NOTAS Y RESEÑAS

¿El problema es que la economía no ha sido lo suficientemente keynesiana? Una nota a propósito de Krugman y el debate sobre la situación de la ciencia económica

 

 

Martha Susana Jaimes*

 

* Martha Susana Jaimes Builes: Economista y Magíster en Economía de la Universidad de los Andes. Profesora de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y profesora asistente de la Universidad de los Andes. Asistente de investigación del CEDE – Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Dirección electrónica: ma–jaime@uniandes. edu.co. Dirección postal: Carrera 1 # 18ª–10 Edificio W, oficina 710, Bogotá, Colombia.

 

–Introducción. –I. La belleza en lugar de la verdad. –II. El papel de la crisis en la economía. –Conclusiones. –Bibliografía.


 

 

Introducción

La reciente crisis económica no sólo revivió el viejo debate sobre la pertinencia de la intervención del Estado en los mercados, también trajo consigo un sin número de artículos cuyo principal objetivo ha sido cuestionar el papel de la economía como ciencia en relación con su papel frente a las crisis. Desde que la palabra ''crisis'' revivió en el léxico de las principales noticias, los analistas volcaron su mirada hacia la teoría económica en busca de razones que les permitiera entender por qué estaban ocurriendo estas crisis y sobre todo, por qué nadie vio venir aquel horrible monstruo que había quedado sumergido en lo profundo de la historia económica desde la crisis del 29; al menos esa es la impresión más general. En realidad, al momento de enfrentar analíticamente los principales determinantes de la actual crisis, se revivieron las historias de otras crisis de menor magnitud que se han presentado a lo largo de los últimos 20 años, con lo cual surgió la pregunta principal que ha rondado entre los analistas y teóricos: ¿qué parte de la teoría económica permite explicar las crisis?

La búsqueda de una respuesta pareciera que llevó a todos, analistas y teóricos, a encontrar nuevamente el nombre de John M. Keynes entre sus cuadernos. De repente resurgió el interés por la Teoría General y diferentes expertos empezaron a hablar nuevamente de las premisas de la Economía keynesiana. Este hecho trajo consigo efectos colaterales: revivió el debate sobre la intervención del Estado en los mercados, el papel del desempleo, la posibilidad de que los mercados traigan consigo asignaciones ineficientes, e incluso sobre los determinantes del comportamiento individual y sus efectos sobre los resultados en el mercado. Pero ¿en realidad estos debates se habían dejado de lado? Bien es sabido que no. El pasado 2 de septiembre de 2009 en su columna del New York Times, Paul Krugman publicó un polémico artículo titulado How did Economists Get it so Wrong?1 en el cual el premio Nobel cuestiona profundamente el estado actual de la teoría económica y el papel de los economistas frente a la teoría y frente a los debates que han surgido al interior de la ciencia económica a lo largo de su historia. Krugman logró revivir el debate en toda su extensión, o al menos pareciera que los señalamientos que por años han hecho diferentes críticos acerca de la teoría económica central por fin tienen eco gracias al Nobel, quizá a la coyuntura, o de pronto a una mezcla de las dos. Con su artículo, el economista puso el dedo en la llaga y lo hundió profundamente; cuestiona con nombres y apellidos a algunos de los economistas norteamericanos más reconocidos y cuestiona las escuelas económicas de las cuales provienen los principales economistas que lideran la política económica norteamericana. En este sentido resulta interesante analizar algunos de los puntos expuestos por Krugman en su artículo, con el fin de dar respuesta a la pregunta con la que hemos iniciado la introducción a la presente nota.

 

