El Estado de Chile destina anualmente un presupuesto muy importante para acciones de conservación y restauración de bienes patrimoniales que han sufrido algún tipo de alteración, deterioro o daño. Por lo tanto, tener un diagnóstico claro del estado de conservación de los bienes patrimoniales permite definir mejor las necesidades y priorizar las intervenciones que se realizarán.
Una de las piedras angulares de este rubro es la identificación y la descripción de las alteraciones que presentan los bienes que les son entregados al Estado para su estudio y la eventual intervención posterior. No obstante, un problema crítico que enfrentan las instituciones y los profesionales que realizan intervenciones de conservación es la falta de terminología normalizada, es decir, aprobada por consenso entre especialistas, en el ámbito de la conservación-restauración del patrimonio cultural, específicamente sobre las alteraciones que sufre el patrimonio chileno.
Este escenario dificulta la comunicación precisa e inequívoca del estado de conservación de un bien patrimonial, lo que se refleja en las fichas clínicas y en los informes de asesorías y diagnósticos -redactadas por los conservadores-restauradores- y, por ende, interfiere en las acciones concretas que se deben llevar a cabo para solucionar el problema que presenta un determinado bien. Un segundo problema crítico es la falta de un repertorio unificado sobre el diagnóstico del estado de un bien patrimonial, accesible libremente y a distancia por la larga comunidad de conservadores y restauradores, curadores de colecciones, gestores patrimoniales y gestores públicos en general, y público interesado.
No es posible la generación, producción y comunicación de conocimiento científico, tecnológico, humanístico o social, sin su vehiculación mediante términos especializados. En la gran mayoría de ámbitos científicos y técnicos existe un trabajo explícito, constante y consensuado para fijar los conceptos de cada disciplina, así como la(s) denominación(es) adecuada(s) para designar cada concepto, con objeto de evitar ambigüedades, incomprensiones y otros problemas propios de la comunicación especializada. En algunos ámbitos, este trabajo de normalización terminológica se realiza en organismos internacionales y tiene carácter multilingüe; en otros casos, se lleva a cabo en organismos o asociaciones nacionales, y tienen carácter monolingüe. Por el contrario, en las ciencias humanas y sociales no existe una tradición de normalización terminológica. Ello explica las ambigüedades, las incomprensiones y las confusiones conceptuales que a menudo se producen no ya en diálogos interdisciplinarios, sino incluso dentro de una misma disciplina y por especialistas con una misma formación de base.
El problema descrito ha sido validado a lo largo de reuniones de trabajo preliminares que han efectuado desde 2017 restauradores y conservadores del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR) y del Centro Nacional de Conservación Textil (CNCT), junto con los lingüistas de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), especialistas en normalización terminológica.
Este proyecto de investigación interdisciplinario tiene por objetivo, por lo tanto, normalizar la terminología utilizada en el ámbito de la conservación-restauración de bienes patrimoniales, puesto que con la reducción de la variación terminológica utilizada en la redacción y la comprensión de documentos técnicos referidos a los daños que experimentan esos bienes, será posible mejorar el diagnóstico de su estado de conservación y encontrar formas más eficientes de enfrentarlo. Por otro lado, en este artículo, se presenta la recolección de las instancias de variación terminológica extraídas de los distintos géneros textuales que conforman el corpus.
El Corpus Patrimonial (CORPAT) está constituido por diferentes materiales de trabajo redactados por los especialistas de los cuatro laboratorios del CNCR -pintura, escultura, arqueología, y papel y libros- y otros aportados por el CNCT -textil-. Dichos materiales representan las etapas del trabajo de la conservación-restauración: abarcan desde el estudio histórico de los objetos patrimoniales hasta los diferentes procesos por los cuales una obra es sometida para avaluar los deterioros o daños observados, y las posibles tareas de conservación y restauración que deben ser llevadas a cabo.
Este corpus está conformado por cinco subcorpus. A continuación se describen los géneros y tipos textuales que constituyen cada uno de ellos:
Fichas clínicas: instrumento en que se registra el conjunto de antecedentes relativos al estado de conservación de un bien material y que cumple la finalidad de mantener integrada la información necesaria para su posterior intervención.
Informes:
Informes de intervención: documento en que se describen detalladamente las características del bien material. Se hace un estudio histórico del bien material y se analizan distintos aspectos de su composición (aspectos morfológicos, iconográficos, iconológicos, estéticos y tecnológicos, además de su valor y significado, según cada tipo de obra). También se hace un diagnóstico del objeto, en el cual se tipifican y caracterizan sus síntomas y el origen del daño observado, se describe su estado de conservación y se elabora una propuesta de intervención. Luego, se describen las acciones de conservación y de restauración, según sea el caso, y se elaboran recomendaciones de conservación.
Informes de asesoría: documento en que se describen los antecedentes históricos del patrimonio, se caracterizan los diferentes tipos de obras encontradas en el local en que se realiza el estudio de caso y se describen los principales deterioros hallados en cada uno de los bienes materiales. Al final, se redactan los requerimientos profesionales para llevar a cabo el trabajo, así como una propuesta de tratamiento.
Manuales y protocolos: documento en que se describen los procesos y las herramientas básicas para especificar, describir y categorizar los objetos de estudio.
Actas: documento resultante de reuniones científicas o de reuniones anuales de discusión de los diferentes comités de área, en que se discuten aspectos relevantes de la disciplina, de manera amplia.
Boletines: documento de publicación periódica y de carácter oficial, en que se informa sobre asuntos científicos y otros aspectos de interés de las instituciones relacionadas con la materia.
