Mauricio Alejandro Gómez Gómez. Del chontal al ladino. Hispanización de los indios de Antioquia según la visita de Francisco de Herrera Campuzano, 1614-1616. Medellín: Fondo Editorial FCSH, 2015, 190 pp.
Jorge Augusto Gamboa M.* Del chontal al ladino consiste en un análisis de la visita que hizo el oidor Francisco de Herrera Campuzano a los pueblos de indios de la jurisdicción de la Provincia de Antioquia del Nuevo Reino de Granada a comienzos del siglo XVII. A través de este documento, el autor logra reconstruir la situación de estos pueblos en un momento particular de su desarrollo, cuando el proceso de hispanización iba bastante avanzado. Es una mirada sincrónica que pretende captar la situación en un momento preciso, con unos límites cronológicos dados de antemano por la misma fuente. En esa medida poco se nos dice sobre el desarrollo anterior de esta provincia antes de 1614 o después de 1616. Esto no lo menciono porque signifique un problema, sino para advertir cuál es el método de análisis utilizado, muy cercano a los límites impuestos por el documento analizado. También su método expositivo es bastante descriptivo, de modo que la riqueza del trabajo consiste en los interesantes datos que presenta, más que en las interpretaciones que realiza, las cuales se ciñen a grandes rasgos a lo que ya la historiografía ha planteado sobre los temas que presenta.
La estructura de la obra sigue los mismos lineamientos de las tesis que actualmente se realizan en historia. Consta de su respectiva introducción, cuatro capítulos y conclusiones. Todo esto se desarrolla a lo largo de 190 páginas, con algunas tablas y gráficos que sirven de apoyo a los temas que se van presentando. El autor nos informa en la introducción cuál es su objetivo general: “analizar aspectos de la vida indígena en los cuales la ladinización o hispanización jugó un papel esencial en su supervivencia dentro de la sociedad antioqueña” (p. 16). Este proceso de “ladinización” o “hispanización” es concebido como un proceso de incorporación activa de elementos de la cultura occidental, o más bien, castellana, al modo de vida de las sociedades indígenas de la región. En esto, el autor sigue las tendencias contemporáneas sobre el tema del mestizaje cultural y más específicamente toma algunos conceptos e ideas del historiador chileno Jaime Valenzuela, que los ha trabajado para el caso de la población indígena urbana de Santiago en tiempos coloniales. Una observación necesaria en esta sección es que se notan algunos descuidos en términos formales. Por ejemplo, hay un exceso de citas textuales a pie de página, cuyo contenido solo repite lo que ya se dice en el texto y por lo tanto sobran. También se hace un recorrido por una serie de obras historiográficas hispanoamericanas que han tratado temas similares, pero presentado en forma de un listado de libros. Hubiera sido mejor hacer un balance temático, con el fin de que el lector pudiera apreciar en qué estado se encuentra la discusión en estos campos y así poder valorar mejor cuál podría ser el aporte del libro. Por otro lado, el balance se interrumpe abruptamente, sin que haya una conexión con el capítulo que sigue y sin que se explique al lector la forma en que se estructuran los capítulos que vienen ni cuales son los temas que en ellos se van a desarrollar. Por lo tanto no se entiende bien cuál es la lógica que subyace a la organización temática de la obra en los cuatro capítulos en que se ha dividido.
Hay presente en el libro un análisis de todos los datos demográficos que arroja la visita de Herrera Campuzano. Nos muestra la riqueza que tiene esta fuente y que nos obligan a preguntarnos por qué este campo ha sido tan abandonado en las últimas décadas por los investigadores, sobre todo habiendo fuentes tan ricas como esta. Debo anotar que en esta sección también se presentan algunos problemas formales que podrían haberse evitado. En particular, hay una gran cantidad de datos sobre la vida de los funcionarios que participaron en la visita, empezando por el oidor y siguiendo con el escribano, cuya pertinencia no me parece tan clara. Tal vez estas partes habrían podido eliminarse sin que la obra perdiera en calidad. Otro problema que tiene que ver con aspectos más de fondo, es que no es claro el concepto de familia que se utiliza en el análisis. Hubiera sido útil que se le informara esto al lector. Esto es importante ya que muchas afirmaciones parten de asumir un concepto de familia española o indígena que no se explica bien. Por otro lado, también hay que tener cuidado al hablar de estructuras familiares, basándose solamente en la forma en que los escribanos registraron la información en los documentos. Para los españoles era importante, por ejemplo, establecer quiénes eran los hombres cabeza de familia en edad de tributar y así anotaron los datos en los conteos poblacionales, pero eso no quiere decir que esta fuera la verdadera estructura familiar. Una “familia”, ya fuera indígena o mestiza, podía estar compuesta por varios núcleos matrimoniales, o por una diversidad enorme de relaciones entre sus miembros, pero al anotar los datos, los escribanos las dividieron porque su interés no era esa estructura, sino cuántas parejas casadas había o cuantos hombres en edad de trabajar. Sin embargo, a pesar de estas salvedades, me parece que esta parte del libro es muy importante y las estadísticas que aporta muy útiles para emprender futuras investigaciones sobre estos temas. Gracias a eso sabemos la estructura por edades de una población que rondaba las 3,179 almas, donde casi 70% de las parejas estaban casadas, pero tenían pocos hijos (un promedio de uno y medio más o menos), lo cual indica una severa crisis.
