39Estudios dE LitEratura CoLombiana 54, enero-junio 2024, ISNN 0123-4412, https://doi.org/10.17533/udea.elc.351193
*
Editores: Paula Andrea Marín Colorado,
Christian Benavides Martínez
Recibido: 08.09.2022
Aprobado: 08.12.2023
Publicado: 31.01.2024
Copyright: ©2024 Estudios de Literatura Colombiana.
Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los
términos de la Licencia Creative Commons Atribución –
No comercial – Compartir igual 4.0 Internacional
* Artículo derivado de la investigación “Terri-
torialidades literarias afropacíficas: poética,
política y paisaje en Helcías Martán Góngo-
ra” apoyada por el Instituto Caro y Cuero.
Cómo citar este artículo: Valderrama
Rentería, C. A. (2024). Poetizar y narrar
la otra nación. La política intelectual de
Helcías Martán Góngora. Estudios de
Literatura Colombiana 54, pp. 39-57.
DOI:
1
pibeson@gmail.com
Universidad del Pacífico, Colombia
Poetizar y narrar la otra
nación. la Política intelectual
de H elcías M artán G ónGora
Poeticizing and Narrating the Other
Nation. The Intellectual Politics of
Helcías Martán Góngora
Carlos Alberto Valderrama Rentería
Resumen: En el presente artículo se discute el lugar políti-
co y literario del intelectual caucano Helcías Martán Góngora
con relación al pensamiento crítico afrocolombiano. En este
sentido, se presenta un análisis de sus prácticas literarias en
poemas y ensayos sobre la experiencia negra/afrocolombiana.
Se sostiene que su literatura refleja varios aspectos de lo que
se considera como un intelectual comprometido. A partir de
sus acciones políticas y literarias, el escritor defendió la cul-
tura y la inteligencia negra/afrocolombiana. Defensa que tuvo
lugar en un contexto nacional anti-poesía o literatura negra/
afrocolombiana.
Palabras clave: Pensamiento crítico, literatura negra/afroco-
lombiana, intelectual comprometido, mestizaje, racismo.
Abstract: This article discusses the political and literary place
of Helcías Martán Góngora in relation to Afro-Colombian crit-
ical thought. In this sense, it analyzes how he portrayed black/
Afro-Colombian experiences in his poems and essays. The ar-
ticle sustains that his poems and essays reflect aspects of what
is considered a committed intellectual. Based on his political
action and literary production, the writer defended black/Af-
ro-Colombian culture and its intelligentsia. His defense took
place in a national anti-black/afrocolombian poetry, which
make more valuable his works.
Keywords: Critical thinking, black/afro-Colombian literature,
committed intellectual, mestizaje, racism.
https://doi.org/10.17533/udea.
elc.351193
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Carlos Alberto Valderrama Rentería
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Presentación1
El presente artículo analiza las prácticas literarias del poeta y novelista Helcías Martán
Góngora.2 Busca identificar su pensamiento político con relación a lo que se ha dado
en llamar “pensamiento crítico afrocolombiano”,3 caracterizado por reflexiones profun-
das sobre la propia experiencia humana frente al racismo, y que se manifiesta o revela
en la producción literaria de escritores, novelistas, ensayistas, músicos, artistas, etc.,
afrocolombianos. Desafía, en este sentido, la episteme racista blanca al revalorizar la
experiencia, los sujetos y las culturas afrocolombianas. Así entendido, el pensamien-
to crítico afrocolombiano es, necesariamente, sinónimo de reflexión crítica y acciones
políticas. El reto está en situar a Helcías Martán Góngora dentro de un campo literario
que se ha definido en oposición a sus características físicas y sociales —es decir, escritor
de piel blanca—; el campo se entiende a partir de las experiencias que hombres racial-
izados han tenido frente al racismo a la colombiana (Caicedo Ortiz, 2013; Arboleda
Quiñónez, 2016; Campbell, 1998; Lewis, 1987). En este sentido, se valora mucho más
la producción literaria de hombres físicamente negros y la manera como sus productos
literarios reflejan una conciencia afrocolombiana.
Son evidentes las contribuciones que Helcías Martán Góngora ha hecho al campo
de la literatura afrocolombiana, al punto de gozar de una amplia aceptación por activistas
e intelectuales afrocolombianos (Caicedo Ortiz, 2013; Vanín, 2010). La pregunta por la
trayectoria intelectual de Helcías Martán Góngora y su influjo en el campo de literatura
afrocolombiana será objeto de reflexión del siguiente escrito. En este sentido, se sostiene
que Helcías Martán Góngora demostró su compromiso con las esferas públicas afro-
colombianas emergentes a partir de los años de 1940 (Valderrama, 2019. p 217) no solo
1 El presente artículo hace parte de la investigación “Territorialidades literarias afropacíficas: poética, política y
paisaje en Helcías Martán Góngora” apoyada por el Instituto Caro y Cuervo entre el 2021 y el 2022, en la cual
participé como co-investigador externo.
2 En el presente escrito se usará el termino literatura negra/afrocolombiana para puntualizar las produc-
ciones literarias que tratan la realidad y experiencia de sujetos racializados como negros y Afrocolombianos
(Campbell, 1998; Lewis, 1987; y Prescott, 1997). A pesar de la diferencias entre los términos, los uso como
sinónimos. La expresión negro/afrocolombiano señala como aquello entendido como afrocolombiano, también
ha sido racializado como negro en la actualidad (Valencia, 2019).
3 Se refiere a un nuevo campo de estudios relacionado con la emergencia de la intelectualidad afrocolombiana
desde mitades del siglo xx (Caicedo Ortiz, 2013, p. 11). Esta inteligencia afrocolombiana fue compuesta por
políticos, ensayistas, poetas, novelistas, folcloristas, bailarines, músicos, cantantes, al igual que organizaciones
sociales y agrupaciones musicales. A pesar de las diferencias regionales y raciales, las contradicciones ideológicas
y ambigüedades políticas, su surgimiento permite hablar de un renacimiento negro en Colombia (Valderrama,
2019, p. 217), que ha sido teorizado como el despertar del negro en Colombia (Gutiérrez, 1976, p. 87).
