ISSN 2011-799X
Artículo recibido: 03/02/2023
Artículo aceptado: 16/06/2023
doi: 10.17533/udea.mut.v16n2a11La autocensura en el ámbito de la autotraducción.
A esmorga / La parranda, de Eduardo Blanco Amor
Xosé Manuel Dasilva
jdasilva@uvigo.es
https://orcid.org/0000-0002-3360-6995
Universidad de Vigo- España.
Resumen
Este estudio tiene como objetivo abordar la presencia de la autocensura específicamente en la activi-
dad autotraductora. En la primera parte del trabajo se reflexiona sobre la necesidad de distinguir los
conceptos de censura y autocensura en sus manifestaciones tanto en la traducción alógrafa como en la
autotraducción, poniendo de relieve la peculiaridad que adquiere la autocensura en la autotraducción.
En la segunda parte, se demuestra lo expuesto con La parranda, autotraducción al español de la novela
en gallego A esmorga, de Eduardo Blanco Amor. Como consecuencia de la prohibición de la obra por
el franquismo, ambas versiones aparecieron en Argentina a finales de los años cincuenta. A comien-
zos de la década de los setenta, se publicaron finalmente en territorio español, pero con mutilaciones
exigidas por las autoridades. En el caso de La parranda, Blanco Amor llevó a cabo además una labor
de autocensura de forma previsora. Aparte del enfoque novedoso que representa el examen de la
autocensura en la autotraducción, en este artículo se procura participar en la investigación sobre la
censura franquista, dentro del escenario peninsular, concretamente con referencia al marco periférico
de la cultura gallega.
Palabras clave: A esmorga / La parranda (Eduardo Blanco Amor), autocensura, autotraducción, cen-
sura, franquismo.
Self-Censorship in the Field of Self-Translation.
A esmorga / La parranda, by Eduardo Blanco Amor
Abstract
This study aims to address the presence of self-censorship specifically in self-translating activity. The first
part of the paper reflects on the need to distinguish the concepts of censorship and self-censorship in their
manifestations in both allographic translation and self-translation, highlighting the peculiarity of self-censor-
ship in self-translation. In the second part, this is illustrated with La parranda, a self-translation into Span-
ish of the Galician novel A esmorga, by Eduardo Blanco Amor. As a consequence of the banning of the
work by Franco’s regime, both versions appeared in Argentina in the late 1950s. In the early 1970s,
they were finally published in Spain, but with mutilations demanded by the authorities. In the case
of La parranda, Blanco Amor also carried out a far-sighted work of self-censorship. Apart from the
novel approach represented by the examination of self-censorship in self-translation, this article seeks
La autocensura en el ámbito de la autotraducción. A esmorga/La parranda,
de Eduardo Blanco Amor479Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.478-493
to participate in the research on Franco’s censorship, within the peninsular scenario, with specific
reference to the peripheral framework of Galician culture.
Keywords: A esmorga/La parranda (Eduardo Blanco Amor), self-censorship, self-translation,
Francoism
L’autocensure dans le domaine de l’auto-traduction.
A esmorga / La parranda, par Eduardo Blanco Amor
Résumé
Cette étude vise à aborder la présence de l’autocensure spécifiquement dans l’activité d’auto-traduc-
tion. La première partie de l’article réfléchit sur la nécessité de distinguer les concepts de censure et
d’autocensure dans leurs manifestations tant dans la traduction allographique que dans l’autotraduction,
en soulignant la particularité de l’autocensure dans l’autotraduction. Dans la deuxième partie, cela
est illustré par La parranda, une auto-traduction en espagnol du roman galicien A esmorga, d’Eduardo
Blanco Amor. En raison de l’interdiction de l’œuvre par le régime franquiste, les deux versions sont
apparues en Argentine à la fin des années 1950. Au début des années 1970, elles ont finalement été
publiées en Espagne, mais avec les mutilations exigées par les autorités. Dans le cas de La parranda,
Blanco Amor a également effectué un travail d’autocensure clairvoyant. Outre l’approche nouvelle
que représente l’examen de l’autocensure dans l’autotraduction, cet article cherche à participer à la
recherche sur la censure franquiste, dans le cadre péninsulaire, en particulier en référence au cadre
périphérique de la culture galicienne.
Mots-clés : A esmorga/La parranda (Eduardo Blanco Amor), autocensure, autotraduction, franquisme
Xosé Manuel Dasilva480Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
Introducción
En una contribución precedente apuntamos
la importancia de deslindar los conceptos de
censura y autocensura de manera adecuada,
principalmente por las confusiones que a me-
nudo surgen, más que en la traducción alógrafa,
en la esfera de la autotraducción (Dasilva, 2021).
En nuestra opinión, la norma esencial para fi-
jar una frontera diáfana, al menos en contextos
dictatoriales (Merkle, 2018), se cimentaría en la
intervención de un poder institucional, social,
editorial o de otra índole que conmina a subver-
tir el texto que se gestó originalmente. De acuer-
do con el patrón descrito, si esto tiene lugar de
modo expreso, corresponde entonces hablar de
“censura”, mientras que si se produce a raíz
de una amenaza subyacente, conviene referirse
más bien a una maniobra de “autocensura”.
Desde un ángulo ensayístico, el narrador ser-
bio Danilo Kiš (2020) profundizó con luci-
dez en torno a las disimilitudes centrales que
apartan a la autocensura de la censura. A su
entender, la primera es casi siempre invisible y
se revela inquietante en todo momento, aunque
desde una atalaya alejada de la percepción pú-
blica. Agregaba que la lucha contra el censor
se materializa en este caso aisladamente y sin
testigos, propiciando con frecuencia un senti-
miento de humillación y casi de vergüenza en
la persona que la ejecuta. Dicho con conci-
sión, la autocensura simbolizaría “a leitura do
próprio texto com olhos alheios” (Kiš, 2020,
p. 6), asumiendo la propia víctima una actitud
mucho más susceptible y escrupulosa que la de
cualquier agente externo. A la luz de la idea
de Kiš, quien desencadena la autocensura en-
carna un remedo del escritor que se obstina en
controlar incesantemente, según sus palabras,
el texto in statu nascendi.
A este particular, es pertinente consignar que
tanto la censura como la autocensura se han
solido ver a través del tiempo sobre todo desde
la óptica de la recepción de la obra, esto es, en
función de la estela que provoca su llegada a
la audiencia lectora. En contraste, una mirada
ciertamente estimulante proviene de su ex-
ploración desde la perspectiva del proceso de
creación en sí, atendiendo a cómo las dos reper-
cuten, en un grado o en otro, en la confección
del texto. En lo que a esto atañe, hay que recor-
dar la aparición de un conjunto de estudios de
caso, hace ya algunos años, concentrados en el
peso que la censura y la autocensura ejercen en
el curso de la elaboración de los productos, de-
terminando su configuración en una magnitud
notable (Viollet y Bustarret, 2005).
