ISSN 2011-799X
Recibido: 2024-03-23
Aceptado: 2024-07-25
doi: 10.17533/udea.mut.v17n2a12¿Y dónde están los datos?
Reflexiones sobre la información disponible
en el campo de la traducción editorial
Gabriela Adamo
gaby.adamo@gmail.com
https://orcid.org/0009-0003-7623-4946
Universidad de San Andrés, Buenos Aires, Argentina
Victoria Rodríguez Lacrouts
soylavica@gmail.com
https://orcid.org/0009-0009-8662-5047
Fundación Tomás Eloy Martínez, Argentina
Resumen
Para poder hacer análisis profundos de los flujos de traducción editorial es preciso contar con datos
concretos que debería proveer, en primera instancia, la misma industria que la alberga. Sin embargo,
en los diversos informes que producen anualmente las cámaras del libro, las asociaciones de editores
y las mismas editoriales, el rubro “traducción” suele pasar bastante desapercibido. Esto se debe, en
parte, a la desatención estructural por parte de los editores, pero también a la complejidad de los
procesos de compra y venta de derechos y, por lo tanto, de la recopilación y el análisis de este tipo de
información. Desde hace aproximadamente quince años, Argentina cuenta con dos bases de datos
que a pesar de sus limitaciones, ofrecen material rico que permite abrir una serie de campos de aná-
lisis. Se trata de los trabajos realizados por la Cancillería de la Nación, por medio del Programa Sur
de Apoyo a las Traducciones, y de la Fundación TyPA —Teoría y Práctica de las Artes—, a través
de los informes de extraducción. En este trabajo hacemos una breve presentación de ambas bases de
datos y resumimos las conclusiones más relevantes recopiladas en el último estudio de TyPA, del año
2022. A partir de ahí, trazamos un mapa que permite pensar en cuestiones como la presencia de la
literatura argentina en el mundo, la evaluación de políticas públicas de traducción y la valoración de
la traducción por parte de la misma industria editorial.
Palabras clave: derechos de traducción, Fundación TyPA, industrias culturales, literatura argentina,
Programa Sur de Apoyo a las Traducciones, traducción editorial
Where Are Data? Reflections on Information Available
in the Field of Editorial Translation
Abstract
In order to be able to analyze in depth the flows of editorial translation, concrete data are neces-
sary, which should be provided firstly by the industry that harbors editorial translation. However, the
¿Y dónde están los datos? Reflexiones sobre la información disponible
en el campo de la traducción editorial479Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.478-491
heading “translation” often goes unnoticed in the reports produced annually by bookseller associa-
tions, publisher associations, and publishing houses themselves. This stems partially from the struc-
tural inattention of publishers, but also from the complexity of rights sale and purchase processes,
and of gathering and analyzing this type of information. For about fifteen years now, Argentina has
had two databases that, despite their limitations, offer rich material that makes it possible to open up
a series of areas of analysis. These databases are the works carried out by Argentina’s Chancellor’s
Office, through the Argentine government South Support Program for Translation), and by the TyPA
Foundation —standing for Art Theory and Practice— through extranslation reports. In this paper, we
will briefly present both databases and summarize the main conclusions obtained in the most recent
TyPA study, carried out in 2022. With this as a point of departure, we will draw a map to allow for
thinking about issues such as the presence of Argentine literature around the world, the assessment of
public translation policies, and the valuing of translation by the publishing industry itself.
Keywords: translation rights, TypA Foundation, cultural industries, Argentine literature, Programa
Sur de Apoyo a las Traducciones, editorial translation
Où sont les données ? Réflexions sur l’information disponible
dans le domaine de la traduction éditoriale
Résumé
Pour être capable d’analyser en profondeur les flux de la traduction éditoriale, des données concrètes
sont nécessaires, et celles-ci devraient être fournies en premier lieu par l’industrie qui héberge la tra-
duction éditoriale. Or, la rubrique « traduction » passe souvent inaperçue dans les rapports produits
annuellement par les associations de libraires, les associations d’éditeurs et les maisons d’édition elles-
mêmes. Cela est dû en partie à l’inattention structurelle des éditeurs, mais aussi à la complexité des
processus de vente et d’achat des droits de traduction, ainsi que de la collecte et de l’analyse de ce type
d’informations. Depuis une quinzaine d’années, l’Argentine a deux bases de données qui, malgré
leurs limites, offrent un matériel riche permettant d’ouvrir une série de champs d’analyse. Ces bases
de données ont été réalisées par la Chancellerie d’Argentine, à travers le Programme gouvernemen-
tale du Sud pour l’appui à la traduction, et par la Fondation TyPA —signifiant Théorie et pratique de
l’art— à travers les rapports d’extraduction. Dans cet article, nous présenterons brièvement les deux
bases de données et résumerons les principales conclusions de l’étude TyPA la plus récente, réalisée
en 2022. À partir de là, nous dresserons une carte qui permettra de réfléchir à des questions telles que
la présence de la littérature argentine dans le monde, l’évaluation des politiques publiques en matière
de traduction et la valorisation de la traduction par l’industrie de l’édition elle-même.
Mots-clés : droits de traduction, Fondation TypA, industries culturelles, littérature argentine, Pro-
gramme du Sud pour l’Appui à la Traduction, traduction éditoriale
Gabriela Adamo y Victoria Rodriguez Lacrouts480La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
Introducción
Las autoras de este artículo trabajamos desde
hace más de veinte años en la industria edito-
rial. Además de ocuparnos de las tareas más
tradicionales del rubro —aquellas que se nece-
sitan para que un manuscrito se convierta en
libro y llegue a una librería—, nos preocupó
siempre lo que viene después: cómo hacer para
que esos libros circulen, lleguen efectivamente
a manos de los lectores y, también, a aquellas
personas que podrían estar interesadas, pero
leen en otras lenguas.
Así, en paralelo a nuestras actividades labo-
rales y casi siempre ad honorem, ideamos y
gestionamos acciones de diverso calibre que
permitieran acercar un poco esos objetivos.