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a través del contenido de su literatura, sino también de acciones políticas con las que
participó en movilizaciones sociales y defendió la cultura y la emergente intelectualidad
negra/afrocolombiana. En lo que sigue, se presentará una aproximación teórico-met-
odológica del intelectual comprometido, una corta biografía del autor y un análisis de las
acciones políticas a través de las cuales el autor buscó posicionar temáticas y la inteligencia
afrocolombiana en sus escritos, que constituyen un aporte clave al pensamiento crítico
afrocolombiano y afirman una ética del bien colectivo (Arboleda Quiñónez, 2016, p. 23).
El intelectual comprometido
En las ciencias sociales y humanas, la idea de intelectualidad es diversa y amplia. Hay
una variedad de perspectivas teóricas y definiciones conceptuales que por tiempo y
espacio se hace difícil desarrollar aquí (véase por ejemplo, Miller, 1999). Sin embargo,
el pensamiento crítico afrocolombiano que se pretende analizar se fundamenta en la
constitución de una intelectualidad comprometida. Es decir, en una intelectualidad
orgánica (Gramsci, 1971) que entiende que su función es en favor de los subalternos
—en este caso, subordinación racial—. Por lo tanto, al cuestionar el sistema racial co-
lombiano, el intelectual reconoce los acontecimientos históricos y estructurales que
organizan las relaciones sociales. De ahí el carácter de intelectual radical (Bogues, 2003)
con perspectiva afrodiaspórica (Caicedo Ortiz, 2013) y decolonial (Arboleda Quiñónez,
2016), ya que, además de develar las fuerzas de poder que se conjugan para oprimir a las
comunidades negras, propone soluciones simbólicas y materiales de cambio radical. Por
último, el intelectual de pensamiento crítico se vincula con el pensamiento del intelec-
tual nativo, como propone Fanón, ya que su propósito es probar que la cultura negra
existe y es proyectada desde la defensa propia de quien se reconoce como parte de ella.
En este sentido, Helcías Martán Góngora adoptó la causa racial afrocolombiana
como su plataforma de lucha literaria y política. Por un lado, sus escritos poéticos revelan
una revaloración y posicionamiento de la cultura e inteligencia afrocolombiana. Como
sostiene Caicedo Ortiz (2013), Helcías Martán Góngora asumió los valores culturales de
las comunidades negras del Pacífico, su tierra de origen (p. 398). Por otro lado, debemos
reconocer sus prácticas y acciones políticas orientadas a la defensa de la cultura negra y
su intelectualidad. Como se verá más adelante, Helcías Martán Góngora se embarcó en
protestas públicas, hizo parte de redes intelectuales afrocolombianas para promocionar
sus escritos y posicionó a escritores negros en sus escritos.
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La importancia de Helcías Martán Góngora radica en su capacidad para demostrar
su compromiso intelectual y político públicamente por las comunidades negras de
Colombia en un momento histórico en el que la academia colombiana renunció al uso
de discursos que fueran en contra del mestizaje. Este fue un momento histórico en el
cual el racismo fue negado, identificaciones o conexiones con el legado africano fueron
rechazados y, en otros casos, atacados como racistas, lo que impactó, negativamente,
“the development in Colombia of a literature that espouses blackness, promotes a
fervent racial consciousness, and projects a strong identification with the African her-
itage.” (Prescott, 1997, p. 123). En este contexto, Manuel Zapata Olivella se preguntó
qué sabemos de los negros en Colombia. A lo que respondió: “ni siquiera ha surgido
el propósito sincero de enfrentarse al problema. Se calla, se desatiende y tal vez hasta
se quiera enterrar como si la historia, y más aún la biología de un pueblo, pudiera man-
tenerse eternamente detrás de una máscara.” (Zapata, 2020 p. 121).
Como lo señala Campbell (1998) para el caso de Latinoamérica, “un autor negro en
ese momento, difícilmente podía acceder a ciertos espacios de expresión artística por su
condición subordinada y, en el peor de los casos, si su obra tenía un carácter cuestionador
y combativo, sus posibilidades se reducían casi a cero” (p. 33). De lo anterior se deriva
que, la “resistance to accepting the validity of a black poetic art seemed to stem, in part,
from an overt desire to avoid any racial expression which arbitrarily separated the art
of poetry, gave the impression of discrimination, or contradicted the ethos of mestizaje
(racial and cultural blending)” (Prescott, 1997, p. 124); lo que sugiere el predominio de
un canon literario que no aceptó fácilmente la poesía cuyo contenido se alejó de la idea
de armonía racial y que no profesara la nación mestiza (Prescott, 1997; Wade, 1993).
Helcías Martán Góngora poetizó, narró y practicó la otra nación: la afrocolombiana.
De esta forma, se diferenció de otros intelectuales blanco-mestizos de Colombia que
enfatizaron en descripciones de bailes, ritos, supersticiones mágicas con relación a even-
tos particulares de la cotidianidad africana (Valderrama, 2016; de Friedemann, 1984).
La estrategia metodológica fue la siguiente: primero revisé la literatura disponible
sobre la vida, obra y trayectoria de Helcías Martán Góngora. Aquí fue clave el libro
póstumo Poesía afrocolombiana (2008), editado por Alfonso Martán Bonilla, que cuenta
con una autobiografía de Helcías Martán Góngora, algunas entrevistas hechas al autor
y cartas que intercambió con intelectuales y especialistas en el campo de la literatura.
Esta información se complementó con estudios dedicados a la vida y obra del autor
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(Almario, 2009; Caicedo Ortiz, 2013; Lawo-Sukam, 2008; Martán Bonilla, 2008; Prescott,
1996; 2006 y Vanín, 2010). Segundo, sostuve conversaciones con el intelectual afro-
colombiano Alfredo Vanín y el sobrino del autor, Alfonso Martán Bonilla, con el fin
de contrastar y confrontar interpretaciones sobre las prácticas políticas y literarias de
Helcías Martán Góngora; y tercero, emprendí la ruta de lectura de sus ensayos, que
atraviesan transversalmente su producción poética y su pensamiento político. Aquí
fueron claves los siguientes escritos: “Índice poético de Buenaventura” publicado en
la revista editada por Helcías Martán Góngora, Esparavel, en 1979, y “Notas en torno
a la poesía negra en Colombia”, publicado en la revista Boletín Cultural y Bibliográfico
en 1981. 4
Para interpretar la información utilicé la propuesta metodológica de Trouillot (2003).