Sobre la base de una concepción teórica, San-
taemilia (2008) avanzó, en una línea no diver-
gente de nuestro planteamiento, que la diferencia
crucial entre censura y autocensura, designadas
como formal censorship y voluntary self-censor-
ship por Ben-Ari (2010), se acomodaría a la
aplicación de los parámetros externa e interna,
por una parte, y social e individual, por otra. Así,
con arreglo a sus definiciones, la primera “cons-
titutes an external constraint on what we can
publish or (re)write”, al tiempo que la segunda
“is an individual ethical struggle between self
and context” (Santaemilia, 2008, pp. 221-222).
Aun revistiendo esta delimitación un cierto
atractivo desde un prisma genérico, es inevita-
ble reparar en que se trata de un esquema dise-
ñado en exclusiva a partir de la valoración de la
traducción alógrafa, sin tener en cuenta las ca-
racterísticas que despuntan en la práctica de la
autotraducción.
En nuestro entorno más próximo, la propuesta
con mejor acogida para disociar la autocen-
sura de la censura acaso sea, como no se ig-
nora, la formulada con una finalidad operativa
por Abellán (1982), si bien circunscrita al área de
la creación literaria. A su juicio, se haría preciso
calificar como censura las acciones encaminadas
a “imponer a un manuscrito o a las galeradas de
la obra de un escritor —con anterioridad a su
publicación— supresiones o modificaciones de
todo género” (p. 169). Conforme Abellán ma-
tizaba, se recomienda comparar los materiales
que abonarían supuestamente esas mutaciones
La autocensura en el ámbito de la autotraducción. A esmorga/La parranda,
de Eduardo Blanco Amor481Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.478-493
forzosas con el objeto de avalar tal contingen-
cia. Por el contrario, la autocensura se desti-
naría a tipificar las medidas abrazadas por el
autor con la intención de “eludir la eventual
reacción o repulsa que su texto pueda provocar
en todos o algunos de los grupos o cuerpos del
Estado facultados para imponerle supresiones
o modificaciones con su consentimiento o sin
él” (Abellán, 1982, p. 169).
En el seno de la segunda categoría, Abellán
invitaba a discernir todavía entre autocensura ex-
plícita y autocensura implícita, en virtud de que
las distorsiones textuales emanasen o no de una
negociación previa o una especie de pacto. En
cualquier caso, a nuestro parecer, esta clasifica-
ción se mostraría algo precaria, dado que resulta
razonable catalogar, sin excesiva complicación,
la autocensura explícita como una modalidad
más de censura. En un escalón inmediatamen-
te inferior, dentro de la autocensura implícita,
Abellán postulaba evaluar por añadidura si esta
es consciente o inconsciente, tomando como pilar
para tal dicotomía las confesiones vertidas por
una extensa nómina de escritores consultados
oportunamente al efecto (1982, pp. 175-180).
En el presente trabajo, ante los evidentes des-
ajustes reseñados, donde no raramente impera
la vacilación (Brunette, 2002), nuestro propó-
sito cardinal reside en esbozar un cuadro que,
más allá de abarcar la creación literaria y la tra-
ducción alógrafa, contemple lo que sucede en
lo concerniente a la influencia de la censura y
la autocensura en el terreno de la autotraduc-
ción. Como ya tuvimos ocasión de pormeno-
rizar debidamente, las referencias bibliográficas
que se contabilizan con relación a este asunto
no ascienden ni mucho menos a un porcenta-
je satisfactorio, de manera que solo se puede
hablar de aproximadamente media docena (Da-
silva, 2021, pp. 126-127). Es muy sintomático,
en cuanto a ello, que los volúmenes colectivos
organizados por Billiani (2007) y Ballard (2011)
no recojan ningún acercamiento específico a
esta cuestión y ni siquiera con una orientación
tangencial se adentren en ella para un mínimo
bosquejo.
En los últimos tiempos, debe darse noticia de
una aportación de Levine (2020) relativa a su ex-
periencia como traductora del narrador cubano
Guillermo Cabrera Infante al inglés, en estrecha
coordinación con el mismo. El escritor incluso
acuñó el neologismo closelaboration, aclimatado
en español como coelaboración, para denominar
la cooperación entre un autor y su traductor al
transportar un texto a otro idioma. Levine relata-
ba lo acontecido al traspasar la novela Tres tristes
tigres, acosada en su momento duramente por la
censura franquista, donde Cabrera Infante des-
empeñó el papel de autotraductor. A su enten-
der, se estaría ante un significativo exponente que
conduce a comprobar no solo “the interaction
between original writing and self-translation”,
sino además “the role of censorship in Cabrera
Infante’s practice of self-translation in a context
of political censorship” (Levine, 2020, p. 5).
Con el fin de ejemplificar el cuadro antes aludi-
do, dedicamos la atención en nuestro abordaje
a la impronta de la censura y la autocensura
en la novela en gallego A esmorga, de Eduardo
Blanco Amor, autotraducida al español como
La parranda. La obra original fue vetada de pla-
no por el franquismo a mediados de los años
cincuenta, por lo que tuvo que publicarse en
el exilio argentino, donde también se editó el
texto autotraducido. A principios de la década
de los setenta, A esmorga y La parranda lograron
ver la luz por fin en España, pero con deforma-
ciones incitadas por el Ministerio de Informa-
ción y Turismo. En lo referente a La parranda,
Blanco Amor introdujo adicionalmente altera-
ciones que respondieron a su criterio subjeti-
vo, impulsadas por el temor a las autoridades.
En definitiva, cabe subrayar que A esmorga y
La parranda brindan un campo de experimen-
tación sugestivo para observar el ascendiente de
la censura y, más que nada, la autocensura en la
órbita de la autotraducción.
A lo largo de este trabajo, se focaliza ini-
cialmente la virtualidad distintiva que, para
Xosé Manuel Dasilva482Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
nosotros, atesora la autocensura en el fenóme-
no autotraductor. En la sección siguiente, y ya
introduciéndonos en el estudio de caso elegido
para concretizar la posición que sustentamos,
se exponen los obstáculos a los que se enfrentó
el primer intento de editar A esmorga en España
y su publicación subsiguiente, por tal razón, en
Argentina, junto con la autotraducción La pa-
rranda. En la sección 3 nos ocupamos de deta-
llar los cortes a que los que dio lugar la serie de
estorbos con los que tuvo que lidiar la segunda
tentativa de dar a conocer A esmorga y La parran-
da. Esta sección se completa con la consecuti-
va, donde se recoge la actuación autocensora
de Blanco Amor por prevención.
Metodológicamente, para dar cumplimiento a
todo lo anterior, se han utilizado como fuen-
tes primarias los expedientes de censura de las
obras, que identificamos en cada lugar, los cua-
les se custodian en el Archivo General de la
Administración, ubicado en Alcalá de Hena-
res. Los ejemplos de censura transcritos dan
cuenta de forma prácticamente exhaustiva de
las mudanzas recabadas por los censores, lo
que es asequible debido a que las partes afecta-
das no totalizan una proporción elevada.
