ISSN 2011-799X
Recibido: 2024-04-12
Aceptado: 2024-07-16
doi: 10.17533/udea.mut.v17n2a05Traductores e intérpretes en la literatura de viajes
a la Unión Soviética publicada en España
e Iberoamérica (1924-1934)1
Marcos Rodríguez-Espinosa
respinosa@uma.es
https://orcid.org/0000-0001-8982-9293
Universidad de Málaga, España
Resumen
En este trabajo estudiamos un conjunto de relatos de viajes de autores españoles e iberoamerica-
nos a la Unión Soviética, publicados en los años veinte y treinta del siglo xx, a partir de los cuales
analizamos una serie de aspectos apenas tratados en los estudios de traducción, como son: 1) la
dependencia que tienen muchos viajeros foráneos, desconocedores de la lengua rusa, de los intérpretes
que les son asignados por las autoridades soviéticas, las divergencias ideológicas que surgen entre
ellos y las polémicas interpretaciones del paraíso soviético de algunos de estos mediadores; 2) la
conexión de los viajeros con organizaciones del nuevo régimen, como la Sociedad de Relaciones
Culturales de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con el Extranjero (voks), a través de las
cuales conocen el funcionamiento de las editoriales estatales, así como a hispanistas y traductores
literarios soviéticos y a autores del realismo socialista, algunos ya difundidos por editoriales de lengua
española a ambos lados del Atlántico; y 3) el encuentro de los viajeros estudiados con traductores
españoles e iberoamericanos que, en la Unión Soviética, trabajan para editoriales dependientes de
la Internacional Comunista, que también financiará proyectos culturales en España e Iberoamérica.
Palabras clave: historia de la traducción, literatura de viajes, traducción e ideología, traductor
activista, traductor literario
Translators and Interpreters in the Soviet Union Travel Literature
Published in Spain and Ibero-America (1924-1934)
Abstract
In this paper we will study a number of travel accounts by Spanish and Latin American authors vis-
iting the Soviet Union, which were published in the 1920s and 1930s. From those accounts, we will
analyze a series of aspects scarcely treated in translation studies, such as: (1) the dependence of many
foreign travelers, unfamiliar with the Russian language, on the interpreters assigned to them by Soviet
authorities, the ideological divergences that arise among them, and the polemical interpretations of
1 Este artículo ha sido elaborado, en parte, durante una estancia de investigación realizada durante el mes de
abril de 2024 en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México.
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)327Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
the Soviet paradise of some of these mediators; (2) the travelers’ connection with organizations of
the new regime, such as the Society for Cultural Relations of the Union of Soviet Socialist Republics
with Foreign Countries (voks), through which they got to know the workings of the State publishing
houses, as well as Soviet Hispanists and literary translators and authors of socialist realism, some
of them already published by Spanish-language publishers on both sides of the Atlantic; and (3) the
meeting of the travelers studied with Spanish and Latin American translators who work in the Soviet
Union for publishing houses dependent on the Communist International, which will also fund cultur-
al projects in Spain and Ibero-America.
Keywords: history of translation, travel literature, translation and ideology, activist translator, literary
translator
Traducteurs et interprètes en Union soviétique littérature de voyage
publiée en Espagne et en Ibéro-Amérique
Résumé
Dans cet article, nous étudions un ensemble de récits de voyage d’auteurs espagnols et latino-amé-
ricains en Union soviétique, publiés dans les années 1920 et 1930, à partir desquels nous analysons
une série d’aspects rarement traités dans les études de traduction, tels que : 1) la dépendance de
nombreux voyageurs étrangers, peu familiarisés avec la langue russe, à l’égard des interprètes qui
leur sont assignés par les autorités soviétiques, les divergences idéologiques qui surgissent entre eux
et les interprétations polémiques du paradis soviétique de certains de ces médiateurs ; 2) la mise en
relation des voyageurs avec des organisations du nouveau régime, comme la Société pour les relations
culturelles de l’Union des républiques socialistes soviétiques avec l’étranger (voks), qui leur permet
de connaître le fonctionnement des maisons d’édition d’État, ainsi que les hispanistes et traducteurs
littéraires soviétiques et les auteurs du réalisme socialiste, dont certains sont déjà publiés par des
éditeurs hispanophones des deux côtés de l’Atlantique ; et 3) la rencontre des voyageurs étudiés avec
des traducteurs espagnols et latino-américains qui, en Union soviétique, travaillent pour des maisons
d’édition dépendant de l’Internationale communiste, laquelle finance également des projets culturels
en Espagne et en Ibéro-Amérique.
Mots clef : histoire de la traduction, récits de voyage, traduction et idéologie, traducteur activiste,
traducteur littéraire
Marcos Rodríguez-Espinosa328La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
Introducción
Durante el período comprendido entre la Re-
volución rusa (1917-1923) y la guerra civil
española (1936-1939), la literatura de viajes a
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(Unión Soviética, urss) constituye un próspe-
ro negocio editorial, en el que abundan tanto
testimonios favorables al nuevo régimen como
textos antisoviéticos de autores de distintas
nacionalidades, que alcanzarán gran popu-
laridad entre lectores de diversas lenguas y
estratos sociales. Estos libros recogen en sus
páginas descripciones de una realidad política
que “desde entonces delimita un territorio y
funda un escenario que, precisamente por eso,
supo convocar a viajeros, cronistas, intelectua-
les y políticos de todo el mundo” (Saítta, 2007,
p. 8), y narrativas revolucionarias que configu-
ran “un poderoso imaginario que dominó todo
el siglo xx” (Tarcus, 2017, p. 9).
Desde principios de la década de los veinte,
buena parte de las crónicas de los viajeros a la
urss, en gran medida gracias a la propaganda
soviética, contribuirá a construir “el mito de la
Revolución de Octubre” (Elorza y Bizcarron-
do, 1999, p. 80) y a divulgar las conquistas so-
ciales, económicas y políticas de “la patria del
socialismo”, hasta el punto de poderse obser-
var que “la rusófila se convirtió en una autén-
tica fiebre, en torno a 1930” (Navarra, 2016,
p. 14).
Sobre la relación asimétrica entre la Historia
“real” y los estudios de traducción, Rund-
le y Rafael (2016, pp. 223-257) afirman que
la mayoría de los historiadores consideran la
mediación lingüística como algo meramente
instrumental y periférico a su labor de investi-
gación, y que apenas si prestan atención al po-
der de la traducción como lente interpretativa
a través de la cual reevaluar un objeto histórico
desde perspectivas novedosas. Maier (2007,
p. 9) apunta, además, que la escasa literatura
académica existente sobre la presencia de tra-
ductores e intérpretes en conflictos mundiales
hace de sus memorias y relatos personales una
relevante fuente de información acerca de los
retos profesionales y las biografías de estos me-
diadores, y sobre la conexión de sus historias.
Al respecto, en este artículo estudiamos veinte
libros de viaje a la urss y de memorias de es-
tadía en la urss salidos de la pluma de un con-
junto de autores españoles e iberoamericanos,
entre los que se incluyen los españoles Ángel
Pestaña, Diego Hidalgo, Fernando de los Ríos,
Isidoro Acevedo, Julián Gorkin, Julio Álvarez
del Vayo, Luis Hoyos Cascón, María Teresa
León, Óscar Pérez Solís, Pedro de Repide, Ra-
món J. Sender y Rodolfo Llopis; el ruso exiliado
en Argentina, León Rudnitzky; los argentinos
Elías Castelnuovo y Rodolfo José Ghioldi; el
colombiano Ignacio Torres Giraldo y el perua-
no César Vallejo. Procedemos a su selección
atendiendo a diversos criterios, como son el mo-
tivo por el cual los viajeros acuden a la Unión
Soviética, sus diversas nacionalidades e ideolo-
gías políticas, y el espacio temporal de publica-
ción de sus relatos, que cubre algo más de dos
décadas, como puede apreciarse en la Tabla 1.
