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TRASHUMANTE | Revista Americana de Historia Social 23 (2024): 54-75. ISSN 2322-9675
“Turismo para todos”: El gobierno de Salvador Allende y los balnearios populares (1970-1973)
Resumen: El objetivo del presente artículo es estudiar el turismo social durante la Unidad Popular en Chile (1970-1973) y
en específico su programa de balnearios populares. Se señala que los balnearios populares se inscriben en un desarrollo
histórico del derecho al descanso y el turismo, pero que durante la Unidad Popular fueron parte de la disputa por los
espacios que habían sido tradicionalmente privilegio de la elite y la clase media favorecida. Como resultados, se señala
que los balnearios populares se extendieron a lo largo del país impactando la vida de miles de veraneantes y jugando un
papel importante en la construcción de la sociedad socialista.
Palabras clave: balnearios populares, Unidad Popular, tiempo libre, vacaciones, Chile.
“Tourism for All”: The Government of Salvador Allende and the balnearios populares (1970-1973)
Abstract: This article aims to study social tourism during the Unidad Popular in Chile (1970-1973) and specifically its
program of balnearios populares. It is pointed out that the balnearios populares are part of a historical development of
the right to leisure and tourism, but that during the Unidad Popular, they were part of a dispute for the traditional spaces
of the elite and favored middle class. As a result, it is noted that the balnearios populares spread throughout the country,
impacting the lives of thousands of tourists and playing an important role in constructing a socialist society.
Keywords: balnearios populares, Unidad Popular, leisure, holidays, Chile.
“Turismo para todos”: o governo de Salvador Allende e os balneários populares (1970-1973)
Resumo: O objetivo deste artigo é estudar o turismo social durante a Unidade Popular no Chile (1970-1973) e especifi-
camente seu programa de balneários populares. Assinala-se que os balneários populares se inscrevem em um desen-
volvimento histórico do direito ao descanso e ao turismo que, durante a Unidade Popular, fizeram parte da disputa pelos
espaços que tradicionalmente haviam sido privilégio da elite e da classe média privilegiada. Como resultado, aponta-se
que os balneários populares se espalharam pelo país, impactando a vida de milhares de veranistas e desempenhando um
papel importante na construção da sociedade socialista.
Palavras-chave: Balneários populares, Unidade Popular, tempo livre, férias, Chile.
Cómo citar este artículo: Juan Carlos Yáñez Andrade, “‘Turismo para todos’: El gobierno de Salvador Allende y los balnea-
rios populares (1970-1973)”,
Trashumante. Revista Americana de Historia Social 23 (2024): 54-75.
DOI: 10.17533/udea.trahs.n23a03
Fecha de recepción: 1 de septiembre de 2022
Fecha de aprobación: 26 de enero de 2023
Juan Carlos Yáñez Andrade: Doctor en Historia por la EHESS-París. Académico titular de la Escuela de
Administración Hotelera y Gastronómica, Universidad de Valparaíso, Chile. Director alterno del Centro de
Investigación CIDEP-UV.
https://orcid.org/0000-0003-0317-3292
Correo electrónico: juancarlos.yanez@uv.cl
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“Turismo para todos”: 1 El gobierno de Salvador
Allende y los balnearios populares (1970-1973)
Juan Carlos Yáñez Andrade
Introducción
El objetivo del presente artículo es analizar la política de turismo social del go-
bierno de la Unidad Popular, describiendo en particular el programa de los
balnearios populares, uno de los más visibles de su programa de gobierno, solo
comparable, en términos simbólicos, con el medio litro de leche.2 Para ello se hace
una revisión documental y de prensa, identificando los alcances del programa y
cómo se inserta en el conjunto de transformaciones propuestas por el gobierno
de Salvador Allende.
Las investigaciones sobre el turismo han destacado la importancia que este tuvo
para el país como actividad económica y su impacto en el desarrollo de indus-
trias asociadas, como la hotelera y gastronómica.3 Las restricciones económicas, así
como el interés del Estado en promover un mercado interno incidió en la creación
de un consorcio hotelero con participación público-privada que buscó ser una
alternativa de alojamientos para la clase media.4
Si bien las prácticas turísticas son de antigua data y se vinculan a espacios de
esparcimiento propios de las elites,5 el turismo social o de masas surge a partir de la
década de 1930 en el contexto de una serie de procesos asociados a las ideologías
1. “Verano de 1971 iniciará el turismo popular”, La Nación (Santiago) 26 de noviembre 1970: 6.
2. El programa de medio litro de leche era parte de las primeras 40 medidas que se había compro-
metido implementar la Unidad Popular una vez en el poder, y se comprende como parte de un
plan nacional de alimentación dirigido a la infancia.Ver: Joshua Frens-String, Hungry for Revolu-
tion: The Politics of Food and the Making of Modern Chile (Los Angeles: University of California
Press, 2021).
3. Juan Carlos Yáñez, “El turismo y los inicios de una industria en Chile (1910-1950)”, ALHE 3
(2021): 1-21.
4. Claudio Galeno-Ibaceta, “Turismo y arquitectura moderna en el reconocimiento de los terri-
torios desérticos del Norte de Chile: el Consorcio Hotelero Nacional y Honsa”, AS 44 (2013):
92-105.
5. Alain Corbin, El territorio del vacío. Occidente y la invención de la playa (Barcelona: Grijalbo Monda-
dori, 1993).
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nacionalistas, las luchas de los obreros por la reducción de las horas de trabajo y
la consolidación de una estructura y oferta turística cada vez más variada.6 Las
ideologías nacionalistas utilizaron el turismo de masas como una forma de movi-
lización y de control de los trabajadores.7
En América Latina el turismo social o de masas fue promovido por las expe-
riencias populistas, según fuese el caso, como mecanismos de higienización de las
clases trabajadoras, de promoción del patriotismo o de integración a un proyecto
político nacional.8 Son importantes los aportes que ha realizado la investigadora
Erica Schenkel en la comprensión del turismo social en perspectiva histórica, al
poner el énfasis en las barreras que desde un punto de vista ideológico, cultural o
económico pueden limitar el derecho al descanso, superando los análisis norma-
tivos que tienden a hacerse en algunos estudios.9 Esta perspectiva es útil precisa-
mente en un contexto histórico como el de la Unidad Popular, donde el turismo
social en general y el programa de balnearios populares en particular, buscaban
aparecer como instancias de disputas en un país que tempranamente, en 1932,
había consagrado una o dos semanas de vacaciones pagadas, pero cuyos programas
se habían limitado a grupos de trabajadores muy específicos.
En Chile es posible identificar una política pública en materia de turismo des-
de fines de la década de 1920, con la promulgación de la Ley de Turismo y de un
departamento responsable de su cumplimiento, aunque los primeros programas de
turismo social se dieron durante el Frente Popular (1938-1942) con la creación de
balnearios vacacionales para obreros.10
Hacia la década de 1960 muchos de los diagnósticos apuntaron a la escasez en
la oferta de alojamientos para el desarrollo del turismo social. En 1964 la candida-
tura de Salvador Allende, tal como lo desarrollaremos en la primera sección, abor-
dó de manera inédita el turismo social como plataforma de su campaña, aunque
sin proponer de manera directa los balnearios populares. Fue en la candidatura de
1970 que aparece el compromiso de crear balnearios populares, en específico en
6. Bertram Gordon, “El turismo de masas: un concepto problemático en la historia del siglo XX”,
Historia Contemporánea 25 (2002): 125-156.
7. Victoria de Grazia, The Culture of Consent: Mass Organization of Leisure in Fascist Italy (New York:
Cambridge University Press, 1981); Shelley Baranowski, Strength Through Joy: Consumerism and
Mass Tourism in the Third Reich (Cambridge: Cambridge University Press, 2004); Diane Koenker,
Club Red:Vacation Travel and the Soviet Dream (New York: Cornell University Press, 2013).