1. La peculiaridad de la autocensura
en la autotraducción
La premisa principal que sostenemos se asien-
ta en que la incidencia de la censura no arro-
ja discrepancias sustanciales en la traducción
alógrafa y en la autotraducción, en tanto que la
autocensura depara una dimensión singular en
este segundo dominio. Esto se deriva del doble
rol inherente al autotraductor, que se instituye en
autor y a la par traductor de la obra trasplantada
a una segunda lengua. Por tanto, es propietario
intelectual del texto primigenio y del texto auto-
traducido, lo que le confiere una potestad abso-
luta. En efecto, el estatuto privilegiado de autor
y traductor posibilita al autotraductor disfrutar
de la prerrogativa de afrontar su quehacer con
una independencia similar a la desplegada
al construir la obra de partida. Este atributo
da lugar, por consiguiente, a que disponga de
mayor capacidad para autocensurarse que cual-
quier traductor alógrafo.
En tal sentido, es interesante significar que San-
toyo (2001) puso de manifiesto, con énfasis, que
la libertad entraña justamente uno de los ele-
mentos que sobresale en la autotraducción. En
lo que nombraba como “traducción de autor”,
el traductor se erige en cabeza suprema, con to-
das las facultades para inmiscuirse en un texto
que realmente le pertenece. Para Santoyo, “si el
acto de traducir ya es un acto creativo, no cabe
duda de que su máxima expresión creadora se
halla en la autotraducción” (2001, p. 248). Este
estudioso reiteraría ese rasgo ostensible en otra
oportunidad, afirmando que autotraducirse,
de forma solo en apariencia contradictoria, es
y no es traducir, puesto que aquel que transva-
sa la obra propia “actúa en su segunda redac-
ción con una opcional libertad creativa que no
le está permitida al traductor de obra ajena”
(Santoyo, 2002, p. 159).
Verdaderamente, no faltan revelaciones abun-
dantes de autotraductores que han puesto el
acento en la extraordinaria ventaja de la que go-
zan, a pesar de que esa suerte de reescritura que
encierra la operación de transferirse queda limi-
tada en principio “par le monde fictionnel de
l’œuvre et par sa référentialité intertextuelle”
(Sperti, 2017, p. 19). Por ejemplo, el escritor vas-
co Bernardo Atxaga atestiguó que la disparidad
primordial entre la traducción alógrafa y la auto-
traducción estriba en la supremacía sin reservas
que otorga la propiedad del texto (Garzia Gar-
mendia, 2002). En una dirección semejante, la
autora catalana Carme Riera hizo hincapié en
que el autotraductor se beneficia de una auto-
nomía plena para transformar el texto a su anto-
jo. Como aseveraba, se suele traducir “siendo fiel
y estando encadenado al texto original”, pero, a
la inversa, se encara la autotraducción “siendo
infiel y libérrimo” (Riera, 2013, p. 395).
En el mismo espacio catalán, Antoni Marí
(2002, p. 15) desveló que el tránsito de sus obras
La autocensura en el ámbito de la autotraducción. A esmorga/La parranda,
de Eduardo Blanco Amor483Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.478-493
al español le hizo ver que poseía un margen di-
latado de libertad, inalcanzable por completo
para un traductor alógrafo salvo que preten-
da aventurarse a ser acusado de traidor. Lluís
Maria Todó (2002, p. 18), insistiendo en ese
componente medular, aseguró a su vez que
cualquiera que se haya trasladado a sí mismo,
“sabe de sobra que puede concederse una li-
bertad, unas libertades que no se permitiría si
estuviera traduciendo obra ajena”. El narrador
gallego Suso de Toro (1999), en fin, alegó que
no se considera por lo común, al verterse a un
nuevo idioma, un mero traductor, sino que su
visión es enteramente la de un autor que reali-
za su tarea sin cortapisas de ninguna clase.
Sería acertado concluir, en síntesis, que la censu-
ra sitúa al traductor alógrafo y el autotraductor
a un mismo nivel. En oposición, la autocensura
comporta que el traductor alógrafo se encuen-
tre en una situación de inferioridad, en la me-
dida en que el autotraductor, cuando acomete
su misión, está en condiciones de desenvolver-
se con superior flexibilidad.
2. Eduardo Blanco Amor y sus dificultades
ante la censura: A esmorga / La parranda
Eduardo Blanco Amor (1897-1979) se instaló a
una edad temprana en Argentina, donde desa-
rrolló su carrera literaria en gallego y en espa-
ñol hasta mediados de los años sesenta, cuando
regresó a España. Emigrado en una primera
etapa y posteriormente exiliado, él mismo se
contrapuso a lo que llamaba “escritor seden-
tarizado” (Alvite, 1963), en consonancia con
una taxonomía que se preocupó de delinear. Se
tenía por un autor, al mismo tiempo, que hacía
gala de un sentimiento de extraterritorialidad, ya
que en todo momento siguió siendo “un galle-
go que piensa en su tierra, y la ama por encima
de toda conveniencia, y, a veces, hasta de toda
inteligencia” (Cerecedo, 1973, p. 43). Este firme
vínculo instaurado desde la distancia le indujo
a padecer problemas numerosos con la censu-
ra franquista, pues acostumbraba a forjar sus
libros sin meditar en lo que suponía escribir
bajo una atmósfera represiva.
Blanco Amor compuso A esmorga, su primera
narración en gallego, entre el 25 de mayo y el 8
de octubre de 1955, según anotó en uno de los
folios del mecanoscrito original. El argumen-
to giraba en torno a la desaforada diversión de
tres personajes marginales durante un corto
período en la geografía ficticia de Auria, tra-
sunto de la ciudad de Ourense. La obra fue en-
tregada por su amigo Isaac Díaz Pardo, quien
la trajo desde el otro lado del Atlántico, a la
editorial Galaxia, sita en Vigo, a comienzos de
1956. Los responsables de este sello se percata-
ron prontamente de las trabas que arrostraría
el texto a su paso por la censura, pero aun así
no dejaron de poner en marcha los trámites
preceptivos (Dasilva, 2009).
La solicitud de permiso para editar A esmorga se
registró el 19 de junio de 1956 en el Ministerio
de Información y Turismo, con el número de
expediente 3180-56. El encargado de fiscalizar
la narración fue Miguel Piernavieja del Pozo,
militante de Falange Española. En su informe,
suscrito el 4 de agosto de 1956, dictaminaba
categóricamente:
Burda novela corta, en gallego, en la que se
narran las aventuras y desventuras de tres
borrachos. En lenguaje a menudo soez, se
mezclan los diálogos de estos tristes perso-
najes con escenas de burdel y recuerdos de
aventuras. No debe autorizarse (Expediente
de censura de A esmorga, 1956, s. p.).