Así como el traductor pone a disposición de
un lector un escrito en una lengua que puede
no conocer y es, por tanto, responsable del via-
je que el texto realiza al cruzar una frontera
interlingüística, los escritores de libros de via-
jes, para Bassnett (2019, p. 550), son respon-
sables de hacer llegar al lector la narración
de sus experiencias en otra cultura. Tanto los
traductores como los autores de relatos de via-
je cohabitan en la zona de contacto en la que
convergen las culturas, y, al igual que los pri-
meros imprimen su sello creativo individual en
sus reescrituras, el narrador de viajes negocia
entre las culturas y traslada al lector sus impre-
siones subjetivas del mismo.
En este sentido, también Polezzi (2016, pp. 1-2)
afirma que la literatura de viajes constituye un
género complejo, híbrido y heterogéneo. Dado
que todo viaje puede implicar cruzar fronte-
ras, culturas y lenguas, este tipo de literatura
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)329Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
Viajero/a Nacionalidad Ocupación Ideología Fecha y razón
del viaje
Obra(s) estudiada(s)
Título
Fecha de
publicación
del original
Fernando
de los Ríos Española Jurista Socialista
1920
Reunión
política en la
Internacional
Comunista
Mi viaje
a la Rusia
sovietista
1921
Ángel
Pestaña Española Periodista Anarquista
1920
ii Congreso
de la iii
Internacional
Setenta días
en Rusia. Lo
que yo vi
1924
Isidoro
Acevedo Española Tipógrafo Comunista
1922
v Congreso
Internacional
Comunista
Impresiones
de un viaje a
Rusia
1923
Óscar Pérez
Solís Española Militar Comunista
1923
v Congreso
Internacional
Comunista
Un vocal
español en la
Komintern
2018
Julián
Gorkin Española Periodista Comunista
1925
Miembro
Internacional
Comunista
El
revolucionario
profesional.
Testimonio de
un hombre de
acción
1975
Julio Álvarez
del Vayo Española Periodista Socialista
1926
Corresponsal
de prensa
La nueva
Rusia 1926
León
Rudnitzky
Rusa-
argentina Periodista Comunista
1927
Corresponsal
de prensa
Rusia: la
verdad de
la situación
actual del
sóviet
2007
Rodolfo
José Ghioldi Argentina Docente Comunista
1928
vi Congreso
Internacional
Comunista
Un sábado
comunista de
los delegados
extranjeros
2007
Diego
Hidalgo Española Notario
Partido
Republicano
Radical
1928
Estudio
Código Civil
Soviético
Un notario
español en
Rusia
1930
Ignacio
Torres
Giraldo
Colombiana Periodista Comunista
1928
Congreso
Internacional
Sindical Roja
Cincuenta
meses en
Moscú
2005
Tabla 1. Libros de viaje a la Unión Soviética (1920-1934)
Marcos Rodríguez-Espinosa330La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
Viajero/a Nacionalidad Ocupación Ideología
Fecha
y razón
del viaje
Obra(s) estudiada(s)
Título
Fecha de
publicación
del original
César Vallejo Peruana Escritor Comunista 1928-1929
Cultural
Rusia en 1931:
Reflexiones
al pie del
Kremlin
1931
Pedro de
Repide Española Periodista Liberal
1929
Invitación
institución
cultural
La Rusia de
ahora 1930
Rodolfo Llopis Española Pedagogo Socialista
1929
Congreso
Panruso de
Enseñanza
Cómo se forja
un pueblo. La
Rusia que yo
he visto
1929
Elías
Castelnuovo Argentina Periodista Anarquista
1931
Corresponsal
de prensa
Yo vi…!
en Rusia
(Impresiones
de un viaje a
través de la
tierra de los
trabajadores)
1933
Memorias 1974
Julián
Zugazagoitia Española Periodista Socialista
1932
Invitación
institución
cultural
Rusia al día 1932
Luis Hoyos
Cascón Española Notario Progresista 1933
Viaje turístico
El meridiano
de Moscú o
la Rusia que
yo vi
1933
Ramón J.
Sender Española Escritor Anarquista
1933
Invitación
institución
cultural
Madrid-
Moscú. Notas
de viaje,
1933-1934
2017
María Teresa
León Española Escritora Comunista
1934
Invitación
institución
cultural
El viaje a
Rusia de
1934 y otros
recuerdos
soviéticos
2019
Memoria de
la melancolía 2021
Tabla 1. Libros de viaje a la Unión Soviética (1920-1934, Continuación)
produce obras marcadas por la alteridad, la
distancia y lealtades enfrentadas, en las que se
mezclan la realidad y la ficción, la autobiogra-
fía y la descripción, la vida cotidiana y hechos
extraordinarios. La escasa atención prestada a
la traducción, a los traductores y a los textos
traducidos en los estudios relacionados con los
libros de viajes resulta paradójica, sobre todo
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)331Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
en el caso de un género directamente relacio-
nado con la idea de transferencia y movilidad.
En este trabajo analizamos, en los libros de viaje
a la Unión Soviética que estudiamos, aspectos
apenas investigados hasta la fecha, entre ellos,
los problemas de comunicación que afrontan los
viajeros que no dominan el ruso en el contexto
de la nueva realidad política derivada de la revo-
lución bolchevique, de la que emerge un paisaje
lingüístico y cultural propio, y nos remitimos
al concepto de espacio de traducción en su ver-
tiente más histórica (Simon, 2019; Yun, 2021,
pp. 1-11). Abordamos, asimismo, la fluctuante
relación de los viajeros con los intérpretes, fi-
guras imprescindibles para el visitante foráneo,
a decir de Vidal Claramonte (2012), cuya labor
de mediación puede resultar, sin embargo, am-
bigua (Cronin, 2002, pp. 45-62), o ser tildada
de traición (Mairs, 2011, pp. 64-81), en contex-
tos políticos fuertemente polarizados.
En su aproximación al concepto de planifica-
ción cultural, Toury (2012, pp. 52-53) subraya la
capacidad de las instituciones políticas de los
Estados totalitarios para imponer cambios en
los cánones culturales de sus respectivos paí-
ses, al tiempo que Witt (2011, p. 151) incide en
la escasa atención académica prestada a la tra-
ducción en el contexto específico de las diver-
sas manifestaciones culturales derivadas de la
Revolución rusa, o al papel de los traductores
en las editoriales públicas soviéticas.
En este sentido, en este artículo, a partir de los
testimonios recogidos en los materiales referi-
dos, y en el prolífico contexto histórico descrito
por Safiullina y Platonov (2012, pp. 239-269),
analizamos el encuentro de los cronistas de viaje
españoles e iberoamericanos con altos funciona-
rios de instituciones como la Sociedad de Rela-
ciones Culturales de la urss con el Extranjero
(voks), que articula un conjunto de influyentes
redes intelectuales transnacionales, en las que
operan, como destacados agentes culturales,
tanto editores como traductores, entre ellos, al-
gunos prestigiosos hispanistas soviéticos, cuyas
biografías, como aconseja Kaindl (2021, p. 10),
rescatamos para la historia de la traducción.
Los relatos de viaje nos permiten, además, co-
nocer el papel del escritor en los organismos
culturales de la urss de la época, así como el
surgimiento del nuevo canon del realismo so-
cialista, también objeto de traducción.
Por último, como sugiere Hermans (2022,
p. 120), nos aproximamos a la figura del tra-
ductor como agente que desempeña su labor
en una coyuntura histórica concreta, deter-
minada, a su vez, por las convenciones de los
distintos géneros textuales, en nuestro caso la
traducción sobre todo de escritos políticos, y
por los debates ideológicos del momento. A
partir del concepto de traductor activista (Gould
y Tahmasebian, 2020, pp. 1-10), exploramos,
además, en las crónicas de viajes, las dinámi-
cas de trabajo de algunos traductores activistas
españoles e iberoamericanos en organismos
como el Instituto Marx-Engels-Lenin o el Ins-
tituto Internacional Leninista, y en especial en
sellos editoriales dependientes de la Interna-
cional Comunista (Comintern) a ambos lados
del Atlántico.
