Cuentos y cuentas de café. Una visión crítica... y una propuesta.

Resumen

Después de muchos años regresé al cafetal; al municipio de Fredonia de donde salí a los catorce años de edad. El retorno es el motivo de esta pequeña memoria personal del café y, por ser personal, tendrá que ir entramada con una somera sinopsis de mi experiencia vital que espero que no resulte demasiado pesada para el amable lector. Me propongo exponer un panorama a grandes pinceladas, de manera muy corta e incompleta de lo que creo que la caficultura ha representado para esa fracción de colombianos que, supuestamente, estábamos llamados a ser la cuarta o quinta generación de cafeteros de Colombia. La motivación tiene que ver con la frustración al constatar que el café sigue siendo un producto exótico como lo era en 1830 y que a pesar de haber servido para equilibrar las divisas del país en las épocas difíciles de la formación de la República, y desde luego, para enriquecer los bolsillos de unos muy pocos nacionales y muchos extranjeros, no ha cumplido con la promesa de ser base cierta para el desarrollo material y espiritual de los pobladores del trópico medio colombiano.
Debo advertir que no es de mi interés competir con los grandes estudiosos del tema, que son muchos y muy buenos, pues no tengo la formación socio-histórica, ni económica, ni siquiera de barista o catador; mi experiencia con el café es de vida familiar y personal, y por ello la aproximación no puede ser sino biográfica. Así las cosas, las pretensiones académicas son secundarias en esta oportunidad; si acaso, algún lector podrá resultar motivado para consultar en los textos autorizados a fin de corroborar mis aseveraciones y ante todo para, eventualmente, profundizar en las múltiples, fascinantes y complejas aristas del tema. Por esta razón anexo una bibliografía mínima como sugerencia a los interesados.