ISSN 2011-799X
Artículo recibido: 31/01/2023
Artículo aceptado: 16/06/2023
doi: 10.17533/udea.mut.v16n2a10Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral:
autocensura, ethos traductor y amor romántico1
Elena Madrigal
madrigal@colmex.mx
https://orcid.org/0000-0002-8212-0334
El Colegio de México, México.
Resumen
Doris Dana fue pionera en traducir y publicar, además de un par de fábulas dirigidas a la infancia,
la primera selección de poesía de Gabriela Mistral, trabajo que marcaría los derroteros de retraduc-
ciones sucesivas en inglés, algunas de las cuales autorizó por haber sido albacea de la escritora. A
pesar de su trascendencia para la difusión de la obra de la única latinoamericana en recibir el Premio
Nobel, una serie de incógnitas y contradicciones rodean su perfil traductor y muy poco se aprecia su
trabajo. A partir de la definición de autocensura propuesta por Francesca Billiani, y del mecanismo
de la censura internalizada descrito por Pierre Bourdieu, en el artículo se plantea que Dana silenció
su figura y demeritó su obra traductora debido al estigma de inmoralidad que pesaría sobre la rela-
ción lésbica que sostuvo con Mistral y cuyos alcances distarían de ser halagüeños. Para finalmente
reflexionar sobre el filón de lo privado en la autocensura traductora, se hace necesario recopilar un
mínimo de datos para delinear la formación y las capacidades que sustentaron la labor traductora y
editorial de Dana. Asimismo, se contrastan detenidamente su versión de “La otra” con las de Ma-
ria Giachetti, Ursula K. Le Guin y Randall Couch, y se comentan las traducciones de las fábulas
mistralianas. Como recurso para resarcir la voz translaticia de Doris Dana, proponemos subrayar su
filigrana en la atención al detalle y a la rendición integral del texto —consecuentes, a su vez, con un
conocimiento profundo de la obra de Mistral—.
Palabras clave: autocensura, mujeres traductoras, lesbianismo, crítica de traducciones literarias
Doris Dana, Gabriela Mistral’s Translator: Self-Censorship,
Translator’s Ethos and Romantic Love
Abstract
Doris Dana pioneered both the translation into English and the publication of two of Gabriela Mis-
tral’s fables for children and the first selection of Mistral’s poetry. The latter became a paradigm for
successive retranslations, some of which Dana authorized as Mistral’s executor. Despite her relevance
1 Artículo enmarcado por el proyecto de investigación “Figuras del escritor-traductor” (extensión 2023), del
antecedente “Alfonso Reyes, Salvador Novo, Nancy Cárdenas y Elsa Cross, figuras del escritor-traductor”
(2014-2022), ambos auspiciados por El Colegio de México.
Elena Madrigal454Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
in the reception of the only Latin American woman writer to be awarded a Nobel Prize in Literature,
little is known about her professional profile and her work has been undervalued. So, relying on Fran-
cesca Billiani’s definition of self-censorship and on Pierre Bourdieu’s description of internalized cen-
sorship, this article suggests that Dana deviated the attention to her persona and diminished her own
merits due to the stigma of immorality that her lesbian relationship with Mistral would arise—with
far-reaching consequences. To reflect on the dynamics of the private and self-censorship in transla-
tion, the article gathers information on Dana’s background and skills that sustained her translative
and editorial contributions. It also includes an assessment of her translation of “The Other” in rela-
tion to Maria Giachetti’s, Ursula K. Le Guin’s and Randall Couch’s versions, as well as comments
on Dana’s translations to two of Mistral’s fables. The close reading reveals Doris Dana’s expertise on
Mistral’s œuvre, evident in her attention to details and her integral rendition of each text, an exercise
needed to recover her translational voice.
Keywords: self-censorship, women translators, lesbianism, literary translation criticism
Doris Dana, traductrice de Gabriela Mistral : autocensure,
ethos traductif, et amour romantique
Résumé
Pour le lectorat en anglais, Doris Dana fut pionnière en tant que traductrice et éditrice du premier
recueil de poésie de Gabriela Mistral, ainsi que de deux fables enfantines. En tant qu’exécutrice testa-
mentaire, elle se chargea d’autoriser quelques traductions nouvelles. Malgré son énorme importance
pour la diffusion de l’œuvre de la seule latino-américaine Prix Nobel de Littérature, incertitudes et
contradictions continuent d’entourer son profil traducteur et son travail reste peu apprécié. À partir
de la définition d’autocensure proposée par Francesca Billiani et du mécanisme de la censure intério-
risée décrit par Pierre Bourdieu, on suggère dans cet article que Dana a étouffé son rôle et dévalorisé
son travail de traduction du fait du stigmate d’immoralité qui pesa sur la relation lesbienne qu’elle
vécut avec Mistral, relation dont les conséquences seraient certainement négatives. Afin de mener à
bien une réflexion sur les effets de la sphère du privé dans l’autocensure traductrice, il est nécessaire
de recueillir un minimum d’éléments qui permettent de définir la formation et les capacités qui nour-
rirent le travail de traductrice et d’éditrice de Dana. On mettra également en contraste sa version de
“La otra” (« L’autre ») avec celles de Maria Giachetti, Ursula K. Le Guin et Randall Couch, et on
commentera les traductions des fables de Mistral. De ce faut, l’appréciation permet de redonner toute
sa valeur à la voix traductrice de Doris Dana, caractérisée par son attention détaillée et sa profonde
connaissance de l‘œuvre mistralienne.
Mots clefs : autocensure, femmes traductrices, lesbianisme, critique de traductions littéraires
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico455Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
Introducción
Doris Dana ocultó y tergiversó información
importante sobre su formación y capacidades,
con el fin de desdibujar la valía de su trabajo y la
autoridad que tenía sobre el legado de Gabrie-
la Mistral, no solo por haber sido su albacea,
sino también por su profundo conocimiento
de la obra de la polígrafa chilena. Entonces,
el presente ensayo tiene un objetivo bifronte.
En primer lugar, se reconstruye el perfil de
Dana, es decir, se indaga sobre “los elementos
biográficos, psicológicos y existenciales, [sus]
obras literarias, […] su grado de bilingüismo,
[los] campos lingüísticos y literarios [por ella
transitados], su obra traducida [e incluso sus
reflexiones sobre] la traducción en general”
(Berman, 1995, pp. 57-58), y que se resume
en su postura, proyecto y horizonte (Berman,
1995). En segunda instancia, se exploran
los mecanismos que la llevaron a proceder
cautelosamente en la dimensión extratextual.
Para ello, las nociones de autocensura y ethos
traductor y autorial sustentan dos apartados
amplios que se complementan para revalorar,
finalmente, la voz traductora de Doris Dana.
Por principio de cuentas, tengamos presente
que Gabriela Mistral (1889-1957), única lati-
noamericana galardonada con el Premio Nobel
de Literatura y primera por poesía en lengua
hispana, debe su prestigio a una lírica fina y ori-
ginal, a una prosa inteligente y prolífica, y a un
epistolario intercambiado con la intelectuali-
dad más importante en su momento, obras que
han sido objeto de una extensa bibliografía crí-
tica. Su meritoria carrera estuvo acompañada
por una sucesión de mujeres de amplia cultura
que públicamente fungieron como sus secreta-
rias y, en el ámbito de lo privado, la procuraron
en la cotidianidad, a más de que algunas de
ellas formaron parte de su vida afectiva y amo-
rosa. El apoyo profesional que le brindaron
no se limitó a “[ahorrar a Mistral] el cansador
trabajo de trasvasar a máquina una caligra-
fía que fue variando de trazo y de dificultad
para quien no domine el castellano e incluso
dominándolo” (Vargas Saavedra, 2013, p. 14).
Por el contrario, en particular tres de ellas in-
tervinieron en el seguimiento de su archivo y
correspondencia, la revisión de su obra creati-
va (García-Gorena, 2018, p. 11), y otras dos,
incluso, en la interpretación y la traducción,
actividades indispensables para la labor consu-
lar y la consolidación internacional de Mistral.
Después de Palma Guillén y Sánchez2 y de
2 Por disposición de José Vasconcelos, Guillén
(1898-1975) recibió a Mistral a su llegada a Méxi-
co con la encomienda de acompañarla por el país
para facilitar las tareas inherentes a la reforma
educativa posrevolucionaria. Desde 1918, ya era
doctora en Filosofía por la Universidad Nacional
(Sánchez Rebolledo, 1993, s. p.). En carta del 20
de agosto de 1918, Torri la describió como “pro-
fesora de Psicología en […] la Escuela Normal
para Maestras, discípula de [Antonio] Caso, amiga
nuestra [de los integrantes más distinguidos del
Ateneo de la Juventud], bastante inteligente y no
sin cierta graciosa petulancia” (1995, p. 269). Pa-
ralelamente a la labor cultural que emprendió al
lado de Mistral, Guillén forjó una carrera diplo-
mática que culminó con ser la primera latinoame-
ricana en recibir el máximo “nombramiento de
enviado extraordinario y ministro plenipotencia-
rio” (Cano, 1998, p. 71). En su prólogo tardío a
Lecturas para mujeres, deja entrever sus diferencias
con Mistral, la “campesina”, la “maestra de Len-
gua Castellana y de Geografía, [asidua lectora] de
traducciones al español”, cuando ella era profe-
sora “de Literatura y de Lógica, [cercana a] Fran-
cia y [al magisterio de] Pedro Henríquez Ureña”
(Guillén, 1971, p. ix), insinuación a su dominio
del francés y seguramente del inglés, idioma de
trabajo principal del dominicano. En su remem-
branza de Mistral, Guillén puntualiza que fue
una amiga vitalicia y entrañable para la chilena
y “no […] su secretaria: su secretaria fue Eloísa
Jaso […] la hermana de la gran maestra Carlo-
ta Jaso” (1971, p. x). Asimismo, Vargas Saavedra
indica que Guillén intervenía, con correcciones
cultas, los manuscritos de Mistral, como sucedió
con “El águila”, en el que Mistral redactó: “‘Por
todo esto se le han puesto rojos los ojos y la ceja
apretada’ [y que] Palma Guillén corrigió a: ‘Por
todo eso se le ha puesto roja la mirada y apretada
la ceja’. Más rítmica la redacción de […] Mistral;
más lógica y correctamente gramatical la de […]
Elena Madrigal456Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
Consuelo Saleva,3 el nombre de Doris Dana
(Nueva York, 1920-Naples, Florida, 2006) co-
bra especial importancia investigativa, dados
los indicios documentales que permiten re-
construir su agencia como traductora y su con-
secuente trascendencia directa en la cultura de
recepción —e indirecta para el lectorado his-
pánico—. Sin embargo, los silencios alrededor
de su vida y obra obedecieron a una autocen-
sura que se reactivó en diferentes momentos
y con distintos matices en función de Mistral,
su autora y amante, y repercutió, fundamen-
talmente, en la dimensión extratextual de su
actividad traductora.
