Marlon Yezid Cortés Palomino1
1Doctor en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor titular de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia. Correo: marlon.cortes@udea.edu.co; https://orcid.org/0000-0002-4126-7655
Recibido: 08-05-2021 / Aceptado: 07-08-2021
El objetivo de este artículo de reflexión, que muestra algunos resultados finales de la tesis doctoral que lleva por nombre El centro comercial como técnica de gobierno en la ciudad de Medellín, es argumentar la hipótesis según la cual la racionalidad divertida estructura las apuestas educativas de los centros comerciales de la ciudad. Su enfoque investigativo es la teoría fundamentada, en tanto que el punto de partida es el trabajo de campo, a partir del cual se construye el concepto de ‘racionalidad divertida’. Con este fin, primero se describen dichas apuestas, para luego construir reflexiones académicas, teniendo como base la noción de ‘dispositivo’ de Foucault y el trabajo de campo realizado. La principal conclusión habla de que estas apuestas educativas le dan consistencia a una racionalidad de infantilización en la cual la diversión, en tanto hiperestimulación sensorial, está en el centro.
Palabras clave: pedagogía, centros comerciales, felicidad, entretenimiento, racionalidad.
The purpose of this reflection article, which shows some of the final results of the doctoral thesis titled The Shopping Center as a governmentality technique in the city of Medellín, is to proffer the hypothesis according to which entertaining rationality structures the educational intents of the shopping malls in the city. Its research approach is the grounded theory, while the starting point is the field- work, from which the concept of ‘entertaining rationality’ is coined. To this end, these intents are first described, and then, based on Michel Foucault’s notion of ‘dispositive’ and the respective fieldwork carried out, academic reflections are constructed. The main con- clusion is that these educational intents give consistency to a rationality of infantilization in which fun, as a multi-sensory hyperstimulation, is at the center.
Keywords: pedagogy, shopping centers, happiness, entertainment, rationality.
Este artículo, que presenta resultados de una investigación terminada, tiene un trabajo de campo situado en los centros comerciales de Medellín, más específicamente, en los espacios que allí se presentan usando elementos que, pese a estar por fuera de la institución educativa, hacen parte de lo que Runge y Muñoz (2012) llaman praxis educativa:
La educación como praxis resulta entonces del hecho de que el ser humano, en tanto ser imperfecto, es la única criatura necesitada y capaz de educación. (…) La educación, en ese sentido, es la praxis de los humanos adultos para con los que están en crecimiento —o para los que necesitan de educación—, (…) ligada a unos procesos formativos (p. 80).
De este modo es que se hace legítimo tomar como un asunto educativo estos espacios de los centros comerciales, en los cuales aparece la intención de una praxis educativa en tanto que se quiere formar —especialmente a los niños— en ciertos asuntos que, a juicio de estas empresas, son de interés para ellos.
La tesis doctoral de la que se desprende este texto construye su estado
del arte alrededor de las investigaciones que articulan los centros
comerciales y las infancias. Para este artículo en particular, es
importante mencionar que algunos de dichos trabajos tratan lo educativo
como una dimensión desde la cual se pueden analizar los centros
comerciales. Haré alusión a tres de ellos, los dos primeros de la misma
autora (Dias, 2002; 2010; Cuervo y Giraldo, 2020). El texto de 2002 de
Dias presenta las primeras elaboraciones de la autora,
en las que se está preguntando por la relación entre los centros
comerciales y los niños, sin llegar aún a focalizarse en lo que son los clubes
de criança2, que es el tema central
del segundo trabajo. Es una ponencia en la cual constata que “estamos
destinando lugares às crianças em shopping centers”3,
lo que trajo como consecuencia que los dueños de estos locales cambiaran
el perfil de los jóvenes que cuidaban a los niños; ya no eran simplemente
recreacionistas, sino también estudiantes en formación para ser maestros.
El núcleo del artículo tiene que ver con el reconocimiento del centro
comercial como un espacio alterno a la escuela con ciertas características
educativas.
