85Estudios dE LitEratura CoLombiana 52, enero-junio 2023, ISNN 0123-4412, https://doi.org/10.17533/udea.elc.350129
Editores: Andrés Vergara Aguirre,
Christian Benavides Martínez
Recibido: 21.06.2022
Aprobado: 24.11.2022
Publicado: 31.01.2023
Copyright: ©2023 Estudios de Literatura Colombiana.
Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los
términos de la Licencia Creative Commons Atribución –
No comercial – Compartir igual 4.0 Internacional
* Cómo citar este artículo: Bernal, A.
A. (2023). Marginación y fantasía
transgénero en “Esta es tu noche” de
Mario Mendoza. Estudios de Literatura
Colombiana 52, pp. 85-101.
DOI:
1
aab52@pitt.edu
University of Pittsburgh at Johnstown,
Estados Unidos
M arginación y fantasía
transgénero en “esta es tu
noche” de M ario M endoza
Transgender Fantasy and Urban
Marginalization in “Esta es tu noche”
by Mario Mendoza
Álvaro Antonio Bernal
Resumen: “Esta es tu noche” (2004) contextualiza el trasegar
del barrio Santa Fe de Bogotá (distrito rojo de la ciudad) desde
la perspectiva del comercio sexual transgénero. El barrio resul-
ta ser un nicho que recrea la simulación y la doble moral de la
sociedad local. Lo anterior se revela en el dilema que tiene que
enfrentar el protagonista del cuento, cuya sexualidad y ética
quedan presas entre el deseo reprimido y una orden que debe
cumplir. En este artículo se reflexiona acerca de la representa-
ción de personajes transgénero dentro de la reciente narrativa
colombiana, y a la vez se explora la imagen literaria de una zona
icónica de Bogotá.
Palabras clave: Mario Mendoza; literatura colombiana; litera-
tura urbana; literatura transgénero; realismo sucio.
Abstract: “Esta es tu noche” (“This is your night”) (2004)
contextualizes the events in the Santa Fe neighborhood of
Bogotá (red-light district of the city) from the perspective of
the transgender sex trade. The neighborhood portrays the sim-
ulation and double standards of local society. We see this in
the dilemma the protagonist faces, whose sexuality and ethics
are conflicted between repressed desire and an ordered path.
While this article examines the representation of transgender
characters in recent Colombian literature, it also explores the
literary image of an iconic area of Bogota.
Keywords: Mario Mendoza; Colombian Literature; Urban Fic-
tion; Transgender Literature; Dirty Realism.
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*
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Propuesta temática de Mendoza
Mario Mendoza, escritor colombiano con amplia difusión en las últimas décadas, ha diver-
sificado su obra que en un principio se enfocó en recrear imágenes de la capital colombiana
que recaían,1 como él mismo lo señaló en su momento, en el género del realismo sucio o
degradado.2 Es allí donde se encuentra su mayor aporte no solo a las letras colombianas,
sino también en lo que respecta a la reflexión y la problematización de la representación
literaria de la Bogotá contemporánea. Mendoza, fiel a esta temática, realizó instantáneas
de la vida bogotana en barrios marginales y concentró su interés creativo en las vidas
de los menos favorecidos y en los rostros trasgredidos de una Bogotá fragmentada. En
sus páginas se leen pinturas hiperrealistas de una sociedad y una nación desgarradas so-
cialmente que recogen el crónico fracaso de administraciones corruptas y enceguecidas
por el beneficio individual y el de sus cómplices a expensas de las mayorías arrojadas,
irónicamente, al destierro dentro de su propio territorio. En ese proceso, a través de la
voz de sus personajes, el autor describe en varias de sus narraciones el forjamiento de
áreas marginadas en las ciudades tercermundistas donde el vicio y el comercio ilegal se
convirtieron en ley, y a su vez cómo esos territorios del miedo siempre se trataron de
enmascarar o disimular por ciertas elites con el objetivo de fingir una falsa equidad social: 3
La generación de los noventa había llevado al extremo las propuestas del neoliberalismo incipiente de
la generación anterior, y esta actitud se tradujo en la búsqueda de una limpieza y una asepsia (la pobreza
era sucia y desagradable) segregacionistas. Las clases poderosas no querían ver mugre ni miseria, y
como no podían encontrar soluciones acertadas y justas, se dedicaron a ocultar, a negar y a expulsar
a las favelas y a los barrios de invasión el alto porcentaje de humildes y zarrapastrosos que intentaban
vivir en las grandes ciudades (Mendoza, 2001, p. 219).
Siguiendo esa ruta, Mendoza ya hablaba desde el siglo anterior de un nuevo modelo
de ciudad que estaba surgiendo, en el que prevalecería la mendicidad, la violencia y el
abandono estatal. Urbes en las que estas zonas empobrecidas imperarían y se converti-
rían en la norma y no en la excepción. El desbalance económico y social de los Estados,
además de la perfidia humana, facilitarían el crecimiento de este tipo de áreas que ya
1 Sin dejar de lado su estilo urbano, el autor se ha mostrado prolífico en otros géneros como narrativa juvenil,
ensayos acerca de la realidad nacional y mundial y recientes publicaciones de novela gráfica.
2 Véase la entrevista “El mundo marginal de Bogotá en los últimos veinte años en la obra de Mario Mendoza” en
el libro Percepciones e imágenes de Bogotá, p. 251.
3 Retomo el título del libro de Soledad Niño Murcia et al., Territorios del miedo en Santafé de Bogotá: Imaginarios
de los ciudadanos (1998), investigación que trata acerca de la percepción de la inseguridad en Bogotá desde una
perspectiva antropológica.