Para indagar en esas esferas, convendría re-
flexionar sobre la precondición de un entorno
institucional que construye los imaginarios
condenables desde la vida social. La defini-
ción de “censura” que brinda Francesca Billia-
ni abarca las consideraciones más amplias del
fenómeno:
La censura es un acto coercitivo y autorita-
rio que impide, manipula y controla, de dis-
tintas maneras, la interacción entre culturas.
Debe ser entendida como un discurso, por lo
regular el dominante, que una sociedad de-
terminada articula en un momento dado y se
Guillén. Simplificando: podría decirse que son
dos maneras de escribir: una es rústica y emotiva,
la otra es culta y racional. Incluso, una es cam-
pesina, y la otra urbana. Y aún más, una es de
habla y la otra de libro” (2013, pp. 15-16). Según
García-Gorena, Guillén y Mistral “posiblemente
tuvieron una relación romántica” (2018, p. 361).
3 García-Gorena indica que Consuelo (Coni) Saleva
(1905–1968) “fue alumna de Mistral en Middle-
bury College en Vermont y luego su secretaria
y compañera desde finales de la década de 1930
hasta 1943, cuando se mudó [a su natal] Puerto
Rico, pero regresó para acompañar a Mistral en
Santa Barbara […]. [Durante ese periodo,] Mistral
[…] es nombrada cónsul por Chile en Petrópo-
lis […] y sostiene un romance con […] Saleva”
(2018, p. 367), quien se encargaba incluso de las
cuestiones financieras y de las propiedades de
Mistral en los Estados Unidos. (Las traducciones
son responsabilidad mía).
expresa mediante prácticas culturales, estéti-
cas, lingüísticas y económicas represivas. La
censura funciona […] de conformidad con
un conjunto de valores y criterios específicos
establecidos que un ente dominador ejerce
contra uno dominado; por lo regular, el pri-
mero se siente identificado con […] las con-
venciones sociales que regulan la libertad de
elección personal y pública. De maneras pun-
tuales, la censura y la traducción influyen en
la visibilidad y la invisibilidad, en la accesibi-
lidad y la inaccesibilidad del capital cultural
que un texto, o un corpus dado, usufructúa o
produce (1998, p. 28).
Siguiendo el argumento de Billiani, la censura
funciona siempre y cuando se dé un tránsito de
los planos discursivos y coercitivos institucio-
nalizados hacia los comportamentales propios
de los integrantes del núcleo social; a su seña-
lamiento agregaríamos la condición de que los
sujetos, a su vez, completen el círculo al actua-
lizar la coerción. Ingresaríamos, entonces, al
territorio de la autocensura, en el que las prác-
ticas y las convenciones señaladas por Billiani
han sido asimiladas por el individuo, al punto
de obliterar su origen.
En el caso que nos concierne, lejos de cancelar
la obra mistraliana, la autocensura de Dana
tuvo como finalidad propiciar, en el polisiste-
ma anglonorteamericano, el reconocimiento de
Mistral como figura preeminente y, de manera
tangencial, afianzar su lustre en el canon hispá-
nico, al ser una autora merecedora de ser leída
por otras culturas. Específicamente, la práctica
autocensora de Dana difiere de la usualmente
ejercida por los traductores individuales en el
nivel textual, la más de las veces presionados
por agentes de instancias y aparatos que inter-
vienen en el plano político-ideológico e inclu-
so judicialmente represivo, según la taxonomía
de Billiani (1998, pp. 29-30).
A primera vista, la contención de Dana es de
índole estética, en la medida en que reitera, me-
diante su traducción de una selección de poesía
y dos fábulas, como planteamos en el aparta-
do 2.1.2, el corpus de lo traducible en función
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico457Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
del ethos4 autorial pergeñado por Mistral a lo
largo de su carrera. Es decir, Dana se cercio-
ró de que sus actividades relacionadas con el
traslado de la obra mistraliana al inglés reite-
raran los atributos identitarios de una cantora
de la patria, la niñez y la maternidad, valores
superiores de la condición femenina. Sin em-
bargo, al indagar sobre las posibles causas de la
autocensura, resulta entendible que el estigma
de inmoralidad que pesaba sobre la disiden-
cia sexual se erigiera como una amenaza que
desarticulase la figura de la autora, coartara la
publicación de su obra e hiciese blanco indirec-
to en la traductora. En otras palabras, operó
en Dana una “censura anticipada” (Bourdieu,
1991, p. 77) a las exigencias del mercado edito-
rial y del público lector, para conservar la con-
gruencia con la estatura simbólica de Mistral
en el campo cultural.
Más que al habitus, es decir, a los parámetros
del “buen gusto” o “corrección”, originados
en aquellos
[…] sistemas de predisposiciones duraderas
y adaptables, de estructuras estructuradas
previstas para funcionar como estructuras
estructurantes, es decir, como principios que
generan y organizan prácticas y representa-
ciones que pueden ser adaptadas de manera
objetiva a sus resultados sin que ello presu-
ponga un cálculo consciente o un dominio
expreso de las operaciones necesarias para
conseguir tales resultados (Bourdieu, 1990,
p. 53),
la autocensura de Dana obedece a su con-
ciencia de la lesbofobia social, conjunto de
constreñimientos que dejarían su huella en la
adaptabilidad de su función de “bedel” y cuyo
principio se halla en la censura ejercida “de una
vez y por todas, a través de las formas de per-
cepción y de expresión que ha internalizado e
4 Seguimos la definición del Diccionario de la len-
gua española (Real Academia Española, s. f., s. v.
“ethos”): “Conjunto de rasgos y modos de com-
portamiento que conforman el carácter o la iden-
tidad de una persona”.
imponen su forma en todas sus expresiones”,
atinada generalización difundida por Bourdieu
en Language and Symbolic Power (1991, p. 138,
y en Merkle, 2010, p. 19). Será tal la fuerza
del entramado censurador originario que, por
el resto de sus días, Dana ideará una serie de
estrategias de autoprotección para sortear la
maledicencia y resguardar la imagen de su
autora y de su propio trabajo.
1. Un ethos traductor esquivo
En consecuencia, de Doris Dana se tiene in-
formación superficial, incompleta y contra-
dictoria, que ella misma alimentó, en un acto
continuador de la atención centrada en Mistral
y, sobre todo, al convertirse en albacea de la
poeta.
Hasta donde tenemos noticia, existen cuatro
fuentes que permiten atisbar a la figura de
Dana: las apreciaciones tendientes al polo ne-
gativo que presenta Soledad Falabella en sus
profundos estudios ecdóticos (2003, y Fala-
bella y Domange, 2010), el epistolario entre
Dana y Mistral en la edición de García-Gore-
na (2018),5 el aparato paratextual que lo acom-
paña y el testimonio directo de Dana en las
entrevistas que le realizaron María Pallais en
1978, Cherie Zalaquett Aquea en 2002 y Luis
Vera en 2005. Por ellas, es posible darse una
idea de tres ángulos de su ethos traductor: for-
mación, adquisición y perfeccionamiento del
español como lengua de trabajo y característi-
cas de sus traducciones.
Con respecto a su formación, Falabella plan-
tea que Dana apenas poseía rudimentos del
5 Aunque las cartas que la chilena dirigió a Dana
entre 1948 y 1956 han sido publicadas en espa-
ñol en dos ocasiones (2009 y 2021), la traducción
y edición de García-Gorena es la única que re-
conoce explícitamente y ahonda en la relación
privada entre autora y traductora, y aporta datos
directos e indirectos, tales como semblanzas mí-
nimas de las personalidades que las rodearon o
influyeron en sus vidas, al grado de ser referidas
en el epistolario.
Elena Madrigal458Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
idioma español que derivaron en las deficien-
cias graves de la primera edición de Poema de
Chile.6 Por el contrario, otros indicios apuntan
a que contaba con los conocimientos y la expe-
riencia idóneos en crítica y escritura para dedi-
carse a la traducción literaria. Por su sobrina,
se sabe que, una vez concluidos sus estudios en
Wyandotte High School, Kansas, entre 1939 y
1941, prosiguió en el prestigioso Bryn Mawr
College, Pennsylvania, y finalmente obtuvo su
grado de bachelor of arts en Barnard College;
durante esos años, escribió y publicó poesía.
Posteriormente, estudió Actuación en Perry
Mansfield School, en Steam Boat Springs,
Colorado (Atkinson, 2009, p. 460). Dejó in-
completa la maestría con especialidad en Li-
teratura e Idiomas7 en Columbia University,
y llegó a impartir clases de escritura creativa
en New York City College, sin poder aspirar
a una plaza como profesora, por carecer del
6 Antes que en su cuidadosa lectura de las versio-
nes manuscritas del texto, la investigadora parte
de “equívocos” (Falabella, 2003, p. 43) atribuibles
a Dana y que abarcan desde “una gran cantidad
de inusuales errores de ortografía, propios de
una persona que no conoce bien el castellano”
(Falabella, 2003, p. 48) hasta su incapacidad para
“captar las sutilezas del lenguaje, […] el lenguaje
figurativo y [las] palabras menos cotidianas” (Fa-
labella, 2003, p. 51) de Mistral. Sin embargo, cabe
la duda de por qué Mistral habría de permitir la
intervención de sus manuscritos, la preparación
de índices y la gestión de su legado, si las deficien-
cias de Dana con el idioma eran tan evidentes.
7 Es probable que también fuese suficiente en fran-
cés. En “Alma y poesía de Gabriela Mistral”, ensa-
yo introductorio de las Poesías completas, Esther de
Cáceres refiere “el hermoso y grave testimonio de
Jacques Maritain en Carnet de Notes: ‘Doris Dana,
que había sido el Ángel Guardián de Gabriela
Mistral’” (en Mistral, 1968, p. 17, n. xvii). Al ras-
trear el dato —que no meramente reitera a Dana
como cuidadora—, Maritain evoca, hacia finales
de 1958, la hospitalización de su hermana Vera
en Nueva York y de cómo el susodicho ángel,
“una maravillosa amiga americana, compartió su
habitación, resolvió todos los problemas prácti-
cos y fungió como intérprete entre las enfermeras” (1965,
p. 293; énfasis mío), y él y Raïssa, su esposa.
grado (Atkinson, 2009, p. 461). Disfrutaba de
la música clásica, como se deduce del comen-
tario por vía epistolar que le hace Mistral el 4
de mayo de 1949: “Tal vez te guste esta ciu-
dad [Jalapa]. […] Hay una orquesta sinfónica
muy buena” (Mistral, 2021, p. 97). De algunas
otras cartas se infiere que escribió cuentos, pro-
sas poéticas y abandonó proyectos de libros,8 y
existe un par de noticias de que trabajó como
guionista televisiva. La primera se halla en una
misiva del 19 de febrero de 1955, a la que Gar-
cía-Gorena acota:
Gilda Péndola escribe a Doris Dana desde
Nueva Orleáns, a donde ella y Margaret Ba-
tes han llevado a Mistral a pasar las peores
semanas del invierno norteño y a fin de que
Dana tenga tiempo para concluir unos pro-
yectos para la televisión (2018, p. 354).