Estos materiales están etiquetados y codificados de acuerdo con el tipo de texto, el laboratorio de origen del objeto de estudio y el año de publicación (véase Figura 1). Cada conjunto conforma un subcorpus, dado que nos interesa, para esta investigación, conocer el comportamiento sintáctico y semántico de un determinado término en sus diferentes contextos de uso (tipos de texto y subámbito de especialidad), y con eso, poder evaluar las causas y consecuencias de la variación terminológica (cuando haya) y las distintas formas de abordarlas.
Para procesar la información terminológica y analizar el material, el corpus se compiló en una plataforma de gestión de corpus lingüísticos, Sketch Engine® (licencia de la PUC), que permite, entre otras funciones, anotar el texto, extraer terminología, realizar concordancias de los términos de interés, analizar sus colocados y comparar el comportamiento sintáctico y semántico de estos términos.
De esta forma, el corpus CORPAT consta de 5 subcorpus y tiene un total aproximado de un millón de palabras. Los datos estadísticos detallados sobre el corpus se presentan en la Figura 2.
Como se puede observar en la Figura 2 -en el campo “Estadísticas del subcorpus”-, el CORPAT, al ser un corpus especializado, muestra un desbalance en cuanto al número de palabras de cada subcorpus (Bowker y Pearson, 2002), lo que se debe a las especificidades propias de cada género textual. Según sus aspectos funcionales (Ciapuscio, 2003), los informes y manuales tienen la función de informar y se caracterizan por ser textos más discursivos; por su parte, las fichas clínicas, las actas y los boletines (que para fines de procesamiento y por relevancia para el estudio fueron agrupados bajo la etiqueta “Otros materiales”) son informativos y, por lo tanto, más objetivos.
Aparte del criterio del número de palabras, la disponibilidad de cada tipo textual es muy variada: los informes (85) y las fichas clínicas (15) se redactan para cada bien patrimonial bajo análisis; las actas (6) y los boletines (2) son de publicación anual, y los manuales y protocolos (3) son bibliografía de referencia en el ámbito. Eso explica la diferencia encontrada en el número de archivos de cada subcorpus (información numérica entre paréntesis).
Además del corpus CORPAT, compilado específicamente para esta investigación, utilizamos algunos materiales de referencia terminológica en el ámbito de la conservación-restauración de bienes patrimoniales, algunos internacionales y plurilingües, otros monolingües en español. Son los siguientes:
Conservación de libros y documentos: glosario de términos técnicos inglés-español-, español-inglés, de McCleary (1997).
Conservación y restauración: materiales, técnicas y procedimientos: de la A a la Z, de Calvo (2003).
Diccionario técnico Akal de conservación y restauración de bienes culturales, de Martínez Cabetas y Rico Martínez (2003).
Diccionario técnico Akal de materiales de restauración, de Muñoz Viñas et al. (2014).
Diccionario de restauración y diagnóstico, de Giannini y Roani (2008).
Illustrated Glossary on Stone Deterioration Patterns. Glossaire illustré sur les formes d’altération de la pierre, del International Council on Monuments and Sites (ICOMOS), International Scientific Committee for Stone (ISCS) (2008) -en inglés y francés-.
European Illustrated Glossary of Conservation Terms for Wall Paintings and Architectural Surfaces, publicado por EwaGlos (2015)
Glossary of Conservation, de Xarrié (2005).
Diccionario de conservación y restauración de obras de arte 1 (A-Z), de Xarrié (2007).
Tales materiales nos sirven como una fuente externa, confiable, para validar o corroborar informaciones requeridas durante el estudio.
Finalmente, nuestro punto de partida para el proceso de análisis terminológico a partir del corpus fue la base de datos terminológicos elaborada por Silva (2017) y ampliada por Adriazola (2019). Esta base de datos contiene 331 registros, dentro de los cuales se listan el término principal en español y en inglés, las variantes terminológicas en español, sus contextos de uso, información sobre la subárea de especialidad a la cual pertenece el término, fuentes (del término, de la definición y del contexto), además de informaciones gramaticales, como se puede ver en la Figura 3.
Esta base de datos se construyó a partir de los glosarios previamente elaborados por el CNCR. Desde la PUC, se unificaron y sistematizaron esos glosarios en una única base de datos terminológicos.
El punto de partida para interrogar el corpus es el conjunto de términos contenidos en esa base de datos inicial -que consta de 331 registros-. El trabajo con el corpus permite validar, afinar o refutar los datos contenidos en la base de datos terminológicos.
En este apartado exponemos, en primer lugar, de forma sucinta, el marco teórico utilizado para el proyecto; en segundo lugar, las referencias a la normalización del léxico patrimonial que hemos tenido en cuenta en el trabajo; y finalmente, los antecedentes de trabajo conjunto entre el CNCR y la PUC.
La teoría comunicativa de la terminología (TCT) surge a finales de los años noventa como una alternativa al paradigma teórico de la teoría general de la terminología (TGT), que en las décadas de los setenta y ochenta había dominado la visión de la terminología como disciplina.
La TCT establece los siguientes principios y fundamentos (Cabré, 1999, 2003):
La terminología y, por ende, su objeto de estudio (las unidades terminológicas) forman parte del lenguaje natural. Sin embargo, no se rechaza que ciertos conceptos especializados puedan constituirse como unidades del lenguaje artificial.
Las unidades terminológicas poseen un carácter interdisciplinario y multidimensional, al igual que la terminología. Por ende, pueden ser explicadas a partir de tres dimensiones: lingüística (término), comunicativa (contexto) y cognitiva (concepto) (Cabré, 2003). Por esta razón, son consideradas unidades poliédricas, que “pueden definirse así desde cada una de las tres caras, lo que explicaría la diversificación de acepciones del término según el tipo de especialista o especialidad que lo define” (Cabré, 1999, p. 54); sin embargo, esas tres caras son inseparables del término.