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Marginación y fantasía transgénero en “Esta es tu noche” de Mario Mendoza
no solo sería frecuente en los países subdesarrollados, sino que también comenzaría a
verse con mayor presencia en naciones industrializadas:
En el siglo xix la ciudad arquetipo era París. En el xx ha sido Nueva York. Ahora, a las puertas del tercer
milenio, la ciudad tercermundista es el arquetipo: caos, violencia, cordones de miseria, vagabundos
nómadas en busca de alimentos, niños asesinos y asesinados, habitantes de las alcantarillas, multitud
de dementes por las calles... Nosotros ya nunca seremos como París o Nueva York, sino al revés. Ellas,
cada vez más, se parecen a Bogotá, a Río de Janeiro o a Ciudad de México. Somos el futuro. He ahí
nuestro difícil privilegio (Mendoza, 1998, p. 166).
Partiendo de lo anterior, buena parte de la narrativa del autor toma como escenario los
barrios de Bogotá que en un pasado tuvieron alguna ascendencia social pero que gra-
dualmente se fueron transformando en zonas empobrecidas o en áreas urbanas de “alto
impacto”,4 es decir, zonas de comercio sexual y servicios afines. Tanto en estos lugares,
esenciales para sus historias, como algunos otros cercanos a estas peculiaridades urbanas
irrumpen personajes que frecuentemente presentan rasgos de locura y maldad. Según el
escritor, en algunos casos lo antedicho puede ser respuesta o consecuencia del pavoroso
presente en el que vivimos. En la obra de Mendoza, la sociedad y el mundo contempo-
ráneo poco ofrecen para el bienestar del ser humano; todo lo contrario, es un universo
escindido e impregnado por el egoísmo, la violencia y la perversión que agobian a muchos
sectores de la humanidad al incentivar, de diferentes maneras, su autodestrucción por
medio de corrupción, masacres y guerras. Todo este asfixiante presente es tierra fértil
para que sus personajes exterioricen desequilibrios psíquicos y sicológicos que hasta
cierto punto justifican sus brutales acciones. En ese aspecto particular referente a las
características de algunos de estos individuos, conviene recordar las influencias literarias
del autor e incluso algunas similitudes palimpsésticas con otras obras. Al respecto, José
Manuel Camacho brinda un recorrido de esos influjos cuando examina la novela Relato
de un asesino (2001) y en ella identifica vínculos temáticos con autores clásicos:
En las páginas de la novela se vislumbran numerosas influencias literarias que son utilizadas para
reflexionar sobre la importancia del viaje como forma de conocimiento, sobre la incidencia de la lo-
cura en la sociedad actual, sobre la presencia del Mal, el problema de la identidad, el tema del doble
o las relaciones entre la ciudad y el artista moderno. Es así como encontramos referencias explícitas
a Stevenson, Conrad, Poe, Hawthome, Mutis, Melville, Homero, Defoe, Durrell o Baudelaire […].
No obstante, no es el viaje el elemento decisivo de la novela, sino el lado oscuro del personaje. En ese
sentido, la obra tiene, al menos, cinco grandes referentes internos: Robert Louis Stevenson, Nathaniel
Hawthome, Edgar Alian Poe, Charles Baudelaire y Ernesto Sábato (Camacho Delgado, 2005, p. 40).
4 Véase al respecto el Decreto 4002 de 2004 enunciado en Bogotá el 30 de noviembre del mismo año por el
expresidente Álvaro Uribe Vélez.
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Pues bien, al tener una medida concreta del contenido de gran parte de la obra del
autor colombiano, podemos establecer y situar la narrativa que nos convoca y realizar
una aproximación sociocrítica del relato. El cuento “Esta es tu noche”, incluido en la
colección de historias denominada Una escalera al cielo (2004), posee tres elementos
constitutivos que ponderan su trama para el análisis que nos interesa. Uno, el uso del
espacio urbano, en este caso un barrio plenamente identificable de la ciudad con la
descripción puntual de su cotidianidad. Dos, la intervención e interacción de uno de
los personajes principales del relato que desafía la heteronormatividad de buena parte
de la narrativa colombiana. Esta peculiaridad rompe con el esquema tradicional y no
solo democratiza, sino que también visibiliza la diversidad sexual de la sociedad que
penosa e intencionalmente ha sido marginada tanto en la realidad como en nuestras
letras. A la vez esta condición permite, además de establecer un debate sobre la so-
ciedad colombiana con sus problemáticas actuales, resguardar los derechos de estas
minorías (Balderston, 2015, p. 184). Finalmente, y en concordancia con el punto previo,
seduce dentro de la trama del cuento el subtexto que denota el interés o el deseo del
protagonista heterosexual en una mujer transgénero; pasión que podría ser compartida
por muchos otros personajes en la historia pero que termina reprimiéndose de la peor
manera. Lo anterior como microcosmos de nuestra propia idiosincrasia que siempre ha
manifestado escrúpulos morales conservadores y excesivos ante la diferencia. Sin duda,
un nuevo llamado desde la literatura, en este caso, a deconstruir el modelo tradicional
de dualismo de género.
Proscenio
Si existe un lugar de la Bogotá de los últimos cincuenta años en el que se plasmen algunas
de las problemáticas sociales más comunes de toda Colombia, bien podría pensarse en
la vieja zona capitalina del barrio Santa Fe. En ella converge un tipo de pasado ilustre
con sus casonas de otras épocas que en la actualidad solo muestran fachadas maltrechas,
fusionadas con un presente que es una amalgama de delincuencia, vicio y comercio
sexual. En “el Santa Fe”, como se le conoce dentro de la bogotaneidad, el caminante
encuentra el impacto del deterioro urbano en cuadras y calles, yuxtapuesto a la diver-
sión representada en bares, estruendos de música de moda, luces de neón, prostíbulos
icónicos de la ciudad, droga, comercio ilegal, prostitución callejera y toda la adrenalina
requerida para una palpitante zona roja ubicada en una megalópolis tercermundista.