La pregunta central del segundo texto (Dias, 2010) se enfoca en las prácticas puestas en operación en los clubes de criança, dedicados a cuidar niños al interior de los centros comerciales. La autora se cuestiona por las conexiones entre el espacio y las prácticas disciplinarias que allí acontecen, confirmando la idea de que, si bien es cierto que los centros comerciales funcionan bajo una directriz que promulga la libertad como un ideal, también es cierto que este enfoque convive con prácticas disciplinarias propias de la escuela moderna. Cabe destacar que los dos textos tienen un marco teórico explícitamente foucaultiano.
El tercer texto que está bien referenciar es el de Cuervo y Giraldo (2020), que se centra específicamente en el caso Divercity4 y consigue develar el trasfondo formativo que tiene este negocio al interior de los centros comerciales en Colombia. Dos expresiones me llaman la atención alrededor de las prácticas educativas que allí acontecen: “procesos de formación-diversión” y la referencia a este negocio como un “espacio educativo diver-consumista”. Los autores no profundizan en el primer elemento, pero sí en el segundo, que es su tesis central; lo que plantean, entonces, es que Divercity hace parte de una oferta neoliberal para los niños en la cual se favorecen procesos de formación en la vía de convertirlos en sujetos que consumen.
Este proyecto de investigación se realizó desde un enfoque cualitativo ya que la puerta de entrada fue un análisis alrededor de las relaciones entre los centros comerciales y los niños. La recolección de información se hizo visitando estos establecimientos para hacer un registro fotográfico de todo lo que aparece allí que se pueda entender como una oferta educativa. Además de eso, se hicieron unas entrevistas a personas que trabajan en el centro comercial o que visitan con cierta frecuencia estas espacialidades en la ciudad de Medellín.
Para la codificación de los archivos la apuesta metodológica fue la teoría fundada, propuesta por Strauss y Corbin (2016):
[Es una] teoría derivada de datos recopilados de manera sistemática y analizados por medio de un proceso de investigación. En este método, la recolección de datos, el análisis y la teoría que surgirá de ellos guardan estrecha relación entre sí (p. 13).
Los datos para estos autores es lo que en el proyecto se llama archivos, los cuales se recopilan de manera sistemática y se analizan para finalmente producir una teoría que, nominada al final del proceso, sería lo que nos sirvió como título para el texto, es decir: La racionalidad divertida en las apuestas educativas de los centros comerciales de la ciudad de Medellín.
El camino entre los datos y el concepto se hizo con un procedimiento de codificación que dio como producto la identificación de los juegos de poder y saber propios de los dispositivos de gobierno que, para el caso de esta investigación, son los centros comerciales. En la interacción entre poderes y saberes emergió lo que nominamos como racionalidad divertida en el núcleo de la oferta educativa de los centros comerciales.
En este apartado se muestra la oferta de los centros comerciales para los niños en el ámbito educativo representada en: a) espacios escolares en los centros comerciales, b) el diseño de principios pedagógicos para ciertos parques infantiles, y c) salidas pedagógicas de escuelas a los centros comerciales.
Según Narodowski (1994), la noción de infancia surge en la Modernidad, muy cercana al nacimiento de la pedagogía. La consecuencia de esa primera noción es la necesidad de convertir al niño en adulto y, para ello, hay que manejarlo, manipularlo, darle forma. Entonces, esos cuerpos dóciles se vuelven objeto de la pedagogía (para sus estudios) y de la educación (para intervenir en la escuela). Hay que adaptar los niños a la sociedad y la herramienta fundamental para dicho objetivo es la escuela.
Los centros comerciales no se ajustan del todo a los presupuestos modernos de la educación enunciados de manera sintética en el párrafo anterior. De hecho, podrían ser analizados a partir de lo que Deleuze (2006) llama la sociedad de control, entendida como una sociedad gobernada en espacios abiertos y libres. Pero es necesario entender que, si bien estas espacialidades son deleuzianas, eso no significa que no tengan nada de escolar. De hecho, al interior de estos negocios se pueden encontrar talleres infantiles con una clara estructura escolar.