Todas esas acciones fueron gestionadas en el
marco institucional que nos ofreció la Fun-
dación TyPA (Teoría y Práctica de las Artes),
una organización no gubernamental creada
por Américo Castilla en el 2002 y dedicada a
la promoción de las artes en general. Allí don-
de fueron necesarios, los fondos para cada pro-
grama se gestionaron caso por caso y siempre
resultó invalorable el apoyo de diferentes insti-
tutos culturales extranjeros (como la Embaja-
da de Francia y el Instituto Goethe), así como
el de diversas entidades locales (desde funda-
ciones como Proa y Malba, hasta programas
como Mecenazgo).
Pronto nos dimos cuenta de que, para que
estos programas funcionaran bien, era funda-
mental contar con buena información y, a la
vez, que era muy difícil encontrarla. Por ello,
también comenzamos a desarrollar trabajos de
investigación y relevamiento de datos, labores
pioneras en el país. Los resultados de esas in-
vestigaciones nos permitieron contar con datos
concretos sobre la circulación de la literatura
argentina en el mundo y sistematizar los pro-
cesos de venta de derechos de autor (Adamo
et al., 2010; s. f.; Adamo y Rodríguez, 2022).
En el camino, igualmente quedaron a la vista
muchas dificultades del proceso en sí —tanto a
nivel local como mundial—, así como prácti-
cas confusas y contradictorias del sector edito-
rial que no son fáciles de cambiar.
A lo largo de todos estos años, siempre esti-
mamos prioritario que toda la información
obtenida fuese hecha pública: queríamos que
cualquier persona interesada pudiera acceder a
estos datos, con la esperanza de que sirvieran
para ir mejorando el ecosistema en general.
Para eso, organizamos presentaciones públi-
cas, charlas y cursos, y subimos los informes
completos a la página web de TyPA (https://
www.typa.org.ar).
En sintonía con estos intereses y líneas de tra-
bajo, en este artículo reflexionamos sobre los
datos disponibles en torno a la venta de de-
rechos de autores argentinos a otras lenguas
y proponemos algunas opciones para seguir
trabajando. Para eso, revisamos sobre todo
la información que ofrecen tanto los reportes
hechos por nosotras mismas en la Fundación
TyPA, como los datos relevados por el Progra-
ma Sur de Apoyo a las Traducciones (ProSur)
de Cancillería.
1. Rastreando datos
Desde la masificación de la industria editorial,
en la primera mitad del siglo pasado, la mayo-
ría de las traducciones literarias forman parte
del circuito global, profesional y comercial de
circulación del libro. Incluso las traducciones
amateurs, hechas “por amor al arte” en grupos
académicos, poéticos o de afinidades varias,
deben respetar algunas consignas básicas del
mercado para poder compartir sus trabajos,
como las leyes de derecho de autor. Cualquier
análisis —de los múltiples que se pueden ha-
cer— en relación con la traducción debería te-
ner en cuenta esta red de fuerzas heterogéneas,
que sin dudas afecta decisiones, procesos y de-
sarrollos. Y esta información debería existir y
ser de fácil acceso para los interesados, como
sucede en la mayoría de las industrias: sectores
como la banca, las finanzas, la farmacéutica,
¿Y dónde están los datos? Reflexiones sobre la información disponible
en el campo de la traducción editorial481Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.478-491
el transporte y la logística invierten permanen-
temente en bases de datos que los ayudan en
su planificación y estrategia, y resultan clave
para su crecimiento.
La realidad es que muy poco de esto está dis-
ponible en el contexto editorial. No existe
ninguna base global de datos editoriales, más
allá de que muchas veces se haga referencia
al Index Translationum (https://www.unes-
co.org/xtrans/bsform.aspx) —creado por la
Unesco después de la Segunda Guerra Mun-
dial—, pero que no se ha mantenido correc-
tamente y que ofrece datos desactualizados e
incompletos.
En la actualidad, la mayoría de los organis-
mos que se dedican a la recolección de datos
ligados al libro están basados en el mundo an-
glosajón (la que más sobresale es una empre-
sa comercial, Nielsen Book Data —https://
nielsenbook.co.uk—). En América Latina,
contamos casi únicamente con la informa-
ción provista por el Centro Regional para el
Fomento del Libro en América Latina y el
Caribe (https://cerlalc.org), dependiente de
Unesco, y por las cámaras del libro de cada
país. Ninguna de estas agencias se ocupa de
un seguimiento constante y confiable de las
compras y ventas de derechos de traducción.
Cuando empezamos a investigar en esta área,
veinte años atrás, nos preguntamos por los
motivos y llegamos a la conclusión de que es-
tábamos frente a una complejidad doble: por
un lado, hay una cuestión de prioridades, en
cuanto un gran porcentaje de editores consi-
dera a la traducción como un “efecto secun-
dario” de su trabajo principal, que consiste
—para ellos— en descubrir, publicar y promo-
cionar libros en su idioma original; por otro,
la compra y venta de derechos de traducción
es un proceso realmente complejo, en el que
intervienen un sinfín de factores, y que se
concreta —si es que se concreta— con mucha
lentitud y tras muchas idas y vueltas. Si pensa-
mos que, además, en la actualidad existen más
de 7000 lenguas en el mundo (https://www.
ethnologue.com/insights/how-many-langua-
ges/), la tarea de llevar registro de todos los
cruces que se dan entre ellas parece franca-
mente impracticable.
En este texto nos proponemos delimitar el
área de trabajo, para ver qué sucede específica-
mente en la Argentina: ¿qué información está
disponible y qué nos dice sobre la inserción
de una literatura en particular en la red global
y heterogénea que mencionamos más arriba?
Por lo pronto, a pesar de su posición margi-
nal dentro del sistema mundial —nos apoya-
mos en este caso en clasificaciones como la
propuestas por Pascale Casanova (2006) y Jo-
hann Heilbron (1999), a sabiendas de que han
sido discutidas y corregidas a lo largo de los
años—, el país cuenta con dos bases de datos
actualizadas y relativamente confiables. Una
fue diseñada expresamente para recabar datos
sobre traducción y es sostenida por una insti-
tución privada, la Fundación TyPA; la otra,
el ProSur, de la Cancillería Nacional, surgió
como resultado lateral de una política pública
de Estado.