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Marginación y fantasía transgénero en “Esta es tu noche” de Mario Mendoza
El barrio Santa Fe sufrió una agresiva transformación urbana que en medio siglo
lo convirtió en un área conflictiva con múltiples dificultades: “Santa Fe resultó ser
un espacio que reúne una diversidad de habitantes, costumbres, actividades que por
diferentes factores se ha transformado del cielo a la tierra en menos de 50 años”
(Piñeros, 2010, p. 3). La cercanía del barrio con el centro histórico de la ciudad hace
de esta zona un área en la que se congregan todo tipo de ciudadanos que por algún
motivo debe circular por sus calles y fronteras, ya sea por cuestiones de trabajo, ges-
tiones personales, administrativas, comerciales o simplemente en busca de diversión.
En el mapa de Bogotá, el Santa Fe comprende una especie de trapecio que demarca
límites con otras zonas comerciales de la ciudad, pero que gana protagonismo por el
ejercicio de los servicios sexuales que ofrece de manera legal desde la administración
del exalcalde Antanas Mockus:
El barrio Santa Fe está ubicado en la Localidad de los Mártires (centro de Bogotá), en la upz (Uni-
dad de Planeamiento Zonal) 102 de La Sabana. Este barrio se sitúa entre las calles 26 (norte) y 21
(sur, contiguo a los barrios La Favorita y el Listón); y, entre la Av. Caracas (este) y los barrios La
Florida y Samper Mendoza (oeste). Tiene aproximadamente 13,56 hectáreas (sdp, 2009). Actual-
mente es una Zona Especial de Servicios de Alto Impacto (zesai) para el ejercicio de la prostitución.
Si bien, desde el año 2002 (alcaldía de Antanas Mockus), este sector viene siendo considerado
oficialmente como una zona de características normativamente especiales, entonces denominada
Zona de Tolerancia, desde hace más de 40 años se han establecido negocios de prostitución en el
barrio (Pérez, 2013, p. 28).
Es de esta manera, con alusión a las coordenadas del barrio Santa Fe, que el cuento de
Mendoza empieza a moldear el escenario en donde se presentará la acción. A partir de un
par de párrafos iniciales emerge uno de los protagonistas del relato, el sargento Ciro Barajas,
que en una noche de asueto, alicorado y deprimido, deambulando por los vericuetos de la
zona, es interceptado por un atracador: “Una llovizna fina intermitente caía diagonal sobre
el centro de la ciudad. Al voltear la esquina de la calle veintidós un hombre se abalanzó
sobre él y, sin darle tiempo para reaccionar, le puso una navaja en la boca del estómago”
(Mendoza, 2004, p. 77). Es en ese instante que surge la figura de Gina, una prostituta
transexual que lo auxilia y evita el robo. Desde ese momento se establece una amistad
con algunos guiños de atracción entre el agente y la mujer trans, relación que brevemen-
te, a pesar de los prejuicios, se fortalece y que comentaré más adelante en este artículo.
En la narración, al especificar algunos límites de esta zona de tolerancia capita-
lina, pero sin nombrar concretamente al barrio Santa Fe — como frecuentemente lo
ha hecho en otras narraciones — , el autor dibuja las ejecutorias de este sargento que
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en conjunción con sus subordinados suelen patrullar la cuadra de prostitutas trans
del barrio realizando redadas y controlando la seguridad de la zona. Es ahí en donde
Mendoza, directa o indirectamente, contextualiza parte de la narración al situar el
vínculo entre Barajas y Gina en el sector callejero donde laboran las prostitutas trans.
Recordemos una de las preguntas del sargento a la mujer luego de que lo salvara del
asalto: “¿No deberías estar en la calle de abajo con los demás travestis?” (p. 79). La
inquietud de Barajas hace alusión a la cuadra asentada entre las calles 19 y 20 con
carrera 16, espacio, dentro de la cartografía del barrio, asignado para la prostitución
transexual (importante recordar el final de la historia cuando Barajas y Estévez van
directamente a esa cuadra, detallando la dirección, a ajusticiar a las mujeres). En ese
entorno Mendoza instaura una especie de complicidad con elementos de amistad
y deseo entre los dos protagonistas del relato, y entroniza este encuentro de dos
desconocidos al decorar su potencial romance en medio de las calles polvorientas,
reventadas e inseguras de una barriada bogotana. Aquí es quizá en donde el cuento
reflexiona acerca del rompimiento o quizá la reivindicación de las relaciones alejadas
de la heteronormatividad o del binarismo tradicional hombre-mujer. De esta manera,
el barrio Santa Fe resulta ser el lugar óptimo para dicho encuentro, que encarna una
resignificación de este espacio urbano, distanciado de su estigma de ilegalidad o del
estereotipo del mero comercio sexual. Por el contrario, esta vez el escenario cobra otra
trascendencia ahora como espacio de idilio. Lo anterior se constata en una respuesta
que el autor ofrece en una entrevista, refiriéndose a esta zona de tolerancia, la cual
caracteriza como un entorno urbano en el que no solamente se realizan transacciones
sexuales mediadas por el frío dinero, sino que también se distingue por ser un medio
urbano en el que pueden florecer la amistad y un posible amor (como lo leemos en
la narración):
AB. Usted habrá conocido zonas de tolerancia en Europa, en Asia o en muchas partes del mundo, ¿qué
tiene de especial esta zona en Bogotá para ser merecedora de tantas páginas en sus libros?