Los términos no forman parte de un sistema autónomo como lenguaje especializado. En otras palabras, la TCT plantea que los términos no están separados de las palabras. Ambos son unidades integradas al léxico de un hablante. De hecho, los términos están asociados a las unidades léxicas. Estas son unidades compuestas de un concepto y denominación, y que cumplen funciones referenciales, expresivas o conativas. Por ende, en un principio, estas unidades no son “ni palabras ni términos sino potencialmente términos o no términos” (Cabré, 1999, p. 56).
Por su parte, debido a su multidimensionalidad, “[los términos] pueden ser analizados desde otras perspectivas y comparten con otros signos de sistemas no lingüísticos el espacio de la comunicación especializada” (Cabré, 1999, p. 52). En efecto, esta función, dentro de la comunicación especializada, se activa según el contexto. Por ello, las unidades pasan a ser términos cuando están presentes ciertos rasgos morfosintácticos, semánticos y pragmáticos que les dan dicha clasificación dentro de un ámbito específico.
Así como las unidades léxicas se componen de concepto y denominación, los términos poseen una forma o denominación, y un significado o contenido. A diferencia de lo que sostiene la TGT, el concepto no precede a la denominación, sino que ambas son simultáneas. De esta manera, el contenido y la forma están asociados, por lo que la unidad léxica no solo cumple una función denominativa, sino que además contiene significado (Cabré, 2003).
De igual modo, tanto en la TGT como en la TCT se plantea que el valor de un término viene determinado por la posición que ocupa en el sistema de conceptos. Sin embargo, en la TCT, a diferencia de en la TGT, los términos no pertenecen a un único ámbito especializado, pero “son usados en un ámbito con un valor singularmente específico” (Cabré, 1999, p. 57).
Se admite la variación de los conceptos y sus denominaciones. En otras palabras, no se sostiene una idea de control evolutivo. También se considera que las unidades léxicas son polisémicas, pero se admite que algunas unidades pueden pertenecer solo a la comunicación general y aún no se han activado como términos, o que algunos términos solo se utilizan en un ámbito específico o que, inclusive, un término está presente en diversos ámbitos y en la comunicación general. Esto permite explicar la banalización (unidades especializadas que pasan a formar parte del lenguaje general), la terminologización (unidades léxicas del lenguaje general que pasan al especializado) y la pluriterminologización (transferencia de unidades especializadas de un ámbito a otro). Se acepta la sinonimia como un fenómeno de la realidad comunicativa. Ahora bien, “cuanto más especializado es el texto mayor es su sistematicidad y menor su grado de variación denominativa” (Cabré, 1999, p. 55).
El marco teórico de la variación terminológica de este proyecto conjunto parte pues de la TCT y de los distintos aportes que realizaron Teresa Cabré y algunos de sus discípulos: Cabré (1999, 2003), Cabré y Estopà (2005), Fernández Silva (2011), Freixa (2006), Kostina (2011), Suárez de la Torre (2004) y Tebé (2006).
En estos trabajos, se describe la variación terminológica como un fenómeno propio del lenguaje natural, que se manifiesta en los textos especializados; se admite, por lo tanto, como natural la variación de los conceptos y sus denominaciones.
Por último, se proponen distintas clasificaciones de la variación terminológica, así como diferentes explicaciones para los factores o causas de esta variación.
De acuerdo con los autores citados, en este trabajo se entiende por variación terminológica cualquier fenómeno de variación que se presenta entre dos o más unidades terminológicas, y que por ello rompe el principio de biunivocidad que defendía la TGT (un concepto, un término).
La variación terminológica puede ser básicamente de dos tipos distintos:
Variación denominativa: es un tipo de variación terminológica en la que coocurren distintas denominaciones para designar un mismo concepto.
Cuando la variación denominativa no acarrea ningún tipo de variación conceptual entre los términos analizados, también utilizamos como sinónimo variación formal. Así, la variación denominativa de tipo ortográfico o morfológico raramente implica algún tipo de variación conceptual (por ejemplo, amarillamiento/amarilleamiento, disgregación/desagregación, desportilladura/ desportillamiento).
En algunas ocasiones, se presenta variación denominativa que se refiere esencialmente al mismo concepto, pero se pueden describir variaciones a nivel conceptual, que se pueden deber a distintas causas (por ejemplo, daño/deterioro/alteración).
Variación conceptual: es un tipo de variación terminológica en la que una misma denominación remite a conceptos diferentes, o significativamente diferentes.
Esta variación se puede manifestar entre diferentes dominios y ámbitos temáticos, y entonces nos referimos a variación interdominio (por ejemplo, rehabilitación en el ámbito de la conservación-restauración, en el ámbito de la medicina recuperativa o en el derecho penal); y puede darse en el interior de un mismo dominio, y entonces nos referimos a variación intradominio (por ejemplo, conservación es un término clave en este ámbito, que ha evolucionado significativamente en los últimos 50 años y que no es interpretado de la misma manera por los profesionales y académicos del ámbito).
A partir de un primer acercamiento a esa base de datos terminológicos inicial, tenemos recogidos dos grandes tipos de variación terminológica:
La variación denominativa de carácter meramente formal, con una misma base léxica (variación ortográfica, morfológica, sintáctica), que raramente implica variación conceptual.
La variación denominativa que comporta cambios en las bases léxicas, y que siempre acarrea variación conceptual.
Denominamos “series terminológicas” a la lista de términos y sus variantes, que constan de cada ficha terminológica (registros en la base de datos, como se puede observar en el dosier
de normalización, a continuación). Aunque disponer de esta información sea de gran utilidad como paso inicial, es necesario contar con datos contextuales variados y datos estadísticos -como la frecuencia de cada término de una serie, la frecuencia de sus colocados, entre otros-para un análisis más refinado de cada caso.
Cada tipo de variación requiere una metodología de trabajo propia, que se ajuste a las especificidades de cada serie terminológica. En los siguientes apartados exponemos las etapas metodológicas aplicadas para cada caso.