La Fundación TyPA desarrolla actividades
ligadas a la traducción desde el 2002. En la
segunda mitad de esa década, ante la falta de
información de la industria y motivado por el
hecho de que Argentina sería el país invitado
de honor en la Feria de Frankfurt del 2010, el
equipo decidió embarcarse en la primera in-
vestigación destinada específicamente a saber
qué derechos se vendían, a qué lenguas y por
qué vías. El interés surgió de la práctica edito-
rial más que de la investigación académica, y
la intención era reunir datos que permitieran
mostrar el ámbito de la venta de derechos de
autor como un campo de acción relevante no
solo desde el punto de vista cultural, sino tam-
bién económico.
Desde el primer momento, el equipo de TyPA
consideró que, para poder proponer cualquier
intervención que promoviera la difusión de
Gabriela Adamo y Victoria Rodriguez Lacrouts482La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
la literatura argentina en otras lenguas, era
fundamental contar con información concre-
ta y confiable sobre esos dos puntos de vista
del proceso de traducción. Solo así se podría
intervenir creativa y constructivamente en la
práctica de los editores locales y colaborar con
el armado de políticas públicas.
De este impulsó surgió, entonces, el primer
informe, con el título La extraducción en la Ar-
gentina. Venta de derechos de autor para otras len-
guas, un estado de la cuestión 2002-2009 (Adamo
et al., 2010). En su momento, se imprimió una
pequeña tirada con una versión resumida, fi-
nanciada por el Ministerio de Cultura de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el único
aporte estatal que recibió la Fundación para
ese trabajo. La versión completa estuvo inme-
diatamente disponible en línea y puede seguir
siendo consultada hoy en día.
El informe incluye una completa descripción
del proceso de compraventa, el análisis del
contexto internacional en la primera década
del siglo xxi, y lo más novedoso, el primer re-
levamiento de datos duros del área: una serie
de estadísticas sobre títulos y autores argen-
tinos traducidos desde 2002 hasta 2009, que
incluye nombres, lenguas, países de llegada y
editoriales compradoras (Adamo et al., 2010).
Esta información se obtuvo mediante el aná-
lisis minucioso de registros existentes en dis-
tintos lugares del mundo y el intercambio de
encuestas y correspondencia entre agentes,
editores y autores nacionales y extranjeros (los
factores que Gustavo Guerrero, entre otros,
identifica como fundamentales a la hora de
producir “las condiciones materiales de fabri-
cación, de circulación y de recepción de las
obras” —Guerrero, 2021, 321).
En el 2013, el informe fue actualizado, con
la intención de registrar el efecto que había
tenido la presencia en Frankfurt; se destaca,
asimismo, el nacimiento del ProSur, que re-
sultaría crucial para la venta de derechos des-
de ese momento en adelante. Diez años más
tarde, en el 2023, se publica una nueva actua-
lización que, siguiendo los mismos lineamien-
tos, incluye los derechos vendidos hasta el
2022. Estos dos informes brindan acceso libre
y gratuito a una serie de registros que abar-
can veinte años ininterrumpidos de venta de
derechos de traducción de autores argentinos
(Adamo et al., 2010; Adamo y Rodríguez La-
crouts, 2022).
Por su parte, el ProSur fue lanzado por la Di-
rección de Asuntos Culturales de la Cancille-
ría Argentina —dirigida en ese momento por
Magdalena Faillace—, para acompañar la
presencia de Argentina como país invitado de
honor en la feria de derechos más importantes
del mundo, la Frankfurter Buchmesse. No es
este el lugar para profundizar sobre el progra-
ma, que se basó en el muy exitoso plan de sub-
sidios que lleva adelante Francia y que, con
mucha inteligencia política, se decidió conti-
nuar como una política estable del área. Al día
de hoy, el programa sigue activo y ha ayudado
a la publicación de más de 1600 libros a cin-
cuenta idiomas (Argentina, Ministerio de Re-
laciones Exteriores, Comercio Internacional y
Culto, s. f. 2).
Pero lo que nos interesa aquí es que a medida
que recibía solicitudes y otorgaba subsidios,
la Dirección de Cultura fue creando otra base
de datos única, que registra precisamente to-
dos esos movimientos. Cualquier persona
interesada puede acceder al listado de obras
subsidiadas, año por año, desde el 2010 hasta
el 2022 (Argentina, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto,
s. f. 1). Sin embargo, la información relevada
es mucho más amplia que la publicada: en los
registros completos también encontramos in-
formación sobre países, idiomas, traductores,
agentes y montos otorgados. Previo pedido de
autorización, la Cancillería permite el acceso
de investigadores a estos datos (que, repeti-
mos, son únicos y valiosísimos: muchas veces,
ni los mismos editores llevan registro de estos
datos para los libros de sus propios catálogos).
¿Y dónde están los datos? Reflexiones sobre la información disponible
en el campo de la traducción editorial483Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.478-491
Es necesario aclarar que estos listados tienen
sus limitaciones. La más importante es que,
lógicamente, solo incluyen información sobre
aquellos libros que recibieron el subsidio, es
decir, faltan todas aquellas obras que fueron
traducidas sin recibir o siquiera solicitar la
ayuda del ProSur. Además, se trata de tablas
desordenadas e inconsistentes, que requieren
bastante trabajo de depuración para poder ser
usadas correctamente.
De todos modos, contar con estos registros es
un avance excepcional con respecto a lo que
existía antes, que era nada. No solo el equipo
de TyPA, sino también otros investigadores —
como los que nuclea el Centro de Estudios y
Políticas Públicas del Libro de la Universidad
de San Martín— ya han usado estos archivos
de forma más que interesante (Levitt y Safers-
tein, 2022).
