Editorial

Amaya Querejazu Escobari

Profesora adscrita a la Universidad de Antioquia, Colombia. Correo electrónico: amaya.querejazu@udea.edu.co ORCID: 0000-0001-9565-9083

Doi: 10.17533/udea.esde.v74n163a01

Cuando la revista Estudios de Derecho publicó su primer número en octubre de 1912, estableció en un proemio las razones de su fundación y sus propósitos. Se afirma en ese texto que la revista fue fundada con el fin trascendental de obtener las “más puras nociones jurídicas y sociales y a hacer servir esas nociones al hombre y a la sociedad, pasando al campo real, del ideológico”, dando a entender que la generación de cono- cimiento no solamente enaltece la profesión, sino que su divulgación contribuye a transformar el país y la humanidad.

Han trascurrido ciento cinco años y pese a que es posible afirmar que el espí- ritu con el que se creó la revista se mantiene vivo, las reglas de juego han cambiado drásticamente las maneras de llevar a cabo esa labor de aportar a la construcción del conocimiento, de mantener vivos los debates, la discusión y la crítica. Sumidos como estamos en un mundo permeado por el capitalismo, estas prácticas no logran escapar ya de las lógicas del mercado y hablamos de la producción e intercambio de conocimiento como un producto de valor agregado, donde se privilegia el conocimiento especializado, preferiblemente científico y académico, por encima de otros saberes. Tanto la producción como el intercambio de conocimientos están sometidos a una dura competencia y en el camino teorías, reflexiones y hallazgos se convierten en bienes intercambiables o commodities que se esencializan. A su vez, la capacidad intelectual y reflexiva de los autores se “mide” a través de variables que no necesariamente apre- henden la calidad de su aporte, sino más bien su popularidad. En una era de consumo masivo, el conocimiento también se consume y las preferencias del mercado se miden a través de softwares que cuantifican el flujo del conocimiento a través de su citación. Nada describe mejor esta situación que el nombre del programa de Hazling Publish or Perish (publica o perece) diseñado como motor de búsqueda para identificar el índice de citaciones de autores y artículos combinando diferentes fuentes de datos (entre ellos los que arrojan Google Scholar, Crossref, Web of Science o Scopus) y que también facilita la construcción de metadatos, clave para que la información viaje más fluidamente en el mundo virtual de la era digital.

Hoy en día las revistas están inmersas en esas prácticas y es muy fácil perder de vista, en esa lógica de competencia a escala global, que el conocimiento también tiene la capacidad de transformar la realidad e impactar en procesos concretos como la toma de decisiones, el diseño e implementación de políticas públicas y la creación o adaptación de legislación y que esto afecta a cada vez más personas. Si bien es complejo establecer nexos causales, esos también deberían tenerse en cuenta como criterios de medición.

Todo esto se da en un contexto global mucho más amplio y complejo, marcados por fuertes reivindicaciones nacionalistas, identitarias y religiosas, por la judiciali- zación de la política y de la protesta, por la radicalización de las luchas, por serios retrocesos en materia de garantía de derechos y del debilitamiento de importantes procesos de democratización, por pretender garantizar la seguridad con políticas de mayor vigilancia y a costa del sacrificio de la libertad; por la pérdida del sentido y las búsquedas de significado en un mundo desencantado. La corrupción, persecución e intolerancia y otras formas de violencia están presentes en todas las latitudes y en todas las dimensiones de la vida, y ya no es posible afirmar que el Norte Global es un referente o modelo a seguir por parte del Sur Global.

En los últimos años hemos sido testigos de importantes sacudones políticos, económicos y sociales que no solo nos desbordan porque no logramos explicarlos del todo, sino porque nos dejan la abrumadora sensación de frustración ante el fracaso o la imposibilidad de resolver problemas que nos aquejan como humanidad. El cambio climático, la pobreza extrema, la violencia y la inseguridad son solo algunos ejemplos. Las promesas liberales del fin de la Guerra Fría y del orden mundial establecido a mediados del siglo pasado han sufrido importantes reveses en los últimos años y comienzan no solo a hacer visibles las fisuras de dicho orden, sino que dejan un vacío que aparentemente no puede ser llenado por otras alternativas deseables. Nuestros marcos comprensivos son puestos a prueba y muchas veces se muestran frágiles ante la fuerza de las realidades que nos toca vivir. Incertidumbre, crisis y posverdad son palabras utilizadas con frecuencia para describir los fenómenos que vivimos. Colom- bia, en un contexto de posconflicto, no es ajena a toda esta complejidad, al contrario, se ve profundamente afectada por ella en un momento en el que enfrenta uno de los desafíos más importantes de su historia: construir paz.

Estos escenarios nos plantean importantes retos, pero también nos recuerdan que las crisis y las incertidumbres son una fuente creativa del conocimiento, pues nos hacen plantear otro tipo de preguntas y reflexionar y proponer nuevas teorías. También nos recuerdan que tenemos una enorme responsabilidad de ver en el conocimiento que construimos o al que aportamos a través de nuestras investigaciones, un motor transformador de nuestras sociedades.