1. Los retos de comunicación de los viajeros
y la asistencia de traductores e intérpretes
Para Simon (2019, pp. 1-6), los espacios de tra-
ducción constituyen escenarios multilingües en
los cuales las lenguas componen palimpsestos
diversos, en los que es posible descubrir las he-
ridas de la historia, y, por ello, la traducción
se revela como un instrumento poderoso para
describir el paisaje lingüístico de una región,
un país o una ciudad, según ha sido o es mol-
deado por una sucesión de regímenes políticos,
guerras y revoluciones.
A su llegada a la frontera soviética, los viajeros
españoles e iberoamericanos conocen de prime-
ra mano una realidad política de la que no han
tenido noticia más que a través de la prensa, o
de los textos propagandísticos elaborados, en
Marcos Rodríguez-Espinosa332La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
muchos casos, por los partidos comunistas de
sus respectivos países. Junto con otros visitan-
tes extranjeros, son testigos de la revolución
mundial que el nuevo Estado aspira a propa-
gar, cuyos prosélitos, una “Babel de idiomas
de todos los meridianos y todas las latitudes”
(Pérez Solís, 2018, p. 38), entonan, en las más
diversas lenguas, La Internacional, himno que
Ghioldi (2007, p. 52) ve como “símbolo de
unión de los obreros de los cinco continentes”.
Por su parte, Yun (2021, Pos. 6331-6341) explo-
ra la traducción en relación con los diferentes
nombres de una ciudad en el tiempo, en tanto
que construcciones semióticas que resumen la
memoria de los regímenes políticos que la han
dominado y que contribuyen a reescribir su
historia. Durante la Primera Guerra Mundial,
ya se dieron cambios de topónimos en el pai-
saje lingüístico de las ciudades rusas, como fue
el caso de San Petersburgo, que pasó, por un
decreto del zar, a denominarse Petrogrado, por
razón del origen alemán del nombre. Desde
las primeras semanas de la Revolución rusa y
con posterioridad a su triunfo definitivo, los re-
volucionarios cambian, a su vez, los nombres
de calles, edificios y ciudades, al tiempo que se
destruyen o erigen monumentos, y numerosos
carteles, señales y banderas ensalzan por do-
quier el nuevo régimen.
Así, Pestaña (1924, p. 16), en su crónica, recuer-
da que los invitados foráneos son recibidos en
espacios públicos decorados con banderas ro-
jas, bustos o retratos de Marx, Lenin y Trotski,
mientras que Zugazagoitia (1932, p. 18) repa-
ra en la presencia de carteles y literatura mural
propagandística con frases como “¡Viva la revo-
lución!”, o la invocación final del Manifiesto co-
munista: “¡Proletarios del mundo, uníos!”, que
pueden leerse, como apunta Castelnuovo (1933,
p. 54), en las más diversas lenguas del mundo.
Polezzi (2016, p. 77) afirma, además, que todo
viaje a un país extranjero implica alguna forma
de traducción. El viajero puede encontrarse ro-
deado de personas cuya lengua no domina, o
que no conocen la suya, y siempre va a querer
establecer alguna clase de comunicación con
ellas, aunque solo sea para cubrir sus necesi-
dades básicas, y por ello, en muchos relatos,
no faltan viajeros que optan por aprender la
lengua local.
Para Zugazagoitia (1932, p. 22), la lengua cons-
tituye un instrumento indispensable para com-
prender la realidad política y socioeconómica
de la Unión Soviética, mientras que Hidalgo
(1930, p. 198) y Vallejo (2013, p. 689) señalan
que una de las principales dificultades a las que
se enfrenta el viajero es su desconocimiento del
idioma ruso, circunstancia que Torres Giraldo
(2005, p. 29) califica de “mortificante”. Castel-
nuovo se distingue de otros viajeros por haber
aprendido el ruso “gramaticalmente en Argen-
tina sin el auxilio de nadie”, aunque reconoce
que “al hablarlo lo asesino magistralmente”
(1933, p. 89).
El conocimiento del ruso no es siempre, por otra
parte, una ventaja, como recuerda León Rudnit-
zky, un periodista ruso exiliado en Argentina tras
la revolución de 1905, cuyo dominio del idioma
ante unos guardias fronterizos le convierte en sos-
pechoso de ser espía de los rusos blancos (Rudnit-
zky, 2007, p. 62).
Ante el problema de la comunicación, algunos
viajeros recurren a lenguas intermedias como
el francés, cuyos hablantes rusos, a decir de Ál-
varez del Vayo (1926, p. 162) y Repide (1930,
p. 36), habían menguado un tanto, pese a haber
sido la lengua de la aristocracia y la alta bur-
guesía, aun cuando seguiría siendo vehicular
en las sesiones de la Comintern, de acuerdo
con los testimonios de Gorkin (1975, pp. 147
y 159) y Torres Giraldo (2005, p. 40).
En su estudio de las relaciones de dependencia
entre periodistas extranjeros y traductores du-
rante la Revolución rusa, Rodríguez-Espinosa
(2023, p. 9) describe la hostilidad institucio-
nal y de la población rusa durante la Primera
Guerra Mundial hacia ciudadanos de origen
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)333Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
alemán y la prohibición de emplear la lengua
alemana en determinados espacios públicos, si
bien, con posterioridad a la revolución, Hidal-
go (1930, p. 191) y Zugazagoitia (1932, p. 132)
afirman en sus relatos que el alemán es la nue-
va lingua franca con la que es posible mayorita-
riamente entenderse.
En cualquier caso, como recuerda Torres Gi-
raldo, la comunicación constituirá un aún ma-
yor desafío por la coincidencia de ciudadanos
extranjeros de diferentes nacionalidades:
Por razón del idioma, mis compañeros me
tomaron por español. El polaco hablaba un
poco el ruso, el italiano un poco el francés y
el francés un poco el italiano. El alemán era
cerrado en su lengua. Yo chapuceaba algo el
francés y también el alemán. (2005, p. 37)
El desconocimiento del ruso, la dificultad de
encontrar personas que dominaran las princi-
pales lenguas habladas en la Unión Soviética
y el riesgo de ser sospechoso de espionaje que,
como indica Pérez Solís (2018, p. 204), repre-
senta el desplazamiento por cuenta propia en
la urss, hace que no pocos viajeros confíen en
las habilidades de intérpretes y traductores se-
leccionados, en buena medida, por las distintas
organizaciones e instituciones soviéticas.
En este sentido, Vidal Claramonte conside-
ra que el viajero que desconoce la lengua del
país al que llega y debe utilizar al intérprete,
“depende de él, de su hermenéutica”; sin em-
bargo, los intérpretes son útiles “no sólo por lo
que hacen sino también por quiénes son, parte
de la otra comunidad, y como tales, conductos
para conseguir información privilegiada des-
de dentro sobre esa sociedad y esa cultura, lo
que les confiere autenticidad y verosimilitud”
(2012, p. 63).
Pese a que Hidalgo (1930, p. 199) se queja de
la falta de intérpretes, Pérez Solís (2018) se re-
fiere en términos elogiosos a los políglotas que
“hablaban tres y hasta cuatro idiomas” (p. 37),
de los que tiene que valerse, salvo cuando
se comunica en francés. De los Ríos (1970)
menciona a dos jóvenes intérpretes rusas que
“se expresaban en francés, inglés, o alemán”
(p. 30), y Torres Giraldo (2005, p. 30) apunta
que varios traductores le asisten en sus actos en
instituciones políticas, como la Secretaría de la
Internacional Roja.
El corresponsal de prensa Álvarez del Vayo
(1926, p. 183) habla de su “lector”, un secre-
tario que se encarga de traducirle la prensa
soviética durante su estancia en Moscú, y Cas-
telnuovo (1933, pp. 97-100) recuerda que le
auxiliaron un militar, un profesor de lengua y
literatura, y una joven maestra de escuela que
hablaba varios idiomas.