Argentina cuenta, entonces, con la ventaja de
poseer dos fuentes de información relativa-
mente completa y confiable sobre más de una
década de venta de derechos de traducción. Es
notable, sin embargo, que ninguna de las dos
sea motorizada por los responsables principa-
les de la industria, es decir, por los editores. Si
bien las dos cámaras que representan al sector
llevan a cabo sus propios relevamientos, ningu-
na rastrea este aspecto del negocio. Los repor-
tes públicos más completos son los que ofrece
la Cámara Argentina del Libro (cal): en sus
informes anuales, figura la producción local
clasificada por porcentaje de libros traducidos
según cada género y por lenguas traducidas,
pero no hay registro alguno del camino inverso
(Segovia, 2022), esto es, la cal informa cuán-
tos libros se traducen en la Argentina y de qué
idiomas, pero al parecer no está en condicio-
nes de saber cuántos ni cuáles libros de autores
argentinos son traducidos a otras lenguas.
En parte, ello se debe a que los registros del In-
ternational Standard Book Number o isbn —el
insumo principal de información para la cal—
solo abarcan los libros nuevos publicados en el
país, es decir, se desentiende de lo que sucede
con libros de años anteriores y, más aún, de lo
que pasa cuando salen a otros mercados. Para
acceder a esta información, la cal debería im-
plementar otro tipo de relevamiento de datos,
en el que se volvería fundamental contar con
la colaboración franca y fiable de los editores.
Sabemos por experiencia que esto es difícil, ya
que la mayoría de las editoriales sigue sin siste-
matizar la información sobre las ventas de sus
propios derechos.
No se trata de cargar las tintas sobre ningún
eslabón de la cadena: también sabemos que
muchos editores nacionales, pequeños o me-
dianos, apenas dan abasto con su trabajo cen-
tral cotidiano; no tienen tiempo ni recursos
para rastrear esta información, en especial si
no lo hicieron nunca y tienen que empezar de
cero, recopilando todas las ventas que ya reali-
zaron. Hay, además, otro elemento para tener
en cuenta: en general, la venta de derechos sue-
le producir un ingreso muy marginal para estos
editores; por tampoco, este factor resulta en un
estímulo especialmente tentador.
Como sea, la realidad es que, por una acu-
mulación de complejidades, el libro argentino
traducido queda en un limbo. La más insupe-
rable de las dificultades es el rastreo de datos
monetarios. Esta información, altamente sen-
sible para los empresarios que, en definitiva,
también son los responsables de las casas edi-
toriales, solo es conocida por autores, agentes
y editores; no hay modo que organizaciones
como TyPA o ProSur puedan acceder a ella.1
Así, hoy en día es imposible saber qué tamaño
real tiene el mercado que estamos analizando y
es probable que estemos trabados en un círculo
vicioso (no sabemos cuánto vale ese mercado,
1 Los responsables del ProSur han podido relevar
parte de esta data, pero es más difícil el acceso y,
por ahora, no se ha podido avanzar en una depu-
ración y limpieza de esa información como para
ver si es realmente válida.
Gabriela Adamo y Victoria Rodriguez Lacrouts484La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
imaginamos que vale poco; no invertimos en
averiguar, seguimos sin saber cuánto vale).
2. Un mapa de la situación
A pesar de las complicaciones, el último in-
forme de la Fundación TyPA (Adamo y Ro-
dríguez-Lacrouts, 2022), que toma gran parte
de su información de la base de ProSur —pero
no solo de ella—, permite llegar a una serie de
conclusiones. Las restricciones metodológi-
cas están claramente explicitadas en el trabajo
publicado y confiamos en que las tendencias
generales que hemos señalado se ajustan lo su-
ficiente a la realidad como para ayudarnos a
entender la red global en la que se producen las
traducciones que nos interesan.
Repetimos que las preguntas que estructuraron
la investigación partieron de un interés emi-
nentemente práctico, ligado al quehacer edito-
rial más que a un cuestionamiento teórico. Por
eso, lo que más interesaba era saber si había
interés —si existía “un mercado”— por la lite-
ratura de Argentina.
En el primer informe (Adamo et al., 2010),
que partía de tierra virgen —no existían aún el
ProSur ni otro tipo de apoyos sistemáticos a la
venta de derechos—, los resultados permitían
sostener la existencia de un interés espontáneo
y a la vez potente por la literatura argentina en
el mundo. Si, en ese contexto, ya había ven-
tas interesantes para mostrar, entonces había
un potencial que era importante alimentar
con políticas adecuadas, tanto públicas como
privadas.
El segundo informe (Añón, 2014), ya con más
de cinco años de trabajo dirigido por parte de
la Fundación TyPA y dos del ProSur, pareció
confirmar esta primera hipótesis: la extraduc-
ción de autores argentinos había aumentado
el 35 % con respecto al período anterior, con
un pico lógico en el año 2010, cuando, como
señalamos, el país fue invitado de honor en la
Feria de Frankfurt (Añón, 2014). La pregunta
clave en aquel momento era si el aumento se
debía simplemente a aquella coyuntura favo-
rable o si la tendencia se mantendría a futuro.
El tercer y por ahora último informe abarca la
segunda década del siglo, un período complejo
y lleno de cambios tanto a nivel regional como
global (Adamo y Rodríguez, 2022). En Argen-
tina, el contexto económico plantea grandes
dificultades para el mundo editorial local, que
provocan una reducción abrupta de las tiradas.
Sin embargo, no afectan del mismo modo la
publicación de novedades: con vaivenes, el
promedio se mantiene cerca de los 6000 títulos
anuales, incluso después de la limitación gene-
ralizada que significó el covid-19 en el 2020.
Este dato es importante, porque habla de la
producción intelectual propiamente dicha: en
el país se sigue publicando mucha literatura
y, a nuestro entender, de muy buena calidad.
Esto es signo de salud: a pesar de todos los obs-
táculos, Argentina sigue ofreciendo un escena-
rio editorial activo y competitivo en cuanto a
sus contenidos.