La segunda noticia está en la carta de mar-
zo de 1955, mediante la que Dana comenta
a Gabriela un par de incidentes alrededor de
la producción de dos de sus guiones (Mis-
tral, 2018, p. 335). Tales antecedentes facili-
taron que Dana desarrollase con soltura las
relaciones amicales, literarias y académicas
(Madrigal y Bermúdez, 2022, §§ 21, 22) que in-
cidirían en su labor traductora a favor de la in-
serción de la obra mistraliana en el polisistema
anglonorteamericano.
La carencia de información en cuanto a fechas,
títulos y destino de su obra poética, narrativa,
teatral y guionística también impide conocer
los pormenores de su adquisición y dominio
del español. Por ejemplo, Dana declaró a Za-
laquett Aquea su desconocimiento del idioma
8 Mistral le dice en la carta del 17 de enero de 1950:
“a ti te amarga la ausencia de Nueva York y te in-
quieta —esto lo comprendo— el haber paraliza-
do la publicación de tus cuentos y de tus libros”
(Mistral, 2021, p. 200; énfasis en el original), y dos
años más tarde, se reitera el abandono de sus pro-
yectos literarios en la misiva del 4 de octubre (Mis-
tral, 2021, p. 350). Sin mayores detalles, Zalaquett
Aquea da cuenta del título de una de sus obras tea-
trales: La mitad de la tierra prometida (2002, p. 20).
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico459Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
en referencia a los años en que convivió con
Mistral —1.° de octubre de 1948, fecha en que
se constituye la pareja (García-Gorena, 2018,
p. 6), al 10 de enero de 1957, día en que fallece
la chilena—, por lo que Mistral siempre había
tenido que contar con la ayuda de secretarias
en español:
—Yo ayudaba en todo lo que podía como
escritora, no como secretaria. No conocía la
lengua. Ella era cónsul en donde andaba y
siempre tuvo que buscar una secretaria que
pudiera hacer los documentos oficiales.
—¿Quién era la secretaria cuando ella vivía
con usted?
—En México, Consuelo Saleva. En Italia,
Fabricini, una muchacha napolitana. En
Nueva York, había personas que venían a la
casa a escribir cosas, pero no en forma per-
manente, sino part time (Zalaquett Aquea,
2002, p. 22).
Asimismo, todavía se replica la anécdota de
que su motivación a aprender la lengua sur-
gió el 7 de mayo de 1946, cuando escuchó la
conferencia que Mistral dictó en el Barnard
Hall de Columbia University, y se sabe, por
una carta del 9 de febrero, que en 1948 tenía
publicada la traducción del ensayo que Mistral
había escrito sobre Thomas Mann (Mistral,
2009, p. 29; Soto y Magri, 2022, p. 36). Es decir,
dos años le habían bastado para desempeñarse
como traductora de un texto complejo.
La suspicacia se acentúa si, de la entrevista
que le hizo Luis Vera, se infiere una exposi-
ción temprana al español peninsular en su ceceo
ocasional y se presta atención a su insisten-
cia en ejemplificar su escaso conocimiento de
la lengua durante su convivencia con Mistral,
asunto que desdicen las grabaciones domésti-
cas (realizadas entre 1953 y 1956) preservadas
en la Biblioteca Nacional de Chile. Asimismo,
si se considera que tenía cimentado el hábito
de la lectura en español, como lo indica un
comentario del 4 de mayo de 1949 por parte
de Mistral para convencerla de acompañarla
a Jalapa: “Hay librerías por si quieres leer en
español” (Mistral, 2021, p. 97). Un dato en
la remembranza de Doris Atkinson y otro en
la investigación de García-Gorena acendran la
duda al apuntar a un inicio más temprano del
estudio del español y por una vía que, de haber
sido pública, hubiera dejado al descubierto el
lesbianismo de Dana.
Atkinson indica que, mientras Dana cursa-
ba el posgrado en Columbia, “es posible que
haya pasado a México en esos años” (2009,
p. 460)9 y García-Gorena señala que las siglas
“M. M.”, frecuentemente citadas en el epis-
tolario, corresponden a Margarita Madrigal
(1912-1983), expareja romántica de Dana,10 a
quien visitaba en Puebla, y cuya convivencia
con Marcela de Arta-Sánchez, su hermana y
otros familiares, desató los celos furiosos de
Mistral, con quien vivía en Jalapa (2018, p. 8).
Sin proponérselo, Dana dejó la pista de que su
interés por el idioma español surgió por Madri-
gal cuando declaró que “en 1947, no hablaba
una palabra de español ni se interesaba por la
América Latina”, aunque, en la misma entre-
vista, la reportera se pregunta: “¿Cómo, enton-
ces, llegó a conocer tan íntimamente la obra de
nuestra poetisa?”, y se responde:
9 Dana realizó algunos viajes al país, entre 1948,
1949 y 1950, para acompañar a Mistral, quien ha-
bía sido invitada por el presidente Miguel Alemán
y por conducto de Jaime Torres Bodet, ministro
de Educación (Guillén, 1971, p. ix).
10 García-Gorena remite a las cartas de Mistral del
10 de abril y del 21 y 25 de mayo de 1949 como
testimonio del pasado amoroso entre Madrigal y
Dana (2018, pp. 8 y 361). A esas misivas hay que
sumar la del 4 de mayo de 1949 (Mistral, 2021,
p. 96). García-Gorena aporta, entonces, suficien-
tes elementos para conjeturar la relación entre
Dana y Madrigal, posibilidad que los anotadores
de una edición anterior del epistolario difuminan
a partir de la inicial “M.” que, según indican, “pue-
de tratarse en primera instancia de M. Madrigal;
sin embargo, existe la posibilidad de que se trate
de Margarita Michelena, Monika Mann o Marina
Núñez del Prado” (Mistral, 2009, p. 464, nota a la
carta del 10 de abril de 1949, pp. 48-50).
Elena Madrigal460Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
Joven escritora y maestra en una universidad
de Nueva York, Doris escuchó a la costarri-
cense Margarita Madrigal leyendo un poema
de niños en español, escrito por la Mistral.
Sin comprender el significado, Doris, cuyo
oído refinado distinguió la musicalidad del
lenguaje, se quedó maravillada. Sin perder un
minuto, la joven norteamericana se empeñó
en aprender español para poder leer la poesía
de Gabriela Mistral (Pallais, 1968, p. 68).
Sin embargo, la periodista no reparó en que
Dana publicó “El otro desastre alemán”, su
primera traducción, en 1947, año en que su-
puestamente todavía no emprendía el apren-
dizaje de su lengua de trabajo. Fuera de la
entrevista, Dana tuvo buen cuidado de ocultar
el nombre de Madrigal, especialista en adquisi-
ción de lenguas, campo en el que “publicó más
de veinte libros” (M. Madrigal, 2012). A la
fecha, su primer libro, Madrigal’s Magic Key to
Spanish. A Creative and Proven Approach (1953),
ilustrado por Andy Warhol, se sigue vendien-
do en formatos Kindle e impreso con reseñas
muy positivas. Según el blog Margarita Madri-
gal, los antecedentes de su método didáctico
“Invitation to…” datan de los primeros años de
la década de los cuarenta cuando, según nues-
tros cálculos, comenzó su “relación de largo
aliento con Doris Dana” (M. Madrigal, 1953).
2. Praxis traductora
Pero sus cuatro traducciones son las eviden-
cias del dominio de la lengua de trabajo y de las
motivaciones que pautaron su praxis textual.
La primera traducción de la obra mistraliana,
como se ha mencionado, fue el trasvase de “El
otro desastre alemán”11 que, con el título de
“The Other German Disaster”, formó parte
de la quinta sección de The Stature of Thomas
Mann. El crédito a la traductora aparece en la
sección de “Agradecimientos”, en el bloque de
ensayos traducidos (Mistral, 1947, p. 16).
11 Publicado originalmente en la Revue de l’Amé-
rique Latine (París), núm. 8, t. iii, agosto de 1945,
pp. 233-237 (ficha 478, Escudero, 1957, p. 264).
La relación traductora-autora dio inicio con
la mencionada carta del 9 de febrero de 1948,
con la que Dana acompañó el ejemplar del
libro que envió a la chilena. La nota fue re-
dactada en español impecable, porque “[¡la]
reescribi[ó] cientos de veces antes de mandar-
la!” (Pallais, 1968, p. 69). En ella, se presenta,
además, como conocedora de su obra:
A través de sus obras, su nombre representa
para mí todo lo que es fuerte y significativo,
bello y realmente eterno. En la profunda ter-
nura contemplativa y la fuerza de sus obras el
mundo ha encontrado en usted una muestra
de sentido y una llama viva del arte más puro
(en Mistral, 2009, p. 29).
Presumimos que Dana poseía la suficiencia
lingüística para haber leído críticamente la pro-
ducción ensayística y poética de Mistral, por lo
que habría de tomarse con cautela otro comen-
tario que hizo en una entrevista tardía sobre
su traducción: “Lo traduje [el ensayo de Mis-
tral] con gran esfuerzo, porque yo era amiga de
Thomas Mann, lo quise mucho y quería mucho
la poesía de Gabriela, sin conocerla toda, sólo
la que yo podía leer, porque había estudiado
latín” (Zalaquett Aquea, 2002, p. 20).
En vista de que la circulación del volumen par-
tió de los núcleos londinense y neoyorquino y
contó con colaboraciones prestigiosas,12 es ma-
yormente factible que la participación de Dana
fuese respaldada por su conocimiento de los
idiomas de partida y llegada, antes de que por
sus vínculos amistosos con Mann. Así se in-
fiere del recuento de Doris Atkinson sobre el
origen de la colaboración de Dana:
Durante sus estudios en la Universidad de
Columbia, Doris conoció a Charles Neider,
quien trabajaba activamente en la traducción
12 Publicado simultáneamente en Londres por Pe-
ter Owen y en Nueva York por New Directions;
fue reeditado en 1968. Bajo los rubros “Perso-
nal”, “Operático”, “Comparativo”, “Temático” y
“General”, destacan los nombres de André Gide,
Stefan Zweig o Georg Lukács.
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico461Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
del Premio Nobel alemán Thomas Mann.
Charles Neider, además, estaba editando La
estatura de Thomas Mann, una compilación
de textos sobre el autor. Gabriela Mistral era
una de las escritoras de la antología. Char-
les Neider le pidió a Doris que supervisara
la traducción y, a la vez, le redactó una carta
de presentación para cuando viajara a Cali-
fornia a reunirse con Mann, dos años antes
de que conociera a Gabriela (Atkinson, 2009,
pp. 460-461).
Es decir, Neider inicialmente le encomendó la
supervisión, seguramente porque sabía de sus
capacidades para la delicada tarea, y Dana no
solo supervisó, sino que además se encargó fi-
nalmente de la traducción.
Por el epistolario, es sabido que Mistral co-
rrespondió el obsequio de la traducción ya pu-
blicada con una invitación a Dana a su casa
en Santa Barbara. En la entrevista de Zala-
quett Aquea, se indica que Dana pudo haber
pasado por California “cuando […] iba de
vacaciones a México, en 1946” (2002, p. 20),
y presuponemos que lo hizo, tal vez, para
reunirse con Margarita Madrigal, secreto a
mantener por el resto de su vida.
