23Estudios dE LitEratura CoLombiana 53, julio-diciembre 2023, ISNN 0123-4412, https://doi.org/10.17533/udea.elc.350914
Editores: Andrés Vergara-Aguirre,
Christian Benavides Martínez
Recibido: 15.08.2022
Aprobado: 24.11.2022
Publicado: 01.07.2023
Copyright: ©2023 Estudios de Literatura Colombiana.
Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los
términos de la Licencia Creative Commons Atribución –
No comercial – Compartir igual 4.0 Internacional
* Artículo derivado de la investigación
Orientalismo y Otredad en el Caribe
Hispánico S. xx y xxi. La autora es líder del
grupo de investigación literaria del Caribe
GilKARI de la Universidad del Atlántico.
Cómo citar este artículo: Enciso Man-
cilla, A. J. (2023). El orientalismo chino
en el Caribe universal de Ramón Illán
Bacca. Estudios de Literatura Colombiana
53, pp. 23-40.
DOI:
1
andreaenciso@mail.uniatlantico.edu.co
Universidad del Atlántico, Colombia
E l oriEntalismo chino En El
caribE univErsal dE ramón
illán bacca
Chinese Orientalism in the Universal
Caribbean of Ramón Illán Bacca
Andrea Juliana Enciso Mancilla
Resumen: Ramón Illán Bacca es uno de los novelistas más
representativos de la segunda mitad del siglo xx del Caribe
colombiano por su inclusión del humor, el registro de la cul-
tura popular mediática y el Caribe urbano. Este estudio anali-
za cómo las representaciones de los chinos de Bacca, tanto en
sus reflexiones periodísticas como en sus novelas Deborah Kruel
(2001) y La mujer barbuda (2011), reproducen los estereotipos
orientalistas y sinofóbicos del chino como otredad inadmisible
dentro del Caribe universal colombiano. Así, se exponen los
límites de la inclusión de la particularidad dentro de este pro-
yecto cosmopolita universalista.
Palabras clave: orientalismo, cosmopolitismo, chinos, Caribe
colombiano, Ramón Bacca.
Abstract: Ramón Illán Bacca is one of the most representa-
tive novelists of the second half of the twentieth century of
the Colombian Caribbean region for his humor inclusion,
the record of popular media culture and the urban Caribbe-
an area. This study analyzes how Bacca's representations of
the Chinese, both in his newspaper articles and in his novels
Deborah Kruel (2001) and La mujer barbuda (2011), reproduce
the orientalist and sinophobic stereotypes of the Chinese as
an inadmissible Otherness within the project of the Colombi-
an universal Caribbean. This study shows the limits of the in-
clusion of difference in this cosmopolitan universalistic ideal.
Keywords: orientalism, cosmopolitism, Chinese, Colombian
Caribbean region, Ramon Bacca.
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Presentación
El estudio de las representaciones de la diáspora china en la literatura colombiana
ha sido escaso, al punto que podríamos considerar que es un tema exótico dentro de
nuestra tradición literaria. Aparte de la alusión borrosa que hace García Márquez en
El amor en los tiempos del cólera (1985), la mención de esta comunidad en la literatura
del Caribe colombiano es bastante marginal, aun siendo una de las comunidades más
activas en la construcción de lo que hoy entendemos como la vida cultural popular y
comercial de la Barranquilla de mediados del siglo xx. Ramón Illán Bacca (rib) es uno
de los pocos escritores que integra a los chinos en su obra y reconoce su presencia en
el espacio cultural caribeño colombiano.
Sin embargo, aunque su obra saca a la luz a esta comunidad marginal en la tradición
cultural y artística colombiana, sus personajes chinos reproducen los estigmas sinófobos y
orientalistas del gran Caribe. En su obra, el chino aparecerá como un sujeto oscuro, ajeno
e inasimilable que funcionará en su narrativa como el Otro que da límite a las heroínas y
los héroes en su narrativa. En este estudio se analiza la forma en que el estereotipo del
chino proveniente de la cultura de masas, hallado en sus artículos periodísticos y en sus
novelas Deborah Kruel (2001) y La mujer barbuda (2011), delata los límites de la inclusión
de la particularidad dentro de la Imago Mundi caribeña del proyecto intelectual de un
Caribe universal colombiano.
Es mejor ser un low seller que un bestseller: Ramón Bacca, el clásico popular
Uno de los hechos que más atormentaba a Bacca era las bajas ventas de sus libros. Sin
embargo, su apuesta por ser un less/low seller para conservar la autonomía creativa y la
alta calidad literaria dio resultado, y lo convirtió en uno de los autores de culto dentro
del canon literario colombiano caribeño contemporáneo. En el perfil que Fabián Buel-
vas (2021) hizo del autor, Bacca se lamentaba: “Soy un escritor de culto: tengo pocos
lectores y menos compradores” (s.p.).
Con cinco novelas, cinco libros de cuento, libros de ensayo, cientos de crónicas y
artículos periodísticos, Bacca entra al mundo de los escritores publicados tardíamente.
Su primer libro Marihuana para Göering sale a sus cuarenta y un años (Buelvas, 2021, s.p).
Ávido lector, nace en 1938, en una época posterior a la bonanza bananera en Santa
Marta. Huérfano de madre, es educado por sus tías ricas bajo la atmósfera de la Segun-
da Guerra y las improntas del conservadurismo recalcitrante de la ciudad más antigua
25Estudios dE LitEratura CoLombiana 53, julio-diciembre 2023, ISNN 0123-4412, https://doi.org/10.17533/udea.elc.350914El orientalismo chino en el Caribe universal de Ramón Illán Bacca
del Caribe colombiano. En su juventud inicia sus estudios de Derecho en Medellín en
la Universidad Pontificia Bolivariana, de la cual es expulsado por su cercanía con los
nadaístas y su fervor juvenil por la revolución cubana. Este evento será crucial en su
vida, pues es por este “motivo que entrara al reino de la necesidad, del que nunca más
he vuelto a salir” (Bacca, 2014, p. 169).