I. La belleza en lugar de la verdad

Al leer el artículo de Krugman, no se puede dejar de notar el tono irónico y bastante provocador con que el autor expone sus ideas de principio a fin. El artículo inicia resaltando cómo algunos de sus colegas economistas, en tiempos anteriores a la actual crisis, se enorgullecían del campo de la economía y del éxito teórico y práctico alcanzado por la ciencia económica; en palabras de Krugman el problema no ha sido la poca capacidad de la economía para predecir las crisis, por el contrario, el problema ha sido que los economistas han creído vehementemente en las teorías que ellos mismos han construido, con lo cual han dejado de lado importantes análisis sobre la realidad, entre ellos la posibilidad de que situaciones así se presenten. El autor señala un problema más de fondo, que los economistas y la teoría económica, han forjado un credo con el cual se niega la posibilidad de ''fallas catastróficas en la economía de mercado'', y con ello la posibilidad del Estado de prevenir o mejorar dichas fallas. Con lo anterior, Krugman revive no sólo el debate sobre la función del Estado frente a la economía de mercado, también trae a colación el papel que debe jugar la teoría económica como elemento central que permita la compresión de fenómenos como la recesión y el desempleo. Ante esto el autor señala cómo algunas divisiones internas entre los macroeconomistas apuntan a que las crisis son, o bien algo que nunca sucede en una economía de libre mercado, o bien algo que se puede controlar vía la política monetaria del FED. En medio de esto, el autor se pregunta cómo y por qué llegó la economía a este punto y señala que, a su manera de ver, esto ha pasado porque los economistas han buscado analizar la realidad a través de un uso intensivo de los modelos matemáticos y que, dado que la mala memoria ha permitido dejar en el olvido la Gran Depresión, y otros momentos tortuosos, entonces se ha llegado a la idealización de la economía como lugar de interacción de individuos racionales en mercados perfectos. En sí la primera parte del artículo busca señalar cómo la matematización de la economía ha llevado a que se disfrace la realidad con la belleza y la formalidad de las matemáticas, partiendo de un mundo irreal y romántico dado por la perfección de los mercados y dejando de lado todo aquello que puede salir mal.

Si bien resulta impactante leer una crítica de este estilo, además leerla en el New York Times y de la pluma de un premio Nobel, los puntos señalados por Krugman pueden sonar a lugar común para muchos de los economistas dedicados al estudio de la teoría económica desde sus múltiples paradigmas. El problema señalado por Krugman no se centra en una cuestión de credo solamente, apunta asimismo a un análisis subyacente del papel del método normativo en la economía, tema sobre el cual se han escrito ya suficientes análisis para poder explicar por qué los economistas han confundido la belleza con la verdad. Resulta interesante y muy diciente, ver cómo un economista de la talla de Krugman pareciera estar alejado de los debates internos de la ciencia, donde no sólo autores como Warren Samuels, Carlo Benetti y Jean Cartelier nos han brindado análisis profundos, sino que incluso la crítica al uso de las matemáticas y los mundos imaginarios en la economía dio lugar al movimiento conocido como Post–Autistic Economics2 que nació desde el año 2001. Samuels describe cómo la implementación de modelos normativos que tratan sobre el deber ser de los mercados, es decir, los modelos de mercados de competencia perfecta, no corresponden a una representación de la verdad en tanto descripción de la realidad, por el contrario corresponde a una forma de descripción del deber ser de la realidad, es por el contrario ''una afirmación de la importancia de la consideración de las consecuencias, utilidad y deseabilidad sobre la verdad, en áreas donde los primeros tienen mayor revelevancia''.3 A partir de un análisis como éste, diferentes teóricos de la economía han analizado las razones por las cuales la economía asume este camino metodológico y concluye que este hecho beneficia la formulación de políticas económicas y, por tanto, tiene una marcada aceptación dentro de la ciencia económica.

En realidad no es que se haya reemplazado la verdad por la belleza de las matemáticas, más bien es que la belleza de las matemáticas ha permitido definir mejor el deber ser de la economía, en cuyo caso los modelos formales brindan una mejor justificación a las recomendaciones de política que derivan del contraste entre el deber ser y la realidad. Así, cuando Krugman sugiere que los economistas deben empezar a considerar una teoría económica que se aleje de los modelos estilizados basados en el comportamiento racional y los mercados perfectos, el autor no está sugiriendo que se omitan las matemáticas de la economía como algunos han interpretado;4 el economista más bien está llamando la atención sobre la importancia de construir una teoría cuyo fin no sea la modelación de un deber ser a través de la formalización matemática, sino una comprensión de los fenómenos económicos observados en la realidad.

Hay que resaltar que Krugman hace un llamado interesante a la cordura en tanto señala que, aun cuando es difícil predecir cuál es el rumbo de la teoría económica después de la actual crisis, es importante que se incorpore en la teoría la existencia de un comportamiento impredecible de los agentes y la posibilidad de fallas en los mercados, de manera que la política económica se vuelva más cauta y asimismo reconozca que no todo se debe dejar en manos del mercado. Entre otras cosas, Krugman resalta el papel de una política económica activa que debe estar en manos de economistas que comprendan la función de dicha política a la luz de las falencias del mercado, sin los peligros que surgen cuando los reguladores no creen en la regulación. Con esto el autor hace un llamado muy importante a dejar de lado el estigma que por años ha acompañado a la teoría económica en su análisis sobre el papel del Estado en relación con el funcionamiento de los mercados. ¿Qué mejor momento para hacer un llamado de este tipo, que a la luz de una crisis derivada de fallas en el más libre y supuestamente perfecto de los mercados, el financiero? Sin embargo, el hecho de que la crisis actual haya derivado de dicho mercado tampoco implica que éste no tenga la capacidad de autorregularse o que requiera una profunda regulación, más bien indica que todo extremo es vicioso y que es hora de que la economía, o los economistas, se alejen del extremo en el que se encontraban cuando la crisis los cogió por sorpresa.

