EN ESOS CAMPOS JUGAMOS A VOLAR
DOI:
https://doi.org/10.17533/udea.efyd.4574Resumen
EI estudio sobre el juego me trasladó a los juegos de la niñez en la Vereda San Jorge a 2900 metros sobre el nivel del mar donde, por estar más cerca del sol, hace más frío. Sin radio ni televisión que controlaran nuestros sueños, todo era susceptible de convertirse en juego o en materia de juego. Amábamos nuestros propios espectáculos de drama, baile y canción. Los animales, que formaban parte de la familia, eran los actores de grandes enredos tejidos en la imaginación: enredos amorosos entre las gallinas, las pollas y el gallo de corral; correspondencia de secretos con el perro de la casa que sabía de nuestras travesuras; viajes imaginarios en el jumento que cargaba el mercado y el agua. Nos rodeaban personajes de la literatura como Agamenón, rey de guerreros: un fornido torete; políticos en el exilio, como Trosky: el perro amarillo, o emperadores locos, como Nerón: el gozque de mi tío.