El antropólogo haitiano sostiene que “las conceptualizaciones siempre son (construc-
ciones) históricamente situadas” (p. 98); “si observamos el contexto como una condición
posible de conceptualización, una historia diferente surgirá” (p. 99). Con estas premi-
sas metodológicas analicé términos, apreciaciones y comentarios que el autor hizo de
escritores, novelistas, poetas y folcloristas afrodescendientes en sus escritos, ensayos,
novelas y poemas. Estas apreciaciones y comentarios los contrasté con el sentimiento
y representación que se hizo de la intelectualidad afrocolombiana de la época.
Para desarrollar el argumento central del presente trabajo presento los siguientes
puntos: 1. La trayectoria intelectual de Helcías Martán Góngora; 2. Qué entendió por
poesía negra/afrocolombiana; 3. Sus acciones Políticas, y 4. Su defensa de la inteligencia
afrocolombiana.
La trayectoria intelectual
Helcías Martán Góngora es conocido como el “poeta del mar” (Harris, 1976), el escri-
tor del Litoral recóndito (Prescott, 2006), del pensamiento eco-crítico (Lawo-Sukam,
2008), el intelectual humanista diaspórico (Caicedo Ortiz, 2013) o el poeta afropacífico
(Almario, 2009). En su producción literaria se puede “entender y descifrar el territorio
4 El primer intelectual que escribió un ensayo sobre la literatura negra/afrocolombiana fue el afrocolombiano
Jorge Artel en el periódico dominical El Tiempo de Bogotá en 1932. “La literatura negra en la Costa” enfatizó
exclusivamente en los intelectuales negros/afrocolombianos del Caribe colombiano. Por otro lado, hay una serie
de ensayos de Martán Góngora revisados para el presente estudio, que no fueron incluidos en el texto actual.
Estos son: “De la negritud”; “Poesía Negra de América” e “Índice de la poesía afrocolombiana”, publicados en
Poesía afrocolombiana (Martán Góngora, 2008).
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y la identidad de gente negra del Pacífico sur colombiano” (Almario, 2009, p. 160).
Además de escritor de poesía, fue ensayista, novelista y abogado. Escribió alrededor de
un centenar de libros, discursos, ensayos, prólogos, artículos para revistas y periódicos
nacionales (Martán Bonilla, 2008, p. 58). Sin embargo, lo que su trayectoria muestra
es la formación de un intelectual comprometido con acciones políticas en favor de la
causa afrocolombiana. Nació el 27 de febrero de 1920 en la pequeña ciudad de Guapi,
en el Pacífico colombiano, ubicada en el departamento del Cauca, sur de Colombia, y
murió en la ciudad de Cali el 16 de abril de 1984. En Guapi, Helcías Martán Góngora
hizo parte de la historia de la revista cultural más importante de la región, Vanguardia,
que editó con Agustín Revelo Peña. Aunque la revista tuvo una corta vida, “en sus
primeras páginas hubo mención especial para el son de Nicolás Guillén y Jorge Artel.
Fue, como quien dice, nuestra apertura a la siniestra de la negritud, la de Aimé Césaire,
Léopold Sédar Senghor y Langston Hughes” (Martán Góngora, 2008a, p. 30). También
fue director y fundador de la revista internacional de poesía Esparavel.
Su familia era de origen español y criollo, mezclada con mulatos y negros. Desde
su condición de mestizo, se preguntó por las tradiciones sudanesas, bantúes, man-
dingas y angoleñas en los hijos del encomendero, las hijas del cacique o los nietos
de los corsarios y negreros. Interrogantes que describen un pensamiento intelectual
de la hibridez, si tenemos en cuenta su poema “Coctel”, en el cual se define como el
resultado de un “Turbio coctel de tres estirpes” (Caicedo Ortiz, 2013, p. 401). Helcías
Martán Góngora heredó de su padre, Helcías Martán Arroyo, su afiliación política. En
efecto, fue un hombre adinerado y uno de los más importantes dirigentes conservadores
de una región con predominio liberal. Esto le permitió a Helcías Martán Góngora ser
vicepresidente de la convención conservadora liderada por el poeta modernista Gui-
llermo Valencia Castillo en 1939 (Martán Góngora, 2008a, p. 22-23). Creció admirando
figuras destacadas del conservatismo político y poético próximos al poder político
del periodo de la Regeneración, como Laureano Gómez (p. 23), Julio Arboleda (Mar-
tán Góngora, 2008c, p. 129) y Guillermo Valencia, de quien dijo: “Entre las mayores
satisfacciones de mi espíritu está la de haber asistido a la glorificación nacional del
Maestro Guillermo Valencia, consagrado en el bronce de Victoria Macho, en cuya
memoria dijo Aurelio Caicedo Ayerbe una hermosa página de encendida alabanza.”
(Martán Góngora, 2008b, p. 108). Sin embargo, estos poetas y políticos fueron reco-
nocidos por su racismo anti-negro —por ejemplo, Laureano Gómez y Julio Arboleda,
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o Guillermo Valencia por su postura aristocrática (Robledo, 2017, p. 293)—. Por otro
lado, fue amigo del político conservador afrocolombiano del departamento del Chocó,
Manuel Mosquera Garcés, a quien le agradeció haberlo incitado a las vanidades del
periodismo (Martán Góngora, 2008a, p. 40).