2.1. Traducciones de Doris Dana
en ediciones bilingües
Después del fallecimiento de Mistral, Dana
vuelve a la traducción con tres proyectos,
uno de poesía y dos de prosa para la infancia.
Para ese entonces, tenía trato con intelectua-
les y estudiosas de la literatura que muy bien
hubieran podido recomendar una traductora
capaz para la tarea, pero decidió hacerla ella
misma y muy seguramente intervino también
en la materialización y distribución de los li-
bros correspondientes. Sus traducciones ame-
ritan valoraciones complementarias que van
del criterio de selección y sus fuentes al nivel
textual —que abarcaría las resoluciones sintác-
ticas, lexicales y de recursos escriturarios—. El
ejercicio quedaría trunco si dejáramos de tener
presente la complejidad de su autocontención
en tensión con su propósito de salvaguardar el
ethos autorial de Mistral. Con el fin de apreciar
las dimensiones del trabajo de Dana, hemos
elegido “La otra”, un poema de su selección, y
nos detenemos en las dos fábulas tratando de
abarcar las aristas mencionadas.
2.1.1. Selected Poems of Gabriela Mistral,
una traducción señera
La versión de la poesía de Mistral por parte de
Dana, bajo el título Selected Poems of Gabriela
Mistral, marcó un derrotero para las versio-
nes subsecuentes de la obra en inglés (Ma-
drigal y Bermúdez, 2022, §§21, 22) y la hizo
merecedora a una mención por parte del pen
Club —aunque la prensa haya hecho recaer el
mérito en Neruda e incidentalmente en Mis-
tral— (Raymont, 1972, p. 10).13 Como se pue-
de apreciar en la Tabla 1, el trabajo de Dana
pautó la reiteración sucesiva de la imagen de
Mistral enfocada en las madres, la infancia o la
naturaleza por encima de las posibles lecturas
ideológicas o eróticas, y de la atención hacia su
ensayo intelectual.
Consecuente con su reserva, tras las voces au-
torizadas de Francisco Aguilera y de Marga-
ret Bates, en una reedición de Selected Poems of
Gabriela Mistral, Dana agrega una breve “Nota
de la traductora”.14 En ella, se presenta como
13 El reconocimiento ha sido motivo de confusión.
Por ejemplo, Vera (2005) indica que se otorgó un
premio en 1971 por El elefante y su secreto, suceso
imposible porque la fábula fue publicada en 1974.
Zalaquett Aquea afirma que “El Pen Club invitó
a Pablo Neruda a entregarle el galardón” (2002,
p. 20), cuando el poeta fue invitado como con-
ferencista plenario para la celebración del quin-
cuagésimo aniversario de la asociación (Raymont,
1972, p. 10).
14 En la edición de 1971 se da cuenta de las edicio-
nes de 1961, 1964 y 1970, y se especifica que la
introducción por Bates corresponde a 1971. La
conjetura de que Dana pudo haber añadido su pa-
ratexto en 1970 o 1971 parte de que, como ella lo
indica, algunos de los poemas fueron publicados
en Atlas Magazine y en Mademoiselle (en Mistral,
1971, p. xxix). Aunque no he podido constatar
Elena Madrigal462Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos Año Créditos Temas Título Lugar y editorial
1957 Langston Hughes,
traducción
Nanas, maternidad, divinidad,
mujeres
Selected Poems of
Gabriela Mistral
Bloomington y
Londres: Indiana
University
1961
Doris Dana,
traducción.
Margaret Bates,
introducción
Amor juvenil y dolor, madres e
hijos, magisterio, alucinación
y locura, criaturas, nostalgia,
adiós, tiempo, guerra y
xenofobia, duelo, fe y
esperanza, poemas lúdicos
Selected Poems of
Gabriela Mistral
Baltimore: Johns
Hopkins
1993
Maria Giachetti,
traducción. Marjorie
Agosin, “The Restless
Soul”, introducción
Maternidad, naturaleza,
geografía, prosa poética,
metaliteraturidad, ensayos
varios
A Gabriela Mistral
Reader
New York: White
Pine
1995
Christiane Jacox
Kyle, traducción.
Margaret Sayers
Peden, introducción
Maternidad
Poemas de las
madres / The
Mothers’ Poems
Washington:
Eastern
Washington
University
2002
Stephen Tapscott,
edición, traducción
y comentarios
Fábulas, elegías y cosas de
la tierra, maternidad, cantos
escolares, biografías líricas (san
Francisco de Asis y sor Juana
Inés de la Cruz), ensayos y
artículos periodísticos
Gabriela Mistral:
Selected Prose
and Prose-Poems
Austin: University
of Texas
2003
Ursula K. LeGuin,
traducción e
introducción.
Vincent Barrett
Price, prólogo
Ordenamiento por libro,
sección y título
Selected Poems of
Gabriela Mistral.
Albuquerque:
University of
New Mexico.
2006
Paul Burns, traducción
e introducción.
Salvador Ortiz-
Carboneres,
traducción
Ordenamiento por libro,
sección y título
Gabriela Mistral:
Selected Poems
Oxford: Aris and
Phillips
2008 Randall Couch,
traducción Mujeres
Madwomen. The
Locas mujeres
Poems of Gabriela
Mistral
Chicago
y Londres:
University of
Chicago
2014
Michael P. Predmore
y Liliana Baltra,
traducción
Ordenamiento según la
edición de 1923, Santiago de
Chile: Nascimiento
Gabriela Mistral:
Desolation. A
Bilingual Edition
Pittsburgh:
Latin American
Literary Review
Press
2015
Doris Dana y Gloria
Garafulich-Grabois,
traducción
Poesía y prosa
De Chile al mundo
-70 años del Premio
Nobel de Gabriela
Mistral. From Chile
to the World-70
years of Gabriela
Mistral’s Nobel Prize
New York:
Gabriela Mistral
Foundation, Inc.
Tabla 1. Traducciones al inglés y ediciones bilingües de la obra de Gabriela Mistral
Fuente: Adaptación y actualización de Madrigal y Bermúdez (2002, figura 1).
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico463Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
mera ejecutora de la voluntad de la autora y
propietaria de la casa donde la Nobel explicó a
Bates el sentido a seguir en la consecución de
su poesía completa por editorial Aguilar.15 Pa-
rafraseando un texto de Mistral, Dana se descri-
be como “un duende que acompaña al lector
en el camino para luego desaparecer” (en Mis-
tral, 1971, p. xxviii). En cuanto a su proceder
traductor, subraya su apego al texto fuente con
el fin de difundir la poesía e invitar a leerla y
a disfrutar su sonoridad en español. Sobre los
retos enfrentados, dice la traductora:
El poema también es sonido y el sonido sim-
plemente no puede traducirse. Por fidelidad
al original, me he concentrado en el tono y el
contenido. No me he ajustado a un esquema
métrico español preciso ni tampoco me he
roto la cabeza al intentar forzar una rima im-
posible de trasladar a otra lengua (en Mistral,
1971, p. xxvii).
los datos, existe una copia de la carta del 16 de
mayo de 1964 con la que la traductora remitió a
Atlas Magazine sus versiones de “Último árbol”
/ “The Liana”, “La desasida” / “The Disburde-
ned”, “País de la ausencia” / “Land of Absence”
y “Luto” / “Mourning” ([manuscrito]). Véase
Dana (1964). Sería interesante recuperar dichas
versiones por su posible repercusión en el devenir
textual de las traducciones.
15 En 2003, Falabella insinuó que los “graves erro-
res” por ella detectados en la edición de Poemas
de Chile (ca. 1967) por Pomaire eran atribuibles a
Dana, pero también a “un conjunto de estudiosos
cercanos a la autora escogidos por [su albacea]”
(p. 51). Siete años más tarde, la investigadora ma-
tiza su juicio al referir al “abandono que sintió
Doris Dana por parte del Estado de Chile” (p. 47,
n. 10), y un año después, María Elena Wood se
pregunta por el grado de negligencia evidente por
parte de la sociedad y de las vías oficiales de la
cultura chilena a raíz del fallecimiento de Dana
(Wood, 2011). Tales indicios hacen comprensible
que Dana hubiese buscado apoyo en académicas
cercanas afectivamente a la pareja para autorizar
sus traducciones o para publicar en una editorial
ubicada en un centro “neutral”, como el madrile-
ño, las Poesías completas. Desolación / Ternura / Tala
/ Lagar, I (1968).
Para ejemplificar la finura con la que Dana
atendía a la sonoridad lo mismo que al signi-
ficado general y al detalle, hemos elegido “La
otra”. El poema ha sido enmarcado en el tópi-
co del doble e interpretado como consecuencia
de “alteraciones disociativas de la identidad
personal” (Rojas, 2013, p. 8). Asimismo, se ha
dicho que el yo poético, ante el riesgo de caer en
“prácticas no aprobadas” (Rojas, 2013, p. 3),
elige la vía de una “sexualidad automutilada”
(Rojas, 2013, p. 5). Igualmente, se ha indicado
que el tema responde a las tensiones entre la
imagen pública y la privada de la poeta (Rojas,
2013, p. 2) o a los problemas derivados de su
escritura de ensayos con propósitos meramente
económicos en detrimento de su vocación por la
poesía. En realidad, “La otra” comparte, como
indica Stephen Tapscott, traductor de Mistral,
las ambigüedades sintácticas y semánticas y la
“polivalencia sonora [que], me parece, erige
legítimamente la obra de Mistral como campo
fértil para varias traducciones interpretativas”
(Mistral, 2002, p. 238). En ese tenor, Tapscott
sugiere, como él mismo lo ha hecho, estudiar,
leer y aprender
[…] de la claridad de Doris Dana, de la ter-
nura de Langston Hughes, de la musicalidad
dinámica de Christine Jacox Kyle [y reco-
mienda] enfáticamente sus versiones, para
elogiarlas en sus particularidades y así desve-
lar el efecto de transposición de coloraturas
en el gran óleo de las traducciones sucesivas
(en Mistral, 2002, p. 242).
Siguiendo el consejo, nos detenemos en el tra-
bajo de Dana y el de tres traductores posterio-
res (véase Tabla 2).
Como es perceptible, la versión de Dana se
despliega alrededor de la imagen de “the flame
of mountain cactus” (vv. 3-4) para dar cuenta
de las incidencias y las reflexiones poéticas.
Al concentrar en “the flame” las virtudes y los
peligros de la incandescencia, y a la vez evo-
car a la flor del cactus en el colorido de la fla-
ma, Dana abre el poema contundentemente y
anuncia una facultad para la concisión que,
junto con su apego a las normas sintácticas
Elena Madrigal464Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
Números de
versos del
texto fuente
Gabriela
Mistral Doris Dana Maria
Giachetti
Ursula K.