En ocasiones, los viajeros dotan de mayor
visibilidad en sus narraciones a los intérpre-
tes y traductores que colaboran con ellos
como mediadores lingüísticos. Torres Giral-
do (2005) detalla que una de sus traductoras
era “una exactriz que había trabajado en Pa-
rís y en Roma” (p. 63), mientras que Pestaña
(1924, pp. 12 y 108) se refiere a dos traducto-
res, “Abramovich”, y “Schápiro” —quizás el
mismo al que Pérez Solís (2018, p. 203) llama
“Chapiro”, que bien podría tratarse de Abram
Berkovich, un bielorruso de origen judío, que
reside de joven en Cuba, perfecciona su caste-
llano en el Instituto de Idiomas Modernos de
Moscú y llega a ser asesor de prensa para Amé-
rica Latina y traductor en la Comintern (Jeifets
y Jeifets, 2017, pp. 638)—.
Zugazagoitia (1932) muestra también su satis-
facción por viajar acompañado de “la señora
Lidia”, una universitaria rusa del Sindicato de
Escritores Proletarios, que, “con una facilidad
extraordinaria”, domina el español, el alemán
y el francés y, además, “coquetea con el inglés”
(p. 101).
Los traductores que operan en campos de bata-
lla ideológicos sumamente polarizados, en los
que no siempre es fácil distinguir entre amigos
y enemigos, son a menudo descritos como figuras
Marcos Rodríguez-Espinosa334La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
de intermediación ambivalentes, detestadas y ad-
miradas, privilegiadas y despreciadas (Cronin,
2002, p. 55). Al moverse, como señala Mairs
(2011, p. 65), entre facciones, estar al tanto de
información sensible y deber, con frecuencia,
transmitir noticias no deseadas, en estos con-
textos de inestabilidad política, los traductores
son susceptibles de ser tildados de traidores, un
tópico tan antiguo como la profesión misma.
Pese a que, en principio, se da por sentado que la
ideología de los intérpretes que ejercen sus fun-
ciones con los viajeros españoles e iberoameri-
canos coincide con la del régimen soviético y,
en este sentido, Hoyos (1933) rememora cómo
el guía que le acompaña le hace la siguiente
advertencia: “tienen ustedes que irse acos-
tumbrando, si no lo están ya, a prescindir de
convencionalismos burgueses” (p. 29), Zuga-
zagoitia (1932, p. 182) alude de forma velada
a la buena posición económica de su intérprete
Lidia, que de joven viajó por Francia, Suiza y
Alemania, y a su militancia en las filas del par-
tido de los socialistas revolucionarios.
Por su parte, el peruano Vallejo, a fin de garan-
tizar la imparcialidad de su reportaje sobre la
Unión Soviética, opta por pagar de su bolsillo
los honorarios de una intérprete a la que des-
cribe como “sobreviviente de la burguesía za-
rista”, que no oculta su hostilidad al régimen
y cuyas opiniones le permiten darse cuenta
“de cuando tergiversa las cosas y de cuando
me transcribe literalmente la verdad” (Vallejo,
2013, p. 572). Al respecto, Polezzi (2016, p. 78)
subraya la posición ambigua de la figura del
intérprete local, como aliado a la vez que po-
tencial enemigo del viajero.
En el caso del viaje a la Unión Soviética, el
intérprete es fuente tanto del poder que le con-
fiere su dominio de la lengua como del posible
conflicto resultante de su papel de mediador
ante viajeros cada vez más escépticos respecto
de cuanto observan en el país. Una maestra de
escuela que traduce para Gorkin, según este re-
lata, le confiesa, al poco de conocerlo, que no
es comunista, sino una “inadaptada” al nue-
vo régimen político, que trabaja de intérprete
porque necesita ganarse la vida, ya que con la
revolución vio desaparecer cuanto tenía, “y
se perdieron en Rusia todas las cosas bellas
que yo amaba” (pp. 169-170). Gorkin alaba la
profesionalidad de su intérprete y muestra su
sorpresa por cómo la traductora valora su “in-
dependencia de juicio” sobre el régimen sovié-
tico, aún más evidente tras su salida de la urss.
2. El encuentro de los viajeros
con los hispanistas soviéticos
y los autores del realismo socialista
Además de por el hecho de ser uno de los auto-
res rusos más traducidos de todos los tiempos,
la figura de Maxim Gorki se distingue de la de
sus compañeros de profesión por haber puesto
en marcha en Petrogrado, entre 1918 y 1924, el
proyecto editorial Vsemirnaia Literatura (Lite-
ratura Mundial), en el que implica a un buen
número de escritores, periodistas, intelectuales,
editores y, sobre todo, a traductores. En un
principio, los propósitos de Gorki, que cuenta
con el apoyo de Lenin, son ambiciosos, pues el
catálogo no solo aspira a incluir la traducción
de obras clásicas de la historia de la literatura
mundial, sino también textos científicos y pe-
dagógicos, a fin de contribuir a la educación
del pueblo soviético y a la propaganda exterior
de las conquistas culturales de la urss. Litera-
tura Mundial contribuirá, además, a establecer
la traducción literaria como actividad profesio-
nal y a sentar las bases de la escuela soviética de
traducción (Tyulenev, 2016, pp. 8-21).
Tras marchar Gorki a Italia, en 1921, por su
crítica a la política bolchevique, el catálogo de
Literatura Mundial se irá dispersando en varios
sellos estatales, en los que la traducción cons-
tituirá un arma ideológica para la formación
de un canon literario en el que tendrán cabida
aquellos autores extranjeros que difundan la
doctrina política del nuevo Estado (Rudnyts-
ka, 2022, pp. 41-43).
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)335Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
Los libros de viaje a la Unión Soviética, sobre
todo los redactados a finales de la década de
los veinte y a lo largo de la siguiente, describen
instituciones públicas que fomentan espacios
de intercambio cultural con prestigiosos inte-
lectuales occidentales que manifiestan un in-
terés creciente por los progresos económicos y
sociales de la urss. Como apuntan Safiullina
y Platonov (2012, p. 252), hasta finales de los
años treinta, la traducción y la publicación de
literatura extranjera ocuparán un lugar signifi-
cativo en la política cultural soviética, aunque
también será fuente de suspicacias.
Al cumplirse veinte años del triunfo de la re-
volución, a pesar de la constitución de la Aso-
ciación Rusa de Escritores Proletarios, que
pretende centralizar toda la actividad cultural
del país, y pese a la influencia de la Unión de
Escritores Soviéticos y de la Unión Internacio-
nal de Escritores Revolucionarios (morp), las
obras literarias occidentales podían ser aún tra-
ducidas en la urss siempre que no realizaran
una crítica explícita del régimen soviético. Sin
embargo, conforme avanza la década, el cre-
ciente papel del Partido Comunista, los acuer-
dos de la Unión de Escritores Soviéticos, que
imponen el realismo socialista como método
creativo obligatorio para todo el arte soviético,
y la cada vez mayor presencia de censores en el
seno de las editoriales, darán paso a un contex-
to de aislamiento y empobrecimiento cultural.
El viaje de muchos cronistas españoles e ibe-
roamericanos que franquean las fronteras de la
Unión Soviética será patrocinado por la voks, o
por la morp. Hidalgo dedicará un espacio en su
obra a alabar el importante papel de la voks y
a negar su función propagandística, ya que, en
su opinión, se trata de una “institución neutral
que recibe y acoge por igual a hombres de todas
las creencias, doctrinas o clases” (1930, p. 215).
En su sede, Repide (1930), Hidalgo (1930),
Castelnuovo (1933, p. 69) y Hoyos (1933) son
a menudo recibidos por Olga Filippova, una
prestigiosa hispanista que lleva gran parte del
peso de la sección iberoamericana y habla el
español correctamente por haber residido
en Cuba (Hoyos, 1933, p. 179; Repide, 1930,
p. 23).
El encuentro entre viajeros españoles e ibe-
roamericanos e hispanistas soviéticos ocupará,
por ello, pasajes destacados en los testimonios
consultados. Así, en su relato, Repide declara
que uno de sus propósitos principales es en-
trevistarse con “intelectuales rusos amantes
de las letras de España, que se ocupan de la
traducción y difusión de los autores que pue-
den interesar en la Rusia actual” (1930, p. 88).
