Estado fetal no tranquilizador: herramientas diagnósticas y manejo oportuno
Resumen
El estado fetal no tranquilizador es un término conocido especialmente en el trabajo de parto cuando la frecuencia cardiaca fetal presenta alteraciones. También se encuentra este diagnóstico, en algunos escritos, que se refieren a diferentes condiciones anormales de la salud del feto que tienen que ver con el crecimiento. En este documento lo usaremos como referencia al trabajo de parto.
Primero es importante definir que en Colombia y especialmente en las ciudades principales donde existen habitualmente los recursos para el sostenimiento de unidades de cuidado intensivo neonatal de alta tecnología, la viabilidad feto neonatal está destinada para los fetos de 27 semanas en adelante o los fetos que llegan a 700 g. Las pruebas de bienestar fetal que existen en la actualidad son útiles en el trabajo de los equipos médicos a partir de la viabilidad fetal; utilizarlas antes de esta etapa no nos apoya en la toma de decisiones, ya que los nacimientos antes de este tiempo o con pesos menores de 700 g tienen mortalidades cercanas al 100 % y los recién nacidos que logran sobrevivir tienen altas tasas de morbilidad neurológica, pulmonar y motora. Ante la conducta tomada por la mayoría de las unidades materno feto neonatales de nuestro ámbito (semana 27 ó 700 g para viabilidad) nos centraremos en su utilidad a partir de este momento de la gestación.
El monitoreo fetal consiste en evaluar la respuesta cardíaca del feto ante las diferentes condiciones ambientales que tiene dentro del útero. Existen las pruebas ante parto o sea las que se realizan antes de tener una actividad uterina que corresponda o que simula a un trabajo de parto y están las pruebas intraparto que son las correspondientes al preparto, a la fase latente, a la fase activa o al expulsivo.
Las pruebas qué conocemos en nuestro medio para evaluar el bienestar fetal son el monitoreo fetal, el Doppler fetal y útero placentario, el perfil biofísico fetal y los movimientos fetales. De todos estos métodos el único que nos orienta a pensar en un estado fetal no tranquilizador, en el trabajo de parto, es el el monitoreo fetal. Ahora, es importante entender que cuando tenemos un Doppler fetal alterado hasta niveles de pérdida de flujo en las arterias umbilicales en el fin de la diástole o con índice de pulsatilidad mayores al percentil 95 en el ducto venoso o cuando hay un perfil biofísico con puntajes menores o iguales a cuatro sobre 10, se ha encontrado en diferentes evaluaciones observacionales, que con frecuencia estos bebés hacen un estado fetal no tranquilizador bien sea en forma espontánea o al exponerlos a la actividad uterina, por lo tanto se evita en la actualidad el estrés de las contracciones uterinas cuando encontramos estos hallazgos y habitualmente la decisión es un nacimiento por cesárea. El monitoreo fetal intraparto está demostrado que es útil en las instituciones con bastante volumen de pacientes (más de 15 partos al día o donde no es posible que exista una enfermera entrenada por cada 3 pacientes) o en fetos de alto riesgo obstétrico. Su utilidad está demostrada con la disminución de morbilidad neurológica como convulsiones neonatales, sin embargo, no ha demostrado disminución de las tasas de cesárea.