Una maestra excepcional y silvestre
Al morir se pasó a vivir en la memoria y desde ahí hago expresa esta solicitud: me pido una silla en la cafetería del bloque 9, donde Hugo. Me pido ser su alumna tardía, me pido verla coherente, dueña del criterio, dulce y fuerte como el amor...
Palabras clave:
María Teresa Uribe, Universidad de Antioquia, Historia y PresenciaResumen
Al morir se pasó a vivir en la memoria y desde ahí hago expresa esta solicitud: me pido una silla en la cafetería del bloque 9, donde Hugo. Me pido ser su alumna tardía, me pido verla coherente, dueña del criterio, dulce y fuerte como el amor, y estar una mañana sentadas entre tintos y debates; me pido verla dueña del oráculo y levantar su mano con el cigarrillo encendido y poner sus ojos de águila profusa; me pido un lugar a su lado, entre ellas y ellos, entre la cofradía; me pido su agudeza al describir la realidad, como quien pasa su mano por el lomo de una bestia y es capaz de mirarla a los ojos, auscultar miedos, retar sus espantos y presagiar su destino; me pido verla poner en discusión el mundo, porque para ella el mundo siempre estaba en discusión, me pido oírla hablar de esta patria huérfana.
Me pido un lugar entre enamorados de la Universidad; cómo fue su posición, siempre dialógica y comprensiva con el tropel de los muchachos. Me pido entender las razones del lobo, como solía explicar: «Supone como punto de partida abandonar la visión dicotómica del mundo que solo existe en la imaginería de los sueños infantiles; implica crecer con todo el dolor que este proceso lleva aparejado y asumir, sobre un principio de realidad, la responsabilidad histórica que nos corresponde si esta tentativa de paz fracasa».