La posición prominente de su familia le permitió acceder a materiales literarios de
vanguardia, “algo no muy común entre la gente de su época y de su región, donde pocos
podían adquirir libros” (Vanín, 2012, p. 12). Entre otros autores, leyó a Jean-Jacques
Rousseau, Voltaire y Friedrich Nietzsche, así como a Paul Verlaine, Charles Baudelaire
y Arthur Rimbaud (Martán Góngora, 2008a, p. 20). No es extraño que el autor fuera
considerado parte del movimiento literario piedracelista, que giró alrededor de la es-
tética de la generación del Centenario y tuvo una “visión de la creación poética más
tradicional, con una vocación panhispánica férrea y afín a un orden político y social
preterido, encarnada en la obra de los autores de Piedra y Cielo” (Robledo, 2017, p. 296).
Sin embargo, el intelectual afrocolombiano Alfredo Vanín (2012), discípulo confeso del
“poeta del mar”, nos llama la atención sobre el inconveniente de encapsular a Helcías
Martán Góngora en una corriente literaria: “sin enmarcarse en ningún “ismo”, Martán
sigue siendo una especie de pájaro solitario […]. El mismo poeta se confesaba fuera de
toda escuela” (p. 15). De hecho, se sintió próximo al territorio poético-musical de León
de Greiff (Martán Góngora, 2008b, p. 86), quien perteneció a la corriente literaria de
Los Nuevos (Robledo, 2017, p. 295). No obstante, sin presumir de ser un hombre culto
y reconociendo el papel jugado por “la intuición en consorcio con la experiencia”,
Helcías Martán Góngora declaró deber “mucho a los autores clásicos del Siglo de Oro
español” (Martán Góngora, 2008b, p. 94).
De estas relaciones académicas y políticas se deduce que Helcías Martán Góngora
pudiera ocupar cargos públicos y administrativos en Colombia.5 Por otra parte, fue tam-
bién un hombre católico. En su autobiografía, manifestó la influencia de los jesuitas. De
hecho, sor Ana María le enseñó sus primeras letras (Martán Góngora, 2008a, p. 17), y cursó
su secundaria con los jesuitas en Medellín. No es gratuito que, para este intelectual, “La
poesía es la tregua de Dios en la diaria faena” (Martán Góngora, 2008b, p. 114). Trabajos
5 Entre otras, Helcías Martán Góngora fue director de Prestaciones Sociales del Ministerio de Comunicaciones;
Personero de Popayán; Secretario de Educación del Cauca; concejal; Diputado a la Asamblea del Cauca; alcalde
de Buenaventura; y Representante a la Cámara por la circunscripción del Cauca.
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como Evangelios del hombre y del paisaje (1944), “Oratoria a San Pedro Claver” (1980), “Color
de Dios” (1979) y Pastoral Negra (1993) dan cuenta de su pensamiento intelectual religioso.
Mientras de su padre heredó la pasión por el mundo político y académico, de su
madre, Enriqueta Góngora, escuchó las historias de sus antepasados negros de la ciudad,
y aprendió a declamar canciones populares y baladas románticas. Lawo-Sukam (2008)
sugiere que “El contexto geográfico de la raza es tan importante en la definición de
la identidad afrohispana como el contexto cultural” (p. 24). Helcías Martán Góngora
creció “entre ríos, selva, cununos y la religiosidad del Litoral Pacífico, mundo que
marcó su carácter y su estilo literario.” (Caicedo, 2013, p. 400). Por su parte, Laurence
Prescott (2006) sostiene que “a pesar de ser de piel clara, de facciones menos negroi-
des y de familia acomodada, reconoció su condición de mestizo de ancestro negro
[…]. Y se identificó con la gente y la cultura de su región” (p. 125). “[C]on la voz y las
circunstancias del Pacífico […], compromiso que trasciende su poesía a veces de corte
ritual” (Vanín, 2012, pp. 15-16), su poesía trató el tema y la experiencia afrocolombiana
en Colombia, y sus acciones políticas afirmaron, defendieron y promocionaron tanto
la cultura como la inteligencia afrocolombiana.
Poesía negra/afrocolombiana
El compromiso intelectual de Helcías Martán Góngora se expresa en sus poemas, varía
y evoluciona en ellos. De sus obras literarias publicadas e inéditas, doce fueron dedi-
cadas a la problemática afrocolombiana (Martán Bonilla, 2008a, p. 58); entre estas, la
novela Socavón (1964). En poemas como “Coctel”, “El hermano Mayor” y “Santoral”,
Helcías Martán Góngora trató el tema del mestizaje, la religiosidad negra, así como la
condición humana y la manera de hablar de las comunidades negras costeras. Contrario
a lo que sugirió Harris (1976), estos poemas expresan una preocupación por la causa
afrocolombiana; ya sea desde la afro-espiritualidad (Caicedo Ortiz, 2013, pp. 398-400),
la conciencia ecocrítica que reconoce el paisaje biofísico y cultural del Pacífico colom-
biano (Lawo-Sukam, 2008) o la justicia social, la resistencia a la explotación, así como la
explotación del sistema esclavista (Prescott, 2006). En su análisis, Prescott (2006) destaca
“Mazorca de ensueño”, “Otra Balada del Esclavo”, “Turbio coctel de tres estirpes”,
“Burguesía de Color”, entre otros publicados en Humano litoral (1954), Mester de negrería
(1969), Música de percusión (1973) y Breviario negro (1978) (Prescott, 2006, p. 26). Asimismo,
con sus poemas “Timbiquí” y “Socavón”, Helcías Martán Góngora señaló la esclavitud
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moderna representando la codicia española hacia el oro y al minero negro como una
máquina de producir capital (Prescott, Perfil histórico). Reproduzco un fragmento del
poema “Socavón” que refleja su pensamiento antiracista. En este caso, su visión del
sistema esclavista y colonial:
Voy insepulto por el socavón.
Manos llenas de fango, lo mismo el corazón.
Ojos de la codicia donde no brilla el sol.
Cavar, ir tras el oro que engrosará las arcas
de extranjera nación.
Cavar, ser los esclavos segregados de Dios,
en las fauces hambrientas del cruento socavón (Martán Góngora, 2008, pp. 138-139).
