En torno a la traducción de Our Bodies, Ourselves para España y la construcción de un nuevo sujeto político del feminismo en la Transición española

 

Resumen

En 1982 se publicó en el Estado español el libro Nuestros cuerpos, nuestras vidas, traducción de Our Bodies, Ourselves (OBOS), un proyecto cuyo historial de elaboración y ediciones múltiples atravesó los años setenta en los Estados Unidos de América. Esta traducción fue la culminación, en España, de un tráfico discursivo que empezó a finales de la década de los setenta. Ese intenso ruido discursivo fue, en gran medida, producido gracias al proyecto OBOS, que una de las traductoras del libro conocía bien por su implicación en la primera traducción al español para Estados Unidos y que emprendió con ella un viaje transnacional entre EE.UU. y España. A partir de fuentes textuales de la época, que exponen la naturaleza fragmentaria, discontinua y parcial de la traducción, reflexiono en este artículo sobre las razones por las cuales este trasfondo proactivo de la traducción de OBOS merece atención. Este arroja luz no solo sobre aspectos singulares de un movimiento creativo de saberes subalternos, que se opuso a los discursos expertos de la medicina, sino también sobre la emergencia de un nuevo sujeto, autorrepresentado política y discursivamente, las mujeres, que desafió colectivamente la representación hegemónica tradicional de la mujer.

Palabras clave:

traducción, feminismo español, política, salud de las mujeres, Our Bodies, Ourselves, Nuestros cuerpos, nuestras vidas, sujeto político del feminismo, Transición española


Abstract

The book Nuestros cuerpos, nuestras vidas was published in Spain in 1982. It was the translation of Our Bodies, Ourselves (OBOS), the result of a long project, whose history and multiple editions spanned the seventies in the United States of America. This translation was itself the culmination in Spain of an underground discursive traffic at the end of the seventies. This widespread discursive noise was, to a large extent, due to the OBOS, project which one of the translators of the book for Spain knew about due to her involvement in the first translation into Spanish for the United States. Her experience launched a transnational journey between the USA and Spain. Using sources from that time that expose the fragmentary, discontinuous and partial nature of translation, I reflect upon the reasons why this Spanish proactive background of the translation of OBOS deserves attention. Indeed, it sheds light on not only unique aspects of a creative movement of subaltern knowledge that challenged expert medical discourse, but it also inspired the emergence of a new discursively self-constituted political category, women, which collectively challenged the traditional, established representation of woman.

Keywords:

translation, Spanish feminism, politics, women’s health, Our Bodies, Ourselves, Spanish Transition

Résumé

En 1982 fut publié en Espagne le livre Nuestros cuerpos, nuestras vidas, traduction de Our Bodies, Ourselves (OBOS), un projet éditorial dont l’histoire et l’élaboration des multiples éditions traversèrent les années soixante-dix aux États-Unis. Cette traduction fut l’aboutissement en Espagne d’un intense trafic discursif qui s’initia à la fin de la décennie 70’. Cette prolifération discursive fut engendrée, en grande partie, grâce au projet OBOS, que l’une des traductrices du livre en Espagne connaissait bien grâce à sa participation à une première traduction espagnole pour les Etats-Unis et qui fit avec elle la traversée transnationale entre les États-Unis et l’Espagne. A partir de sources textuelles de l’époque qui exposent la nature fragmentaire, discontinue et partiale de la traduction, je réfléchis aux raisons pour lesquelles cet arrière-plan proactif de la traduction d’OBOS mérite notre attention. En effet, il éclaire non seulement les aspects singuliers d’un mouvement créatif de savoirs subalternes qui s’opposa aux discours experts de la médecine mais aussi l’émergence d’un nouveau sujet, les femmes, une autoreprésentation discursive et politique défiant de façon collective la représentation hégémonique traditionnelle de la femme.

Mots clés:

traduction, féminisme espagnol, politique, santé des femmes, Our Bodies, Ourselves, Transition espagnole


La historia no es una consecuencia inevitable de la marcha del tiempo, sino un conjunto de opciones que prevalecieron al descartar otras. El resultado de este tipo de investigación es una apertura a la reinterpretación.1 Joan Scott (2007, p. 28)

1. Traducción, feminismo transnacional e historiografía

Desde los estudios de traducción se ha señalado a menudo (Tymoczko, 2000; Wolf, 2012, entre otras2) cómo, desde los años noventa, el giro cultural de la traducción primero y, luego, las aportaciones de los estudios poscoloniales han ensanchado los marcos de la investigación traductológica y han dado paso a la elaboración de planteamientos más amplios de interpretación, al activar la inclusión de perspectivas históricas, información contextual y perspectivas no eurocéntricas en los debates sobre la traducción como producto cultural. Con el impulso interdisciplinar promovido en esos marcos interpretativos, las investigaciones traductológicas con perspectiva feminista, hoy por hoy en plena expansión, han mostrado un particular dinamismo, al traer a un primer plano los macrocontextos de la traducción y las relaciones de poder que entran en juego de diversas maneras en el fenómeno de la traducción (Castro y Ergun, 2017b, 2018).

Como lo han señalado Olga Castro y Emek Ergun (2018), la investigación traductológica con perspectiva feminista, al incorporar una lente geopolítica crítica que asume una mirada situada de la traducción, ha facilitado la comprensión de que todo acto de traducción feminista tiene “un lugar en un mapa y en una historia”, un contexto en el que diferentes agentes (autoras, traductoras lectoras, editoriales, etc.) participan de la activación o desactivación de discursos. Por ello, apelan a una polinización más importante entre los estudios feministas y los estudios de traducción, que mueva los límites de la traductología y amplíe su alcance geopolítico, teórico y metodológico.

El crecimiento de los trabajos que, desde esos planteamientos, han abogado por la necesaria interdisciplinariedad de la investigación traductológica ha puesto de manifiesto cómo política y traducción han estado siempre muy imbricadas a lo largo de la historia (Evans y Fernández, 2018). Se ha ensanchando la definición de “traducción”, llevándola más allá de una estrecha transposición textual (Tymoczko, 2007), y la de “política”. Más allá de la estricta comprensión formal o institucional de la esfera política, desde una visión posestructuralista se atiende a lo político, asumido aquí como el conjunto de relaciones o dinámicas individuales y colectivas que tienen efectos sobre la hegemonía de ciertos sistemas de saber-poder, y reconocen la dimensión que la traducción -como cualquier otro discurso- entraña de interacción social, de acción emancipadora y transformación de lo social. Así, Jonathan Evans y Fruela Fernández señalan que la traducción, comprendida como actividad política, tiene efectos importantes en cómo las comunidades son representadas y, por consiguiente, entendidas en contextos locales caracterizados por situaciones de desigualdad. La traducción, entonces, tiene la capacidad de alterar las narrativas propias que esas comunidades construyen de sí mismas (Evans y Fernández, 2018, p. 4).

Desde una mirada sociológica, Michaela Wolf plantea, además, que:

[...] toda traducción está necesariamente relacionada con contextos sociales: por un lado, el acto de traducir, en todas sus diversas etapas, es indudablemente llevado a cabo por individuos que pertenecen a un sistema social; por otro lado, el fenómeno de la traducción está inevitablemente implicado en las instituciones sociales, que determinan en gran medida la selección, producción y distribución de la traducción y, como resultado, las estrategias adoptadas en la traducción misma. (2012, p. 132)

Según Wolf, esta visión permite conectar las relaciones de poder que subyacen a todo proceso de traducción, a la condición situada de toda traducción y de toda traductora en el contexto de la interacción entre las condiciones externas e internas de la elaboración textual que condiciona el proceso de traducción (Wolf, 2012, pp. 133-134). Así, se puede hablar del “activismo” de quienes traducen (Carcelén-Estrada, 2018; Castro y Ergun, 2018; Tymoczko, 2007; Wolf, 2012). Ese activismo implica una posición de agencia de sujetos comprometidos con su tiempo y su lugar, con una clara dimensión proactiva: quienes traducen “piensan que los textos que producen beneficiarán a la humanidad o impactarán positivamente en la cultura de recepción” (Tymoczko, 2000, p. 26). Así, la traducción como política ofrece un espacio para amplificar voces marginales y contestar conceptualizaciones hegemónicas presentes en la sociedad civil (Carcelén-Estrada, 2018, p. 255).