El primer grupo de casos -tradicionalmente denominados “variantes”- está representado por series terminológicas que se suelen resolver mediante un análisis de uso, observando especialmente su frecuencia, y una discusión lingüística en el texto.
En la base de datos inicial, encontramos series morfológicas como:
astillamiento / astillado
desencajadura / desencaje
almacenamiento / almacenaje
desadhesión / desadherencia
desportilladura / desportillamiento
amarillamiento / amarilleamiento / amarilleo
disgregación / desagregación
Ninguno de estos casos comporta diferencias significativas en su dimensión conceptual: a lo sumo, se pueden hacer algunas distinciones basadas en su dimensión morfológica, como reservar un término para el proceso (almacenamiento), otro para el resultado (almacenaje), o en su dimensión de uso -unos términos aparecen más en algún subcorpus, o en alguno de los géneros textuales analizados-.
Lo mismo ocurre con otras series terminológicas documentadas en la base de datos, cuya razón de ser son reducciones sintácticas, como, por ejemplo:
desnivel de planos / desnivel
faltante de capa / faltante
desprendimiento de estratos / desprendimiento
Con la finalidad de organizar el estudio de estas series terminológicas de tipo morfológico, se elaboró un dosier de normalización, que refleja la metodología utilizada para analizar los casos pertenecientes a ese grupo.
En líneas generales, los propósitos de los dosieres terminológicos son:
Discutir si las denominaciones de una serie terminológica corresponden a un único concepto, o a más de uno, utilizando, para ello, criterios lingüísticos recuperados del corpus textual y la asesoría especializada de los expertos en el ámbito.
Describir el tipo de variación y sus motivaciones.
Proponer o asignar (con base en la bibliografía de referencia) una definición, o tantas definiciones como conceptos se considere que existen.
Decidir qué denominación (o denominaciones) se asocia(n) a cada concepto.
Elegir un término preferente, en el caso de que haya variación.
A continuación se presenta el dosier de normalización para un caso específico.
Dosier de normalización
amarillamiento / amarilleamiento / amarilleo
Motivación
Las tres denominaciones aparecen en distintos glosarios del Centro de Conservación y Restauración de Chile (CNCR), en distintas subáreas (arqueología, escultura y monumentos, papel y libros, pintura,) y en textos del Centro Nacional de Conservación Textil (CNCT) como variantes de un mismo concepto.
La motivación de este dosier es:
Decidir si estas denominaciones corresponden a un único concepto, o a más de un concepto.
Observar si hay diferencias de uso en las distintas subáreas del CNCR (y dentro del CNCT).
Proponer una definición, o tantas definiciones como conceptos se considere que existen.
Decidir qué denominación se considera prioritaria.
Materiales de trabajo
Ficha terminológica en Word, extraída de la base de datos terminológicos de alteraciones, construida a partir de los trabajos de tesis de dos estudiantes del Magíster en Traducción: contiene la información extraída de los glosarios (Anexo I)*
Contextos de uso extraídos del corpat -subcorpus de textos del CNCR (Anexo II)-.
Contextos de uso extraídos del corpat -subcorpus de textos del CNCT (Anexo III)-.
Planteamiento del caso
Las denominaciones amarillamiento, amarilleamiento y amarilleo aparecen en la base de datos terminológicos de alteraciones, en distintas fichas terminológicas, donde se muestra que los tres términos se encuentran en distintos glosarios del CNCR, asociados a los distintos laboratorios del Centro.
Como se pude observar en las Figuras E1 y E2, a continuación, las denominaciones amarillamiento y amarilleamiento son mayoritarias: ocurren 36 veces y 11 veces, respectivamente, en el corpus corpat. Amarilleo solo aparece una única vez en un glosario de alteraciones del laboratorio de Escultura y Monumentos, pero no figura en el corpus textual.
En el análisis de uso en el subcorpus del CNCR, ambas denominaciones se utilizan con una alta frecuencia, pero con matices semánticos diferentes en todos los laboratorios:
En Arqueología, solo se usa amarillamiento.
En Escultura y Monumentos, se usa tanto amarillamiento como amarilleamiento.
En Papel y Libros, se usa más amarillamiento que amarilleamiento.
En Pintura, se usa más amarillamiento que amarilleamiento.
En el análisis de uso en el subcorpus del CNCT, se utiliza solo amarillamiento, pero únicamente se define al final, en el glosario, amarilleamiento.
La denominación amarilleo no se registra en ningún texto de ningún laboratorio del CNCR, ni en el CNCT. Aunque la denominación más frecuente es amarillamiento, la denominación que aparece declarada como prioritaria en los glosarios casi siempre es amarilleamiento.
No parece haber diferencias conceptuales relevantes en la definición de estos términos en los distintos laboratorios y ámbitos; puede hablarse de un único concepto común, que se aplica a las distintas materialidades:
“Alteración cromática hacia el color amarillo u ocre” (Fuente: Castro, 2004).
“Alteración cromática hacia el color amarillo u ocre, producida por hidrólisis ácida u oxidación según la naturaleza material de los bienes culturales” (Fuente: CNCR).
“Alteración cromática hacia el color amarillo u ocre, producida por hidrólisis ácida, radiación lumíni- ca y calor” (Fuente: CNCT).
“Alteración propia de los barnices antiguos aplicados sobre las pinturas, por efecto del envejecimien- to, en que la luz y la humedad son factores determinantes” (Fuente: CNCR).
En relación con la motivación del caso:
Hay un único concepto común a amarillamiento y amarilleamiento (y amarilleo).
No hay diferencias de uso sustancial en las distintas subáreas del CNCR (y en el CNCT).
¿Debe redactarse una única definición de base, o adaptarla para cada subámbito?
Si no hay diferencias conceptuales ni de uso significativas, la denominación prioritaria debe establecerse sobre la base de argumentos lingüísticos.