Los analistas consultados destacan el sentimiento popular que Helcías Martán Góngora
captó en el poema “Berejú”, el cual mostró varios aspectos de la expresión cultural del
pueblo afrocolombiano (Prescott, 1996, p. 28). En este sentido, Caicedo Ortiz (2013)
reconoce la manera en que Helcías Martán Góngora proyectó la experiencia afroco-
lombiana en los poemas “El hermano mayo”, “Santoral”, “A Jorge Artel”, “Balada de un
Esclavo”, entre otros. En particular, el poema la “Pejca”, publicado en 1966 en Mester
de negrería y fabla negra, Helcías Martán Góngora describió no solo la actividad de la
pesca en la región Pacífica, sino también su lenguaje, tal y como hizo años anteriores
Candelario Obeso con su poema “Canción der boga ausente”. En este sentido, al el-
evar estos vocablos a la más alta expresión, Helcías Martán Góngora desafió a la Real
Academia de la Lengua Española, que se mostró reacia “al uso de los nuevos vocablos
nacidos en América, tanto de la vivencia de la población afro, zamba o mulata, como
de la indígena” (Zapata Olivella, 2006, p. 171). En general, los autores consultados
concuerdan en señalar la compleja visión del mundo afrocolombiano proyectada en los
poemas del escritor. Fundamentalmente de su condición humana, universal y relacional
con la naturaleza y el mundo espiritual negro/afrocolombiano.6
Acciones políticas
Varias fueron las actividades políticas, entendidas aquí como las acciones que Helcías
Martán Góngora realizó colectiva o individualmente con el objetivo de denunciar el
6 Para un análisis profundo sobre el poemario afrocolombiano de Helcías Martán Góngora véase Almario (2009),
Caicedo Ortiz (2013), Lawo-Sukam (2008), Harris (1976), Martán Bonilla (1989), Prescott, (2006) y Vanín
(2012).
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racismo en Colombia y afirmar la cultura negra/afrocolombiana. Mientras cursó sus
estudios de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas en Bogotá, Helcías Martán Gón-
gora participó en la celebración del Día del Negro y la creación del Club Negro de
Colombia. Estas acciones colectivas tuvieron lugar en la década de 1940 y fueron el
resultado de procesos de reconocimiento y empoderamiento racial entre jóvenes negros
de las regiones de Pacífico y del Caribe colombiano. Inicialmente, los miembros de la
agrupación se reunieron en pensiones, aulas de clases y calles para discutir “sin saber-
lo, lo más importante de la formación humanística: nuestra propia identidad. ‘Tú eres
negro’, ‘Yo soy mulato’. ‘Todos somos discriminados’” (Zapata Olivella, 1990, p. 184).
Estas discusiones promovieron la emergencia de los contrapúblicos afrocolombianos y
contaron con la participación de importantes figuras del pensamiento social y político
afrocolombiano (Valderrama, 2019, p. 217).
El 20 de junio de 1943 se celebró el Día del Negro en Bogotá. Fue una manifestación
anti-racista que buscó hacer pública la solidaridad racial de los afrocolombianos con los
trabajadores negros linchados en Chicago, Estados Unidos (Zapata Olivella, 1990, p. 187).
Helcías Martán Góngora participó de las manifestaciones realizadas durante todo el día.
Según lo describe Manuel Zapata Olivella (1990), los manifestantes se dirigieron a la bi-
blioteca de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá y solicitaron que se reprodujera
música de los artistas afroamericanos Marian Anderson y Paul Robeson (p. 188). Marchan-
do por la carrera séptima de Bogotá y empuñando sus manos en el aire, los protestantes
arengaban, “¡Vivan los negros!”, “¡Abajo la discriminación racial!”, “¡Protestamos por los
linchamientos de nuestros hermanos de raza en los Estados Unidos!” y “¡Viva el África
del año dos mil!” (p. 189).
Los manifestantes se detuvieron en los cafés en donde intelectuales blancos y
mestizos de la capital solían discutir asuntos nacionales. “Natanael Díaz […] se subía a
una mesa y arengaba. El coro de sus compañeros aplaudíamos y cantábamos: ¡Ay mamá
Inés! ¡Ay mamá Inés! ¡Todos los Negros Tomamos Café!” (p. 189). Recitaron poemas
de Candelario Obeso y Jorge Artel, leyeron partes de la novela Sangre Negra —en inglés
Native Son—, guardaron un minuto de silencio por la muerte de George Washington
Carver y tocaron música cumbia y rumba (Pisano, 2012, pp. 66-67).
Después del Día del Negro, se creó el Club Negro de Colombia. Sus miembros
fueron Marino A. Viveros, presidente, Natanael Díaz, relacionista público, y Víctor
M. Viveros, tesorero; Manuel Zapata Olivella, del Caribe colombiano, fue nombrado
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secretario general y Helcías Martán Góngora vicepresidente de la organización. Sus
objetivos fueron construir una biblioteca afrocolombiana, edificar un hogar para migran-
tes afrocolombianos en Bogotá, realizar conferencias sobre las condiciones de la gente
negra en la diáspora africana y crear un barrio afrocolombiano similar al de Harlem,
en New York (Pisano, 2012, p. 68). Para los años 50 surgieron, de manera inusitada,
expresiones culturales y literarias afrocolombianas que afirmaban la experiencia de
ser negro en Colombia (Caicedo Ortiz, 2013, p. 17), así como estudios y agrupaciones
folclóricas para visibilizar lo que la nación, el mestizaje y el indigenismo institucional
pretendieron ocultar.