Figura 1
Taller infantil en el Parque Comercial Florida


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Escuela tradicional |
Educación en los centros comerciales |
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Disposición espacial |
Las sillas están distribuidas según un plano cartesiano, forman filas y columnas, y al frente está el maestro. La decoración del espacio suele ser seria, pocas cosas llamativas para que la atención del alumno no se disperse del centro que es el maestro y lo que él tiene por decir. |
Suelen no tener un orden específico. Las sillas pueden moverse en el límite que se configura para el taller. La decoración del espacio, por lo general, está llena de colores, di- bujos y personajes fantásticos. |
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Maestro |
Pretende tener un poder disciplinario sobre la atención de los niños. Para ello, recuerda la importancia de los ideales y, consecuentemente, con ello quiere conducir a los niños mediante premios y castigos. |
En principio, no se le llama maes- tro, tiene otros nombres como ‘tallerista’ o ‘recreacionista’. Su poder para llamar la atención suele ser porque canta o porque tiene un disfraz muy llamativo, o por el tono dulce de la voz. |
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Padres |
Los padres no tienen mucho lugar en la escuela tradicional. La autoridad está firmemente delegada a los maestros. |
Los padres están dentro del espacio del taller, le ayudan al niño a hacer la actividad y muchas veces son intérpretes para el niño de lo que el tallerista propone. |
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Conocimientos |
Los contenidos que se imparten en la escuela tradicional están alineados con currículos oficiales que buscan el aprendizaje, usualmente memorístico, de los alumnos. |
Lo que se aprende en estos talleres suele estar relacionado con el arte, la creatividad, el color, el dibujo y los cuentos fantásticos. |
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Evaluación |
Tiene parámetros específicos a partir de los conocimientos que se pretenden transmitir. La memoria es la habilidad que más se evalúa. |
Se podría decir que no existe o que su existencia se limita a decir que todo lo que hacen los niños “está muy bonito”. |
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Cuando uno lleva a los niños a los jueguitos de maquinitas, de moneditas… ellos sienten felicidad de hacer lo que se hace en el jueguito y el papá o la mamá se siente muy bien, ellos se sienten felices porque les están dando felicidad a sus hijos. Esa experiencia que le genera a la niña no tiene el precio que valen los cincuenta mil pesos que se gastan recargando la tarjeta. Vale mucho más porque ¿cuánto vale la felicidad de una persona? (Entrevista 6, 26 de enero de 2018).
En esta cita todo el tiempo se utiliza la palabra ‘felicidad’ (la entrevistada la menciona cuatro veces), pero siempre haciendo referencia a la experiencia que tiene su hija usando los juegos de un parque infantil. Ella, por lo menos en este párrafo, no hace ninguna diferencia entre diversión y felicidad. Es felicidad lo que siente su hija en los jueguitos, es felicidad lo que sienten los padres al ver feliz al hijo y es felicidad lo que compra con los cincuenta mil pesos que vale recargar la tarjeta para entrar al parque. En esta mamá el asunto no se trata de sinonimia, se trata de que ha comprendido que la experiencia del parque infantil del centro comercial es la felicidad. Y esta no es otra cosa sino la combinación de colores, ruido, juego competitivo, comida dulce, personajes fantásticos, consumo, individualismo... lo que un papá entrevistado bien llamó hiperestimulación multisensorial envolvente.
Primero, si bien el concepto hiperestimulación multisensorial envolvente aparece cuando el papá habló de la experiencia con su hija en un parque infantil de un centro comercial, en el análisis de los archivos del trabajo de campo surgió que es posible nombrar la experiencia centro comercial de ese modo. Es decir, entrar a un centro comercial es pasar por una experiencia de hiperestimulación multisensorial envolvente. Son varios los elementos que nos ayudan a validar esta afirmación:
• Hiperestimulación visual: el uso de los colores y luces no es arbitrario o ingenuo. El objetivo es estimular la retina para captar la mirada del cliente.
• Hiperestimulación sonora: los centros comerciales tienen una contaminación auditiva particular, pero hay dos sitios en donde esto sucede de manera particular: las zonas de comidas y los parques infantiles. Los dos espacios se saturan de ruido y son precisamente los más visitados por los niños.