En este contexto, resulta aún más necesario
promover la venta de derechos de autor, ya
que, como lo señala también un informe pre-
parado por el Centro de Políticas Públicas del
Libro de la Universidad de San Martín, “de-
sarrollar mercados externos les permite [a las
editoriales] superar los límites y sobrellevar
mejor las crisis de su propio mercado” (Os-
troievsky, 2022).
Pero decíamos que la compra y la venta de de-
rechos se desarrolla dentro de un entramado
global, en el que hay países y lenguas con más
valor comercial que otras (Casanova, 2006;
Heilbronn, 1999). Estos valores no son fijos
y están sujetos a variaciones. Creemos que
es aquí donde se registran los cambios más
notables.
Hace años que hay editores, agentes y, so-
bre todo, traductores que vienen planteando
su incomodidad frente a la disparidad de la
¿Y dónde están los datos? Reflexiones sobre la información disponible
en el campo de la traducción editorial485Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.478-491
circulación internacional y buscando formas
de paliarla o contrarrestarla. Impulsadas más
que nada por las y los traductores, las edito-
riales independientes fueron las primeras en
sumarse a esta labor, cambiando estrategias de
promoción y dando más visibilidad al proce-
so de traducción. De a poco, otras partes del
sector editorial global se van sumando a la
tendencia.
Así, una investigación reciente realizada por
la consultora Nielsen y publicada por los or-
ganizadores del Man Booker International
Prize —el premio más importante del mundo
para la literatura traducida— sostiene que en
2022, en el Reino Unido —tal vez uno de los
mercados históricamente más resistentes a la
traducción—, el consumo de ficción traducida
aumentó el 21 % con respecto al año anterior
(The Booker Prize Foundation, 2023). Esta
tendencia positiva en torno a la recepción de
libros traducidos se repite en diversos artículos
y análisis; si bien queda aún un largo camino
por recorrer, este tipo de indicadores no deja
de sugerir un contexto más prometedor para
la circulación de literaturas como la argentina.
¿Cómo se refleja esto, en concreto, en la venta
de derechos de autores locales? Entre el 2010 y
el 2022 (Adamo et al., 2010; Añón, 2014; Ada-
mo y Rodríguez-Lacrouts, 2022), se vendieron
un promedio de 149 licencias por año,2 corres-
pondientes a los derechos de 102 títulos. Si nos
enfocamos en el total, se trata de 1787 licen-
cias, correspondientes a 1224 títulos, a lo largo
de doce años. Los números muestran un leve
pero sostenido aumento: en los casi 15 años
que pasaron desde el primer estudio, el prome-
dio creció de 117 a 149, lo que significa el 27 %
de crecimiento.
2 Por “licencia” entendemos el permiso de traducción
de un título, que puede venderse a varias lenguas.
Por eso, siempre habrá más licencias vendidas que
títulos (Por ejemplo: Rayuela, de Julio Cortázar, es
un solo título, del cual se vendieron decenas de
licencias).
Resulta llamativo que solo 4 títulos lograron
vender más de 10 licencias y solo 32 vendieron
5 licencias o más. Apenas el 22 % de los libros
cedieron 2 licencias o más (el resto, apenas
una). Estos datos tienen su contrapartida en el
gran número de editoriales compradoras: más
de setecientas, de las que solo el 11 % com-
pró y publicó 5 libros o más. Casi el 60 % de
las editoriales compró un solo libro, lo que su-
giere que, tal vez, estas compras no resultaron
rentables y que, por lo tanto, después de una
experiencia fallida, decidieron no continuar
“apostando” por autores argentinos.
La realidad es que un ratio tan bajo entre licen-
cias y títulos señala una dispersión muy grande
—muchos títulos con pocas licencias vendidos
por cada uno—, que vuelve muy difícil la ren-
tabilidad del negocio. Si bien este dato también
se puede leer como un indicador positivo des-
de el punto de vista de la diversidad —se tra-
ducen muchos libros diferentes—, urge pensar
en estrategias que permitan potenciar la venta
de cada título, para que el proceso sea rentable
para editores y agentes.
Otro dato relevante es el de las lenguas más
compradoras o traductoras: las 5 más activas
fueron —en ese orden— el inglés, el italiano,
el francés, el alemán y el portugués. Entre las
5, compraron el 65 % del total de los derechos
vendidos en el período. El resto de los idiomas
muestra un comportamiento mucho más dis-
perso: la media es de 10 licencias traducidas
por cada uno. Aquí también se confirma la
concentración de las traducciones hacia pocas
lenguas que, además, son todas “centrales”.
Lo llamativo es el crecimiento de las traduc-
ciones al inglés, que pasó del quinto puesto en
el primer informe al primero en el actual (Ada-
mo et al., 2010; Adamo y Rodríguez-Lacrouts,
2022), más que duplicando su porcentaje de
participación. Este dato resulta coherente con
los comentarios resumidos más arriba sobre los
cambios en el contexto de recepción global; sin
embargo, hay muchas líneas de investigación
Gabriela Adamo y Victoria Rodriguez Lacrouts486La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
interesantes para seguir a partir de aquí, que
analizamos a continuación.
Los datos recabados permiten armar tablas
con las y los autores más traducidos, la inci-
dencia de los géneros literarios, el tamaño de
las editoriales, etc. A su vez, cada uno de estos
registros abre las puertas para nuevas pregun-
tas. Pero, en todo caso, lo fundamental, la base
para cualquier investigación posterior, es con-
tar con los datos de partida: que sean registra-
dos de forma ordenada, coherente y constante
en un repositorio que resulte de fácil acceso
para los investigadores.
3. Por dónde sigue el camino
Contamos, entonces, con un primer mapa
actualizado (Adamo y Rodríguez-Lacrouts,
2022) y relativamente completo, que nos per-
mite entender mejor el lugar de distintos auto-
res, libros y editoriales argentinos dentro de las
coordenadas globales de publicación. Creemos
que es una información sumamente útil en va-
rios frentes: le sirve al sector editorial para tra-
zar mejores estrategias comerciales; al Estado,
para diseñar mejores políticas públicas; y al
mundo académico, para poder plantear sus in-
vestigaciones dentro de contextos ampliados.