Es aquí donde revivir y volver al origen, recordar las razones por las que se emprende un proyecto o una labor como la de dar vida a una revista nos recuerda ese fin último, ese impacto que ella puede tener en cambiar la realidad y pensarnos como seres humanos. De ahí la importancia de reafirmar la necesidad de poner el conocimiento al servicio de fines más nobles y amplios que el reconocimiento a través de las citaciones y de recordar que las discusiones académicas no deben quedarse en el ámbito académico, sino que también deben llegar a las sociedades —sin duda cada vez más complejas y plurales—, y servir de herramienta para la construcción y proposición de alternativas.

Eitorial

Amaya Querejazu Escobari

When the Estudios de Derecho journal published its first issue in October 1912, it established in a prologue the reasons for its founding along with its purposes. It is stated in that text that the journal was founded with the transcendental aim of obtain- ing the “purest legal and social notions as well as to make those notions serve both man and society, moving to the real ideological field”, implying that the generation of knowledge not only enhances the profession, but its dissemination contributes to transform both the country and humanity.

One hundred and five years have passed and although it is possible to assert that the spirit with which the journal was created is still alive, the rules of the game have changed drastically the ways of carrying out this work of contributing to the construc- tion of knowledge, of keeping the debates, discussion and criticism alive. Immersed as we are in a world permeated by capitalism, these practices are no longer able to escape the logic of the market and we speak of the production of knowledge as a product  of added value, where specialized knowledge, preferably scientific and academic, is privileged above other knowledge. Both the production and exchange of knowledge are subject to stiff competition and in the process theories, reflections and findings become interchangeable goods or commodities that are essentialized. In turn, the intel- lectual and reflective capacity of the authors is “measured” through variables that do not necessarily capture the quality of their contribution, but rather their popularity. In an era of mass consumption, knowledge is also consumed and market preferences are measured through software that quantifies the flow of knowledge through its citation. Nothing describes this situation better than the name of the Hazling “Publish or Perish” designed as a search engine to identify the index of citations of authors and articles by combining different data sources (including those offered by Google Scholar, Crossref, Web of Science or Scopus) and that also facilitates the construction of metadata, key for the information to travel more fluidly in the virtual world of the digital age.

Nowadays, journals are immersed in these practices and it is very easy to lose sight, in this competition logic on a global scale, that knowledge also has the capacity to transform reality and impact specific processes such as decision-making, design and implementation of public policies and the creation or adaptation of legislation and that this affects more and more people. Although it is complex to establish causal links, these should also be taken into account as measurement criteria.

All this occurs in a much broader and more complex global context, marked by strong nationalist, identity and religious claims, by the judicialization of politics and protest, by the radicalization of struggles, by serious setbacks in terms of guarantee of rights and the weakening of important processes of democratization, for seeking to guarantee security through policies of greater vigilance and at the cost of the sacrifice of freedom; for the loss of meaning and the search for meaning in a disenchanted world. Corruption, persecution and intolerance and other forms of violence are present in all latitudes and in all dimensions of life, and is no longer possible to affirm that the Global North is a reference or model to be followed by the Global South.

In recent years we have witnessed substantial political, economic and social shocks that only overwhelm us because we fail to explain them all, but because they leave us with the overwhelming sense of frustration at the failure or the impossibility of solv- ing problems that afflict us as humanity. Climate change, extreme poverty, violence and insecurity are just some examples. The liberal promises of the end of the Cold War and the world order established in the middle of the last century have suffered major setbacks in recent years and begin not only to make visible the fissures of that order, but leave a void that apparently cannot be filled by other desirable alternatives. Our comprehensive frameworks are put to the test and are often fragile in the face of the realities that we live. Uncertainty, crisis and post-truth are words often used to describe the phenomena we live. Colombia, in a post-conflict context, is not immune to all this complexity; on the contrary, it is deeply affected by it at a time when it faces one of the most meaningful challenges in its history: building peace.

These scenarios posit paramount challenges, but they also remind us that crisis and uncertainties are a creative source of knowledge, since they make us pose other types of questions and reflect and propose new theories. They also remind us that we have an enormous responsibility to see in the knowledge that we build or that we contribute through our research, a transforming engine of our societies.

This is where reviving and returning to the origin, keeping in mind the reasons why a project or a task such as the life of a journal is undertaken reminds us of that ultimate goal, the impact that it can have on changing reality and thinking of ourselves as human beings. Hence the importance of reaffirming the need to put knowledge at the service of nobler and broader goals than recognition through citations and to recall that academic discussions should not remain in the academic sphere1, but should also reach the societies – no doubt more and more complex and plural -, and serve as a tool for the construction and proposal of alternatives.

Editorial

Amaya Querejazu Escobari

Quando a revista Estudios de Derecho publicou o seu primeiro número em outubro de 1912, estabeleceu em um proêmio as razões da sua fundação e os seus propósitos. Afirma-se nesse texto que a revista foi fundada com o intuito transcendental de obter as “mais puras noções jurídicas e sociais e fazê-las úteis ao homem e à sociedade, passando ao campo real, do ideológico”, dando a entender que a geração de conhecimento não só exalta a profissão, mas também sua divulgação contribui para transformar o país e a humanidade.