8. Guillermo Cicalese, “Conflictos políticos, enredos jurídicos y negocios de verano en torno de las
playas marplatenses”, Las puertas al mar. Consumo, ocio y política en Mar del Plata, Montevideo y Viña
del Mar, ed., Elisa Pastoriza (Buenos Aires: Editorial Biblos, 2002) 133-162; Eugenia Scarzanella,
“El ocio peronista: vacaciones y “turismo popular” en Argentina (1943-1955)”, Entrepasados 14
(1988): 65-84; Elisa Pastoriza, “El turismo social en la Argentina durante el primer peronismo”,
Revista Nuevo Mundo, (16 de junio de 2008). URL: http://nuevomundo.revues.org/36472
9. Erica Schenkel, Política Turística y turismo social. Una perspectiva latinoamericana (Buenos Aires: CIC-
CUS-Clacso, 2016)
10. Gonzalo Santander y Antoine Faure, “Entre prácticas higienistas y eugenésicas: las políticas pú-
blicas chilenas de veraneo popular en los 1940”, Intervención 11.1 (2021): 7-27.
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la medida 29 de las primeras 40 medidas comprometidas por la Unidad Popular
si accedía al poder.
Las investigaciones sobre los balnearios populares no son muy extensas, apun-
tando más bien a recopilaciones de carácter documental o de rescate de la me-
moria histórica.11 Estos estudios han consensuado en la importancia que tuvo la
Unidad Popular en la implementación de un programa que ofreció a pobladores
y trabajadores el acceso a la experiencia turística que estaba reducida a grupos de
la elite y clases medias favorecidas.12 Además, estas publicaciones han destacado los
balnearios como determinantes para que pobladores y trabajadores disfrutaran de
experiencias recreativas, transformando positivamente sus vidas.13
En el presente artículo sugerimos como hipótesis central que los balnearios
populares no pueden desvincularse de la matriz ideológica que sustentó la Unidad
Popular, la cual veía el acceso a las vacaciones y las prácticas de turismo de tra-
bajadores y pobladores, condicionado, al igual que el acceso a otros servicios, por
el lugar que las personas ocupaban en la estructura de clases. De esta manera, los
esfuerzos de las agencias estatales vinculadas con el turismo iban a estar dirigidos a
romper con esa estructura que limitaba los derechos al tiempo libre, la recreación
y el turismo. Señalamos que es en esta constatación donde los balnearios popula-
res deben entenderse tanto como instancias de cumplimiento del programa de la
Unidad Popular —clave en la construcción de la sociedad socialista—, así como
dispositivos de lucha política para la conquista de los espacios de esparcimiento
que habían sido históricamente lugares de privilegio de algunos pocos.
Tal como tendremos la ocasión de analizarlo, las autoridades se movieron
en sus discursos de promoción de los balnearios populares entre varios regis-
tros narrativos, destacando en algunos casos la conquista de derechos y en
otros la construcción de la sociedad socialista. El primer registro narrativo —la
conquista de derechos— ayudó a conectar los balnearios populares con el
historial de luchas de los trabajadores y pobladores, mientras que el segundo
registro —la construcción de la sociedad socialista— ayudó a situar los bal-
nearios como parte de la acción política-revolucionaria, es decir en una etapa
considerada más avanzada de lucha.
En términos metodológicos, esta investigación se define como analítica
y de carácter exploratoria, en el entendido que busca ir más allá de los es-
tudios descriptivos y testimoniales existentes hasta el momento. Para ello se
hace necesario caracterizar la presencia y alcances que tuvieron los balnearios
populares a lo largo del país, identificando las instituciones que estuvieron
11. Miguel Lawner, “La demolición de un sueño”, Santiago, 2013. Ver: http://www.londres38.
cl/1937/articles-95140_recurso_2.pdf.
12. Julio Pinto, Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular (Santiago: Lom Ediciones,
2005).
13. Valentina Rey, “Cabañas a la orilla del mar. Una promesa de la Unidad Popular”. La vía chilena
al socialismo. 50 años después, eds., Robert Austin, Joana Salém y Viviana Canabilo (Buenos Aires:
Clacso, 2020).
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involucradas en su construcción, así como su gestión. Conceptualmente en
distintos pasajes del artículo se hace referencia al turismo popular y turismo
social, diferenciación que en algunos casos las propias autoridades de la Uni-
dad Popular hicieron, distinguiendo en el caso del turismo popular las prácti-
cas recreativas promovidas por las organizaciones de los propios trabajadores
y pobladores, y, en el caso del turismo social, las iniciativas desarrolladas por
el Estado con el mismo objetivo.
El presente artículo se organiza en tres secciones. En primer lugar, se hace una
presentación general sobre los avances que había tenido el turismo social en Chile
hasta la llegada de la Unidad Popular al poder y en qué aspectos se puede entender
el programa de los balnearios populares como continuidad y ruptura con esa his-
toria. En segundo lugar, se describen las características que presenta la política de
turismo del gobierno de Salvador Allende y cómo el turismo social, en particular,
fue usado para mostrar los avances de la vía chilena al socialismo. En una tercera
sección, se presenta el programa de balnearios populares a partir de información
proveniente de prensa —en especial del diario de gobierno La Nación y el diario
de oposición El Mercurio—y que muestra los esfuerzos institucionales, así como la
dimensión que alcanzó a lo largo del país. Por último, se analiza el documental El
derecho al descanso (1971), entendiendo este documental como herramienta de pro-
paganda del programa de gobierno, así como de los esfuerzos en la construcción
de la sociedad socialista.
1. El turismo social y el programa de la Unidad Popular
El turismo social presente en la plataforma programática de la Unidad Popular es
posible entroncarlo con las experiencias similares que promovió el Frente Popular
chileno entre 1938 y 1942.14 El hecho de que ambos proyectos políticos pusieran
de relieve la necesidad de inaugurar colonias obreras de vacaciones y balnearios
populares da cuenta de un diagnóstico común que reconocía en la ausencia de
una oferta de establecimientos hoteleros dirigida a la clase trabajadora un escollo
importante para su esparcimiento y la consagración de una sociedad de bienestar.15
El Frente Popular inauguró las primeras colonias obreras de vacaciones en un
contexto heredero de la crisis económica de 1929 y la Gran Depresión que puso
en el tapate de la discusión problemas como la jornada de trabajo y el tiempo
libre.16 A partir de la década de 1940 el Departamento de Turismo y la Dirección
General de Informaciones y Cultura (DIC) promovieron una primera política de
turismo social caracterizada por la formulación de programas vacacionales que
14. Para un análisis general del Frente Popular chileno, ver: Pedro Milos, Frente Popular. Su configura-
ción: 1935-1938 (Santiago: Lom Ediciones, 2008).
15. Sobre el desarrollo hotelero y su carácter elitista, ver Rodrigo Booth y Cinthia Lavín, “Un hotel
para contener el sur”, ARQ 83 (2013): 56-61.
16. Juan Carlos Yáñez, “Trabajo y políticas culturales sobre el tiempo libre. Santiago de Chile. Década
de 1930”, Historia 49.2 (2016): 595-629.
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permitieron que grupos específicos de trabajadores —por lo común asociados a
las cajas de previsión— visitaran algunos destinos turísticos del país.17 Esto supuso
una alianza público-privada que articuló la cooperación de instituciones como
Ferrocarriles del Estado, los organismos públicos de turismo y los empresarios.