Contamos, también, con un diagnóstico de los
problemas y las trabas que surgieron al recabar
esta información. Lejos de desanimarnos, pen-
samos que esta información servirá precisa-
mente para poder encarar los próximos pasos
con mayor eficacia.
¿Cuáles serían estos próximos pasos?, ¿qué iti-
nerarios pueden ser planteados? El último in-
forme de TyPA incluye una serie de áreas en
las que urge seguir trabajando, desde cuestio-
nes generales y de fondo —como la creación
de consensos— hasta el trabajo con temas
puntuales y acotados. Resumimos aquí una
versión muy abreviada con algunas de estas
propuestas:
• Recabar información fehaciente sobre la fac-
turación que generan las ventas de derechos
de traducción, para poder valorar el tamaño
real del mercado de venta de traducciones y,
así, ajustar medidas y estrategias.
• Relevar todos los pasos de la cadena de ven-
tas, incluidas las formas de cobranza y pago,
así como el impacto económico que tienen
sobre el proceso general. Los editores ma-
nifiestan que las complejidades administra-
tivas existentes en la Argentina hoy en día
limitan e incluso anulan la rentabilidad de
cualquier acción en este rubro.
• Seguir trabajando con editores a través de
charlas, capacitaciones y encuentros para
que se mantengan involucrados con la venta
de sus derechos.
• Encarar investigaciones puntuales relativas
a mercados específicos (por ejemplo: cómo
interpretamos el gran interés demostrado
por países como Estados Unidos o Italia, o
por qué se registra tan poco interés relativo
de China).
• Profundizar en el comportamiento de deter-
minados sectores (como, por ejemplo, el de
la literatura infantil y juvenil)
• Rastrear y sistematizar casos de éxito, para
poder aprender de ellos.
• Investigar los motivos para la ausencia de
agencias de derechos de autor en Argentina.
• Seguir encontrando modos de recabar infor-
mación sistemática sobre libros que se tradu-
cen sin la mediación del Programa Sur.
• Fomentar el trabajo colaborativo e intersec-
torial para analizar las acciones relativas a la
promoción de derechos de traducción y esta-
blecer prioridades de acción (Adamo y Rodrí-
guez-Lacrouts, 2022).
Sin duda, el último punto es el más impor-
tante de todos, ya que así como el informe en
¿Y dónde están los datos? Reflexiones sobre la información disponible
en el campo de la traducción editorial487Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.478-491
cuestión elaboró su lista de sugerencias, cada
individuo, empresa o institución tendrá la
suya, incluidos —y no en último lugar— los
traductores y los investigadores del área.
La experiencia nos demuestra que este tipo de
consensos —en los que muchas veces chocan
de frente intereses contrapuestos como, por
ejemplo, los de editoriales grandes versus em-
prendimientos chicos— es muy difícil de lograr.
El trabajo conjunto entre oficinas del Gobierno,
cámaras de editores y centros de investigación
suele terminar en nada, con la consiguiente
frustración de quienes han dedicado tiempo y
esfuerzo al intento de avanzar propuestas. Sin
embargo, creemos que en este caso queda a la
vista que el beneficio de contar al menos con
información confiable es positivo para todos.
En este sentido, queremos recordar que más
allá de sus aportes concretos, programas como
el ProSur o investigaciones como las de TyPA
tienen el beneficio “colateral” de, en algún
punto, haber obligado a los editores locales a
poner un poco más de atención en esta parte
del proceso productivo. Como se desprende de
los informes, a partir de los trabajos realizados
en torno a la presencia de Argentina en Frank-
furt en el 2010, aumentó la cantidad de edito-
res que comenzaron a vincularse con agentes,
interesarse en los detalles de los contratos in-
ternacionales y buscar formas y medios para
sostener sus viajes a ferias internacionales (por
suerte, hoy en día y con la experiencia de la
pandemia mediante, la tecnología permite que
muchos puedan establecer contactos interna-
cionales duraderos sin tener que viajar).
De todos modos, sabemos que las dificulta-
des son grandes y que entre los aprendizajes
de estos años también queda la certeza de
que la venta de derechos lleva mucho tiempo
y paciencia. Hasta que una editorial no logra
tener vendido un porcentaje importante de su
catálogo, no recibirá ningún flujo de ingre-
sos constantes, sino un “cada tanto y de vez
en cuando”. Hay editores que se desmotivan
frente a esta situación y vuelven, casi en un
acto reflejo, a concentrarse en esfuerzos de re-
tornos más rápidos. Pero cada vez son más los
que admiten que es valioso sostener la estra-
tegia de internacionalización: aunque solo sea
para cuidar el prestigio de la editorial y brindar
un servicio que resulta muy importante para
los autores.
Como señala el tercer informe TyPA (Adamo
y Rodríguez-Lacrouts, 2022),, de esta situa-
ción surgieron, en concreto, nuevas formas de
asociación entre editores, agencias y los in-
termediarios independientes que se conocen
como scouts, que permiten mayor desarrollo y
fluidez en el negocio de venta de derechos: a
las editoriales tradicionales que venden en for-
ma directa, se le sumaron editoriales que se
asocian con agencias para que estas comercia-
licen todo el catálogo, editoriales que se asocian
con agentes solo para determinados territorios,
editoriales que generaron su propio departa-
mento de foreign rights y otras que lo hicieron
en forma colectiva. Estas evoluciones concre-
tas de la práctica son, sin duda, intentos de
encontrar diversos caminos que resulten facti-
bles y sostenibles para editores que, en su día a
día, están abrumados por otras tareas y tienen
pocos o nulos recursos para asignar al sector.
Pero además, las leemos como síntoma positi-
vo de una toma de conciencia de la necesidad
de involucrarse más activamente en la venta de
derechos.