MM. Bueno, primero que es mi gente, que es mi país, que me siento por supuesto ligado a ellos y no
me puedo sentir ligado de una manera tan directa a una zona de tolerancia en Holanda o una zona
de tolerancia en Bélgica. Pero independientemente de eso creo que aquí hay algo muy curioso y muy
particular y es que aquí no hay profesionalismo en la prostitución, por fortuna. Usted llega a un lugar
de esos y no lo atiende una profesional, lo atiende una mujer con quien dos días después se puede
estar tomando un café y esa mujer no se ofrece para usted solo a nivel de cuerpo, esa mujer termina
contándole su vida, esa mujer termina bailando con usted, esa mujer puede terminar salvándolo en
un momento de dificultad. Creo que ese no profesionalismo del barrio Santa Fe lo convierte en algo
tan humano, en algo tan enternecedor, tan conmovedor y memorable para uno. Estas personas están
desprotegidas, pero lo dan todo, lo entregan absolutamente todo, son ellas una lección de generosidad
que nadie tiene con uno nunca (Bernal, 2018, pp. 253-254).
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Marginación y fantasía transgénero en “Esta es tu noche” de Mario Mendoza
Basado en lo anterior, es claro que Mendoza crea un vínculo especial con este escenario
que le sirve de proscenio para desarrollar sus historias. De acuerdo con lo enunciado
surge la hipótesis bajo la cual, más allá de los encuentros entre clientes y prostitutas, en
esta zona de Bogotá, conocida ampliamente en el imaginario colectivo como un espacio
negativo y estigmatizado por las actividades que allí se ejecutan, emergen sólidos lazos
de amistad y confraternidad. Es en ese tránsito en donde los personajes se cruzan y la
narración cobra su clímax.
Desde luego, es importante repensar los orígenes de esta parte de la ciudad para
contar con un panorama amplio de sus condiciones y peculiaridades, y de esta forma
entender tanto la trama del relato como su contexto histórico. 5 Siguiendo brevemente
ese itinerario, podemos mencionar que el barrio Santa Fe, ubicado en la localidad de Los
Mártires, cobró especial atención desde la construcción del Cementerio Central (1836),
espacio que por décadas fue el más relevante de Bogotá en su género. El camposanto
colindaba con varias cuadras prestantes en las que vivían diferentes familias de abolengo.
Incluso algunas comunidades judías hicieron parte de la zona por algún tiempo. De ahí
que el Santa Fe tuviera un origen acomodado, aunque poco a poco fue transformándose,
como ha sucedido con diversos sectores de la ciudad, hasta convertirse en una zona
comercial que con el correr de los tiempos, y con la migración de familias hacia los
barrios del norte en búsqueda de seguridad y zonas campestres, terminó en una suerte
de collage que acoge actualmente distintos tipos de comercio, pero emblemáticamente
aquellos de servicios sexuales: “Al mismo tiempo, el centro tradicional de la ciudad
había entrado en un deterioro creciente por el abandono de los antiguos moradores
que, al no tener acceso a vivienda apropiada en el barrio, optaron por trasladarse a los
nuevos barrios del norte y del occidente de Bogotá” (Rodríguez Silva et al., 2004, p. 11).
Continuando con la narración, los siguientes encuentros relacionados con los pro-
tagonistas toman lugar en el mismo escenario —el barrio que actúa como el eje de los
mismos— ya sea por medio de las redadas de la Policía en cabeza de Barajas, o a través
del espacio de vivienda de Gina, la prostituta trans que reside en el área y que a partir
del primer encuentro con el sargento inicia un mayor acercamiento con él. A lo largo
del relato el barrio interviene como personaje menor con su vivacidad y dinamismo.
5 Para una historia detallada del barrio Santa Fe, consúltese: Zona especial de alto impacto en el barrio Santa Fe,
Bogotá D.C. Análisis a través de un modelo de conflicto, estudio de Carlos Sánchez Gaitán.
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“Esta es tu noche”, como el título lo menciona, lleva al lector a recrear la atmósfera de
la historia a partir de la oscuridad y de las penumbras que como testigo y entorno facilitan
las citas de los personajes necesitados del anonimato. Para Gina y Barajas este tipo de
relaciones que los pondrían en controversia no es permitido socialmente, en especial para
la hombría del sargento: “Si sus compañeros de trabajo supieran que usted me conoce,
comenzarían los chistes y las frases de doble sentido… Y aunque yo sea una mujer física
y mentalmente, su virilidad se vería cuestionada” (Mendoza, 2004, p. 83). Por otro lado,
para Gina sería inadmisible su relación con un representante de la autoridad que, más
que proteger a esta minoría, es identificado como un abusador.
Además, en este análisis referido al espacio resulta válido integrar que el cuento, en buena
parte de su desarrollo, tiene lugar dentro de ese anonimato protegido por el crepúsculo. El
barrio Santa Fe no podría perder tal condición, pues su vitalidad radica en la noche, en los
chorros de luces de los establecimientos y de los autos de los clientes que dan rondas por
las calles esperando ingresar a un bar o contratar a un o una trabajadora de la noche. Esa
fusión de zona roja y oscuridad resulta acertada para la pintura que el autor desea desplegar
por medio de la cimentación de un encuentro cuestionado socialmente entre dos persona-
jes que, entendidos como antagonistas, logran en la historia compartir un mutuo secreto.