En 1948 se produjo el cierre de la DIC sometida a los vaivenes de la Guerra
Fría y el temor del gobierno de Gabriel González Videla de que en su seno se
refugiaran funcionarios comunistas.18 De esta forma, la política de turismo pasó a
manos del Ministerio de Relaciones Exteriores, hasta que en 1960 dependió del
Ministerio de Economía con la creación de la Dirección de Turismo (DITUR).19
La reorganización del turismo en la década de 1950 y 1960 apuntó a consolidar
un aparato institucional y reglamentario, pasando a un segundo plano el turismo
social. Fue en el caso de algunas municipalidades, como Osorno y Concepción, y
de algunos sindicatos, que se promovieron actividades de turismo social.
A fines del gobierno de Eduardo Frei, la DITUR, en colaboración con la
Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN), aprobó el Plan Nacional de De-
sarrollo Turístico (PDT) 1971-1976, el cual es importante porque por primera
vez se piensa el turismo desde la planificación territorial y en el marco de las in-
cipientes propuestas de regionalización.20 El PDT dedica una sección especial a la
promoción del turismo social.
Sin embargo, es necesario llamar la atención de que fue en la campaña de 1964
que el abanderado del Frente de Acción Popular, Salvador Allende, incorporó el
turismo social como aspecto diferenciador de su propuesta programática, docu-
mento elaborado por la Oficina Central de Planificación Popular.21 En dicho pro-
grama el turismo era entendido como un fenómeno social y como una industria,
el cual había adquirido gran relevancia en el siglo XX. Conceptualmente no se
hablaba de turismo social, sino de turismo socializado “que se caracteriza porque
permite viajar a una mayor cantidad de personas a precios más bajos que los usua-
les”, lo que implicaba la rebaja de pasajes en ferrocarriles, la existencia de centros
veraniegos para obreros, entre otros aspectos.22 De acuerdo con el programa, la
dimensión económica del turismo obligaba a pensar dicha actividad como una
industria dirigida al turista extranjero, que permitiría el ingreso de divisas y el au-
mento de ofertas laborales para al menos 30.000 personas. De esta manera, en este
programa de la candidatura de Allende se articulaban dos tipos de turismo: uno
externo, orientado al turista con cierto poder adquisitivo y otro interno, enfocado
17. DIC, Turismo social. Organización de viajes (Santiago: DIC, 1946).
18. Jorge Rojas, “Los funcionarios comunistas en el gobierno de González Videla, 1946-1947”, Cua-
dernos de Historia 49 (2019): 125-173.
19. Humberto Rivas. “Turismo en Chile. Antecedentes históricos”. Desarrollo del turismo en América
Latina. coord., Noemí Wallingre (Quilmes: Universidad Nacional de Quilmes, 2018).
20. Dirección de Turismo, Plan Nacional de Desarrollo Turístico (Santiago: Ministerio de Economía,
1970).
21. Vicente Puig Casanova, El turismo con Allende (Santiago: s.e, 1964).
22. Puig Casanova 7.
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en lo que tradicionalmente se conoce como turismo social, aunque en el progra-
ma también se lo llama turismo popular.
Para el desarrollo del turismo externo se llevaría a cabo una activa propagan-
da en el exterior, destacando las bondades naturales del país, así como su gente,
junto con un plan de obras públicas que incluía la proyectada construcción del
aeropuerto de Pudahuel de Santiago y Mataveri en la Isla de Pascua. En el caso del
turismo interno, se proyectaba un plan de construcción de “centros residenciales”
—no se los llamaba todavía balnearios populares— en los campos y playas cercanas
a Santiago con capacidad para 800 a 1000 familias. Además, se construirían en las
principales ciudades los “hogares nacionales” para los turistas de paso, junto con
seguir potenciando las “colonias veraniegas”. Los beneficios del turismo social
estaban dirigidos a empleados con bajos ingresos, profesores, mineros, campesinos
y pescadores, quienes obtendrían rebajas o liberación total del pago en pasajes y re-
sidencias u hoteles. Un aspecto importante es que el programa de 1964 destacaba
los beneficios del turismo interno o social en su función de suavizar las tensiones
sociales “porque ya no habrá esa preocupación de que los viajes de placer son un
lujo asequible solo a unos pocos”.23
Estos antecedentes expuestos permiten afirmar que hacia 1970 estaban dadas
las condiciones, ante el eventual triunfo de la candidatura de Salvador Allende, de
implementar una política de turismo social. La propuesta específica de incorporar
el turismo en el programa de la Unidad Popular habría sido parte de una plata-
forma de mejoramiento social de los trabajadores levantada por la Central Única
de Trabajadores (CUT) en los grupos de trabajo que redactaron el programa de la
Unidad Popular.24 Es así como en la medida 29 de las primeras cuarenta medidas
del gobierno se señala: “Organizaremos y fomentaremos el turismo popular”.25
De esta forma, se constata que los balnearios populares se insertan dentro del
programa de transformaciones que debía acompañar la construcción de la socie-
dad socialista, con un diagnóstico que apuntaba a que el acceso al turismo estaba
restringido a aquellos grupos que ocupaban la parte superior de la escala social.
Así, todos los esfuerzos de las agencias estatales vinculadas con el turismo debían
orientarse a romper con esas estructuras que limitaban el derecho de trabajadores
y pobladores al tiempo libre, la recreación y el turismo.
2. La Unidad Popular y la política de turismo
Lo complejo de la implementación de la política de turismo social durante la
Unidad Popular radicaba en el hecho de que debía involucrar la coordinación de
numerosas agencias gubernamentales que no necesariamente estaban familiariza-
23. Puig Casanova 18.
24. Valentina Rey 63.
25. Unidad Popular, Programa básico del Gobierno de la Unidad Popular: las primeras 40 medidas (Santia-
go: Imprenta Horizonte, 1970).
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das con la temática. En algunos casos las diferencias en la forma de abordar este
nuevo ámbito de acción se explican por las propias atribuciones que tenían estas
agencias, la manera de entender la política turística del gobierno, así como las
formas prácticas de llevar a cabo los programas. Del análisis crítico de las fuentes
documentales se puede observar la existencia de una línea bien marcada tanto en
el diseño, la implementación, como en la manera de comunicar la política de tu-
rismo social del gobierno, y que vio en los balnearios populares no solo la forma
de seguir ampliando los derechos de los trabajadores y pobladores, cumpliendo de
paso con el programa de la Unidad Popular, sino también otra vía de radicalización
de la lucha política.
En la entrevista que la revista de turismo En Viaje le realizó al recién electo
presidente de la República, Salvador Allende deja entrever que el turismo social
popular— cumplía, por una parte, el objetivo de ampliar los derechos de los
trabajadores y, por otra, de terminar con los privilegios de clase. De esta forma, el
turismo popular era definido, en palabras de Allende, como “el derecho de los tra-
bajadores para disponer los medios que les permitan disfrutar de sus vacaciones y
días de descanso en lugares especialmente adecuados, en playas, cordillera y campo,
con niveles de gastos compatibles con sus ingresos, de tal modo que esta necesidad
de reponer por el descanso las reservas intelectuales y físicas, deje de ser privilegio
de quienes tienen dinero”.26
Por su parte, ante la pregunta de si disminuiría el ingreso de turistas al país “por
la desconfianza ante el nuevo sistema de gobierno”, Allende fue tajante al señalar
que no veía motivos para que el turismo externo pudiera disminuir. Por el con-
trario, veía en el turismo una fuente de propaganda sobre los éxitos del gobierno:
“Chile estará siempre igualmente abierto, acogedor y cordial para todos aquellos
que quieran visitarnos”. Para continuar: “Personalmente desearía que fueran mi-
les los extranjeros que nos visitaran, para que así vean por sus propios ojos Chile
bajo el gobierno Popular y se desvirtúen muchas de las imágenes equivocadas que
maliciosa e intencionadamente se han hecho circular”.27 Por último, Allende veía
un tanto compleja la implementación de esta política de turismo social, al requerir
los esfuerzos de coordinación de distintos ministerios, incluyendo Ferrocarriles
del Estado, junto con las organizaciones de trabajadores, juntas de vecinos, centros
de madres, establecimientos educacionales, entre otros. De esta forma, desde la
presidencia de la República se trazó una línea que buscó hacer compatible en la
formulación e implementación de una política de turismo social el objetivo de ga-
rantizar los derechos del conjunto de trabajadores y pobladores del país, así como
asegurar por esa misma política la construcción del socialismo y de su propaganda
hacia el exterior.