Por lo que se constata, la razón de la prohibi-
ción de A esmorga no se atenía a impedimentos
de carácter político, sino de naturaleza lingüís-
tica. Para este censor, el estilo desinhibido y
hasta procaz con el que se desgranaba la his-
toria difería de la imagen de la lengua galle-
ga preconizada por el franquismo, asociada al
lirismo, el humorismo y el folklore. Ante ese
rechazo frontal, Blanco Amor decidió publicar
A esmorga en Buenos Aires, donde tampoco fue
Xosé Manuel Dasilva484Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
sencillo ver colmado su deseo. Luego de tres
años de espera, A esmorga se imprimió el 3 de
abril de 1959, según el colofón, gracias a la edi-
torial Citania, dirigida por el artista y escritor
Luís Seoane (Blanco Amor, 1959).
A causa de los contratiempos de A esmorga pri-
mero en España y después en América, Blanco
Amor resolvió autotraducir el texto al español
(Neira Vilas, 1995, p. 187). Con el título La pa-
rranda, apareció al año siguiente de nuevo en la
capital argentina (Blanco Amor, 1960). Es im-
prescindible destacar que la autotraducción al
español representa una praxis tradicional en la
literatura gallega desde finales del siglo xix , la
cual persiste con regularidad en el día de hoy.
Cada vez más, las versiones efectuadas son
incluso “autotraducciones opacas”, es decir,
circulan como genuinos originales en español
que ocultan la prioridad de un texto de parti-
da en gallego, no pocas veces deliberadamente
(Dasilva, 2011, p. 46).
En lo tocante a la elección del título para la
autotraducción, no hay que pasar por alto que
Blanco Amor no la tuvo fácil ni mucho me-
nos, ya que el término “esmorga” carece de
una correspondencia plenamente exacta en
español que comprenda todas sus implicacio-
nes semánticas. La palabra viene a significar
diversión bulliciosa y exagerada que no rele-
ga, entre otros matices, la ingesta de alcohol y
abundante comida, lo que difícilmente englo-
ba con eficacia la fórmula léxica “parranda”.
Por otro lado, es ineludible aclarar que no se
detecta ninguna disonancia, desde el punto de
vista idiomático, entre las distintas ediciones,
distribuidas en Argentina o en España, de La
parranda. Al respecto, se debe traer a colación
que el autor exteriorizó haberse topado con es-
collos insuperables para seleccionar una tona-
lidad en español equivalente a la que prevalece
en el original, quedando descontento con el re-
sultado. Juzgaba, no sin ingeniosa ironía, que
“por fidelidad a la lengua original”, al final la
autotraducción le había salido “en extremeño”
(Blanco Amor, en Neira Vilas, 2010, p. 58).
Blanco Amor no renunciaría, con alguna an-
siedad, a lanzar A esmorga en Galicia, a pesar
de la proscripción decretada en la década an-
terior (Vara, 1963), conforme se colige de tes-
timonios epistolares de los años sesenta. Por
medio de estos documentos, queda clara su
insistencia en tantear si el ambiente coetáneo
consentiría un cambio de postura del Ministe-
rio de Información y Turismo tras la aproba-
ción de la Ley 14/1966 de Prensa e Imprenta,
lo que no se preveía plausible porque el rigor
severo aún no se había relajado en escala apre-
ciable (Dasilva, 2015a, 2015b).
Así y todo, A esmorga se sometía a finales de
esa misma década otra vez a la vigilancia de
la censura. La petición de licencia se cursó
el 15 de septiembre de 1969, con el número
de expediente 8981-69, pasando la obra a ser
supervisada por dos censores cuya identidad
se desconoce (Expediente de censura de A es-
morga, 1969). El primero, demasiado escueto,
desaprobaba su autorización con una argu-
mentación análoga a la esgrimida en el infor-
me de 1956:
Narración de ciertos recuerdos de la infancia
pero contados con un lenguaje excesivo en su
forma muy libre, sucio a veces, con expresio-
nes, palabras y frases faltosas de elegancia y
de toda delicadeza.
Estimamos no es admisible la publicación (Ex-
pediente de censura de A esmorga. 1969, s. p.).
No obstante, se puntualizaba seguidamente acer-
ca de este desfavorable veredicto en una anota-
ción autógrafa:
El informe anterior francamente libre y de expre-
siones, incluso, bajas y groseras, queda un poco
al margen de su posible erotismo o pornografía,
en donde no alcanza motivos prohibitivos, ya
que escenas de este tipo no existen. (Expediente
de censura de A esmorga. 1969, s. p.).
La autocensura en el ámbito de la autotraducción. A esmorga/La parranda,
de Eduardo Blanco Amor485Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.478-493
El segundo censor, con más detenimiento, se
decantaba por condescender si se extirpaban
algunas insinuaciones que se reputaban ofen-
sivas para la Guardia Civil:
Novela gallega. Prolijo relato de las andanzas
de tres hombres metidos en juerga, uno de
ellos sin haberlo buscado y tras su encuentro
casual con los otros dos: trifulcas en tabernas,
visitas a las casas de prostitución, borrache-
ras que provocan el incendio no intencionado
de un Pazo, navajazos como consecuencia de
la mala acción de uno de los juerguistas con
una pobre mujer loca, y la detención de Ci-
priano Canedo, que realmente es inocente y
que así lo declara y trata de hacerlo valer ante
el juez.
La declaración es cruda y realista con el em-
pleo del lenguaje vernáculo típico y corriente
del hombre gallego perteneciente a la baja
clase social. Abundan, por lo tanto, las expre-
siones gráficas para dar vida al relato y para
subrayar el sentir popular en ocasiones o cir-
cunstancias semejantes.
Del contexto se deduce que la acción tuvo lu-
gar mucho antes de la guerra civil española.
Lo único grave o impertinente que encontra-
mos son las alusiones a los malos tratos reci-
bidos por el detenido a cargo de la Guardia
Civil, razón por la cual está obsesionado con
no volver al cuartelillo a ningún precio, aun-
que le cueste la vida como reiteradamente da
a entender y claramente expresa ante el Juez.
Indicando la supresión o modificación de lo
subrayado en las páginas 106, 107, 121 esti-
mo que esta novela, de indudable valor por
otra parte, puede autorizarse (Expediente de
censura de A esmorga. 1969, s. p.).
Como con simplicidad se advierte, en este in-
forme se debatían aspectos tanto temáticos
como formales de A esmorga, sin esquivar un
reconocimiento benigno de su rango artístico.
Las omisiones que se imponían, marcadas con
bolígrafo en un ejemplar de la edición de 1959,
sumaban la cifra de cinco, localizadas en el úl-
timo capítulo.