LeGuin Randall Couch
La otra
[
Lagar, 1954]
(Mistral, 2020,
pp. 213-214)
The Other
[1961]
(Mistral, 1971,
pp. 124-127)
The Other
(Mistral, 1993,
pp. 117-118)
The Other
Woman
(Mistral, 2003,
pp. 226-227)
The Other
(Mistral, 2008,
pp. 30-33)
1-2
Una en mí
maté:
yo no la
amaba.
I killed one of
me,
one I did not
love.
I killed someone
inside of me.
I didn’t love
her.
I killed a
woman in me
I didn’t love
her.
I killed one of
me,
one I did not
love.
3-6
Era la flor
llameando
del cactus de
montaña;
era aridez y
fuego;
nunca se
refrescaba.
She was the
flame
of mountain
cactus.
She was
drought and
fire,
thirstless.
She was a fiery
flower
of the
mountain
cactus;
she was thirst
and flames,
never stopping
for refreshment.
She was the
flower flaming
from the
mountain
cactus
she was
dryness and fire
nothing could
cool her.
She was the
blazing flower
of the mountain
cactus;
she was
drought and
fire,
never cooling
her body.
7-10
Piedra y cielo
tenía
a pies y a
espaldas
y no bajaba
nunca
a buscar “ojos
de agua”.
With rock at
her feet
and sky at her
shoulder,
she never
stooped
in search for
cooling springs.
She traveled a
rocky way,
and pressed
her shoulders
against the sky;
she never
descended
to search for the
eyes of water.
Stone and sky
she had
underfoot and
around her
never did she
kneel
to seek the
gaze of water.
She had stone
and sky
at her feet, at
her shoulders,
and she never
came down
to seek the
water’s eye.
11-14
Donde hacía
su siesta,
las hierbas se
enroscaban
de aliento de
su boca
y brasa de su
cara.
Grass shrivelled
where she
rested,
scorched with
her breath
and the
blazing coal of
her face.
The grass
withered
where she
rested,
burned by her
breath
and face of
incandescent
coals.
Where she lay
down to rest
she withered
the grass
with the heat
of her breath
the ember of
her face.
Wherever she
rested,
the grass
would twist
from the
breath of her
mouth,
the live coals
of her face.
15-18
En rápidas
resinas
se endurecía
su habla,
por no caer en
linda
presa soltada.
Her words
hardened
in rapids of
resin,
never freed in
the spill
of an open
dike.
With rapid
resins,
her speech
hardened
never to be set
free
in a glorious
cascade.
Her speech
hardened
quick as pith,
so no soft
charm
could be
released.
Like quick-
setting resin
her speech
would harden,
never to fall
lovely
as a captive
freed.
19-22
Doblarse no
sabía
la planta de
montaña,
y al costado
de ella,
yo me
doblaba…
This mountain
plant
did not know
how to bend.
I bent
at her side.
This mountain
flower
did not know
how to bend—
but by her side,
I bent.
She couldn’t
bow,
the mountain
plant
while I beside
her
bowed and
bent.
The plant of
the mountain
didn’t know
how to bend,
and at her side
I bent and
bent…
Tabla 2. Ejemplo: “La otra” en cuatro versiones al inglés
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico465Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
Números de
versos del
texto fuente
Gabriela
Mistral Doris Dana Maria
Giachetti
Ursula K.
LeGuin Randall Couch
La otra
[
Lagar, 1954]
(Mistral, 2020,
pp. 213-214)
The Other
[1961]
(Mistral, 1971,
pp. 124-127)
The Other
(Mistral, 1993,
pp. 117-118)
The Other
Woman
(Mistral, 2003,
pp. 226-227)
The Other
(Mistral, 2008,
pp. 30-33)
23-26
La dejé que
muriese,
robándole mi
entraña.
Se acabó
como el águila
que no es
alimentada.
I tore my guts
from her,
I let her die,
a starving
eagle
left unfed.
I allowed her
to die,
robbing her of
my heart.
She perished
like an eagle
left to starve.
I left her to die,
robbing her of
my heart.
She ended like
an eagle
starved.
I left her to die,
robbing her
of my heart’s
blood.
She ended like
an eagle
starved of its
food.
27-30
Sosegó el
aletazo
se dobló, lacia,
y me cayó a la
mano
su pavesa
acabada…
The thrash of
wing grew still.
She toppled,
spent,
and fell into
my hands,
wasted,
consumed.
The thunder in
her wings
became silent;
she fell and
withered
in my hands,
final embers…
Her wings
stopped
beating
she bowed
down, spent,
and her
quenched
spark
dropped in my
hand.
The beating
wing grew still;
she bent,
spent,
and her dying
ember
fell into my
hand…
31-34
Por ella
todavía
me gimen sus
hermanas,
y las gredas de
fuego
al pasar me
desgarran.
Her sisters still
lament,
accuse me of
her death.
The fiery desert
chalk
claws as I go
by.
Her sisters still
cry out
to me for her
sake,
and a clay fire
claws me in
passage.
Her sisters still
mourn her,
accuse me,
and the
burning
quicklime
claws me as I
pass.
Still her sisters
keen,
then cry to me
for her,
and the fiery
clay
rakes me as I
pass.
35-38
Cruzando yo
les digo:
—Buscad por
las quebradas
y haced con
las arcillas
otra águila
abrasada.
Passing, I tell
them,
“Search in the
cracks of the
earth
and mould
from its clay
another
flaming eagle.
As I travel,
I tell them:
Look through
the ruins
and with the
clay create
another eagle
with wings of
fire.
Going by I tell
them:
‘Look in the
creekbeds,
from their clays
make another
fire-eagle.
When we
meet I tell
them:
“Search in the
ravines
and fashion
from the clay
another
burning eagle.
39-42
Si no podéis,
entonces,
¡ay!, olvidadla.
Yo la maté.
¡Vosotras
también
matadla!
“If you can’t,
then
forget her.
I killed her. You
kill her too!”
If you cannot,
then,
oh! Forget her.
I killed her.
You must kill
her, too!
If you can’t,
well then,
forget her!
I killed her. You,
too,
you kill her.”
“If you can’t
do it, then,
Too bad!
Forget her.
I killed her. You
women
must kill her
too!”
Tabla 2. Ejemplo: “La otra” en cuatro versiones al inglés (cont.)
Fuente: Elaboración propia.
Elena Madrigal466Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
y de puntuación del inglés, logrará dar cuenta
de un yo poético potente y cimero condenado a
muerte por su alter ego. El dístico inicial traduci-
do por Dana pasa íntegramente a la versión de
Couch y hace evidentes lo innecesario de los
alargamientos en las traducciones de Giachetti
y de Le Guin. La segunda estrofa no solo pre-
senta el objeto poético con claridad, sino que,
con “thirstless”, un solo adjetivo para el verso 6,
“nunca se refrescaba”, consigue un efecto so-
noro contundente y fácil de asociar con la re-
sistencia de la flor de cactus.
En la tercera estrofa, al reordenar los paralelis-
mos de los vv. 7 y 8 del texto fuente, la versión
de Dana resulta fácilmente asequible y adquie-
re una nueva sonoridad con la aliteración de
her en “her feet” y “her shoulder”. Para el v. 9,
elige el verbo “stooped”, a diferencia de sus su-
cesores, que se apegan a la descripción detalla-
da y su ordenamiento. Respecto a la estrategia,
Tapscott hace un señalamiento acerca de la
prosa, pero también válido e importante para
la poesía:
En ocasiones, para el pesar de la persona tra-
ductora, la estructura de la oración en español
permite mucho mayor continuidad y subordi-
nación que la del inglés. Cuando traducimos
la sintaxis directamente, lo elegante en espa-
ñol puede derivar en un traqueteo [por lo que,
a veces, es necesario alejarse de ciertas cons-
trucciones de Mistral para atajar] indicios de
verborrea (en Mistral, 2002, p. 241).
Otra elección inmejorable en Dana es “cooling
springs” para el v. 10, por el contraste que logra
ante la aridez y la inmutabilidad de la cactácea.
En la cuarta estrofa, Dana reordena nuevamente
los versos iniciales, aunque su clarificación se
pierde cuando, en los vv. 13-14, se dificulta
entender que es la hierba y no la flor la que se
quema; en este caso, las otras tres versiones se
leen sin ambigüedades.
La complejidad semántica de la quinta estro-
fa incide en las cuatro versiones en tres grandes
instancias. Por principio, el sustantivo “habla”
(v. 16), en Dana, es traducido como “words”,
que apuntaría al registro escrito y al oral, a di-
ferencia de Giachetti, Le Guin y Couch que,
al optar por “speech”, se circunscriben al oral.
El matiz es importante, porque la decisión de
Dana permitiría coincidir con las lecturas críti-
cas que señalan que el objeto de “La otra” es la
“autocensura” (Rojo, 2013, p. 3) de un yo poé-
tico escriturario. En segundo lugar, de manera
consistente, Dana reordena los elementos de los
vv. 15-16 para significar que la palabra de la otra
se encapsulaba en una multiplicidad de rápidos
de resina, mientras que Giachetti nos lleva a
imaginar unas resinas frenando velozmente a la
voz. Por su parte, Le Guin propone imaginar
que la voz emana y se endurece de inmediato
como sucede cuando los tallos son heridos; en la
versión de Couch, la voz es una prisionera que se
endurece para no hallar la libertad, con lo que
se pierde la metáfora de la cactácea.
La decisión de Couch se debe a que, en ter-
cera instancia, en español, la prosopopeya se
sostiene en la ambigüedad de “presa”, que lo
mismo alude a los mecanismos de contención
o desvío del agua que a la persona en prisión;
de allí que Dana use el término “dike” y Couch
captive”, respectivamente, para establecer una
comparación, cuando Giachetti y Le Guin de-
ciden alejarse del texto fuente y crear las ex-
presiones “glorious cascade” y “soft charm” para
incentivar la imaginación lectora sobre aquello
que se silencia.
La sexta estrofa presenta un reordenamien-
to en sus dos versos iniciales en los casos de
Dana, Giachetti y Couch, mientras que en Le
Guin se mantiene el del poema fuente a pesar
del extrañamiento y la necesidad de explicitar el
pronombre de la planta. Los dos versos siguien-
tes, “y al costado de ella / yo me doblaba”, en
Dana suenan prosaicos: “I bent at her side”; en
Le Guin, se alargan con una conjunción y un
verbo ausentes en el texto fuente: “while I besi-
de her / bowed and bent”, y Couch inventa una
aliteración: “and at her side / I bent and bent…”,
por lo que la versión de Giachetti resulta acer-
tada y cadenciosa: “but by her side, I bent”.
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico467Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
A partir de la séptima estrofa se describe la
muerte de la planta y se reiteran buena parte
de las estrategias de cada traductor. En Dana,
son notorios los reordenamientos en las es-
trofas séptima, octava y novena, una mayor
precisión en las elecciones léxicas —“guts
por “entraña”, “thrash of wing” por “aletazo”,
she toppled” por “se dobló”, “flaming eagle
por “águila abrasada” o “fiery desert chalk” por
“gredas de fuego”— y el aprovechar la for-
mación de adjetivos mediante prefijos, como
en “unfed” (v. 26). Sin dejar de reconocer los
aciertos de Giachetti, Le Guin y Couch, la
traducción de la también editora del Poema de
Chile se antoja superior, por hacer gala de una
profunda familiaridad con el universo poético
de Mistral y de un dominio incuestionable de
sus lenguas de trabajo.