En una línea muy similar al presidente Allende se manifestó el director de la
DITUR, Carlos Lizama, en una entrevista que le hizo la revista En Viaje en enero
26. “Un personaje de frente: Salvador Allende Gossens”, En Viaje (Santiago), noviembre de 1970: 10.
27. “Un personaje de frente” 10.
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de 1971. En un tono pedagógico diferenció el turismo popular, que desarrollan
—según el director— las familias de escasos recursos, y donde las acciones de or-
ganizaciones sindicales ayudan a fomentar dicho turismo reduciendo el costo de
los traslados y la estadía, del turismo social, el cual es promovido por el Estado para
favorecer el acceso de los sectores de escasos recursos al disfrute del descanso y las
vacaciones.28 Esta diferencia no era solo conceptual, ya que el énfasis del director
de la DITUR parece estar puesto en la coordinación de las diferentes agencias
del Estado y la proyección de un programa de turismo social “consciente y pla-
nificado” como características esenciales. Al respecto, el director señaló que los
beneficiarios de los balnearios serían supervisados por “monitores” debidamente
entrenados, contratados por la CUT, la Consejería Nacional de Desarrollo Social
y la Unión Nacional de Estudiantes de Chile. Además, los campamentos recibirían
a técnicos en alimentación cuidando la adecuada nutrición y comodidad de las
familias. Por último, diversos artistas recorrerían los balnearios ofreciendo veladas
artísticas, en el llamado “tren de la cultura”.29
El director de la DITUR era consciente de la importancia práctica del turis-
mo social —es decir sus beneficios— y de sus alcances como propaganda sobre
los logros de la vía chilena al socialismo.30 De hecho, al referirse —en la misma
entrevista— a la posible llegada de jóvenes y trabajadores extranjeros para cono-
cer la realidad del país, señala que éstos serían los “mejores propagandistas” de la
patria:
Creo que es una magnífica oportunidad para un mayor y más sólido desenvolvimiento del tu-
rismo en Chile, que grupos de juventudes y trabajadores de todos los países del mundo lleguen
hasta el nuestro, no solo atraídos por los anuncios clásicos que de él se hacen, sino que para tomar
contacto humano con las diferentes esferas de las actividades socioeconómicas de la nación, lo
que asegura un mejor conocimiento de los pueblos, y, por ende, un real afianzamiento de la paz
mundial.31
Algunos ejemplos sobre los usos que se le podía dar al turismo como instancia
de propaganda de los avances de la vía chilena al socialismo, lo ofrecen dos eventos
ocurridos en 1971 y 1972. El primero corresponde al I Congreso Internacional de
28. “Un personaje de frente: Carlos Lizama”, En Viaje (Santiago) enero de 1971: 8.
29. Carolina Espinoza, “Arte para todos (y todas): la medida 40 en el programa de la Unidad Popu-
lar”, Revista de Ciencias Sociales 170 (2020): 37-45.
30. Es interesante que el director de la DITUR al referirse a los balnearios populares los llame “villas
vacacionales”, que el mismo programa denominaba balnearios populares: “La dirección de turis-
mo en coordinación con otros organismos del Estado […] está desarrollando un plan de habili-
tación de “villas de vacaciones”, sobre la base de cabañas y que estarán en servicio en este verano.
Estas “villas de vacaciones” irán aumentando en cantidad a través del país en los próximos años de
manera que todos los chilenos puedan hacer uso de vacaciones a un costo mínimo, derecho que
les corresponde y del cual han estado marginados”,“Un personaje de frente: Carlos Lizama...”, 10.
31. “Un personaje...”, 10.
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Termalismo que se llevó a cabo en diciembre de 1971 en la localidad de Panimá-
vida —en la zona centro cordillerana del país—, al cual asistieron el presidente de
la República y otras autoridades, además de expositores extranjeros. La noticia fue
cubierta por el periódico de gobierno La Nación, con el sugerente título: “Balnea-
rios termales serán usados por los trabajadores”. El énfasis del reportaje está puesto
en la dimensión social de los balnearios, apuntando al hecho de que por primera
vez los trabajadores podrían hacer uso de las instalaciones termales, apoyándose en
la experiencia soviética relatada por el presidente de las termas de ese país, quien
había destacado su propio programa de “termalismo social”.
La revista En Viaje también cubrió el evento, destacando su dimensión más
académica, comentando, por ejemplo, que Chile disponía de más de trescientas
fuentes termales, aunque solo se explotaban catorce. Si bien el mismo presidente
Allende al inaugurar el evento —de acuerdo con la misma revista— valoró el
termalismo como una “medicina de masas”, comprometiéndose a desarrollar un
amplio plan para que las personas de escasos recursos pudieran reparar su salud,
el foco de la noticia estaba puesto en la acción terapéutica y reparadora del ter-
malismo —en lo que podríamos denominar una política sanitaria— y no en la
exclusión de la cual habían sido objeto los trabajadores.32
Otro ejemplo ilustrativo de cómo se usó el turismo para mostrar los avances de
la vía chilena al socialismo, corresponde a la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD III) de 1972. La revista En Viaje dedi-
có un número especial a la UNCTAD III, dando la bienvenida a los delegados en
los tres idiomas de las Naciones Unidas, como eran el inglés, francés y español. El
escrito refleja un espíritu de alegría y orgullo ante la visita de los delegados:
Antes que nada, muchas gracias por vuestra presencia. EN VIAJE, la más antigua de las revistas
chilenas, un mensuario editado por la Empresa de los Ferrocarriles del Estado, les dice ¡bien-
venidos!, y en su tradición de dar a conocer Chile, les ofrece esta modesta edición dedicada a
Uds. y a UNCTAD III. En estas páginas hemos pretendido resumir hasta donde ello ha sido
posible, la realidad esperanzada y dinámica del Chile actual. El resto, nuestro clima de absoluta
libertad democrática, nuestro logros y limitaciones, la fe y el trabajo que nuestro pueblo pone en
su destino, son cosas que Uds. verán por sí mismos. Si este ejemplar de En Viaje les resulta una
ayuda para conocernos mejor, entonces habremos cumplido nuestro objetivo. Uds. dirán, como
testigos foráneos de nuestra realidad, su palabra. Solo nos resta invitarles a que lo miren todo, pues
el Chile de hoy nada tiene que ocultar, y sí tiene, ya, algo que mostrar de lo realizado y mucho
de sus perspectivas.33
Frente a la premura en construir el edificio que albergaría a los asistentes al
evento, el gobierno destacó el compromiso de los trabajadores en terminar la obra
32. De hecho, al parecer, no se avanzó en ninguna medida concreta en pro del termalismo social du-
rante la presidencia de Allende, “El termalismo social”, En Viaje (Santiago) enero de 1972: 28.
33. “A los delegados, observadores y periodistas venidos de todo el mundo a UNCTAD III, ¡SA-
LUD!”, En Viaje (Santiago), abril de 1972: 2.