Tal ingreso al reino de la necesidad marcó la errancia del autor por el Caribe y luego
por el interior del país, así como su espacio para explorar la lectura. Como él mismo
afirmaba citando a Dickinson, esta errancia le demostró que “descansar en lo inseguro
es estar en el mismo ser de la alegría” (Bacca, 2014, p. 169). Para intentar sobrevivir y
graduarse de Derecho en la Universidad Libre, trabajó en el Instituto Colombiano de
la Reforma Agraria (Incora) en la década del sesenta. A inicios de los setenta se gradúa,
trabaja como juez promiscuo en Fonseca, Guajira, y luego se instala en Barranquilla para
ejercer su carrera y también el periodismo. Agobiado por la asfixia somática, abandona
el Derecho para entregarse a las tres labores por las que fue conocido durante casi cinco
décadas hasta el día de su muerte en Barranquilla en 2021: la docencia universitaria, el
periodismo y la escritura.
Considerado la memoria viva del Caribe colombiano, Bacca es un ave rara en el pa-
norama literario del siglo xx. Tal como afirma el escritor y crítico Orlando Mejía (2022),
era mejor describirlo por lo que no era: ni un heredero de la novela de la violencia
ni de los caminos ásperos y amargos de la escritura filosófica del interior del país
(pp. 133-114). Tampoco fue un constructor de catedrales verbales como las de Rojas
Herazo o de edificios ontológicos para explicar la raíz del ser Caribe al modo Zapata
Olivella. Su gran insurrección, como la de Fanny Buitrago y Roberto Burgos Cantos,
fue buscar otras fórmulas para narrar el Caribe retando la potestad del exotismo de
Macondo impuesto por el éxito editorial de García Márquez.
Una de las características de su escritura es que bosqueja el revés del ideal del
cosmopolitismo con acento universalista del Caribe colombiano. Al referirme al cosmo-
politismo hago alusión a la actitud o disposición que asume “los intercambios interna-
cionales, o entre pueblos heterogéneos, en términos asimétricos e incluso, se cree que
estos intercambios pueden llegar a hacerse de manera horizontal” (Moreno, 2017, p.101).
Sin embargo, este cosmopolitismo, si seguimos a Ramón Grosfoguel (2008, p. 208), más
que ser horizontal, privilegia los referentes eurocéntricos como los estándares de lo
que puede ser incluido o no dentro de la discusión política, social y cultural sobre las
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comunidades y los individuos. En ese sentido es universalista, 1 entendiendo la expan-
sión e implantación de la cultura occidental con su sujeto trascendental como el único
referente válido para comprender la inclusión y la integración de las diferencias que se
da en el Caribe colombiano.
En la escritura de la región ha primado la idea del Caribe colombiano como el lugar
por excelencia del sincretismo cultural. La Imago Mundi caribeña de Germán Espinosa
es un ejemplo paradigmático de esta concepción. Según el intelectual cartagenero,
[la] propensión —la del Caribe por y para el universo— cobró hace mucho la fuerza de un destino.
El mismo que, como dije, fue placentera o dolorosa y sutilmente tramado, en otros tiempos, por el
conspicuo cruzamiento de todas las razas del planeta: la dulce y aborigen cobriza, la meridional europea
que llegó en las carabelas, la negra que arribó en las galeras y que acabó replegándose en ese cálido
entorno, la judía que a partir de la Colonia irradió desde el foco libertario de Willemstad, la árabe
que inmigró ansiosamente en los albores del siglo, la amarilla que nos acecha desde los restaurantes
pintorreados por pabilos y farolitos, y la de todo el resto del globo terráqueo que se concentró en las
naves piráticas y cuya hórrida presencia dejó violadas a centenares de mujeres que retoñaron rubias
pelambres escandinavas, zarcos ojos sajones, maldicientes belfos eslavos, embrujadoras miradas gitanas
(Castillo, 2001, p. 77).
Así, el Caribe sería el gran mixer cultural donde todas las razas del planeta se han amal-
gamado y han eliminado su negatividad en el crisol del mestizaje. Para el investigador
Orlando Araújo (2012, p. 61), al referirnos al proyecto de Espinosa nos remitimos a un
Caribe universal afín a la idea de José Vasconcelos de la raza cósmica como una síntesis
de todas las razas en el planeta. Un cosmopolitismo luminoso donde la diferencia y la
violencia colonial han sido eliminadas del presente.
El Caribe de Bacca, en cambio, es mucho más afín a la percepción de la región
que tienen Aimé Césaire, Édouard Glissant y Derek Walcott. 2 Un lugar donde la
modernidad es un fracaso y la cotidianidad es un resultado de la tensión de las
diferencias y las cicatrices heredadas de los modelos de pensamiento colonial. Sus
personajes son hombres y mujeres sin épica, marginales atrapados en la excentrici-
1 El universalismo surgió de la discusión sobre una consciencia universal donde la concepción del espíritu de occi-
dente es el referente que viene a llenar los vacíos sobre un mundo carente de esencia. Esta visión unidireccional
y colonial fue crucial para los procesos de colonización, industrialización y explotación desde los que surge la
modernidad europea imperial como eje de sentido global (Grosfoguel, 2008; Moreno, 2017).
2 Para Walcott, Glissant y Cesaire, el Caribe es un espacio de antagonismo cultural, social, racial y económico
demarcado por el legado de la violencia, el saqueo, la incertidumbre y la pobreza. La solidaridad para esos tres
autores surge de la posibilidad de crear narrativas particulares y locales que hablen de esos fracasos como un eje
de narración de la existencia fuera del éxito y los universalismos abstractos eurocéntricos. Lina María Martínez
en su artículo “Desafios a la conciliación. Antagonismo y negatividad en imaginarios históricos del Caribe”
(2014) desarrolla más esta idea de la negatividad y la diferencia del Caribe como potenciales críticos para pensar
los imaginarios y las violencias históricas de la región.