Con el impulso de aproximaciones poscoloniales, la reflexión feminista sobre el fenómeno de la traducción se ha producido de manera muy aguda en los últimos años. El análisis de los dispositivos culturales transnacionales que propician o limitan tanto la circulación de teorías y saberes feministas como la comunicación transnacional de los feminismos en la era neoliberal pone sobre la mesa la necesidad cada vez más urgente de la traducción para auspiciar conversaciones transnacionales que forjen alianzas frente a las nuevas realidades del capitalismo en su fase neoliberal (Castro y Ergun, 2017a, 2018; Costa y Alvarez, 2014; Mohanty, 2013; Sánchez, 2017). Si bien no cabe duda de que el proceso de globalización económica y cultural ha producido un aumento importante de las traducciones y de la investigación en ese campo, si se atiende al cruce de fronteras por personas, ideas, textos y saberes y a sus repercusiones en movimientos locales, las prácticas transnacionales del feminismo se pueden considerar históricas.

En el presente trabajo vuelvo la mirada hacia el itinerario textual-contextual que culminó con la traducción al español y la publicación para el Estado español, en 1982 (con reedición en 1984), del libro Nuestros cuerpos, nuestras vidas (NCNV). Era la traducción de una famosa publicación titulada Our Bodies, Ourselves. A Book by and for Women (OBOS), un libro escrito por mujeres y destinado a la educación y la salud sexual de las mujeres. OBOS, publicado por primera vez en formato editorial comercial en 1971, era la primera concreción de todo un proyecto político feminista en marcha, cuyo singular recorrido atravesó los años setenta en los Estados Unidos de América. Por su carácter pionero, en España, NCNV se convirtió en un recurso esencial dentro del movimiento por la salud de las mujeres, promovido, desde el final de dicha década, por activistas y profesionales de la salud (Nogueiras, 2015; Ortiz, 2014; Valls-Llobet, 2009).

Sin dudar de ese diagnóstico que han hecho las historiadoras, al iniciar mi investigación sobre la traducción de OBOS para España, la consulta de algunas fuentes primarias y secundarias me llevó a especular que OBOS habría podido emprender su viaje transatlántico, circular y ser traducido parcialmente y de manera informal antes de transformarse en NCNV en 1982.

Como plantea Maria Tymoczko,

[…] la recopilación de fuentes en sí misma depende de supuestos teóricos acerca de qué cuenta como fuente, y la descripción y el análisis de las fuentes implican juicios interpretativos y evaluaciones determinadas por marcos teóricos y paradigmas intelectuales. (2007, pp. 159-160)

La prerrogativa epistémica que, en la cultura occidental, se otorga al libro como objeto cultural por encima de otras fuentes deja en la sombra y desplaza otras producciones que, sin embargo, pueden ser parte del proceso más informal y, por ello, más opaco de la historia que conduce finalmente a la publicación de un libro y asegura, con su materialidad, su presencia indiscutible en el mundo.

Por otra parte, si bien en general se asume que, en la interacción entre texto y contexto, el texto traducido es el punto de inicio de la interacción social con su lectorado y su entorno sociocultural, en muchas ocasiones el texto publicado es solo la cara visible de otra historia invisible de interacciones diversas y negociaciones, a menudo difíciles, que ocurren en la antesala del texto publicado (Flotow, 2019). En este sentido, algunas fuentes, de naturaleza tangible -monográfico de una de las traductoras de OBOS, artículos de la prensa generalista o de la prensa feminista- de finales de los años setenta, me han permitido confirmar mi intuición de partida y llevarme a plantear que la salida editorial de NCNV en 1982 fue la culminación de un proceso sociodiscursivo que empezó mucho antes y que implicó la traducción menos formal de materiales diversos que formaron parte del trasfondo de su traducción del inglés al español.

En este sentido, mi trabajo busca rescatar y traer a un primer plano esas fuentes que anticiparon la publicación de NCNV. Materiales de diversa índole y género textual, producidos al margen y con anterioridad al libro publicado, constituyen un epitexto que, entiendo, restituye algunos de los eslabones perdidos del proceso informal y de la transacción transnacional que culminó con la traducción stricto sensu de OBOS y la publicación de NCNV en 1982.

Para analizar esos materiales y ponerlos a dialogar con su contexto, han sido fundamentales las investigaciones que desde la historia de las mujeres y del feminismo en España han estudiado el papel desempeñado por las mujeres en el franquismo y la transición política a un régimen democrático.

Por lo tanto, mi reflexión está encaminada no tanto al estudio de cómo se llevó a cabo de forma concreta la traducción de OBOS, sino al examen del recorrido sociodiscursivo anterior que determinó, finalmente, su necesaria e imprescindible publicación. En ese historial intervinieron muchos factores y agentes presentes en la sociedad española, al final de una dictadura de unos cuarenta años (1939-1975) que puso a las mujeres (y otros cuerpos feminizados) en el punto de mira de unas férreas políticas de control social (Osborne, 2012).

El interés dedicado a la naturaleza sociodiscursiva de ese proceso me permite indagar en las múltiples relaciones entre texto y contexto, y tener “una visión de la traducción como generativa, como un trabajo que [...] depende de y está en conversación con su entorno, al mismo tiempo que ejerce una influencia en él” (Flotow, 2012, p. 138). Así, desde una perspectiva traductológica, se esclarecen acontecimientos que no son tan visibles desde otras orientaciones disciplinares.

Lejos de la relación transparente y especular entre original y traducción, me resulta productivo, entonces, pensar la publicación de NCNV como espacio de culminación de una serie de relaciones inter y transtextuales con distintas capas de elaboración y transformación en el tiempo. Así, la traducción se puede concebir como una difracción que abre el texto a las interferencias más que a la reproducción. Siguiendo a Donna Haraway, la difracción, entendida como una metáfora óptica, permite una nueva mirada crítica al mundo, que transforme los dispositivos material-semióticos:

La difracción no produce un desplazamiento de “lo mismo”, como sí lo hacen la reflexión y la refracción. La difracción produce un mapa de la interferencia, no de la réplica, del reflejo o de la reproducción. Un modelo difractario no proyecta un mapa de diferencias, sino que apunta ahí donde aparecen los efectos de la diferencia. [...] una tecnología reproductiva que puede generar algo más que la visión sagrada de lo mismo, algo impropio, algo inadecuado, y por ahí, tal vez, algo inapropiable. (Haraway, 1992, p. 300)

De esta manera, busco vincular el proceso de desplazamiento, recontextualización y reapropriación del largo y particular historial de OBOS al contexto de los debates que tenían lugar en el seno del feminismo español.

Mi reflexión indaga, también, sobre un aspecto hasta ahora poco explorado de esta transferencia transnacional: su participación activa en una batalla por el significado en la construcción del sujeto colectivo “las mujeres”, como categoría política del feminismo en el contexto de aquellos años. En este sentido, me resulta igualmente útil la noción de tráfico de teorías (Costa, 2002) o de tráfico de significado (Carcelén-Estrada, 2018), que me permite enfocar el proceso de traducción de OBOS más allá del prestigio consensuado historiográficamente en torno a la publicación de NCNV y poner de manifiesto el contrabando de textos y significados que, en este caso, constituye un arrière-plan interesante por lo que desvela, en términos generales, de la naturaleza fragmentaria y parcial de la traducción (Carcelén-Estrada, 2018, p. 260), y del proceso no lineal, sino discontinuo de la traducción de dicha obra, totalmente permeado por las contingencias del contexto histórico y social.

2. OBOS y sus viajes transnacionales

Con la emergencia de la lucha por la defensa de los derechos civiles y la justicia social, a partir de los años sesenta, en Estados Unidos, los movimientos de mujeres se organizaron en torno a una nueva metodología de encuentro -centrada en los grupos de autoconciencia-, que ponía el acento sobre la vida cotidiana y la experiencia del propio cuerpo para concebir juntas formas colectivas de acción social. En 1969, un grupo de mujeres organizó, en Boston, un taller sobre “las mujeres y su cuerpo”. Constatando sus dificultades frente a un sistema médico al que tachaban de paternalista, normativo y represivo, emprendieron un trabajo de recolección de informaciones médicas susceptibles de serles útiles. Durante meses, en los que investigaron temas relacionados con la salud y la sexualidad de las mujeres (anticoncepción, embarazo, alumbramiento o enfermedades de transmisión sexual), confrontaron los datos recogidos para producir pequeños textos sobre estas cuestiones.