64“Turismo para todos”
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en ocho meses. Por otra parte, la cantidad de delegados, personal administrativo y
periodistas acreditados, obligaron a asegurar las condiciones no solo para las reu-
niones, sino también en la logística de transporte y alimentación. Las palabras del
General de División Orlando Urbina, vicepresidente de la Comisión Chilena de
la UNCTAD III, y responsable de las tareas organizativas del encuentro, muestran
cómo la Conferencia y la construcción del edificio podían ser utilizados como
parte de la propaganda gubernamental. Frente a la obra realizada Urbina señaló:
“En dos palabras: el prestigio de Chile a salvo… y con mucho honor”.34 Pero ade-
más destacó que la organización del evento, así como su éxito, no podían ser solo
fruto del esfuerzo del gobierno o de las Fuerzas Armadas, sino que lo eran de toda
la población: “El más modesto ciudadano, la dueña de casa, el trabajador, han to-
mado este desafío como propio. La presencia de la juventud en las calles, limpiando
y pintando a fin de presentar al extranjero ciudades de rostro limpio, fueron tal vez
las jornadas que más gráficamente representaron el efecto y el cariño con que cada
chileno ha recibido a los visitantes”.35
Citando al presidente Allende terminó señalando: “el pueblo de Chile, asumió
y cumplió ante la comunidad internacional un gran compromiso”.36 En los mis-
mos términos se expresó el ministro de Obras Públicas, Pascual Barraza, al destacar
que la construcción del edificio de la UNCTAD III en un plazo de ocho meses
“era un ejemplo de conciencia y responsabilidad dado por los obreros, profesio-
nales y técnicos…”.37
En síntesis, la política de turismo de la Unidad Popular se planteó como un
esfuerzo en mejorar las condiciones de acceso de los trabajadores y pobladores al
ocio, al tiempo libre y las vacaciones y, con ello, ser un medio de propaganda sobre
los avances en la construcción de una sociedad socialista.
3. El programa de los balnearios populares
El Ministerio responsable de llevar a cabo el programa de balnearios populares fue
el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), liderado por Carlos Cortés,
con la colaboración de la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU)
a cargo del arquitecto Miguel Lawner.38 Para tal efecto el 20 de noviembre de
1970 se conformó la Comisión Coordinadora del Plan de Balnearios Populares,
formada por seis ministerios —Ministerio de Tierras y Colonización, Ministerio
del Interior, Ministerio de Salud, Ministerio de Economía a través de la DITUR,
Ministerio de Obras Públicas y el de Vivienda y Urbanismo—, responsable de
34. “UNCTAD III: misión cumplida”, En Viaje (Santiago), abril de 1972: 11.
35. “UNCTAD ...” 11.
36. “UNCTAD ...” 11.
37. “UNCTAD ...” 13.
38. Mario Garcés, “Construyendo las poblaciones. El movimiento de pobladores durante la Unidad
Popular”. Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular, ed., Julio Pinto (Santiago:
LOM, 2005).
65Juan Carlos Yáñez Andrade
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coordinar los esfuerzos oficiales en torno al turismo popular.39 El diseño y la cons-
trucción de los balnearios estuvo a cargo del arquitecto Renato Hernández de la
Dirección de Equipamiento Comunitario del MINVU, cuya propuesta consistía
en la construcción de cabañas con paneles prefabricados, de ocho o diez pabello-
nes longitudinales, junto con los servicios higiénicos y casino.40
Por su parte, el Ministerio de Tierras y Colonización, a cargo de Humberto
Martones, asumió la responsabilidad de identificar en distintas provincias del país
los terrenos más aptos para construir los balnearios populares, en la modalidad de
camping.41 La idea original comprendía identificar los terrenos para la construc-
ción de los balnearios, luego lotearlos y entregarlos para su administración a las
organizaciones de trabajadores y pobladores. Para ello se firmaría un convenio
con la Confederación de Empleados Particulares, y luego con la CUT, además de
cooperativas y sindicatos.
El financiamiento para la ejecución de los balnearios populares correspondía al
presupuesto del MINVU y la DITUR, siendo esta última la responsable de su ad-
ministración, a través del Departamento de Turismo Social y Juvenil. Para este caso
el presupuesto de la DITUR pasó de 1.687.000 escudos en 1970 a 34.516.000
en 1973, aprobándose importantes sumas para el turismo social. En 1971 aparece
en el presupuesto un monto de 10.000.000 escudos para apoyar el turismo social,
en 1972 con 15.000.000 escudos, cifra importante esta última si se considera que
el presupuesto de la DITUR en remuneraciones y compra de bienes y servicios
ascendía a 20.000.000 escudos. Para 1973 el turismo social alcanzó los 17.020.000
escudos y aparece el turismo juvenil con un monto de 5.801.000.42 De esta forma,
se constata que hubo un claro interés por parte del gobierno de Salvador Allende
de aumentar la inversión en los programas de turismo social, reduciendo el gasto
en burocracia de los gobiernos anteriores.
En un comienzo no existía claridad sobre la cantidad de balnearios que las
autoridades proyectaban construir, señalándose un número que iba de 18 a 25
para el verano de 1971.43 A fines de 1970 se informaba de la pronta habilitación
de los primeros seis balnearios ubicados en Los Vilos, Tongoy, Peñuelas, Papudo,
Los Queñes y Duao.44 El caso del balneario de Los Queñes, ubicado en la zona
centro sur del país, puede ser caracterizado como un modelo de balneario de
montaña que buscaba ser una alternativa a los balnearios de playa. Había sido
39. “Diez mil chilenos inauguran gran plan de turismo popular”, La Nación (Santiago) 16 de enero
de 1971: 2; Rey 65.
40. Lawner, “La demolición”.
41. “Verano de 1971 iniciará el turismo popular”, La Nación (Santiago) 26 de noviembre de 1970: 6.
42. República de Chile, Ley de Presupuesto (Santiago: República de Chile, 1972); República de Chile,
Ley de Presupuesto (Santiago: República de Chile, 1973).
43. “Universitarios trabajarán en los balnearios populares”, La Nación (Santiago) 5 de diciembre de
1970: 8.
44. “20 nuevos balnearios para veraneo popular”, La Nación (Santiago) 31 de diciembre de 1970: 2.
66“Turismo para todos”
TRASHUMANTE | Revista Americana de Historia Social 23 (2024): 54-75. ISSN 2322-9675
construido por el MINVU y gestionado por la Corporación de Desarrollo Social
y la DITUR.45
También se buscó aprovechar las instalaciones existentes en la cordillera central,
que podían responder de manera más expedita a la demanda de veraneantes de
Santiago. En este caso se avanzó en un convenio entre la DITUR y el Departa-
mento de Turismo de la Municipalidad de Las Condes para habilitar los refugios
existentes en la localidad de Farellones, los cuales pertenecían a diversas institucio-
nes públicas y que se ocupaban los fines de semana y en temporada de invierno.46
Hacia mediados de enero de 1971 el MINVU y la CORMU inauguraron dos
balnearios en la zona centro sur del país, como fueron el del Río Tinguiririca y
Río Negro, en la provincia de Colchagua.47 A mediados de febrero de 1971 ya se
habían inaugurado los balnearios de Peñuelas y Los Vilos en el norte del país, así
como el de Llolleo 48 y de Playas Negras en la localidad de Las Cruces en el litoral
central. En el caso de Los Vilos, construido por el MINVU y la Dirección de Equi-
pamiento Comunitario, tenía una capacidad para 500 veraneantes.49 Por su parte,
el de Peñuelas disponía de 65 cabañas, con equipamiento de baños y un casino.
Cada cabaña tenía dos ambientes, con cama matrimonial y seis camas individuales.