27Estudios dE LitEratura CoLombiana 53, julio-diciembre 2023, ISNN 0123-4412, https://doi.org/10.17533/udea.elc.350914El orientalismo chino en el Caribe universal de Ramón Illán Bacca
dad del mundo cotidiano caribeño. El mundo de rib está poblado por fracasados
profesionales que han terminado en el Caribe, y ese destino geográfico es el signo
de su imposibilidad de brillar en el firmamento del éxito localizado en el norte del
mundo. Sus perdedores son afines a la preposición “prefiero estar muerto en París
o Bruselas que vivir en Santa Marta” (Bacca, 2018, s.p.), premisa que, como rememo-
raba Bacca, fue uno esos lemas coloniales de la élite bananera samaria de la primera
mitad del siglo xx. La gran tragedia para la mayoría de estos personajes es anhelar
ser parte del cosmopolitismo universalista del imperio y vivir en la pobreza del aire
salitroso de la costa caribe colombiana. El Caribe es de por sí un fracaso que no se
elige, pues se nace allí o se llega por pura aventura o accidente. Lo cierto es que en
este mundo ficcional cada uno de los personajes de Bacca procura eludir su destino
caribeño y periférico con diferentes tretas hasta llegar a la terrible conclusión de
que no hay forma de huir de la derrota frente a los elementos naturales del calor y
el óxido. Como dice Go Toba, el protagonista de “Cómo llegar a ser japonés”: “Ese
es mi drama, nacer en un país y en una época que no son los míos” (Bacca, 2010a,
p. 61). En síntesis, haciendo uso de la reflexión de Samuel Whelpley (2022), “Si los
personajes de García Márquez están ceñidos a un destino inevitable, los de Ramón
están descontentos con el suyo y se resisten. De allí que muchos de sus personajes
devienen caricaturas trágicas” (p. 125).
Otro elemento muy ligado al oficio periodístico del escritor es que su Caribe es
el urbano. Sus personajes están atravesados por las circunstancias sociales, la cultura
de masas y la alta cultura; por los chismes, por los eventos desafortunados, los con-
trastes insólitos que se dan en un lugar donde “lo barroco y lo chévere”,3 lo refinado
y lo popular aparecen de manera dialógica. La narrativa de Bacca sería una en la que
el destino manifiesto como estructura mítica de lo narrativo, comparado con el de las
obras de García Márquez y Rojas Herazo, perdería su función cohesionadora. No na-
rraba para redimir o explicar. Tampoco para comprender el origen de nuestra desgracia.
Como le contestó alguna vez a Miguel Ángel Gómez Góngora: “Yo no escribo novelas
para combatir cosas. No me siento profeta, ni ideólogo, adalid, político, ni militante,
ni nada, punto. Yo simplemente [escribo] cosas que me parecen sabrosas de contar”
3 Esta es una expresión del autor que aparece a lo largo de sus entrevistas y reflexiones periodísticas para hablar
de las contradicciones culturales del Caribe y su naturaleza diaria, insólita y dispar.
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(Castillo, 2022, p. 81). En Bacca el enamoramiento con el ritmo de la oralidad cotidiana
y la cultura popular mediática en conjunción con su erudición son las características
que darán el compás a su proyecto narrativo vitalicio.
Para González de Mojica (2014, pp. 110, 117), su obra es afín con el cambio de
paradigmas en la literatura posmoderna latinoamericana. Del mito fundacional y la
potestad de las novelas del canon universal como referentes, Bacca saltará a la oralidad
y el registro del habla cotidiana en su literatura. Como Manuel Puig, Bryce Echenique
y Guillermo Cabrera Infante, las intertextualidades y las voces que definen su universo
narrativo están absolutamente integradas a la dinámica de reproducción de las imágenes
de lo global por los medios de comunicación del siglo xx.
En ese tono anecdótico, afín al folletín, la radionovela, el misterio de las películas
mexicanas y norteamericanas de la época dorada, el gran aporte de Bacca a la literatu-
ra colombiana fue el humor de su “mirada bizca”. Esa mirada que él definía como su
habilidad para ver el lado jocoso de las cosas y criticarlas de manera seria a partir de la
ironía. Para Ariel Castillo (2022, p. 79) y José Manuel Camacho Delgado (2022, p. 141),
el humor de Bacca logró con su ambliopía retratar y analizar las tensiones en el relato
histórico y político nacional narrado desde el Caribe: un país que habla del progreso
y la modernidad aferrado a una camándula y a los mandatos de los arzobispos; la inau-
tenticidad, la pacatería, la ignorancia de las clases dominantes y el fascismo a ultranza
que denosta de la vida diversa del territorio para dar prelación a los valores coloniales
y patriarcales.
Aunque la distribución de sus novelas en vida fue reducida, su importancia en la
literatura colombiana posmoderna es inversamente proporcional a sus ventas. “Fue
nuestro clásico marginal”, escribía Orlando Mejía (2022, p. 119) en el monográfico de-
dicado a rib de Huellas, que a su vez hace uso de la expresión de Monsiváis (2000) en
Aires de familia: “lo popular se transfigura y resulta lo clásico marginal” (p. 35).
El Caribe, lo chino y los chinos en el universo de rib
El universo creativo de Bacca es un universo Caribe alimentado por la memoria y el
presente. Los recuerdos de la Santa Marta de la infancia, los recorridos durante su
juventud de los pueblos polvorosos, pero sobre todo su gran obsesión tanto creativa
como investigativa por Barranquilla serán parte del insumo geográfico y anecdótico del
que se nutrió su obra por casi cinco décadas.
