humanos não como seres reativos, mas como criativos” (p.15). Traducción propia.
[4]Aparece entre comillas porque en el caso de Petitmengin (2006), el uso del término subjetividad corresponde al mundo interno del deportista, mas no se comprende como sistema configuracional, que se organiza por configuraciones subjetivas diversas en diferentes momentos y contextos de la experiencia humana. Desde nuestro punto de vista, el deportista, en consecuencia, organiza su experiencia a partir de los diferentes sentidos subjetivos que produce y que sustentan un posicionamiento singular en relación con su forma de vivir.
[5]Cita original: Petitmengin, C. (2006). “Describing one’s subjective experience in the second person: An interview method for the science of consciousness. “When a person tries to describe the way in which he or she carries out a cognitive process, the person usually begins by describing his representation of the process, what he believes he is doing, or what he imagines he is doing. It is also often the case that the person tends towards judgments, assessments, or comments on the carrying out of the process (such as ‘it was difficult’ or ‘it went well’), or theoretical knowledge or explanations about the process in question. All this data may be of some value, but it does not give us any information about the way the person really carries out the process. A particular effort is necessary for the person to gain access to his or her experience itself, which lies underneath his or her representations, beliefs, judgments and comments” (p. 235). Traducción nuestra.
[6]Para mayores informaciones sobre el sistema deportivo cubano, se recomienda consultar: www.inder.gob.cu
[7]Cita original: González Rey, F. y Mitjáns, A. (2017a). “Sistema vivo de relações” (p. 38). Traducción nuestra.
[8]Con fines de uniformidad en el texto, en todas las anotaciones de diálogos se usará la siguiente nomenclatura: (.) = pausa breve; (…) = parte del texto omitida; [cursiva] = detalles de expresión corporal o generales, importantes de destacar para la comprensión de la construcción del caso.
[9]*Cómo citar este artículo: Rojas Vidaurreta, L. y Vidaurreta Lima, L. (2021). Táctica y subjetividad: estudio de caso de un judoca paraolímpico cubano. Educación Física y Deporte, 40(1). http://doi.org/10.17533/udea.efyd.v40n1a02