Esta consistente política cultural negra creó una agenda intelectual en clave de
lo que Arboleda (2016) llama “suficiencias íntimas”: “orientaciones mentales, claves
epistémicas y prácticas sociales, no necesariamente reactivas, que despliega un grupo
concretando y afirmando su existencia” (p. 27). Helcías Martán Góngora compartió
este deseo no solo a través de sus creaciones poéticas, sino también en articulación con
otros intelectuales y folcloristas para la promulgación de la cultura negra y la defensa
de su inteligencia. Como el mismo poeta ilustra, la “primera canción negra de protesta
en Colombia, la grabé con música de [los afrocolombianos] Esteban Cabezas y la Negra
Grande de Colombia, Leonor González Mina, “Berejú” forma parte de mi Humano litoral
(1954)” (Martán Góngora, 2008c, p. 140).7
Cuando ejerció por un año la alcaldía de la ciudad de Buenaventura en el Pacífico
colombiano, se unió con los folcloristas negros locales Teófilo Potes, Luís Enrique
Tenorio, director de la agrupación musical “Peregoyo y su Combo Vacaná”, y Merce-
des Montaño, entre otros, para crear el Festival Folclórico del Pacífico en la ciudad.8
Además, creó la Biblioteca Municipal de Buenaventura justo en el momento histórico
cuando, con motivo del Paro cívico de 1964, se realizaban protestas en la ciudad para
demandar mayor infraestructura educativa, lucha social educativa que lideró el sacer-
dote Gerardo Valencia Cano. Finalmente, Helcías Martán Góngora participó en varias
esferas públicas afrocolombianas. Este intelectual integró la comisión colombiana que
hizo parte del Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas, organizado por
Manuel Zapata Olivella en la ciudad de Cali en 1977.
7 Para una revisión de las canciones sociales y de protestas afrocolombianas, véase Velasco (2008).
8 Comunicaciones personales con el intelectual afrocolombiano Alfredo Vanín (2016) y con Alfonso Martán
Bonilla (2021).
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Helcías Martán Góngora se solidarizó con esa voluntad por hacer visibles no solo
los nombres de los intelectuales afrocolombianos, sino también sus trabajos litera-
rios; lo que favoreció la conformación de una red de relaciones y colaboraciones en
el ámbito de la literatura y el folclore que fue mucho más amplia de lo que se pudiera
analizar en este trabajo. Sin embargo, lo presentado hasta aquí permite sostener que
poetas, intelectuales, folcloristas y músicos afrocolombianos cultivaron una relación
de apoyo, admiración y reconocimiento mutuo. Helcías Martán Góngora usó sus recur-
sos y privilegios para ejercer sus prácticas poéticas de visibilización de la inteligencia
afrocolombiana, por ejemplo, con la publicación de poemas dedicados a intelectuales
afrocolombianos no solo en sus revistas Vanguardia y Esparavel, sino también en revistas
y periódicos de circulación nacional. Así, sus prácticas poéticas de visibilización elo-
giaron a Candelario Obeso, Jorge Artel, Hugo Salazar Valdés, Alfredo Vanín, Leonor
González Mina, entre otros (Prescott, 1996, p. 27; y Caicedo, 2013, p. 405). Ejemplo de
lo anterior es el poema a Delia Zapata Olivella, publicado en Lecturas Dominicales del
periódico El Tiempo en 1959:
Delia: Dalia de música, dédalo tambores, laberinto
incendiado en el límite de la oscura floresta.
Delia Zapata, rama de un árbol de tinieblas.
En tu bosque de siglos tejes, sobre la arena,
la danza de los ríos que copulan la tierra.
Eres la hoguera antigua trocada en llama nueva,
la sed inextinguible en torno a la cisterna.
Sobre tu piel nocturna galopan las estrellas y el trópico,
en su cárcel de fuego te encadena con lianas trepadoras en torno a las aldeas.
El mapalé te ciñe como una enredadera,
estatua de la cumbia tallada en Cartagena.
Escoltas de jugares siguen tu sobre esbelto, cauce del currulao que fluye en tus arterias.
Delia, delta sinfónico, humana confluencia de esclavos y negreros sobre el sexo de américa.
Te das en holocausto —desgarrada, sangrienta— en la embriaguez melódica,
a las fauces abiertas del bien y el mal,
que sitian las cálidas fronteras que trazas con la fuga desnuda de tus piernas.
Cede tu cuerpo al ritmo fatal de las mareas en pleamar de frutos y tacitas riberas.
No hay red para los peces que entre tu sangre llevas, ni espejos sumergidos más allá de tus huellas.
Alzas en propia pira la unánime candela, sobre tu altar de piedra,
¡Delia de ojos pretéritos, sacerdotisa negra! (Martán Góngora, 1959, p. 2).
Hay una poética del reconocimiento en este poema llamado “Canto Negro” para Delia
Zapata Olivella. 9 Sobresalen las alusiones a la música e instrumentos folclóricos que
ella escenificó en las danzas folclóricas: el mapalé, la cumbia, el currulao; con frases
9 Caicedo Ortiz (2013) usa la expresión “poética del reconocimiento” (p. 405) para referirse al compromiso del
autor por visibilizar y elogiar a figuras afrocolombianas.
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como “Dalia de música, dédalo tambores”, “El mapalé te ciñe como una enredadera”,
“estatua de la cumbia tallada en Cartagena”, “Escoltas de jugares siguen tu sobre esbel-
to”, “cauce del currulao que fluye en tus arterias” asocia la figura de Delia Zapata con
una escultura musical danzante, si se me permite el término; escultura musical torneada
no solo por los movimientos dancísticos, sino por los contornos marítimos y fluviales
que preservaron la cultura negra en los Litorales Pacifico y Caribe: “Cede tu cuerpo
al ritmo fatal de las mareas en pleamar de frutos y tacitas riberas”, “No hay red para
los peces que entre tu sangre llevas, ni espejos sumergidos más allá de tus huellas”,
“Alzas en propia pira la unánime candela, sobre tu altar de piedra”. La belleza de su
danza no es una visión romántica de la historia del folclore en Colombia. Frases como
“Delia, delta sinfónico, humana confluencia de esclavos y negreros sobre el sexo de
américa”, “Te das en holocausto —desgarrada, sangrienta— en la embriaguez melódi-
ca, a las fauces abiertas del bien y el mal” sugieren el pasado terrible que significó el
sistema económico de la esclavitud. Finalmente, todo lo anterior convierte a Delia
en la “sacerdotisa negra” del saber popular y folclórico de los pueblos negros. Como
sugiere Caicedo Ortiz (2013), esta poética del reconocimiento es una “línea creativa
que enalteció la historia de la diáspora intelectual, artística y política” (p. 405).