29Estudios dE LitEratura CoLombiana 53, julio-diciembre 2023, ISNN 0123-4412, https://doi.org/10.17533/udea.elc.350914El orientalismo chino en el Caribe universal de Ramón Illán Bacca
Para la década del cincuenta Barranquilla albergaba la mitad de la población extranjera
del país. Tal como afirma García Márquez en su entrevista con Gerald Martin (2009): “Ba-
rranquilla me permitió ser escritor. Tenía la población inmigrante más elevada de Colombia
—árabes, chinos, etcétera—. Era como una Córdoba en la edad media” (p. 161). Ese flujo
migratorio se traducía en la fisonomía de una ciudad definida por las olas migratorias y la
asimilación de los capitales culturales de las comunidades recién llegadas.
Tal como explica Bacca (2020) en su texto sobre la Barranquilla de García Márquez,
Había el constante arribo de extranjeros de todas las latitudes y religiones: alemanes, italianos, es-
pañoles, árabes, chinos y hasta hindúes en algún momento, en su mayoría con capitales de aventura.
Pacíficos y avenidos árabes y judíos, chinos y japoneses, alemanes e ingleses le daban una fisonomía
propia a la ciudad (p. 250).
Esa fisonomía propia le dio a Barranquilla ciertas características que la hicieron un lugar
icónico del ideal cosmopolita del Caribe colombiano. Una esquina donde, usando la
expresión del escritor cartagenero Germán Espinosa, el mundo se da cita y “el hombre
culto del Caribe dirige su mirada hacia todas las culturas y sabe apropiarse sin perder
su identidad, de todo lo de de ellas necesita” (Ortega, 2008, p. 8). En su arquitectura,
los deportes, y su historia empresarial y educativa se pueden observar más las huellas de
un diálogo cercano con los referentes del mundo árabe, los chinos, los estadounidenses
y los alemanes que un intercambio directo con los ideales del catolicismo, la gramática
y la urbanidad del centro del país.
En el caso de los chinos, su migración a Barranquilla data desde el siglo xix. Aunque
como explica Fleischer (2012, pp. 75-76), estaban lejos de ser un grupo homogéneo en
su migración, incluyendo los motivos que la desencadenaron, los grupos de chinos que
llegaron a Barranquilla venían desde Panamá, movidos por la fama de la ciudad de ser
el centro de recepción de migraciones de distintas partes del mundo, y un centro de
progreso y comercio activo (Patiño, 2016, s.p.). Al llegar a la ciudad, tal como afirman
Jessile López García (2016, s.p.) y Gerardo Patiño (2016, s.p.), la ocupación económica
principal de esta comunidad se orientó al cultivo de hortalizas y al comercio minorista de
las tiendas de barrio y locales en el mercado. Luego, entraron a la industria del servicio
con la apertura de restaurantes, lavanderías, granjas avícolas y casinos.
Bacca rememoraba, respecto al movimiento de los chinos cuando llegó por pri-
mera vez a la ciudad desde río Magdalena: “En los 50 cuando llegué por primera vez
a Barranquilla los chinos eran conocidos por ser laboriosos. Toda la avenida Murillo
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estaba repleta de sus tiendas y sus lavanderías. En esa época era raro que alguien ha-
blara de los chinos” (Enciso, 2019). Dentro de este mundo diverso de la Barranquilla
de mediados del siglo xx, los chinos eran objetos de misterio y desconfianza por el
arraigo a su cultura de origen, y la preservación de su lengua y sus costumbres a partir
de las relaciones de paisanaje y uniones entre familias chinas (López García, 2016, s.p.).
Para la comunidad barranquillera, aunque diversa, su diferencia era inasimilable bajo el
referente eurocéntrico de integración universalista del sujeto occidental. Lo paradójico
es que el legado de los chinos en la cultura de la ciudad es indeleble, aunque seamos
ignorantes del origen chino de muchas de nuestras costumbres diarias.4
En ese universo cotidiano e intelectual, la fascinación de rib por los chinos (y los
japoneses) será una constante que marcará sus preocupaciones estéticas y narrativas
a lo largo de cincuenta años (Enciso, 2022, pp. 57-59). En Bacca se puede apreciar una
tensión muy propia de la región frente a lo chino. Por un lado, su consumo de lo chino
(lo chino clásico) es un sinónimo de cosmopolitismo universalista, un gesto social de
superación del provincialismo bajo la copia del ademán colonial inglés, francés y español
con la Nao de Manila que trae mercancías de ese otro lado del mundo dominado por
Occidente. Su disposición es afín al legado modernista, que copia la fascinación imperial
por el consumo del Otro lejano geográfica y epistemológicamente.
En su columna “Puntos de bizca” del primero de diciembre del 2019, en una su-
puesta carta a una estudiante de Literatura de una universidad del interior del país,
Bacca responde frente a la insistencia de la estudiante que le hace más de “veintitantas
preguntas” sobre su conocimiento de obras literarias japonesas y chinas, y la influencia
de estas en su obra, con la siguiente confesión:
Llegué a esas lecturas de manera inesperada. En mi adolescencia era un lector empedernido de las aven-
turas de Fu Manchú, el tenebroso personaje chino creado por el inglés Sax Rohmer; una de esas novelitas
que devorábamos la muchachada de la época. Este personaje, en uno de esos fascículos funda en Estados
Unidos La liga de los buenos americanos, y llega a colocar a uno de sus cómplices como presidente de
Estados Unidos, pero su rival el inspector Nayland Smith logra derrotarlo (Bacca, 2019, p. 6).
