David Solodkow. Ficción biopolítica y eugenesia en el Martín Fierro. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2015, 101 pp.
Paola Uparela Reyes*
Ficción biopolítica y eugenesia es un sugerente trabajo ensayístico que examina el Martín Fierro (1872 y 1879) como un artefacto cultural que ha servido para la identificación de la identidad argentina. David Solodkow revisa la tradición letrada que canonizó la obra de José Hernández (Lugones, el grupo vanguardista Florida, Borges, el peronismo) y el extenso corpus crítico incluyendo a Ezequiel Martínez Estrada, Emilio Carrilla, Noé Jitrik, Josefina Ludmer, David Viñas y Fermín Rodríguez. El autor identifica la ventriloquia y la etnografía como estrategias del poema que generan un efecto pedagógico y dejan al descubierto la intervención de los letrados en los procesos de formación del Estado. Como respuesta a la afirmación de Fermín Rodríguez: el Martín Fierro ha llegado a “confundirse con la patria”, Solodkow añade que como consecuencia “La patria se ha ‘confundido’ con el Martín Fierro” (p. 8). Según el autor, los letrados se apropiaron del texto de Hernández desde posiciones ideológicas distintas, y terminaron por constituir un debate que asedió a la población argentina, confundiéndole y haciéndole creer en el Martin Fierro como ficción unificadora de la nación. David Solodkow propone una lectura del poema como obra que, lejos de referirse a la unidad nacional, habla de disciplinamiento, explotación, exterminio y eugenesia.
El libro se compone de tres acápites. El primero hace un detallado análisis de la ventriloquia y la etnografía como estrategias del poeta para incluir, de manera verosímil, la voz del otro y un saber antropológico. El segundo acápite presenta la obra como “utopía pedagógica” (p. 21) para redimir al gaucho, disciplinarlo e incorporarlo al sistema de producción. Finalmente, la tercera parte estudia el Martín Fierro como obra literaria inserta dentro del proyecto eugenésico estatal que condena al indio como otredad radical para justificar su exterminio.
David Solodkow plantea que la función ideológica del poema fue convertir la voz del letrado en representación totalizante de la cultura, esto es, indistinguible de la ciudad real. Martín Fierro introduce una voz que corresponde a la forma en que el letrado cree o piensa que habla el gaucho; es “eco de la voz totalitaria de la ciudad letrada que habla por sus ciudadanos [...]; paternalismo letrado que se quiere fundador y ordenador de la ciudadanía y de la identidad nacional” (p. 15). El efecto de la ventriloquia —señala el autor— es una suerte de desdoblamiento del letrado en un otro que no es él ni es el gaucho: una duplicidad teratológica (p. 18). Solodkow recupera la propuesta crítica de Martínez Estrada, cuyo objetivo fue diferenciar la representación que Hernández hizo del gaucho de otras hechas por los escritores de la generación del 37. Mientras que Martínez Estrada creyó escuchar la voz del gaucho en los versos de Hernández, Solodkow reconoce en el crítico argentino haber identificado la “extranjería de lo psíquico” y “violencia interior” (p. 12) en el proceso de ventriloquia.
El Martín Fierro presupone un saber antropológico —afirma Solodkow— y se autopostula como instancia con poder de representación. Solodkow indica que el poema de Hernández establece una relación asimétrica entre el objeto etnográfico (gaucho, negro, indígena) y el letrado urbano. El proyecto biopolítico de Hernández que se examina en Ficción biopolítica consiste en disciplinar y educar a la masa rural, y subsumir la criminalidad y el ocio a través de la incorporación de los gauchos dentro del sistema jurídico anti-bandidaje y el sistema económico agro-exportador. Para Hernández, el indio —a diferencia del gaucho que no es bandido por naturaleza— aparece como cuerpo salvaje irredimible (ladrón, asesino, sanguinario) y como obstáculo para el liberalismo modernizador. Solodkow propone que el poema se convierte en lo que Giorgio Agamben llamó “máquina antropológica”: un dispositivo que en el caso de Hernández da forma al salvaje como alteridad radical (p. 59). A lo largo de la publicación, el autor incluye postulados teóricos de importantes intelectuales como Santiago Castro-Gómez, James Clifford, Michel Foucault, Giorgio Agamben y Gilles Deleuze, y propone que el poema —informado por políticas de estado, pero exterior a este— redime el salvajismo campesino con miras a la praxis biopolítica.