De esta forma, y de acuerdo con la prensa del periodo, para fines de febrero de
1971, estaban operativos seis balnearios.50 Sin embargo, fue en el verano de 1972
que se dio un impulso mayor a su construcción, aprovechando la experiencia
acumulada y el ímpetu del segundo año de gobierno, además de la participación
más activa de organizaciones comunitarias y sindicatos. De hecho, la Guía turística
de Chile, de Ferrocarriles del Estado, denominó el año de 1972 como el año del
turismo social.51
Para el verano de 1972 se puede destacar la inauguración del balneario de Cha-
carilla en el cerro San Cristóbal del Parque Metropolitano de Santiago, a cargo de
la CORMU, el cual disponía de una piscina para 2.000 bañistas que funcionaba
de jueves a domingos.52 Además, se inauguraron los balnearios de Curanipe, en la
costa de Linares, de Llallauquen cerca del Lago Rapel, provincia de Cachapoal, de
Llico en Curicó, de Santo Domingo, provincia de San Antonio, de Puchuncaví y
Loncura, sector norte de la provincia de Valparaíso, de Playa Blanca en Lota y el de
45. “Pobladores tendrán su balneario en la montaña”, La Nación (Santiago) 16 de febrero de 1971: 5.
46. “Balneario cordillerano al alcance del pueblo”, La Nación (Santiago) 1 de enero de 1971: 3.
47. “Tinguiririca y Puente Negro, nuevos balnearios del pueblo”, La Nación (Santiago) 20 de enero
de 1971: 2.
48. Si bien se menciona en algunas fuentes este balneario como el de Llolleo, claramente corres-
ponde al de Rocas de Santo Domingo, “Veraneo popular para otras 250 familias”, La Nación
(Santiago) 9 de febrero de 1971: 6.
49. “Inaugurado balneario popular de Los Vilos”, La Nación (Santiago) 12 de febrero de 1971: 2.
50. “Seis balnearios populares se encuentran funcionando”, La Nación (Santiago) 21 de febrero de
1971: 5.
51. “1972. El año del turismo social”, Guía Turística de Chile 37 (1972): 2.
52. “Balneario popular Chacarilla será inaugurado el 15”, La Nación (Santiago) 12 de enero de 1972: 2.
67Juan Carlos Yáñez Andrade
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playa Las Machas en Arica (Figura 1). Este último, con una piscina, 60 cabinas, tres
blocks de servicios higiénicos y un casino.53 También se proyectaba la ocupación
de playas, tranques y asentamientos campesinos para la construcción de balnearios,
para lo cual se debía llegar a acuerdo con la Corporación de Reforma Agraria.
Figura 1. Balnearios populares de playa (1970-1973)
Ubicación Nombre Número cabañas Veraneantes
Iquique Huaquique 65 480
Peñuelas Ranquil 65 480
Tongoy Chile Nuevo 65 480
Los Vilos L. E.
Recabarren
65 480
Pichidangui Elmo Catalán 65 480
Papudo Che Guevara 45 335
Puchuncavi Venceremos 65 480
Loncura 1° de mayo 65 480
Ritoques América Libre 65 480
Las Cruces Piedras Negras 65 480
Santo Domingo Carlos Cortés 65 480
Llallauquén Pampa Irigoyn 45 335
Llico Elías Laferte 65 480
Duao Nueva Aurora 65 480
Curanipe Marmuduque
Grove
65 480
Playa Blanca _____ 65 480
Fuente: Guía turística de Chile 37 (1972): 5. En esta tabla no aparecen el balneario de Arica, el del Cerro San Cristóbal, el de Los Queñes
y el del río Tinguiririca y rio Negro.
De esta forma es posible considerar —ante la falta de cifras oficiales— que
el potencial de veraneantes que pudo ocupar los balnearios durante el verano
(enero y febrero, pero incluyendo la quincena de diciembre y de marzo) de 1971,
1972 y 1973 fue cercano a 190.000 personas, aunque debe haber sido un poco
menor ya que en el verano de 1971 solo estuvieron operativos seis balnearios.54
Este potencial de veraneantes obligaba a asegurar su traslado. Como la mayoría de
53. “Nuevos balnearios habilita Ministerio de la Vivienda”, La Nación (Santiago) 8 de febrero de
1972: 6.
54. Para estos cálculos se consideraron estadías en cada uno de los balnearios de diez días, es decir
tres grupos de veraneantes por mes (un total de 1.500 veraneantes por mes).
68“Turismo para todos”
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los balnearios estaban en lugares con un gran atractivo turístico, pero alejados de
las carreteras principales, las autoridades se aseguraron de proveer un servicio de
movilización. En el caso del Ministerio de Obras Públicas, ofició a Ferrocarriles
del Estado realizar un estudio sobre cómo mejorar el traslado de los veraneantes
a los campings y balnearios, junto con asegurar la provisión de agua potable.55 En
febrero de 1971 estaba operativo el denominado “tren de turismo popular”, inicia-
tiva de la Consejería Nacional de Desarrollo y que permitía que las familias per-
tenecientes a centros de madres, juntas de vecinos y clubes deportivos, en grupos
de 1.500 personas, partieran a Viña del Mar.56 En el caso del balneario instalado
en el cerro San Cristóbal de Santiago —Chacarilla— se firmó un convenio con
la empresa de buses San Cristóbal-La Granja para realizar recorridos diarios a la
cumbre del cerro a un valor módico.
La selección de los veraneantes comprendía un proceso de postulación media-
do por las organizaciones comunitarias —centros de madres, clubes deportivos y
sindicatos— y bajo la coordinación de la Consejería Nacional de Desarrollo Social
y la CUT. La Consejería seleccionaba e inscribía a los grupos de veraneantes, en
coordinación con las Juntas de Vecinos y Centro de Madres y, además, seleccionaba
los equipos de monitores encargados de dirigir las actividades de niños y adultos.
Además, organizaba las presentaciones de grupos artísticos y culturales que reco-
rrían los diferentes balnearios populares. La CUT también participaba de la selec-
ción de los veraneantes, registrando entre sus sindicatos afiliados la nómina de los
trabajadores que participarían del programa.57
Si bien el financiamiento del programa se aseguraba con el presupuesto nacio-
nal, los veraneantes debían pagar una cuota módica que dependía del número de
integrantes por familia. El cobro corría por cuenta de la Consejería de Desarrollo
Social, la cual había habilitado una cuenta corriente en el Banco del Estado para
que los veraneantes cancelaran la estadía en doce mensualidades. Una familia tipo
de diez integrantes, por una estadía de diez días debía cancelar alrededor de 1.000
escudos, es decir 10 escudos por persona al día.58
Un aspecto que ayuda a entender el uso que se les dio a los balnearios popula-
res como dispositivo político en la construcción de la sociedad socialista es la for-
ma cómo funcionaban. Tempranamente el director de la DITUR, Carlos Lizama,
había señalado que los balnearios populares se enmarcaban en un turismo social
“consciente y planificado”, donde las familias junto con realizar actividades recrea-
tivas serían supervisadas por monitores, tanto en su adecuada nutrición, como en
las actividades artísticas y culturales que se le ofrecían.59
55. “Facilidades de transporte hacia zonas de balnearios”, La Nación (Santiago) 23 de enero de 1971: 6.
56. “Pobladores también veranean a iniciativa del Gobierno”, La Nación (Santiago) 3 de febrero de
1971: 3.
57. Lawner, “La demolición”.
58. “1972...”; “Vacaciones y alimentación completa por E°10 diarios”, La Nación (Santiago) 13 de
febrero de 1971: 2.
59. “Un personaje...” 8.