En otra de sus reflexiones frente a la construcción de sus villanos, en “De cómo escribir
una novela de espionaje”, Bacca (2010b) afirma:
4 Autores como Lok C.D Siu en Memories of a Future Home (2005) se han ocupado de la influencia de la comunidad
china en la cultura popular del Caribe y cómo su legado se ha hecho tan integral a la experiencia cotidiana, que
ignoramos el origen de algunas de nuestras costumbres cotidianas, como es el caso de la ñapa y la tienda. En el
caso barranquillero, Jesille López García (2016) narra la presencia de los chinos en el desarrollo de la vida comer-
cial y la expansión barrial de la ciudad en la primera mitad del siglo xx como un motor de la economía popular.
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Durante mi adolescencia, en los años cincuenta, iba a la peluquería de Paco, el cubano, donde se en-
contraban rimeros de revistas cubanas; Bohemia, Carteles y Vanidades […]. Sus grandes orquestas eran
las que nos visitaban, sus radionovelas eran las que se oían, como […] la serie de Chang Li Po (p. 54).
Frente a su idea central en este caso para su cuento “Cómo llegar a ser japonés”, Bacca
alude al cine como otro de los recursos de donde surge su idea de la pasividad extrema
y la indolencia como una característica de sus personajes de raigambre asiática:
En una película norteamericana con escenario en una China anterior a Mao, un funcionario con
coleta y uñas largas le dice a la gringa turista que accidentalmente ha matado con su carro a un chino
cargador de bultos: “No se preocupe, señora, la vida, aún en el mejor de los casos, es apenas sopor-
table” (Bacca, 2019, p. 6).
En los tres casos (el villano, el sabio y el indolente), los estereotipos que usa Bacca para
la creación de sus chinos provienen de la cultura masiva mediática de Estados Unidos,
Inglaterra, México y la Cuba de la década del cincuenta. Estos chinos que influenciaron
el mundo ficcional del autor recrean los estereotipos provenientes de la visión occi-
dental orientalista. Para Gregory Lee (2006, p. 381), los cambios en esta percepción se
correlacionan con los estadios de los intereses occidentales y su relación de satisfacción
o rechazo con las relaciones políticas y económicas con China. Durante los siglos xvii
y xviii, son vistos como sabios, regentes de una sabiduría pasiva y antigua de la que
Occidente puede aprender. En el siglo xix, por la tensión política y los intereses econó-
micos británicos, franceses, estadounidenses y holandeses, a los que China se rehúsa, los
chinos se transformarán en la “amenaza amarilla”, cuyo horror toma el giro biopolítico
de una amenaza para el proyecto eugenésico americano (en algunos países de mestizaje,
en otros de blanqueamiento, como una premisa para lograr el progreso en las nuevas
naciones). Cabe añadir que es en el siglo xix cuando se reifica la idea de que los chinos
no son humanos al ser carentes de emociones y de moral por sus costumbres polígamas,
la homosexualidad y la feminidad de sus rasgos, su suciedad, fealdad y su decadencia
racial. Son también despojados hasta de la posibilidad de filosofar.5 Ya en el siglo xx, sin
humanidad, desde la visión occidental del sujeto universal mutan en la “amenaza roja”.
En este nuevo estadio China se convierte en un poder político y económico cuyo eje
comunista ha sido articulado para debilitar la economía mundial e invadir como hormigas
a Occidente hasta la caída de los valores capitalistas y humanistas. Pero, así como el
5 Ernest Renan en D’l origine du language declaró en un tono despectivo sobre la lengua china que solo era conve-
niente para resolver necesidades vitales, pero no el pensamiento filosófico, científico o religioso (citado en Lee,
2006, p. 382).
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dispositivo orientalista chino ha sido narrado para asegurar la no asimilación en la idea
de una comunidad humana, también Occidente ha creado un revés: la minoría modelo.
Según Lee (2006, p. 385), son discursos que en Estados Unidos y Europa coexisten con
los estereotipos negativos. A esta corresponde la imagen del chino prudente, tranquilo,
pacífico, que no causa problemas, que no se mete donde no lo llaman.
En el Caribe los dos modelos se combinan con los prejuicios sobre las mezclas
de las razas provenientes del sistema de castas colonial de Nueva España y las teorías
eugenésicas. En el México decimonónico se les tildó además de degeneradores de la
raza, de especie inferior por su “repugnante” imagen física de “ojos atravesados” y “piel
amarilla”. Según Botton Beja (2008, p. 481), se les acusó de ser portadores y transmisores
de enfermedades (tuberculosis, malaria, tracoma, sífilis, lepra), y se les segregó y confinó
a través de las leyes. En Cuba, México, Costa Rica y Panamá, fueron considerados seres
moralmente inferiores, inclinados al crimen, indolentes y completamente inasimilables
en las sociedades americanas y del Caribe (López, 2013, p. 209).6 Su otredad era tan
inasimilable que, como señala Fernando Ortiz (1978, p. 98-103), en el proceso transcul-
tural entre blancos, negros y mulatos, chino es un elemento indeseable por el riesgo
que implicaría su mezcla con los demás elementos para el mejoramiento de la raza por
su condición degenerada y amoral.
En el Caribe colombiano, que es el que nos interesa por su presencia en la obra
de Bacca, tales estereotipos se agrupan en las categorías del “chino bueno” y el “chino
malo”,7 y su presencia es prácticamente espectral en las narrativas de conformación
cultural y social nacional. En el caso de las dos novelas de Bacca analizadas en esta oca-
sión, el estereotipo que encontramos es de la versión orientalista, a saber, el del “chino
malo”, el negativo o la sombra de sus antiheroínas y antihéroes. Su representación de
6 En el caso colombiano, aunque el país no tuvo leyes migratorias antichinas como México, Jamaica, Panamá,
Estados Unidos y Costa Rica, los chinos también fueron clasificados por la medicina como una amenaza para
la raza y la salubridad pública al ser considerados agentes de transmisión de la lepra. Obregón en su artículo
“Medicalización de la lepra: una estrategia nacional” (1997) analiza este caso.