Con sofisticado humor crítico, David Solodkow denuncia la miopía con que la tradición ha visto —ha querido y ha creído ver— en José Hernández la cara opuesta a la de Domingo Sarmiento. Ficción biopolítica denuncia esta “engañosa división ideológica” (p. 92) entre los intelectuales canónicos del siglo XIX que ha permitido a muchos sectores intelectuales y políticos usar el Martín Fierro como ejemplo de emancipación cultural. Este libro, en diferentes momentos, visita la obra de Sarmiento para revelar la falacia de tal diferenciación y señalar las similitudes entre los dos escritores. Según Solodkow, tanto en el Facundo como en el Martín Fierro el letrado está contra el caudillismo, representa negativamente a Rosas y presenta al gaucho como producto de la ignorancia y la superstición. Además, advierte Solodkow, el propósito de ambos escritores es restaurar la república reescribiendo el saber del otro: Quiroga es paradigma —en términos de Agamben— de las atrocidades del gobierno de Rosas, y Fierro de los debates de los posibles modelos de nación.
Ficción biopolítica incluye un detenido estudio de la vida política y militar de José Hernández, de su legado epistolar, y de las leyes contra la vagancia y de conscripción militar de la segunda mitad del siglo XIX en Argentina. El autor identifica que el cambio entre una y otra parte del Martín Fierro obedece a un giro en las políticas del gobierno: en la Ida Hernández apoya el federalismo y en la Vuelta el poeta está ya afiliado al gobierno de Nicolás Avellaneda. Solodkow —sin reparos— define al Estado como asesino que se apoya en los letrados y en el campesinado para justificar el exterminio indígena. En el caso concreto del Martín Fierro, el exterminio se presenta como “condición sine qua non para la consolidación de la soberanía nacional” (p. 9). Paradójicamente, el protagonista asume la ideología racista y exterminadora del Estado y se convierte en sujeto dócil bajo la promesa utópica de la igualdad de clases. El debate de fondo es entonces —comenta el autor— sobre la propiedad de la tierra y de los cuerpos de producción. La regulación biopolítica permite al Estado apropiarse de la tierra y del cuerpo del gaucho al insertarlo en el sistema jurídico y económico. El letrado en el Martín Fierro imagina y desea a un gaucho fuera de la confusión étnica: diferenciado del indio y del negro y sacado del atavismo rural a través de la militarización y el disciplinamiento.
Ficción biopolítica informa el análisis del poema con estudios históricos sobre los procesos de formación del Estado nacional, y con propuestas teóricas al respecto de nociones como biopolítica y biopoder, “estado de excepción”, “máquina de guerra” y “racismo de Estado”. Con este libro se comprueba el vasto conocimiento de David Solodkow sobre procesos de escritura de la voz y del saber del “otro”; tema muy presente en las narrativas latinoamericanos desde la colonia y que el autor desarrolla prodigiosamente en su reciente libro Etnógrafos coloniales (2014). Ficción biopolítica reflexiona además sobre estrategias de gubernamentalidad para la administración de la población rural dispersa —considerada ociosa y viciosa— y para su incorporación a modos de producción capitalista; estrategias que según Carlos Jáuregui y Solodkow pueden rastrearse en la colonia, como exponen en su artículo, abrebocas al libro que publicarán en 2017, sobre “biopolítica colonial”.1
El estudio de David Solodkow se detiene en la representación de la frontera y el desierto, y en la presencia del Estado y la ciudad letrada, en una obra que —según él— se anticipa al Aleph borgiano. Después de leer este libro, queda claro que la representación de la heterogeneidad étnica y social que José Hernández hace, aunque poética, no implica inclusión ni armonía nacional. Con este diligente análisis vemos que en el Martín Fierro la diferencia, no la unión, está muy presente y aparece a través de la clasificación maniquea ciudad letrada/desierto, la excepción a la regla con la figura del gaucho redimido, y el exterminio inaplazable del indígena. Ficción biopolítica, además de revisitar la frontera transitada por el gaucho para revelar la falacia de las ficciones nacionalistas, invita a mirar con sospecha la literatura nacional y a reflexionar sobre el biopoder de la literatura.
* University of Notre Dame.
1. Carlos Jáuregui y David Solodkow, “Biopolítica colonial, gestión de la población y modernización borbónica en Santo Domingo. El proyecto de Pedro Catani (1788)”, Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica 5.10 (2014): 141-168.
DOI: dx.doi.org/10.17533/udea.trahs.n8a19