Fantasía trans y simulación
La historia que nos ocupa desde su inicio quiebra y cuestiona los esencialismos del
mundo tradicional en términos de sexualidad. Bien sabemos que existe una normati-
vidad cultural impuesta que articula y categoriza de manera estricta los vínculos entre
sexo, género, identidad, deseo e incluso placer. Tal sistema conservador, que por mucho
tiempo fue culturalmente aceptado sin mayores cuestionamientos, regulariza y reduce
la sexualidad a relaciones heterosexistas binarias: “la cultura occidental tradicional
asume que el sexo y el género son absolutos: 6 hombre y mujer, sin ninguna posibilidad
6 Cabe aclarar que, a nivel conceptual, el binarismo sexual alude a la genitalidad y, por ende, se habla de dos se-
xos. Bajo este legalismo la totalidad de la población se ubica en estas dos variantes. Tal postura desconoce una
fracción de la población cuya genitalidad puede ser biológicamente ambigua. A su vez, el binarismo de género o
dualidad de género se refiere a la clasificación, aparentemente complementaria, de lo masculino y lo femenino,
lo anterior basado en construcciones o ideologías culturales y/o sociales. De acuerdo con The SAGE Encyclopedia
of Psychology and Gender, “Most cultures currently construct their societies based on the understanding of gen-
der binary—the two gender categorizations (male and female). Such societies divide their population based on
biological sex assigned to individuals at birth to begin the process of gender socialization” (Nadal, 2017, p. 400).
Este trabajo dialoga en consonancia con la discusión o el debate establecido acerca de la dualidad o el binarismo
de género impuesto históricamente como norma arbitraria.
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Marginación y fantasía transgénero en “Esta es tu noche” de Mario Mendoza
de variación” (Salin, 2008, p. 93). En este caso, el apoyo teórico que nos facilita el en-
tendimiento y análisis de las relaciones que surgen en la trama de “Esta es tu noche”
se apoya en los múltiples postulados de la teoría queer, que logra una posición no solo
teórica, sino también claramente política en virtud de controvertir y debatir esa hetero-
sexualidad determinada. Al respecto, Judith Butler (2002) nos habla de la diversidad en
la que vivimos y cómo las identidades fijas y esos esencialismos anacrónicos en el ahora
pierden todo fundamento; de hecho, se controvierte de por sí el concepto de identidad:
Uno podría sentirse tentado a decir que las categorías de identidad son insuficientes porque toda posi-
ción de sujeto es el sitio de relaciones convergentes de poder que no son unívocas. Pero tal formulación
subestima el desafío radical que implican esas relaciones convergentes para el sujeto. Pues no hay ningún
sujeto idéntico a sí mismo que cobije en su interior o soporte esas relaciones, no hay ningún sitio en el
cual converjan tales relaciones. Esta convergencia e interarticulación es el destino contemporáneo del
sujeto. En otras palabras, el sujeto como entidad idéntica a sí misma ya no existe (p. 323).
Al fijar esta concepción de la sexualidad como principio fundamental que describe las
relaciones entre los diferentes individuos, las posibilidades vinculantes son múltiples
y se sustentan en una diversidad que, aunque siempre existió, tan solo en las últimas
décadas ha sido reivindicada y restituida. Lo anterior ayuda a dar comprensión y una
lectura mucho más democrática al nudo afectivo que enlaza a los protagonistas del
relato. Hablo, entonces, de la amistad y la atracción que se inicia a partir del auxilio
que Gina le brinda al sargento evitando que lo atraquen en una de las calles del barrio,
y cómo desde ahí se va forjando una nueva relación. Recordemos que tras aceptar una
primera invitación de la mujer, Barajas le confiesa su dramática situación económica y
ella, tiempo después, lo vuelve a ayudar, pero de otra manera:
Gina se acercó a Barajas y le tendió un paquete pequeño envuelto en papel cartón.
—¿Qué es esto?
—Un acto de solidaridad y de respeto con usted.
Barajas se quedó quieto con el paquete en la mano.
—Ábralo, sargento.
—Tú sabes que yo no puedo recibir regalos.
—Por favor.
Barajas rasgó con suavidad el papel y aparecieron, bien ordenados y compactos, varios fajos de billetes
de distinta denominación (Mendoza, 2004, p. 84).
Uno de los momentos más reveladores de esta amistad, principio de una relación sen-
timental, se desarrolla a través del desconocimiento que Barajas tiene ante el hecho de
relacionarse con una mujer trans que lo ha ayudado. Para el sargento la condición de
Gina es descrita como se suele denominar a las personas trans muchas veces desde la
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perspectiva de la ignorancia. Barajas la tipifica como una travesti callejera y refuerza
de esta manera un estereotipo que se nutre de la superficialidad y que está basado en
la marginación y la estrecha relación de esta circunstancia con la actividad sexual que
muchas mujeres trans se ven obligadas a ejercer.
—¿No deberías estar en la calle de abajo con los demás travestis?
—Yo no soy travesti.
—¿Entonces?
—Transexual.
—Ah, estás operado.
—Operada, gracias (p. 79).
La percepción que el sargento tiene de Gina en la narración parece ser un claro guiño
que realiza Mendoza para ilustrar la incomprensión que posee buena parte de la po-
blación que ha sido educada estrictamente dentro del marco de una cultura que solo
reconoce como natural o normal el binarismo y los esencialismos conservadores en
términos de género. Ese es el binarismo de género que el autor de manera explícita
intenta evidenciar —si no denunciar — por medio de la historia. Esa categorización, que
rígidamente establece naturalezas excluyentes en las que los individuos precisan estar
inmersos sin mayor debate, sigue modelos culturales dictándoles a las personas cómo
han de entenderse y mostrarse ante los demás. Tal construcción ideológica es la que
aún persiste en algunas comunidades que se modelan bajo los conceptos todavía de
masculino y femenino, entre otros binarismos.
La investigación, reflexión y debate alrededor del género han conducido lentamente a plantear que
las mujeres y los hombres no tienen esencias que se deriven de la biología, sino que son construcciones
simbólicas pertenecientes al orden del lenguaje y de las representaciones. Quitar la idea de mujer y
de hombre conlleva a postular la existencia de un sujeto relacional, que produce un conocimiento
filtrado por el género. En cada cultura una operación simbólica básica otorga cierto significado a los
cuerpos de las mujeres y de los hombres. Así se construye socialmente la masculinidad y la feminidad
(Lamas, 2000, p.4).