De todo lo antedicho se desprende que, a
grandes rasgos, hay dos interlocutores funda-
mentales que ya estarían sensibilizados hacia
la temática y emprendiendo algunas acciones
concretas: el Estado, a través del ProSur, y al
menos una parte de las empresas editoriales.
Lo más relevante del aporte de estos dos in-
terlocutores es que cuentan con información
consolidada: como mínima, la de todos los
autores nucleados en un catálogo; como máxi-
ma, el gran rastrillaje que puede ofrecer el rele-
vamiento del ProSur o —y esto sería ideal— la
información de todo el sector que podrían
Gabriela Adamo y Victoria Rodriguez Lacrouts488La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
ofrecer las cámaras editoriales si se dispusie-
ran a hacerlo.
Pero hay otros participantes del proceso que
también cuentan con datos muy valiosos: los
autores y los traductores. Los primeros cono-
cen, obviamente, toda la información relati-
va a la traducción de sus propios libros. Los
segundos merecen una atención especial: no
dudamos de que serían grandes fuentes de in-
formación, ya que en la práctica muchos de
ellos resultan nodos fundamentales en las re-
des de intercambio. Su entusiasmo por diver-
sos autores los lleva a hacer circular sus libros,
facilitar contactos, buscar editores interesados
y, en definitiva, adoptar el papel de scouts, re-
presentantes de prensa y agentes literarios ad
hoc. En ambos casos se trata, es verdad, del
aporte de información atomizada —cada uno
conoce solo la información que le compete—,
pero cuando logran aportarla, se trata de regis-
tros sumamente confiables.
Para las investigaciones citadas, se los contac-
tó uno a uno a través de correos electrónicos
obtenidos, a su vez, de otras bases de datos
(provistas por los mismos editores y por otras
personas u organizaciones del sector). Justa-
mente, la atomización se debe al muy bajo ni-
vel de asociatividad de estos profesionales3 y
eso hace muy difícil acceder a ellos.
Volvemos, con esto, a la necesidad de generar
espacios de trabajo colaborativo, en los que to-
dos puedan aportar los datos de los que dis-
pongan, sea uno solo, decenas o centenares.
La información existe, pero de forma aislada,
desorganizada y sin registrar. Está en manos
de los interlocutores que venimos nombrando
y que, en conjunto, representan al sector pú-
blico, al privado y, también, a organizaciones
3 Si bien en la Argentina existen organizaciones como
la Asociación Argentina de Traductores e Intérpre-
tes, la Sociedad de Autores y Autoras y la Sociedad
Argentina de Escritores, padecen de las mismas li-
mitaciones que la cal y por ahora no relevan la in-
formación que estamos buscando.
independientes como los centros de investiga-
ción de distinto tipo. Como hemos dicho, son
precisamente estos interlocutores los que se
beneficiarían con un acceso más sistemático y
amigable a los datos completos.
4. Curaduría y cuidadosa documentación
Una opción que propone el tercer informe de
TyPA (Adamo y Rodríguez-Lacrouts, 2022)
es, precisamente, el diseño e implementación
de una base de datos autogestionada, en la
que cualquier individuo —ya sea editor, autor,
traductor o investigador— cargue los datos de
los que disponga. Por supuesto, habría pasos
previos que cumplir: primero, haría falta un
trabajo conjunto de planificación, que permita
priorizar los indicadores a relevar; luego, ha-
bría que designar un espacio neutro y confiable
de alojamiento (hosting); también, elegir a la
organización responsable de hacer un monito-
reo periódico e independiente. Son cuestiones
delicadas, pero no imposibles de resolver.
Lo que sí resultaría imprescindible es contar
con el interés y el compromiso de los interlocu-
tores. Cada uno plantea complejidades distin-
tas: desde el lado de las editoriales y las agencias,
el mayor desafío es que realmente dediquen el
tiempo y el esfuerzo que implica cargar la infor-
mación periódicamente y con constancia. A la
vez, si una buena base de datos los estimula a
hacerlo, estarían remontando un problema en-
démico que notamos cada vez que les pedimos
información: se obligarían a sí mismos a man-
tener sus registros al día y así evitarían tener
que luchar con papeles desordenados una vez
por década (o cuando sea que algún investiga-
dor les pida los datos). En el caso del ProSur,
que ya sistematiza esta información todos
los años, la cuestión es más sencilla: solo se
trataría de transferir la información de una
base a otra (previo trabajo de depuración de
la base y siguiendo parámetros consensuados
y prolijos).
¿Y dónde están los datos? Reflexiones sobre la información disponible
en el campo de la traducción editorial489Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.478-491
Pero lo más interesante serían los aportes de
autores y traductores: con una buena campaña
de comunicación, que informe sobre la existen-
cia de la base y explique por qué es importan-
te completarla, no dudamos de que casi todos
tendrían muy buena disposición para sumar su
granito de arena. Así, esta base contaría con
registros que de otro modo son imposibles de
conocer y permitiría sacar conclusiones mu-
chísimo más abarcativas que las que hoy per-
mite, incluso, el ProSur. Nos entusiasma sobre
todo la posibilidad de contar con la informa-
ción de los traductores, los eternos silenciados
que, como hemos dicho, son en muchos casos
los grandes voceros de los autores y fundamen-
tales a la hora de hacerlos viajar.
Ahora bien, si hablamos de bases de datos en
pleno siglo xxi, hay un tema que no podemos
soslayar y es la irrupción de las nuevas herra-
mientas digitales que están revolucionando la
forma de trabajar incluso en las humanidades.
Las estrategias de análisis que involucran a las
así llamadas big data y —ahora también— Inte-
ligencia Artificial, pueden resultar sumamen-
te poderosas a la hora de explorar archivos
complejos y acceder a fuentes aparentemente
interminables.