Castelnuovo (1974, p. 162) rememora sus con-
versaciones con dos hispanistas que habían
vertido al ruso autores del Río de La Plata, a
los que encarga traducir Los siete locos, de Ro-
berto Arlt, y La vorágine, de José Eustasio Rive-
ra. Repide (1930, p. 89) coincide, además, con
Aleksandr Dikgoff Derental, “descendiente de
una aristocrática familia de origen báltico”, al
que conocería en el Ateneo de Madrid. Sobre
él, Hidalgo (1930) refiere, asimismo, que fue
corresponsal en España de un periódico de
San Petersburgo, y Llopis (1929, p. 177) alu-
de a la estrecha relación de aquel, entre otros,
con Blasco Ibáñez, Valle Inclán, Pérez Galdós,
Pardo Bazán, Rusiñol y Baroja. Derental fue,
además, editor del boletín de la voks y acabaría
por ser fusilado en 1937 (Stern, 2007, p. 280).
Zugazagoitia (1932, p. 72) se refiere a Kons-
tantin Derzhavin como presidente de la Socie-
dad de Hispanistas de Leningrado y estudioso
del Siglo de Oro español, que en 1931 tradu-
ce al ruso El Lazarillo de Tormes, y en 1950, El
Buscón, de Francisco de Quevedo. Además de
conocer también a Derzhavin, Repide (1930)
coincide con David Vigodski, del que indica
que es autor de una Historia de la literatura his-
panoamericana, “vicepresidente de la Sociedad
Hispanista de Leningrado, que cuenta con más
de cien afiliados” (p. 201), y el principal inter-
locutor de “gran cantidad de escritores hispa-
noamericanos”, al tiempo que fue crítico de la
visión de Castelnuovo de la urss por su falta de
“optimismo revolucionario” (p. 201). En 1938,
Marcos Rodríguez-Espinosa336La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
Derzhavin es encarcelado en un proceso cono-
cido como “El caso de los traductores” y pasa
sus últimos años en Kazajistán, en un campo
de trabajo, según relata Tiempo (2022, p. 35).
Por su parte, Hidalgo (1930) relata que tiene
ocasión de saludar a Serguei S. Ignatov, “un
eminente literato, que también conoce el espa-
ñol y que ha traducido varias obras del castella-
no al ruso”, que “trabaja en una de las grandes
editoriales del estado, y organiza en Moscú la
Exposición del Libro” (pp. 173-174). Ignatov re-
sulta ser un estudioso de Blasco Ibáñez, traduc-
tor de Unamuno y autor, junto con el hispanista
Fedor Kelyin, de un Diccionario español-ruso, que
incluye voces de América Central y del Sur.
En su crónica, Sender (2017) define, a su vez,
a Kelyin como un aristócrata, “que en los años
anteriores al 17 dio su fortuna para trabajos de
conspiración y propaganda” y como un ami-
go de “todos los españoles, que habla español,
francés, italiano e inglés” (p. 119), además de
ser traductor de obras de autores como Lope
de Vega, Calderón, Martí, Ruiz de Alarcón,
Baroja, Valle-Inclán, Machado, García Lorca,
Alberti, Arconada, entre otros.
Sender (2017, pp. 182-184) sabe, asimismo,
de la buena recepción de la traducción rusa
de Mala hierba, de Baroja, si bien la editorial
rechazó publicar Los visionarios, por contener
una crítica social harto superficial. Comen-
ta, además, que la primera edición de Tirano
Banderas se agotó al poco de publicarse, pese a
haber sido censurado el original en tres ocasio-
nes por el Comité de Sección de Traducciones
Artísticas (2017, pp. 182-184).
Hidalgo (1930) elogiará que cada ministerio
del Gobierno soviético financie una editorial
en las que “se traduce todo” (p. 191), y Zuga-
zagoitia (1932), el propósito de las empresas
estatales de publicar “todas las novedades que
se producen en el mundo” y acompañar cada
traducción de un prólogo de un escritor ruso
en el que se “sitúa al autor y al libro en el plano
que, conforme a las ideas rusas, le correspon-
de” (p. 262).
La literatura de viajes a la Unión Soviética
constituye, por otra parte, para los autores de
lengua hispana, una oportunidad de describir
el papel del escritor ante la nueva realidad polí-
tica. Así, Vallejo (2013, p. 742) da cuenta de la
existencia de un sindicato profesional, en tanto
que Zugazagoitia (1932, p. 245), tras visitar, en
compañía de su intérprete Lidia, la Casa Her-
zen (Dom Herzen), sede de la Asociación So-
viética de Escritores Proletarios, concluye que
el escritor disfruta en Rusia de una situación
de privilegio, por las labores que puede reali-
zar en las numerosas editoriales del Estado, y
por los beneficios adicionales que obtiene en
cuanto al alquiler de vivienda y la compra de
alimentos.
Sender (2017) recibe, por otra parte, noticia
del gran éxito de ventas de la traducción de su
novela “antiimperialista y antibelicista” Imán,
publicada en español por Cenit, en 1930, y de
que la Editorial Federación le propone firmar
un nuevo contrato para publicar otro libro del
que cobrará “el primer plazo de los derechos”
(p. 92). Al igual que Zugazagoitia, Sender
(2017) constata que, gracias a la estatalización
de las editoriales, en la urss
[…] los escritores viven muy bien, cobran más
derechos que en ningún otro país, agotan sus
ediciones, a veces en la misma imprenta —
antes de salir a las librerías—, y nadie trata de
escamotearles un millar de ejemplares ni la
más pequeña parte de sus derechos. (p. 134)
Algunos viajeros expresan su deseo de conocer
a los principales escritores soviéticos, al tiempo
que rinden homenaje a las grandes figuras de la
literatura rusa. Ya a principios del siglo xx, las
editoriales españolas Sempere, Maucci y Calpe
inundan los países de lengua hispana de tra-
ducciones, no siempre completas, de las obras
de Dostoievski, muchas de ellas vertidas a tra-
vés del francés.
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)337Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
En el caso de Argentina, el catálogo de La Bi-
blioteca del diario La Nación, compuesto por
numerosas obras extranjeras en ediciones cui-
dadas y populares de gran éxito comercial, in-
cluye obras de Turgeniev (Aguas primaverales,
1901), Tolstoi (Resurección, 1905), Dostoye-
vski (El sueño del tío, 1911) y Pushkin (La hija
del capitán, 1916) (Willson, 2004, pp. 47-50).
Castelnuovo publica varias obras en la edito-
rial Claridad, creada en Buenos Aires por el
español Antonio Zamora, que también recoge
en su catálogo traducciones de Tolstoi, ¿Qué
es el arte?, y Dostoievski, El sepulcro de los vivos,
ambas impresas en Los Pensadores. Revista de Se-
lección Universal, en 1922 (Vera Cytryn, 2019,
pp. 70-82).
En su crónica, Castelnuovo (1974, p. 170) se
quejará, sin embargo, a un amigo suyo, el tra-
ductor soviético de los “escritores de Boedo”,
del abandono de la tumba de Dostoievski, al
que el argentino tiene por maestro. La segunda
década del siglo xx verá una proliferación aún
mayor de versiones de obras de Dostoievski a
ambos lados del Atlántico, y de otros escrito-
res rusos, como Leonid Andréiev, debidas, en
algunos casos, a exiliados rusos, que traducen
del texto original, si bien la calidad de las mis-
mas no es siempre óptima (Morillas Esteban,
2011, p. 122). Por estas mismas fechas, Rafael
Cansinos Assens, al que Borges considera tam-
bién su maestro, acometerá la tarea de traducir
la obra completa de Dostoievski, finalmente
publicada en Madrid por la editorial Aguilar
en 1935.
Un mito viviente de la literatura rusa para
cualquier escritor que por entonces viajara
a la urss es Maxim Gorki, al que ya nos he-
mos referido, cuya obra empieza a publicarse
en España en la primera década del siglo xx.
Las editoriales Luis Tasso, Maucci y Sempe-
re comercializan numerosas traducciones de
este autor, también en la América de habla
hispana, muchas de ellas del francés, como la
versión de Rubén Darío de la novela Fomá Gor-
déiev, editada por Maucci en 1902 (Schanzer y
Gaidasz, 1967, pp. 315-331). Dicho texto, se-
gún estudios recientes, se correspondería con
el de una traducción efectuada, a instancias del
poeta nicaragüense, por un tal “F. Sarmiento”,
para la Biblioteca de La Nación de Buenos Ai-
res, rechazada por los editores por su escasa
calidad (Schmigalle, 2021, pp. 165-181).