69Juan Carlos Yáñez Andrade
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4. “El derecho al descanso” (1971): los balnearios populares como ob-
jeto de propaganda
Se ha señalado a lo largo de este artículo que dentro del programa de la Unidad
Popular se entendieron los balnearios populares como parte de la conquista de
derechos que involucraba el acceso al tiempo libre, la recreación y el turismo,
pero también como parte de un proyecto de transformación política en pro de la
construcción de la sociedad socialista. Esta última narrativa entendía los balnearios
populares como dispositivos de lucha política en la conquista de los espacios de
descanso que históricamente, según se argumentaba, habían sido exclusivos de las
elites y clases medias favorecidas.
Del seguimiento del periódico de gobierno La Nación se observan numerosas
noticias sobre el programa de balnearios populares donde se destaca su uso político
y una narrativa revolucionaria en su promoción. Por ejemplo, en la portada de La
Nación del 1 de febrero de 1971 se informa sobre la visita a Viña del Mar de po-
bladores provenientes de Santiago seleccionados por la Consejería de Desarrollo
Social y la CUT. Se acompaña la noticia con dos fotografías, una que muestra dos
mujeres jóvenes sentadas en la playa y otra que muestra un grupo de niños divir-
tiéndose, con el sugerente título “Viña del Mar al alcance del pueblo”, señalando:
“Viña de Mar ya no es balneario para ricos. Las iniciativas del Gobierno Popular
del doctor Allende han permitido que el pueblo llegue hasta la “ciudad jardín” y
conozca lo más hermoso de sus parajes”.60 Este contraste entre “balneario para
ricos” y “Gobierno Popular”, buscaba dejar en claro las dimensiones que estaban
en pugna, las cuales se insertan en nuevas disputas por los espacios recreacionales.
Otro ejemplo que ilustra el uso político de los balnearios populares correspon-
de al caso de Piedras Negras en la localidad costera de Las Cruces, construido por
la Dirección de Equipamiento Comunitario del Ministerio de Vivienda y Urba-
nismo. En su inauguración La Nación tituló la noticia apelando al espíritu de lucha:
“El pueblo renueva sus energías para construir “el Chile nuevo”. Para proseguir:
“Pese a los múltiples intentos de sectores reaccionarios por impedir el avance im-
placable y arrollador de los planes de reformas sustanciales aplicados hasta la fecha
en el país, el Gobierno Popular del Presidente de la República, Compañero Salva-
dor Allende, continúa en su lucha por reivindicar las conquistas de los trabajadores
y el pueblo chileno y otorgarles el máximo de confort social y económico”.61
En la misma página se presentan fotografías de la inauguración del balneario,
junto a un pequeño reportaje titulado “Los momios golpistas se ‘chingaron’ otra
vez”, haciendo referencia a la intención de los habitantes de la localidad de Las
Cruces de bloquear la comitiva presidencial que iría a inaugurar el balneario, blo-
queo que no tuvo éxito por el cambio de la agenda del presidente Allende.
60. “Viña del Mar al alcance del pueblo”, La Nación (Santiago) 1 febrero de 1971:1.
61. “El pueblo renueva sus energías para construir ‘el Chile nuevo’”, La Nación (Santiago) 19 de
febrero de 1971: 2.
70“Turismo para todos”
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Estos ejemplos ayudan a comprender la naturaleza del esfuerzo comunicacional
que llevó a cabo el gobierno en la promoción de los balnearios populares, donde
se jugaba, como se ha señalado, parte del programa transformador de la Unidad
Popular. Si bien la prensa opositora, como El Mercurio, dio a conocer el programa
de balnearios populares, lo hizo desde un tono crítico, denunciando los problemas
de equipamiento que presentaban y las dificultades en su acceso. En el caso del bal-
neario popular del Cerro San Cristóbal, se denunció el elevado valor del transpor-
te, la falta de caminos adecuados, entorno riesgoso y la mala calidad de su piscina.62
En este contexto de disputa y de esfuerzo comunicacional del gobierno, que
deben inscribirse los documentales realizados en el periodo de estudio en pro del
turismo social. El investigador Martín Farías identifica tres documentales vincula-
dos con la medida 29 del programa de la Unidad Popular, los cuales tienen como
denominador común el dar cuenta de la necesidad de promover los balnearios
populares en el país debido a la ausencia de espacios de recreación para el pueblo.63
El primero, titulado El derecho al descanso, fue realizado en 1971 por la Presidencia
de la República y recoge las primeras acciones en pro del cumplimiento de la
medida 29. El segundo documental es de 1972 y se titula Balnearios Populares, el
cual da cuenta del avance del programa, pero desde un punto de vista externo al
estar producida por un grupo de privados. El último ejemplo ilustrativo de este
esfuerzo comunicacional del turismo social corresponde al documental titulado
Un verano feliz de 1972, que si bien fue producido por el Departamento de Cine
de la CUT, y no por el gobierno, su narrativa puede insertarse en la propaganda
sobre los logros de la Unidad Popular y la construcción de la sociedad socialista.
La producción de documentales tuvo un auge durante la Unidad Popular en
comparación con etapas anteriores, en el marco de la alta politización que vivía la
sociedad chilena.64 El control de los principales medios de comunicación por parte
de la oposición hizo que las autoridades utilizaran el documental como forma “de
dar a conocer las acciones del gobierno y como actividades de propaganda para
motivar a los trabajadores a seguir apoyando a la Unidad Popular”.65 Además, por
su vocación más realista y su intención de mostrar en tiempo presente los hechos
que se buscaban narrar, el documental era propicio para transmitir ciertos valores
o puntos de vista políticos de manera más directa y sin mediación, aunque sin
descuidar su valor estético.66
En el caso del documental El derecho al descanso de 1971 es interesante su aná-
lisis porque fue el primer documental que se hizo sobre los balnearios populares,
62. “De difícil acceso y de elevado costo familiar”, El Mercurio (Santiago) 18 de enero de 1971: 12.
63. Martín Farías, “Música y comunicación política en el documental durante la Unidad Popular”,
Universum 2 (2021): 610.
64. Farías, “Música” 601.
65. Farías, “Música” 603.
66. Sobre el uso del documental durante la Unidad Popular, ver Jacqueline Mouesca, El Documental
Chileno (Santiago: Lom Ediciones, 2005).
71Juan Carlos Yáñez Andrade
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con el objetivo de justificar dicha medida y presentar sus iniciales avances.67 El
documental fue producido por Adolfo González, jefe del Departamento de Cine
y Televisión de la Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia de
la República, con la dirección de fotografía a cargo de Manuel Julio y el montaje
de Eliseo Pedraza. El documental se filmó en blanco y negro, con una duración de
13 minutos, acompañado de un relato en off.
El documental puede ser organizado en tres momentos. En una primera parte,
el documental busca ofrecer un contraste entre el veraneo de las clases trabajadoras
y populares, por un lado, y los sectores de la elite, por otro. La voz en off describe
los lugares de veraneo de la clase alta chilena, intercalando imágenes de diversos
balnearios, al parecer de Algarrobo y Viña del Mar: “Balnearios de Chile, hermosas
playas, lujosos hoteles, bellos edificios de departamento, destinado todo esto a gen-
te que veranea durante tres meses del año en estos encantadores lugares de recreo
y distracción. Punto de cita y esparcimiento de la más satisfecha y alegre elite de
nuestra sociedad”. Además, se describe a la clase alta como despreocupada: “Todo
está dispuesto para que gocen de la vida, se entretengan y distraigan, descansen en
todo el sentido de la palabra del trabajo efectuado durante el año”.
