De las mujeres de mi casa viene mi poesía

Diálogo con Ismaël Diadié Haïdara

Autores/as

  • Selnich Vivas Hurtado Universidad de Antioquia
  • Ismaël Diadié Haïdara Biblioteca Fondo Kati

DOI:

https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n86a10

Palabras clave:

tebrae, Ismaël Diadié Haïdara, De la sobriedad, poesía africana

Resumen

Entrevista al poeta malí Ismaël Diadié Haïdara realizada por el poeta Selnich Vivas.

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Biografía del autor/a

Ismaël Diadié Haïdara, Biblioteca Fondo Kati

Ismaël Diadié Haïdara (Tombuctú, Malí, 1957) es el custodio de la Biblioteca Fondo Kati cuyos manuscritos conservan la memoria de sus antepasados provenientes de Granada y Toledo. Algunas de sus obras son:

Algunas de sus obras: Territoire de la Douleur (1977), Comme une blessure éclatée dans les vannes du soleil (1978), Le Chant équinoxial (1979), Las lamentaciones del viejo Tombo (2006), Une cabene au bord de lʼeau (2015), Mi edad de piedra (2016), Tebrae (2017), Sahel (2017).

 

Citas

Diadié Haïdara, I. (2020). De la sobriedad. Córdoba: Editorial Almuzara.

Diadié Haïdara, I. (2021). Tebrae. Cantabria: Libros del Aire.

Se muestra la portada de la entrevista "De las mujeres de mi casa viene mi poesía. Diálogo con Ismaël Diadié Haïdara". Se ilustra el retrato del poeta Ismaël Diadié Haïdara realizado por Paco Montañés

Publicado

2024-07-17

Cómo citar

Vivas Hurtado, S., & Diadié Haïdara, I. (2024). De las mujeres de mi casa viene mi poesía: Diálogo con Ismaël Diadié Haïdara. Lingüística Y Literatura, 45(86), 237–241. https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n86a10

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Selnich Vivas Hurtado

Muchas veces se ha afirmado que la lengua es la patria. Esa comprensión, aunque sugestiva y, por qué no, reveladora, en términos biográficos, sociales e históricos, no se aplica, sin embargo, a tu obra. ¿En qué lenguas se manifiesta más abiertamente tu corazón? ¿En cuáles de ellas te sientes más sobrio y humilde? ¿Qué tanto te han servido las diferentes lenguas europeas y africanas para ampliar tu poesía y tu filosofía de vida?

Ismaël Diadié Haïdara

Boro kaa na gar wura ngu yo doo, nda a gar ciini djeeno, a hin ka djankam. (Quien no encuentra oro en su casa, si hereda viejas palabras, puede caminar con los ricos.) Así dicen los Songhay. Hablar una lengua es pertenecer al mundo que ella produce. No hay más mundo que el que nos da la lengua que hablamos. Por ello, nuestra lengua es nuestra patria. El songhay ha sido lo primero que me ha llegado al oído cuando la leche materna me alcanzó los labios. En ella he conocido el amor y el miedo, la ternura y el odio, he llorado y me he reído según los sentidos que se dieron a las cosas. De niño no conocía otro mundo hasta que me llegó a los siete años la lengua francesa impuesta en la escuela. Esa lengua se impuso a mí, a mi mundo. Significa para mí y los míos, la pérdida. He pasado de la oralidad a la escritura, de mi mundo al universo del otro. Como el «indígena» sin mi lengua, vivo huérfano en el mundo. Esa pobreza me hizo vivir entre el francés impuesto y, al final, el castellano de mis antepasados aprendido de nuevo. He elegido escribir en castellano porque es la lengua de la escasez lingüística para mí. Mi léxico es pobre, me obliga a una gran economía de medios a la hora de expresarme. El castellano me lleva a la sobriedad de imágenes, metáforas, me condena a la humildad a la hora de expresarme y, estéticamente, encaja con mi propia filosofía de la sobriedad. Creo, con Wittgenstein que «Todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad: y de lo que no se puede hablar, mejor es callarse».