• Hiperestimulación del gusto: la gastronomía de los restaurantes que preparan comida rápida le apuesta a este elemento. Mucha azúcar, mucho carbohidrato, mucha sal, mucha grasa, todos elementos presentes, por ejemplo, en una Cajita Feliz de McDonald’s: pan, papa, salsas, grasa y azúcar en la bebida.
La reflexión en este punto no tiene que ver con un asunto orgánico, ni meramente biológico en el nivel de la percepción. La hiperestimulación mul- tisensorial envolvente tiene que ver con ciertos ideales infantilizados alrededor de la felicidad, que se convierten en modelos a partir de los cuales se favorecen los procesos de identificación para todos los que visitamos estos espacios. He aquí el eje de la apuesta formativa de un centro comercial.
El paso de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control se configura cuando el gobierno de los sujetos opera, no por la vía de la fuerza cuerpo contra cuerpo, sino por la vía de la seducción y, por lo tanto, por la vía del ejercicio de la libertad. Casi todo lo que sucede en un centro comercial tiene las dinámicas de las sociedades de control de Deleuze, pues ir y volver al centro comercial es un acto de libertad de un sujeto. Pero, dicho sujeto no es una tabula rasa, sino que está, digámoslo así, formado para experimentar como algo valioso y elegible la hiperestimulación multisensorial envolvente. Entre la oferta del centro comercial y el sujeto que la elige hay una relación moebiana, ya que no es posible identificar con claridad quién está antes entre el sujeto y la oferta. Es decir, el centro comercial produce sujetos particulares, pero el centro comercial es producido a su vez por sujetos. Esa es la relación moebiana entre sujeto y sociedad, el sujeto es formado por la sociedad que a la vez es formada por los sujetos.
Las entrevistas que se hicieron a los gerentes de centros comerciales no fueron en la vía de pensar que ellos eran los creadores de la racionalidad divertida, sino que ellos también están atravesados por dicha racionalidad. En el mismo sentido, los niños no fueron entrevistados para ubicarlos como pasivos frente a la situación, sino como sujetos que demandan ciertas cosas de los centros comerciales; por eso, de acuerdo con la noción de dispositivo, el esquema educativo no consiste en que por un lado estén los adultos maquinando las estrategias y por el otro los niños recibiendo las mismas. Con la noción de dispositivo, la relación de los sujetos con los centros comerciales es del mismo tenor que la relación de los sujetos con la sociedad: compleja y sin posibilidad de ubicar a un actor en el lugar de la causa primera.
Finalmente, ¿en un centro comercial suceden procesos formativos para los niños? Sí, para los niños y para todo mundo, en la vía de formar sujetos que eligen la hiperestimulación multisensorial envolvente.
El símbolo claro de la diversión/felicidad en esta espacialidad es la carita feliz. Llama la atención que, por lo menos en Colombia, el símbolo sea siempre referido utilizando el diminutivo: carita feliz. Es un símbolo que entraña una cierta infantilización alrededor de lo que es la felicidad y que está presente de manera reiterativa en el modelo de sujeto que ofrecen los centros comerciales. En las Figuras 8 y 9 se presentan ejemplos de ello.
Figura 8
Sticker que les regalan a los niños después de un taller en el centro
comercial Santafé (Medellín, 23 de mayo de 2017)

Figura 9
Carita feliz en la fachada del parqueadero del centro comercial Oviedo
(Medellín, 25 de junio de 2017)

El primer ejemplo, muy articulado al tema del presente texto, es un sticker que les pegan en el pecho a los niños después de haber participado en un taller en esos espacios que hacen la simulación de una escuela. También es una práctica recurrente (en Colombia) de algunos profesores en el nivel del preescolar, que al final de la jornada les pongan, ya sea en un cuaderno o en la mano, un sello que representa una carita feliz o una carita triste. Ya en esa práctica escolar aparece un elemento presente en las reflexiones que filósofos y sociólogos hacen alrededor de la felicidad: el imperativo de ser feliz (Baudrillard, 2009), sin olvidar que esa noción de felicidad se desliza semánticamente hacia la diversión, o lo que es lo mismo, hacia la carita feliz. He aquí la infantilización de la felicidad de las propuestas educativas de los centros comerciales.