2.1.2. Dos fábulas traducidas
para reforzar el ethos mistraliano
Tiempo después, Dana publica un par de libros
bilingües, de factura extremadamente cuidada,
primorosamente ilustrados, que no han sido
reeditados ni retraducidos. Se trata de Crickets
and Frogs: A Fable by Gabriela Mistral. Grillos y
ranas; una fábula (1972) y The Elephant and His
Secret: Based on a Fable by Gabriela Mistral / El
elefante y su secreto (1974). Para Luis Vargas
Saavedra, los textos corresponderían al género
de “estampas sobre animales” que Mistral es-
cribió inspirada seguramente por sus visitas a
los zoológicos de París, Amberes y Marsella de
1926, así como por “Jean-Henri Fabre con Re-
cuerdos entomológicos, Lagerlof con El maravillo-
so viaje de Nils Holgersson, Kipling con El libro de
la selva, Colette con Dil ogos de bestias y Rilke
con Nuevos poemas y en ellos ‘La pantera’” (Var-
gas Saavedra, 2013, p. 19). Literariamente, el
crítico resalta la fantasía, el lirismo y el humor
de las piezas, y proponemos que la selección de
Dana obedece, en efecto, al valor estético, pero
también al ideológico, es decir, a su “intención
pedagógica […] franciscanismo [y] alusiones
bíblicas” (Vargas Saavedra, 2013, p. 19).
Nuevamente, Dana realizó un minucioso tra-
bajo traductor para dar cuenta del aspecto ar-
tístico y, en cuanto al valorativo, el contenido
de las prosas reiteraría la vocación magisterial,
la magnificencia y la espiritualidad de Mistral,
imagen que desdeciría los ataques que la poeta
seguía recibiendo desde distintos frentes, como
fueron el político o el de la identidad sexoa-
fectiva. Dana se esforzó en ambas direcciones
desde una discreción autoimpuesta iniciada en
Selected Poems… y continuada en sus dos tra-
ducciones posteriores.
En vista de que a Dana pertenecían los dere-
chos de las publicaciones, es plausible que la
información que se brinda de ella, del ilustra-
dor Antonio Frasconi y de Mistral haya sido
de su autoría. Como se puede apreciar en la
solapa a Crickets and Frogs… —y en los datos
en la última página del libro ante el riesgo de
que se perdiera la información, si se llegase
a eliminar la cubierta—, se presenta a Dana
como una mera “amiga de muchos años” de la
autora (Mistral, 1972), antes que como traduc-
tora, poeta, cuentista y gestora cultural recono-
cida por el Gobierno chileno. En contraste, se
mencionan los méritos curriculares del ilustra-
dor Antonio Frasconi.
En la publicación siguiente, The Elephant and
His Secret…, solo en la primera solapa se reite-
ra que Dana fue “amiga de muchos años” de
Mistral, y de Frasconi se dice que “ha creado
para este libro unas xilografías espléndidamen-
te coloreadas, de intensa hermosura, fuerza y
humor que niños y adultos sabrán atesorar”
(Mistral, 1974). En cambio, para reforzar el
ethos de Mistral, se recalcan “la calidez, la sen-
sibilidad, el conocimiento de la niñez, el amor
y la compasión, cualidades por las que la poeta
fue venerada” (Mistral, 1974) y se citan unas
líneas de su texto sobre san Francisco de Asís
(Mistral, 1972, 1974).
Por lo que concierne a las fábulas, resulta
sugestivo observar su devenir: de mecanoes-
critos a textos fuente y, finalmente, a traduc-
ciones. Es posible que Dana haya recurrido a
Elena Madrigal468Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
su experiencia como editora del Poema de Chile
para reconstituir y fijar los materiales de los
que partirían sus traducciones, o bien, más
lejanamente, que haya contado con versiones
en limpio que no alcanzaron a ser archivadas.
Incluso así, los dejos de síntesis y claridad insi-
núan la intervención de Dana.
Por ejemplo, en Crickets and Frogs… (véase
Tabla 3), se han filtrado una interrogación y
una admiración provenientes de la versión me-
canoescrita (Mistral, s. f. 2), movimiento por
el que el texto fuente y el traducido adquieren
una ecuanimidad sonora y visual acertada
para la resolución de armonía entre el yo (el
Viejo Grillo), aquellos del mismo género (la
comunidad de grillos) y la ajenidad de “los
diferentes” (las ranas) que plantea la fábula.
Asimismo, los reordenamientos sintácticos y los
ajustes en la puntuación redundan en la legibili-
dad de la pieza, cualidad indispensable al tratar-
se de literatura infantil. El prestigio de Mistral
y el trabajo impecable de Dana en Crickets and
Frogs… siguen vigentes en el sistema de recep-
ción, como lo deja ver una nota sobre la celebra-
ción de la Herencia Hispana 2018 que incluyó
una lectura de la fábula, actividad patrocinada
por la Fundación Gabriela Mistral, Inc., en New
Castle, Delaware, para presentar “a Gabriela
Mistral a una nueva generación de niños” (So-
cías, 2018, s. p.).
En cuanto a The Elephant and His Secret…,
hay una versión embrionaria y otra que la fija.
Como se aprecia en la selección en la Tabla 4,
Dana retomó trama e improntas del meca-
noescrito (Mistral, s. f. 1), las detalló y amplió,
incluso en sus referentes bíblicos. Igualmente,
cuidó no perder la hermosura en el vocabula-
rio y la elegancia en la construcción, base para
su trasvase al inglés. Salvo detalles mínimos en
el uso del español, son de reconocer sus esfuer-
zos por publicar un libro impecable de todo
punto, cuya factura delata su acentuada cerca-
nía con el idioma y el imaginario mistralianos,
inspiradores de su proyecto.
3. Traducir entre el tabú, la injuria
y el amor
Las convenciones ordenadoras de las esferas pú-
blica y privada, y el mecanismo de su internaliza-
ción individual —propuestos por Billiani (1998)
y por Bourdieu (1991), respectivamente—,
Mecanoescrito
(Mistral, s. f. 2) Texto fuente Traducción
¿Dónde está el grillo?
No se lo pregunten a él, que
anda muy desorientado. En
el principio era uno solo en la
quebrada. De pronto, de una
hierba punzada por sus notas,
fueron saliendo otros y otros.
Unas noches después, cantaba
la quebrada entera; más tarde
llegaron al llano donde el canto
extendido cobró una gran
suavidad.
En el principio había un solo
Viejo Grillo en la quebrada.
Cantó.
De pronto, de una hierba
punzada por sus notas, fueron
saliendo otros y otros. Unas
noches después cantaba la
quebrada entera; más tarde
llegaron al llano donde el canto
extendido fué cobrando una
gran suavidad.
In the beginning there was
only one Old Cricket in the
gully. He chirped.
Suddenly from a little patch of
grass nearby came another
chirp. Then another one, and
again another. Soon the whole
gully was chirping and singing.
The song spilled out over
the entire field and spread
over the land with a great
sweetness.
¡Dónde está el grillo! Desde
aquí hasta el cielo estrellado,
se escucha por todas partes.
No será Uno nunca más, nunca
más.
Y desde aquí hasta el cielo
estrellado, se lo escucha por
todas partes. No será uno nunca
más, nunca más.
From here to the starry sky
you can hear the Old Cricket
chirping everywhere. He will
never again be one cricket –
never again.
Tabla 3. Pasajes de Crickets and Frogs...
Fuente: Elaboración propia.
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico469Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477Mecanoescrito
(Mistral, s. f. 1; reproducido
en L. Vargas Saavedra, 2013,
pp. 312-313)
Texto fuente
(adaptación de D. Dana)
Traducción
(D. Dana)
Él quería venir al mundo y tener
aquí bastante espacio.
Antes de que el elefante fuera
realmente un elefante, antes de
que tuviera forma o tamaño, o
siquiera peso, él quería estar en
la tierra. Él quería ser grande y
pesado.
Before the elephant was really
an elephant, before he had a
shape, or a size, or even any
weight, he longed to be on
earth. He wanted to be big and
heavy.
Los colmillos vienen de un rayo
de luna que recogió una noche
entre unos altos juncos y que
rasgó en dos, levantando la
trompa.
La primera noche él llegó
hasta un río que brillaba como
diamantes. Allí, a la orilla del
río, colgaba un rayo de luna
cogido entre dos altos juncos.
El elefante deslizó el extremo
de su trompa bajo el rayo de
luna para ver si él podía cortarlo
como una flor. Pero cuando
le dio una sacudida rápida,
rasgó el rayo de luna en dos.
Ahí estaba él, con medio rayo
de luna pegado a cada lado
de su trompa. Ahora el elefante
tenía dos colmillos magníficos,
encorvados y de un blanco
marfil como la luna nueva.
On the first night he came
upon a river that sparkled like
diamonds. There at the side of
the river hung a moonbeam
caught between two tall
bulrushes. The elephant slipped
the tip of his trunk under the
moonbeam to see if he could
pluck it like a flower. But when
he gave a quick upward flip
with his trunk, he sliced the
moonbeam right in two. There
he was with half aa moonbeam
stuck firmly on each side of his
trunk. Now the elephant had two
magnificent tusks, cured and
ivory white like the new moon.
No se encoleriza pudiendo ser el
Señor de la cólera. Y es amado
por los animales a causa de
su destino: cuando venga el
segundo diluvio,
“¡Esto es!” exclamó el elefante.
“Este es el secreto que la
montaña me susurró al oído. Es
el comienzo del segundo Diluvio
Universal. Lloverá durante
cuarento [sic] días. Y lloverá
durante cuarenta noches. Las
aguas cubrirán toda la tierra. Y
yo, el elefante, salvaré a todos
los animales del mundo.”
“This is it!” exclaimed the
elephant. “This is the secret that
the mountain whispered in my
ear. This is the beginning of the
Second Deluge. It will rain for
forty days. And it will rain for
forty nights. The waters will cover
all the land. And I, the elephant,
will save all the animals of the
world.”
todos saben que el arca será
esta vez el elefante; treparán
por los continentes de sus
asentazas y su cuello, y él los
llevará, con trote largo, hasta el
Ararát, hasta el mismo Ararát de
la salvación.
Por último, anunciando
estrepitosamente su llegada,
como una nave llegando a
puerto, el elefante condujo
a todos los animales, sanos y
salvos, a Ararat, la alta montaña
donde el Arca de Noé había
llegado miles de años antes—la
misma montaña que le había
susurrado el secreto al oído, y
cuya gran sombra gris se había
transformado en su propio
cuerpo cuando él salió a correr
sus aventuras por el mundo.
At last, trumpeting his arrival
like a ship coming into port,
the elephant brought all the
animas safe to Ararat, that high
mountain where Noah’s Ark
had landed thousands of years
before-the very same mountain
that had whispered the secret
in his ear, and whose great gray
shadow had become his very
own body when he set out on
his adventures in the world.