El cuento, entonces, propone esa fisura con la tradición instituida que se manifiesta
cuando Barajas responde inseguro pero interesado frente a la ayuda que le brinda Gina,
y a su vez no se muestra indiferente ante los requiebros de la mujer. Tanto Gina como
el sargento poco a poco se ven sumidos en una atracción que, pese a ser real, cultural
y socialmente está condenada. Y aquí nace el cuestionamiento —al menos en cuanto al
deseo sexual — que se debe hacer el personaje. Dicho protagonista, representante de la
ley, es dibujado por Mendoza con los rasgos del machismo típico de nuestra cultura,
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Marginación y fantasía transgénero en “Esta es tu noche” de Mario Mendoza
y además caracterizado con los fuertes atributos que debe ostentar un estereotipado
policía de nuestra sociedad que siempre tiene que mostrarse muy masculino y dictatorial:
Durante la semana siguiente Gina y Ciro Barajas se vieron muchas veces en la zona de tolerancia. El
sargento la trataba con seriedad y distancia, pero siempre, bien fuera al comienzo o al final de la entre-
vista, había un instante, imperceptible para los demás, en el que la miraba con secreta camaradería. Esos
momentos no pasaban desapercibidos para ella, quien, a través de una ligera sonrisa o de una mirada
penetrante e intensa, se encargaba de regresar los mensajes de afecto y amistad (Mendoza, 2004, p. 86).
El interrogante que parece ser una simple prueba de su condición de hombría cuestiona
toda una larga trayectoria aprendida en lo referente a ser “hombre”. Una incertidumbre
profunda que en términos de sexualidad desafía a la sociedad y a la cultura heterosexista
hegemónica. En el relato, el personaje no resiste esta querella interna que lo enjuicia
y reacciona, quizá como muchos hombres lo harían en tales circunstancias, negando
lo que siente, haciendo caso omiso a su presente, acatando y siguiendo dócilmente
lo que su educación y su mundo le han impuesto. Hablamos de aquella simulación
que varias veces se le ha adjudicado a buena parte de las sociedades colombianas. El
aparentar lo que no se es, lo que no se siente, como si se tratara de una ventaja o una
credencial ante los demás, “Es un defecto que nace del sentimiento de inferioridad”
(Ospina, 1997, p. 23). Tal simulacro resulta ser una particularidad que se asume desde lo
económico, racial y en este caso sexual. En Colombia se ha enseñado que los hombres
exitosos en todos los ámbitos deben reconocerse o aspirar a hacerlo preferiblemente
como individuos blancos, económicamente pudientes (o con un pasado acomodado,
si este es extranjero aún mejor), y sobre todo, muy machos, capaces de coleccionar
decenas de faenas amorosas de orden heterosexual. Alguna variante de este imaginario
sería entendida como una señal de debilidad, y mucho peor si es en el aspecto sexual.
Tal postura, sin duda, es el fundamento de la discriminación y la segregación en la que
se ha normalizado todo tipo de violencia e intolerancia: “Desde muy temprano en
nuestro país se dio esa tendencia a excluir y descalificar a los otros, que nos ha traído
hasta las cimas de intolerancia y de hostilidad social que hoy padecemos” (p. 24). Espejo
de ese mundo es en el que vive Barajas; al hacer parte de esa cosmovisión, la asume
como una verdad cuando Gina se lo advierte y recuerda: “Yo sé que un transexual no
es bien visto socialmente. Somos motivo de desprecio y de burla. Por eso acercarse a
alguien como yo produce vergüenza” (Mendoza, 2004, p. 83). En medio de su dilema, el
personaje masculino sabe que, a pesar de la potencial atracción que siente por Gina o
simplemente por el deseo de entablar una amistad con ella, su masculinidad estaría en
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entredicho y que corre el riesgo de perder mucho más de lo que podría ganar. De esta
forma, Barajas termina liderando una mal llamada “limpieza social” en el barrio Santa Fe,
encomendada por uno de sus superiores, y asesina brutalmente a Gina. En este penoso
pero realista desenlace de la historia surge otra de las problemáticas culturales propias
de nuestra nación: asesinatos por encargo cuyos orígenes nacen de una voz poderosa
aparentemente no identificable. En “Esta es tu noche”, la orden suministrada por un
capitán de la Policía que debe cumplir el sargento en verdad emana de un político in-
fluyente, cuyo hijo estuvo vinculado con personas trans y habría terminado asesinado
en circunstancias indeterminadas:
El hijo de un importante senador de la República fue asesinado por un travesti anoche. La idea es
capturar en la calle a varios de esos maricones, tú sabes, esos pervertidos que andan por ahí haciéndoles
daño a las buenas costumbres, y sentar un precedente. Los llevas al río Tunjuelito y los desapareces.
Eso es todo (p. 87).
En consecuencia, el acercamiento del uniformado a Gina queda reducido, por un lado,
a un crimen premeditado que él mismo comete y, por otro, a un espejismo que como
su nombre lo indica se simplifica en una ficción o a un hecho netamente ilusorio, acaso
una fantasía sexual que obviamente jamás se consume. En el accionar del hombre se
yuxtapone su hombría mal entendida —concepto ideológico aprendido— sobre un deseo
o curiosidad por descubrir, dialogar o quizá intimar con una mujer trans. Efectivamente,
los prejuicios y la simulación, como lo he mencionado antes, logran sostenerse en pie
a pesar de lo que el protagonista masculino vive y experimenta. Además de no sobre-
ponerse a esa mácula cultural del machismo, Barajas cumple penosamente el pedido de
realizar un asesinato a sangre fría, y aunque nervioso y titubeante, no duda en acatar el
despiadado mandato: “Las pocas fuerzas que le quedaban logró reunirlas en su brazo
derecho, en su mano, en su dedo índice. Disparó” (p. 93).