El segundo ejemplo, es una gran carita feliz en la fachada del parqueadero de uno de los más importantes centros comerciales de la ciudad. ¿Por qué razón una carita feliz en la fachada de un parqueadero? En principio, no hay razón para ello, se les ocurrió que sería un buen adorno, punto. Aquí aparece la carita feliz aparentemente como un signo suelto, pero la verdad es que está articulado claramente a la racionalidad divertida de los centros comerciales.
En medio del gris del edificio, irrumpe la gran carita feliz como recordatorio de ese imperativo que cada vez aparece con más claridad en la sociedad y, más específicamente, en los centros comerciales.
La historia del nacimiento de la carita feliz añade un elemento importante. En 1963, el diseñador gráfico Harvey Ross Ball creó este símbolo para la State Mutual Life Assurance Company con el fin de incrementar la moral de los empleados en un momento de crisis de la empresa. El elemento que se añade es el económico. Es decir, no es solo un asunto de sonrisas, sino de creer que con la sonrisa lo económico funciona mejor. Este punto se ve claramente reforzado con algo que nos dice el gerente de un centro comercial: “Yo le traigo la filarmónica al adulto contemporáneo, al señor maduro. Es una narcosis, te narcotiza tanto talento. Es como tomarse dos aguardientes seguidos. Y ese es el estado de ánimo ideal para activar la compra” (Entrevista 11, 13 de febrero de 2018).
Las experiencias subjetivas que propicia un centro comercial tienen como objetivo activar la compra, entonces, algo tan sublime como escuchar música clásica se convierte en una herramienta para cumplir los objetivos económicos del negocio. Algo tan complejo como la felicidad se infantiliza, reduciéndolo a una sonrisa y a una herramienta para activar la compra.
Una cita del texto Happycracia (Cabanas e Illouz, 2019) es un buen inicio para este último apartado:
La felicidad. Por eso el presente capitalismo no ha de entenderse solo como un sistema que habla de un sujeto consumidor, siendo ésta una perspectiva clásica y demasiado simple. Hablamos más bien de un neosujeto (Laval y Dardot, 2013), entendido como el sujeto de las prácticas que se estructuran bajo la racionalidad neoliberal. Es decir, no es solo un asunto de consumismo, en el cual un sujeto se relaciona con objetos; es un asunto que tiene implicaciones subjetivas, desarrolladas por estos autores cuando plantean que el sujeto es un empresario de sí. Esta noción tiene muchas dimensiones15, pero el enfoque de este artículo es el dispositivo de rendimiento/goce, que se amplía a continuación.
El neosujeto es el hombre que compite, que rinde, y en ello encuentra satisfacción. Por eso, los parques infantiles no son solo pantallas, sino aparatos que les producen sensaciones fuertes y que, además, introducen el componente de la competencia, en busca de la satisfacción por ganar. De hecho, hace algunos años, los deportes extremos llegaron a los parques infantiles, ya que el principio fundamental de este dispositivo es el exceso y la superación de uno mismo. Lo que se requiere de este neosujeto es que produzca cada vez más, exigiéndose al máximo, y que al mismo tiempo goce cada vez más. He aquí el punto de anclaje entre la racionalidad divertida que ofrecen los centros comerciales y el dispositivo rendimiento/goce de la racionalidad neoliberal: la hiperestimulación multisensorial envolvente como oferta. Y para conseguir dicha estimulación se les ofrece a los niños juegos ambientados con música de alto volumen, luces de discoteca y mucho movimiento.
Pensar que lo que buscan los procesos educativos es convertir a los niños en adultos es acorde con aquella idea freudiana según la cual la educación busca fundamentalmente transformar en el niño el principio del placer por el principio de realidad. En un centro comercial, el proceso educativo empuja más bien a lo que el mismo Freud llama un más allá del principio del placer; es decir, que el ideal no es el equilibrio homeostático, sino la intensificación, el vivir siempre en el exceso, en la pasión, en el esfuerzo por superarse cada vez más. Esto está representado claramente en la hiperestimulación multisensorial envolvente, que Laval y Dardot (2013) definen como “estimulación intensiva como fuente energética primordial” (p. 366). En síntesis, la happycracia, no solo presente en los centros comerciales, produce sujetos que buscan vivir al límite todo el tiempo.