Tabla 4. Pasajes de “El elefante” / The Elephant and His Secret…
Fuente: Elaboración propia.
Elena Madrigal470Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
resultan generalizantes. Para el caso que nos
concierne, es necesario un anclaje teórico adi-
cional que contemple la especificidad de los silen-
cios disciplinantes asimilados y operados por
Dana alrededor de la sexualidad y la afectivi-
dad. Para ello, proponemos que la subordina-
ción y las contradicciones en ambas áreas pueden
iluminarse mediante las reacciones que desata
el tabú según el estudio de Kate Burridge, la
construcción de la identidad a partir de la in-
juria de acuerdo con Didier Eribon y un par de
ideas fundacionales de Sherry Simon.
En primer término, está el tabú, mecanismo
que parea la conducta prohibida con una se-
rie de términos que no deben pronunciarse
por pertenecer a la esfera de lo moralmente
condenable. En segundo lugar, se halla el dis-
curso injuriante que interioriza el individuo al
punto de hacerlo parte de sí mismo, aunque,
en ocasiones, no impide su actuar a contraco-
rriente en distintos grados. En tercer término,
el tropo de la “inferioridad discursiva [del bi-
nomio] ‘mujer’ y ‘traducción’” (Simon, 1996,
p. 1) y las analogías entre “original-masculi-
no” / “traducción-femenino” que llevan a las
traductólogas a “problematizar las estructuras
de autoridad” (Simon, 1996, p. 1), resalta la ne-
gativa de Dana para asumirse como coautora
de unos textos fuente provenientes no de una
pluma masculina, sino de una mujer que, ade-
más, era su compañera de vida. Desde este
enfoque feminista es posible apuntar, además,
la importancia de los discursos sobre el amor
romántico, la maternidad como distintivo
de la mujer y la sororidad en la relación Da-
na-Mistral, y establecer lazos posibles con las
decisiones traductoras de Dana más allá del
nivel meramente textual. Ahondemos en estas
direcciones.
3.1. Sobre el tabú y la injuria
En el caso de Dana, la palabra “lesbiana”, in-
mencionable por referir a una conducta prohibi-
da, no debía serle aplicada y su sola insinuación
seguramente resultaba “instigadora, […] im-
pactante, […] indeleble y […] evocadora,
[efectos que] corroboran estudios psicológicos
y neurológicos” (Burridge, 2010, p. 9). La pa-
labra conllevaba la injuria que “asigna[ba] a
su destinatari[a] un lugar determinado en el
mundo” (Eribon, 2001, p. 31), ya que su re-
petición había logrado estructurar en Dana
tanto “el inconsciente [cuanto] el proceso de
subjetivación y constitución de [su] identidad
personal homosexual según las reglas del len-
guaje heterosexual” (Eribon, 2001, pp. 106,
125). Bourdieu va más allá, al correlacionar
el tabú con el cuerpo (1991, pp. 88, 141) y ha-
cerlo así copartícipe de la prohibición. De este
modo se pueden explicar la indignación, mo-
lestia y evasión ante insistencias o preguntas
capciosas que Dana recibió en algunas entre-
vistas y las tensiones que conllevó su práctica
de la conducta prohibida.
Burridge también señala las funciones de es-
cisión y cohesión del tabú, “[cuyas prácticas]
tienen que ver con las funciones de solidaridad
y separación que ejerce el lenguaje y, al igual
que otras prácticas tabúes, permiten definir
al grupo” (Burridge, 2010, p. 4). De tal suer-
te, se puede entender la suma de fragilidades
entre Dana y Mistral y las alianzas que esta-
blecieron con otras intelectuales, no necesaria-
mente lesbianas, pero sí mujeres en constante
batalla por su derecho a escribir, publicar o
figurar en la esfera de la cultura. Tal sería el
caso de Margarita Madrigal, posible elemento
clave en la formación de Dana: aunque Doris
figura entre sus amantes, el blog sobre Madri-
gal solamente incluye una fotografía de Dana.
Cabría preguntarse, entonces, si la persona
autora del blog halló algún indicio indirecto
o si Madrigal también ocultó su relación con
Dana a petición de la traductora misma.
Las escritoras e intelectuales que cobijaron a
Dana y a Mistral seguramente sabían que for-
maban una pareja y el mismo tabú asociado
a la práctica de la sexualidad diversa las hizo
partícipes de la secrecía y también de los la-
zos que se forman desde una clandestinidad
que idea sus momentos y formas particula-
res de apertura al mundo. En ese sentido de
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico471Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
solidaridad están, por ejemplo, la carta de
la dupla Rosario Castellanos - Dolores Castro
dirigida en diciembre de 1951 directamente a
Dana (en ese momento en Italia), el pésame
que recibió de Margarita Michelena (1957) o
la constante participación crítica de Margaret
Bates, de quien James D. Henderson y Linda
Roddy Henderson han señalado que fue una
compañera de Mistral paralela a la de Dana
(Henderson y Henderson, 1978, p. 191). De
distintos modos, todas ellas compartieron la
autocensura de Dana. Incluso después de la
partida de la pareja, ahora en entornos de ma-
yores libertades, sus nombres siguen atrayen-
do a otras mujeres, como las investigadoras
Paulina Soto y Carla Magri (2022), quienes
han destacado la importancia de Dana en el
cuidado del legado y su lugar como compañe-
ra y viuda. El rescate de la figura de Dana no
hubiera sido posible sin la donación de Doris
Atkinson —en compañía de Susan Smith, su
pareja— de más de 40 000 documentos a la
Biblioteca Nacional de Chile (Cooperativa.cl,
2014)16 y sin la motivación que contagiaron a
García-Gorena para que tradujera al inglés el
epistolario (2018, p. x).
3.2. De la maternidad al amor romántico
La autocensura en Dana operó en un nudo bi-
fásico: el de la conciencia de la lesbofobia social
avivada por un constante escrutinio público in-
ternacional sobre la chilena y el de la relación
amorosa entre autora y traductora, aparente-
mente aislada, cuando se sabe que lo privado es
público. En el primer sentido, insistimos en que
la imagen de Mistral es un eje por considerar,
cual se deduce de una afirmación que hace con
respecto al Premio Nobel, distinción que nunca
16 Con tal gesto, quedó respondida favorablemente
la pregunta planteada por Falabella en 2003 sobre
el destino que tendría “el grueso de los documen-
tos originales [hallados] fuera de Chile [y] legal-
mente [en manos de] Doris Dana, una ciudadana
de los ee .uu.”, a más de la cuestión de “¿Quién
se [haría] cargo del legado en 2007, año en que
[vencía] la propiedad de Dana?” (p. 73, n. 130).
se otorgó al polígrafo Alfonso Reyes, su amigo,
pero sí a ella, quien además llegó a contar cier-
tos belenes del asunto a Radomiro Tomic y a
doña Carmela de Errázuriz:
Pero Alfonso, él sí lo sabe todo por mí, se lo
he dado en detalle, así: El Sec. de la Acade-
mia Sueca que da el Premio después de va-
rias discusiones de aquella, es mi traductor
al sueco. Él me declaró que la Academia,
en acuerdo de hace varios años ya corridos,
dispuso premiar una obra que tenga un con-
tenido humano y no solo literario, una obra que,
siendo literariamente buena, haya añadido
alguna ayuda a lo humano. Según mi traduc-
tor, en mi caso se decidió por el elemento
maternal de mi poesía. La pieza decisiva fue
“El poema del Hijo” (Mistral, 1995, p. 232;
énfasis en el original).
Se deduce que la actitud crítica social —en es-
pecial sobre la condición de la mujer—, las te-
máticas poéticas varias y el ensayo metaliterario
de Mistral se opacaron ante el canto a la mater-
nidad desde una voz femenina que además te-
nía otros méritos estéticos, como irónicamente
sugirió la autora. El criterio reduccionista fue
compartido por sus detractores y a Dana co-
rrespondió moverse entre esas dos aguas.
En cuanto al discurso del amor romántico, este
dio pie a una relación de renuncias y ganan-
cias, dependencias y lealtades que sobreviviría
al fallecimiento de la autora de Lagar. Desde
un inicio, para Mistral, las dejaciones merecían
la pena. En carta del 17 de enero de 1950, pide
a Dana que siga postergando sus proyectos
literarios:
[…] a ti te amarga la ausencia de Nueva York
y te inquieta —esto lo comprendo— el haber
paralizado la publicación de tus cuentos y de
tus libros. Ay, ambas tenemos, parcialmente, la
razón, ambas. Y es preciso que hallemos una
salida a esto, a este “impasse”. Puede acabar
con todo. Todo es para mí el acuerdo doble que
tenemos, el convivio, el idilio, la fiesta, el éx-
tasis. Tal cosa merece sacrificios, merece todo
para ser puesto a salvo (Mistral, 2021, p. 200).
Elena Madrigal472Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
Además de hacer a un lado su vocación como
escritora —al parecer para siempre (salvo en
el caso de su intervención a la fábula de The
Elephant and His Secret…)—, Dana no usufruc-
tuó la libertad del decir, el hacer y el ser en tér-
minos sexoafectivos, táctica liberadora en su
contexto, actitud sorprendente porque, en el
siglo xx, por lo menos en el campo literario
local estadounidense, la ficción se convirtió en
campo de rebeldía para el lesbofeminismo y
surgió la propiamente llamada “escritura
lesbiana” (Faderman, 1981, pp. 297-415). Su
silencio, en este sentido, agudiza aún más el
peso del prestigio de la autora de Tala.
Por su parte, Mistral vivió en un exilio autoim-
puesto y terminó sus días en una isla estadouni-
dense y no en algún lugar de América Latina,
como esperaban quienes sabían de su pensa-
miento reivindicatorio y afectuoso hacia la
región. Ahora sabemos que la indagación de
Falabella alrededor de la “huella de las luchas
de Mistral con las fuerzas culturales políticas e
ideológicas que la llevaron a auto-exiliarse”
(Falabella, 2003, p. 37) se completa al reco-
nocer, en el ámbito privado, su relación amoro-
sa con Doris Dana, accesible solamente a su
círculo más cercano y que la llevó a soportar,
incluso, sospechas e infundios de índole polí-
tica, comparables, a decir de Falabella, con un
[…] malestar producido en torno a la memo-
ria de la autora […] por haber dejado en su
testamento a […] una norteamericana, […]
en ese entonces [su] secretaria […] en Nueva
York, como albacea […] de la totalidad del
patrimonio mistraliano (2003, p. 34).
El malestar operó también en el contexto mexi-
cano, como lo atestiguan unas líneas de la misi-
va a Tomic y de Errázuriz antes citada:
[…] preguntas varias y estúpidas me hacen
—y vienen de algunos mexicanos: el por qué
vivo con una persona americana (Doris) y
por qué dejé Méx. por ee.uu. No parece sino
que yo fuese una ciudadana mexicana. Estoy
cierta de que me colgarán todo lo que dicen
de todo hispamericano que vive aquí por lar-
go tiempo: que est vendido a ee.uu. (Mistral,
1995, p. 234; énfasis en el original).