7 El mejor ejemplo en la literatura colombiana para ilustrar la pulsión popular sobre cómo el Caribe ha percibido
a los chinos y su diáspora en la vida cotidiana lo encontramos en El amor en los tiempos del cólera (1985), cuando
Fermina Daza da el premio al chino ganador de los juegos florales ofuscada por no poder pronunciar su nombre.
En esta división dada por el pueblo, los chinos estarían divididos entre los “chinos malos” y los “chinos buenos”.
Los malos eran los de las fondas lúgubres del puerto, los dueños de prostíbulos y los comerciantes de opio. Los
buenos, a los que pertenecía el poeta premiado, eran los de las lavanderías que poseían la sagrada ciencia de lavar
y entregar camisas limpias, perfectamente planchadas.
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lo chino y los chinos será coherente con el dispositivo orientalista del cosmopolitismo
de raigambre universalista que se expuso anteriormente.
Deborah Kruel y La mujer barbuda: el doble filo de lo oriental
En la literatura latinoamericana, el orientalismo con frecuencia ha cumplido dos funciones
en su larga tradición desde el modernismo. En algunos casos, se trata de la expansión
de los marcos de referencia estéticos y de consumo, y en el lance de algunos creadores
ha sido un recurso de expansión filosófica y vital fuera de las salidas modernas en mo-
mentos de agotamiento histórico frente al discurso de la modernidad. En otros casos,
ha funcionado como el registro de las barreras biopolíticas del soberano sobre lo que es
considerado humano y asimilable dentro de la comunidad latinoamericana. En el caso
de Bacca, si bien es uno de los pocos autores colombianos que incluye a los chinos en
su universo narrativo, estos personajes aparecen en sus novelas, parafraseando a Igna-
cio López-Calvo (2022, p. 240), como unos elementos simbólicos extraños al cuerpo
mestizo de la nación y la región. Su referente es el límite de lo humano y la comunitario
dentro de esa esa Imago Mundi caribeña en el mundo de sus novelas Deborah Kruel y La
mujer barbuda.
La primera novela es recreada en una ciudad similar a la Santa Marta de la infancia
de Bacca. rib crea una comunidad compuesta por italianos, hijos de alemanes con
madres wayú, franceses, judíos bolcheviques, tías solteronas criadas en Bélgica, negros
y colombianos mestizos de la zona andina. Su trama central es el hundimiento de un
submarino alemán y el rumor de la condición de espía de la femme fatale por la que
los hombres se derriten y las santurronas se santiguan: Deborah Kruel. La voz por la
que leemos gran parte de la historia es la de Benjamín, un adolescente que es el alter
ego del autor, que ve desde el lente de sus libros, radionovelas y películas favoritas
los acontecimientos y conflictos que se dan en su comunidad por la Segunda Guerra
Mundial.
En la novela, el orientalismo aparecerá con las dos caras mencionadas anterior-
mente: como una expansión referencial y el límite de la comunidad a partir de la figura
del Otro inasimilable. Respecto a lo primero, a lo largo de la narración encontramos
objetos y alusiones a la exposición cultural de los personajes a lo chino: hay biombos
chinos desde donde se escuchan las conversaciones de los adultos, una revista con una
modelo china que sería la fuente de inspiración para los relatos de exóticos con los que
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el tío entretiene a las visitas. Una escena que recrea esta expansión referencial es aquella
cuando Benjamín encuentra en el cuarto de los sombreros, fuente de libros prohibidos
en esa casa, el secreto de las historias de su tío: “Por aquí también veo la Chinita Ting
Ling, su amor en La Rúa Felicidades de Macao, no es sino un aviso de una revista vieja.
¡Ah, el muy embustero!”(Bacca, 2001, p. 78).
En consonancia con la reflexión de Moraña, la expansión referencial de la que hace
uso Bacca es un recurso paródico para crear el efecto de enrarecimiento en los juicios
de valor y las experiencias de personajes con atisbos cosmopolitas que han terminado
por puro accidente en el mundo lento, católico y conservador del Caribe peninsular
colombiano. Madame Mariela, quien ha renunciado a su laureada carrera por su “cama-
sutreo” con el negro Martiniano (expresión que usa Benjamín para referirse a la intensa
actividad sexual entre estos personajes) es un buen ejemplo de lo anterior:
El Momo ha contado la vez que encontró a Madame Mariela en el muelle recién desembarcada. Con
un sombrero alón y una sombrilla multicolor, transpiraba copiosamente y daba gritos para que un
cargador le ayudará con el equipaje. “Cómo yo me huelo la noticia —dice— me acerqué a indagar que
hacía esa rara avis por estos contornos”. La madame, resultó ser una antropóloga famosa, experta en
sinología, o algo así, y venía de Shangai . (“Me mostró una foto al lado de Pearl S. Buck"). Su visita
era para encontrarse con otro súper sabio: el profesor Rivet (pp. 79-80).
Estos ejemplos son afines a la estrategia que señala Mabel Moraña (2004, p. 209) en
varias novelas latinoamericanas contemporáneas como un procedimiento de expansión
referencial destinado a insertar en la representación de contenidos localistas una di-
mensión cultural diferente. Sin embargo, considero que Bacca no apunta al borramiento
de las fronteras entre Oriente y Occidente para mostrar nuestra condición solidaria
entre marginales del este y el oeste, como afirmaría Moraña (p. 214).8 Al contrario,
Bacca parecería apuntar a la construcción del Otro a partir del filtro del eurocentrismo
como un mecanismo para señalar la aptitud universalista de esta comunidad que intenta
calcar el cosmopolitismo imperial y colonial al que se refiere. A partir del consumo de
lo chino, estos personajes imitan los comportamientos imperiales para transformarse
en un remedo del sujeto occidental imperial, aunque su tragedia de haber nacido en
8 Para Moraña el orientalismo latinoamericano sería una alianza de otredades que potenciaría el espacio perifé-
rico y reforzaría la idea de la existencia de epistemologías alternativas aun dentro del espacio regulado y mono-
lógico de la modernidad. En esta línea del orientalismo la alusión a lo oriental sería un esfuerzo por romper las
brechas coloniales y buscar modelos de conocimiento y experiencia fuera del filtro colonial del saber. En el caso
de Bacca, no hay búsqueda más allá de las referencias. Al contrario, la referencia oriental refuerza el dispositivo
eurocéntrico en los anhelos de su mundo ficcional.
