El cuerpo, el mundo y la historia
DOI:
https://doi.org/10.17533/udea.efyd.2051Palabras clave:
Cuerpo, Origen, Ejercicio, Sentido, El cuerpo y los objetos, Movimiento, Animal, Hombre, Culturas, Ser humano.Resumen
Se dice que Nimrod, el rey cazador, fue quien impulsó la creación de la torre de Babel. Y que allí las lenguas se confundieron y los hombres quedaron en silencio, sólo con su cuerpo, lo que les permitió descender, tomar sus herramientas y salir al mundo para volver a nombrarlo. También se cuenta que para que el mundo existiera, Dios necesitó crear un hombre, alguien que con sus manos hiciera una medida de las cosas. Y en ese mismo relato, se menciona un cuerpo que muere (Abel) y otro que se va al Este a trabajar los metales (Caín). Y así podríamos seguir hablando del origen del mundo, que es el del cuerpo y el ejercicio de éste para que las cosas existan y logren un sentido valedero porque, como dice Ludwig Wigenstein, "el mundo no está compuesto por cosas sino por hechos", es decir, por acontecimientos entre el cuerpo y los objetos.
Aristóteles llamó animal a todo ser que tuviera ánimo, es decir, que se moviera. Y en el entendimiento de esa movilidad, el filósofo centraba la vida, esto que nos lleva a sentir y a ser. De igual manera, se lee en el inicio del Génesis: "y el espíritu de Dios flotaba sobre las aguas", es decir, las movía y como se movían estaban vivas. Y el hombre fue hecho, dicen las mismas crónicas, de un soplo de vida, de un movimiento (igual que el universo que, según la Kabala, se hizo de una contracción de Dios). Así, desde todas las culturas, no se concibe un cuerpo vivo que no se mueva, ni siquiera entre aquellas que adoraron piedras, como Los Celtas, ya que esas piedras eran representación y referente del viento y e! sonido, del paso de la luz y la llegada de la oscuridad. De igual manera, todos los conceptos de hombre, desde la teología primitiva hasta la filosofía de la ilustración, están señalados por premisas que definen al ser humano enmarcado en movimientos: vitalidad, animosidad, entusiasmo (palabra que significa estar poseído por Dios) etcétera.