3. El impacto de la censura en A esmorga
y La parranda
A la vista de esa tesitura adversa, Blanco Amor
optó por transigir ante la demanda de censu-
ra por motivos políticos, y no ya lingüísticos
como había ocurrido en 1956, de la Sección de
Ordenación Editorial, adscrita a la Dirección
General de Cultura Popular y Espectáculos,
sustituyendo los segmentos impugnados por
otros menos conflictivos. En primer término,
se requería la retirada del sintagma “de unifor-
me” en el siguiente fragmento:
—Ten razón… Disimule… Pro vosté non
sabe o que é verse nas maus dun gandulo da
nai que o fixo, que porque anda de uniforme
lle veña a bater a un home, conecido de todos
e fillo do povo, ferrándolle hostias na cara ou
vergallazos no lombo, e aínda couces en salva
sea la parte, pra non decire nas fodinelas, con
premiso de vostede, coma si un fose un gita-
no (Blanco Amor, 1959, p. 106).1
Unas líneas después, se impelía a eliminar la
palabra “sargento” en este extracto:
—Ten razón dabondo, señor, e que Deus lle
pague a pacencia que ten comigo, que pra
non sere vostede deiquí é bastantemente con-
siderado, e non coma ise fillo de puta do sar-
gento, que maragato tiña que sere… (Blanco
Amor, 1959, p. 106).
Más adelante, se reclamaba la exclusión de la
frase “tapándolle a boca a hostia limpa cando
quere falar”:
E se se me foi algún xuramento ou cousa eisí,
vosté ten que considerare a situación dun
home que, fose o que fose, endexamáis se ten
visto en cousas de xustiza, e tantas horas sen
tere ollado a ninguén, coma non sexa a aque-
les xudeos; sen manxar, sen beber, batendo
nun e deiquí pra aló, perguntándolle pra non
deixarlle decire verba, tapándolle a boca a hostia
1 En las citas, las cursivas son añadidas por el
autor.
Xosé Manuel Dasilva486Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
limpa cando quere falar, sen podere xiquera pe-
dire unha pinga de auga, sen poder facere as
suas necesidás sen telos diante dun… (Blanco
Amor, 1959, pp. 106-107).
El censor obligaba a que se prescindiese tam-
bién de la imprecación “asasinos” en este
diálogo:
—Non, señor, non; iso si que non. Pídollo
por Deus, polos seus, por quén máis voste-
de queira… ¡Prégollo eisí, de xoenllos…!
¡Non…, que non quero que me leven ístes!
¡Que non vou, que me levan ó coartelillo…!
¡Soltádeme, asasinos, fillos de puta…! (Blanco
Amor, 1959, p. 121).
Para acabar, lo que se ordenaba era la desapa-
rición de una apostilla del narrador que luego
menoscabaría el desenlace de la novela:
Cipriano Canedo ou o Cibrán, ou o Castizo,
ou… inda pudo pillar dun brinco a navalla de
enriba da mesa e afundila por embaixo das
costelas… Porque hay xentes de tal condición
que pra se ceibar do “pensamento” téñeno
que matar dentro de sí... Anque endexamáis
quedou craro, entre a xente do povo, se mo-
rreu da navallada ou dos culatazos com que alí
mesmo o mallou a parexa da Benemérita (Blanco
Amor, 1959, p. 121).
Se tiene conocimiento de una hoja manuscrita
del autor, depositada en el Archivo Fundación
Blanco Amor, donde constan las reformas
incorporadas para cumplir aquello a lo que
instaba el informe del segundo censor. Las en-
miendas fueron las siguientes:
1. de uniforme > fardado doutro xeito
2. fillo de puta do sargento > fillo de puta de
mandamáis
3. tapándolle a boca a hostia limpa cando
quere falar > ou facéndollas tragar si as dice
4. asesinos > [Elimina el término]
5. da navallada ou dos culatazos con que alí
mesmo o mallou a parexa da Benemérita >
da navallada ou dos golpes de… dos… (Hoja
de correcciones de A esmorga, 1970).
Con tales tergiversaciones a resultas de la cen-
sura estipulada por el Ministerio de Informa-
ción y Turismo, A esmorga salía finalmente en
Galicia, en los últimos días de 1970, al amparo
de la editorial Galaxia (Blanco Amor, 1970).
Tres años más tarde, Ediciones Júcar le remi-
tía esta carta a Blanco Amor, el 12 de abril de
1973, para albergar La parranda en su catálogo:
Le confirmo nuestro interés en publicar en
castellano La parranda. Podríamos publicar-
la en una edición de inmediata aparición,
titulada “La vela latina”, con una tirada de
3.000 ejemplares y, cuando se agote en esta
colección, la pasaríamos a nuestra colección
de bolsillo “Biblioteca Júcar”, también de in-
mediata aparición (Ediciones Júcar, 1973a).
El editor acusaba recibo, el 7 de junio de ese
año, de una misiva de Blanco Amor:
He recibido el contrato de La parranda, así
como las correcciones que usted indica. Se
tendrán en cuenta a la hora de imprimir.
Con esta fecha estoy dando instrucciones
para que se le giren las 15.000 pesetas, de
acuerdo con el contrato, al Gran Hotel, Vigo,
según sus indicaciones (Ediciones Júcar,
1973b).
Esas intercalaciones en La parranda equivalían
básicamente a las perpetradas con anteriori-
dad en A esmorga. He aquí la relación de las
mismas:
[…] y no como este sayón de sargento, que cas-
tellano tenía que ser… (Blanco Amor, 1960,
p. 144).
[…] y no como ese sayón mandamás, que forastero
tenía que ser… (Blanco Amor, 1973a, p. 121).
[…] preguntándome para luego no dejarme
responder, tapándome la boca a puñetazo lim-
pio cada vez que voy a contestar […] (Blanco
Amor, 1960, p. 144).
[…] preguntándome para luego no dejarme res-
ponder, o haciéndomelo tragar cada vez que voy a
contestar […] (Blanco Amor, 1973a, p. 121).
[…] ¡Al cuartelillo, no! ¡Soltarme, hijos de puta,
asesinos…! (Blanco Amor, 1960, p. 161).
La autocensura en el ámbito de la autotraducción. A esmorga/La parranda,
de Eduardo Blanco Amor487Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.478-493
[…] ¡Al cuartelillo, no! ¡Soltarme, hijos de pe-
rra…! (Blanco Amor, 1973a, p. 133).
[…] aunque nunca quedó claro, entre las
gentes del pueblo, si murió de la cuchillada
o de los culatazos que, allí mismo, le atizaron los
dos guardias de la Benemérita que le custodiaban
(Blanco Amor, 1960, p. 161).
[…] aunque nunca quedó claro, entre las
gentes del pueblo, si murió de la cuchillada
o de los golpes que le atizaron… (Blanco Amor,
1973a, p. 134).
Probablemente, debido a que A esmorga estaba
en las librerías y, asimismo, a que La parranda
se supeditaba a lo que había sido censurado en
aquella, Ediciones Júcar se inclinó por obviar
el trámite de la consulta previa. Así, presenta-
ba una instancia el 20 de febrero de 1974, con
el número de expediente 2261-74, por la cual
formalizaba el depósito de los “seis ejemplares
que exige el artículo 12 de la Ley de Prensa e
Imprenta de 18 de marzo de 1966” (Expedien-
te de censura de La parranda, 1974). Justo en
esa fecha, el censor asignado, sin nombre, fir-
maba con extremada diligencia este informe:
Relato que, en sí, por la descripción de tipos
y el argumento dramático (unos crímenes
cometidos durante una parranda), podría in-
teresar suficientemente. Sin mayor alcance.
