La quimera del oro no era una quimera chaplinesca
Resumen
¿Qué se puede crear cuando todo se ha destruido? En 1925, en medio de un mundo que aún sanaba las profundas heridas de la Primera Guerra Mundial, Charles Chaplin estrena La quimera del oro. La película aparece como un oasis de optimismo en un mundo devastado, representado el drama de millones que, como su entrañable vagabundo, buscaban sobrevivir con dignidad. Con ingenio visual, además de una narrativa cercana, el director británico abordó el sinsentido de la codicia, desmintiendo el sueño americano al trasponerlo a la crudeza de la realidad. En un paisaje hostil, su personaje avanza con fe y torpeza, provocando las risas, generando reflexiones en un género que se vislumbraba aun solo como entretenimiento. La quimera del oro no solo es una crítica a la deshumanización de la época, sino también un canto a la resiliencia del espíritu humano. Una joya del cine mudo que sigue vigente por su profundidad emocional y su sutil crítica social.
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