Igualmente analiza la forma en que la visita muestra las diferentes modalidades de trabajo en que la mano de obra indígena era utilizada por los encomenderos de la región, al tiempo que se muestran los mecanismos de evangelización utilizados para cristianizarlos. Era una situación similar a la que analizó la investigadora Mercedes López para el caso de las provincias de Tunja y Santafé a finales del siglo XVI y de ahí que esta obra le sirva mucho de inspiración al autor del libro reseñado. En cuanto a los temas laborales, es notable la forma en que el libro describe con detalle las diferentes labores mineras, agrícolas y ganaderas que desempeñaban los indios de las encomiendas y el impacto que tenía en sus sociedades. Un detalle curioso es el uso que se hacía de los indios para la búsqueda de sepulturas llenas de oro, tema del cual se conoce poco en nuestro contexto.
A mi modo de ver la parte más interesante del libro es la que trata sobre castigos, alimentos y salud, e incluso la más agradable para leer, a pesar de un cierto exceso de citas textuales y de notas al pie innecesarias. En esta parte, el autor se detiene a mostrar las diferentes quejas por malos tratos que se presentaron durante la visita y lo que esto puede enseñarnos sobre las prácticas cotidianas de dominación en el marco del sistema de la encomienda. En seguida, el autor se concentra en mostrarnos los datos que se hallan en la visita sobre las diferentes prácticas curativas que se aplicaban para intentar curar las diferentes enfermedades y accidentes que la gente padecía. Es esta la parte que señalo como la más curiosa e interesante, a mi juicio. Hay una gran cantidad de datos sobre la forma en que el cuerpo y la curación eran concebidos, donde se ve claramente una mezcla compleja de elementos indígenas, españoles e incluso africanos. Un caso muy interesante es el de un niño “brujo” al que se acudía en busca de sanación y otros sobre curanderos y yerbateros, que incluso fueron remitidos al Santo Oficio de la Inquisición. Aquí hay un gran material para emprender futuras investigaciones. Es destacable la atención que el autor le brinda al tema de la alimentación. Se analizan diversos alimentos y prácticas que trataban de mitigar el hambre ocasionada por las condiciones en que se desarrollaba el trabajo minero y la crisis demográfica. Este es un buen aporte en este campo.
La obra termina con unas conclusiones, que más que concluyentes se organizan en forma de un gran resumen de todo el trabajo y sus principales temas tratados. Ahí se reúnen los hallazgos principales que se hicieron durante toda la investigación. Un elemento importante que subraya el autor es que la avanzada hispanización que se observa entre 1614 y 1616 en la Provincia de Antioquia fue un elemento clave para la supervivencia de esos poco más de tres mil indios que todavía quedaban, bajo el régimen de la encomienda, en una zona minera donde la crisis demográfica los había golpeado bastante. Pero esta asimilación de costumbres foráneas se dio en doble vía. Los españoles también adoptaron costumbres indígenas para adaptarse a las condiciones del lugar. De modo que no fue un proceso unívoco y tampoco impuesto completamente por la fuerza, sufrido por una población pasiva sometida. Fue un proceso complejo y activo. Creo que este es un punto en el que la obra se constituye en un aporte importante, además de la gran cantidad de datos demográficos y sociales que presenta. Una vez más se confirma que las visitas de la tierra son fuentes inigualables para los que quieran conocer la vida cotidiana de los pueblos indígenas sometidos al régimen de la encomienda. Fuentes que abundan en nuestros archivos, pero que curiosamente pocos han trabajado recientemente. Sea esta la ocasión para hacer un llamado a que se emprendan investigaciones semejantes en otras regiones de Colombia —donde también se dispone de estos documentos— y que podrían ayudar a construir un panorama más completo de la forma en que las sociedades indígenas de los siglos XVI y XVII vivieron todo el proceso de incorporación a la monarquía castellana.
* Instituto Colombiano de Antropología e Historia.