Krugman señala además dos puntos esenciales para el debate actual. El primero de ellos es que la teoría de Keynes no es una teoría sobre cómo el Estado deber manejar la economía, por el contrario es una teoría que, reconociendo los problemas inherentes a los mercados, propone cómo el Estado debe contribuir al funcionamiento eficiente de estos; si bien puede ser una interpretación simplista de la teoría de Keynes, es importante reconocer que dado el tipo de lector al que se dirige Krugman en su artículo, este es un mito importante para romper al menos en este sentido. El segundo, consiste en el relato sobre cómo la teoría económica logró dejar atrás a Keynes, dejando de lado a su vez un tema de vital importancia: el papel de las recesiones y de las crisis en la economía.

 

II. El papel de la crisis en la economía

Uno de los puntos más interesantes del artículo de Krugman es la manera como el autor expone los cambios del análisis del papel de las crisis en la teoría económica. En general, el artículo parece una declaración abierta sobre su firme convicción en torno a la teoría económica de Keynes. Por una parte, el autor presenta una explicación de la crisis desde una perspectiva de los problemas de demanda, y por otra parte, critica a los llamados ''economistas de agua salada''5 por llamarse keynesianos sin desprenderse del todo de los análisis económicos a la luz de la racionalidad individual y los mercados perfectos. Entre tanto, llama puristas neoclásicos a los economistas ''de agua dulce'' por sostener que una crisis de demanda es imposible toda vez los precios siempre se ajustan para igualar las cantidades ofrecidas y demandadas. En resumen, Krugman plantea que no hay aún, dentro de la teoría ortodoxa, una construcción teórica sólida que explique las crisis, ni una plena comprensión de las crisis, y mucho menos un mecanismo de formulación de políticas que permita mitigarla.

En este sentido el autor llama la atención sobre las explicaciones que se han propuesto para el fenómeno del desempleo a la luz de la teoríaeconómica principal. Según Krugman, el análisis propuesto por Prescott, uno de los más aceptados, plantea el desempleo como un fenómeno que deriva de la libre elección de los trabajadores de no tomar los empleos disponibles en momentos desfavorables. Si bien este planteamiento parece un poco desconcertante, es importante entender que hay un vacío teórico en relación con el desarrollo de las dinámicas del mercado laboral, que se explica en gran medida por la incapacidad teórica de plantear las crisis a la luz del modelo central. Krugman explica que hoy este hecho deriva a su vez de la incapacidad de la teoría de explicar el surgimiento de las Burbujas, dado que hay un firme convencimiento sobre la implementación de modelos que parten de la racionalidad de los agentes y la capacidad de los mercados financieros de asignar correctamente los precios.

En otras palabras, Krugman hace un llamado claro y directo para que la teoría reconozca las imperfecciones de los mercados, en especial los financieros, con el fin de que se diseñen políticas de intervención, principalmente en los momentos en que la economía entra en recesión. El autor expresa así su firme convicción de que fenómenos como el desempleo, por ejemplo, se pueden aliviar a través de la intervención del Estado en la economía. Y estas son palabras fuertes, tan fuertes que John Cochrane en su respuesta al artículo de Krugman, sugiere que este último está invocando a Marx –y por lo tanto es un posible comunista–,6 en tanto resalta que los mercados no son confiables y por lo tanto requieren regulación. Si bien Krugman no hace alusión a Marx en su artículo, sí es claro en afirmar que el distanciamiento de la teoría de Keynes es en gran parte la causa de que los economistas han fallado, no sólo en su capacidad de predecir, sino también en su capacidad de comprender y solventar la actual crisis. Se podría decir que Krugman estaría de acuerdo con Joan Robinson cuando dice que: ''Economics is 'some' use, but it would have been a great deal more if the Keynesian revolution had really succeeded''.7

 