La gran demanda que suscitó esta primera producción textual las llevó a autoeditar, en 1970, un pequeño libro, Women and Their Bodies, en una imprenta comunitaria. Además de los temas anteriores, el libro incorporaba capítulos sobre heterosexualidad y lesbianismo, así como una crítica abierta al sistema institucional médico y sus deficiencias de cara a la salud de las mujeres. Aparte de la novedad de los contenidos, integraba una dimensión completamente revolucionaria: se enseñaba a las mujeres a hacerse, individual o colectivamente, exploraciones de sus órganos genitales.3

En 1971, tras el éxito arrollador que había logrado esta edición underground en los círculos de mujeres, una editorial comercial comprometida con los movimientos sociales, la New England Free Press, publicó la primera edición4 comercial del libro, con un nuevo título: Our Bodies, Ourselves. A Book by and for Women.

Para tener capacidad de negociación, el grupo se formalizó oficialmente como The Boston Women’s Health Book Collective y en 1976 publicó el libro en la editorial neoyorkina Simon & Schuster. El contrato establecía una doble condición: control editorial completo por parte del Colectivo y un descuento significativo del 70 % para la adquisición de ejemplares por los centros de salud sin fines lucrativos.

Conscientes de la dificultad de acceso a la información para muchas residentes de habla hispana, el Colectivo planeó, desde los primeros momentos del proyecto, una edición en español y negoció con la editorial la cesión de una parte de los beneficios para una traducción destinada a la comunidad hispanohablante. Así vio la luz, en 1977, la primera traducción al español bajo el título de Nuestros Cuerpos, Nuestras Vidas. Un libro por y para las mujeres. Fue llevada a cabo por Raquel Scherr Salgado, una chicana, profesora de literatura en Berkeley, y la universitaria argentina Leonor Taboada, residente temporal en Estados Unidos, en colaboración con un grupo de mujeres hispanohablantes.

El apartado “Notas para la edición en español” del prólogo de esa edición hacía constar:

La publicación de la primera edición de Nuestros Cuerpos, Nuestras vidas en español, es la concreción de un antiguo sueño de nuestro Colectivo. Sabemos por propia experiencia lo difícil que resulta conseguir información útil y actualizada sobre nuestra salud y sexualidad, incluso para las de habla inglesa criadas en este país. Por eso escribimos este libro. Y también comprendemos que es aún más difícil enfrentarse a estos problemas cuando el idioma es extraño y la cultura ajena. Por eso decidimos desde el comienzo que una de nuestras primeras prioridades sería hacer esta información accesible a las mujeres de habla española de los Estados Unidos. (Colectiva, 1977, p. 10)

Esta misma sección mencionaba un proyecto de colaboración, en España, con la editorial catalana Fontanella, “que próximamente publicará una edición internacional del libro para España y Latinoamérica” (Colectiva, 1977, p. 10).

A finales de los años setenta y coincidiendo con el desarrollo de encuentros internacionales para los derechos y la salud de las mujeres, OBOS inició una vuelta al mundo bajo múltiples traducciones o adaptaciones (Bessaïh y Bogic, 2016; Bogic, 2017; Davis, 2007; Shapiro, 2014; Thayer, 2014). En el ingente trabajo que ha realizado Kathy Davis (2007) acerca de la notoriedad y de la circulación mundial de OBOS, la autora señala que la razón del éxito del libro se debió a que no solo daba indicaciones y consejos concretos sobre prácticas de salud que las mujeres podían llevar a cabo ellas mismas, individual o colectivamente, sino que también asumía -a partir de las experiencias narradas- que las mujeres no tenían por qué admitir, en razón de su cuerpo, idénticas experiencias, necesidades e intereses. El libro invitaba a las lectoras a pensar críticamente sobre sus propias experiencias y a estar atentas a las circunstancias de otras mujeres, en espacios sociales, culturales y políticos diferentes de los suyos. Davis ha subrayado así el potencial que tiene la traducción en la reelaboración de saberes propios desde enunciaciones situadas.

Las rutas de los viajes que emprendió OBOS alrededor del planeta pasaron también por el Estado español. En el año 1982, la editorial barcelonesa Icaria publicó su traducción bajo el título Nuestros cuerpos, nuestras vidas (versión española), con copyright de las ediciones norteamericanas de 1971, 1973 y 1976. Desde la historia de las mujeres y de género, como ya he señalado, NCNV es considerado un texto de absoluta relevancia dentro de la historia del feminismo de la llamada “Transición democrática”.5 Sin embargo, como muestro a continuación, el texto publicado por Icaria en 1982 y reeditado en 1984 puede entenderse, en una medida importante, como el resultado de todo un “tráfico sin complejos de teorías y prácticas feministas a través de fronteras geopolíticas, disciplinarias y de otro tipo” (Costa y Alvarez, 2014, p. 562),6 en torno y a partir de OBOS, que se inició ya en la década de los setenta. Lo planteo como un contrabando de textos y traducciones difractadas que armaron un entramado de intervención discursiva de sujetos con agencia y de relaciones transtextuales, intertextuales e hipertextuales que merecen ser exploradas, por la capacidad que tuvieron de generar procesos interpretativos y subjetivos, y alterar modelos de representación hegemónicos locales.

3. De Boston a Barcelona: tras la estela de Nuestros cuerpos, nuestras vidas

Como se indica en el apartado “Notas para la edición en español” de la primera edición de OBOS en lengua española para Estados Unidos, al que me he referido más arriba, existían ya negociaciones entre el Colectivo de Boston y la editorial Fontanella para publicar una traducción de la obra para el Estado español (Colectiva del Libro de Salud de las Mujeres de Boston, 1977). En realidad, lo que publicó en 1978 Fontanella -una editorial culturalmente vanguardista y políticamente progresista, que tenía ya en su catálogo algunos libros de inspiración feminista- no fue una traducción stricto sensu de OBOS, sino un libro pequeño (pero de grandes consecuencias), titulado Cuaderno feminista. Introducción al self-help, de Taboada, colaboradora de la primera traducción al español en suelo estadounidense. Tras una estancia temporal en Estados Unidos, Taboada viajó a España con OBOS en su maleta y se afincó definitivamente en Palma de Mallorca, en 1976. A partir de los materiales y de la experiencia que había traído consigo, empezó a dedicar tiempo a la propagación de conocimientos sobre sexualidad de las mujeres y, como parte de esa labor de divulgación, elaboró la redacción del Cuaderno. “Me gustaría haberla hecho en grupo, pero no ha podido ser esta vez por razones ajenas a mi voluntad” (Taboada, 1978a, pp. 7-8), deploraba en la introducción.

3.1. Tráfico de teorías en el contexto del feminismo español de la Transición

Para entender la relevancia de la circulación difractada de los materiales de OBOS que culminaron con la publicación, en el año 1982, de NCNV, es necesario perfilar el contexto en el que transitaron. En efecto, al interpretar el fenómeno de la traducción como una práctica social y cultural imbricada en otras prácticas sociales con las que interactúa y ponerlo a conversar con su entorno, se visibiliza la red de conexiones diversas en la que se inserta:

Las traductoras y traductores comprometidos son visibles como sujetos, y como agentes tienen agendas políticas y utilizan la traducción como un medio para cumplir con esas agendas. Además […], a menudo, o casi siempre, se unen con otras personas de pensamiento similar en la acción colectiva. Este tipo de activismo no implica un esfuerzo individual, ni se limita necesariamente a la traducción. En general las traductoras y traductores comprometidos se unen con escritoras/es, editoras/es, activistas políticas/os y otras/os para acciones conjuntas y programas coordinados. [...] En realidad, participan en movimientos sociales y pretenden ser eficaces en el mundo para lograr un cambio material, social y político concreto y específico. (Tymoczko, 2007, p. 213)

En la coyuntura histórica particular por la que atravesó el Estado español durante el proceso de transición política a un régimen democrático, existía ya una intensa transacción de textos feministas (originales y traducciones) que circulaban clandestinamente, muchas veces en la trastienda de librerías que servían a menudo de lugares de encuentro y centros de información (Robles y Mediavilla, 2000). Ese era uno de los peajes que tenía que pagar ese “tráfico de teorías” (Costa y Alvarez, 2014) para puentear la censura del régimen franquista.