SVH:

Tu relación con el español, con España y las culturas de América Latina es muy especial. ¿Cómo se conectan las historias de los pueblos africanos con las de los pueblos de otros continentes a través de la meditación y el filosofar? ¿Qué aporte de las culturas africanas podrían ser perceptibles en Europa y en América?

IDH:

Mis raíces paternas son andalusíes y españolas. Esto teje una relación sentimental con España y las culturas latinoamericanas en las que veo un reflejo de mi historia. A veces un latinoamericano está más cercano a mí a través de su historia y su relación con la lengua castellana que otro africano. Con el latinoamericano comparto, la pérdida (a veces parcial) de la lengua materna indígena y el castellano. En mi viaje a Colombia, por ejemplo, me he sentido profundamente cercano a los «indígenas» y a los intelectuales con los que comparto la necesidad de descolonizar las culturas no occidentales sin rechazar lo que Europa nos puede dar de positivo.

SVH:

Tombuctú es una palabra sonora, mágica, un poema en sí mismo, con una gran enseñanza para el mundo. ¿Quién fue la fundadora de esa biblioteca y cómo los manuscritos que tú conservas explican los caminos de ida y vuelta entre Europa y África? Caminos que podrían contradecir las lecturas opresoras y racistas de que África es inferior y no ha gestado ni riqueza ni cultura para el mundo.

IDH:

Mi antepasado, Sahili, nació en Granada en 1290 y murió en Tombuctú el 15 de octubre de 1336. Su sobrino nieto, Ali b. Ziyad al-Quti, nacido en Toledo, fue expulsado después de la revuelta de musulmanes y judíos conversos que acabó con 1600 casas quemadas en los fuegos, llamados de la Magdalena, el 22 de julio del año 1467. Tras esa sublevación contra las políticas cristianas intransigentes, Ali b. Ziyad se exilió en Gumbu dónde se casó con la princesa Kadiya Syla, hermana mayor del futuro emperador Askia Muhammad, y sobrina del Rey Sunni Ali el Grande. En estos exilios se teje mi historia. Cuando en 2012 me exilié definitivamente en España, instalándome momentáneamente en Granada, no he hecho más que seguir la senda de mis antepasados. Cuando estos llegaron de Granada y Toledo, se encontraron unas tierras africanas con universidad, bibliotecas y tradiciones culturales milenarias. Decir que África no tiene cultura es versar en el discurso colonial, provincialista y racista. La biblioteca cuenta hoy con 12.714 manuscritos que tienen en sus márgenes 7100 textos escritos por mis antepasados entre el siglo XV y el XIX.

SVH:

La función de las mujeres, creadoras de las tebrae, es el aspecto que más atrae a las juventudes en Colombia cuando les hablamos de la poesía de Malí y de Níger. ¿Cómo caracterizarías esta forma poética cantada? ¿Qué relación tenían tus abuelas y tus familiares con esta poesía? ¿Qué tan vigente es esta forma poética entre las mujeres africanas de hoy? ¿Sigue siendo un género crítico en contra del patriarcado?

IDH:

Tebrae es el plural de tebría. La tebría es un género poético de dos versos creado por las mujeres hasaniya del desierto del Sahara. Son mujeres no casadas, jóvenes que se encuentran sobre las dunas, las que componen poemas escuetos a sus amados. Esos poemas son cantados y circulan de forma oral y anónima. El mundo Songhay del Sahel tiene otros géneros poéticos; las tebrae le llega desde el mundo hasaniya. He servido en parte a la divulgación del género entre los dos pueblos. La parte de mi familia relacionada con este género poético es la de la mujer que me dio el pecho cuando nací, porque mi madre tenía poca leche. Esa mujer se llamaba Aïshe bint Mahmud ben Sheikh, era la hermana del juez, lógico e historiador Muhammad Mahmud, autor de más de veinte obras de derecho, lógica e historia. Las tebrae pertenecen al mundo cultural de mi segunda madre. Con la escolarización occidental, este género de tradición oral está amenazado de desaparición. Los poetas escriben hoy como Rimbaud o Baudelaire y dejan de lado su forma original y antigua de expresión. Mi labor es rescatar esas voces, salvar las tebrae abriéndolas al mundo. Su única temática fue el amor. He intentado abrirlo a todos los temas.