Se trata, sin embargo, de un terreno aún desco-
nocido y en especial traicionero para quienes
trabajan lejos de los centros de poder político y
económico. Por lo pronto, está la cuestión idio-
mática: como exponen con mucha claridad la
lingüista Emily Bender et al. (2021), más del
90 % de las lenguas utilizadas hoy en día en
el mundo —por más de mil millones de per-
sonas— cuentan con acceso escaso o nulo a la
tecnología lingüística. Esto se traduce en que
casi toda la información que alimenta a los
modelos de Inteligencia Artificial fue produ-
cida en inglés. En el caso específico del Chat
Generative Pre-Trained Transformer o ChatGPT-3,
presentado como un “modelo multilingüe”,
nos encontramos con que fue entrenado con
datos producidos en el 97 % en inglés. Solo el
3 % pertenece a otras lenguas, con lo que el
porcentaje de información original en español
no puede ser otra cosa que minúsculo: esto no
parece muy auspicioso para encontrar infor-
mación sólida sobre libros argentinos traduci-
dos (Bender et al., 2021).
Un argumento utilizado para defender estas
nuevas tecnologías es que la mera cantidad de
datos con que son alimentados estos sistemas
sirve para que esté representada la mayor di-
versidad posible de grupos e intereses. Eso de-
bería incluir a literaturas periféricas como la
nuestra. Por el contrario, Bender et al. (2021)
argumentan con mucha claridad por qué esta
postura es incorrecta y explican que hay múl-
tiples factores —entre ellos, los mismos códi-
gos de programación— que no hacen más que
potenciar informaciones erróneas y, para peor,
crear circuitos de retroalimentación que redu-
cen el impacto de los datos que provienen de
grupos minoritarios. En resumen: “grandes
conjuntos de datos basados en textos tomados
de Internet dan preeminencia a puntos de vista
hegemónicos e incluyen prejuicios que resul-
tan potencialmente dañinos para poblaciones
marginalizadas” (Bender et al., 2021; traduc-
ción propia).
En la escala mucho menor y cuasi artesanal de
nuestras propias investigaciones, experimen-
tamos lo complejo que es depurar bases de
datos y poder generar información “limpia”,
confiable y comparable entre sí. De hecho, ya
Heilbron (1999) advertía que la inclusión de
estadísticas obedecía solo a cuestiones indicati-
vas, porque, en general, no eran confiables; e in-
sistía en que todo material estadístico debe ser
examinado de modo crítico antes de ser usado.
Por eso, coincidimos plenamente con Diana
Roig-Sanz y Laura Fólica, que en el artículo
“Big translation history. Data science applied
to translated literature in the Spanish-speaking
world” sostienen que “tener los datos correc-
tos es mucho más importante que tenerlos en
cantidad” (2021, p. 234; traducción propia). O,
como concluyen los ya citados Bender et al.,
que es fundamental invertir en “la curaduría y
Gabriela Adamo y Victoria Rodriguez Lacrouts490La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
la cuidadosa documentación de los conjuntos
de datos, en lugar de deglutir todo lo que hay
en la web” (2021, p. 610; traducción propia).
Con estas reflexiones hemos dado la vuelta com-
pleta, para volver a toparnos con el interrogante
inicial: ¿dónde están los datos? ¿Cómo hacemos
para acceder a registros completos y confiables,
también, para las “lenguas menores” y el Sur
Global? Por lo pronto, tenemos que producirlos,
y para eso es imprescindible que trabajemos con
mirada crítica y en conjunto.
La trama —la red editorial global y heterogé-
nea en la que se insertan los libros argentinos—
es compleja. Distintas fuerzas se potencian o
se contraponen, y es necesario contemplarlas a
todas. En el caso que nos compete, no tenemos
dudas de que la intervención de un programa
específico de subsidios a la traducción cambió
y favoreció la difusión de la literatura de un
país —la Argentina— en el mundo. El apoyo
económico que, en este caso, puso en marcha
el Estado, movilizó una cadena de efectos que
impulsaron la internacionalización de la lite-
ratura argentina y beneficiaron a la industria
local, incluidos los autores. También alimenta-
ron el prestigio cultural del país y estimularon
toda una serie de encadenamientos ulteriores
que resulta imposible esbozar en este trabajo.
Lo que queremos recalcar es que si estas polí-
ticas cruzadas son fundamentales para toda in-
dustria cultural —con su particularidad híbrida
entre lo material y lo simbólico—, lo son aún
más para las culturas de países del Sur Global
(Dujovne, 2024). Si estuviesen libradas 100 %
a las reglas del mercado, las ventas de derechos
de autor de países como la Argentina se verían
aún más “aplanadas” por los productos del
mercado masivo y por las lenguas centrales.
De todos modos, recordemos una vez más que el
buen rumbo de estas políticas no se debe solo al
dinero otorgado por los subsidios, sino también
—como ya expusimos— a todas las acciones
y reacciones que se pusieron en marcha antes,
durante y después de la implementación del Pro-
Sur, incluso las aparentemente más pequeñas,
intrascendentes o simbólicas. A la vez, estamos
plenamente convencidas de que con todas las
herramientas múltiples e interconectadas que se
fueron construyendo a lo largo de estos veinte
años, la tendencia debería seguir en aumento.
Por eso, consideramos fundamentales todos
aquellos esfuerzos que nos permitan acceder a
los datos de la industria que necesitamos —y
esa tercera persona del plural nos incluye a to-
dos: editores, agentes, autores, traductores, inves-
tigadores y funcionarios públicos— para poder
investigar el campo con perspectivas descriptivas
además de valorativas. Necesitamos entender las
traducciones dentro del sistema en el que funcio-
nan y no solo como casos aislados, y debemos
hacerlo con una perspectiva que se centre en el
Sur Global. En definitiva, precisamos compren-
der los sistemas históricos y dinámicos en los que
circulan los libros para poder, tal vez, entender
mejor el mundo en que vivimos.
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generation-tf-who-is-really-reading-translated-
fiction-in-the-uk
Cómo citar este artículo: Adamo, G. y Rodríguez Lacrouts, V. (2024). ¿Y dónde están los datos?
Reflexiones sobre la información disponible en el campo de la traducción editorial. Mutatis Mutandis,
Revista Latinoamericana de Traducción, 17(2), 478-491. https://doi.org/10.17533/udea.mut.v17n2a12