Un claro ejemplo, entre otros, de un tráfico multilateral y multilingüe fue el opúsculo La liberación de la mujer. Año cero (1977). Era la edición, en lengua española, de Libération des femmes, année zéro7 (1972), que contenía ya algunas traducciones de feministas estadounidenses. La edición española seleccionaba y traducía de la edición francesa capítulos de autoras tanto estadounidenses como francesas, e incorporaba capítulos de reconocidas feministas españolas, como María Aurèlia Campany o Lidia Falcón. En otros idiomas del Estado español, como el catalán y el gallego, también hubo traducciones de textos feministas que consiguieron circular, sorteando mejor o peor la censura institucional del régimen (Godayol, 2013, 2014, 2017).

El feminismo que se gestó y adquirió protagonismo durante esa época fue diverso, plural y, a menudo, internamente conflictivo en sus orientaciones (Augustín, 2003; Montero, 2009; Nash, 2011). Es imposible dar cuenta en poco espacio de la riqueza y la complejidad de un movimiento impulsado tanto por políticas identitarias de signo feminista, como por la política de resistencia antifranquista. En grandes líneas, quiero destacar los siguientes aspectos, relevantes para mi argumentación.

Las posiciones feministas oscilaban entre, por una parte, las exigencias de la lucha por la democracia, los derechos de ciudadanía y contra las discriminaciones específicas de género; y, por otra, la construcción de una identidad colectiva de signo feminista. En los grupos más radicales, fueron centrales temas sobre los que el mutismo había sido casi completo, tanto por parte de las mujeres, como de los servicios sanitarios oficiales: sexualidad, lesbianismo, control del propio cuerpo, separación entre sexualidad y reproducción, y reivindicación del placer sexual para las mujeres. En ese escenario, se desarrolló el movimiento self-help o de autoconciencia, y tuvo un impacto abrumador no solo en los movimientos de mujeres, sino también en sectores no implicados directamente en la lucha feminista (Martínez, 2018; Nash, 2011).

En la trama compleja de la tensión entre lo que se denominó “feminismo de la igualdad” y “feminismo de la diferencia”, polémica que ocupó gran parte de los debates (Augustín, 2003), los discursos sobre el cuerpo y la sexualidad permearon las diversas corrientes, enfrentándose a la tradición marxista que consideraba esas cuestiones como secundarias. Así, en aquellos años, el tema de la sexualidad fue un área de la experiencia de las mujeres priorizada por todo el movimiento feminista (Esteban, 2003).

Dentro del conjunto de prácticas organizativas y formas de acción social de las mujeres destacó una tendencia fuerte a la autoorganización en grupos no mixtos, estrategia destinada a reapropiar y empoderar la palabra de las mujeres mediante un proceso de reflexión compartida. Además, la capacidad creciente del movimiento feminista de promover acción social por medio de un entramado organizativo que reunía militantes de izquierda, militantes feministas y movimiento vecinal dio lugar a que la cuestión del cuerpo y de la sexualidad se trasladara de manera significativa a las prácticas sociales.

Diversas campañas feministas en los barrios o coordinadas a nivel estatal, charlas semiclandestinas, reuniones y charlas de educación sexual, repartos de folletos o la creación de centros de planificación familiar en los barrios consiguieron propugnar, en la arena pública de los debates políticos, las reivindicaciones en torno a los derechos reproductivos y sexuales, así como la defensa de la autonomía del cuerpo de las mujeres y la denuncia de la naturalización del ser mujer como una forma fundamental de justificación social y científica de su desigualdad. La reivindicación del propio cuerpo y de su control era una exigencia elemental, aquello sin lo que la lucha política no podía siquiera empezar: era de vital importancia que las mujeres fueran dueñas de su cuerpo para convertirse en sujetos políticos.

Si bien es difícil rastrear los circuitos informales de la traducción, la apropiación, por el movimiento feminista, de la denominación self-help8 -para designar tanto la práctica colectiva de autoconocimiento del cuerpo como el movimiento de pedagogía crítica que floreció en una vertiente importante del feminismo español (Martínez, 2018)- es indicio de que los discursos en torno al self-help eran una importación de Estados Unidos, donde tenían ya un largo recorrido, a partir de las ediciones artesanales que precedieron la publicación comercial de OBOS en 1971.

Taboada conocía bien esos materiales por su implicación con el Colectivo de Boston y su labor traductora para la versión chicana de OBOS en 1977. Es muy probable entonces que ella misma y los grupos de mujeres con los que colaboró desde su llegada a España contribuyeran mucho a acuñar esa denominación a partir de la difusión o traducción informal de esos materiales, dando lugar así a las primeras difracciones de OBOS en territorio hispano. En efecto, así recuerda los primeros tiempos de su traslado a España: “siempre [había] estado en contacto con las mujeres de Boston. Aún no había mails [...], como mucho, faxes. Pero periódicamente llegaban unos paquetes enormes cargados de fotocopias que difundíamos a todas nuestras aliadas”.9

De manera más tangible, como muestro a continuación, es posible pensar que el libro Cuaderno feminista. Introducción al self-help de Taboada (1978a) constituyera uno de los primeros eslabones hacia la traducción de OBOS para el Estado español. De hecho, se sustituyó a la publicación de la traducción de OBOS anunciada en el apartado “Notas para la primera edición en español” de OBOS para Estados Unidos, mencionado más arriba.

Al desplazar el eco de este y otros materiales a una posición más central del análisis, pretendo, además, mostrar su implicación en la contienda discursiva en torno a los significados de género de la época. Sostengo que participaron de una ruptura en el sistema de conocimiento patriarcal, haciendo emerger nuevos patrones de representación del grupo social de las mujeres al grito de “lo personal es político”. Una revolución epistemológica estaba en marcha.

3.2 El Cuaderno de Taboada y otras difracciones de OBOS

Publicado como primer volumen de una nueva colección de la editorial Fontanella -Las desobedientes-, el Cuaderno feminista. Introducción al self-help de Taboada (1978a) contaba con 111 páginas, en un formato pequeño que permitía un manejo parecido al de una guía o un manual. La portada, de color violeta oscuro, incorporaba la imagen de unas manos conformando un triángulo entre los pulgares y el resto de dedos, emulando la vulva, una señal que en esa época se estaba adoptando como contraseña feminista (véase Figura 1).

Figura 1

Portada del Cuaderno feminista (1978)

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El opúsculo iniciaba con una dedicatoria “A las mujeres del Boston Women’s Health Book Collective que abrieron tantos ojos y a todas las demás, empezando por mi madre, y terminado por Mari” (Taboada, 1978a, p. 7). A lo largo de sus páginas, con referencias continuas a la experiencia, la labor y al libro de las mujeres de Boston, Taboada dejaba constancia de que se había basado en los materiales acumulados en su estancia estadounidense. En la introducción, titulada “Por qué escribo este libro”, explicaba su intención:

Porque poseo en este momento una información que creo que todas las mujeres tenemos derecho a manejar. [...] Porque creo que las mujeres necesitamos un arma corta para defendernos de la opresión, y esa arma es el conocimiento. [...] Este cuaderno recopila una serie de datos sobre mujeres que las mujeres hemos descubierto una vez que decidimos tomar nuestras vidas en nuestras manos. [...] Este cuaderno está abierto, no pontifica, no pretende ser un misal sino un punto de partida para estimular la investigación de las mujeres, y mi trabajo no es de creación sino que me limito simplemente a hacer circular una información que ya existe. [...] Ordeno algunos de los materiales que el movimiento feminista ha elaborado en todo el mundo. Transmito, espero, la fuerza y la energía que provienen de manejar esos elementos. (Taboada, 1978a, pp. 7-8)10

Con esta cita del Cuaderno quiero llamar la atención sobre tres aspectos: en primer lugar, esa “información”, en posesión de Taboada y a la que aludirá en otras intervenciones suyas (Anónimo, 1978; Taboada, 1978b, 1978c; Taboada y Muck, 1978), era un eco de la frase repetida en los prefacios de OBOS (The Boston Women’s Health Book Collective, 1973, p. 2, y 1976, p. 12): “Our book contains real material about our bodies and ourselves that isn’t available elsewhere”.11 El Colectivo de Boston introducía así la narración detallada de cómo se había formado, cuál había sido el proceso colectivo para recabar la información y elaborarla, finalmente, para su publicación. La alusión persistente en el Cuaderno al Colectivo de Boston constituía, sin duda, la marca de su deuda con el trabajo del Colectivo, pero también trazaba una genealogía habilitante y empoderante para su propio discurso. Las mujeres de Boston no solo eran “madres simbólicas” (Godayol, 2014, p. 85) que amparaban y avalaban la autoridad y la legitimidad de su discurso; también acompañaban, como hermanas simbólicas, a las mujeres españolas, creando con el diálogo transatlántico los vínculos de sororidad tan necesarios en la situación de aislamiento cultural impuesto por las circunstancias políticas.