Análisis lingüístico de las denominaciones
Tanto amarillamiento como amarilleamiento son sustantivos deverbales, es decir, nombres derivados de verbos, que adjuntan a la raíz verbal el sufijo nominalizador -miento, uno de los más productivos en español (Real Academia Española -RAE-, 2011). Los sustantivos formados con ese sufijo indican “acción o efecto de [lo expresado por el verbo]”.
Los verbos de los cuales derivan son, respectivamente, amarillar y amarillear, que es lo que explica la variación de los sustantivos.
A su vez, ambos verbos derivan del adjetivo amarillo, adjuntando los sufijos verbalizadores -ar y -ear.
Desde su origen morfoléxico, podría verse la creación de los sustantivos así:
amarillo > amarillar > amarillamiento amarillo > amarillear > amarilleamiento
Todos los procesos derivativos indicados son regulares en español, y todos los derivados están bien formados, de acuerdo con la gramática normativa actual.
La variación formal de los sustantivos se explica por la alternancia del sufijo verbal: -ar, o -ear. Aunque en el diccionario de alteraciones solo aparezcan los sustantivos derivados, la discusión sobre qué sustantivo es preferible debe decidirse sobre la base de qué verbo es preferible.
La formación de verbos en español a partir de adjetivos de color es un proceso derivativo normal, y tiene lugar mediante tres sufijos verbalizadores:
-ar: amarillar, azular
-ear: amarillear, verdear
-ecer: ennegrecer, oscurecer
Los verbos resultantes pueden ser transitivos (azular), intransitivos (amarillear) o pronominales (amoratarse), y también hay casos de posibles combinaciones entre ellos (un mismo verbo puede ser transitivo e intransitivo, o transitivo y pronominal, según el uso, por ejemplo).
Los verbos terminados en -ar son casi siempre transitivos: significan [hacer adquirir el color x]. Así, “azular” sería [hacer adquirir un color azul], [dar una tonalidad azul], [teñir de azul]. Y lo que es más importante, es que “azulamiento” sería entonces la “acción de azular”, no su efecto o resultado.
Los verbos terminados en -ear son casi siempre intransitivos: significan [adquirir un color x], [presentar una coloración x]. Así, “amarillear” sería [adquirir un color amarillo], [presentar una coloración amarillenta]. Eso concuerda con las definiciones expuestas más arriba de amarilleamiento, [alteración cromática hacia el color amarillo u ocre]. Hay un solo caso de verbo que funciona tanto de forma transitiva como intransitiva: “blanquear”.
Adicionalmente, y de acuerdo con la Nueva gramática de la lengua española, el sufijo verbalizador -ear es más frecuente que -ar, especialmente en el español de América, y particularmente en el español de Chile (rae, 2011, § 8.3c-8.3l).
De acuerdo con el análisis previo, la propuesta de normalización quedaría como sigue:
TÉRMINO: amarilleamiento
DEFINICIÓN: alteración cromática hacia el color amarillo u ocre.
ÁREA TEMÁTICA (AT): arqueología, escultura y monumentos, papel y libros, pintura, textil.
NOTA: en cada at, el amarilleamiento se aplica sobre distintas materialidades, y se puede producir por distintas causas.
Ambas denominaciones, amarillamiento y amarilleamiento, son ampliamente utilizadas, tanto por el CNCR como por el CNCT, y presentan un mismo significado de base en todas sus áreas temáticas y laboratorios.
Ambas denominaciones corresponden a sustantivos deverbales correctamente formados, de acuerdo con las reglas gramaticales del español actual.
Aunque es menos frecuente, se prefiere la denominación amarilleamiento, porque designa con mayor claridad el significado intransitivo del verbo “amarillear” [presentar una coloración amarilla], y también porque procede del sufijo -ear, que es más productivo en América y en Chile.
La denominación amarillamiento podría reservarse para designar el significado transitivo del verbo “amarillar” [dar o aplicar una tonalidad amarilla], en el caso en que se necesitara fijar ese uso.
Fuentes
Real Academia Española (rae). (2011). Nueva gramática de la lengua española. Vol. I: Morfología y sintaxis I. Espasa Libros.
Rello, L. (2009). “Términos de color en español: semántica, morfología y análisis lexicográfico. Definiciones y matices semánticos de sus afijos”. Diálogo de la Lengua, 1, 89-164. http://www.dialogodelalengua.com/articulo/pdf/5_rello_colores_dl.pdf
* Los anexos se refieren a fragmentos textuales extraídos del corpus, compilados para fines de estudio y elaborados para el desarrollo del proyecto de investigación; no están consideradas como anexos en este artículo.
Para el segundo grupo de casos, se hizo necesario desarrollar una metodología distinta, que pudiera evidenciar el fenómeno de la variación denominativa con cambios en las bases léxicas y que implicaban una consecuente variación conceptual.
Para ilustrar las etapas de análisis para este grupo -que se corresponden con la secuencia de herramientas utilizadas para la gestión del corpus en Sketch Engine-, utilizamos la serie terminológica, extraída de la base de datos inicial (ver Figura 4).
Etapa 1: análisis de sinónimos
Se extrajeron, con la herramienta Tesauro, los candidatos a sinónimos relacionados con el término preferente, adherencia, que se corresponde con la entrada de la base de datos (Figura 4). El criterio para la extracción de sinónimos del corpus con Sketch Engine se basa en la información contextual: si dos palabras comparten el mismo contexto, deberían ser similares en significado. De esta manera, la lista que se despliega se refiere a los términos del corpus que presentan los mismos colocados del término de búsqueda.
Los sinónimos se identifican automáticamente por la herramienta, de acuerdo con los lineamientos de la semántica distributiva, según la cual las palabras que aparecen en el mismo contexto tienen un significado similar. En Sketch Engine, esto significa que las palabras que mantienen colocaciones similares tienen un significado similar.