La defensa de la inteligencia afrocolombiana
Los poemas fueron uno de los medios a través del cual Helcías Martán Góngora hizo
visible la intelectualidad afrocolombiana. Destaco el poema “A Jorge Artel”, donde se
menciona a varios escritores afrocolombianos, mujeres y hombres, como rindiéndo-
les un homenaje y haciéndolos visibles en un contexto anti-negro/afrocolombiano en
la literatura. Para Prescott (2006), Helcías Martán Góngora solía elogiar “conocidas
personalidades del mundo negro americano, quienes a su manera han contribuido a
enriquecer la cultura continental y promover la lucha mundial por la liberación” (p. 27).
Un ejemplo de lo anterior se puede observar en su poema mencionado “A Jorge Artel”:
En Cartagena de Artel y en Caribe extensión; como resuena tu son hombres de azúcar y miel. Mar del
sur hasta el confín canto Salazar Valdés y con la misma altivez en Saija, Alfredo Vanín. Salva fue donde
Payán está colgando un cartel —Cartagena y Popayán— con Delia, Juan y Manuel. Makerule y Berejú,
naidí, sangara y jurel, sepa el nieto del zulú que este es el gran Jorge Artel (Caicedo Ortiz, 2013, p. 406).
Las comunicaciones personales y ensayos fueron utilizados como estrategias literarias
para la defensa de la cultura negra y la inteligencia afrocolombiana. La primera se re-
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fiere a una carta enviada a Ramiro Lagos, de la Universidad de Carolina del Norte, a
propósito de su intención de publicar un libro antológico titulado “Poesía liberadora
y deliberada de Colombia”. La antología se pensó en oposición a la poesía de la “gen-
eración de los rumiantes”, de los imitadores, vacas sagradas del enfermísimo nacional
(Martán Góngora, 2008c, p. 129). Además de mencionarle a Helcías Martán Góngora su
intención de hacerlo parte del libro ontológico, Ramiro Lagos le manifiesta su intención
de tocar temas raciales de orgullo y protesta, sociales de solidaridad continental y temas
patrióticos, pero no patrioteros. De acuerdo con la carta, Helcías Martán Góngora
propuso para la sección de denuncia y protesta una serie de escritores y poetas dentro
de los cuales recomendó considerar a escritores afrocolombianos.
En este sentido, señaló al político y escritor caucano Natanael Díaz y su poema
“Arcilla para un hombre nuevo”, y a Alfredo Vanín, cuya poesía “no es son ni bunde ni
currulao. Sin el bastón de la música negra penetra en la tierra del hombre, en los esteros
y manglares, y permanece con el hombre litoral” (Martán Góngora, 2008c, p. 132). Sugiere
del escritor Vanín considerar un libro inédito llamado “Atribal”, que “aporta elementos de
juicio poético suficientes como para incluir su nombre en la Antología liberada y delibera-
da de Colombia” (p. 132). Por último, señala que “La primera canción negra de protesta,
en Colombia, la grabé con música de Esteban Cabezas y la Negra Grande de Colombia,
Leonor González Mina. ‘Berejú’ forma parte de mi Humano litoral” (p. 132). Como lo
dijera él mismo, “la certeza frutal del poema [negro/afrocolombiano] se transforma en el
metal de los combates” (p. 140).
En los ensayos literarios sobre la poesía negra,10 “Índice poético de Buenaventura”
y “Notas en torno a la poesía negra en Colombia” publicados en 1970 y 1981, respectiva-
mente, observó una especie de manifiestos literarios que afirmaron la existencia de una
literatura afrocolombiana en medio de lo que Prescott (1997) señaló como un ambiente
anti-poesía negra/afrocolombiana (p. 124); de Fridermann describió como de invisibilidad
(1984), Arboleda definió como de clandestinización pública (2016) y Valderrama (2019)
como de folclorización de la intelectualidad afrocolombiana.
Por tanto, la decisión de reivindicar la cultura e inteligencia negra/afrocolombiana
la entiendo como la ejecución de acciones políticas que tuvieron lugar en el campo de
10 Me parece muy importante señalar aquí el uso que el autor hizo del término afrocolombiano para referirse a
la poesía negra, Aunque solo apareció en una ocasión, demuestra que su uso fue más común de lo que se ha
considerado (véase Valderrama, 2019, pp. 226-229).
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la literatura nacional, acciones que buscaron poner en el radar nacional e internacional
la importancia de los aportes afrocolombianos. Lo que demuestra que Helcías Martán
Góngora entendió que la vanguardia de la lucha venidera se alimentaría del valor del
rencor y el vigor de los hombres afrocolombianos (Prescott, 1996, p. 26).
Por otro lado, por las fechas de publicación, se puede sugerir que estos ensayos
fueron pioneros en el análisis de una literatura afrocolombiana en el país. Allí, Helcías
Martán Góngora propuso una definición de literatura afrocolombiana, partiendo del
trabajo de Hortensia Ruiz del Vizo, Poesía negra del Caribe y otras áreas (1972). Para Martán
Góngora (2008e), la poesía negra “se caracteriza por el tema que es la negritud, en toda
su desnuda universalidad de facetas” (p. 182). En este sentido, concuerda con uno de los
aspectos que los especialistas reconocen dentro de la literatura negra/afrocolombiana,
el contenido temático (Caicedo Ortiz, 2013; Arboleda Q., 2016; Campbell, 1998; Lewis,
1987; y Prescott, 2006). Su expresión “La poesía afrocolombiana es flor de nuestros días”
(Martán Góngora, 2008, p. 182) se refiere al momento histórico en el que se consolidaron
los contrapúblicos afrocolombianos en la década de 1970 en el país, influenciados por
la negritude (Valderrama, 2019, p. 224). De hecho, esta poesía negra enfatizó no solo en
hacer de lo afrocolombiano un tópico literario, sino en mirarlo “como un ser humano”
(Martán Góngora, 1981, p. 211).