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el Caribe en nada cambiará. El efecto en la novela no es la integración de estos perso-
najes al cosmopolitismo del que tanto hablan, sino la burla al gesto de estas élites que
pretenden ser algo que nunca serán.
En el caso de los personajes chinos, los estereotipos sinófobos de la cultura de
masas del gran Caribe se reproducen en el consumo de novelas y películas del joven
Benjamín. Aquí el chino es la otredad colonial de la “amenaza amarilla”. Es una criatura
inhumana y sanguinaria representada en el mundo del acetato y la literatura de nuestro
joven narrador. En el fragmento de la novela Fu Manchú que Benjamín está leyendo en
medio de los rumores del mundo adulto se puede ver la monstruosidad de la amenaza
amarilla: “Cuando Petrie abrió los ojos encontró delante de sí la mirada fría, amarilla
y despiada del diabólico doctor Fu Manchú, vestido de mandarín y con sus largas
uñas desarrolladas en forma de garras” (Bacca, 2001, p. 42). Fu Manchú es lo inhuma-
no. Siguiendo la tradición de siglos, la extrañeza del chino sigue atormentando a los
miembros de la comunidad humana, en este caso al joven lector samario. El chino es
el monstruo de la ficción, un monstruo casi similar a las descripciones de las garras del
Nosferatu, quien acecha a las doncellas en sus camas. En las lecturas de Benjamín el
chino milenario es un cuerpo sin alma que persigue a sus víctimas desde su inhabilidad
de conectar con lo humano.
Otro de los momentos en que el estereotipo aparece es en la escena de la película
La escudilla de cobre dorada, donde Yuang Li le dice a la heroína, mientras su amante se
desangra frente a ella: “la vida en la mejor de las circunstancias es apenas aceptable” (p.
62). El chino de esta descripción es indolente y carente de compasión. El cosmopolitismo
universal, que asume a un solo ser como el pensante y sintiente despoja al Otro de su
humanidad al no considerarlo persona, tal como las imágenes globales de los medios de
comunicación que consume el narrador de la novela. El racismo epistemológico de la
sinofobia demarca a estos personajes incapaces de conectar empáticamente con el dolor
del otro. Esto significaría que, en su nivel más íntimo, no habría en este universo ficcional
la posibilidad de integrar a un sujeto no humano. Su indolencia lo ha transformado en
un cuerpo excluido del vínculo de la empatía. En las imágenes que consume Benjamín,
el chino, aunque nombrado, existe en el Caribe universal como el borde donde inicia la
inhumanidad. Su mención es un ejercicio de linderos. En su imagen global cosificada en
las imágenes masivas de consumo de la primera mitad del siglo xx, el chino es el Otro
que no se integrará al mundo de los personajes de Bacca.
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Aunque el ejercicio de rib sea uno de los pocos dentro de su generación que in-
cluye a los chinos en su universo narrativo, la particularidad china dentro del universo
ficcional en Deborah Kruel sigue siendo inasimilable y exótica en el cuerpo simbólico
de la comunidad caribeña. Exótica en el sentido de que desborda nuestros limites
epistemológicos y, por ende, es inalcanzable para el diálogo necesario para crear expe-
riencias de intercambio que a su vez permitan su inclusión a la comunidad. De ahí que
los chinos sean personajes sin voz que no cuentan con la palabra a la hora de integrarse
a la comunidad. No obstante, seguirán siendo narrados como perversos en las historias
recreadas de esos otros personajes que quieren huir del Caribe por sus vidas. La mujer
barbuda (2011) es el mejor ejemplo de estas representaciones.
A lo largo de esta historia sobre la desaparición y los escándalos de Perfecto Soco-
rro, la “mujer barbuda”, en algún lugar de Panamá y el Caribe colombiano, el chino es el
antagonista de los dos héroes de la trama: la Chipriota, una antigua madama de burdel
convertida en institutriz de la mujer barbuda, y Mr. Cow, el diplomático británico adicto
a la morfina y coleccionista de orquídeas. Ambos ingleses son perseguidos por Sing Lee,
quien los ve como una amenaza para su negocio de tráfico de opio. En consonancia con la
construcción xenófoba y racista del Gran Caribe, Bacca crea un personaje que encarna los
grandes estereotipos del “chino malo”: moralmente abyecto, cruel e incapaz de asimilarse
a la sociedad donde vive tanto por sus rasgos físicos como por el apego a sus costumbres
ancestrales. Se trata del tendero y comerciante pequeño de los relatos del Gran Caribe. Sing
Lee es el dueño de un restaurante que secretamente trafica opio. Mr. Cow lo describe así:
Tengo una foto del restaurante chino y su dueño, Sing Lee inclinándose en la terraza, sonriendo con su
atuendo tradicional chino y su larga coleta. En la parte delantera de su casa puedo ver a una prostituta.
Nadie sospecha que en la parte trasera del restaurante, dirige una guarida de opio (Bacca, 2011, p. 44).
Bacca activa el dispositivo orientalista como un límite de lo humano dentro de esta
comunidad a partir de su mudez. Sabemos que es cruel, que es el criminal encubierto
que atenta contra la seguridad de nuestros héroes-antihéroes, pero no sabemos cuál es
su opinión, nunca leemos su voz en las 180 páginas de narración.