Para determinar sinónimos de la palabra de búsqueda, se comparan los contextos de todas las palabras que pertenecen a una misma parte del discurso y se enumeran aquellas que comparten la mayor proporción de colocaciones. La puntuación dada para cada sinónimo indica el porcentaje de colocaciones compartidas.
Sin embargo, esta etapa, por separado, no trae información contextual relevante para determinar el grado de sinonimia de un término, razón por la cual es importante analizar su contexto de uso. Por eso, a partir de esa lista de sinónimos, combinamos el criterio estadístico (frecuencia) con el conocimiento del especialista para ahondar en la investigación terminológica.
Etapa 2: análisis de combinatorias léxicas
Para filtrar los candidatos a sinónimos más fuertes, sometemos el término preferente, y también cada uno de los diez términos de la lista del Tesauro, a la herramienta Word Sketch, con el fin de analizar las combinatorias léxicas y colocados de cada término, como se puede ver en la Figura 5. Nos interesan especialmente las columnas (destacadas con una estrella en la Figura 6) “and/or”, por listar los posibles sinónimos -en este caso, rescatados cohesión y suciedad-, y la columna “is a” -por traer un contexto definicional para el término-. Para este último ejemplo, pedimos una concordancia, con el fin de recuperar el contexto más amplio (véase Figura 7).
Al final de esta etapa en particular, filtramos los términos cohesión, adhesión, acumulación y residuo como candidatos más fuertes, e incluimos adhesión y suciedad, ambos recuperados de los análisis previos; luego, contrastamos cada uno de esos términos con el término preferente, como se puede ver en la Figura 6, para validar el estatus de variante de cada par, en la etapa 3.
Etapa 3: análisis morfosintático contrastivo
Utilizamos la herramienta Sketch Difference -que extrae toda la información morfosintáctica de ambos términos y las dispone en dos columnas paralelas, para que se puedan comparar ambos comportamientos terminológicos- con el fin de realizar este último análisis (véase Figura 8).
Así que, en la Figura 8, nos fijamos especialmente en esta sesión, así como en los extremos superior e inferior, que muestra el comportamiento individual más sobresaliente de cada término y nos puede entregar las diferencias relevantes entre ambos términos.
La lectura de Sketch Difference nos muestra las siguientes, y las más destacadas, similitudes y diferencias:
Se detecta una nueva variante común a ambos términos de búsqueda: suciedad.
Adherencia y residuo son “superficiales”; es más frecuente su colocado común a la derecha; ambos se “eliminan” (tanto por su colocado verbal como nominal: “eliminar residuo”, “eliminación de adherencias”).
Tanto la adherencia como los residuos son, mayormente, “adhesivos”, aunque es más frecuente el “residuo de material”.
La diferencia más importante observada se refiere a que la adherencia, entendida en este caso como calidad de un material, se puede perder (“pérdida de adherencia”) o es algo que le falta a un objeto (“falta de adherencia”), pero no así el residuo. Por lo tanto, podemos destacar también un caso de polisemia del término adherencia.
Luego de aplicar estas tres etapas metodológicas para cada uno de los términos de una serie terminológica, el equipo multidisciplinario, conformado por especialistas en terminología y en patrimonio cultural, se reúne para discutir y contrastar las evidencias de uso obtenidas en el corpus con la percepción previa de los especialistas registrada en la base de datos terminológicos, con la finalidad de elaborar un dosier terminológico sobre cada una de estas series terminológicas y, de este modo, definir, a partir de todas las evidencias recuperadas con Sketch Engine, el término preferente - normalizado-, así como las recomendaciones de uso para cada unidad terminológica.
A partir de los resultados de los análisis realizados para el segundo grupo, se pudo obtener evidencias complementarias para explicar y clasificar los diferentes fenómenos de alternancia terminológica con variación conceptual. Estos fenómenos, más interesantes desde una perspectiva terminológica, solo se pueden resolver caso por caso, y extraer, al final, consecuencias con respecto a su normalización.
Para ilustrar el proceso, presentamos un análisis más detenido sobre la serie:
En una primera lectura, en términos de las clases conceptuales que se entregan como base en Cabré y Estopà (2005), todos los elementos de la serie léxica son entidades: todas hacen referencia a un tipo de material que se encuentra en la pieza arqueológica en cuestión.
Además del hecho de que todas pertenecen a la misma clase conceptual, todas ellas comparten dos rasgos generales: se trata de material que se extrae o limpia de la pieza patrimonial en la que están; muchas veces se las presenta como algo externo a la misma y, en algunos casos, se señala el peligro que representan en términos de daño a la obra patrimonial -lo que coincide con lo observado a partir de las extracciones con Sketch Engine.-.
A continuación mostramos estos rasgos comunes, mediante el análisis de cada concepto.
Adherencia: como señala la definición y el contexto del corpus, la adherencia es un material exógeno, ajeno a la obra, que presenta una alta adhesión y que, como indica el contexto, pueden causar daño a la obra, como se refuerza en Hernández (2015, p. 83).
Es interesante observar que, en la tesis de Hernández (2015), se presenta de manera intercambiable con el término material adherido. Asimismo, que este término, en el contexto provisto, podría interpretarse igualmente como una propiedad, lo que en Hernández (2015) es tratado con el término alternativo adhesión (también un sustantivo deverbal).
Material adherido: de acuerdo con lo señalado acerca de su carácter intercambiable con adhesión en Hernández (2015), bien podríamos asumir las características descritas anteriormente para esta unidad de conocimiento especializado. Además, el material adherido es algo que se remueve de una obra patrimonial, posiblemente debido al peligro que representa (y que se señaló en el concepto anterior).