Gorki, al que sus contemporáneos consideran
el fundador del realismo socialista, regresa
en 1929 a la Unión Soviética. Stalin pone su
nombre a calles, plazas y parques, le condeco-
ra con la Orden de Lenin y le regala una lu-
josa residencia, en donde el dictador, reunido
con otros destacados autores con motivo del
primer Congreso de la Unión de Escritores So-
viéticos, celebrado en agosto de 1934, afirmará
que son “ingenieros del alma” (Westerman,
2011, p. 34).
Allí, Castelnuovo (1974, pp. 168), al que tam-
bién se conoce como “el Gorki argentino”
(Tarcus, 2017, p. 144), solo tiene oportunidad
de ver en la distancia a su admirado maestro,
posiblemente por estar este ya aquejado de
problemas de salud. María Teresa León asiste
al congreso, acontecimiento en el que, según
León, “jamás la unidad del pueblo y la cul-
tura se dio tan claramente” (2021, p. 69). La
activista cultural, que envía crónicas sobre el
congreso a la prensa española, se hace eco del
homenaje que escritores de todo el mundo rea-
lizan a un anciano Gorki, un autor cuya obra
cuenta con “miles de ediciones y millones de
ejemplares” (León, 2019, p. 69).
Los viajeros dan fe, asimismo, del nacimiento
de una nueva literatura rusa que, en palabras
de Vallejo, corresponde “estrictamente al pen-
samiento dialéctico de Marx” (2013, p. 730).
La secretaria general de la Casa Herzen indica
a Zugazagoitia (1932) que, en la nueva situa-
ción política, necesitan “literatura de clases,
no poética” (citada en Zugazagoitia, 1932,
p. 245). Sender (2017) observa que los escri-
tores “no hablan apenas de literatura, sino de
política” (p. 119), mientras que Castelnuovo
Marcos Rodríguez-Espinosa338La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
(1933, p. 134) afirma que en la Unión Soviética
no se admite la neutralidad de nadie.
Los viajeros dejarán constancia en sus libros
de los nombres de los nuevos escritores sovié-
ticos, muchos de los cuales serán traducidos al
español a finales de los años veinte o a lo lar-
go de la siguiente década. Así, Repide (1930,
p. 238) y León (2021, p. 70) mencionan a Isaac
Babel, cuya obra La caballería roja, comerciali-
zan Biblos en Madrid, en 1927, Publicaciones
Mundial en Barcelona, en 1930, y Fénix, tam-
bién en Madrid, en 1934.
En el Congreso de Escritores Soviéticos, León
(2021, p. 70) conoce, además, a Mijail Sholo-
jov, autor de Sobre el don apacible, vertido a
nuestra lengua por Vicente S. Medina y José
Carbó para la editorial Argis, de Madrid, en
1930, y de Campos roturados, que la propia Ma-
ría Teresa León traducirá en 1936, junto con
J. Ledesma, para Ediciones Europa-América,
sello financiado por la Comintern.
Repide (1930, p. 235) se refiere, asimismo, a las
numerosas traducciones que conoce la novela
El cemento, de Fedor Gladkov, entre ellas la ver-
tida por José Viana, y prologada por el también
viajero Julio Álvarez del Vayo para la editorial
Cenit de Madrid en 1928, que publicará lue-
go Ercilla, en Santiago de Chile, en 1936, o El
tren blindado n.º 14-69, de Vsévolod Ivánov, con
traducción de Tatiana Enco de Valero para la
editorial Revista de Occidente en 1926. Repide
(1930, p. 239) cita, además, a Boris Pilniak, cu-
yas novelas El año desnudo y El Volga desemboca
en el mar Caspio fueron publicadas tanto en Ma-
drid, por Jason, en 1929, y por Hoy, en 1931,
como en Valparaíso, por la Imprenta Aurora
ese mismo año, y a Lidia Seïfullina, autora de
Caminantes, traducida por Enco de Valero, de
nuevo para Revista de Occidente, en 1926, y
reeditada en Santiago de Chile por la Imprenta
El Correo, en 1934, y por Ercilla, en 1937.
Zugazagoitia (1932, p. 248) mantiene que los
autores de mayor éxito en el mercado soviético
serán Maxim Gorki y Aleksandr Fadéyev, por
haber alcanzado un libro del segundo una ti-
rada de 300 000 ejemplares. Esta obra de Fa-
déyev, La derrota, la traduce L. Guerrero para
Ediciones Europa-América en 1929. Zugaza-
goitia (1932, p. 248) se refiere, asimismo, a la
popularidad de Leónidas Leonov, cuyos textos
no tardan tampoco en llegar al mercado edito-
rial en lengua española. Su novela Los tejones
es traducida por Enco de Valero para Revista
de Occidente en 1926; Los aldeanos de Vory,
por Carlos Guerendiain y R. J. Slaby para la
Editorial Cervantes, de Barcelona, en 1928;
Edificación, por Guillermo Neumann y Felipe
Ximénez de Sandoval, editada por Cenit en
1931, año en el que la editorial Nosotros de
Madrid publica, además, Agua turbia y 11 cuen-
tos rusos modernos.
En España, la traducción de títulos de los
nuevos escritores soviéticos vivirá a finales
de la década de los veinte una época dorada
en diversas editoriales, además de las ya men-
cionadas Revista de Occidente y Cenit, como
las denominadas burguesas Espasa-Calpe y
Biblioteca Nueva, o las de signo izquierdista
como Zeus u Oriente (Elorza y Bizcarrondo,
1999, p. 83; Navarra, 2016, p. 16).
Cenit, cuyo gerente es Rafael Giménez Siles,
es, de entre ellas, la editorial de avanzada más
importante de aquellos años, que apuesta en
mayor medida por incluir en su catálogo libros
de viaje a la Unión Soviética, a veces con el
apoyo económico de la Comintern, teniendo
también en mente el mercado iberoamericano
(Martínez Rus, 2023, p. 34). Sender, Vallejo y
Álvarez del Vayo se contarán entre los princi-
pales autores que colaboran con Cenit, sello en
el que Diego Hidalgo, cofundador de la edi-
torial y ministro de la ii República española,
publica Un notario español en Rusia (1930), que
alcanza tres ediciones y es traducida al francés
en 1931 por Editions Monde (Elorza y Bizca-
rrondo, 1999, p. 82). Tres años después, Cenit
publicará otro interesante libro de viajes a la
urss, El meridiano de Moscú o la Rusia que yo vi,
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)339Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
de Luis Hoyos Cascón, con prólogo del propio
Hidalgo (Navarra, 2016, p. 147).
3. Los viajeros y los traductores
de la Internacional Comunista
Uno de momentos más esperados por los via-
jeros de habla hispana llegados a la urss es el
encuentro con los principales dirigentes sovié-
ticos. Como señala Rodríguez-Espinosa (2023,
p. 9), tanto Lenin como Trotski concedían una
enorme importancia a sus encuentros con los
corresponsales de prensa extranjeros que, a
su vez, anhelaban conseguir entrevistas con
dichos líderes bolcheviques, en las que se les
describe como versátiles políglotas.
El socialista español Fernando de los Ríos nos
habla de una reunión a la que asiste, presidida
por Lenin, el hombre “que simboliza la acción
en su máximum revolucionario” (1970, p. 51),
y el comunista Acevedo alude al “correcto ale-
mán” (1923, p. 23) del mítico revolucionario.
Al igual que le ocurre con Lenin, Acevedo
(1923, p. 24) queda fascinado por la capacidad
de Trotski de expresarse indistintamente en
alemán y en francés.