Sing Lee es descrito como el borde de lo comunitario. Es el más allá oscuro que vive
junto a nosotros en el barrio. Su diferencia es una constante amenaza para la comunidad
compuesta por blancos, expatriados indios y negros. Comunidad donde parece que solo
tienen el privilegio de hablar el hombre y la mujer blanca de origen imperial, como es
el caso de los héroes de la historia.
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Además, esta diferencia, que es riesgosa para los dos personajes en el desarrollo
de la narración, también es reforzada por los cuentos que La Chipriota le cuenta a
Perfecto Socorro a la hora de dormir. Así como las películas y novelas recrean al chino
monstruoso que aterroriza a Benjamín en Deborah Kruel, aquí son los cuentos que la
institutriz inventa con lo que ha leído en los folletines y los rumores escuchados en sus
años en el Londres victoriano del opio lo que refuerza la idea de que el espanto es chino:
Yo le inventaba historias sacadas de los folletines que leía y mis historias eran cada vez más truculentas,
con mandarines malvados de uñas largas, con las que les sacaban los ojos a sus enemigos. Hubo una
especialmente truculenta pues la bella Lola había asesinado a su rival con un estilete y su esposo chino
la estrangula con su propia coleta (Bacca, 2011, p. 110).
La imagen del chino de esta narración es muy similar a la del Fu Manchú del Bacca ado-
lescente que veíamos en una de sus columnas de prensa, y muy afín al chino monstruoso
de la primera película descrita por Benjamín. Aquí su monstruosidad avanza hacia un
margen que lo aleja más de lo humano y lo transforma en una criatura que arranca ojos
y posee una coleta que sería una extensión del cuerpo, un tentáculo con el que asesina
a la bella, que, sin embargo, sería otra infractora, otra asesina. Al mencionar esa otredad
y repetirla una y otra vez en el mundo imaginario de sus personajes, ese cuerpo extraño
simbólico se aleja cada vez más de la posibilidad de ser considerado parte del mundo
cotidiano y afectivo en el que se desenvuelven las relaciones en el Caribe cotidiano. El
chino de la ficción no puede ser parte de la Imago Mundi caribeña, no se integra al mixer
cultural del Caribe; su diferencia no habla dentro del espacio idealizado de la comunidad
diversa, heterogénea de ese Caribe de vocación cosmopolita del que se enorgullece la
intelectualidad costeña. El chino es un espectáculo cotidiano que se mira en la distancia
y con desconfianza en las tiendas, los restaurantes y las lavanderías de la primera mitad
del siglo xx en Barranquilla.
Una comunidad diversa no es sinónimo de una comunidad integrada: los chinos
de Bacca
Para hablar de diversidad, no basta incluir el vocablo en los documentos oficiales o la
simple mención de esta. Si Barranquilla era una Córdoba medieval, usando la expresión
de García Márquez, los chinos han cumplido un papel similar al de los moros en ese
discurso español del Otro inaceptable dentro de una comunidad diversa en el siglo
xv en España. En el mundo ficcional de Bacca los chinos evidencian los límites de la
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inclusión dentro del Caribe universal que ha sido planteado desde una concepción del
cosmopolitismo, cuya base es la creencia, como dice Grosfoguel (2008, p. 208), de que
los únicos sujetos que pueden pertenecer a esta comunidad heterogénea son aquellos
que cumplen las condiciones para ser parte del espíritu universal de Occidente: blancos,
heterosexuales, masculinos y europeos. O al menos, como se han empeñado las élites
en remarcar el caso latinoamericano, aquellos que puedan imitar en su pensamiento y
escritura en tercera persona estas condiciones.
Aunque en Bacca hay una crítica mordaz al ademán inauténtico del Caribe universal
con sus personajes insólitos que se lamentan de haber nacido en el Caribe colombiano
y sus fallidas imitaciones de lo occidental, el ideal sigue siendo el proyecto cosmopolita
euromoderno como un punto de llegada improbable en su narrativa. El gesto de Bacca,
aun con todas sus tensiones y la reproducción en su obra de los estigmas orientalistas que
hemos heredado de siglos de repetición de que el centro del mundo es blanco y la erudi-
ción es europea, es un esfuerzo por ensanchar la comunidad social y cultural del Caribe
colombiano en la literatura contemporánea. Su inclusión, afín a su apuesta transgresora
de visibilizar a los marginales, plantea ensanchar la historia oficial hegemónica y darle al
fin nombre a esos migrantes y sus herederos como parte de la vida colombiana caribeña.
Para que el gesto de su inclusión sea realmente incluyente, la primera premisa sería
pensar la diferencia de la comunidad china, tal cual diría Aimé Césaire (2006, p 84), como
una particularidad que coexiste en nuestra tradición cultural con los otros elementos de
la historia diversa del Caribe colombiano. En este sentido, el asombro de Bacca frente
a los chinos de la avenida Murillo hace 50 años cuando llegó por el río por primera vez
a Barranquilla podría ser para las siguientes generaciones de escritores y creadores de
la región un referente para nombrar el legado de esta comunidad a la que tanto le debe
la cultura popular urbana barranquillera actual.9
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9 Dos estudios que hablan de esta presencia serían, para aquellos interesados en este tema, el ensayo de Fleisher
previamente mencionado en este estudio (2017) y el artículo de Luz M. Hincapié, “Rutas del Pacífico: Identi-
dades diaspóricas en el Caribe colombiano” (2016) en Revista Iberoamericana.
39Estudios dE LitEratura CoLombiana 53, julio-diciembre 2023, ISNN 0123-4412, https://doi.org/10.17533/udea.elc.350914El orientalismo chino en el Caribe universal de Ramón Illán Bacca
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