En términos de la construcción de este concepto, como señalamos en el análisis morfológico del grupo nominal, es un sustantivo y un participio que especifica el tipo de material. Este foco en el objeto concreto a través de un sustantivo podría deberse a evitar la ambigüedad entre la entidad y la propiedad del término adherencia, que se advirtió más arriba.
Residuo superficial: el término residuo aparece asociado, en Hernández (2015), a las acciones de retirar (p. 57), sustraer (p. 57) y remover (p. 89), como parte de la fase de limpieza de la obra; en Gallegos (2006), a la acción de remover, y en Bracchita y Seguel (2014, p. 95), a la acción de eliminar. Así, parece estar vinculado al significado de las dos unidades ya analizadas, aunque su núcleo residuo denota una porción de un todo o lo que resulta de un proceso de descomposición. Por tanto, se puede asociar este significado a algo ajeno o externo a la obra en sí.
Por otra parte, la idea de que se trata de residuo superficial nos señala que, a diferencia de los términos anteriores, es algo que está por encima, no tan fijado. Esta idea la refuerza el tratamiento que recibe en Hernández (2015), donde los residuos se encuentran asociados a la técnica de microaspirado.
Restos de material: como indica el contexto recuperado del corpus, esta unidad es hiperónimo de tipos de materiales específicos (fibra vegetal, en el ejemplo). Al igual que en el término anterior, el núcleo nominal hace referencia a su carácter residual de algún proceso anterior.
Debido a su carácter de hiperónimo de otros términos, en otros ejemplos de documentos especializados se halla el sustantivo restos asociado a materiales específicos: restos de adhesivo (como sinónimo de adherencia y material adherido, en Hernández, 2015, pp. 80, 83, 92 y 94), restos de piedra (Gallegos, 2006, p. 42), restos de material lítico (Gallegos, 2006, p. 81), restos de sedimentos (Gallegos, 2006, p. 84).
En cuanto a las acciones a las que aparece relacionado, también aparece vinculado con remover (Mujica, 2014, p. 74), y como se señala en el ejemplo de contexto entregado, esto se debe al hecho de que la presencia de restos de material puede afectar la pieza patrimonial.
Además, es importante considerar el carácter plural del concepto, que lo vuelve incontable.
Por último, en el contexto de la arqueología, es necesario distinguir los restos de material, entendidos como residuos de procesos anteriores que se encuentran en una pieza patrimonial dada, de los restos materiales (Carosio et al., 2017, pp. 66-67), entendidos en el marco de la publicación referida como elementos arqueológicos pertenecientes o representativos de una cultura determinada.
Suciedad superficial: en la tesis de Hernández (2015), se incluye un glosario al final que define la suciedad como el polvo y las manchas que se acumulan sobre los objetos (p. 105) y se la relaciona con la definición de limpieza; en otras palabras, siguiendo estas definiciones y su uso en el texto, la suciedad es algo que se suprime (p. 104), se limpia, desprende (p. 74), se retira (p. 57) o que se elimina (Arriagada, 2017, p. 115).
Siguiendo la misma línea de razonamiento que ocupamos para el término residuo superficial, en este caso encontramos un núcleo nominal de uso cotidiano (no especializado), que se halla especificado por un adjetivo denominal (superficial) que indica la “ubicación” de este tipo de suciedad.
Luego de revisar el contenido conceptual de cada uno de los términos de la serie léxica, parece un poco más claro el motivo por el cual están incluidos en una misma serie: todos ellos son entidades asociadas a la modificación de las piezas patrimoniales y a acciones de limpieza o extracción de esta. Ello podría explicar, por ejemplo, por qué, en algunas obras, algunos de estos términos se usan de forma intercambiable: en Hernández (2015), adherencia y material adherido; y en Carrascosa et al. (2010), suciedad y material adherido. En este último ejemplo, una clave para comenzar a entender las diferencias conceptuales de las unidades presentes en la serie léxica es la ausencia del adjetivo superficial.
A pesar de los significados comunes, las unidades de la serie léxica manifiestan diferencias conceptuales: podemos distinguir entre unidades que refieren a material que está presente por encima y que, por tanto, es fácil de remover (residuo superficial, suciedad superficial), y aquellas cuyo material se encuentra más adherido al objeto arqueológico y que, por tanto, supone otros procesos de remoción (adherencia, material adherido). Así, por ejemplo, en Hernández (2015) se plantea que “se aplicó la goma de borrar, PATAFIX y micro aspirado, de forma alternada y con muy poca fuerza para limpiar la suciedad más superficial” (p. 74; énfasis propio).
El término que queda fuera de esta distinción, restos de material, no presenta esa especificación que entregan adjetivos como superficial y adherido, o que están incluidos en el significado de una unidad monoléxica como adherencia. Esta falta de especificación, como vimos más arriba, se ve en la bibliografía cuando se usa la construcción resto de y se especifica el tipo de material. El ejemplo más ilustrativo para este análisis es restos de adhesivo (Hernández, 2015, pp. 80, 83, 92).
Además, el carácter incontable señalado más arriba parece reforzar la idea de este concepto como algo más general que el resto de la serie léxica. De esta manera, se podría establecer que restos de material presenta un significado más general y que residuo superficial, suciedad superficial, adherencia y material adherido podrían ser tipos de restos de material que se pueden encontrar en una pieza. En otras palabras, restos de material sería hiperónimo de los cuatro términos restantes.
En la Figura 9 se ejemplifica gráficamente la relación entre los conceptos relacionados a las unidades y a otras unidades halladas en la documentación paralela consultada.
Considerando los criterios enumerados en el párrafo anterior, se puede considerar a las cinco unidades que componen la serie léxica entregada como unidades de conocimiento especializado. Todas ellas presentan un significado que es específico para el contexto arqueológico en el que aparecen, como pudimos ver respecto de los grados de adherencia y el rol del adjetivo superficial al respecto.