La música que ambienta esta descripción es música de rock, lo cual le da
un contexto sicodélico y banal a la experiencia vacacional de los sectores de
la elite. La descripción de esta realidad —enajenada y enajenante— se inte-
rrumpe cuando el narrador se pregunta: “¿dónde veranea el obrero, el hom-
bre común, ese que con esfuerzo y sacrificio inaudito ha creado las bases de
un sistema económico que hasta ayer lo explotó?”. Se ambienta con una mú-
sica más lenta, de raíz folclórica, y se acompaña con imágenes que muestran
diversas faenas de trabajo. Describe los viajes que las familias trabajadoras
realizaban cada verano en ferrocarril, sin mayores comodidades y por un lapso
de un día o máximo tres. Un aspecto interesante es que el documental de-
nuncia que en los balnearios se reproduce la separación de clases, mostrando
playas con alambradas que separan sectores públicos y recintos particulares:
Durante todo el tiempo de su veraneo, [el trabajador] debe ver, observar y aceptar normas im-
puestas por un salvaje sistema económico social que no trepida en poner toda clase de letreros
prohibiendo esto y lo otro, sujetando férreamente al pueblo a un sistema que éste no tiene por
qué aceptar. Las imágenes que mostramos son verídicas, no tenemos por qué engañar a nadie.Y
es increíble que en las libres playas de nuestro territorio existan alambradas de púa separando a
una clase afortunada de otra más pobre y explotada.
En un segundo momento, el documental describe de forma pedagógica el pro-
grama de balnearios populares, indicando sus adelantos y comodidades que podía
ofrecer a los veraneantes. Las vacaciones eran presentadas como un derecho para
67. Si bien la Cineteca de la Universidad de Chile fecha este documental en 1970, la filmación de
la inauguración de los balnearios corresponde al verano de 1971.
72“Turismo para todos”
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los trabajadores y necesario para reponer las fuerzas, siendo los balnearios el medio
para que el descanso dejara de ser un privilegio y se transformara en un derecho,
tal como el título del documental lo señalaba: “El pueblo organizado —señala la
narración en off— ya tiene conciencia de su poder y no se dejará arrebatar jamás
las conquistas alcanzadas”.
La última parte del documental muestra los primeros traslados en buses hacia
los balnearios populares, acompañado de imágenes alegres de familias beneficiarias
del programa. Se señala que el objetivo para el primer año es ofrecer vacaciones
a 20.000 familias obreras, con el compromiso de que en un lapso de tres años
“toda la clase trabajadora tendría derecho al descanso”.68 Se entrelazan imágenes
panorámicas de las playas, de las cabañas, de los veraneantes, de la cocina colectiva,
entre otras.
Si bien las estimaciones entusiastas de este primer documental sobre los al-
cances de los balnearios populares no pudieron se alcanzadas, y a lo sumo este
programa benefició en los veranos de 1971, 1972 y 1973 entre 150.000 y 190.000
personas, en términos prácticos fue una alternativa que benefició a un conjunto de
trabajadores y pobladores que sin esta oportunidad no hubieran podido acceder al
litoral chileno, transformando con ello positivamente sus vidas.
Conclusiones
El interés por estudiar el turismo social durante la Unidad Popular surge de la
misma necesidad de avanzar en la comprensión de su evolución histórica durante
el siglo XX, además de considerar que es otra vía para conocer la experiencia de
la Unidad Popular.
Durante las primeras décadas del siglo XX el desarrollo del turismo fue pen-
sado como estrategia de Estado para potenciar dicha actividad como fuente de
ingreso, por lo tanto, orientada a un público extranjero que trajera divisas. En este
contexto, los medios de difusión, propaganda y promoción turística fueron efecti-
vos en construir una narrativa sobre los atractivos del país, en base a estereotipos,
escenificaciones e itinerarios organizados que se difundían a través de la prensa
en Chile y el extranjero. Sin embargo, estos medios fueron menos efectivos en
integrar a la población chilena a ese proyecto de imagen país, lo que ayuda a com-
prender el por qué en las imágenes del “Chile turístico” la mayoría de las veces no
aparecieran habitantes.
En cierta forma el turismo social promovido durante la presidencia de Sal-
vador Allende no era nuevo, y se entroncaba con las experiencias del Frente
Popular en el mismo orden de acciones, aunque no aparecía como contradic-
torio con una política de promoción de los atractivos turísticos del país hacia
68. Estas cifras no corresponden a la realidad. En 1971 estaban operativos seis balnearios, con un
potencial de ocupación para los meses de enero y febrero, y primera quincena de marzo, de entre
18.000 y 20.000 personas en total. Es posible que el documental confundiera 20.000 personas
con 20.000 familias.
73Juan Carlos Yáñez Andrade
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el extranjero. Muy por el contrario, la política turística de la Unidad Popular
aparecía en el terreno del equilibrio de los intereses que históricamente ha-
bían sido parte del sector, mucho más compleja de lo que puede suponer-
se a simple vista. De hecho, planteamos que la experiencia de los balnearios
populares es interesante no solo porque ofreció una alternativa al uso de las
vacaciones y tiempo libre para los sectores que históricamente habían sido
marginados de la política turística, sino también porque formó parte de un
proyecto de transformación social que debía servir a su vez como imagen (tu-
rística) hacia el interior y el extranjero de un país en vía al socialismo.
En el contexto latinoamericano, el turismo social de la Unidad Popular se
entronca con los programas populistas al estilo de Getulio Vargas en Brasil o
Juan Domingo Perón en Argentina, los cuales buscaron incorporar al disfrute
del tiempo libre y las vacaciones a los sectores que eran la base electoral del
proyecto político. Sin embargo, el ideario de construcción de una sociedad so-
cialista –en pleno contexto de Guerra Fría– colocó a los balnearios populares
como dispositivos de lucha política en la conquista de espacios y experiencias
que habían sido propios de las elites, de tal forma que cuando vino el golpe
de Estado de septiembre de 1973, los militares no solo suspendieron dicho
programa de vacaciones, sino que ocuparon algunos de los balnearios como
campos de detención, argumentando que eran escuelas de guerrillas.
Para el caso de Chile, uno de los aspectos más novedosos del programa de
balnearios populares del gobierno de Salvador Allende, y que lo diferencian
del programa de turismo social de fines de la década de 1930 y 1940, es que se
institucionalizó un proceso que aseguraba la participación tanto de poblado-
res como de trabajadores sindicalizados. En una narrativa que se hizo visible
durante la Unidad Popular, la cual señalaba que la conquista de la sociedad
socialista se haría en conjunto con pobladores, trabajadores y campesinos, el
programa de los balnearios populares supo integrar a los dos primeros sec-
tores entre sus beneficiarios, contando para ello, con la organización de las
Juntas de Vecinos, responsables del proceso de inscripción de pobladores, y
la CUT, que inscribía a trabajadores que pertenecieran a sindicatos afiliados.
Se han destacado en el esfuerzo comunicacional que hizo el gobierno de la
Unidad Popular diversas narrativas que vieron en la política de turismo social y
en los balnearios populares no solo la forma de seguir ampliando los derechos de
los trabajadores, y cumplir así con el programa de la Unidad Popular, sino también
otra vía de radicalización de la lucha política, con todos los alcances simbólicos
que podía tener, en especial en trasladar esa lucha incluso a los espacios de ocio,
tiempo libre y turismo.
La principal contribución que esperamos haber realizado con este artículo
es superar las perspectivas exclusivamente testimoniales que han existido al
abordar los balnearios populares, las cuales han consensuado en la importan-
cia de estas experiencias en la vida de los pobladores y trabajadores que pu-
dieron asistir a estos balnearios. Sin estar en contra de esta valoración, nuestro
74“Turismo para todos”
TRASHUMANTE | Revista Americana de Historia Social 23 (2024): 54-75. ISSN 2322-9675
foco estuvo en caracterizar los balnearios como parte del programa transfor-
mador de la Unidad Popular y de la promoción de la vía chilena al socialismo.
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