DEBATES
Teoría crítica en salud
Critical theory in health
A teoria crítica na área da saúde
John H. Estrada M. 1; Marleny Valencia A.2; Diana P. Betancurth L.3
1 Magíster y PhD en salud pública, Departamento de Salud Colectiva Universidad Nacional de Colombia, Odontólogo, Facultad de Odontología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D. C. Correo electrónico:jhestradam@unal.edu.co
2 Magíster y PhD en salud pública, Bacterióloga, especialista en citología, . Grupo Salud Sexual y Cáncer, Escuela de Microbiología, Universidad de Antioquia. Correo electrónico:marleny.valencia@udea.edu.co
3 Estudiante del programa de doctorado en salud pública, Universidad de Antioquia; magíster en investigación en atención primaria, Miguel Hernández Elche; magíster en enfermería, Universidad Nacional de Colombia; enfermera. Docente del Departamento Salud Pública, Universidad de Caldas. Correo electrónico:diana.betancurth@ucaldas.edu.co
Recibido: 3 de marzo de 2015. Aprobado: 20 de junio de 2015. Publicado: 20 de octubre de 2015
Estrada JH, Valencia M, Betancurth DP. Teoría crítica en salud. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2015; 33(supl 1): S87–S89. DOI: 10.17533/udea.rfnsp.v33s1a15
El debate sobre teoría crítica en salud se concreta desde el deseo de mostrar su importancia en la investigación; se realiza por primera vez —y se espera que no sea la última— en el marco del VI Congreso Internacional de Investigación Cualitativa en Salud. Su interés primordial es el de discutir cómo hacer viva hoy una teoría crítica que devele las injusticias socioeconómicas, así como de raza, etnia o género para transformarlas y, de alguna manera, permitirnos pensar, soñar y construir un mundo mejor basado en principios de autodeterminación democrática, justicia y libertad. Es urgente concientizar a los profesionales sobre su papel en la denuncia y lucha por unas mejores condiciones de vida para toda la población.
Estamos convencidos de que es necesario el pensamiento crítico o una teoría crítica en relación particular con la investigación cualitativa en salud, lo que posibilita que nos encontremos en este espacio estudiantes, académicos, investigadores, docentes o activistas como agentes alentadores y facilitadores de la transformación de circunstancias que oprimen al sujeto y sus colectividades, pues quienes practican las concepciones y prácticas de dominación ideológica en el área de la salud no son capaces de enfrentarse a los grandes retos de compromiso social y ni siquiera imaginan que sea necesario hacerlo.
Entre la soledad, la frustración y el temor: sentimientos vividos hoy por los investigadores
Para los investigadores sociales se convierte en prioritario escuchar las voces silenciadas —la voz del otro—; estos espacios de debate nos brindan como participantes un espacio, un oasis para reflexionar colectivamente y rescatar, desde una postura libre y abierta, la expresión de sentimientos, emociones y desafíos ante las problemáticas visibles que vivimos en la actualidad.
Hoy pensamos que es necesario trascender; sabemos que en solitario es muy poco lo que hacemos, y en la actualidad estamos respondiendo de manera perfecta al individualismo propio de la sociedad capitalista. Es necesario generar movimientos sociales y redes desde la teoría crítica, pactar un compromiso ético entre quienes creemos en las utopías para no sentir que estamos solos y, como colectivos, luchar por subvertir la dominación de las estructuras de poder político.
También existe una preocupación real acerca de considerables estudios basados en descripciones e interpretaciones que no trascienden la teoría, no pasan a la práctica, no plantean el aporte a la resolución de los problemas sociales y, en lugar de esto, fortalecen colectivos alienantes que no ayudan a aliviar el sufrimiento de la humanidad. Al respecto, es necesario considerar las exigencias éticas más importantes vinculadas a las prácticas investigativas, y entonces tendríamos que cuestionarnos varias cosas: ¿lo que voy a investigar sirve realmente y a quién?, ¿A quién va dirigida la investigación?, ¿es un tema de investigación relevante? Igualmente, debe abordarse la reflexión continua sobre el sentido de la investigación que conduzca a la transformación de las estructuras injustas orientadas desde visiones hegemónicas.