En segundo lugar y en conexión con el primero, la cita muestra que si bien el Cuaderno no fue una traducción stricto sensu de OBOS, sí que este constituyó lo que se puede llamar un “texto base”, inspirándonos en la terminología de los enfoques funcionalistas de la traducción (Nord, 1997, p. 25). Es decir, una materia prima textual y referencial, en otro idioma, que Taboada conocía bien desde su participación en el proceso de elaboración de la versión chicana de OBOS y que explotó para confeccionar su Cuaderno.

Por último, es significativa la utilización, en todo el Cuaderno, de la expresión “las mujeres”, presente varias veces en la cita. Si bien alterna en el texto con el enunciado de menor frecuencia “la mujer”, es predominantemente la categoría de representación utilizada para nombrar y dirigirse a sus destinatarias, junto con el uso de verbos en primera persona del plural en referencia a un nosotras con las que el texto las interpelaba.

En aquella época, apenas entraba en los debates la noción de género que cambiaría sustancialmente la comprensión feminista de la contingencia sociohistórica de un orden social que naturalizaba el cuerpo y la sexualidad de las mujeres, y justificaba su posición y exclusión social (Sánchez, 2014).

El topos discursivo que subyacía al conjunto de los discursos sociales, incluidos los producidos por las propias mujeres, era la categoría de “la-mujer”, entidad taxonómica de descripción de la realidad, propugnada desde el último tercio del siglo XIX por el discurso médico (Sánchez, 2008). Emergente de esos discursos, que atravesarían gran parte del siglo xx, la categoría de “la-mujer” hacía del grupo social de las mujeres una entidad abstracta, monolítica, ahistórica y en dependencia total de los hombres en la estructura de género de la sociedad desde finales del siglo XIX. Ese topos era todavía central en las representaciones del acervo cultural, constituyendo un imaginario social, constantemente realimentado por distintos modos de la producción cultural (iconografía, literatura, cultura popular).12 Era, así, constitutiva de la episteme, o visión del mundo de aquel momento,13 conformando, para las mujeres, una identidad anclada al cuerpo y a su destino biológico.

La emergencia de una nueva categoría de identidad, “nosotras, las mujeres”, trabajó así a contrapelo del dispositivo cultural que construyó la identidad de las mujeres como objeto desencarnado y sin agencia. El proceso discursivo de decirse en plural atentaba contra el orden simbólico imperante y les permitió a las mujeres autoconstituirse en un grupo social autodesignado, autoconstruido y autorrepresentado política y discursivamente (Fraser, 1992), infiltrando poco a poco regiones enteras de los discursos sociales de la época.

El Cuaderno, soporte material de muchas reuniones de mujeres, fue sin duda parte de ese proceso de “tráfico de significados” que, siguiendo a Antonia Carcelén-Estrada, mediante la traducción, contribuyen a causar una crisis del significado y empujan a una resignificación (Carcelén-Estrada, 2018, p. 265).

El tránsito de “la mujer” a “nosotras, las mujeres” fue importante desde un punto de vista simbólico; pero, más allá, implicaba una transformación epistemológica de gran transcendencia: constituyó avant la lettre una producción de “conocimientos situados” (Haraway, 1988). Las mujeres se apropiaban así del proceso crítico y colectivo de producción de conocimiento, desarrollando lo que Davis ha llamado, en referencia a las traductoras de OBOS en el mundo, “su propia marca de política feminista oposicional de conocimiento” (Davis, 2007, p. 201).

Al mismo tiempo que se situaba, el discurso se politizaba. Al compás de la emergencia de una posicionalidad que hacía posible la construcción de una subjetividad colectiva, el nosotras también decía que no habría solución si no era colectiva.

El Cuaderno ofrecía numerosos dibujos de trazo sobrio -claramente inspirados en los de OBOS- de los órganos genitales internos y externos de las mujeres. Acompañando el texto, mostraban procedimientos individuales (o entre dos) de exploración de la vagina o de colocación de métodos anticonceptivos manuales y ejercicios para aliviar los dolores menstruales o realizar autopalpación de las mamas. Brindaba igualmente esquemas y tablas que enseñaban cómo controlar el ciclo menstrual. Todos estos elementos, asociados a estrategias retóricas -uso de verbos y pronombres de segunda persona del singular o del plural, terminología médica explicitada de manera sencilla, etc.-, concurrían a afianzar destrezas de las lectoras en la intimidad de sus cuerpos.

La dimensión didáctica del Cuaderno era evidente en su pretensión de promover el autoconocimiento de las “partes prohibidas” (Taboada, 1978a, p. 20) del cuerpo. La retórica del texto y sus imágenes conformaban un “texto poroso” (Wells, 2010, p. 99), en el que autora y lectoras se encontraban para hilar una nueva relación con su cuerpo. Se invitaba a las lectoras a intimar con él, lejos de la mirada masculina. Se trataba de impugnar la posición epistemológica privilegiada detentada por la medicina y la ciencia para el acceso al cuerpo de las mujeres, y de “Arrebata[r] colectivamente un conocimiento que hasta ahora [había] sido propiedad de un grupo selecto” (Taboada, 1978a, p.39).

El análisis de Susan Wells (2010) en su estudio detallado de las distintas ediciones de OBOS en lengua inglesa, es aplicable aquí: en el Cuaderno interseccionaban cuestiones centrales de escritura, de género y de ciencia.

La última página del Cuaderno anunciaba la preparación de la publicación, dentro de la misma colección de Fontanella, del libro del “Colectivo feminista de Boston. Nuestros cuerpos, nuestras vidas (Edición en castellano revisada y ampliada)” (Taboada, 1978a, p. 111). El proyecto de colaboración entre el Colectivo de Boston y la editorial catalana parecía estar en ese momento bien encauzado. Solo había que esperar… Mientras se esperaba, sin embargo, como muestro a continuación, se inició un ruido discursivo que promovió difracciones de OBOS en otros espacios del discurso feminista de aquel momento, revelando así la dimensión estratégica del uso de la traducción dentro de un dispositivo transfronterizo para diseminar ideas feministas y construir solidaridades feministas transnacionales (Castro y Ergun, 2018).

En su edición diaria del 14 de abril de 1978, un artículo anónimo del periódico de tirada nacional El País14 se hacía eco de la publicación del Cuaderno. Bajo el díscolo título de “El cuerpo de las mujeres está colonizado. ‘Introducción al self-help’, un libro de información sexual feminista”, el artículo recogía la siguiente declaración de Taboada, que recalcaba, como ya lo hiciera en la introducción de su Cuaderno y como también lo había hecho anteriormente el Colectivo de Boston en la introducción de OBOS, su deseo de trasmitir conocimientos y de poner cierta información en manos de las mujeres:

Si me he decidido a escribir este cuaderno es porque poseo una información elemental, pero absolutamente fiable, de la que hasta ahora no habíamos podido beneficiarnos las mujeres. He partido de la experiencia del Colectivo de Boston, que escribió un libro con los relatos de cientos de mujeres que habían comprobado cómo todo lo que leían sobre cualquier aspecto de la sexualidad femenina estaba condicionado por la visión que del cuerpo de la mujer tienen los hombres. Este libro yo lo traduje en Estados Unidos para las mujeres de habla hispana, y me fui poniendo en contacto con toda esta corriente feminista enormemente importante. El self-help o auto-ayuda es un movimiento que hace hincapié en el auto-examen y el auto-conocimiento del propio cuerpo. Un grupo de mujeres de Los Ángeles lo vieron de manera más claramente política, como una toma de conciencia diferente ante el mundo. (Taboada, en Anónimo, 1978a)

El Cuaderno se convirtió en el libro de cabecera de muchas mujeres y muchos grupos que practicaban el self-help (Nash, 2011): Taboada recuerda que, tras la publicación de algunas notas de prensa sobre el libro, ella y su grupo recibieron un “montón de cartas de mujeres de todo el estado”.15

Asimismo, OBOS difractó en una de las primeras revistas feministas del momento, Vindicación Feminista. Esta revista, que a lo largo de sus tres años de vida (1976-1979) salió a la venta de manera regular, ofrecía en sus páginas colaboraciones de firmas importantes del movimiento de mujeres del Estado español. Junto con artículos sobre aborto, divorcio, análisis de la situación política del momento o de la situación de las mujeres en distintas zonas del mundo, los temas más recurrentes de sus páginas eran los referentes al cuerpo, la sexualidad, el aborto, la violencia o los anticonceptivos, siempre desde la necesidad de reapropiación del propio cuerpo (Larumbe, 2009).