Conclusiones

La respuesta a la pregunta planteada por Krugman sobre cómo y por qué los economistas se han equivocado tanto, apunta principalmente a que, dados los supuestos que fundamentan la teoría económica actual (la teoría del mainstream) ésta no cuenta con las suficientes herramientas analíticas que le permitan dar razón de los fenómenos económicos que se observan en la realidad, sobre todo las crisis económicas. ¿Por qué llegó la teoría económica a encontrarse sin salida? En general, del artículo se pueden deducir dos razones; la primera de ellas es la firme convicción en la eficiencia de los mercados expresada principalmente por la Hipótesis del mercado eficiente (efficient–market hypothesis), la cual dio fuerza a los desarrollos teóricos en torno al funcionamiento de los mercados financieros, y a su vez justificó la no regulación de dichos mercados. La segunda, que deriva en parte de la primera, es que el rechazo a la intervención del Estado en la economía marcó una fuerte separación de la teoría económica dominante frente a los planteamientos de la teoría de Keynes; con ello se olvidó el impacto de las crisis en la historia económica, se dejó de lado el proyecto teórico que buscaba incorporar su estudio como parte de los modelos macroeconómicos y se negó la posibilidad de construir una teoría en la que se pudiera proponer una política económica activa en relación con las recesiones. En pocas palabras, una de las razones de la equivocación es el haberse alejado de Keynes.

Aunque lo propuesto por Krugman en su artículo no resulta novedoso para los lectores familiarizados con los debates al interior de la ciencia económica, hay que resaltar la importancia del artículo en términos de su impacto sobre la opinión general. No todos los días un premio Nobel de economía señala en un periódico importante que la teoría económica tiene problemas profundos. A su vez, quizá lo más impactante del artículo es la manera como Krugman nombra y cita a sus colegas mostrando que las posiciones que han asumido representan una omisión frente a los eventos que desencadenaron la actual crisis. Krugman culpa directamente a los economistas; de ahí que el artículo haya tenido tanto impacto dentro de la comunidad académica. Para algunos, el premio Nobel es un héroe, para otros un tirano; lo cierto es que lo único que podemos esperar es que las palabras de Krugman, lejos de suscitar respuestas y contraataques, contribuyan más bien a que la comunidad académica y los economistas, que lideran la política económica, reflexionen sobre la necesidad de abrir espacios para considerar teorías y métodos alternativos para la construcción de la economía como ciencia.

 

Bibliografía

1. BENETTI, Carlo (1997). ''El método normativo de la teoría económica positiva'', Cuadernos de Economía, No. 26

2. BENETTI, Carlo y CARTELIER, Jean (1998). ''La economía política como ciencia: la permanencia de una convicción mal compartida'', Lecturas de Economía, No. 48

3. ROBINSON, Joan (1973). ''After Keynes: papers presented to Section F (Economics)'', Annual Meeting of the British Association for the Advancement of Science. Basil Blackwell, Oxford, 202 p.

4. KRUGMAN, Paul (2008). ''¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?'', Ensayos de Economía, No. 33, Vol. 18, pp. 209–218.

5. SAMUELS, Warren (1988). ''An Essay on the Nature and Significance of the Normative Nature of Economics'', Journal of Post–Keynesian Economics. Spring, Vol. X, No. 3, pp. 347–354.

 

 

Primera versión recibida en noviembre de 2009; versión final aceptada en diciembre de 2009

 

 

Notas

1. El artículo se encuentra disponible en versión en español en la revista Ensayos de Economía, No. 33, Vol. 18, pp. 209–218.

2. El Post–Autistic Economics Movement derivó de una carta escrita por algunos estudiantes franceses donde se señalan críticas a la enseñanza de la economía; entre otras la extrema matematización y uso de modelos teóricos dentro del ciencia económica. Para ver la carta de los estudiantes, visitar: http://www.paecon.net/PAEtexts/a–e–petition.htm .

3. Ver Samuels (1988).

4. Para quienes estén interesados en seguir el debate que ha suscitado el artículo de Krugman, se sugiere leer la respuesta de John Cochrane, la cual se puede encontrar en http://modeledbeha– vior.com/2009/09/11/john–cochrane–responds–to–paul–krugman–full–text/ (3 de noviembre de 2009).

5. En el artículo, Krugman señala cómo los macroeconomistas norteamericanos se dividieron en dos frentes teóricos: el primero, a quienes llama ''economistas de agua salada'', corresponde a los economistas de las universidades costeras (Harvard, M.I.T, Berkeley, entre otras) cuyo enfoque es keynesiano; y el segundo, al cual el autor llama ''economistas de agua dulce'', corresponde a las universidades del interior cuyo enfoque es puramente neoclásico.

6. Cabe aclarar que ésta es una interpretación propia respecto a una frase bastante sugestiva de Co– chrane: ''Well, if markets can't be trusted to allocate capital, we don't have to connect too many dots to imagine who Paul has in mind.'' Quizá fuera de contexto no sea tan clara, por eso se sugiere ver el artículo de Cochrane.

7. Ver Robinson (1973).