Otra pregunta relevante es: ¿desde dónde investigo y a quienes incluyo? Los espacios académicos, como las universidades, tienen mayores posibilidades para la investigación, pero nos olvidamos de las personas que ejecutan acciones en salud: los técnicos, los enfermeros de campo, los auxiliares, los promotores y los investigados, quienes también constantemente se formulan preguntas sobre sus problemas cotidianos y en realidad son usados como instrumentos para las investigaciones, sobre todo en los microterritorios.
Por todo esto, debemos plantearnos una reflexión profunda sobre el hacer, más allá de los métodos y las técnicas, pues de manera frustrante se corre el riesgo de que la investigación cualitativa contribuya a mantener el statu quo; que no sea crítica como se cree y, en este trasegar, más bien nos convertimos, sin querer, en víctimas y victimarios del conocimiento y en cadenas transmisoras de inequidad.
En este sentido consiste el temor de muchos de los investigadores —algunos presentes en este debate—: el de ver cómo la investigación cualitativa y la teoría crítica siguen un camino hacia la ciencia positivista o moderna, determinado por el hecho de que hoy en día la ciencia —al igual que la permanencia, el reconocimiento o la promoción de los académicos en las instituciones— se por las publicaciones, un mercado académico que permite hacer el tránsito hacia un “investigar por investigar”, con el supuesto de “publicar para no perecer“, lo que favorece el desdibujamiento de una investigación con compromiso ético y político como se propone desde una mirada crítica.
Desde un pensamiento crítico es necesario renovar la esperanza
No puede desconocerse un panorama adverso —señalado por los participantes— para desarrollar la praxis desde el pensamiento crítico; sin embargo, la primera reflexión que se asume desde esta perspectiva es la de renovar la esperanza, creer en las utopías y seguir soñando para que el optimismo vuelva a florecer.
En diferentes lugares de la geografía mundial han existido personas que han dejado su legado y otras que aún siguen luchando por la transformación social a través de la teoría crítica; por nombrar algunos de ellos: Marco Lowi, quien sistematizó todo el aporte marxista latinoamericano; el peruano José Carlos Mariátegui (1894–1930); Adolfo Sánchez Vásquez (1915–2011), español de origen y mexicano de nacionalidad, uno de los grandes teóricos del marxismo latinoamericano; José María Aricó (1931–1991) argentino, quien nos da las nueve lecciones de economía política en el marxismo; el famoso Enrique Dussel, también argentino pero radicado en México, con su ética de la liberación; Bolívar Echavarría (1941–2010) ecuatoriano que residió en México, marxista de convicción; Atilio Borón, radical marxista comprometido con las comunidades; Frei Beto, brasileño, con la teología de la liberación y discípulo de Freire, como lo ha sido también Peter McLaren. La obra de Paulo Freire ocupa un lugar central y marca un referente imprescindible a la hora de reconstruir el pensamiento emancipador.
Deben tenerse en cuenta también marxistas actuales como Claudio Katz y Renán Vega Cantor, historiador y docente que se destaca porque nunca ha dictado clases en posgrado, porque sabe que la fortaleza y la oportunidad de transformar la vida están en el pregrado; y entre los más jóvenes se encuentra Néstor Kohan, en su obra Marx en su tercer mundo, quien presenta una manera inteligible para comprender el método materialista dialéctico y marxista.
A partir de la medicina social se destacan Asa Cristina Laurell desde los años setenta con sus categorías de análisis de intervención en el mundo del trabajo; Naomar Almeida Filho junto con Jairnilson Silva Paim con la categoría de salud colectiva; Jaime Breilh con su postura de epidemiología crítica y Edmundo Granda, ya fallecido. Por supuesto, no podría quedarse sin nombrar la red de alames (Asociación Latinoamericana de Medicina Social), donde confluyen numerosas personas con pensamiento crítico para apoyar las luchas de los pueblos latinoamericanos en defensa de su salud.