El autor propone la poesía negra de carácter universal “como una vertiente de la
poesía, sin apelativos, lo mismo que la poesía lírica, la poesía épica, la poesía dramática,
etc.” (Martán Góngora, 2008, p. 182). No obstante, no es una poesía de élites. Tampoco
es exclusiva de poetas puros y mucho menos exclusiva de afrocolombianos (Martán
Góngora, 2008e, p. 183). En este sentido, aunque pareciera estar de acuerdo con la
afirmación de Hortensia Ruiz del Vizo (1972) acerca de que en “Hispanoamérica, la
mayor parte de sus cultivadores son blancos” (Martán Góngora, 1981, p. 211), también
argumenta que “blancos, indios, mulatos, mestizos y negros tocamos con iguales manos
el tambor universal de las tinieblas. Todos cargamos sobre los mismos hombres lacerados,
la Cruz de Langston Hughes” (p. 211). Así, quienes escriben poesía negra no se reducen
al color de piel. Estos mismos son juristas (Jorge Artel), profesores (Hugo Salazar),
poetas (Alfredo Vanín, Marco Realpe Borja, Juan Zapata Olivella y Hernando Revelo
Hurtado) y médicos (p. 182). Lo que se observa es que para Helcías Martán Góngora, el
desarrollo de la poesía negra no fue un problema que se reduce y se limita al color de
piel del escritor; se trata de un compromiso intelectual. Por eso no conviene “distinguir
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entre la poesía negra, escrita por negros, y poesía mulata. Entre pura poesía negra y
poesía negra nacida de mulatos, indios o blancos. Lo importante es el hombre: coctel
de razas en el trópico” (Martán Góngora, 1981, pp. 208-209). Como se puede observar,
esta aproximación conceptual a la poesía negra, aunque ambigua y contradictoria, refleja
la influencia de los dos mundos en el pensamiento del autor.
Propuso una poesía negra que presta menos atención a las fronteras raciales y
otorga mayor importancia al compromiso por la defensa de la cultura y la inteligencia
afrocolombiana. El problema con esta definición abarcadora de la poesía negra es el
poco criterio analítico de Helcías Martán Góngora para diferenciar, como sí lo hace
Manuel Zapata Olivella (2020), entre una poesía afrocolombiana racialmente estereo-
tipada —común en la literatura negrista blanca— y la poesía negra liberadora y emanci-
padora. En este orden de ideas, Helcías Martán Góngora no tuvo ningún problema en
colocar en la misma categoría a escritores blanco-mestizos como Jorge Isaacs (María)
y Bernardo Arias Trujillo (Risaralda, novela de negredumbre y vaquería), reconocidos por
su literatura racista (Valderrama, 2016), con afrocolombianos tales como Candelario
Obeso, Juan Zapata Olivella, Natanael Díaz, Hugo Salazar Valdés, Miguel A. Caicedo,
etc. (Martán Góngora, 2008e, p. 185), quienes agenciaron una política cultural negra
emancipadora (Prescott, 1996). Sin embargo, a pesar de esta evidente contradicción y
ambigüedad, si partimos de su propia definición de poesía negra/afrocolombiana —su
visión universal de la poesía negra/afrocolombiana—, ubicar a estos escritores afro-
colombianos en la misma categoría que aquellos escritores blancos-mestizos puede
significar el darle a ambos estatus y valores de literatura nacional. En otras palabras,
como iguales. Actitud impensada en la historia literaria de Colombia.
Comentarios finales
El presente escrito expone los aspectos que hacen de Helcías Martán Góngora un intelectual
comprometido. A partir de acciones políticas y literarias, el escritor defendió la cultura
y la inteligencia negra/afrocolombiana. Defensa que tuvo lugar en un contexto nacional
anti-poesía o literatura negra/afrocolombiana. Lo que muchas veces jugó en perjuicio
de su propia imagen en el campo literario nacional, como lo puntualizan sus críticos: “si
bien fue elogiado y cantado por escritores y poetas […], jamás se refirieron a sus poemas
‘negros’: siempre elogiaron [y/o criticaron] su refinado lirismo, sus metáforas del crepús-
culo, del río y del amor emparentadas con el mar” (Vanín, 2012, p. 20); o en perjuicio de
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su propio éxito personal, porque sigue siendo excluido de las “antologías y enciclopedias
canonizantes, editadas por figuras como Juan Gustavo Cobo” (Lawo-Sukam, 2008, p. 23).
La revisión crítica expuesta aquí no deja claro que no sufrió de los problemas de
identidad de los escritores latinoamericanos, según lo expuso Manuel Zapata Olivella
(2006). Su producción literaria muestra una conciencia afro-descendiente en la que “la
negredumbre del alma africana pura o mezclada en el mestizaje hispano-indígena [no] se
queda enmascarada, oculta y […] traicionada” (Zapata Olivella, 2006, p. 171). Tampoco
se queda atrapado en poetizar y narrar la visión oficial del mestizaje que niega la pres-
encia y existencia de la triple dimensión africana, indígena y europea en la definición
de la identidad nacional. En este sentido, su literatura habló de la otra nación negra/
afrocolombiana para posicionarla como elemento fundamental de la identidad nacional
de Colombia.
Finalmente, el análisis parcial hecho sobre el trabajo literario de Helcías Martán
Góngora aporta elementos para reconceptualizar los “linderos” de la literatura negra/
afrocolombiana. Generalmente se reconoce que esta se compone de dos aspectos fun-
damentales: la pertenencia étnica y la temática (Caicedo Ortiz, 2013; Campbell, 1998;
Lewis, 1987). Es claro que Helcías Martán Góngora solo cumple con la segunda condición
a partir de su literatura combativa, que defendió y revaloró la cultura y la inteligencia
negra/afrocolombiana. Sin embargo, su trayectoria propone una condición más, las
acciones políticas. Como se describió en este trabajo, y como lo han señalado estudios
sobre la intelectual afrodiaspórica (Caicedo Ortiz, 2013). Su compromiso se concretó en
acciones políticas por la defensa de la cultura y la intelectualidad negra/afrocolombiana.
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