Tendo transcorrido cento e cinco anos e ainda que seja possível afirmar que o espírito com o que foi criada a revista mantém-se vivo, as regras do jogo mudaram radicalmente as maneiras de realizar este trabalho de contribuir para a construção do conhecimento, de manter vivos os debates, a discussão e a crítica. Atolados como estamos em um mundo permeado pelo capitalismo, estas práticas já não conseguem escapar das lógicas do mercado e fala-se da produção e intercâmbio de conhecimento como um produto de valor agregado, onde é privilegiado o conhecimento especializado, preferivelmente científico e acadêmico, por em cima de outros saberes. Tanto a produção como o intercâmbio de conhecimentos estão submetidos a uma dura concorrência e ao longo do caminho teorias, reflexões e des- cobertas se tornam bens intercambiáveis ou commodities que se essencializam. Por sua vez, a capacidade intelectual e reflexiva dos autores é “medida” através de variáveis que não necessariamente apreendem a qualidade da sua contribuição, mas sim a sua popularidade. Em uma era de consumo massivo, o conhecimento também se consome e as preferências do mercado se medem através de softwares que quantificam o fluxo do conhecimento através da sua citação. Nada descreve melhor esta situação do que o nome do programa de Hazling Publish or Perish (publicar ou perecer) criado como motor de busca para identificar o índice de citações de autores e artigos combinando diferentes fontes de dados (entre eles os que apresentam Google Scholar, Crossref, Web of Science ou Scopus) e que também facilita a construção de metadados, elemento essencial para que a informação viaje mais fluidamente no mundo virtual da era digital.

Na atualidade as revistas estão imersas nessas práticas e é muito fácil perder de vista, nessa lógica de concorrência a escala global, que o conhecimento também tem a capacidade de transformar a realidade e impactar em processos concretos como a tomada de decisões, a criação e implementação de políticas públicas e a criação ou adaptação de leis e que isso afeta cada vez mais pessoas. Embora seja complexo estabelecer nexos causais, eles também deveriam ser levados em consideração como critérios de medição.

Tudo isto acontece em um contexto global muito mais amplo e complexo, marcado por fortes reivindicações nacionalistas, identitárias e religiosas, pela judicialização da política e do protesto, pela radicalização das lutas, por graves recuos em matéria de garantia de direitos e do enfraquecimento de importantes processos de democratização, por pretender garantir a segurança com políticas de maior controle e à custa do sacrifício da liberdade; pela perda do sentido e da busca de significado em um mundo desiludido. A corrupção, perseguição e intolerância e outras formas de violência estão presentes em todas as latitudes e em todas as dimensões da vida, e agora não é mais possível afirmar que o Norte Global é um referente ou modelo a seguir pelo Sul Global.

Durante os últimos anos temos sido testemunhas de importantes abaladas políticas, econômicas e sociais que não só nos ultrapassam porque não conseguimos explicá-las totalmente, mas também porque nos deixam a angustiosa sensação de frustração diante do fracasso ou a impossibilidade de resolver problemas que nos afligem como humanidade. A mudança climática, a pobreza extrema, a violência e a insegurança são só alguns exemplos. As promessas liberais do fim da Guerra Fria e da ordem mundial estabelecida em meados do século passado sofreram expressivos empecilhos nos últimos anos e começam não só a tornar visíveis as fendas de tal ordem, mas também deixam um vazio que aparentemente não pode ser preenchido por outras alternativas desejáveis. Os nossos quadros compreensivos são testados e muitas vezes parecem frágeis diante da força das realidades que devemos viver. Incerteza, crise e pós-verdade são palavras utilizadas frequentemente para descrever os fenômenos que vivemos. A Colômbia, em um contexto de pós-conflito, não é alheia a toda esta complexidade, pelo contrário, vê-se profundamente afetada por ela em um momento em que enfrenta um dos desafios mais importantes da sua história: construir paz.

Estes cenários nos apresentam importantes desafios, mas também nos lembram que as crises e as incertezas são uma fonte criativa do conhecimento, pois nos fazem propor outro tipo de perguntas e refletir e formular novas teorias. Igualmente nos lembram que temos uma grande responsabilidade de ver no conhecimento que construímos ou para o qual contribuímos por meio de nossas pesquisas, um motor transformador das nossas sociedades.

É aqui onde reviver e voltar à origem, lembrar as razões pelas quais se empreende um projeto ou um trabalho como o de dar vida a uma revista nos lembra esse fim último, esse impacto que ela pode ter em mudar a realidade e pensar-nos como seres humanos. Dali a importância de reafirmarmos a necessidade de pôr o conhecimento ao serviço de fins mais nobres e amplos que o reconhecimento através das citações e de lembrar que as discussões acadêmicas não devem ficar no âmbito acadêmico, mas também devem chegar às sociedades —sem dúvida cada vez mais complexas e plurais—, e servir de ferramenta para a construção e proposição de alternativas.