Representación
En su libro Los caminos del afecto Daniel Balderston (2015) afirma que “lo que define la
literatura queer colombiana de los últimos años es un tono jocoso y gozoso” (p. 183).
Balderston, riguroso investigador de este tipo de literatura no solo en Colombia sino
en América Latina, examina cuidadosamente la tradición de este género en las letras
colombianas y en lo concerniente a la cronología de estas décadas recientes descubre
una celebración o una especie de festividad algo contestataria ante esa protocolaria,
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Marginación y fantasía transgénero en “Esta es tu noche” de Mario Mendoza
religiosa y católica idiosincrasia colombiana que siempre ha manejado un discurso público
pacato y vergonzante en estos temas, pero que en el discurso privado esgrime solapa-
damente opciones más liberales. En su texto el investigador norteamericano comenta
la novela, tipificada por él mismo como bestseller, Al diablo la maldita primavera (2003) de
Alonso Sánchez Baute. En ella encuentra al personaje principal como un individuo que
realmente puede fortalecer algún estereotipo homosexual y que se sumerge más en un
performance del homosexualismo que en una realidad más convincente. Dicho persona-
je juega más a ser un homosexual ruidosamente afeminado, con ínfulas de diva y drag
queen, cuyas aventuras y anécdotas en Bogotá parecen más espectáculo que vivencia. Y
cito el comentario de Balderston inicial y el de esta novela en particular porque Edwin
Rodríguez Buelvas, protagonista de la novela, es quizá uno de los personajes homo-
sexuales con mayor éxito en la literatura colombiana del último tiempo que se acerca
más a la representación trans que analizo en este estudio. Sin embargo, aclaro, para no
caer precisamente en deslices de designación, que el personaje de Sánchez Baute no
es una mujer trans, es un homosexual inclinado al travestismo y al cross-dressing. Y aun-
que la observación de Balderston en cuanto al tono jocoso y gozoso de esta literatura
es válida, existen personajes cercanos y paralelos en cuentos y novelas escritas en los
últimos veinte años que en el contexto especifico de las mujeres trans muestran una
fuerte carga de dolor y discriminación.
Unido a esto es substancial observar que dentro de los estudios queer en Colombia
no existen muchos acercamientos académicos dedicados al análisis de la representación
de personajes trans en la literatura nacional. La personificación literaria tanto de mujeres
como de hombres trans nunca ha sido abundante, y aunque se evidencian en aumento
en los últimos años, los estudios académicos al respecto en el pasado eran ausentes.
En verdad, es incierta también una taxonomía de dichos personajes en las letras de Co-
lombia. La literatura colombiana no cuenta con la gran novela cuyo protagonista sea un
personaje transgénero.7 De forma general, un referente concreto es la narradora trans
7 Pienso en la literatura de otros países latinoamericanos en los que sí ha habido protagonistas cercanos al trans-
generismo que decididamente han sido voces fundamentales no solo por su estética, sino por el trasfondo social
y político que han tenido dentro de las historias. No hablo aquí de voces secundarias o personajes menores, hablo
de protagonistas. Ejemplos de ellos son Manuel-Manuela en El lugar sin límites (1966) de José Donoso; Molina
en El beso de la mujer araña (1976) de Manuel Puig; Cobra en la novela homónima (1972) de Severo Sarduy, o en
el presente la exitosa novela Las malas (2019), texto escrito por la escritora y actriz transgénero Camila Villada,
quien por medio de su narradora, una prostituta transgénero, nos cuenta la vida de un grupo de mujeres trans
que ejercen la prostitución en la ciudad de Córdoba, Argentina.
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del cuento de Andrés Caicedo “Besacalles”, que se camufla durante toda la trama del
relato y sorprende al lector cuando solamente al final exterioriza como una trabajadora
sexual transgénero. De igual manera, el mismo Mario Mendoza tanto en sus novelas
Scorpio City (1998) y Relato de un asesino (2001) como en Lady Masacre (2019) construye
con marcado realismo encuentros y desencuentros con este tipo de personajes. En el
primer caso sucede cuando el protagonista, el detective Sinisterra, mientras escucha la
radio en la noche, fija su atención en la llamada telefónica de Samantha, una prostituta
transexual del barrio Santa Fe que se comunica con la emisora en el contexto de un
programa radial de temáticas paranormales, indagando por la existencia de homosexuales,
travestis o transexuales en otros planetas (Mendoza, 1998, p. 82). El segundo aconteci-
miento sucede al narrarse la vida del personaje principal de la novela que vive en una
casa de inquilinato en el barrio Las Cruces de Bogotá, donde cohabita con diferentes
individuos marginados de la sociedad, entre ellas Lulú, una prostituta transgénero
que frecuenta las calles del barrio Santa Fe en las noches y que suele regresar a casa
lastimada repetidamente debido a las palizas propinadas por la Policía. El desenlace
de Lulú no puede ser más desgarrador, pues acaba sus días ensangrentada agonizando
en un camastro (Mendoza, 2001, p. 148). Y finalmente, en el tercer texto el autor erige
una coprotagonista que es una luchadora transexual, Gabriela López Merizalde, residente
del barrio Santa Fe, quien se ve inmiscuida en una relación sentimental con un político
corrupto perteneciente a las altas esferas capitalinas, al cual termina asesinando.8 Al final de
la novela Gabriela explica su condición con propiedad: “No sé si entiende. Lo que quiero
decir: las demás nacieron mujeres y les parece normal ser así, a mí me tocó hacerme mujer
y de ahí que tenga las facultades femeninas más marcadas” (Mendoza, 2019, p. 155). La
representación de una mujer transgénero en esta novela ha brindado también la posibi-
lidad de integrar el contexto histórico de la narración, época en la que el presidente era
Álvaro Uribe Vélez, administración que estaba directa o indirectamente relacionada con
el paramilitarismo y los excesos de las fuerzas armadas. Es decir, en ese marco el personaje
de Lady Masacre resulta ser víctima no solo por la discriminación machista —un elemento
fundamental de nuestra cultura—, sino además por la ideología brutal de nación que se
vivía en ese entonces bajo la doctrina uribista:
8 Sin ser una novela de temática queer, sí es una de las pocas aproximaciones en la literatura nacional en las que
se entroniza un personaje trans que coprotagoniza una historia a la par del detective Frank Molina, personaje
central de una saga de novelas policiacas.