Pero al autor, aquejado del mal que afecta a
tantos que escriben en nuestros días, cree que
el realismo y la autenticidad, el modernismo
y otras monsergas esteticistas, consiste en el
uso casi continuo de palabrotas, con lo cual
se desluce todo y pierde el interés literario.
Hay en efecto una enorme acumulación de
expresiones soeces o groseras (mala leche,
jodido, carajo, coño, mierda, cabrón, recoño,
putas, maricones, etc., etc.) en las páginas que
señalo: aparte de ello hay una burla irreligiosa
en las págs. 93, 94 y 129 y, además, una alu-
sión denigrante a la Guardia Civil (pág. 15)
que guarda relación con las imputaciones de
torturas en el cuartelillo (pág. 120), ya que el
que narra los hechos, lo hace ante el juez.
Aceptado el depósito, si no se considera
grave la acumulación de palabrotas y, prin-
cipalmente, esa acusación a la brutalidad de
la Guardia Civil, aunque la época no sea la
actual (Expediente de censura de La parran-
da, 1974).
En el expediente de La parranda, al pie de este
pronunciamiento, figura una nota manuscri-
ta en la que se aconsejaba como resolución
el silencio administrativo, que implicaba una
situación de incerteza jurídica: “El autor se
expresa en tono de tal manera que todo son
superabundancia de palabrotas. La alusión al
cuartelillo es ambivalente, pero no va más allá.
Por todo ello considero apropiado el silencio”
(Expediente de censura de La parranda, 1974).
4. La huella de la autocensura
en La parranda
Se desprende de lo revisado que el Ministerio
de Información y Turismo se conformaba con
la censura que había prescrito para A esmorga,
reflejada ahora en La parranda. No obstante,
ante el riesgo latente que conllevaba el silencio
administrativo, Ediciones Júcar prefirió pedir
el aplazamiento del depósito de la tirada ya
impresa, para interpolar, por lo que aducía,
nuevas rectificaciones. El escritor recibía esta
carta de la editorial el 1 de marzo de 1974:
El Ministerio nos exige para permitir la cir-
culación de su obra La parranda un pequeño
número de variaciones en la página 120 que
le señalo en un ejemplar que le incluyo. Con-
sideran que tal y como está el texto consti-
tuye ofensa a las fuerzas armadas y podrían
promover un procedimiento judicial.
Por todo ello, le rogamos que haga en el texto
las variaciones que considere oportunas en
las líneas subrayadas. Lo que sí le agradece-
ríamos es que procurara mantener el mismo
número de palabras en el texto variado.
Espero que pueda realizar con la mayor bre-
vedad posible las modificaciones que a su jui-
cio puedan pasar la censura.
En espera de sus noticias, y rogando disculpe
estas molestias que de ningún modo vienen
motivadas por nosotros, le saluda atentamen-
te y felicita por la calidad innegable de su li-
bro (Ediciones Júcar, 1974).
Xosé Manuel Dasilva488Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
Al no haber constancia de ningún mandato ofi-
cial, es factible interpretar este inopinado gesto
como autocensura a instancia de la editorial, y
no tanto como censura. En realidad, lo que se
contiene en el expediente es un ejemplar de La
parranda donde estaban las objeciones enumera-
das por el censor en su informe. Ahora bien, no
es posible acreditar que esto se hubiese comuni-
cado en algún momento a Ediciones Júcar.
Lo que se tachaba de “burla irreligiosa”, pri-
meramente, formaba parte de una escena del
capítulo 3, en la que los protagonistas irrum-
pían en un recinto religioso:
Y un poco con la risa y otro poco con la bebi-
da, casi no atinábamos a coger hacia el lado
de la puerta. Y por si fuese poco todo esto, el
Bocas, que entre sus animaladas tenía fama de
flatoso del vientre, iba echando uno de esos
seguidos, como quien rasga tela, que era no
tener fin… (Blanco Amor, 1973a, pp. 93-94).
La segunda “burla irreligiosa” se encuadraba
en el último capítulo:
El Milhombres estaba como adormecido,
pero no dormido. La pítima le daba por can-
turrear esas melopeas que las mujeres cantan
en las novenas y procesiones (Blanco Amor,
1973a, p. 129).
Por lo demás, la “alusión denigrante a la Guar-
dia Civil” era la siguiente:
Pero con todo, las cosas no fueron así, aun-
que lo diga la Guardia Civil, la tía Esquilacha
o el sunsuncordia, con permiso de su cara
(Blanco Amor, 1973a, p. 15).
Para terminar, esta es la página en la que se
plasmaban apercibimientos en rojo:
–Sí, señor, sí, que ya me hago cargo de que
ahora nada vale el quejarse ni el llorar, pero
de algo me sirve para sacarme este peso del
pecho que semeja irme a ahogar, y de este ve-
nirme el “pensamiento” a cada paso que no
me deja desde que aquí me trajeron, aunque
mucho es lo que hago para disimularlo, y
además sin bebida para poder salir de esta so-
focación… Y menos mal que usía es tan bue-
no que no me deja llevar al cuartelillo, porque
entonces sería ya perder el juicio… Porque
usía tiene que considerar que un mozo, con
todas sus fuerzas enteras, y con sus cosas en
su sitio, tenga que aguantar que otro hombre,
aunque fuese su padre, le ponga las manos en
la cara una vez y otra, y sin podérselas devol-
ver, esposado como lo tienen a uno, que hasta
no me cabe en la cabeza cómo puede haber
cristianos tan asquerosos y mal nacidos que se
pongan a pegarle a otros hombres que nada les
hicieron, ni les faltaron ni los conocen y que
no se pueden valer, que eso ni es justicia ni ca-
rajos que la fundó, porque… (Blanco Amor,
1973a, p. 120).
En el mismo sitio se llamaba la atención, con
una raya flagrante, sobre el párrafo que luego
autocensuraría Blanco Amor instigado por la
editorial:
–¡Disimule, señor! Le pido que me dispense,
pero usía no sabe lo que es verse en poder de
unos charranes forasteros que se ponen a zu-
rrar a un hombre conocido, hijo del pueblo,
arreándole tortazos en la cara y vergajazos en
los lomos y aun patadas en sus partes, con
perdón sea dicho, que no es cosa de machos,
y todo porque lo tienen trabado a uno como
un animal… (Blanco Amor 1973a, p. 120)
Con resignación, Blanco Amor se prestaría a
transmutar, efectivamente, esta porción cues-
tionada por Ediciones Júcar, lo que se corrobo-
ra al confrontar sendos ejemplares de la tirada
inicial y la tirada sucesiva de La parranda:
–¡Disimule, señor! Le pido que me dispense,
pero usía no sabe lo que es verse en poder de
unos charranes forasteros que se ponen a zu-
rrar a un hombre conocido, hijo del pueblo,
arreándole tortazos en la cara y vergajazos en
los lomos y aun patadas en sus partes, con
perdón sea dicho, que no es cosa de machos,
y todo porque lo tienen trabado a uno como
un animal… (Blanco Amor 1973a, p. 120).