Por otro lado, esta especificidad puede observarse también en que muchas de las unidades analizadas contienen palabras polisémicas, de uso cotidiano, cuyo significado se especifica en el contexto en el que estamos analizando: material, restos, residuo y suciedad. En otras palabras, el requisito de especificidad del significado se cumple en todas las unidades analizadas.
Sin embargo, cabe preguntarse ahora si se cumple el requisito de necesidad. ¿Son necesarias en la estructura conceptual? Para razonar esta parte, es especialmente interesante centrarse en los pares de unidades que son hipónimos de restos de material (Figura 9). Como vimos en la respuesta sobre la estructura conceptual, las palabras suciedad, restos, residuo y material se usan de manera genérica y, en algunos casos, se reemplazan por un material específico: resto óseo, resto de cerámica, etc., como se muestra en la Figura 10. Por lo tanto, ninguna de estas palabras es necesaria en sí misma, sino que lo necesario es un significado hiperónimo que refiera a las materias exógenas que se acumulan en una pieza con mayor o menor adhesión.
Por otro lado, las nociones de adherido (que está incorporada en el sustantivo deverbal adherencia) y la de superficial sí son necesarias, en tanto señalan el grado de adhesión.
En el caso de adherencia, la noción necesaria está incorporada en el lexema: se trata de una unidad lexicalizada para expresar el significado ‘materia exógena que se acumula sobre una pieza con un grado de adhesión mayor’, a diferencia de material adherido, cuya unidad material es potencialmente intercambiable por otras (residuo, restos, suciedad). Algo similar ocurre en los términos residuo superficial y suciedad superficial, en los que el núcleo nominal también podría ser intercambiado por otros términos, mientras que el adjetivo superficial es necesario para articular el contraste “menos adherido / más adherido”.
En conclusión, la unidad adherencia es una unidad terminológica en pleno derecho, mientras que los demás restos de material, residuo superficial, material adherido y suciedad superficial corresponderían a unidades fraseológicas, no lexicalizadas, que están compuestas por otras unidades terminológicas. Por una parte, el conjunto de núcleos nominales (restos, material, residuo y suciedad) son unidades terminológicas en el campo, ya que su significado es específico en el ámbito de la arqueología y son necesarias para expresar un significado hiperónimo de la estructura. Por otra, los adjetivos superficial y adherida, según se puede observar en las Figuras 11 y 12, indican también significados necesarios para la estructura conceptual presentada, específicamente para el contraste de mayor y menor adhesión.
En este artículo hemos presentado las etapas metodológicas para la normalización terminológica, adoptadas a partir de un corpus sobre conservación-restauración de bienes patrimoniales, evidenciando algunas interrelaciones que se dan entre la constitución del corpus lingüístico CORPAT, los géneros textuales que conforman el corpus y los diferentes tipos de variación que se dan en este ámbito de especialidad. Hemos querido mostrar cómo las evidencias obtenidas mediante esta metodología de trabajo terminológico nos permiten tomar decisiones sobre la normalización de los términos, que es parte del proyecto conjunto con los especialistas en conservación-restauración de bienes patrimoniales de Chile. Esas decisiones tienen fundamentos lingüísticos, terminológicos y de análisis de uso de los términos en su ámbito.
Hemos visto, por ejemplo, que según el tipo de variación observada, la metodología utilizada para su normalización debió adaptarse: cuando la variación denominativa era de tipo formal -variación ortográfica, morfológica, sintáctica-, y no implicaba variación conceptual, los criterios se basaron en análisis de uso y frecuencia, fundamentadas por criterios gramaticales. Las herramientas de la lingüística de corpus se mostraron instrumentos valiosos para esta etapa de análisis, ya que nos permitieron una lectura vertical del corpus basada en criterios estadísticos, que son significativos para los análisis de relevancia terminológica.
Sin embargo, en caso de las series terminológicas que comportan variación sintáctica, se observó un fenómeno interesante: en el corpus textual, las formas plenas o desarrolladas (p. ej., daño estructural) aparecen de modo sistemático en los documentos más formales y sintéticos, como las fichas clínicas. Ese mismo concepto, en los documentos con una elaboración más discursiva (los diferentes tipos de informes), aparece predominantemente de manera reducida (daño), lo que podría relacionarse tanto con una cuestión de economía lingüística -en forma de variante discursiva- como con una hiperonimización o generalización del concepto en su forma desarrollada. Esa constatación a partir del corpus permitirá tomar una decisión global con respecto estas series terminológicas y las alternancias sintácticas que presentan.
Por otro lado, cuando la variación denominativa acarreaba variación conceptual, se hizo necesario diseñar una metodología que considerara observar detenidamente los diferentes contextos de uso de cada variante, su comportamiento morfosintáctico y sus combinatorias léxicas más relevantes (según los criterios estadísticos entregados por la propria plataforma de gestión de corpus Sketch Engine). Con eso, el equipo multidisciplinario, conformado por especialistas en terminología y en el patrimonio cultural, pudo contrastar las evidencias recopiladas en el corpus con su conocimiento especializado, con el fin de explicar y catalogar los diferentes fenómenos de alternancia terminológica y llegar a un consenso sobre el término preferente -nornalizado- y las variantes aceptadas, según cada caso.
Finalmente, en un proyecto a largo plazo como este, con un material tan rico y diverso, todavía nos quedan distintas hipótesis que esperamos verificar a lo largo de este trabajo conjunto.
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[1]Cómo citar este artículo: Tebé, C. y Pissolato, L. (2022). De la variación terminológica a la normalización: etapas metodológicas a partir de un corpus sobre conservación-restauración de bienes patrimoniales. Mutatis Mutandis, Revista Latinoamericana de Traducción, 15(2), 345-366. https://doi.org/10.17533/udea.mut.v15n2a05