El también comunista Pérez Solís (2018), que
conoce a Trotski en junio de 1924 en el mitin
inaugural del v Congreso de la Comintern,
refiere que le habló “chapurreando pintores-
camente algunas frases en castellano macarró-
nico” (p. 45). La figura de Trotski, expulsado
de la urss en 1929, constituirá, además, una
presencia velada en la entrevista del español
Pérez Solís con Stalin, que lo recibe en el Kre-
mlin con la exigencia de que fuera acompaña-
do de “un traductor que supiera ruso” (2018,
p. 75). Dicho traductor resultó ser Andreu Nin,
que dominaba el idioma “a la perfección”.
La opción de elegir un intérprete no era, sin
embargo, habitual, puesto que las autoridades
soviéticas preferían a sus propios traductores,
como apunta Godayol (2013, p. 163) en su
trabajo sobre el viaje de la escritora catalana
Montserrat Roig a Leningrado, que esta refle-
jaría en L’agulla daurada (1985), obra en la que
describe su dependencia de intérpretes asigna-
dos por el Gobierno soviético, que “como in-
dividuos múltiples y fugaces que enmascaran
y desenmascaran, facilitan la (in)comprensión,
velan y revelan unos hechos, reinterpretan una
realidad y hacen llegar la memoria del Otro de
maneras diferentes, a primera vista contradic-
torias, siempre necesarias por complementa-
rias” (2012, p. 163).
Stalin mostraría una actitud “desabrida”, “algo
enojosa” hacia Pérez Solís y Andreu Nin, sin
dignarse a mirarlos más que “un par de veces”,
en una recepción que apenas llegó a los quince
minutos. Pérez Solís (2018), en principio, acha-
ca la conducta de Stalin a que a Nin lo tildaban
de “trotskista” y a que él mismo había cruza-
do la frontera soviética con una “traducción
francesa de un folleto de Trotski”; aunque, por
otra parte, culpa a su intérprete de haber quizás
provocado el mal humor de Stalin, dado que al
traducir las preguntas del castellano al ruso Nin
hacía “lo que le daba la gana” (pp. 75-77).
María Teresa León (2019, p. 148) menciona
también en sus memorias su primera entre-
vista, en 1932, con Stalin, que le habla de sus
lecturas de las novelas de Blasco Ibáñez y de
la publicación anarquista catalana La Revista
Blanca. Sobre una recepción posterior, ya en
plena guerra civil española, León (2019) reme-
mora haber estado “ante uno de los seres más
extraordinarios del mundo”, así como “la voz
tranquila con la que hablaba a nuestra traduc-
tora” (pp. 160-162).
De su viaje a la urss, Gorkin (1975) describe,
asimismo, su visita a las sedes de la Comin-
tern y del Instituto Marx-Engels-Lenin, cuyo
director, David Riazánov, le conduce a través
de unas dependencias “llenas de libros, de ma-
nuscritos, de ediciones raras, de colecciones de
periódicos y revistas, de folletos y cartas autó-
grafas” (p. 148), entre las que ocupan un lugar
destacado las obras de Karl Marx.
Marcos Rodríguez-Espinosa340La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
En este sentido, cabe señalar que, en torno a
1887, ya circula una edición en lengua españo-
la del primer tomo de El capital y, desde enton-
ces, se registran doce traductores de la obra,
seis españoles (Pablo Correa y Zafrilla, Juan
Manuel Figueroa y colegas, Vicente Romano
y Manuel Sacristán, más otros dos exiliados
en México: Manuel Pedroso y Wenceslao Ro-
ces), cuatro argentinos (Juan B. Justo, Juan E.
Hausner, Floreal Mazía y Raúl Sciarretta), un
uruguayo (Pedro Scaron) y un chileno (Cris-
tián Fazio), lo cual, como bien observa Tarcus
(2018, Pos. 385-393), hace imposible hablar de
una historia española o latinoamericana de la
recepción de El capital, y nos lleva a apreciarla
como un caso de historia transatlántica (Tar-
cus 2018, Pos. 385-393).
La institución que dirige Riazánov, encargada
de velar por la pureza de los textos de los teó-
ricos del marxismo, autorizará una traducción
del primer tomo de El capital, de Karl Marx,
de Wenceslao Roces, catedrático de derecho
romano y miembro del Partido Comunista de
España, que publicará la editorial Cenit en
1934. Tras la Revolución de Asturias, Roces
viaja a la Unión Soviética, donde trabaja en
Ediciones Cooperativas de los Obreros Ex-
tranjeros. Al término de la guerra civil españo-
la, se exilia en México, país en el que publica,
entre 1946 y 1947, su traducción completa de
El capital en el Fondo de Cultura Económica
(Tarcus, 2018, Pos. 393).
Muchos de los viajeros estudiados en este
trabajo han sido tildados de “compañeros de
viaje”, o “compañeros de ruta”, es decir, sim-
patizantes de los principios y objetivos de la
ideología del novedoso proyecto revoluciona-
rio que planteaba el Estado soviético, pese a
no militar en el Partido Comunista. Al respec-
to, Gould y Tahmasebian (2020, pp. 3-8) defi-
nen al traductor activista como aquel mediador
lingüístico y cultural cuya labor de traducción
desafía discursos hegemónicos de determina-
dos periodos históricos, pretende ocupar un
lugar en la reescritura de la “historia de los
oprimidos” y participar en ciertos cambios
sociales, políticos y económicos. En estos con-
textos, el traductor es un agente que participa
en un acto revolucionario colectivo que aspira
a influir en el mayor número de lectores posi-
bles a través de las obras traducidas.
Los libros de viaje a la Unión Soviética cons-
tituyen, por ello, una fuente de información
privilegiada sobre la labor de los traductores
activistas en el seno de determinadas edito-
riales dependientes del proyecto político in-
ternacionalista de la Comintern. Así, Gorkin
(1975) relata su visita, a finales de 1929, a An-
dreu Nin, hasta entonces segundo secretario
de la Internacional Sindical Roja y partidario
de Trotski en la disputa por el poder tras la
muerte de Lenin.
Una vez apartado de sus cargos oficiales, Nin
permanece en libertad vigilada en su habita-
ción del Hotel Lux, donde trabaja como tra-
ductor para la casa editorial Europa-América,
financiada por la Comintern, con sede en Pa-
rís desde su fundación tras el vi Congreso de
la Comintern. Sus traducciones se publican
sin su nombre, dado que, al haberse declara-
do trotskista, “estaba obligado a trabajar para
la Internacional con el nombre silenciado”
(Gorkin, 1975, p. 163).
Entre 1929 y 1930, Nin traduce tres libros de
Lenin, Páginas escogidas, El Estado y la revolu-
ción y El imperialismo como etapa superior del
capitalismo; de Yemelián Yaroslavski, Historia
del partido bolchevique; de Gueorgui Plejánov,
Anarquismo y socialismo y El socialismo y la lu-
cha política; de Nadezhda Krúpskaya, Lenin
(recuerdos); y de Lenin, Plejánov y Riazánov,
Marx como hombre, pensador y revolucionario,
con gran difusión en ambos lados del Atlánti-
co (Navarra, 2016, pp. 95-97).
Saldanha y O’Brien (2014, pp. 219-223) subra-
yan la importancia de incluir, en los estudios
de caso sobre la actividad de los traductores en
instituciones privadas o públicas, información
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)341Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
acerca del “clima literario y político” en que
se desempeñan, y de las reglas que gobiernan
su labor traductora, así como datos sobre el lu-
gar físico donde desarrollan su trabajo y otros
aspectos materiales derivados del mismo. Los
libros de viajes constituyen, a este respecto,
una fuente de información privilegiada sobre
espacios de traducción de otra manera inacce-
sibles a los investigadores.
Jesús Ibáñez es, quizás, en este sentido, uno de
los traductores de organismos internacionales
soviéticos que más citan los viajeros. Hidalgo
(1930) le visita en su habitación del Hotel del
Comercio, reservado a funcionarios de los sin-
dicatos soviéticos, y lo descubre sentado en su
“mesa de trabajo, cargada de libros, con una má-
quina de escribir de viaje en el centro”, con la
que traduce del ruso al español (pp. 181 y 189).