La autocensura en el ámbito de la autotraducción. A esmorga/La parranda,
de Eduardo Blanco Amor489Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.478-493
–¡Disimule señor! Le pido que me dispense,
pero lo que usía no sabe que uno se vea frente
a esos tíos mandones, que ni son del pueblo, y
que se ponen a soplamoquearlo a uno, como
quien lo hace para divertirse, y que le hacen a
uno salirse de su natural y echarse a decir pu-
tadas, con lo cual aún se enfadan más, y dale
que… (Blanco Amor, 1973b, p. 120).
Se da la circunstancia de que Blanco Amor ya
había autocensurado este mismo tramo tex-
tual por su cuenta en la tirada inicial, como
se verifica cotejándolo con la edición original
argentina:
–¡Disimule, señor! Le pido que me dispense,
pero usía no sabe lo que es verse en poder
de unos charranes forasteros que se ponen a
zurrar en un hombre conocido, hijo del pue-
blo, dándole hostias en la cara y vergajazos en
los lomos y aun patadas en sus partes, con
perdón sea dicho, que no es cosa de machos,
y todo porque lo tienen trabado como un ani-
mal… (Blanco Amor, 1960, p. 143).
–¡Disimule, señor! Le pido que me dispense,
pero usía no sabe lo que es verse en poder de
unos charranes forasteros que se ponen a zu-
rrar a un hombre conocido, hijo del pueblo,
arreándole tortazos en la cara y vergajazos en
los lomos y aun patadas en sus partes, con
perdón sea dicho, que no es cosa de machos,
y todo porque lo tienen trabado a uno como
un animal… (Blanco Amor 1973a, p. 120).
Por un exceso de precaución, el escritor había
metamorfoseado el texto, paralelamente, en
cuatro lugares más:
1. No es por echármelas ahora de inocente,
pero me puede usté creer que en esa faena
de pícaros yo no tuve arte ni parte, que nadie
encontró nada sobre mi cuerpo que no fuese
mío, como usté sabe y como dije en el cuar-
telillo de la Guardia Civil, por más que aquellos
criminales me zurrasen a matar para que dijese
dónde había escondido las cosas, que no hay
cosas ni cosas, y lo que allí dije lo digo aho-
ra y lo diré ante la cara de Dios… (Blanco
Amor, 1960, p. 131).
No es por echármelas ahora de inocente, pero
me puede usté creer que en esa faena de píca-
ros yo no tuve arte ni parte, que nadie encon-
tró nada sobre mi cuerpo que no fuese mío,
como usté sabe y como dije en el cuartelillo
de la Guardia Civil, por más que me zurrasen a
matar para que dijera dónde había escondido
las cosas, que no hay cosas ni cosas, y lo que
allí dije lo digo ahora y lo diré ante la cara de
Dios… (Blanco Amor, 1973a, pp. 109-110).
2. Y menos mal que usía es tan bueno que no
me deja llevar al cuartelillo, porque entonces
sería ya perder todo el juicio… Porque usía
tiene que considerar que un mozo, con todas
sus fuerzas enteras y con sus cosas en su si-
tio, que siempre lo demostró como hombre, tenga
que aguantar que otro hombre, aunque fuese
su padre, le ponga las manos en la cara, una
vez y otra, sin ofensa entre ellos y sin podérselas
devolver, esposado como lo tienen a uno, que
hasta no me cabe en la cabeza cómo puede
haber cristianos tan asquerosos en su alma cabro-
na, hijos de tan mala madre, que se pongan a
pegarle a otros hombres que nada les hicie-
ron, ni les faltaron, ni los conocen y que no se
pueden valer, que eso ni es justicia ni carajos
que la fundó, porque… (Blanco Amor, 1960,
pp. 142-143).
Y menos mal que usía es tan bueno que no
me deja llevar al cuartelillo, porque entonces
sería ya perder el juicio… Porque usía tiene
que considerar que un mozo, con todas sus
fuerzas enteras y con sus cosas en su sitio,
tenga que aguantar que otro hombre, aun-
que fuese su padre, le ponga las manos en la
cara una vez y otra, y sin podérselas devolver,
esposado como lo tienen a uno, que hasta
no me cabe en la cabeza cómo puede haber
cristianos tan asquerosos y mal nacidos que se
pongan a pegarle a otros hombres que nada
les hicieron, ni les faltaron ni los conocen y
que no se pueden valer, que eso ni es justi-
cia ni carajos que la fundó, porque… (Blanco
Amor, 1973a, p. 120)
3. Lo comprendo, señor, pero por eso lo dije, porque
están éstos delante y ahora, aquí, nada me pueden
hacer, creo yo, y para que se lo cuenten a los otros
verdugos (Blanco Amor, 1960, pp. 144-145).
[Fragmento eliminado] (Blanco Amor,
1973a, p. 122).
Xosé Manuel Dasilva490Traducción (auto)censurada en los mundos hispánicos
4. ¡Ya no aguanto más! ¡Que se sepa que no
aguanto más, porque lo que quiero es que me
dejen ya tranquilo de una vez! ¡Óigalo bien, ca-
rajo, que por la madre que me parió...! (Blan-
co Amor, 1960, p. 161).
¡Ya no aguanto más! ¡Que se sepa que no
aguanto más, porque lo que quiero es que me
dejen ya tranquilo de una vez, que por la ma-
dre que me parió…! (Blanco Amor, 1973a,
p. 133).
Con los ejemplares de la segunda tirada, Edi-
ciones Júcar elevó otra instancia de depósito el
25 de marzo de 1974 con la confianza de que
el fallo del Ministerio de Información y Tu-
rismo fuese de signo positivo, pero el silencio
administrativo que se había acordado en un
principio fue ratificado. Ante esa contrariedad,
la editorial puso en circulación las dos tiradas
para no soportar ningún perjuicio económico.
En aquella altura, no se descubrió tal extremo
ni tampoco que La parranda se proporcionaba
censurada y autocensurada, como se infiere de
esta noticia:
La parranda […], de Eduardo Blanco Amor,
vuelve del exilio como una de las novelas más
raramente mágicas y poderosas de la literatu-
ra gallega y castellana de los últimos veinti-
cinco años. […] A los repetidos intentos para
su publicación en España llevados a cabo por
diferentes editoriales que trataban de recupe-
rar esta pieza maestra de la literatura patria,
la Administración y una de sus hijas predi-
lectas —mimada quizá por su condición sub-
normal—, la censura, castigó con sus rigores
y sus desdenes a esta pequeña novela de poco
más de 130 páginas, sometida a una serie de
rechazos y dilaciones que retrasaron su apari-
ción en el país durante el discreto período de
catorce años (Cerecedo, 1974, p. 48).