SVH:

No solo como investigador, sino más bien como creador de tus Tebrae (2021), ¿en qué medida podríamos decir que el pensamiento y la sensibilidad de las mujeres de siglos pasados resultan muy necesarios para sanar nuestra forma de vida contemporánea? La capacidad de asombro y desgarramiento propios de tu poesía hacen posible una cláusula de vitalidad, una invitación a la serenidad y a la errancia.

IDH:

Vivimos en un mundo unidimensional, dominado por la voz poética de tradición occidental. Sin embargo, desde nuestras lenguas del desierto africano, de mi nacimiento, hasta la selva de la Amazonia, que sueño cruzar algún día, hay otras lenguas, otras formas de vivir el amor, el mundo y la muerte, la soledad y el sacrificio, el arraigo y la errancia. Las mujeres a través de los cuentos, proverbios, cantos de mi tierra me han educado; ellas son las depositarias de la palabra. Nacimos tomando su leche y escuchando sus palabras. En este mundo atormentado me enseñaron la serenidad, y frente a la miseria del hombre que busca ser teniendo, me enseñaron la sobriedad. Mi bisabuela, Diahara Mamhud Kati hacía ayuno de silencio todos los días, su hermana Aïsata Mahmud era una giróvaga, una errante. Mi madre y el viejo Tombo, quien estuvo a su servicio, me enseñaron sus vidas ejemplares. De las mujeres de mi casa viene mi poesía.

SVH:

Otro libro de arena, esos que se abren y cierran y cada vez son nuevos, es De la sobriedad (2020). Esta summa sanatoria nos libera del yugo autoimpuesto del consumo. La técnica, dices, ha aumentado nuestra dependencia de las cosas, de la acumulación de objetos que a la postre enferman la vida. En medio de tu caminar por varias culturas, ¿qué concepto tienes del mundo que hoy se debate en sofisticadas y cada vez más cruentas guerras?

IDH:

El hombre de hoy en día vive pobre en el mundo. Para ser, necesita poseer. Necesita a diario, para ser feliz, pasar por los grandes almacenes, como dijo el filósofo Zygmunt Bauman. Boro kaa go dira ka taasi hay di kaa go nga hunde dira ci dereynte. (Quien anda buscando lo que lleva dentro, anda perdido.) He vivido mi infancia en un pueblo que no conocía el dinero. Todo se hacía por medio del trueque. Se compraba leche, carne, trigo y arroz, se pagaba al sastre y al zapatero con arroz o mijo. Es posible vivir con poco y en paz. Henry David Thoreau también lo ha enseñado. Los «indígenas» de América, que tanto admiro, también; así como los bosquimanos.

SVH:

Si te es posible, te pedimos el favor de que nos escribas un tebrae en songhay y que nos lo envíes en un audio. Sería muy valioso para nuestra universidad que esa lengua se pudiera escuchar.

IDH:

Nda cirow diyo go hem key ndi se haña. Adduniya ci moreyda. Si los pájaros cantan préstales tu oído. La vida es ahora. * Dongo bíidi cire na ye huna. Nongu ka na ay jer ay ce ka koy dendi kur núne ngo hooy. Vivo a la sombra de Dongo, Dios del relámpago. Dónde he puesto el pie hacia el exilio el fuego me ha seguido. * Musoo di kana boro diyo kaa nda a fofo da na i koynda. Boro ka woyne na koynda go hanga handu korey. Tal como vienen los hombres uno tras uno así se van. Quien no va con el sol, la luna blanca se lo lleva.