Estos planteamientos provenientes de pensadores críticos permiten otear que no estamos en solitario ni en la praxis en salud ni en lo teórico; permiten, además, afirmar que es posible transformar realidades que oprimen y profundizan las injusticias sociales y las inequidades. Es decir, que no estamos solos en esta línea de pensamiento, lo que llena nuestros corazones de esperanza.
Asimismo, en la actualidad existen personas y grupos de investigación de diferentes universidades que trabajan y piensan en la acción, con proyectos de extensión solidaria en los microterritorios (indígenas), tesis doctorales y de maestría y trabajos de investigación con los discapacitados y con los más desaventajados, lo que muestra que podemos trabajar desde las comunidades y los miembros que las integran; desde sus problemas, sus deseos y necesidades para investigar lo que la comunidad decida y priorice; de esta forma se presenta una denuncia desde la academia sobre las relaciones de inequidades que limitan las posibilidades de las personas y las conducen a unos modos de vida malsanos que afectan su calidad de vida en general .
La investigación desde el pensamiento crítico demanda coherencia entre el pensar y actuar en salud
Los rasgos de un pensamiento crítico emancipador cobran sentido en la medida en que posibiliten la orientación de prácticas transformadoras; esto exige a quienes se consideren pensadores críticos ir más allá de las formas de democracia existentes impuestas por el capitalismo.
Lo primero que debemos hacer es una denuncia de nosotros mismos porque muchas veces somos incoherentes con respecto a las cuestiones críticas que creemos forman parte de nuestro discurso y la praxis; buscamos los problemas en otro lugar sin tener en cuenta que nuestro actuar es irreflexivo. Seguir asumiendo la investigación de forma reduccionista y biologista, enfocada en la enfermedad, es un ejemplo de inequidad, pues se soslayan así otras dimensiones de la vida humana, cuando son los procesos de determinación social los que condicionan que unas personas se enfermen más que otras. Por esto cada cual, desde su disciplina —ya sea trabajador social, psicólogo, nutricionista, enfermero, bacteriólogo o médico, entre otros— puede investigar desde una óptica diferente a la hegemónica, lo que implica reorientar el tradicional objeto de estudio.
Si bien es cierto que generar transformaciones es complejo, estas son necesarias e implican partir de los contextos donde se encuentren las personas, de sus realidades concretas para develar inequidades e injusticias y, a través de un proceso de reflexión mutua (investigador–investigado), hacerles ver a los actores que existe un mundo mejor y diferente del que tienen, y permitirles que surjan, que sean reconocidos y que reclamen los derechos que les corresponden.
A partir de todo lo expuesto, es necesario develar las grietas desde adentro del sistema porque el poder de los académicos es muy importante, parafraseando lo que decía Lola Cendales, pedagoga latinoamericana: ustedes los investigadores, no saben el poder que tienen; así que tenemos el poder de abrir esas grietas, abrir una brecha y, como colectivos, hacer resistencia frente a un modelo económico de orden capitalista y frente a regímenes políticos autoritarios que excluyen y subordinan a la población y amilanan cualquier deseo de transformación social.
Conclusión
Para el momento histórico actual de Latinoamérica, la investigación desde una perspectiva crítica es pilar fundamental para permitirnos soñar, reivindicar las utopías y alejar el pesimismo porque hay claros ejemplos de que “sí es posible. Hay una luz de esperanza porque no estamos solos a lo largo y ancho del continente. Esto renueva el deseo por trabajar en los ámbitos locales, pero además por ser gestores de alianzas y redes entre quienes compartimos la voluntad y el interés en asumir un compromiso ético y político que va más allá de las interpretaciones de la realidad social, hacia compromisos emancipadores que transformen la realidad para contrarrestar el deseo de la ideología dominante por vernos derrotados.
En pocas palabras, se trata de rescatar “la imaginación utópica” como la posibilidad de ir más allá del mañana, sin necesidad de convertirnos en idealistas ingenuos: concebir el utopismo como una relación dialéctica entre la denuncia del presente y el anuncio del futuro. Prever el futuro con los sueños del presente. Reflexionar si aún es posible soñar o no y, en caso de sentir que cada vez es menos factible, preguntarnos: ¿cómo hacer para que sea posible?