Las ediciones ulteriores de La parranda, sin nin-
guna excepción, continuaron reproduciendo el
texto deturpado. No se libró la edición organi-
zada por Círculo de Lectores (Blanco Amor,
1976), ni la segunda edición de Júcar (Blanco
Amor, 1985), ni la que preparó la editorial Trea
(Blanco Amor, 2001). Hasta en Argentina, de
forma sorprendente, se estampó una versión
contaminada de La parranda (Blanco Amor,
2008). Si se repara en el proceso de recepción
de todas ellas, salta a la vista que en ningún
caso se sospechó la existencia de adulteracio-
nes en la obra. Tanto la versión gallega como
la versión española de la novela solamente se
restauraron en fechas recientes, merced al es-
fuerzo de la editorial Galaxia (Blanco Amor,
2010, 2015).
Antes de finalizar, es indispensable tener pre-
sente que La parranda todavía sufrió un intento
más de censura, que a la postre no prosperó
(Dasilva, 2015c). En la edición antes citada de
Círculo de Lectores, con Franco ya fallecido, el
Ministerio de Información y Turismo admitía
“con reparos”, conforme se precisaba en el do-
cumento oficial, la solicitud de depósito. Así,
en el expediente, se conserva un ejemplar en
el que se rastrean múltiples palabras y expre-
siones en rojo, como las siguientes: “Guardia
Civil” (p. 13), “de bastante mala leche” (p. 30),
“lo jodido del caso” (p. 30), “coño” (p. 30),
“carajo” (p. 32), “cabrón” (p. 35), “Sandiós”
(p. 48), “recoño” (p. 49), “jodió” (p. 59), “irnos
de putas” (p. 86), “maricones” (p. 88), “putas”
(p. 90) e “hijos de puta” (p. 100). Es más, el
censor anónimo recelaba de estos dos pasajes
por sus connotaciones morales y religiosas:
Muchas veces me había dicho que por qué
no éramos queridos formales, para no tener
yo que pagar la dormida de los lunes; aun-
que esto a mí siempre me pareció un engaño,
pues lo que no se paga por el asunto se va
luego en el escote de la cena y en la limosna
para el ciego Cudeiro…
— “¡Ay, reiciño mío” —me decía, sobándo-
me los muslos— “tú sí que eres hombre para
sacarle la barriga de mal año a diez mujeres!
¡Ven para acá, truhán!... ¿Vamos?”.
— “Déjame, mujer, que no estoy para eso…
Ando muy cansado… Además, ya sabes que
no me gusta ocuparme con mujer que acaba
de estar con otro…”.
— “¿Quién, ése? ¡Bueno, bueno!... Mucho de
aquí y de allá, con sus fantasías y calentándole
La autocensura en el ámbito de la autotraducción. A esmorga/La parranda,
de Eduardo Blanco Amor491Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 16, N.°2, 2023, julio-diciembre,pp.478-493
a una las mantecas, que hasta asco me da de-
cir las cosas que hace una… Y total, nada,
que aún queda una peor que si nada… ¿Va-
mos?” (Blanco Amor, 1976, pp. 97-98).
Luego de otro poco, nos asomamos a ver si
era el instante de largarnos. Y fue ahí cuando
nos asegundó la risa, pero esta vez con so-
brada razón, y de poder contenernos, pues
vimos que aquellos caballeros ya no estaban
de rodillas sino de hocicos en el suelo, con los
traseros levantados, y las caras casi en el piso,
echando todos juntos una de esas cantigas de
las beatas en las misiones, muy por lo bajo,
como si la echasen por las narices (Blanco
Amor, 1976, pp. 108-109).
5. Conclusiones
Procede realzar que A esmorga y La parranda su-
ministran un modelo bastante ilustrativo para
discriminar con nitidez las nociones de censura y
autocensura, muchas veces acotadas con perfiles
no poco difusos. A modo de recapitulación, es re-
levante señalar que el texto primigenio en gallego
A esmorga estuvo sujeto a censura, al tiempo que
el texto autotraducido al español La parranda fue
víctima tanto de censura como de autocensura.
En La parranda, los reajustes interpolados por
Blanco Amor obedecieron por separado a una
estrategia de la editorial, a fin de salvar el si-
lencio administrativo dictado inicialmente, y al
propio arbitrio del escritor. No es de descartar
que este conjeturase una lectura más atenta en
español, por razones de accesibilidad idiomáti-
ca, que la efectuada con antelación en gallego.
Hay que añadir que el autor gallego, en esta
fase de su trayectoria literaria, podría adole-
cer de una creciente sensación de inseguridad
por haber pasado por diversos avatares con la
censura franquista a propósito de otros títulos
suyos, como La catedral y el niño y Los miedos.
Desde un punto de vista ya más general, se
ha traslucido que la autocensura adopta un
contorno especial en la autotraducción, como
patentizan los cambios insertados por Blanco
Amor en La parranda. Esto se fundamenta,
según hemos argumentado, ante todo en dos
factores casi privativos: por un lado, la auto-
ridad que el autotraductor ostenta como due-
ño en solitario del texto de partida y del texto
de llegada; y por otro, la libre autonomía que
dimana de tal cualidad, lo que le garantiza el
derecho a actuar con autosuficiencia si estima
que debe autocensurar la obra que personal-
mente vierte.
Referencias
Fuentes primarias
Ediciones Júcar (1973a, abril 12). Carta de Edicio-
nes Júcar a Eduardo Blanco Amor. En Ar-
chivo Fundación Blanco Amor – Diputación
Provincial de Ourense, Ourense. Correspon-
dencia 414.
Ediciones Júcar (1973b, junio 7). Carta de Edicio-
nes Júcar a Eduardo Blanco Amor. En Ar-
chivo Fundación Blanco Amor - Diputación
Provincial de Ourense, Ourense. Correspon-
dencia 416.
Ediciones Júcar (1974, marzo 1). Carta de Edicio-
nes Júcar a Eduardo Blanco Amor. En Ar-
chivo Fundación Blanco Amor - Diputación
Provincial de Ourense, Ourense. Correspon-
dencia 419.
Expediente de censura de A esmorga (1956). En Ar-
chivo General de la Administración, Alcalá de
Henares. 21/11479 - Expediente 3180-56.
Expediente de censura de A esmorga (1969). En Ar-
chivo General de la Administración, Alcalá de
Henares. 66/03420 - Expediente 8981-69.
Expediente de censura de La parranda (1974). En
Archivo General de la Administración, Alcalá
de Henares. 73/03891 - Expediente 2261-74.
Hoja de correcciones de A esmorga (1970). En Ar-
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Cómo citar este artículo: Dasilva, X. M. (2023). La autocensura en el ámbito de la autotraduc-
ción. A esmorga / La parranda, de Eduardo Blanco Amor. Mutatis Mutandis, Revista Latinoamerica-
na de Traducción, 16(2), 478-493. https://doi.org/10.17533/udea.mut.v16n2a11