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Marginación y fantasía transgénero en “Esta es tu noche” de Mario Mendoza
El personaje de Gaby, una transexual de la más baja extracción social, representa todo lo que la ideología
patriarcal y heterosexual que fundan los conceptos de una nación considera como innatural y encarna
así una doble exclusión del sistema social colombiano. Por lo tanto, se convierte en una sobreviviente del
extremismo que intentó imponer en su momento el modelo político paramilitar. Esta doble exclusión
es proferida por las instituciones “viriles” del Estado que la consideran un miembro sin una identidad
oficial femenina o masculina, y, por ende, un ser improductivo para el sistema en términos biológicos
y sociales (Aluma-Cazorla, 2020. p. 13).
Dentro de estas representaciones referidas a la realidad colombiana, y en especial al
conflicto armado, vale la pena también mencionar la crónica titulada “Espérame en el
cielo, capitán” (2004), escrita por el periodista Jorge Enrique Botero y referenciada por
el crítico Balderston (2015):
Narra la intensa e increíble vida de un joven travesti que es reclutado por el ejército colombiano y luego
secuestrado por la guerrilla con otros soldados de su tropa, y que se enamora de su capitán cuando
la guerrilla los tiene enjaulados al sur del país, la homosexualidad es un factor central que permite
explorar la masculinidad y la femineidad, las relaciones de clase, los conflictos de familia y las crisis
políticas y económicas del país (p. 184).
De lo anterior, es manifiesto notar que la agitada y conflictiva realidad colombiana, ha-
blando en términos políticos, sociales y económicos, no se desprende de las desdichas
que afronta la comunidad trans, sino que es parte de un todo intolerante y violento.
Sin embargo, podría uno pensar que, al menos en la literatura que tiene amplio apoyo
editorial y comercial, 9 en las últimas dos décadas el autor Mario Mendoza ha sido
un gestor constante que, desde la realidad, articula e inserta a mujeres trans en sus
obras a través de la perspectiva de la marginación y el estereotipo social, enfundado
comúnmente en la prostitución callejera para brindarles voz y visibilidad a sus dramas
y desventuras diarias.10
Se esperaría, como avance de nuestra sociedad y cultura, que la figuración de perso-
najes trans en la literatura nacional asuma en el futuro cercano otra realidad y se libere
de los moldes establecidos en los que se les ve siempre en roles de marginación. Desde
luego, para cambiar este paradigma de representación en la ficción tendría que existir
un cambio más acelerado con respecto a sus circunstancias, condiciones y escenarios
9 Existen en el país otros autores que pueden haber incluido en sus narraciones personajes o incluso protagonistas
transgéneros, pero desafortunadamente el mundo de las letras sigue todavía manteniendo una fuerte conexión
entre algunos autores reconocidos y promovidos principalmente por los medios y la publicidad, mientras mu-
chos otros pueden, a pesar de su talento, deambular en el anonimato o en la incierta promoción.
1⁰ Dentro de ese tipo de figuración, la reciente novela Detective Santré, el caso Carranza (2021) de Julián Nalber,
que también hace parte de una saga policial, pinta y describe el contexto de las prostitutas transgénero que
frecuentan tanto el barrio 7 de Agosto como el barrio Santa Fe de Bogotá.
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sociales. No sobra reiterar que la figuración de las personas trans en nuestra literatura
y en los medios ha sido mayoritariamente enfocada en las mujeres transgénero. Por el
contrario, la de los hombres trans es mínima o desconocida.
Colofón
La historia “Esta es tu noche” ha permitido un estudio del espacio urbano como lugar
fundamental dentro del desarrollo del relato. El cuento se concentra y brinda un paneo
del legendario barrio Santa Fe de Bogotá, zona identificada en el imaginario colectivo
como sitio de diversión adulta, eufemismo para directamente designar todas las varie-
dades del comercio sexual. El Santa Fe brilla cual microcosmos del deterioro urbano y
la marginación social debido al fracaso de los procesos de modernización urbana y a las
políticas de inversión e inclusión social. A su vez, y como tema primordial, se abordaron
las relaciones de los protagonistas que desafían la heteronormatividad en la ficción y en
la realidad. De esta manera, el texto democratiza y visibiliza la diversidad sexual de la
sociedad y enfatiza la participación de los individuos trans. En consecuencia, lo anterior
actualiza las problemáticas sociales y económicas de la sociedad colombiana. Conectado
a esta temática, existe en el cuento un subtexto que revela el deseo del protagonista
masculino heterosexual por una mujer transgénero, deconstruyendo de esta forma el
modelo tradicional binario entre sexualidad femenina y masculina. Finalmente, el estudio
de este relato permitió hacer un sondeo del tipo de representación de los personajes
trans en la reciente literatura colombiana.
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