Entre febrero y junio de 1978, Vindicación publicó un dosier por entregas que publicitaba la experiencia y el libro del Colectivo de Boston (Taboada, 1978b; Taboada, 1978c; Taboada y Muck, 1978). Con acento guerrero, típico del tono general de la revista, se promocionaba el trabajo realizado por las mujeres en Boston y el concepto de self-help, instando a las lectoras a formar grupos de autoconciencia y a poner en práctica las experiencias estadounidenses. No solo se instigaba al boicot de la institución médica, sino que también se apelaba a lo que hoy llamaríamos, en términos foucaultianos, un examen crítico de las biopolíticas de control social, para pasar de “objeto de saber” de los discursos hegemónicos a “conocedoras encarnadas” (Tuana, 2006):

No se trata de reemplazar el sistema médico, sino de desmedicalizar la sociedad [...]. Para ir hacia nosotras mismas, tenemos que ir paso a paso tratando de reconocer nuestros deseos, debajo de cada una de las represiones que la cultura impone. Y no hay manera de hacer ese proceso sin que no implique la destrucción de los conceptos y las instituciones dominantes. Y por el sólo hecho de ser mujeres, tenemos que empezar por el punto donde el cerco es más estrecho: la recuperación de nuestro propio cuerpo. (Taboada, 1978b, p. 38)

La última entrega de Vindicación se iniciaba con la traducción de una declaración del Feminist Women’s Health Center, en la que se exponían los principales objetivos del movimiento para la salud de las mujeres. El artículo proseguía relatando la historia de estos centros en Estados Unidos, de su organización, sus prácticas, sus orientaciones políticas, su colaboración con otros proyectos feministas, su sostenibilidad económica y sus dificultades con los “altos estamentos de la política sanitaria” (Taboada y Muck, 1978, p. 10). Sus autoras justificaban esos contenidos así:

Sabemos que hay muchas mujeres [en el Estado español] con interés en trabajar en este terreno [el self-help], por lo que intentamos plantear las experiencias [del Colectivo de Boston] de manera que se comprendan los planteamientos ideológicos a la vez que la práctica. (Taboada y Muck, 1978, p. 11)

Desde una perspectiva posestructuralista entiendo el contexto no como un telón de fondo inerte en el que vendrían a adherirse los discursos sino como un espacio de interacción social entre acontecimientos y discursos que tiene efectos en las mentes y transforma las prácticas de las agentes sociales. En este sentido, OBOS y sus difracciones alimentaron entonces una revolución tanto discursiva como política y epistemológica, que transformó también las praxis de las militantes. Así relataba Taboada esa efervescencia:

La fiebre [del movimiento self-help] también llegó a España. En primer lugar, a Palma de Mallorca, donde seis mujeres empezamos reuniéndonos en una galería de arte o en nuestras casas hasta que alquilamos un piso junto a otros grupos feministas y montamos el colectivo Pelvis. Durante las primeras Jornadas Catalanas de la Dona, en mayo del 76, hicimos las primeras sesiones de autoexamen: los pasillos de la Universidad y hasta en los lavabos vieron durante horas y horas grupos de mujeres que se palpaban las mamas o se colocaban el espéculo. Muchas mujeres del grupo Lamar, en Barcelona, y en especial Hanna Muck, cogieron en principio el testigo pero en pocos meses grupos de mujeres con espéculo y todo tipo de literatura sobre el tema16 invadían Universidades, Parroquias, cocinas y comedores de casas de feministas de Castellón, Valencia, Pamplona, Madrid, Bilbao, San Sebastián, Sevilla, Málaga [...], etc. (Taboada, 2000, p. 2)

De reunión en reunión, las difracciones de OBOS fueron infiltrando poco a poco el discurso de las mujeres, hasta permear un imaginario social colapsado hasta la fecha por los tabúes sobre el cuerpo y la sexualidad. Participaron en un movimiento creativo de saberes subalternos que apelaban a una despatriarcalización de la institución médica y de sus discursos. Y esto tuvo incidencia mucho más allá de los circuitos feministas. Como lo ha señalado la historiadora Mary Nash:

Es notable la rápida aceptación de los derechos reproductivos entre las mujeres que hicieron suyo este nuevo sistema de creencias que difundió [el Cuaderno feminista de Taboada] con un gran impacto entre mujeres de diferente extracción social. Desde esta perspectiva, crearon una comunidad anclada en la idea de la dimensión política de lo personal y de la integración de los derechos y la salud reproductiva como parte integrante de la nueva ciudadanía en femenino. (2011, p. 302)

Sostengo, entonces, que OBOS constituyó una mina que abasteció de manera difractada una producción textual diversa: observación, traducción, adaptación, imitación, reelaboración o simple ostentación de la referencia extranjera con un fin de legitimación. Sus difracciones circularon en redes informales, fuera de los circuitos comerciales de edición, en los nuevos espacios de socialización, de militancia, de encuentro, y también de ocio que crearon las mujeres.

En 1980, la periodista Bel Carrasco reclamaba la publicación, en España, de NCNV. En su artículo publicado en El País del 7 de noviembre de 1980, “‘Nuestros cuerpos, nuestras vidas’, un manual del feminismo activo de los años setenta inédito en España”, se reconstituía (una vez más) la historia de OBOS en Estados Unidos y sus múltiples traducciones, y se señalaba que “Algunos ejemplares de la edición chicana de 1973,17 en un incorrecto castellano (sic), llegarán pronto a las librerías de Madrid” (Carrasco, 1980a). Si bien la publicación de NCNV se hizo esperar dos años más, la edición chicana era parte, desde hacía ya algunos años, de esos libros que circulaban, de mano en mano, en los ambientes feministas (véase Figura 2).

Figura 2

Portada de NCNV (1977).

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Recuperada de https://www.radcliffe.harvard.edu/schlesinger-library/item/spanish-language-edition-our-bodies-ourselves

En el aislamiento cultural y político del Estado español, la dimensión transnacional de ese intercambio fue, sin duda, habilitante para las mujeres.18 Los movimientos de mujeres en países de larga tradición democrática constituían referentes poderosos para un movimiento feminista español en pleno auge. Las conexiones con otros mundos de mujeres en lucha potenciaban la idea de que las españolas no estaban solas en la lucha contra el patriarcado. Sin duda, con ese contrabando activo de textos y traducciones informales, las mujeres que se improvisaban traductoras acometían intervenciones en el orden discursivo de la época, actos de habla que fueron capaces de “despertar, inspirar, avalar, movilizar e incitar a la rebelión” (Tymoczko, 2007, p. 213).

4. Nuestros cuerpos, nuestras vidas, al fin…

La edición para España de NCNV publicada en 1982 en primera edición (Fig. 3) y en 1984 en segunda edición (Fig. 4) no fue finalmente publicada por Fontanella, sino por la editorial Icaria, un proyecto editorial nacido en 1976, en plena Transición, y dedicado a la difusión del pensamiento crítico, al principio muy vinculado al marxismo y al feminismo. Taboada fue sin duda la promotora de la nueva edición. Tras su estancia estadounidense y afincada ya en Mallorca, entabló contactos con feministas y participó de la creación, en el año 1977, del grupo Pelvis, considerado uno de los mayores promotores, en el Estado español, del movimiento self-help19 (Martínez, 2018). Para la nueva traducción de OBOS al español peninsular, recabó la colaboración del grupo feminista catalán Lucha Antipatriarcal de Mujeres Antiautoritaria y Revolucionaria (LA MAR), grupo que, como otros muchos vinculados a la lucha feminista y antifranquista, promovía la práctica de la autoconciencia (García, 1997).