Adicionalmente, sus padecimientos la hicie-
ron cada vez más dependiente de los cuidados
de Dana, quien la procuró hasta sus últimos
momentos. Pero poco se sabe de la dependen-
cia lingüística de Mistral y que constituyó un
motivo de preocupación constante. Antes de
cohabitar con Dana, su desconocimiento del
inglés la hacía pasar apuros, como quedó
asentado en las cartas del 30 de junio y del 5
de julio de 1950: “Ha llegado un aviso de di-
nero sueco. No tengo quien me conteste a esa
gente en inglés […]. Yo estoy aquí en este con-
flicto. Se acabó la chequera y no sé inglés para
escribir pidiendo otra” (Mistral, 2021, pp. 236
y 242, respectivamente).
Conforme la pareja afina los detalles para la
vida en común, la preocupación de Mistral
transita, hacia el mes de diciembre de 1952,
de los asuntos prácticos al reclamo de compa-
ñía: “Con una leva de bultos a cuestas no es
fácil viajar y llegar al hotel ultraextranjero sin
el idioma y sin seguridad alguna de hallarte a ti
(Mistral, 2021, p. 395, énfasis en el original) y
a la petición explícita de que Dana le enseñe
inglés (Mistral, 2021, pp. 370 y 386). Al final
de ese mismo año, es ella quien indica que
aprenderá el idioma, en tono más relajado y
hasta juguetón, sin duda ante la alegría de sa-
ber que viviría con Dana, su intérprete:
Yo estoy dispuesta a […] aprender un inglés
chiquito, del tamaño de mi mano. Lo que re-
chazo absolutamente es la vida sin ti. […] Y
preprate tú para acompañarme pues yo tardaré
mucho en tener tu lengua, incluso en forma
mínima […]. Ahora me da miedo mi futu-
ra vida sin el idioma. Y… estoy dispuesta
a comprar mil discos para aprenderlo. Pero
discos para guagua, o sea para niños de tres
a cuatro años… ¡Ay, de mí, conversadora!
¡Ay, ay, ay! […] Yo no tengo la lengua de tu
país, y me voy a ir de Judía Errante (Mistral,
2021, pp. 338, 404, 408, 434).
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico473Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
Es difícil desdecir la imagen de Doris que, a
los ojos del mundo, se reducía a ser la compa-
ñía constante de la poeta famosa sin sospechar
siquiera que Dana contaba con una prepara-
ción literaria y una obra creativa propias que
silenciaba en aras de su amor por Gabriela.
Ahora, cuando mucho, se le podría esbozar
a partir del poema “Muerte del mar”, a ella
dedicado por Mistral, o partiendo de la imagi-
nación estética de la poeta en indicios episto-
lares, como los hallados en las cartas de mayo
y diciembre de 1949:
Tú eres para mí algunas criaturas inglesas
entrevistas en la poesía de Inglaterra, más
varios dibujos de Burne-Jones, más un es-
cocés que se me apareció a los cuatro años,
más mucho de la Vida nueva del Dante. Lo
que me desconcierta son tus cualidades po-
sitivas: la eficacia, la rapidez, la sensatez,
la racionalidad cabal […]. Sí, nuestro lazo
(vínculo) viene seguramente de otra vida. En
las muchachas de Burne-Jones yo te hallé y
te quise, hace ya muchos años, diez o más
(Mistral, 2021, pp. 101 y 144).
Al no contar con indicios documentales ni con
la obra de Dana, resulta complicado imaginar el
retrato que, en reciprocidad, hubiese hecho de
Mistral. Por fortuna, Atkinson proporcionó un
poema de fecha 31 de mayo de 1958 con el que
García-Gorena cierra su edición a las cartas tra-
ducidas como homenaje póstumo a la pareja.
Con la composición se abre la posibilidad de co-
legir la capacidad poética de Dana y su intensidad
pasional por Mistral, así como de apreciar un poco
más sus habilidades como traductora literaria. El
poema se titula “Cuando se dijeron las últimas
palabras” y citamos sus estrofas finales:
Y cavé hasta el corazón del mundo,
allí, en la roca y el fuego
escuché el latido de mi corazón.
Era el sonido del amor.
Depuse mi espada.
Mi corazón se abrió y miré su interior.
Y allí te encontré, a la espera,
tus caras manos en la serenidad de tu
regazo.
Sonreíste con la sonrisa vivaz
del día a día, y me miraste como diciendo
“Corazón mío, ¿no es la hora del té?”
(Mistral, 2018, p. 314).
4. Conclusiones
En los albores de su relación, en mayo de 1949,
Gabriela Mistral imaginaba una tarea colabo-
rativa con Doris Dana: “Pienso muchas veces
en que tú puedes traducirme al inglés. Yo te
explicaría todos los vocablos difíciles, raros y
las nuances que hay entre los sinónimos” (Mis-
tral, 2021, p. 100). Dos décadas más tarde, con
la mayor de las discreciones, Dana cumplía la
petición de su compañera. Su elección de los
textos fuente, las autoridades que anteponía a la
suya, así como la reserva en la que mantenía su
vida personal, todo contribuía a salvaguardar
la obra y la imagen magisterial y mística de la
chilena. La secrecía de Dana obedeció a que
cualquier traspié podía poner al descubierto la
relación lésbica que la había unido a Mistral
y afectar su ethos y su carrera; de allí que su
autocensura fluctúe entre los ámbitos privado y
público, y conlleve tensiones y paradojas. Entre
estas últimas, al proteger el legado material y
literario de Mistral,17 y al traducirla y vigilar
otros trasvases al inglés, Dana ejerció una suerte
de “microdesplazamientos” o “microacciones”
—siguiendo a Eribon— que contribuyeron “a
contrarrestar la suma […] de microabstenciones,
de íntimas renuncias y silencios sin nombre
cuya totalidad conforma la realidad vivida de la
dominación” (2001, p. 107).
A Dana se le ha encasillado como la acom-
pañante, cuidadora y albacea, funciones
17 Con el transcurrir del tiempo, Falabella matiza su
punto de vista y, en 2003, reconoce la valía de la
“iniciativa dirigida por Doris Dana [para la pre-
servación de] gran parte de los manuscritos de
Mistral […] en la Biblioteca del Congreso, en
Washington” (p. 43); y en 2010 también reconoce,
junto con su coautora Bernardita Domange, las
iniciativas de Dana para la microfilmación del ma-
terial, “entre los años 1981 y 1982 […] gracias al
auspicio del gobierno chileno y la oea” (p. 47).
Elena Madrigal474Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
femeninas poco valoradas que realizó consue-
tudinariamente. Sin embargo, el acercamiento
a sus tres traducciones revela sus habilidades
para la edición crítica, la creación literaria, la
supervisión de publicaciones,18 la creación de
redes para llevar a buen puerto todas esas ac-
tividades y, sobre todo, la creatividad y el es-
mero que, ahora sabemos, distinguen su labor
traductora. Simultáneamente, al indagar sobre
su perfil traductor, se manifiestan huecos de
información y contradicciones cuyo origen
está en el entretejido vital de formación acadé-
mica, logros profesionales y parejas lesbianas.
La labor traductológica de Doris Dana tuvo
lugar en un momento en el que las traductoras
consideraban que su trabajo debía mantenerse
en la invisibilidad. Luise von Flotow ha apunta-
do tal elemento histórico para contrastarlo con
la necesidad de reparar ahora en “la biografía
y su influencia en la selección y la traducción
de los textos” (1997, p. 39). Consideramos que
la observación de Von Flotow es pertinente en
los casos en que se pretende recuperar una fi-
gura traductora y que la noción de autocensura
proporciona los puntos de partida idóneos. Al
observar cómo una serie de cuestiones funda-
mentalmente privadas acendraron el silencio
de Dana, no podemos sino subrayar la con-
junción de elementos de la subjetividad que
intervienen en el fenómeno de la autocensura
y, en la medida en que se atribuyen únicamen-
te a la voluntad personal, se dificulta desen-
trañar su mecanismo. La autocensura puede
evidenciar visos del habitus, la temporalidad,
las geografías, los polisistemas de partida y de
llegada, los enjuiciamientos éticos y morales,
entre otros. No se trata ahora de descalificar
18 Si bien la mayoría de los traductores de la obra
mistraliana a distintas lenguas reconocen la
anuencia de Dana para la realización de su tra-
bajo, hay casos como el de la edición de Le Guin
en la que el crédito desaparece de la edición de
2003 a la de 2011 y se insiste en que Dana fue
“su amiga” (Mistral, 2011, pp. 224, 407). El filón
de la gestoría de traducciones de Dana rebasa las
intenciones de la presente investigación.
el agudo análisis sobre el contexto cultural y
político chileno ni los hallazgos ecdóticos de
investigadoras como Falabella o las valiosas
retraducciones al inglés de la obra mistraliana.
En lugar de ello, cabe hacer notar cómo la au-
tocensura de Dana llevó a las investigadoras
a infravalorar su importancia en la preserva-
ción del legado mistraliano y a las traductoras
a replicar un corpus sesgado por prejuicios de
género. Cabría cuestionarnos cómo se hubiera
configurado a Dana de no haber ostentado el
epíteto de “secretaria”, sino el reconocimiento
como “traductora competente” o la calidad de
“esposa”, partiendo de sobrados ejemplos en
la literatura latinoamericana.19
La autocensura nos lleva incluso a ámbitos
como el de la reservada pero elocuente prueba
de amor cuando se le estudia desde su encar-
nación en los individuos,20 cuando proviene del
silencio, del intento de olvido —y la paradoja—
de aquellas que tienen a la palabra como mate-
ria de creación y refutan a su mismo silencio
por vías como la traducción. Nadie mejor para
certificarlo que Doris Atkinson, quien abrió las
puertas para evitar el olvido del amor de la tra-
ductora Doris Dana por Gabriela Mistral:
Las historias que Doris Dana me contara, es-
pecialmente en sus años tardíos, empezaron a
tener cada vez menos asidero en la realidad.
Esto era un hecho en general. Soy consciente
de que lo que yo creo saber de Gabriela Mis-
tral por Doris Dana puede no ser exacto. Sin
embargo, sí sé que el amor de Doris Dana por
19 Entre ellos estarían Manuela Mota Gómez, es-
posa de Alfonso Reyes; María Kodama, de Jorge
Luis Borges; Mercedes Barcha Pardo, de Gabriel
García Márquez, y Bárbara Jacobs, de Augusto
Monterroso. La crítica literaria tiene una deuda
con todas ellas y muchas más. Para el ámbito
español, solamente sé de la nota periodística de
Lorena G. Maldonado, “Casadas con el trabajo
sucio de los escritores”, buen punto de partida
para un trabajo extenso.
20 Como ejemplo, véase el comentario de Wood
(2011) sobre el amor de Mistral por Dana y por
Yin Yin como directriz para la realización de su
documental.
Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocensura, ethos traductor y amor romántico475Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.453-477
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Cómo citar este artículo: Madrigal, E. (2023). Doris Dana, traductora de Gabriela Mistral: autocen-
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