Ibáñez es muy amigo de Nin y con él vierte
al castellano la obra Mis peripecias en España,
de Trotski, en la que, según Hidalgo (1930),
conservan “los matices de ironía y gracejo con
que el famoso caudillo narra las incidencias de
su viaje” (p. 191). Repide (1930), que también
conoce a Ibáñez, afirma que domina “el ruso
como su lengua nativa, y trabaja constante-
mente en traducciones de uno a otro idioma,
casi todas por encargo” (p. 93). Hoyos (1933),
por su parte, destaca de su entrevista con el tra-
ductor que “hablara alto y sin miedo” (p. 55)
sobre su escepticismo respecto de la evolución
del régimen soviético.
El caso del colombiano Torres Giraldo es un
tanto paradigmático y algo distinto del ante-
rior, ya que nos ofrece datos acerca de la for-
mación que recibe un traductor activista en el
seno de las instituciones políticas de la Unión
Soviética. Un alto funcionario de la Comin-
tern, Dmitri Manuilski, le anima a realizar en
1931 un curso de nueve meses en el Instituto
Internacional Leninista, principal escuela de
formación política del Estado soviético, que
incluye el estudio del idioma ruso, uno de los
usados en dicha institución, junto con el ale-
mán, el inglés y el francés.
La afluencia de nuevos alumnos de lengua
española, entre ellos “un líder de masas del
Perú”, y las gestiones de “un profesor sovié-
tico que aprende el idioma de Castilla” (To-
rres Giraldo, 1985, p. 93) y del mismo Torres
Giraldo favorecerán la creación de un espacio
lingüístico propio en el centro. Entre sus res-
ponsabilidades estará velar por la fidelidad de
la traducción de los materiales de estudio de
los alumnos de habla hispana y servir de intér-
prete en las reuniones (1985, p. 93).
Recibe, asimismo, el encargo de realizar la tra-
ducción de un folleto propagandístico, La ré-
volte de la Mer Noire, del líder comunista francés
André Marty, que será vertido a diversas len-
guas y publicado por editoriales de la órbita de
la Comintern (Torres Giraldo, 1985, p. 184).
La traducción la lleva a cabo en colaboración
con un dirigente argentino de quien no dice el
nombre, quien acude a Moscú a un curso, y el
plan de trabajo que estipulan establece reunio-
nes por la noche de dos horas, en las que el co-
lombiano lee el texto en francés y lo vierte al
castellano para que el argentino, “que era pe-
rito en gramática”, copiara lo dictado “debi-
damente ajustado a las exigencias del idioma”
(pp. 202-203), tras lo cual leen conjuntamente
cada página de la traducción, mientras discu-
ten sobre ciertos modismos rioplatenses. Por
la traducción de la obra de Marty, de unas
setecientas páginas, reciben mil doscientos ru-
blos, cantidad que les parece “mucha plata”
(Torres Giraldo, 1985, pp. 202-203).
Marty, además de alto funcionario de la Co-
mintern y autor de la obra que ambos traducen,
será una figura influyente en la redacción en
lengua española de Ediciones Europa-Améri-
ca en Moscú, que desarrollará parte de su acti-
vidad en París y posteriormente en Barcelona,
tras la proclamación de la ii República (Elorza
y Bizcarrondo, 1999, p. 86).
Marcos Rodríguez-Espinosa342La traducción en la historia iberoamericana del libro, la edición y la lectura
4. Conclusiones
Los libros de viaje a la urss ofrecen una ima-
gen del visitante extranjero en un espacio
inexplorado de traducción, en el cual, hasta en
las calles de las ciudades, los signos del poder
zarista han sido sustituidos por nuevos sím-
bolos que escribirán la historia de un régimen
político de vocación internacionalista.
El desconocimiento del idioma ruso constitu-
ye el principal escollo de los viajeros a la hora
de comunicarse, para lo que recurren a len-
guas intermedias como el francés o el alemán,
de mayor o menor utilidad en función de la
situación política internacional, o establecen
relaciones de dependencia con intérpretes, en
principio seleccionados por las autoridades
soviéticas.
Las crónicas de los viajeros iberoamericanos
dotan además de visibilidad a toda una nómi-
na de mediadores lingüísticos, entre ellos al-
gunas mujeres, que o bien describen la urss
como el “paraíso del proletariado”, o velada-
mente trasladan al visitante sus desavenencias
con el régimen político derivado de la revo-
lución, por las que pueden ser acusados de
traición.
Los libros de viaje a la urss constituyen un
relevante material de estudio poco atendido
hasta la fecha a la hora de explorar el papel
central de la traducción en tan destacado pe-
riodo histórico de intercambio cultural, sobre
todo en editoriales públicas, pese al creciente
poder de la censura política del Partido Co-
munista, que acabará por centralizar y cerce-
nar la publicación de autores extranjeros.
Los relatos de viajes que firman escritores en
buena medida patrocinados por instituciones
culturales soviéticas como la voks o el morp,
nos ofrecen un variado retrato de prestigio-
sos miembros de la Sociedad de Hispanistas,
como Aleksandr Digkoff Derental, Kons-
tantin Kerzhavin, Sergue S. Ignatov o Fedor
Kelyin, estudiosos y traductores de los princi-
pales autores iberoamericanos, algunos de los
cuales serán víctimas de las purgas de Stalin.
Los viajeros alabarán, por otra parte, el exce-
lente funcionamiento de las innumerables edi-
toriales estatales, en las que el traductor ocupa
un destacado papel, y el escritor se beneficia
de contratos justos y del cobro de derechos de
autor.
Los libros de viaje a la Unión Soviética nos
convierten, además, en observadores pri-
vilegiados del trabajo de las editoriales de-
pendientes de la Comintern y el Instituto
Marx-Engels-Lenin, entidad, esta última, en-
cargada de velar por la integridad de los textos
de los principales teóricos marxistas, y de la
labor de los traductores activistas, represen-
tados en las figuras de Andreu Nin y Julio
Ibáñez, ya sospechosos, a finales de la década
de los veinte, de fidelidades trotskistas, o del
colombiano Ignacio Torres Giraldo, militante
estalinista de nuevo cuño, forjado en la escue-
la leninista.
El testimonio de algunos viajeros constituye
una destacada fuente de información sobre los
privilegios derivados del aprendizaje del ruso
para el militante comunista extranjero, el es-
pacio físico en el que llevan a cabo su labor los
traductores, las editoriales para las que traba-
jan, como Europa-América, con ediciones de
gran difusión en los países de habla hispana, y
los autores de textos políticos que han vertido
y vierten en el momento de entrevistarse con
los visitantes foráneos, que nos permite inclu-
so observar cómo abordan un determinado
proyecto de traducción.
Algunos viajeros tanto españoles como ibe-
roamericanos tendrán, asimismo, oportuni-
dad de conocer a figuras míticas de la literatura
rusa, como Maxim Gorki, y seguir de cerca la
evolución del nuevo canon de autores soviéti-
cos del realismo socialista, muchos de ellos ya
traducidos al español en proyectos editoriales
Traductores e intérpretes en la literatura de viajes a la Unión Soviética
publicada en España e Iberoamérica (1924-1934)343Mutatis Mutandis. Revista Latinoamericana de Traducción Vol. 17, N.°2, 2024, julio-diciembre,pp.326-345
de avanzada de ambos lados del Atlántico,
como el de Cenit, financiados, en muchos ca-
sos, por la Comintern, en el que algunos de
los viajeros estudiados participan en calidad
de autores, traductores y hasta accionistas ma-
yoritarios, como ocurre con el notario Diego
Hidalgo.
Agradecimientos
Queremos agradecer la colaboración de los
responsables del Servicio de Intercambio Bi-
bliotecario de la Biblioteca de Humanidades
de la Universidad de Málaga, de la Biblioteca
Nacional Mariano Moreno (Buenos Aires) y
de la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El
Colegio de México (Ciudad de México).
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Cómo citar este artículo: Rodríguez-Espinosa, M. (2024). Traductores e intérpretes en la lite-
ratura de viajes a la Unión Soviética publicada en España e Iberoamérica (1924-1934). Mutatis
Mutandis, Revista Latinoamericana de Traducción, 17(2), 326-345. https://doi.org/10.17533/udea.
mut.v17n2a05