El colectivo de mujeres que adaptaron la versión de OBOS para España estuvo formado por Leonor Taboada, Cristina Doria, Silvia López, Hanna Munk, Pilar Sentís, María Jesús Borrell, Neus Planellas, Gretel Amman, Amy Schwartz, Julia Vaguero, Nines Aceves, Pilar Muxi, Marisa Ortigosa, Margarita Obiols. Según consta en la página 5 del libro, cada una (o varias) se dedicó a partes del texto o aspectos particulares del trabajo: “Sexualidad”, “Amar a las mujeres”, “Cómo cuidarse”, “Mujeres en acción”, “Nutrición”, “Experiencia de la maternidad”, “Embarazo”, “El parto”, “Menopausia”, “La mujer y la salud pública”, “La mujer y las leyes”, “Vocabulario” y “Glosario”.

El libro adoptó el mismo título que la versión chicana, Nuestros cuerpos, nuestras vidas. En el contexto del Estado español, la referencia a las vidas de las mujeres remitía a las arduas condiciones de vida de la gran mayoría de ellas, en cuanto a derechos y condiciones sociales y legales, analizadas desde la perspectiva marxista que impregnaba aún los discursos feministas en ese periodo. Las difracciones de OBOS ya habían abierto fisuras y caminos en la comprensión de un nosotras reflexivo,21 un sujeto situado de enunciación colectiva desde el que se entendía “nuestras vidas” como el resultado de un dispositivo sociohistórico de exclusión y dominación. Estos análisis sistémicos no tendrían ya marcha atrás, aunque su base marxista fue profundamente revisada y reelaborada por el feminismo español.

Inspiradas por la experiencia previa de la traducción chicana de Taboada y Scherr Salgado, las traductoras se plantearon su labor como una adaptación a la realidad local. Eran activistas y no traductoras profesionales: cabe por ello pensar que no sintieran tanto la presión de una doxa cultural que limitaba la traducción a una reproducción fiel y estricta de un original.

En cualquier caso, como lo plantea Davis, una de las características más importantes de los viajes transnacionales de OBOS no reside en su contenido, su forma o incluso su ideología feminista, sino en cómo se trasladó la labor y el método de trabajo del pequeño grupo de mujeres de Boston, que a partir de sus experiencias encarnadas acaudalaron información útil para sus propias necesidades de salud. Este experimento disparó “la imaginación de las mujeres en diferentes partes del mundo y sirvió como una invitación para que hicieran lo mismo” (Davis, 2007, p. 79). Con sus propias palabras, en la “Nota a la edición española”, Pilar Sentís afirmaba:

Durante los últimos años se han hecho varias adaptaciones en diferentes países. En la traducción al xicano intervino Leonor Taboada que dedicaba parte de su tiempo a divulgar conocimientos relacionados con la mujer y su sexualidad. Fue ella quien hace cuatro años contactó con el grupo La Mar y otras mujeres vinculadas al movimiento feminista en Catalunya para llevar a cabo la adaptación al castellano. Hubo una serie de encuentros y discusiones. En un principio consideramos que resultaría menos complicado escribir un libro nuevo siguiendo la estructura y el temario original. Finalmente optamos por volver a redactar los capítulos que se apartaban de nuestra realidad y actualizamos algunos datos. (Sentís, en Colectivo, 1982, p. 7)

El texto de NCNV era más corto que el de los originales en lengua inglesa y que la versión chicana. En muchos casos, lo que disminuyó fue la proporción de citas de mujeres contando experiencias personales que ilustran los primeros capítulos. Algunas de estas citas eran traducción de las citas originales, otras eran aportaciones, muy probablemente recabas o inspiradas en las experiencias formuladas en las reuniones de mujeres en las que las traductoras habían participado. Aunque tuvieran a su disposición el texto de la versión chicana, la edición española siguió de cerca al texto inglés, remitiendo a menudo explícitamente a la situación estadounidense e incorporando datos del contexto español y direcciones de contacto con grupos de mujeres. Las referencias a los Estados Unidos proporcionaban modelos a seguir. Por ejemplo, el “Capítulo 14. La mujer y la salud pública”, declaraba así su objetivo:

Siguiendo el análisis de las mujeres de Boston dentro del primer tipo de mecanismo de desafío al sistema sanitario existente pensamos que en todo caso es mejor aprender a negociar con la institución médica cuando aún no estamos enfermas y nos hallamos en condiciones de discutir. [...]. Conozcamos cual es [la] reacción [del médico de cabecera] al exigir [el] mínimo derecho [de una revisión ginecológica] y sabremos con quien estamos tratando y si será de nuestra utilidad cuando realmente lo necesitemos. (Colectivo, 1982, p. 381)

El capítulo combinaba apartados con datos y comentarios sobre el sistema de salud en el Estado español; “¿Qué podemos hacer en nuestro país?” (Colectivo, 1982, p. 381), con otros que estimulaban las iniciativas de las mujeres españolas con base en las experiencias estadounidenses: “Otras alternativas de grupo que proponen las mujeres americanas” (Colectivo, 1982, p. 383).

Aunque la adaptación de la traducción a la realidad española era constante en todo el libro, la transformación es más evidente en el último capítulo: “capítulo 15. Las mujeres y las leyes”. Estaba enteramente dedicado a un repaso de las cuestiones que en ese momento iban a afectar más directamente a las mujeres, por los cambios esperados de la nueva legislación: divorcio, aborto, prostitución, homosexualidad y leyes laborales básicas.22

Cuando salió a la luz la edición de 1982, el movimiento feminista estaba entrando en una nueva etapa, caracterizada por un abandono del activismo en la calle. En la “Nota a la edición española”, mencionada más arriba, Sentís afirmaba:

La adaptación se concluyó después de que el grupo La Mar se disolviera. El panorama de lo que entonces constituía el movimiento feminista era muy diverso. Había mujeres independientes, militantes de partidos marxistas, anarquistas y otras que vinculaban el feminismo a la ecología. […] En la actualidad el feminismo ha perdido en cierto modo la efervescencia de aquellos días en que las acciones colectivas se sucedían continuamente. Hay sin embargo, un aspecto indiscutible de aquella experiencia y es que las discusiones que tuvimos y el contacto entre nosotras hizo cambiar la dinámica de nuestra vida. (Sentís, en Colectivo, 1982, p. 7)

NCNV se convirtió en un libro de referencia para las numerosas profesionales de la salud que, en la década de los ochenta, incorporaron sus enseñanzas a sus prácticas e interacción con las usuarias de los servicios de atención del sistema sanitario. Eso explica que tras agotarse rápidamente la primera edición, Icaria reeditara el libro en 1984,223 esta vez con la contribución económica del Instituto de la Mujer. Este, creado en 1983 por el primer Gobierno socialista de la joven democracia española, era un organismo autónomo, adscrito en aquel momento al Ministerio de Asuntos Sociales. Tenía como misión fomentar las condiciones que posibilitaran la igualdad social entre mujeres y hombres, y la participación de las mujeres en la vida política, cultural, económica y social.

Sin embargo, a pesar de haberse consolidado el reconocimiento del valor político de las reivindicaciones de las mujeres, ya estaba en marcha, en ese mismo momento, otro proceso que relegaría el impulso feminista inicial. Como señala Nash (2011), los centros de planificación familiar y otras acciones feministas empezaron a operar en la órbita institucional, en un ámbito sanitario profesional. Esto desplazó las iniciativas más informales de las militantes, produciendo un alejamiento de la cosmovisión feminista que radiaban. Si bien la herencia de OBOS siguió siendo reconocida como parte de toda una genealogía de discursos y prácticas feminista (Taboada, 2000), el intenso tráfico textual del periodo anterior fue cediendo terreno a folletos institucionales que protocolizaban la información desde organismos sanitarios. Si bien esa producción textual corporativa puede considerarse como una última difracción de OBOS, perdió sin embargo el carácter situado y político que marcó la producción textual del periodo anterior estimulada por el proyecto OBOS en su viaje transnacional.