Las espacialidades que habitan los niños no son neutras, son elementos de peso al momento de reflexionar sobre su formación16. Pensar que la diversión está en el centro de la apuesta escolar de los centros comerciales nos lleva a investigar no solo sobre estas espacialidades, sino también sobre ciertas posturas de maestros y padres de familia que evalúan su labor a partir del binomio divertido/aburrido. Muy seguramente esto no tenga que ver con alguna propuesta académica, pero es una práctica educativa digna de ser investigada bajo la hipótesis: “usar las palabras divertido/aburrido en la escena escolar tiene que ver con imaginarios acerca de lo que es un buen maestro atravesados por una racionalidad que está invadida por el imperativo a la felicidad”.
Cuando se piensa en la diversión como oferta central de los centros comerciales, no es posible desarticular este asunto del tema económico. Las juntas directivas de estos negocios evalúan y proponen actividades según el rendimiento económico que obtienen, por eso, su objetivo es mantener contento al cliente para que vuelva todas las semanas a comprar. Desde esta perspectiva, una de las personas entrevistadas mencionó que “el niño es un gancho” para atraer clientes “con billetera”, así que articular lo educativo al negocio cumple la misma función. Como dato curioso para las personas que no viven en Colombia: en los centros comerciales se celebran misas católicas todos los domingos, entonces, tanto los niños, como la educación y la religión cumplen la misma función: son un gancho para las billeteras de los clientes.
El siguiente paso en la investigación puede ser identificar de qué modo esta racionalidad divertida hace presencia en las aulas de clase en los diferentes niveles de formación escolar. Tal vez nos encontremos con que la happycracia también llegó a las aulas de clase, no por la vía de algún autor famoso, sino por las prácticas cotidianas en las cuales la dimensión subjetiva de quienes participan de la escena juega un papel importante.
2 Clubes de niños: negocio dedicado a cuidar niños en los centros comerciales mientras los padres de familia hacen sus diligencias en el lugar.
3 Traducción no autorizada por el autor: “Estamos destinando lugares para los niños en los centros comerciales”.
4 Negocio que se ubica únicamente dentro de ciertos centros comerciales.
5 Esta hipótesis de la racionalidad divertida no es un asunto previo a la investigación, es un producto de cinco años de trabajo
6 Estos eran los principios pedagógicos que formulaba Divercity.
7 La idea de Lipovetsky (2007) es que el consumo en el presente es un “agente infantilizador de los adultos” (p. 64).
8 Solo hay una excepción: la oferta que se les hace a los bebés de brazos a quienes, en vez de hiperestimularlos sensorialmente, pretenden tranquilizarlos para que duerman.
9 Para pensar las articulaciones entre el color y la infancia el lector puede profundizar leyendo los siguientes textos: Psicología del color. Cómo actúan los colores sobre el sentimiento y la razón (Heller, 2008), Arte del color. Aproximación subjetiva y descripción objetiva del arte (Itten, 1975), El significado de los colores (Ortiz, 2011), Usos, creencias y aplicaciones acerca del color (Ortiz, 2014), y El color como herramienta para el diseño infantil (Peña, 2010).
10 Disponible en: https://www.dinero.com/edicion-impresa/negocios/articulo/juego-ninos-negocio-grandes/29546. Fecha de descarga: 9 de mayo de 2018.
11 Dado que este tema excede el objetivo de este artículo, pues su interés es la espacialidad del centro comercial, solo es mencionado para mostrar la capacidad que tiene la racionalidad divertida para permear otros espacios.
12 Término acuñado por Cabanas e Illouz (2019).
13 Tweet del centro comercial Santafé (Medellín, 15 de enero de 2017).
14 Énfasis agregado.
15 Entre ellas están: la competencia como cultura, la autogestión para realizarse uno mismo, la transformación del trabajador en mercancía, el ocio como consumo, el riesgo como estilo de vida, la monetarización de la vida, etc.
16 Este artículo se deriva de los estudios denominados giro espacial y geografías de la infancia, que fueron parte del estado del arte de la tesis doctoral del autor.
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