5. Conclusión

La difusión-traducción-reelaboración difractada de OBOS hasta su publicación como NCNV muestra un recorrido y un tráfico de significados que permiten ensanchar la noción de traducción más allá del cotejo entre el texto fuente (ediciones de OBOS de 1971, 1973, 1976) y el texto meta (edición de NCNV de 1982) y abarcar otras fuentes presentes en un dispositivo discursivo cuyos contornos son más borrosos. En efecto constituyen un epitexto marginal más difícil de visibilizar porque escapa a la estricta definición de traducción. Espero, sin embargo, haber mostrado que OBOS y su proyecto político de difusión de conocimientos por y para las mujeres se actualizó en muchos espacios de discursos formales (prensa generalista, revistas feministas) e informales (reuniones de mujeres) antes de culminar con la edición de 1982. Se expone así la naturaleza fragmentaria, discontinua y parcial del fenómeno de la traducción, en este caso en conexión con dialécticas de poder en el contexto de las luchas locales de las feministas españolas de finales de los años setenta. Antes de la publicación de la traducción stricto sensu de OBOS, las distintas difracciones que promovió constituyeron una importante tecnología discursiva que amparó la generación de un nuevo imaginario social. He querido insistir en la visión productiva de la traducción cuando se entiende no sólo como resultado de una actividad interlingüística e intercultural sino también como parte implicada en los procesos con-textuales en los que emerge -antes de adquirir el estatus de libro traducido- como materia prima que alimenta nuevos discursos a partir de un material original que se difracta, se transforma y se reinventa. Visto en perspectiva, ese proceso textual-contextual transnacional arroja luz sobre su participación en la construcción del sujeto del feminismo como una identidad que se construyó en el camino de las prácticas sociales y discursivas de las mujeres de esa época, incluyendo prácticas informales de traducción. Las difracciones de OBOS contribuyeron a la desnaturalización de la condición social de las mujeres e hicieron posible proyectar estrategias de transformación, abiertas a futuros posibles. Más que de una nueva forma de devenir mujer, en términos beauvoirianos, el viaje transatlántico de OBOS amparó formas de devenir sujetos en lucha, de devenir feminista. Un devenir que, lejos de clausurarse, siguió y sigue abriendo brechas en el sujeto político del feminismo, en busca de un nuevo sentido común en la historia transnacional que, hoy, nos toca vivir…

Agradecimientos

A Leonor Taboada, protagonista tenaz de la historia contada, por las conversaciones compartidas.

A Marisa Mediavilla, documentalista, bibliotecaria y feminista incansable, por su ayuda en la búsqueda de literatura gris, aún no catalogada, en los fondos del archivo de la Biblioteca de Mujeres de Madrid, de la que fue fundadora en el año 1985.

A Mercedes Belbel, Lola Callejón y Francisca García de la histórica Asamblea de Mujeres de Granada, creada en 1976, por facilitarme el acceso al archivo de la Asamblea y a documentos de la época.

A mi compañera y amiga Cathy Way, por la traducción al inglés del resumen del artículo.

A mi amiga Ana Delgado, por su lectura atenta y sus comentarios a una versión previa de este trabajo.

A las revisoras anónimas de una primera versión del artículo, por sus valiosos comentarios.

Referencias

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[1] Las traducciones al español de todas las citas y expresiones de originales en inglés o francés son mías.

[2] Utilizo en todo el texto los substantivos referidos a personas con el género gramatical femenino.

[3] En el sitio web Our Bodies Ourselves. Information Inspires Action (s. f.) hay disponible una copia de la edición original de 1970, así como información muy valiosa sobre la historia del proyecto y de sus múltiples traducciones.

[4] La última edición del libro en inglés es la novena, publicada en el año 2011 y profundamente revisada.

[5] No existe consenso sobre la delimitación de ese periodo. Un sector amplio, sin embargo, lo entiende como la etapa comprendida entre la muerte del dictador Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975, y las elecciones generales de octubre de 1982, que afianzará la estabilidad del nuevo régimen político con el triunfo electoral del Partido Socialista Obrero Español. Este permanecerá en el poder hasta el año 1996, inaugurándose así la alternancia política que, hasta hoy, ha llevado al gobierno a partidos de diferentes signos políticos.

[6] Con la noción de tráfico de teorías, Costa y Alvarez ponen el foco sobre las condiciones materiales, las barreras y los obstáculos que condicionan el viaje de las teorías a través de las diferentes rutas que organizan su traducción, su publicación y su difusión.

[7] Nótese la transformación en la traducción del título de la obra entre el plural “femmes” en francés y el singular “mujer” en castellano. Volveré más adelante sobre esta cuestión.

[8] Aunque ese nombre fue, poco a poco, alternando con los de “autoayuda” o “autoconocimiento” del cuerpo, continuó siendo la denominación más frecuente.

[9] Conversación personal con Leonor Taboada, en septiembre de 2018.

[10] En este fragmento, la cursiva en la expresión “las mujeres” es mía, para llamar la atención sobre el uso del plural. Volveré sobre ello más adelante.

[11] “Nuestro libro contiene material auténtico acerca de nuestros cuerpos y de nosotras mismas que no está disponible en otro lugar”.

[12] No solo estaba presente en producciones culturales de corte patriarcal sino también en títulos de revistas feministas como La mujer y la lucha, en el nombre de numerosos grupos feministas como la Asociación Democrática de la Mujer o el Frente de Liberación de la Mujer y en la denominación de los primeros encuentros de la época: I Jornadas de Liberación de la Mujer, organizadas en Madrid en 1975, poco tiempo después de la muerte del dictador, o las II Jornadas Estatales de la Mujer, organizadas en Granada en 1979.

[13] Su fuerza, resultado de una construcción histórica densa, perdura aún en muchos discursos.

[14] Fundado en 1976, poco tiempo después de la muerte del dictador Franco, el diario El País se consideraba entonces como un referente mediático de la joven democracia española.

[15] Conversación personal con Leonor Taboada, en septiembre de 2018.

[16] La cursiva es mía para señalar un indicio de cómo OBOS difractó igualmente en una producción textual informal que circuló en los grupos de mujeres.

[17] En realidad, el copyright de la edición chicana es de 1977. En esta misma cita la expresión “incorrecto castellano” delata la relación de poder que subyace a la consideración del español peninsular como la variación correcta.

[18] Es de notar, sin embargo, que ese tráfico siguió las pautas de una geopolítica de la traducción que puso en circulación textos procedentes de países con capital simbólico importante, como Estados Unidos o Francia. En 1980, en la presentación de una colección editorial feminista, la abogada feminista Cristina Alberdi insistía en la necesidad de “promocionar y sacar a la luz los textos feministas procedentes del feminismo de todo el Estado, con el objetivo de superar la dependencia con respecto a la ideología importada a base de traducciones” (Carrasco, 1980b).

[19] Pelvis creó, en 1977, su propia clínica de planificación familiar, siguiendo el modelo autónomo y autogestionado de las clínicas estadounidenses.

[20] Ambas portadas se reproducen con permiso de la editorial Icaria.

[21] Para el estudio detallado del uso del nosotras en las versiones anglófonas y francófonas, véase el sugerente artículo de Bessaïh y Bogic (2016).

[22] La nueva Constitución de la España democrática, aprobada en 1978, abrió las puertas para que la legislación pudiera garantizar el mismo trato a mujeres y hombres. Sin embargo, muchos aspectos heredados de la legislación franquista tardarían más tiempo en verse transformados. La Ley de Divorcio se aprobó en el Congreso de los Diputados en 1981. Una primera ley, muy restrictiva, de despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo se aprobó en 1985, aunque habría que esperar hasta 2010 para que una nueva ley garantizara los derechos fundamentales de las mujeres establecidos por la Organización Mundial de la Salud.

[23] En el año 2000, la editorial Plaza & Janés publicó una tercera edición del libro, revisada y actualizada a partir de la edición de OBOS del año 1998. En esta última edición resulta significativo que no se mencione explícitamente quienes estuvieron a cargo de la traducción, aunque sí la participación en el proceso de Taboada y otras mujeres de la revista Mujeres y Salud.

[24] Este artículo es resultado de la investigación llevada a cabo en el marco del proyecto I+D “Género, emociones y subjetividad en las relaciones entre pacientes y profesionales sanitarios. Un acercamiento interdisciplinar”. Plan nacional de Investigación. Ministerio de Economía y Competitividad de España. Referencia: HAR2016-78223-C2-2-P. Periodo: 30/12/2016 a 29/06/2020.

[25] Sánchez, Lola. (2020). En torno a la traducción de Our bodies, ourselves para España y la construcción de un nuevo sujeto político del feminismo en la Transición española. Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción, 13(1), 93-116. DOI: 10.27533/udea.mut.v13n1a05